• —¡Hace mucho que no veníamos aquí! Pensé que te habías olvidado que existía—.

    Lillet trepó sobre el vagón abandonado, emocionada. Sin decir nada, su hermana trazó un sigil con el dedo, flotó hasta la cima y se sentó.

    —¡Mira, mira! ¡Aún siguen aquí! —

    La rubia señaló a los trazos tallados sobre el metal, ahora difuminados por la oxidación. Las iniciales de ambas, dibujos de animalitos, marcas cuyo significado había olvidado... en efecto, seguía todo ahí.

    "¡Lo mejor que saben hacer es ponerse en riesgo!" Lillet juraba que podía escuchar las (bien merecidas) reprimendas de su padre, el día que se enteró de su parque de juegos secreto.

    "Riesgo", qué curiosa palabra. Así describió la gente a la construcción de ese tren. Era un riesgo que conectara a la gran ciudad con aquel pequeño pueblito olvidado.

    Un pueblo extraño donde no nacían hombres. Un pueblo tétrico, lúgubre, infestado de brujas. A los niños se les amenazaba con abandonarlos ahí si eran demasiado traviesos.

    "¡Si dejan que se construya ese tren, esas brujas del demonio van a pensar que son bienvenidas aquí!" Reclamaron algunos. ¿Cómo se atrevía el gobierno a considerarlas personas? Eran sólo brujas.

    Al final, las protestas y quejas cumplieron su cometido. El tren nunca se terminó y, al igual que el pueblo, quedó en el olvido.

    Las cosas no cambian.

    —Oye, Hilde, ¿te acuerdas cuando jugamos a las escondidas y encontraste ese dragón? —

    —Era una salamandra, Lillet —la castaña habló por fin.

    —¡Era enorme, parecía un dragón! ¿Y si era un bebé? Tal vez debimos... —

    —Lillet... —la más alta interrumpió. Parecía que tenía algo importante qué decir.

    —¿Eh? ¿Qué pasa? —

    —Hay cosas que necesito aprender en el extranjero. El consejo quiere mandarme a un internado en Inglaterra, y... tengo que ir—.

    —Oh... —

    —Sí—.

    —Uhm... ¿cuánto tiempo?—

    —Dos, quizás tres años—.

    —Eso es... mucho tiempo—.

    —Mucho—.

    —P-Pero... ahaha... conociéndote, vas a terminar rápido, ¿verdad? Eres tan genial, que en un año, ¡no, incluso menos...! —La vocecita de la rubia empezaba a quebrarse.

    Hilde suspiró. Sentada en contra de la espalda de su hermana, sin mirarle, volteó hacia el cielo. ¿Siempre hubo tantas estrellas?

    —¿Sabes? Lo he estado pensando mejor, y creo que sí es buena idea lo de la tienda —tras minutos de silencio, Hilde dijo.

    —¿La tienda? Pero tú dijiste que... —

    —Sé lo que dije, pero me equivoqué. Es lo que tú quieres, ¿no? Ayudar a la gente—.

    —No sé... no sé si pueda si no estás...—

    —Claro que puedes. Porque... —

    —¿Porque soy la hermana de Hilde Blan? —

    —...porque eres Lillet—.

    Silencio.

