• Entra a la cocina con un rugido en su estómago. La búsqueda de comida era inminente, y su mente se ilumina con el recuerdo de las sobras que Sam había dejado hace un par de días.
    “𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒕𝒂𝒏 𝒎𝒂𝒍𝒐”, pensó, mientras se dirige a la nevera. Sin embargo, al abrirla, una ola de mal olor lo golpea.

    — Genial, Sam, ¿en serio? — murmura mientras se asoma a la balda, descubriendo que las sobras se habían convertido en una masa poco apetecible y en un estado de descomposición que ni siquiera un cazador podría ignorar. Con un suspiro de resignación, Dean cierra la nevera, sintiéndose derrotado.

    Abre los armarios en busca de algo que pudiera salvar la situación. Encuentra pasta y una lata de salsa que parecía aún aceptable.

    Mientras pone agua a hervir, recuerda cómo Sam siempre intentaba mejorar su dieta, mientras él solo quería una hamburguesa. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era improvisar. Con un poco de música de fondo y la mente en sus pensamientos, se prepara para una cena que, aunque no era lo que deseaba, lo saciaría.

    “𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒔 𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒛𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒆𝒗𝒆𝒓𝒂”, bromea para sí mismo mientras revuelve la pasta, buscando consuelo en lo simple de la cocina.
    Entra a la cocina con un rugido en su estómago. La búsqueda de comida era inminente, y su mente se ilumina con el recuerdo de las sobras que Sam había dejado hace un par de días. “𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒕𝒂𝒏 𝒎𝒂𝒍𝒐”, pensó, mientras se dirige a la nevera. Sin embargo, al abrirla, una ola de mal olor lo golpea. — Genial, Sam, ¿en serio? — murmura mientras se asoma a la balda, descubriendo que las sobras se habían convertido en una masa poco apetecible y en un estado de descomposición que ni siquiera un cazador podría ignorar. Con un suspiro de resignación, Dean cierra la nevera, sintiéndose derrotado. Abre los armarios en busca de algo que pudiera salvar la situación. Encuentra pasta y una lata de salsa que parecía aún aceptable. Mientras pone agua a hervir, recuerda cómo Sam siempre intentaba mejorar su dieta, mientras él solo quería una hamburguesa. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era improvisar. Con un poco de música de fondo y la mente en sus pensamientos, se prepara para una cena que, aunque no era lo que deseaba, lo saciaría. “𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒔 𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒛𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒆𝒗𝒆𝒓𝒂”, bromea para sí mismo mientras revuelve la pasta, buscando consuelo en lo simple de la cocina.
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  • Quiero darla una pequeña alegría a una cazadora en particular

    A parte de los dulces que la he regalado

    #SeductiveSunday
    Quiero darla una pequeña alegría a una cazadora en particular A parte de los dulces que la he regalado #SeductiveSunday
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  • Pura Venganza
    Fandom Multifandom
    Categoría Acción
    Este rol contiene palabras malsonantes, habla de un tema delicado, sangre y torturas


    Estos últimos meses hemos recibido avisos de más cuerpos encontrados por ciudadanos, todos siguen el mismo patrón.
    Revise cada una de las fotografías, los informes y las pruebas.

    Todo apuntaba a que todos esos atroces asesinatos no han sido a manos de un humano, si no de un demonio.

    La subida de los asesinatos han subido, al igual que mi investigación. La otra noche me encontraba en el único bar del pueblo donde se reúnen otros cazadores y hablan de sus "batallitas".
    Si aquel día fui no fue por simple casualidad, hay un cazador en particular que en sus tiempos mozos, se enfrento al mismo demonio que estoy buscando.

    Aquel hombre tenía ganas de hablar, no me costo que lo hiciera. Le invité a unas copas y en diez segundos comenzó a hablar sin poder parar, me contó todo lo que sabía sobre Malaquias.

    Malaquias, así es como se llama el demonio que estos meses lleva ocupando toda mi mente.

    Las anteriores victimas todas tenían rasgos físicos muy parecidos al igual que bastante explícitos. De echo muchas de aquellas mujeres se me hacían parecidas a una persona en concreto.

    Tanto hoy como mañana los tengo libres, hace cinco días encontraron a la última victima de Malaquías en las profundidades del bosque, más concretamente muy cerca de la orilla del río. En donde me encuentro en estos momentos, necesito encontrar alguna pista, mis instintos me dicen que sigue muy cerca y al ritmo que va, no tardará en buscar una nueva victima.

    Creí haber puesto el móvil en silencio pero estaba equivocado, al ver en la pantalla el nombre de Grayson, me pareció muy extraño que me llamará tan tarde.

    -Grayson, ¿sucede algo?.
    -Elektra aún no ha regresado. Llevo toda la tarde intentando llamarla y no me lo coge.

