el oceano de las brujas, sus aguas violetas y cielos carmesi, donde encontrar tierra es perder la cordura, si no fuera por que yo mismo soy una bruja.... no creo que pudiera soportar el ver como estas tierras funcionan- lanzo una roca al aire y conforme esta caia esta cambiaba formas, pasando a ser un ave, luego un escombro, un pez y finalmente volvio a ser una roca al tocar el agua -el caos no es un sinsentido en este lugar, al ser el centro del mana y contener remanentes y desechos de otras dimensiones, este lugar es no tiene comparacion, si en la superficie deseas estar deberas sacrificar tu cordura, pero si quiere tener una oprtunidad, en las profundidades abisales debes entrar- dio un paso antes de caer directamente a lo profundo
el oceano de las brujas, sus aguas violetas y cielos carmesi, donde encontrar tierra es perder la cordura, si no fuera por que yo mismo soy una bruja.... no creo que pudiera soportar el ver como estas tierras funcionan- lanzo una roca al aire y conforme esta caia esta cambiaba formas, pasando a ser un ave, luego un escombro, un pez y finalmente volvio a ser una roca al tocar el agua -el caos no es un sinsentido en este lugar, al ser el centro del mana y contener remanentes y desechos de otras dimensiones, este lugar es no tiene comparacion, si en la superficie deseas estar deberas sacrificar tu cordura, pero si quiere tener una oprtunidad, en las profundidades abisales debes entrar- dio un paso antes de caer directamente a lo profundo
— ¿Cuándo dejarán de caer? —Elam resopló con pesadez. Ya no sabía si estaba harto del interminable trabajo o se debía a algo más. Quizás se debía a esa mezcolanza de sentimientos que le oprimían el pecho cada vez que se detenía a mirar el camino a la pequeña cabaña en que vivía; siempre había sido un ser errante, un vagabundo que parecía ir divirtiéndose por la vida, pero quedarse tanto tiempo en un solo lugar comenzaba a hacer mella en él.— ¿En qué rayos estoy pensando? —Expresó entre dientes, después de arrojar la escoba al piso y hacer un escándalo con las hojas que pateó. Detestaba las labores del hogar, porque jamás se había sentido parte de uno, pero allí estaba, jugando a la casita y a la familia. De seguro se veía ridículo, como un completo tonto que se tragaba el orgullo porque le podía más el corazón.
— Lo mejor será que me vaya de una vez. Además, ¿qué importa? Ni que me fuesen a extrañar esas brujas. —Bufó, pateó la escoba con fuerza y la hizo volar un poco hasta estrellarse de nuevo al suelo. Allí miró el cielo, tan brillante y tan claro como en días no lo había visto, sin duda pintaba bien para lavar las sábanas y los pañuelos con que limpiaba los frascos de sus pociones. Quizá sería buen tiempo también para arrancar las malezas del jardín y sembrar algunas fresas, quizá hornear una tarta o preparar un poco de té.
La expresión de su rostro cambió y en sus labios se mostró su incredulidad al separarlos. Le pesaba la realidad y la conclusión a la que llegaba tan rápido: Se había acostumbrado a vivir allí, en ese lugar, con esas personas y sin darse cuenta ya adoptaba una rutina junto a sus hábitos. Elam suspiró, entre hastiado y melancólico, caminó unos cuántos pasos hasta llegar a su escoba de paja y la recogió del suelo. Derrotado, volvió a mirar el camino que conducía desde esa cabaña hasta la villa, se apoyó en el palo de la escoba con ambas manos, y suspiró dejando salir toda esa frustración que se acomodó en su corazón.
— Ojalá no se pierdan otra vez. Aunque a mí qué más me da. —Volvió a refunfuñar, renuente de aceptar que en su corazón podía existir un poco de aprecio ante esas dos. Negó en repetidas ocasiones y, tras una breve reflexión, se ocupó en barrer las hojas que había desperdigado en su frustración.— Brujas tontas. Me las pagarán, las obligaré a enseñarme más pociones o las convertiré en ranas. No, en cucarachas. Sí, cucarachas es mejor.
