• En el corazón de un bosque, un árbol se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas.

    Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el árbol de los listones rojos: una luz dorada brilló momentáneamente, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron.

    En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura bajo el árbol había despertado lo suficiente para detener el avance del fuego, protegiendo su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante.

    Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: el árbol permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas. Los más supersticiosos recordaron viejas leyendas de árboles malditos y sellos oscuros, pero todos sabían que tenían una misión que cumplir: descubrir la causa de aquella destrucción.

    Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada enterrada bajo el árbol. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado.

    Mientras los guerreros montaban guardia cerca del árbol, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.

    En el corazón de un bosque, un árbol se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas. Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el árbol de los listones rojos: una luz dorada brilló momentáneamente, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron. En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura bajo el árbol había despertado lo suficiente para detener el avance del fuego, protegiendo su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante. Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: el árbol permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas. Los más supersticiosos recordaron viejas leyendas de árboles malditos y sellos oscuros, pero todos sabían que tenían una misión que cumplir: descubrir la causa de aquella destrucción. Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada enterrada bajo el árbol. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado. Mientras los guerreros montaban guardia cerca del árbol, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.
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  • La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación.

    Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente.

    Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido.

    Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba.

    Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias.

    Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos.

    Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
    La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación. Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente. Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido. Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba. Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias. Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos. Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
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  • —No existen soldados "gordos",solo soldados con blindaje natural...


    —Lord Vader no esta en posición de despedir soldados de alto rango,ademas de que en el fondo apreciaba a todos sus soldados,les recordaba a los clones y a un viejo amigo—
    —No existen soldados "gordos",solo soldados con blindaje natural... —Lord Vader no esta en posición de despedir soldados de alto rango,ademas de que en el fondo apreciaba a todos sus soldados,les recordaba a los clones y a un viejo amigo—
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  • El sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte cuando Daniel recibió la carta que cambiaría el curso de su vida. Había estado trabajando en su estudio, revisando antiguos tomos de magia lunar después de haberla Estado pasando con Adriana, cuando un mensajero apareció en la puerta. El joven con uniforme de la familia Selene le entregó un sobre sellado con cera azul.

    Daniel rompió el sello con manos temblorosas, su mente ya anticipando la gravedad del contenido. La carta estaba escrita en un pergamino elegante y formal, con un tipo de letra que emanaba autoridad. Al leer las palabras cuidadosamente, el peso de las responsabilidades y las normas que había violado se hizo sentir como una losa sobre sus hombros
    El sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte cuando Daniel recibió la carta que cambiaría el curso de su vida. Había estado trabajando en su estudio, revisando antiguos tomos de magia lunar después de haberla Estado pasando con Adriana, cuando un mensajero apareció en la puerta. El joven con uniforme de la familia Selene le entregó un sobre sellado con cera azul. Daniel rompió el sello con manos temblorosas, su mente ya anticipando la gravedad del contenido. La carta estaba escrita en un pergamino elegante y formal, con un tipo de letra que emanaba autoridad. Al leer las palabras cuidadosamente, el peso de las responsabilidades y las normas que había violado se hizo sentir como una losa sobre sus hombros
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    —Por supuesto que se ha pirado. Ni él los aguanta estando enfadados el uno con el otro—
    —Por supuesto que se ha pirado. Ni él los aguanta estando enfadados el uno con el otro—
    —Abrió de golpe la puerta de su habitación, con el pelo mojado y un secador en mano.
    Después de buscarlo por todas las torres y no encontrarlo, sólo le restó buscarlo en su habitación —

    Vox no está

    —Comenzó diciéndole, un puchero en su rostro, cruzada de brazos—

    Y necesito que alguien me seque el pelo porque no puedo sola.... Y de todas formas el cara plana casi me quema el pelo la última vez y....

    Ugh... Tú eres el único que sabe tratar el pelo con cuidado en este puto lugar...