    Todos mis miedos se aferraron mientras Grayson y yo seguíamos hablando, terminé corriendo por las profundidades del bosque. Al principio no podía pensar con claridad, entonces empecé a seguir una melodía sospechosa.

    Para cualquier ser humano es como el canto de sirena, pero para nosotros los cazadores, desde pequeños nos entrenan, para no terminar cayendo en sus trucos.

    𝐄𝐋𝐄𝐊𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐑𝐆𝐄𝐍𝐓
    Este rol contiene palabras malsonantes, habla de un tema delicado, sangre y torturas Estos últimos meses hemos recibido avisos de más cuerpos encontrados por ciudadanos, todos siguen el mismo patrón. Revise cada una de las fotografías, los informes y las pruebas. Todo apuntaba a que todos esos atroces asesinatos no han sido a manos de un humano, si no de un demonio. La subida de los asesinatos han subido, al igual que mi investigación. La otra noche me encontraba en el único bar del pueblo donde se reúnen otros cazadores y hablan de sus "batallitas". Si aquel día fui no fue por simple casualidad, hay un cazador en particular que en sus tiempos mozos, se enfrento al mismo demonio que estoy buscando. Aquel hombre tenía ganas de hablar, no me costo que lo hiciera. Le invité a unas copas y en diez segundos comenzó a hablar sin poder parar, me contó todo lo que sabía sobre Malaquias. Malaquias, así es como se llama el demonio que estos meses lleva ocupando toda mi mente. Las anteriores victimas todas tenían rasgos físicos muy parecidos al igual que bastante explícitos. De echo muchas de aquellas mujeres se me hacían parecidas a una persona en concreto. Tanto hoy como mañana los tengo libres, hace cinco días encontraron a la última victima de Malaquías en las profundidades del bosque, más concretamente muy cerca de la orilla del río. En donde me encuentro en estos momentos, necesito encontrar alguna pista, mis instintos me dicen que sigue muy cerca y al ritmo que va, no tardará en buscar una nueva victima. Creí haber puesto el móvil en silencio pero estaba equivocado, al ver en la pantalla el nombre de Grayson, me pareció muy extraño que me llamará tan tarde. -Grayson, ¿sucede algo?. -Elektra aún no ha regresado. Llevo toda la tarde intentando llamarla y no me lo coge. Todos mis miedos se aferraron mientras Grayson y yo seguíamos hablando, terminé corriendo por las profundidades del bosque. Al principio no podía pensar con claridad, entonces empecé a seguir una melodía sospechosa. Para cualquier ser humano es como el canto de sirena, pero para nosotros los cazadores, desde pequeños nos entrenan, para no terminar cayendo en sus trucos. [Thxgirlargent91]
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  • Menuda cagada, ahora cierta cazadora pensará mal de mí
    Menuda cagada, ahora cierta cazadora pensará mal de mí
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  • Trece días. Un total de trece días necesitó el zorro para estar en buena forma. Habría necesitado menos, pero las heridas fueron brutales. Además, a mitad de su recuperación, tuvo que dar parte de su energía vital para ayudar a un amigo.

    Pero por fin, Kazuo estaba en marcha. Ese Ōmukade había crecido a sus anchas desde su último encuentro. Últimamente, en ese tiempo había atacado una aldea cercana, pero, por gracia divina, solo se cobró víctimas de ganado.

    El zorro, esta vez sí, con sus cinco sentidos puestos, fue en busca del demonio escalopendra, aquel que era capaz de matar y comer dragones. Recorrió todo el valle y la montaña en busca de su rastro. Recordaba su olor; si algo se le daba bien al zorro era recordar aromas, cada matiz que incluso podía saborear en la lengua. Tras una larga caminata, lo encontró: ese rastro que olía a podredumbre y muerte, como si algo estuviera comiendo cadáveres en descomposición. En este punto, el zorro bajó su ritmo, sintiendo cómo esa capa de miasma aumentaba a medida que se acercaba.

    Kazuo era tremendamente silencioso; no se escuchaba ni el crujir de las ramas bajo sus pies, igual que un fantasma. Afinaba su oído; cualquier leve sonido hacía que girara su cabeza de forma brusca, como cuando los cazadores acechan a una presa. Y así era: Kazuo era el cazador y el Ōmukade, su presa. La noche se había cernido sobre él. De seguro, Elisabeth le reprendería por no avisarla para que lo acompañara. Pero no le entusiasmaba darle como regalo de compromiso una noche de matanza a un demonio. Desde luego, era poco romántico.

    "¡Clic!" —Un crujido.

    Ese crujido no lo había emitido Kazuo. Tampoco lo habría provocado ningún animal, ya que la densidad del ambiente era inaguantable para cualquier ser que no estuviera preparado para soportarlo. El zorro se puso en cuclillas, posando sus dos manos sobre la tierra e inclinándose levemente hacia delante, como un gato que se agazapa antes de cernirse sobre su presa. Un silencio sepulcral se instalaba en el ambiente; Parecía que incluso el aire había dejado de correr.