— ¿Cuándo dejarán de caer? —Elam resopló con pesadez. Ya no sabía si estaba harto del interminable trabajo o se debía a algo más. Quizás se debía a esa mezcolanza de sentimientos que le oprimían el pecho cada vez que se detenía a mirar el camino a la pequeña cabaña en que vivía; siempre había sido un ser errante, un vagabundo que parecía ir divirtiéndose por la vida, pero quedarse tanto tiempo en un solo lugar comenzaba a hacer mella en él.— ¿En qué rayos estoy pensando? —Expresó entre dientes, después de arrojar la escoba al piso y hacer un escándalo con las hojas que pateó. Detestaba las labores del hogar, porque jamás se había sentido parte de uno, pero allí estaba, jugando a la casita y a la familia. De seguro se veía ridículo, como un completo tonto que se tragaba el orgullo porque le podía más el corazón.
— Lo mejor será que me vaya de una vez. Además, ¿qué importa? Ni que me fuesen a extrañar esas brujas. —Bufó, pateó la escoba con fuerza y la hizo volar un poco hasta estrellarse de nuevo al suelo. Allí miró el cielo, tan brillante y tan claro como en días no lo había visto, sin duda pintaba bien para lavar las sábanas y los pañuelos con que limpiaba los frascos de sus pociones. Quizá sería buen tiempo también para arrancar las malezas del jardín y sembrar algunas fresas, quizá hornear una tarta o preparar un poco de té.
La expresión de su rostro cambió y en sus labios se mostró su incredulidad al separarlos. Le pesaba la realidad y la conclusión a la que llegaba tan rápido: Se había acostumbrado a vivir allí, en ese lugar, con esas personas y sin darse cuenta ya adoptaba una rutina junto a sus hábitos. Elam suspiró, entre hastiado y melancólico, caminó unos cuántos pasos hasta llegar a su escoba de paja y la recogió del suelo. Derrotado, volvió a mirar el camino que conducía desde esa cabaña hasta la villa, se apoyó en el palo de la escoba con ambas manos, y suspiró dejando salir toda esa frustración que se acomodó en su corazón.
— Ojalá no se pierdan otra vez. Aunque a mí qué más me da. —Volvió a refunfuñar, renuente de aceptar que en su corazón podía existir un poco de aprecio ante esas dos. Negó en repetidas ocasiones y, tras una breve reflexión, se ocupó en barrer las hojas que había desperdigado en su frustración.— Brujas tontas. Me las pagarán, las obligaré a enseñarme más pociones o las convertiré en ranas. No, en cucarachas. Sí, cucarachas es mejor.
El aire estaba embebido de un perfume extravagante que se pegaba al vapor que salía de la tetera dejando un sabor en la lengua aunque se inspirara por la nariz. Sabía a adrenalina, dulce como el amor de una madre y a desesperación pero sin saber exactamente de qué. Claramente, era una droga, nada tan divertido o vibrante podía ser parte de la naturaleza.
Llevó a la mesa una olla de latón vacía con un par de hojas y ramilletes de hierbas antes de darles un baño con la infusión que estaba en el fuego. La sensación se volvió tres veces más fuerte, hasta el gato que paseaba por ahí se echó a una siesta cerca de la fuente para disfrutar los efectos. Ella, por su parte, se limitó a limpiarse las manos.
En momentos así, comenzaba a perder el hilo de la realidad. Era exactamente como las brujas y hechiceras en los cuentos que se solían pasar de boca a boca en Zaun. Robando lo mejor de la naturaleza para tratar de enmendar lo peor del hombre. Pero la moral tendría que esperar para la siguiente ocasión, la campanilla de la puerta sonó, y su gente la necesitaba.
𝑆𝘩𝘩… 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩. 𝑁𝑜, 𝑁𝑖 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑛𝑖𝑑𝑜, 𝑛𝑜, 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑒.
El aire estaba embebido de un perfume extravagante que se pegaba al vapor que salía de la tetera dejando un sabor en la lengua aunque se inspirara por la nariz. Sabía a adrenalina, dulce como el amor de una madre y a desesperación pero sin saber exactamente de qué. Claramente, era una droga, nada tan divertido o vibrante podía ser parte de la naturaleza.
𝐵𝑖𝑒𝑛, 𝑒𝑙 𝑎𝑛𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑠𝑖𝑐𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑓𝑢𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝘩𝑎𝑧 𝑟𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑎𝑛𝑎 𝑠𝑖 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑚𝑜𝑣𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎.
Llevó a la mesa una olla de latón vacía con un par de hojas y ramilletes de hierbas antes de darles un baño con la infusión que estaba en el fuego. La sensación se volvió tres veces más fuerte, hasta el gato que paseaba por ahí se echó a una siesta cerca de la fuente para disfrutar los efectos. Ella, por su parte, se limitó a limpiarse las manos.
𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑒𝑠, 𝑐𝑢́𝑏𝑟𝑒𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑙𝑙𝑎 𝑦 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎 𝘩𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝘩𝑎𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑒𝑠. 𝐿𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑣𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑜́, ¿𝐷𝑒 𝑎𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜?
En momentos así, comenzaba a perder el hilo de la realidad. Era exactamente como las brujas y hechiceras en los cuentos que se solían pasar de boca a boca en Zaun. Robando lo mejor de la naturaleza para tratar de enmendar lo peor del hombre. Pero la moral tendría que esperar para la siguiente ocasión, la campanilla de la puerta sonó, y su gente la necesitaba.
𝐵𝑖𝑒𝑛𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑎 “𝐶𝑎𝑠𝑎”, 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑛𝑖 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎...
Era él… La maldita personificación de la ley en todo Piltover…
𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒.
[defender_of_tomorrow]
#Oc #Arcane
- Nyx estaba allí en el castillo de la reina bruja , acaso ella sabía algo que Nyx no o solo era una princesita que necesitaba ser recatada , era una prueba mas para ella -
Reina bruja:
Veamos , que eres capaz jovencia
Si sales de esto tu sola sales está te diré lo que realmente quieres oír .
- aquella bruja uso su magia de hilos para atarda y sujetarla -
Eso es hacer , trampa Sra bruja!
~ Bosque de las brujas P2 ~
- Nyx estaba allí en el castillo de la reina bruja , acaso ella sabía algo que Nyx no o solo era una princesita que necesitaba ser recatada , era una prueba mas para ella -
Reina bruja:
Veamos , que eres capaz jovencia
Si sales de esto tu sola sales está te diré lo que realmente quieres oír .
- aquella bruja uso su magia de hilos para atarda y sujetarla -
Eso es hacer , trampa Sra bruja!
"quien diria que de la combinacion de dos brujas tan violentas y atemorizantes, naceria una gota de agua calma y protectora, herando la dulce y melodiosa voz de su madre y los calidos y amables ojos de su padre, como un rio viviente nacio la bruja Medusa Bloom Moon" -que puedo decir, soy la viva imagen donde se demuestra que el dicho de "dos males no hacen un bien" esta equivocada-
"quien diria que de la combinacion de dos brujas tan violentas y atemorizantes, naceria una gota de agua calma y protectora, herando la dulce y melodiosa voz de su madre y los calidos y amables ojos de su padre, como un rio viviente nacio la bruja Medusa Bloom Moon" -que puedo decir, soy la viva imagen donde se demuestra que el dicho de "dos males no hacen un bien" esta equivocada-
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Ataviado con una túnica negra de bordes en púrpura oscuro y un clásico sombrero puntiagudo de bruja, Junior recorría los pasillos sosteniendo en una de sus manos una pequeña calabaza tallada, a modo de cubeta, repleta de caramelos y paletas de la compañía Funtom. De hecho, llevaba en la boca una paleta de sabor frutilla, con el palillo asomando de forma casual, lo cual le daba el aspecto de un niño cualquiera en lugar del joven amo de la casa.
El motivo de su disfraz, que, cabe decir, no fue elegido por él sino por Mey Rin, se debía a la tradición anual de su padre, quien organizaba una festividad en el Día de Brujas para los niños del pueblo, invitándolos a recorrer los jardines en una búsqueda de dulces.
"Incluso mi padre tiene cierto lado generoso", pensó.
Como conde de estas tierras, resultaba lógico que organizara actividades para mantener la simpatía de su gente. Sin embargo, a Junior le venían a la mente diversos métodos que no implicaban una fiesta infantil… aunque era claro que su padre lo hacía por otras razones.
—¡Joven amo! —llamó Bard, acercándose con un semblante urgente.
—¿Qué ocurre?
—Lo hemos estado buscando, ¿dónde se había metido?
—Ah —dejó salir Junior, sin mucha brillantez.
Se había tomado su tiempo a propósito, para irritar a su padre, entreteniéndose pintando sobre un lienzo algo alusivo a Halloween. No obstante, perdió la noción del tiempo, y, cuando quiso darse cuenta, ya atardecía en el exterior.
Con ello dicho, el joven amo y el cocinero emprendieron camino hacia el salón.
—Joven amo.
—¿Sí, Bard?
—No es nada.