    Los deditos de Lillet recorrieron los trazos tallados sobre el metal, la "L" y la "H" cubiertas de polvillo férreo. Nada había cambiado.
    —¡Hace mucho que no veníamos aquí! Pensé que te habías olvidado que existía—. Lillet trepó sobre el vagón abandonado, emocionada. Sin decir nada, su hermana trazó un sigil con el dedo, flotó hasta la cima y se sentó. —¡Mira, mira! ¡Aún siguen aquí! — La rubia señaló a los trazos tallados sobre el metal, ahora difuminados por la oxidación. Las iniciales de ambas, dibujos de animalitos, marcas cuyo significado había olvidado... en efecto, seguía todo ahí. "¡Lo mejor que saben hacer es ponerse en riesgo!" Lillet juraba que podía escuchar las (bien merecidas) reprimendas de su padre, el día que se enteró de su parque de juegos secreto. "Riesgo", qué curiosa palabra. Así describió la gente a la construcción de ese tren. Era un riesgo que conectara a la gran ciudad con aquel pequeño pueblito olvidado. Un pueblo extraño donde no nacían hombres. Un pueblo tétrico, lúgubre, infestado de brujas. A los niños se les amenazaba con abandonarlos ahí si eran demasiado traviesos. "¡Si dejan que se construya ese tren, esas brujas del demonio van a pensar que son bienvenidas aquí!" Reclamaron algunos. ¿Cómo se atrevía el gobierno a considerarlas personas? Eran sólo brujas. Al final, las protestas y quejas cumplieron su cometido. El tren nunca se terminó y, al igual que el pueblo, quedó en el olvido. Las cosas no cambian. —Oye, Hilde, ¿te acuerdas cuando jugamos a las escondidas y encontraste ese dragón? — —Era una salamandra, Lillet —la castaña habló por fin. —¡Era enorme, parecía un dragón! ¿Y si era un bebé? Tal vez debimos... — —Lillet... —la más alta interrumpió. Parecía que tenía algo importante qué decir. —¿Eh? ¿Qué pasa? — —Hay cosas que necesito aprender en el extranjero. El consejo quiere mandarme a un internado en Inglaterra, y... tengo que ir—. —Oh... — —Sí—. —Uhm... ¿cuánto tiempo?— —Dos, quizás tres años—. —Eso es... mucho tiempo—. —Mucho—. —P-Pero... ahaha... conociéndote, vas a terminar rápido, ¿verdad? Eres tan genial, que en un año, ¡no, incluso menos...! —La vocecita de la rubia empezaba a quebrarse. Hilde suspiró. Sentada en contra de la espalda de su hermana, sin mirarle, volteó hacia el cielo. ¿Siempre hubo tantas estrellas? —¿Sabes? Lo he estado pensando mejor, y creo que sí es buena idea lo de la tienda —tras minutos de silencio, Hilde dijo. —¿La tienda? Pero tú dijiste que... — —Sé lo que dije, pero me equivoqué. Es lo que tú quieres, ¿no? Ayudar a la gente—. —No sé... no sé si pueda si no estás...— —Claro que puedes. Porque... — —¿Porque soy la hermana de Hilde Blan? — —...porque eres Lillet—. Silencio. Los deditos de Lillet recorrieron los trazos tallados sobre el metal, la "L" y la "H" cubiertas de polvillo férreo. Nada había cambiado.
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  • Pequeña criatura, lamento tanto saber que mis hermanas brujas que practican hechicería prohibida te han hecho sufrir, pero mientras yo esté aquí, haré todo lo posible por devolver parte de esa felicidad arrebatada.
    Pequeña criatura, lamento tanto saber que mis hermanas brujas que practican hechicería prohibida te han hecho sufrir, pero mientras yo esté aquí, haré todo lo posible por devolver parte de esa felicidad arrebatada.
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  • Última noche de luz
    Fandom Free rol
    Categoría Drama
    Ivanna y Anne ya me esperan en el punto exacto de las profundidades del bosque, esta noche cientos de hermanas brujas blancas se reúnen por todo el mundo para realizar un ritual, con el cuál alejamos las energías malas del anterior año para comenzar otro nuevo año de luz y prosperidad.

    Cada una debe traer un objeto especial que ofrecer durante el ritual, Anne me escribió para saber por donde estoy.
    Salí de casa más tarde de lo que me hubiera gustado, me costó encontrar unas hierbas y el objeto, necesarios para nuestra reunión.
    Debemos reunirnos en la colina más alta, ya que hoy es luna llena y es lo más importante para poder realizar nuestro cometido.

    Hoy la luna es cerrada por la cuál llevo una antigua linterna que alumbra mi camino y también voy tapada con mi túnica.
    Debo combatir también contra el frío, por eso decidí tapar la cabeza con la capucha de mi nueva túnica.
    La navidad ya ha pasado pero todavía quedan rastros de nieve, vigilo muy bien el camino por el que en estos momentos voy, no quiero tener ningún tropiezo.
    Le mentí a Grayson, desde que nuestra relación comenzó le estado mintiendo.
    Me siento culpable, soy una cobarde que le oculta a su novio un enorme secreto pero quiero contárselo.

    Me he prometido a mí misma que después de navidad se lo confesaría todo.