    Fue entonces cuando aquel demonio, tan grande como un dragón, emergió de la oscuridad, profiriendo un rugido ensordecedor. Este, igual que la última vez, se dirigió una carga hacia Kazuo, pero este, rápido, tomó impulso en dirección hacia la criatura. A punto de colisionar el uno con el otro, Kazuo sacó sus garras, clavándolas apenas en el caparazón de su cabeza. Su coraza era terriblemente dura; Debería haberle pedido a Elisabeth un poco de su saliva, ya que esta es venenosa para los Ōmukade. Tras aguantar todo lo posible el agarre, aprovechó la inercia de su cuerpo para elevarse sobre la cabeza del demonio, quedando durante unas milésimas de segundo en pie sobre este con una sola mano. Sin soltar su agarre, dobló su tronco para que sus pies y piernas caigan en cuclillas sobre la cabeza del insecto gigante. Con una fuerza sobrehumana, hizo presión con sus piernas hacia abajo, soltando su agarre en el momento justo en que estas hacían más presión sobre la cabeza del demonio. El impulso que tomó el zorro hizo que la cabeza del contrario se estampara de boca contra el suelo, como si Kazuo hubiera lanzado un proyecto con sus piernas.

    Mientras una polvareda se levantaba por el impacto del Ōmukade contra el suelo, el zorro caía con gracia sobre la rama de un árbol cercano.

    —Esto va a terminar rápido... —decía él con esa calma que a veces podía resultar inquietante.

    Tras unos segundos, el demonio se levantaba. Este retorcía su cuerpo con dolor y furia. Kazuo pensó que, si no podía atravesar su corazón, lo molería a golpes hasta que esta cediera.

    Durante largos minutos, ambos yōkais se regalaban una serenata de golpes. Kazuo era quien más golpe daba y quien más los esquivaba, aunque se llevó alguno que otro en el camino. El demonio escalopendra comenzaba a estar cansado y cada vez más débil. En un último movimiento, Kazuo volvió a embestir de frente, algo bastante necio por su parte, ya que el demonio no era tonto y ya había visto antes de ese ataque.

    El Ōmukade, habiendo aprendido la lección, levantó su cabeza para atrapar el cuerpo de Kazuo, uniendo sus dientes afilados en su carne. Pero de pronto, como si fuera vapor, el cuerpo de Kazuo desapareció, dejando una leve neblina a su paso y una hoja otoñal flotando donde antes estaba su cuerpo, hasta que esta cayó al suelo. Kazuo había desaparecido. El demonio, desconcertado, giró sus ojos telescópicos de un lado a otro buscando al zorro. Pero Kazuo no estaba en su campo de visión. El zorro, como si de un truco de mágia se tratase, estaba justo debajo de la cabeza del Ōmukade, concretamente bajo su mandíbula. Ahí había un punto frágil; un área de su corazón había cedido por los constantes golpes que le había propinado. La mano de Kazuo se llenaba de llamas color zafiro, llamas capaces de purificar y quemar aquello que no puede ser purificado por nada. Juntó y puso rectos los dedos de su mano para, posteriormente, clavar sus garras de una sola estocada en la tráquea del monstruo, atravesándola con facilidad.

    El Ōmukade rugía, rugía con desesperación y dolor. Su cuerpo de escalopendra se retorcía de un lado a otro, volcando árboles y maleza, dejando un destrozo a su paso. Kazuo, insatisfecho, aún con su mano introducida, hizo florecer sus llamas color zafiro, haciendo que la criatura comenzara a arder desde dentro. Segundos más tarde, mientras aún se retorcía de dolor, llamas azules salían crepitantes entre los huecos de su coraza, por su boca y por sus ojos.

    Era un golpe incompatible con la vida, totalmente mortal. Saca sus manos del interior, su cuerpo dejó de moverse progresivamente, quedando solo algunos espasmos residuales de movimiento. Kazuo observaba cómo el cuerpo del demonio que casi lo mata se consumía. ¿Cómo podía haber sido tan descuidado con un demonio tan inferior a él?

    —Esto por haber preocupado a Liz, infeliz —decía Kazuo de forma seria, pero con una calma nuevamente inquietante.