Junior soltó un bufido.
—Sí, sí. Lo sé. Me veo ridículo.
Pero, dada la hora, cambiaron de rumbo y se dirigieron al vestíbulo. Este se hallaba sorprendentemente alegre y bullicioso, un espectáculo poco frecuente en la sombría mansión. Mas lo que realmente destacaba era la presencia de su padre. Conociendo el desagrado que este sentía por tales eventos, resultaba peculiar verlo entre los niños, claro que en sentido figurado, pues en realidad no se acercaba a nadie, y los infantes ya comenzaban a despedirse.
—Conde Phantomhive —anunció, aproximándose.
—Junior —dijo su padre con calma, frunciendo el ceño al instante. —Llegas tarde.
Verlo molesto resultaba gratificante, y Junior dejó escapar una ligera sonrisa.
—Mis disculpas. Me distraje pintando y perdí la noción del tiempo.
Ciel suspiró, lanzando una mirada hacia los niños, quienes contaban sus caramelos junto a sus padres.
—Te perdiste la búsqueda.
Junior asintió.
—Sí, qué lástima.
El tono de su voz delataba su total falta de remordimiento. Se había perdido toda la fiesta, pero para él no tenía importancia. No era como si fuera su primera vez.
Tenía cinco años cuando su padre comenzó esta tradición, y a los trece, ya la encontraba tediosa.
Ciel negó con la cabeza, y apoyándose en su bastón, se dispuso a retirarse.
—No necesitas continuar con esto —dijo Junior repentinamente, deteniendo a Ciel.
—¿A qué te refieres? —preguntó, sin volverse.
—No hace falta que sigas organizando una fiesta cada año para que haga amigos.
Ciel guardó silencio, y al estar de espaldas, sus expresiones resultaban indescifrables. Junior solo lo observó alejarse, sin emitir respuesta alguna.
Nadie lo estaba observando, por lo que se tomó la libertad de esbozar una sonrisa amplia, incluso feliz.
—Gracias, padre.
Que hubiera tenido este tipo de detalle cada año, solo por él, le brindaba a su corazón una calidez que, a veces, creía perdida.
—Pero ya soy demasiado grande para estas trivialidades —murmuró.
Luego miró su atuendo.
—Además, este disfraz es espantoso.
Esperaba que Mey Rin no se ofendiera por haberse mostrado tan poco con aquel atuendo.
| ¡Feliz Halloween! |
-------
Ataviado con una túnica negra de bordes en púrpura oscuro y un clásico sombrero puntiagudo de bruja, Junior recorría los pasillos sosteniendo en una de sus manos una pequeña calabaza tallada, a modo de cubeta, repleta de caramelos y paletas de la compañía Funtom. De hecho, llevaba en la boca una paleta de sabor frutilla, con el palillo asomando de forma casual, lo cual le daba el aspecto de un niño cualquiera en lugar del joven amo de la casa.
El motivo de su disfraz, que, cabe decir, no fue elegido por él sino por Mey Rin, se debía a la tradición anual de su padre, quien organizaba una festividad en el Día de Brujas para los niños del pueblo, invitándolos a recorrer los jardines en una búsqueda de dulces.
"Incluso mi padre tiene cierto lado generoso", pensó.
Como conde de estas tierras, resultaba lógico que organizara actividades para mantener la simpatía de su gente. Sin embargo, a Junior le venían a la mente diversos métodos que no implicaban una fiesta infantil… aunque era claro que su padre lo hacía por otras razones.
—¡Joven amo! —llamó Bard, acercándose con un semblante urgente.
—¿Qué ocurre?
—Lo hemos estado buscando, ¿dónde se había metido?
—Ah —dejó salir Junior, sin mucha brillantez.
Se había tomado su tiempo a propósito, para irritar a su padre, entreteniéndose pintando sobre un lienzo algo alusivo a Halloween. No obstante, perdió la noción del tiempo, y, cuando quiso darse cuenta, ya atardecía en el exterior.
Con ello dicho, el joven amo y el cocinero emprendieron camino hacia el salón.
—Joven amo.
—¿Sí, Bard?
—No es nada.
Junior soltó un bufido.
—Sí, sí. Lo sé. Me veo ridículo.