    —Murmuró aquello último, casi entre dientes —

    Así que estaba buscándote porque necesito tu ayuda ¿Puedes o tendré que buscar a otro imbécil?
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  • —Uno de los secretos mejores guardados de Lord Vader es que el sintio amor profundo por una mujer y solo una mujer hace muchísimos años antes de su imperio—
    —Uno de los secretos mejores guardados de Lord Vader es que el sintio amor profundo por una mujer y solo una mujer hace muchísimos años antes de su imperio—
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  • El Abrazo de la Serpiente
    Fandom Ninguno
    Categoría Fantasía
    Frente a un joven de ojos dorados y cabellos negros, un Old Fashioned descansaba con elegancia en su palma izquierda. Con un suave movimiento de su mano, el líquido de su interior ondeaba con la suficiente fuerza para ser fácilmente percibido su agitación, más ni una sola gota era derramada a el suelo. El hielo tallado a mano flotaba aremolinandose en el centro del vaso, el basto oceanó de whisky bourbon envejecido tenía acorralado el hielo, además un toque de azúcar y amargo de angostura acompañaban aquella danza meticulosa. La piel de naranja,  aquel mayor testigo de lo sucedido estaba cuidadosamente retorcida, liberaba un leve aroma cítrico que se mezclaba con las notas ahumadas y dulces del licor. Finalmente aquel hombre acercaría sus labios a uno de los bordes del vaso para comenzar a degustar la bebida, lentamente identificaba los sabores con su lengua antes de tragar.


    ⸻(Tiene un buen sabor)


    Dejaría de beber, meditando un poco de lo transcurrido en su día. El bullicio de las personas era moderado causando un sónido ambiental torable, las luces tenues no hostigaban la vista, el sofá era confortable. Ciertamente aquel era un momento de absoluta paz, instantes tan efímeros que no son apreciados hasta que son perturbados. 



    ⸻(Sin duda los asesinatos ocasionados por creaturas mágicas aumentan, después de esto. Debo hacer más archivos)




    Whit: 𝐑𝐎𝐔𝐆𝐄
    Frente a un joven de ojos dorados y cabellos negros, un Old Fashioned descansaba con elegancia en su palma izquierda. Con un suave movimiento de su mano, el líquido de su interior ondeaba con la suficiente fuerza para ser fácilmente percibido su agitación, más ni una sola gota era derramada a el suelo. El hielo tallado a mano flotaba aremolinandose en el centro del vaso, el basto oceanó de whisky bourbon envejecido tenía acorralado el hielo, además un toque de azúcar y amargo de angostura acompañaban aquella danza meticulosa. La piel de naranja,  aquel mayor testigo de lo sucedido estaba cuidadosamente retorcida, liberaba un leve aroma cítrico que se mezclaba con las notas ahumadas y dulces del licor. Finalmente aquel hombre acercaría sus labios a uno de los bordes del vaso para comenzar a degustar la bebida, lentamente identificaba los sabores con su lengua antes de tragar. ⸻(Tiene un buen sabor) Dejaría de beber, meditando un poco de lo transcurrido en su día. El bullicio de las personas era moderado causando un sónido ambiental torable, las luces tenues no hostigaban la vista, el sofá era confortable. Ciertamente aquel era un momento de absoluta paz, instantes tan efímeros que no son apreciados hasta que son perturbados.  ⸻(Sin duda los asesinatos ocasionados por creaturas mágicas aumentan, después de esto. Debo hacer más archivos) Whit: [xr0uge]
    Tipo
    Individual
    Líneas
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    Estado
    Disponible
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  • El mago Yukine empuja la pesada puerta de madera del bar. Al entrar, una mezcla de luces tenues y sombras danzantes lo envuelven. El aire está cargado de una mezcla de aromas: hierbas exóticas, pociones burbujeantes y el inconfundible olor a magia antigua.

    El bar está lleno de seres mitológicos de todo tipo. En una esquina, un grupo de elfos discute animadamente sobre la última moda en arcos encantados. Cerca de la barra, un centauro sorbe una bebida espumosa mientras conversa con una sirena que ha encontrado un asiento en un tanque de agua especialmente diseñado para ella. En una mesa central, un dragón en forma humana lanza dados mágicos en un juego de azar con un gnomo y un troll.

    Yukine avanza con paso seguro, su capa ondeando ligeramente detrás de él. Sus ojos brillan con una luz azulada, reflejo de su poder interior. Se acerca a la barra, donde el barman, un duende de aspecto astuto, le sonríe.

    ¿Qué te trae por aquí, mago?”

    pregunta el duende mientras limpia un vaso con un trapo que parece tener vida propia.

    “He venido en busca de información,”

    responde Yukine, su voz resonando con autoridad.

    “Dicen que aquí se puede encontrar a los más sabios y a los más astutos de todos los reinos.”

    El duende asiente, sus ojos brillando con curiosidad.