    Su venganza no había sido porque lo hubiera estado a punto de matar, sino por el mal rato que pasó Elisabeth cuando lo encontró moribundo. Finalmente, el zorro se volvió y puso rumbo a su templo, esperando que no se le hubiera hecho demasiado tarde para cenar.
    Trece días. Un total de trece días necesitó el zorro para estar en buena forma. Habría necesitado menos, pero las heridas fueron brutales. Además, a mitad de su recuperación, tuvo que dar parte de su energía vital para ayudar a un amigo. Pero por fin, Kazuo estaba en marcha. Ese Ōmukade había crecido a sus anchas desde su último encuentro. Últimamente, en ese tiempo había atacado una aldea cercana, pero, por gracia divina, solo se cobró víctimas de ganado. El zorro, esta vez sí, con sus cinco sentidos puestos, fue en busca del demonio escalopendra, aquel que era capaz de matar y comer dragones. Recorrió todo el valle y la montaña en busca de su rastro. Recordaba su olor; si algo se le daba bien al zorro era recordar aromas, cada matiz que incluso podía saborear en la lengua. Tras una larga caminata, lo encontró: ese rastro que olía a podredumbre y muerte, como si algo estuviera comiendo cadáveres en descomposición. En este punto, el zorro bajó su ritmo, sintiendo cómo esa capa de miasma aumentaba a medida que se acercaba. Kazuo era tremendamente silencioso; no se escuchaba ni el crujir de las ramas bajo sus pies, igual que un fantasma. Afinaba su oído; cualquier leve sonido hacía que girara su cabeza de forma brusca, como cuando los cazadores acechan a una presa. Y así era: Kazuo era el cazador y el Ōmukade, su presa. La noche se había cernido sobre él. De seguro, Elisabeth le reprendería por no avisarla para que lo acompañara. Pero no le entusiasmaba darle como regalo de compromiso una noche de matanza a un demonio. Desde luego, era poco romántico. "¡Clic!" —Un crujido. Ese crujido no lo había emitido Kazuo. Tampoco lo habría provocado ningún animal, ya que la densidad del ambiente era inaguantable para cualquier ser que no estuviera preparado para soportarlo. El zorro se puso en cuclillas, posando sus dos manos sobre la tierra e inclinándose levemente hacia delante, como un gato que se agazapa antes de cernirse sobre su presa. Un silencio sepulcral se instalaba en el ambiente; Parecía que incluso el aire había dejado de correr. Fue entonces cuando aquel demonio, tan grande como un dragón, emergió de la oscuridad, profiriendo un rugido ensordecedor. Este, igual que la última vez, se dirigió una carga hacia Kazuo, pero este, rápido, tomó impulso en dirección hacia la criatura. A punto de colisionar el uno con el otro, Kazuo sacó sus garras, clavándolas apenas en el caparazón de su cabeza. Su coraza era terriblemente dura; Debería haberle pedido a Elisabeth un poco de su saliva, ya que esta es venenosa para los Ōmukade. Tras aguantar todo lo posible el agarre, aprovechó la inercia de su cuerpo para elevarse sobre la cabeza del demonio, quedando durante unas milésimas de segundo en pie sobre este con una sola mano. Sin soltar su agarre, dobló su tronco para que sus pies y piernas caigan en cuclillas sobre la cabeza del insecto gigante. Con una fuerza sobrehumana, hizo presión con sus piernas hacia abajo, soltando su agarre en el momento justo en que estas hacían más presión sobre la cabeza del demonio. El impulso que tomó el zorro hizo que la cabeza del contrario se estampara de boca contra el suelo, como si Kazuo hubiera lanzado un proyecto con sus piernas. Mientras una polvareda se levantaba por el impacto del Ōmukade contra el suelo, el zorro caía con gracia sobre la rama de un árbol cercano. —Esto va a terminar rápido... —decía él con esa calma que a veces podía resultar inquietante. Tras unos segundos, el demonio se levantaba. Este retorcía su cuerpo con dolor y furia. Kazuo pensó que, si no podía atravesar su corazón, lo molería a golpes hasta que esta cediera. Durante largos minutos, ambos yōkais se regalaban una serenata de golpes. Kazuo era quien más golpe daba y quien más los esquivaba, aunque se llevó alguno que otro en el camino. El demonio escalopendra comenzaba a estar cansado y cada vez más débil. En un último movimiento, Kazuo volvió a embestir de frente, algo bastante necio por su parte, ya que el demonio no era tonto y ya había visto antes de ese ataque. El Ōmukade, habiendo aprendido la lección, levantó su cabeza para atrapar el cuerpo de Kazuo, uniendo sus dientes afilados en su carne. Pero de pronto, como si fuera vapor, el cuerpo de Kazuo desapareció, dejando una leve neblina a su paso y una hoja otoñal flotando donde antes estaba su cuerpo, hasta que esta cayó al suelo. Kazuo había desaparecido. El demonio, desconcertado, giró sus ojos telescópicos de un lado a otro buscando al zorro. Pero Kazuo no estaba en su campo de visión. El zorro, como si de un truco de mágia se tratase, estaba justo debajo de la cabeza del Ōmukade, concretamente bajo su mandíbula. Ahí había un punto frágil; un área de su corazón había cedido por los constantes golpes que le había propinado. La mano de Kazuo se llenaba de llamas color zafiro, llamas capaces de purificar y quemar aquello que no puede ser purificado por nada. Juntó y puso rectos los dedos de su mano para, posteriormente, clavar sus garras de una sola estocada en la tráquea del monstruo, atravesándola con facilidad. El Ōmukade rugía, rugía con desesperación y dolor. Su cuerpo de escalopendra se retorcía de un lado a otro, volcando árboles y maleza, dejando un destrozo a su paso. Kazuo, insatisfecho, aún con su mano introducida, hizo florecer sus llamas color zafiro, haciendo que la criatura comenzara a arder desde dentro. Segundos más tarde, mientras aún se retorcía de dolor, llamas azules salían crepitantes entre los huecos de su coraza, por su boca y por sus ojos. Era un golpe incompatible con la vida, totalmente mortal. Saca sus manos del interior, su cuerpo dejó de moverse progresivamente, quedando solo algunos espasmos residuales de movimiento. Kazuo observaba cómo el cuerpo del demonio que casi lo mata se consumía. ¿Cómo podía haber sido tan descuidado con un demonio tan inferior a él? —Esto por haber preocupado a Liz, infeliz —decía Kazuo de forma seria, pero con una calma nuevamente inquietante. Su venganza no había sido porque lo hubiera estado a punto de matar, sino por el mal rato que pasó Elisabeth cuando lo encontró moribundo. Finalmente, el zorro se volvió y puso rumbo a su templo, esperando que no se le hubiera hecho demasiado tarde para cenar.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    Sólo vengo a recordar que nadie sabe que los mellizos son cazadores de brujas y brujos, así que eviten el metarol.