    𝐆𝐑𝐀𝐘𝐒𝐎𝐍 𝐀𝐑𝐆𝐄𝐍𝐓
    Ivanna y Anne ya me esperan en el punto exacto de las profundidades del bosque, esta noche cientos de hermanas brujas blancas se reúnen por todo el mundo para realizar un ritual, con el cuál alejamos las energías malas del anterior año para comenzar otro nuevo año de luz y prosperidad. Cada una debe traer un objeto especial que ofrecer durante el ritual, Anne me escribió para saber por donde estoy. Salí de casa más tarde de lo que me hubiera gustado, me costó encontrar unas hierbas y el objeto, necesarios para nuestra reunión. Debemos reunirnos en la colina más alta, ya que hoy es luna llena y es lo más importante para poder realizar nuestro cometido. Hoy la luna es cerrada por la cuál llevo una antigua linterna que alumbra mi camino y también voy tapada con mi túnica. Debo combatir también contra el frío, por eso decidí tapar la cabeza con la capucha de mi nueva túnica. La navidad ya ha pasado pero todavía quedan rastros de nieve, vigilo muy bien el camino por el que en estos momentos voy, no quiero tener ningún tropiezo. Le mentí a Grayson, desde que nuestra relación comenzó le estado mintiendo. Me siento culpable, soy una cobarde que le oculta a su novio un enorme secreto pero quiero contárselo. Me he prometido a mí misma que después de navidad se lo confesaría todo. [ThxArgent91]
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  • 𝔈𝔩 𝔪𝔞𝔫𝔱𝔬 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔬𝔰𝔠𝔲𝔯𝔞 𝔶 𝔱𝔯é𝔪𝔲𝔩𝔞 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢 𝔢𝔰 𝔦𝔫𝔱𝔢𝔯𝔯𝔲𝔪𝔭𝔦𝔡𝔬 𝔭𝔬𝔯 𝔲𝔫 𝔳𝔲𝔢𝔩𝔬 𝔰𝔦𝔤𝔦𝔩𝔬𝔰𝔬, 𝔲𝔫 𝔭𝔞𝔯 𝔡𝔢 𝔞𝔩𝔞𝔰 𝔟𝔩𝔞𝔫𝔠𝔞𝔰 𝔶 𝔬𝔧𝔬𝔰 𝔞𝔪𝔞𝔯𝔦𝔩𝔩𝔬𝔰 𝔳𝔦𝔤𝔦𝔩𝔞𝔫 𝔩𝔞 𝔷𝔬𝔫𝔞 𝔡𝔢𝔰𝔡𝔢 𝔩𝔞𝔰 𝔞𝔩𝔱𝔲𝔯𝔞𝔰.

    Desde siempre se ha creído que las lechuzas están ligadas de alguna manera a las brujas y no han errado.

    En el antiguo Egipto si alguien podía avistar una significaba que traía muerte y soledad, en otras culturas se dice que son mensajeras del mundo espiritual, pero como sea esta ave rapaz es una hábil vigilante nocturna, nada pasa desapercibido ante sus grandes ojos.