    “Has venido al lugar correcto. Pero aquí, la información tiene un precio.”

    Yukine sonríe levemente, sacando una pequeña bolsa de su capa y dejándola sobre la barra. El tintineo de las monedas de oro resuena en el bar, atrayendo la atención de varios de los presentes.

    “Entonces, empecemos,”

    dice Yukine, preparándose para desentrañar los secretos que lo han llevado hasta este lugar.
    El mago Yukine empuja la pesada puerta de madera del bar. Al entrar, una mezcla de luces tenues y sombras danzantes lo envuelven. El aire está cargado de una mezcla de aromas: hierbas exóticas, pociones burbujeantes y el inconfundible olor a magia antigua. El bar está lleno de seres mitológicos de todo tipo. En una esquina, un grupo de elfos discute animadamente sobre la última moda en arcos encantados. Cerca de la barra, un centauro sorbe una bebida espumosa mientras conversa con una sirena que ha encontrado un asiento en un tanque de agua especialmente diseñado para ella. En una mesa central, un dragón en forma humana lanza dados mágicos en un juego de azar con un gnomo y un troll. Yukine avanza con paso seguro, su capa ondeando ligeramente detrás de él. Sus ojos brillan con una luz azulada, reflejo de su poder interior. Se acerca a la barra, donde el barman, un duende de aspecto astuto, le sonríe. ¿Qué te trae por aquí, mago?” pregunta el duende mientras limpia un vaso con un trapo que parece tener vida propia. “He venido en busca de información,” responde Yukine, su voz resonando con autoridad. “Dicen que aquí se puede encontrar a los más sabios y a los más astutos de todos los reinos.” El duende asiente, sus ojos brillando con curiosidad. “Has venido al lugar correcto. Pero aquí, la información tiene un precio.” Yukine sonríe levemente, sacando una pequeña bolsa de su capa y dejándola sobre la barra. El tintineo de las monedas de oro resuena en el bar, atrayendo la atención de varios de los presentes. “Entonces, empecemos,” dice Yukine, preparándose para desentrañar los secretos que lo han llevado hasta este lugar.
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    [Por desgracia, aquí estoy de nuevo para reclamarlo una vez más. Yo, Godfrey, ¡El primer Señor del Círculo]

    Godfrey es considerado como el primer Señor del Círculo de la Orden Dorada, y ex consorte de la Reina Márika la Eterna. Godfrey fue una vez un guerrero feroz, pero cuando juró sus votos para convertirse en Señor, comenzó a llevar a la bestia regente Serosh a sus espaldas, con el fin de calmar su incesante deseo de batalla.

    Por orden de Márika, Godfrey lideró la guerra contra los gigantes, pasando a los gigantes por la espada y confinando su llama en la cima de los Picos de los gigantes.Esta guerra marcó el nacimiento del Árbol Áureo,una época que sería gobernada por la Reina Márika y su Señor del Círculo.

    Godfrey y su descendencia con la Reina Márika se convirtieron en los primeros semidioses, considerados como el Linaje Dorado. La imagen de Serosh se convirtió en un emblema del Linaje Dorado, actuando como consejero y guía para ellos. Miembros notables del Linaje Dorado incluyen a Godwyn el Dorado, los gemelos Augurios Mohg y Morgott, y el débil Godrick, el último del Linaje Dorado.

    Antes de que llegara a ser una personificación del Orden, todo estaba en oposición al Árbol Áureo.Esta época comenzó en medio de conflictos y Godfrey era considerado el Señor de la Batalla. Empuñaba una gran hacha de dos hojas en la batalla, un arma que simbolizaba la promesa de actuar como un señor y que más tarde se convertiría en un símbolo del Linaje Dorado.La ornamentación del hacha también se convertiría en un símbolo del caballero Ordovis, quien comandó a los caballeros del crisol bajo el mando de Godfrey.
    Como Señor de la Batalla, Godfrey luchó en muchos conflictos. Durante el asedio al castillo de Morne, Godfrey venció a un héroe solitario que luchó por venganza. Además de liderar la guerra contra los gigantes, se enfrentó solo al Señor de la Tormenta. Sin embargo, cuando cayó su último enemigo, según dice la historia, el color de los ojos de Godfrey se desvaneció. Al final de su campaña, aunque sus ejércitos dorados permanecían invencibles e incólumes, encontró su Gracia perdida, deteriorada y marchita.Él y sus guerreros fueron abordados por la Reina Márika, quien les informó que los había despojado de su Gracia. Les ordenó que abandonaran las Tierras Intermedias para hacer la guerra en una tierra lejana, donde vivirían y morirían. Así, Godfrey y sus parientes se convirtieron en los primeros Sinluz,y abandonaron juntos las Tierras Intermedias en una peregrinación conocida como la Larga Marcha, al final de la cual Godfrey se despojó de la realeza y se convirtió una vez más en un simple guerrero