    #Ro
    Sólo vengo a recordar que nadie sabe que los mellizos son cazadores de brujas y brujos, así que eviten el metarol. #Ro
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  • It's been along time coming...
    Fandom SUPERNATURAL
    Categoría Acción

    Las cosas habían cambiado bastante en estos últimos años.
    Bobby había dejado de discutir sobre el futuro de su propia hija y había decidido apoyarla en la decisión de ser cazadora. A pesar, de que estuvo luchando porque no lo fuera desde hace años.
    No quería perderla, era lo único que tenía en el mundo, ya que los demonios le quitaron a su mujer en su momento.
    Pero no iba a dejar que fuera sola en aquella cacería
    Siempre solía ir él con ella. O mándame a alguien para vigilarla por si necesitaba ayuda. Aunque la mayoría de la veces, ella podía sola.


    Una vez en aquel pequeño pueblo, la morena salió de la habitación del motel recogiéndose la melena en un semi recogido con una pinza.
    Hacia frío, no demasiado, pero lo suficiente para llevar una chaqueta por encima aquella mañana.
    Había mandado los links y las fotos de los periódicos a su padre para que la ayudara a lo que se estaba enfrentado.
    Tenía toda la pinta de ser un fantasma. Pero ¿ Quién?
    ¿ Quién podría ser y por qué?

    En los últimos años las fiestas recurrentes en el mes de octubre se iban hacia unos cinco años atrás. Algo había ocurrido antes de aquello. Pero no lograba encontrar la primera noticia mediante internet.
    Por lo que se dirijio al centro del pueblo donde hacían el periódico local. Allí podría preguntar lo que necesitaba en aquellos momentos, alguien seguramente estaría allí cuando todo aquello empezó.

    Cuando bajó del coche, sus orbes fueron hacia otro coche situado en la entrada del lugar, reconoció ese coche como si lo hubiera visto ayer. Rodó los ojos de forma molesta. ¿ Acaso su padre les habría llamado para que estuvieran pendiente de ella? Esperaba que no, ya habían tenido discusiones por el tema de que la hicieran de canguro. Y no iba a tener a los Winchester detrás de ella de aquella forma.

    Caminó cruzando la calle a la vez que se acercaba al coche, viendo una silueta salir del lado del copiloto, pero no del contrario. Reconociendo enseguida a 𝓓ean 𝓦inchester .

    Un par de pasos y llego al contrario, dejando un par de toques en el hombro derecho con dos de sus dedos.
    Cuando giró, cogió aire y después trago saliva. Hacia tiempo que no le veía, pero aquello no había cambiado nada.
    Le dedico una suave sonrisa, a la vez que dejaba de mirar aquellos preciosos ojos verdosos, algo que nunca podía hacer por demasiado tiempo. Y observó el lugar al cual iba a entrar .