    Sigrid adquiere esta forma animal gracias a un tótem que siempre lleva consigo colgando de su cuello.
    Su cuerpo femenino es reemplazado por grandes plumas blancas que cubren toda su extensión.
    A pesar de su gran tamaño no emite sonido al volar, lo que le permite seguir a sus víctimas en secreto hasta que decide revelarse sin que puedan evitar su destino fatal
    𝔈𝔩 𝔪𝔞𝔫𝔱𝔬 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔬𝔰𝔠𝔲𝔯𝔞 𝔶 𝔱𝔯é𝔪𝔲𝔩𝔞 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢 𝔢𝔰 𝔦𝔫𝔱𝔢𝔯𝔯𝔲𝔪𝔭𝔦𝔡𝔬 𝔭𝔬𝔯 𝔲𝔫 𝔳𝔲𝔢𝔩𝔬 𝔰𝔦𝔤𝔦𝔩𝔬𝔰𝔬, 𝔲𝔫 𝔭𝔞𝔯 𝔡𝔢 𝔞𝔩𝔞𝔰 𝔟𝔩𝔞𝔫𝔠𝔞𝔰 𝔶 𝔬𝔧𝔬𝔰 𝔞𝔪𝔞𝔯𝔦𝔩𝔩𝔬𝔰 𝔳𝔦𝔤𝔦𝔩𝔞𝔫 𝔩𝔞 𝔷𝔬𝔫𝔞 𝔡𝔢𝔰𝔡𝔢 𝔩𝔞𝔰 𝔞𝔩𝔱𝔲𝔯𝔞𝔰. Desde siempre se ha creído que las lechuzas están ligadas de alguna manera a las brujas y no han errado. En el antiguo Egipto si alguien podía avistar una significaba que traía muerte y soledad, en otras culturas se dice que son mensajeras del mundo espiritual, pero como sea esta ave rapaz es una hábil vigilante nocturna, nada pasa desapercibido ante sus grandes ojos. Sigrid adquiere esta forma animal gracias a un tótem que siempre lleva consigo colgando de su cuello. Su cuerpo femenino es reemplazado por grandes plumas blancas que cubren toda su extensión. A pesar de su gran tamaño no emite sonido al volar, lo que le permite seguir a sus víctimas en secreto hasta que decide revelarse sin que puedan evitar su destino fatal
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  • el oceano de las brujas, sus aguas violetas y cielos carmesi, donde encontrar tierra es perder la cordura, si no fuera por que yo mismo soy una bruja.... no creo que pudiera soportar el ver como estas tierras funcionan- lanzo una roca al aire y conforme esta caia esta cambiaba formas, pasando a ser un ave, luego un escombro, un pez y finalmente volvio a ser una roca al tocar el agua -el caos no es un sinsentido en este lugar, al ser el centro del mana y contener remanentes y desechos de otras dimensiones, este lugar es no tiene comparacion, si en la superficie deseas estar deberas sacrificar tu cordura, pero si quiere tener una oprtunidad, en las profundidades abisales debes entrar- dio un paso antes de caer directamente a lo profundo
    el oceano de las brujas, sus aguas violetas y cielos carmesi, donde encontrar tierra es perder la cordura, si no fuera por que yo mismo soy una bruja.... no creo que pudiera soportar el ver como estas tierras funcionan- lanzo una roca al aire y conforme esta caia esta cambiaba formas, pasando a ser un ave, luego un escombro, un pez y finalmente volvio a ser una roca al tocar el agua -el caos no es un sinsentido en este lugar, al ser el centro del mana y contener remanentes y desechos de otras dimensiones, este lugar es no tiene comparacion, si en la superficie deseas estar deberas sacrificar tu cordura, pero si quiere tener una oprtunidad, en las profundidades abisales debes entrar- dio un paso antes de caer directamente a lo profundo
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  • — ¿Cuándo dejarán de caer? —Elam resopló con pesadez. Ya no sabía si estaba harto del interminable trabajo o se debía a algo más. Quizás se debía a esa mezcolanza de sentimientos que le oprimían el pecho cada vez que se detenía a mirar el camino a la pequeña cabaña en que vivía; siempre había sido un ser errante, un vagabundo que parecía ir divirtiéndose por la vida, pero quedarse tanto tiempo en un solo lugar comenzaba a hacer mella en él.— ¿En qué rayos estoy pensando? —Expresó entre dientes, después de arrojar la escoba al piso y hacer un escándalo con las hojas que pateó. Detestaba las labores del hogar, porque jamás se había sentido parte de uno, pero allí estaba, jugando a la casita y a la familia. De seguro se veía ridículo, como un completo tonto que se tragaba el orgullo porque le podía más el corazón.

    — Lo mejor será que me vaya de una vez. Además, ¿qué importa? Ni que me fuesen a extrañar esas brujas. —Bufó, pateó la escoba con fuerza y la hizo volar un poco hasta estrellarse de nuevo al suelo. Allí miró el cielo, tan brillante y tan claro como en días no lo había visto, sin duda pintaba bien para lavar las sábanas y los pañuelos con que limpiaba los frascos de sus pociones. Quizá sería buen tiempo también para arrancar las malezas del jardín y sembrar algunas fresas, quizá hornear una tarta o preparar un poco de té.

    La expresión de su rostro cambió y en sus labios se mostró su incredulidad al separarlos. Le pesaba la realidad y la conclusión a la que llegaba tan rápido: Se había acostumbrado a vivir allí, en ese lugar, con esas personas y sin darse cuenta ya adoptaba una rutina junto a sus hábitos. Elam suspiró, entre hastiado y melancólico, caminó unos cuántos pasos hasta llegar a su escoba de paja y la recogió del suelo. Derrotado, volvió a mirar el camino que conducía desde esa cabaña hasta la villa, se apoyó en el palo de la escoba con ambas manos, y suspiró dejando salir toda esa frustración que se acomodó en su corazón.