Pero, dada la hora, cambiaron de rumbo y se dirigieron al vestíbulo. Este se hallaba sorprendentemente alegre y bullicioso, un espectáculo poco frecuente en la sombría mansión. Mas lo que realmente destacaba era la presencia de su padre. Conociendo el desagrado que este sentía por tales eventos, resultaba peculiar verlo entre los niños, claro que en sentido figurado, pues en realidad no se acercaba a nadie, y los infantes ya comenzaban a despedirse.
—Conde Phantomhive —anunció, aproximándose.
—Junior —dijo su padre con calma, frunciendo el ceño al instante. —Llegas tarde.
Verlo molesto resultaba gratificante, y Junior dejó escapar una ligera sonrisa.
—Mis disculpas. Me distraje pintando y perdí la noción del tiempo.
Ciel suspiró, lanzando una mirada hacia los niños, quienes contaban sus caramelos junto a sus padres.
—Te perdiste la búsqueda.
Junior asintió.
—Sí, qué lástima.
El tono de su voz delataba su total falta de remordimiento. Se había perdido toda la fiesta, pero para él no tenía importancia. No era como si fuera su primera vez.
Tenía cinco años cuando su padre comenzó esta tradición, y a los trece, ya la encontraba tediosa.
Ciel negó con la cabeza, y apoyándose en su bastón, se dispuso a retirarse.
—No necesitas continuar con esto —dijo Junior repentinamente, deteniendo a Ciel.
—¿A qué te refieres? —preguntó, sin volverse.
—No hace falta que sigas organizando una fiesta cada año para que haga amigos.
Ciel guardó silencio, y al estar de espaldas, sus expresiones resultaban indescifrables. Junior solo lo observó alejarse, sin emitir respuesta alguna.
Nadie lo estaba observando, por lo que se tomó la libertad de esbozar una sonrisa amplia, incluso feliz.
—Gracias, padre.
Que hubiera tenido este tipo de detalle cada año, solo por él, le brindaba a su corazón una calidez que, a veces, creía perdida.
—Pero ya soy demasiado grande para estas trivialidades —murmuró.
Luego miró su atuendo.
—Además, este disfraz es espantoso.
Esperaba que Mey Rin no se ofendiera por haberse mostrado tan poco con aquel atuendo.
—No llevaba mucho en aquella dimensión. Tampoco había sido capaz de recordar nada. Sus lagunas mentales seguían ahí ¿Como llegó?¿Por que lo hizo herido?¿Si no fue Lilith la madre de sus hijos, quién? Por que estaba claro qué se ella si recordaba todo, incluso como la dejó y eso fue antes de ser padre, mucho antes. Lo qué significaba qué hubo “alguien” después. Alguien a quien no recordaba.
Pero… cada vez qué trataba de rememorar le atacaba una horrible jaqueca y esa vez, no fue la excepción.
Al ver qué sufría, una de las brujas del aquelarre al qué había asistido para distraerse le entregó un brebaje y le pidió qué se uniera de nuevo a la celebración. Adán lo tomó con total confianza, sabedor de lo mucho qué aquellas mujeres le amaban y respetaban.
Pues él fue quien le mostró el arte de la brujería a las mujeres qué deseaban ser libres. Volvió a la fiesta, y antes de unirse las observó danzar con fuego las escuchaba cantar y las veía dejarse fluir por el momento, siendo completamente libres, siendo ellas mismas y pensó qué no había nada más bello qué romper las cadenas de la opresión y atreverte a ser tu mismo. Sus pensamientos fueron ahora llevados al cielo, a su pasado y en como hacía milenios qué no pisaba su propia dimensión y mucho más qué no hablaba con su padre. EL PADRE en mayúsculas, pues al ser el primer humano, fue obra directa de Dios.
Y entonces lo sintió. Como una corriente eléctrica lo recorrió en un gélido escalofrío, y de repente como era abrumado por un fuego interior qué lo invadía, casi queriéndole quemas las entrañas. Las plumas de sus alas se erizaron por completo y su dorado se tornó más puro e intenso. Señal de qué su cuerpo estaba trabajando duro, produciendo y distribuyendo mucho más poder celestial del qué había generado jamás, por lo qué si necesidad de irradiarlo se tornó más intensa. Tanto qué al mirar una de sus alas ya no solo era el color y el brillo, si no qué las exhalaciones de magia, ahora creaban alrededor de sus plumas un efecto visual semejante a una tormenta solar a pequeña escala.
Miró al cielo.