    [Marika : Mi señor. Os despojo a ti y a tus hombres de la Gracia.
    Con la mirada teñida de oscuro, seréis expulsados de las Tierras Intermedias.
    Guerrearéis en una tierra lejana, donde viviréis y moriréis.]
    [Por desgracia, aquí estoy de nuevo para reclamarlo una vez más. Yo, Godfrey, ¡El primer Señor del Círculo] Godfrey es considerado como el primer Señor del Círculo de la Orden Dorada, y ex consorte de la Reina Márika la Eterna. Godfrey fue una vez un guerrero feroz, pero cuando juró sus votos para convertirse en Señor, comenzó a llevar a la bestia regente Serosh a sus espaldas, con el fin de calmar su incesante deseo de batalla. Por orden de Márika, Godfrey lideró la guerra contra los gigantes, pasando a los gigantes por la espada y confinando su llama en la cima de los Picos de los gigantes.Esta guerra marcó el nacimiento del Árbol Áureo,una época que sería gobernada por la Reina Márika y su Señor del Círculo. Godfrey y su descendencia con la Reina Márika se convirtieron en los primeros semidioses, considerados como el Linaje Dorado. La imagen de Serosh se convirtió en un emblema del Linaje Dorado, actuando como consejero y guía para ellos. Miembros notables del Linaje Dorado incluyen a Godwyn el Dorado, los gemelos Augurios Mohg y Morgott, y el débil Godrick, el último del Linaje Dorado. Antes de que llegara a ser una personificación del Orden, todo estaba en oposición al Árbol Áureo.Esta época comenzó en medio de conflictos y Godfrey era considerado el Señor de la Batalla. Empuñaba una gran hacha de dos hojas en la batalla, un arma que simbolizaba la promesa de actuar como un señor y que más tarde se convertiría en un símbolo del Linaje Dorado.La ornamentación del hacha también se convertiría en un símbolo del caballero Ordovis, quien comandó a los caballeros del crisol bajo el mando de Godfrey. Como Señor de la Batalla, Godfrey luchó en muchos conflictos. Durante el asedio al castillo de Morne, Godfrey venció a un héroe solitario que luchó por venganza. Además de liderar la guerra contra los gigantes, se enfrentó solo al Señor de la Tormenta. Sin embargo, cuando cayó su último enemigo, según dice la historia, el color de los ojos de Godfrey se desvaneció. Al final de su campaña, aunque sus ejércitos dorados permanecían invencibles e incólumes, encontró su Gracia perdida, deteriorada y marchita.Él y sus guerreros fueron abordados por la Reina Márika, quien les informó que los había despojado de su Gracia. Les ordenó que abandonaran las Tierras Intermedias para hacer la guerra en una tierra lejana, donde vivirían y morirían. Así, Godfrey y sus parientes se convirtieron en los primeros Sinluz,y abandonaron juntos las Tierras Intermedias en una peregrinación conocida como la Larga Marcha, al final de la cual Godfrey se despojó de la realeza y se convirtió una vez más en un simple guerrero [Marika : Mi señor. Os despojo a ti y a tus hombres de la Gracia. Con la mirada teñida de oscuro, seréis expulsados de las Tierras Intermedias. Guerrearéis en una tierra lejana, donde viviréis y moriréis.]
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  • —Durante sus primeros dias como Lord Sith,Darth Vader utilizaba una nave Jedi modificada y de color Negro,Tambien en ese entonce,mucho antes de los reclutamientos de soldados,se utilizaban a Los Soldados Clon y las naves de La República para el recien nacido imperio—
    —Durante sus primeros dias como Lord Sith,Darth Vader utilizaba una nave Jedi modificada y de color Negro,Tambien en ese entonce,mucho antes de los reclutamientos de soldados,se utilizaban a Los Soldados Clon y las naves de La República para el recien nacido imperio—
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