    — Ojalá no se pierdan otra vez. Aunque a mí qué más me da. —Volvió a refunfuñar, renuente de aceptar que en su corazón podía existir un poco de aprecio ante esas dos. Negó en repetidas ocasiones y, tras una breve reflexión, se ocupó en barrer las hojas que había desperdigado en su frustración.— Brujas tontas. Me las pagarán, las obligaré a enseñarme más pociones o las convertiré en ranas. No, en cucarachas. Sí, cucarachas es mejor.
    — ¿Cuándo dejarán de caer? —Elam resopló con pesadez. Ya no sabía si estaba harto del interminable trabajo o se debía a algo más. Quizás se debía a esa mezcolanza de sentimientos que le oprimían el pecho cada vez que se detenía a mirar el camino a la pequeña cabaña en que vivía; siempre había sido un ser errante, un vagabundo que parecía ir divirtiéndose por la vida, pero quedarse tanto tiempo en un solo lugar comenzaba a hacer mella en él.— ¿En qué rayos estoy pensando? —Expresó entre dientes, después de arrojar la escoba al piso y hacer un escándalo con las hojas que pateó. Detestaba las labores del hogar, porque jamás se había sentido parte de uno, pero allí estaba, jugando a la casita y a la familia. De seguro se veía ridículo, como un completo tonto que se tragaba el orgullo porque le podía más el corazón. — Lo mejor será que me vaya de una vez. Además, ¿qué importa? Ni que me fuesen a extrañar esas brujas. —Bufó, pateó la escoba con fuerza y la hizo volar un poco hasta estrellarse de nuevo al suelo. Allí miró el cielo, tan brillante y tan claro como en días no lo había visto, sin duda pintaba bien para lavar las sábanas y los pañuelos con que limpiaba los frascos de sus pociones. Quizá sería buen tiempo también para arrancar las malezas del jardín y sembrar algunas fresas, quizá hornear una tarta o preparar un poco de té. La expresión de su rostro cambió y en sus labios se mostró su incredulidad al separarlos. Le pesaba la realidad y la conclusión a la que llegaba tan rápido: Se había acostumbrado a vivir allí, en ese lugar, con esas personas y sin darse cuenta ya adoptaba una rutina junto a sus hábitos. Elam suspiró, entre hastiado y melancólico, caminó unos cuántos pasos hasta llegar a su escoba de paja y la recogió del suelo. Derrotado, volvió a mirar el camino que conducía desde esa cabaña hasta la villa, se apoyó en el palo de la escoba con ambas manos, y suspiró dejando salir toda esa frustración que se acomodó en su corazón. — Ojalá no se pierdan otra vez. Aunque a mí qué más me da. —Volvió a refunfuñar, renuente de aceptar que en su corazón podía existir un poco de aprecio ante esas dos. Negó en repetidas ocasiones y, tras una breve reflexión, se ocupó en barrer las hojas que había desperdigado en su frustración.— Brujas tontas. Me las pagarán, las obligaré a enseñarme más pociones o las convertiré en ranas. No, en cucarachas. Sí, cucarachas es mejor.
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  • 𝑆𝘩𝘩… 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩. 𝑁𝑜, 𝑁𝑖 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑛𝑖𝑑𝑜, 𝑛𝑜, 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑒.

    El aire estaba embebido de un perfume extravagante que se pegaba al vapor que salía de la tetera dejando un sabor en la lengua aunque se inspirara por la nariz. Sabía a adrenalina, dulce como el amor de una madre y a desesperación pero sin saber exactamente de qué. Claramente, era una droga, nada tan divertido o vibrante podía ser parte de la naturaleza.

    𝐵𝑖𝑒𝑛, 𝑒𝑙 𝑎𝑛𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑠𝑖𝑐𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑓𝑢𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝘩𝑎𝑧 𝑟𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑎𝑛𝑎 𝑠𝑖 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑚𝑜𝑣𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎.

    Llevó a la mesa una olla de latón vacía con un par de hojas y ramilletes de hierbas antes de darles un baño con la infusión que estaba en el fuego. La sensación se volvió tres veces más fuerte, hasta el gato que paseaba por ahí se echó a una siesta cerca de la fuente para disfrutar los efectos. Ella, por su parte, se limitó a limpiarse las manos.

    𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑒𝑠, 𝑐𝑢́𝑏𝑟𝑒𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑙𝑙𝑎 𝑦 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎 𝘩𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝘩𝑎𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑒𝑠. 𝐿𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑣𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑜́, ¿𝐷𝑒 𝑎𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜?

    En momentos así, comenzaba a perder el hilo de la realidad. Era exactamente como las brujas y hechiceras en los cuentos que se solían pasar de boca a boca en Zaun. Robando lo mejor de la naturaleza para tratar de enmendar lo peor del hombre. Pero la moral tendría que esperar para la siguiente ocasión, la campanilla de la puerta sonó, y su gente la necesitaba.

    𝐵𝑖𝑒𝑛𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑎 “𝐶𝑎𝑠𝑎”, 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑛𝑖 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎...

    Era él… La maldita personificación de la ley en todo Piltover…

    𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒.

    Jayce Talis

    #Oc #Arcane
    𝑆𝘩𝘩… 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩. 𝑁𝑜, 𝑁𝑖 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑛𝑖𝑑𝑜, 𝑛𝑜, 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑒. El aire estaba embebido de un perfume extravagante que se pegaba al vapor que salía de la tetera dejando un sabor en la lengua aunque se inspirara por la nariz. Sabía a adrenalina, dulce como el amor de una madre y a desesperación pero sin saber exactamente de qué. Claramente, era una droga, nada tan divertido o vibrante podía ser parte de la naturaleza. 𝐵𝑖𝑒𝑛, 𝑒𝑙 𝑎𝑛𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑠𝑖𝑐𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑓𝑢𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝘩𝑎𝑧 𝑟𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑎𝑛𝑎 𝑠𝑖 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑚𝑜𝑣𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎. Llevó a la mesa una olla de latón vacía con un par de hojas y ramilletes de hierbas antes de darles un baño con la infusión que estaba en el fuego. La sensación se volvió tres veces más fuerte, hasta el gato que paseaba por ahí se echó a una siesta cerca de la fuente para disfrutar los efectos. Ella, por su parte, se limitó a limpiarse las manos. 𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑒𝑠, 𝑐𝑢́𝑏𝑟𝑒𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑙𝑙𝑎 𝑦 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎 𝘩𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝘩𝑎𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑒𝑠. 𝐿𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑣𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑜́, ¿𝐷𝑒 𝑎𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜? En momentos así, comenzaba a perder el hilo de la realidad. Era exactamente como las brujas y hechiceras en los cuentos que se solían pasar de boca a boca en Zaun. Robando lo mejor de la naturaleza para tratar de enmendar lo peor del hombre. Pero la moral tendría que esperar para la siguiente ocasión, la campanilla de la puerta sonó, y su gente la necesitaba. 𝐵𝑖𝑒𝑛𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑎 “𝐶𝑎𝑠𝑎”, 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑛𝑖 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎... Era él… La maldita personificación de la ley en todo Piltover… 𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒. [defender_of_tomorrow] #Oc #Arcane
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  • ~ Bosque de las brujas P2 ~

    - Nyx estaba allí en el castillo de la reina bruja , acaso ella sabía algo que Nyx no o solo era una princesita que necesitaba ser recatada , era una prueba mas para ella -

    Reina bruja:
    Veamos , que eres capaz jovencia
    Si sales de esto tu sola sales está te diré lo que realmente quieres oír .

    - aquella bruja uso su magia de hilos para atarda y sujetarla -

    Eso es hacer , trampa Sra bruja!
    ~ Bosque de las brujas P2 ~ - Nyx estaba allí en el castillo de la reina bruja , acaso ella sabía algo que Nyx no o solo era una princesita que necesitaba ser recatada , era una prueba mas para ella - Reina bruja: Veamos , que eres capaz jovencia Si sales de esto tu sola sales está te diré lo que realmente quieres oír . - aquella bruja uso su magia de hilos para atarda y sujetarla - Eso es hacer , trampa Sra bruja!
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  • "quien diria que de la combinacion de dos brujas tan violentas y atemorizantes, naceria una gota de agua calma y protectora, herando la dulce y melodiosa voz de su madre y los calidos y amables ojos de su padre, como un rio viviente nacio la bruja Medusa Bloom Moon" -que puedo decir, soy la viva imagen donde se demuestra que el dicho de "dos males no hacen un bien" esta equivocada-
    "quien diria que de la combinacion de dos brujas tan violentas y atemorizantes, naceria una gota de agua calma y protectora, herando la dulce y melodiosa voz de su madre y los calidos y amables ojos de su padre, como un rio viviente nacio la bruja Medusa Bloom Moon" -que puedo decir, soy la viva imagen donde se demuestra que el dicho de "dos males no hacen un bien" esta equivocada-
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    | ¡Feliz Halloween! |