—Padre…—susurró, y sin decir nada tomó impulso, volando hacia arriba tan rápido qué dejó tras de si una estela dorada. Llegando al cielo y a hurtadillas se coló solo para ver que si bien las almas humanas seguían haciendo su vida como si nada, los arcángeles y Dios había desaparecido. Llevándose una mano a la cabeza lo entendió y se nuevo, huyó del cielo. Solo qué esta vez para detenerse a contemplar el mundo de los vivos.
—Estoy en casa…—susurró con un nudo en la garganta. A fin de cuentas, una parte del poder del creador fue también a él, ya qué si bien Lucifer fue su primera obra, Adán fue el más amado por Dios. Y si había recibido la ‘herencia”, solo podía significar qué ese era el Adán de esa dimensión—.Nadie puede saberlo. —decidió apretando los puños y trató de ocultar su energía a un nivel más normal. A fin de cuentas… si alguien descubría qué era el “Adán” original tratarían de volverlo a apresar—
—No llevaba mucho en aquella dimensión. Tampoco había sido capaz de recordar nada. Sus lagunas mentales seguían ahí ¿Como llegó?¿Por que lo hizo herido?¿Si no fue Lilith la madre de sus hijos, quién? Por que estaba claro qué se ella si recordaba todo, incluso como la dejó y eso fue antes de ser padre, mucho antes. Lo qué significaba qué hubo “alguien” después. Alguien a quien no recordaba.
Pero… cada vez qué trataba de rememorar le atacaba una horrible jaqueca y esa vez, no fue la excepción.
Al ver qué sufría, una de las brujas del aquelarre al qué había asistido para distraerse le entregó un brebaje y le pidió qué se uniera de nuevo a la celebración. Adán lo tomó con total confianza, sabedor de lo mucho qué aquellas mujeres le amaban y respetaban.
Pues él fue quien le mostró el arte de la brujería a las mujeres qué deseaban ser libres. Volvió a la fiesta, y antes de unirse las observó danzar con fuego las escuchaba cantar y las veía dejarse fluir por el momento, siendo completamente libres, siendo ellas mismas y pensó qué no había nada más bello qué romper las cadenas de la opresión y atreverte a ser tu mismo. Sus pensamientos fueron ahora llevados al cielo, a su pasado y en como hacía milenios qué no pisaba su propia dimensión y mucho más qué no hablaba con su padre. EL PADRE en mayúsculas, pues al ser el primer humano, fue obra directa de Dios.
Y entonces lo sintió. Como una corriente eléctrica lo recorrió en un gélido escalofrío, y de repente como era abrumado por un fuego interior qué lo invadía, casi queriéndole quemas las entrañas. Las plumas de sus alas se erizaron por completo y su dorado se tornó más puro e intenso. Señal de qué su cuerpo estaba trabajando duro, produciendo y distribuyendo mucho más poder celestial del qué había generado jamás, por lo qué si necesidad de irradiarlo se tornó más intensa. Tanto qué al mirar una de sus alas ya no solo era el color y el brillo, si no qué las exhalaciones de magia, ahora creaban alrededor de sus plumas un efecto visual semejante a una tormenta solar a pequeña escala.
Miró al cielo.
—Padre…—susurró, y sin decir nada tomó impulso, volando hacia arriba tan rápido qué dejó tras de si una estela dorada. Llegando al cielo y a hurtadillas se coló solo para ver que si bien las almas humanas seguían haciendo su vida como si nada, los arcángeles y Dios había desaparecido. Llevándose una mano a la cabeza lo entendió y se nuevo, huyó del cielo. Solo qué esta vez para detenerse a contemplar el mundo de los vivos.
—Estoy en casa…—susurró con un nudo en la garganta. A fin de cuentas, una parte del poder del creador fue también a él, ya qué si bien Lucifer fue su primera obra, Adán fue el más amado por Dios. Y si había recibido la ‘herencia”, solo podía significar qué ese era el Adán de esa dimensión—.Nadie puede saberlo. —decidió apretando los puños y trató de ocultar su energía a un nivel más normal. A fin de cuentas… si alguien descubría qué era el “Adán” original tratarían de volverlo a apresar—
—ya que su cuervito está ocupado, y Lucifer no lo quiere ver ni pintado sin motivo aparente y por ahora no conoce a nadie más se ha ido a bailar con brujas en un aquelarre —
—ya que su cuervito está ocupado, y Lucifer no lo quiere ver ni pintado sin motivo aparente y por ahora no conoce a nadie más se ha ido a bailar con brujas en un aquelarre —