    — Espero que esto sea una casualidad y no sea que mi padre te ha pedido echarme un ojo Dean.
    Las cosas habían cambiado bastante en estos últimos años. Bobby había dejado de discutir sobre el futuro de su propia hija y había decidido apoyarla en la decisión de ser cazadora. A pesar, de que estuvo luchando porque no lo fuera desde hace años. No quería perderla, era lo único que tenía en el mundo, ya que los demonios le quitaron a su mujer en su momento. Pero no iba a dejar que fuera sola en aquella cacería Siempre solía ir él con ella. O mándame a alguien para vigilarla por si necesitaba ayuda. Aunque la mayoría de la veces, ella podía sola. Una vez en aquel pequeño pueblo, la morena salió de la habitación del motel recogiéndose la melena en un semi recogido con una pinza. Hacia frío, no demasiado, pero lo suficiente para llevar una chaqueta por encima aquella mañana. Había mandado los links y las fotos de los periódicos a su padre para que la ayudara a lo que se estaba enfrentado. Tenía toda la pinta de ser un fantasma. Pero ¿ Quién? ¿ Quién podría ser y por qué? En los últimos años las fiestas recurrentes en el mes de octubre se iban hacia unos cinco años atrás. Algo había ocurrido antes de aquello. Pero no lograba encontrar la primera noticia mediante internet. Por lo que se dirijio al centro del pueblo donde hacían el periódico local. Allí podría preguntar lo que necesitaba en aquellos momentos, alguien seguramente estaría allí cuando todo aquello empezó. Cuando bajó del coche, sus orbes fueron hacia otro coche situado en la entrada del lugar, reconoció ese coche como si lo hubiera visto ayer. Rodó los ojos de forma molesta. ¿ Acaso su padre les habría llamado para que estuvieran pendiente de ella? Esperaba que no, ya habían tenido discusiones por el tema de que la hicieran de canguro. Y no iba a tener a los Winchester detrás de ella de aquella forma. Caminó cruzando la calle a la vez que se acercaba al coche, viendo una silueta salir del lado del copiloto, pero no del contrario. Reconociendo enseguida a [RIGHTE0USMAN] . Un par de pasos y llego al contrario, dejando un par de toques en el hombro derecho con dos de sus dedos. Cuando giró, cogió aire y después trago saliva. Hacia tiempo que no le veía, pero aquello no había cambiado nada. Le dedico una suave sonrisa, a la vez que dejaba de mirar aquellos preciosos ojos verdosos, algo que nunca podía hacer por demasiado tiempo. Y observó el lugar al cual iba a entrar . — Espero que esto sea una casualidad y no sea que mi padre te ha pedido echarme un ojo Dean.
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  • "𝕰𝖑 𝖗í𝖔 𝖋𝖑𝖚í𝖆 𝖘𝖊𝖗𝖊𝖓𝖔 𝖞 𝖈𝖆𝖑𝖑𝖆𝖉𝖔,
    𝖑𝖑𝖊𝖛𝖆𝖓𝖉𝖔 𝖈𝖔𝖓𝖘𝖎𝖌𝖔 𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖎𝖘𝖙𝖊 𝖞 𝖑𝖔 𝖊𝖗𝖗𝖆𝖉𝖔.
    𝕷𝖆𝖘 𝖉𝖊𝖗𝖗𝖔𝖙𝖆𝖘, 𝖈𝖚𝖆𝖑 𝖍𝖔𝖏𝖆𝖘, 𝖘𝖊 𝖎𝖇𝖆𝖓 𝖘𝖎𝖓 𝖕𝖗𝖎𝖘𝖆,
    𝖕𝖊𝖗𝖉𝖎𝖉𝖆𝖘 𝖊𝖓 𝖆𝖌𝖚𝖆𝖘 𝖖𝖚𝖊 𝖙𝖔𝖉𝖔 𝖘𝖚𝖆𝖛𝖎𝖟𝖆."

    Había sido tedioso, pero ya casi había recuperado todas sus fuerzas. El zorro era un uno con la naturaleza, y es con ella cuando se sentía más centrado, más sereno.