    -------

    Ataviado con una túnica negra de bordes en púrpura oscuro y un clásico sombrero puntiagudo de bruja, Junior recorría los pasillos sosteniendo en una de sus manos una pequeña calabaza tallada, a modo de cubeta, repleta de caramelos y paletas de la compañía Funtom. De hecho, llevaba en la boca una paleta de sabor frutilla, con el palillo asomando de forma casual, lo cual le daba el aspecto de un niño cualquiera en lugar del joven amo de la casa.

    El motivo de su disfraz, que, cabe decir, no fue elegido por él sino por Mey Rin, se debía a la tradición anual de su padre, quien organizaba una festividad en el Día de Brujas para los niños del pueblo, invitándolos a recorrer los jardines en una búsqueda de dulces.

    "Incluso mi padre tiene cierto lado generoso", pensó.

    Como conde de estas tierras, resultaba lógico que organizara actividades para mantener la simpatía de su gente. Sin embargo, a Junior le venían a la mente diversos métodos que no implicaban una fiesta infantil… aunque era claro que su padre lo hacía por otras razones.

    —¡Joven amo! —llamó Bard, acercándose con un semblante urgente.

    —¿Qué ocurre?

    —Lo hemos estado buscando, ¿dónde se había metido?

    —Ah —dejó salir Junior, sin mucha brillantez.

    Se había tomado su tiempo a propósito, para irritar a su padre, entreteniéndose pintando sobre un lienzo algo alusivo a Halloween. No obstante, perdió la noción del tiempo, y, cuando quiso darse cuenta, ya atardecía en el exterior.

    Con ello dicho, el joven amo y el cocinero emprendieron camino hacia el salón.

    —Joven amo.

    —¿Sí, Bard?

    —No es nada.

    Junior soltó un bufido.

    —Sí, sí. Lo sé. Me veo ridículo.

    Pero, dada la hora, cambiaron de rumbo y se dirigieron al vestíbulo. Este se hallaba sorprendentemente alegre y bullicioso, un espectáculo poco frecuente en la sombría mansión. Mas lo que realmente destacaba era la presencia de su padre. Conociendo el desagrado que este sentía por tales eventos, resultaba peculiar verlo entre los niños, claro que en sentido figurado, pues en realidad no se acercaba a nadie, y los infantes ya comenzaban a despedirse.

    —Conde Phantomhive —anunció, aproximándose.

    —Junior —dijo su padre con calma, frunciendo el ceño al instante. —Llegas tarde.

    Verlo molesto resultaba gratificante, y Junior dejó escapar una ligera sonrisa.

    —Mis disculpas. Me distraje pintando y perdí la noción del tiempo.

    Ciel suspiró, lanzando una mirada hacia los niños, quienes contaban sus caramelos junto a sus padres.

    —Te perdiste la búsqueda.

    Junior asintió.

    —Sí, qué lástima.

    El tono de su voz delataba su total falta de remordimiento. Se había perdido toda la fiesta, pero para él no tenía importancia. No era como si fuera su primera vez.

    Tenía cinco años cuando su padre comenzó esta tradición, y a los trece, ya la encontraba tediosa.

    Ciel negó con la cabeza, y apoyándose en su bastón, se dispuso a retirarse.

    —No necesitas continuar con esto —dijo Junior repentinamente, deteniendo a Ciel.

    —¿A qué te refieres? —preguntó, sin volverse.

    —No hace falta que sigas organizando una fiesta cada año para que haga amigos.

    Ciel guardó silencio, y al estar de espaldas, sus expresiones resultaban indescifrables. Junior solo lo observó alejarse, sin emitir respuesta alguna.

    Nadie lo estaba observando, por lo que se tomó la libertad de esbozar una sonrisa amplia, incluso feliz.

    —Gracias, padre.

    Que hubiera tenido este tipo de detalle cada año, solo por él, le brindaba a su corazón una calidez que, a veces, creía perdida.

