Entra a la cocina con un rugido en su estómago. La búsqueda de comida era inminente, y su mente se ilumina con el recuerdo de las sobras que Sam había dejado hace un par de días.
“𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒕𝒂𝒏 𝒎𝒂𝒍𝒐”, pensó, mientras se dirige a la nevera. Sin embargo, al abrirla, una ola de mal olor lo golpea.
— Genial, Sam, ¿en serio? — murmura mientras se asoma a la balda, descubriendo que las sobras se habían convertido en una masa poco apetecible y en un estado de descomposición que ni siquiera un cazador podría ignorar. Con un suspiro de resignación, Dean cierra la nevera, sintiéndose derrotado.
Abre los armarios en busca de algo que pudiera salvar la situación. Encuentra pasta y una lata de salsa que parecía aún aceptable.
Mientras pone agua a hervir, recuerda cómo Sam siempre intentaba mejorar su dieta, mientras él solo quería una hamburguesa. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era improvisar. Con un poco de música de fondo y la mente en sus pensamientos, se prepara para una cena que, aunque no era lo que deseaba, lo saciaría.
“𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒔 𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒛𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒆𝒗𝒆𝒓𝒂”, bromea para sí mismo mientras revuelve la pasta, buscando consuelo en lo simple de la cocina.
“𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒕𝒂𝒏 𝒎𝒂𝒍𝒐”, pensó, mientras se dirige a la nevera. Sin embargo, al abrirla, una ola de mal olor lo golpea.
— Genial, Sam, ¿en serio? — murmura mientras se asoma a la balda, descubriendo que las sobras se habían convertido en una masa poco apetecible y en un estado de descomposición que ni siquiera un cazador podría ignorar. Con un suspiro de resignación, Dean cierra la nevera, sintiéndose derrotado.
Abre los armarios en busca de algo que pudiera salvar la situación. Encuentra pasta y una lata de salsa que parecía aún aceptable.
Mientras pone agua a hervir, recuerda cómo Sam siempre intentaba mejorar su dieta, mientras él solo quería una hamburguesa. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era improvisar. Con un poco de música de fondo y la mente en sus pensamientos, se prepara para una cena que, aunque no era lo que deseaba, lo saciaría.
“𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒔 𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒛𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒆𝒗𝒆𝒓𝒂”, bromea para sí mismo mientras revuelve la pasta, buscando consuelo en lo simple de la cocina.
Entra a la cocina con un rugido en su estómago. La búsqueda de comida era inminente, y su mente se ilumina con el recuerdo de las sobras que Sam había dejado hace un par de días.
“𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒕𝒂𝒏 𝒎𝒂𝒍𝒐”, pensó, mientras se dirige a la nevera. Sin embargo, al abrirla, una ola de mal olor lo golpea.
— Genial, Sam, ¿en serio? — murmura mientras se asoma a la balda, descubriendo que las sobras se habían convertido en una masa poco apetecible y en un estado de descomposición que ni siquiera un cazador podría ignorar. Con un suspiro de resignación, Dean cierra la nevera, sintiéndose derrotado.
Abre los armarios en busca de algo que pudiera salvar la situación. Encuentra pasta y una lata de salsa que parecía aún aceptable.
Mientras pone agua a hervir, recuerda cómo Sam siempre intentaba mejorar su dieta, mientras él solo quería una hamburguesa. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era improvisar. Con un poco de música de fondo y la mente en sus pensamientos, se prepara para una cena que, aunque no era lo que deseaba, lo saciaría.
“𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒔 𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒛𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒆𝒗𝒆𝒓𝒂”, bromea para sí mismo mientras revuelve la pasta, buscando consuelo en lo simple de la cocina.