    Bajo aquella cascada sentía como si su cuerpo se enraizaran en la tierra, manteniéndolo sujeto en el aquí y ahora. Había sobrevivido, por primera vez había sentido la suave caricia de la muerte llamándole. El agua arrastraba esos pensamientos de temor, de venganza irrefrenable. Aquel Ōmukade se las vería con él más pronto que tarde. El Kitsune, guardián de su bosque, caminante entre lo visible y lo invisible. Esta vez él era el cazador, y el demonio escalopendra era su mal aventurada presa.
    "𝕰𝖑 𝖗í𝖔 𝖋𝖑𝖚í𝖆 𝖘𝖊𝖗𝖊𝖓𝖔 𝖞 𝖈𝖆𝖑𝖑𝖆𝖉𝖔, 𝖑𝖑𝖊𝖛𝖆𝖓𝖉𝖔 𝖈𝖔𝖓𝖘𝖎𝖌𝖔 𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖎𝖘𝖙𝖊 𝖞 𝖑𝖔 𝖊𝖗𝖗𝖆𝖉𝖔. 𝕷𝖆𝖘 𝖉𝖊𝖗𝖗𝖔𝖙𝖆𝖘, 𝖈𝖚𝖆𝖑 𝖍𝖔𝖏𝖆𝖘, 𝖘𝖊 𝖎𝖇𝖆𝖓 𝖘𝖎𝖓 𝖕𝖗𝖎𝖘𝖆, 𝖕𝖊𝖗𝖉𝖎𝖉𝖆𝖘 𝖊𝖓 𝖆𝖌𝖚𝖆𝖘 𝖖𝖚𝖊 𝖙𝖔𝖉𝖔 𝖘𝖚𝖆𝖛𝖎𝖟𝖆." Había sido tedioso, pero ya casi había recuperado todas sus fuerzas. El zorro era un uno con la naturaleza, y es con ella cuando se sentía más centrado, más sereno. Bajo aquella cascada sentía como si su cuerpo se enraizaran en la tierra, manteniéndolo sujeto en el aquí y ahora. Había sobrevivido, por primera vez había sentido la suave caricia de la muerte llamándole. El agua arrastraba esos pensamientos de temor, de venganza irrefrenable. Aquel Ōmukade se las vería con él más pronto que tarde. El Kitsune, guardián de su bosque, caminante entre lo visible y lo invisible. Esta vez él era el cazador, y el demonio escalopendra era su mal aventurada presa.
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  • — Aquella mañana sus ojos se abren más tarde de lo normal. No necesita esos segundos de vigilia para saber dónde está.
    Sabe que aquella habitación pertenece a DEAN WINCHESTER y podría decir que descansa sobre su colchón, pero técnicamente faltaría a la verdad, al estar casi en su totalidad sobre el cazador.

    La respiración profunda y pausada del mismo le indica que sigue en el mundo onirico. La pelirroja casi se desliza entre sus brazos, girándose, sin querer despertarlo. Únicamente con la idea de ver aquel rostro que, a quien quería engañar, la tenía enamorada.

    Cuando lo consigue, no puede evitar sonreír al ver la paz en sus facciones, como tampoco es capaz de frenar su mano, su dedo índice, el cual se toma la tarea de contar y unir con un ligero roce, cada pequeña marca, cada suave peca que el cazador portaba en sus mejillas y el puente de su nariz.—

    #Personajes3D #Comunidad3D #3D #Pomchester
    — Aquella mañana sus ojos se abren más tarde de lo normal. No necesita esos segundos de vigilia para saber dónde está. Sabe que aquella habitación pertenece a [thxsoldier] y podría decir que descansa sobre su colchón, pero técnicamente faltaría a la verdad, al estar casi en su totalidad sobre el cazador. La respiración profunda y pausada del mismo le indica que sigue en el mundo onirico. La pelirroja casi se desliza entre sus brazos, girándose, sin querer despertarlo. Únicamente con la idea de ver aquel rostro que, a quien quería engañar, la tenía enamorada. Cuando lo consigue, no puede evitar sonreír al ver la paz en sus facciones, como tampoco es capaz de frenar su mano, su dedo índice, el cual se toma la tarea de contar y unir con un ligero roce, cada pequeña marca, cada suave peca que el cazador portaba en sus mejillas y el puente de su nariz.— #Personajes3D #Comunidad3D #3D #Pomchester
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  • Gracias a que su amigo le ayudó a escapar, pues estuvo encerrado y secuestrado por su tío durante algunos días, y también a que le salvó la vida tras ser apuñalado por su familiar, las posteriores noches pudo descansar tranquilo. Por supuesto seguía enormemente preocupado por las posibles represalias que su tío podría tomar contra ellos, pero necesitaba centrarse en descansar y retomar fuerzas por el momento.
    Esa noche, después de dar un pequeño paseo y cenar algo ligero, se fue a dormir bastante relajado. Cerró sus ojos y....
    ¿Eh? ¿Dónde estaba?... ¿Un templo? No era el templo de su amigo, no reconocía donde estaba. El lugar era amplio, de aspecto delicado y hermoso, muy limpio y bien cuidado. Entonces se miró a si mismo, vestía unas ropas simples blancas que no había visto nunca.

    -Shinobu. ¿Shinobu? ¿Dónde estás?- Una voz masculina desconocida parecía estar llamándole.

    Casi como si no pudiera controlar su propio cuerpo, este avanzó por la estancia hasta abrir una puerta corredera. Una luz radiante le cegó por unos segundos y sintió una suave brisa acariciar sus cabellos, una brisa que llevaba consigo el aroma más delicado y agradable que jamás había sentido. Abrió los ojos poco a poco y, frente a él, una figura masculina que hizo acelerar su corazón. Un hombre alto, fuerte, de largos cabellos claros, casi tan claros como sus ojos. Piel delicada y pálida, vestido elegantemente. Estaba tumbado y sonrió ampliamente al ver entrar al joven lobo a la estancia, teniéndole la mano en señal de que se acercase a él.