    —Pero ya soy demasiado grande para estas trivialidades —murmuró.

    Luego miró su atuendo.

    —Además, este disfraz es espantoso.

    Esperaba que Mey Rin no se ofendiera por haberse mostrado tan poco con aquel atuendo.
    | ¡Feliz Halloween! | ------- Ataviado con una túnica negra de bordes en púrpura oscuro y un clásico sombrero puntiagudo de bruja, Junior recorría los pasillos sosteniendo en una de sus manos una pequeña calabaza tallada, a modo de cubeta, repleta de caramelos y paletas de la compañía Funtom. De hecho, llevaba en la boca una paleta de sabor frutilla, con el palillo asomando de forma casual, lo cual le daba el aspecto de un niño cualquiera en lugar del joven amo de la casa. El motivo de su disfraz, que, cabe decir, no fue elegido por él sino por Mey Rin, se debía a la tradición anual de su padre, quien organizaba una festividad en el Día de Brujas para los niños del pueblo, invitándolos a recorrer los jardines en una búsqueda de dulces. "Incluso mi padre tiene cierto lado generoso", pensó. Como conde de estas tierras, resultaba lógico que organizara actividades para mantener la simpatía de su gente. Sin embargo, a Junior le venían a la mente diversos métodos que no implicaban una fiesta infantil… aunque era claro que su padre lo hacía por otras razones. —¡Joven amo! —llamó Bard, acercándose con un semblante urgente. —¿Qué ocurre? —Lo hemos estado buscando, ¿dónde se había metido? —Ah —dejó salir Junior, sin mucha brillantez. Se había tomado su tiempo a propósito, para irritar a su padre, entreteniéndose pintando sobre un lienzo algo alusivo a Halloween. No obstante, perdió la noción del tiempo, y, cuando quiso darse cuenta, ya atardecía en el exterior. Con ello dicho, el joven amo y el cocinero emprendieron camino hacia el salón. —Joven amo. —¿Sí, Bard? —No es nada. Junior soltó un bufido. —Sí, sí. Lo sé. Me veo ridículo. Pero, dada la hora, cambiaron de rumbo y se dirigieron al vestíbulo. Este se hallaba sorprendentemente alegre y bullicioso, un espectáculo poco frecuente en la sombría mansión. Mas lo que realmente destacaba era la presencia de su padre. Conociendo el desagrado que este sentía por tales eventos, resultaba peculiar verlo entre los niños, claro que en sentido figurado, pues en realidad no se acercaba a nadie, y los infantes ya comenzaban a despedirse. —Conde Phantomhive —anunció, aproximándose. —Junior —dijo su padre con calma, frunciendo el ceño al instante. —Llegas tarde. Verlo molesto resultaba gratificante, y Junior dejó escapar una ligera sonrisa. —Mis disculpas. Me distraje pintando y perdí la noción del tiempo. Ciel suspiró, lanzando una mirada hacia los niños, quienes contaban sus caramelos junto a sus padres. —Te perdiste la búsqueda. Junior asintió. —Sí, qué lástima. El tono de su voz delataba su total falta de remordimiento. Se había perdido toda la fiesta, pero para él no tenía importancia. No era como si fuera su primera vez. Tenía cinco años cuando su padre comenzó esta tradición, y a los trece, ya la encontraba tediosa. Ciel negó con la cabeza, y apoyándose en su bastón, se dispuso a retirarse. —No necesitas continuar con esto —dijo Junior repentinamente, deteniendo a Ciel. —¿A qué te refieres? —preguntó, sin volverse. —No hace falta que sigas organizando una fiesta cada año para que haga amigos. Ciel guardó silencio, y al estar de espaldas, sus expresiones resultaban indescifrables. Junior solo lo observó alejarse, sin emitir respuesta alguna. Nadie lo estaba observando, por lo que se tomó la libertad de esbozar una sonrisa amplia, incluso feliz. —Gracias, padre. Que hubiera tenido este tipo de detalle cada año, solo por él, le brindaba a su corazón una calidez que, a veces, creía perdida. —Pero ya soy demasiado grande para estas trivialidades —murmuró. Luego miró su atuendo. —Además, este disfraz es espantoso. Esperaba que Mey Rin no se ofendiera por haberse mostrado tan poco con aquel atuendo.
    Me encocora
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