    -Shinobu... ¿Dónde te habías metido? No desaparezcas de mi lado así, sabes que últimamente los cazadores se están volviendo un verdadero problema. ¿Qué pasaría si te hirieran o algo peor?

    -Disculpe, mi señor. Quería asegurarme de que todo estuviera limpio y ordenado.- ¿Por qué respondió eso? No tenía control de sus palabras ni sus actos, como si fuera un espectador dentro de su propio cuerpo.

    -¿Qué te dije sobre llamarme "mi señor"? Llámame por mi nombre, Shinobu... ¿Cuántas más noches debemos pasar juntos para que entiendas que no eres mi sirviente?- Replicó el hombre aún manteniendo su sonrisa y acariciando un mecho del oscuro y largo cabello del muchacho.

    Shinobu se ruborizó bastante pero no apartó la mirada de él, ese hombre resultaba hipnótico.

    -M-Mh... E-Está bien, *****.- ¿Qué? ¿Por qué no pudo escuchar eso? Estaba seguro de haber pronunciado el nombre de esa persona pero por alguna razón no podía oírlo.

    Y sin más, con un último vistazo a ese bello rostro masculino, despertó, abrió los ojos y miró a su alrededor. ¿Había sido solo un sueño? ¿Entonces por qué aún podía oler aquel cautivador aroma, por qué aún sentía el tacto de la mano ajena en su cabello?... ¿Por qué le dolía el pecho como si hubiera perdido lo más preciado en el mundo?
    Gracias a que su amigo le ayudó a escapar, pues estuvo encerrado y secuestrado por su tío durante algunos días, y también a que le salvó la vida tras ser apuñalado por su familiar, las posteriores noches pudo descansar tranquilo. Por supuesto seguía enormemente preocupado por las posibles represalias que su tío podría tomar contra ellos, pero necesitaba centrarse en descansar y retomar fuerzas por el momento. Esa noche, después de dar un pequeño paseo y cenar algo ligero, se fue a dormir bastante relajado. Cerró sus ojos y.... ¿Eh? ¿Dónde estaba?... ¿Un templo? No era el templo de su amigo, no reconocía donde estaba. El lugar era amplio, de aspecto delicado y hermoso, muy limpio y bien cuidado. Entonces se miró a si mismo, vestía unas ropas simples blancas que no había visto nunca. -Shinobu. ¿Shinobu? ¿Dónde estás?- Una voz masculina desconocida parecía estar llamándole. Casi como si no pudiera controlar su propio cuerpo, este avanzó por la estancia hasta abrir una puerta corredera. Una luz radiante le cegó por unos segundos y sintió una suave brisa acariciar sus cabellos, una brisa que llevaba consigo el aroma más delicado y agradable que jamás había sentido. Abrió los ojos poco a poco y, frente a él, una figura masculina que hizo acelerar su corazón. Un hombre alto, fuerte, de largos cabellos claros, casi tan claros como sus ojos. Piel delicada y pálida, vestido elegantemente. Estaba tumbado y sonrió ampliamente al ver entrar al joven lobo a la estancia, teniéndole la mano en señal de que se acercase a él. -Shinobu... ¿Dónde te habías metido? No desaparezcas de mi lado así, sabes que últimamente los cazadores se están volviendo un verdadero problema. ¿Qué pasaría si te hirieran o algo peor? -Disculpe, mi señor. Quería asegurarme de que todo estuviera limpio y ordenado.- ¿Por qué respondió eso? No tenía control de sus palabras ni sus actos, como si fuera un espectador dentro de su propio cuerpo. -¿Qué te dije sobre llamarme "mi señor"? Llámame por mi nombre, Shinobu... ¿Cuántas más noches debemos pasar juntos para que entiendas que no eres mi sirviente?- Replicó el hombre aún manteniendo su sonrisa y acariciando un mecho del oscuro y largo cabello del muchacho. Shinobu se ruborizó bastante pero no apartó la mirada de él, ese hombre resultaba hipnótico. -M-Mh... E-Está bien, *****.- ¿Qué? ¿Por qué no pudo escuchar eso? Estaba seguro de haber pronunciado el nombre de esa persona pero por alguna razón no podía oírlo. Y sin más, con un último vistazo a ese bello rostro masculino, despertó, abrió los ojos y miró a su alrededor. ¿Había sido solo un sueño? ¿Entonces por qué aún podía oler aquel cautivador aroma, por qué aún sentía el tacto de la mano ajena en su cabello?... ¿Por qué le dolía el pecho como si hubiera perdido lo más preciado en el mundo?
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