• Jimoto jadeaba, con la espalda contra el tronco de un árbol, mientras los últimos ecos del combate aún resonaban en la espesura de la selva. La patrulla roja había sido más numerosa y organizada de lo que esperaba. Aunque había logrado salir ileso, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que acababa de escuchar.

    —El comandante estará contento. Ya tenemos dos esferas… y ahora sabemos dónde está *el arma*.

    Esa última palabra lo había congelado. ¿A quién se referían? No… ¿*A qué* se referían? ¿Era él? ¿Era posible que la Patrulla Roja supiera algo sobre su pasado que él mismo ignoraba?

    Jimoto cerró los puños y apretó los dientes. No podía dejarlo pasar. No solo estaban más cerca de conseguir las esferas del dragón, sino que también tenían información sobre él. Si se les enfrentaba de nuevo con su apariencia actual, lo reconocerían de inmediato. Necesitaba una nueva identidad, algo que lo distinguiera, que lo protegiera…

    Entonces recordó el regalo del alcalde de aquella ciudad en la que había ayudado hace un tiempo. Un traje de superhéroe, símbolo de gratitud por haber salvado a los habitantes de un desastre. En aquel momento, le había parecido un gesto exagerado, incluso algo cómico, pero ahora… podía ser su mejor opción.

    Horas después, en lo profundo de la selva, Jimoto emergió con una nueva apariencia. Su traje, ceñido y resistente, tenía un diseño vistoso, con colores vibrantes y una capa ondeando a su espalda. Su máscara ocultaba su rostro lo suficiente para evitar que lo identificaran de inmediato.

    Si la Patrulla Roja quería un arma, no la iban a encontrar tan fácilmente. Ahora, él sería otra cosa… una sombra en su camino, un obstáculo en su conquista.

    Jimoto sonrió bajo la máscara.

    —Si quieren verme como un héroe… entonces lo seré.
    Jimoto jadeaba, con la espalda contra el tronco de un árbol, mientras los últimos ecos del combate aún resonaban en la espesura de la selva. La patrulla roja había sido más numerosa y organizada de lo que esperaba. Aunque había logrado salir ileso, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que acababa de escuchar. —El comandante estará contento. Ya tenemos dos esferas… y ahora sabemos dónde está *el arma*. Esa última palabra lo había congelado. ¿A quién se referían? No… ¿*A qué* se referían? ¿Era él? ¿Era posible que la Patrulla Roja supiera algo sobre su pasado que él mismo ignoraba? Jimoto cerró los puños y apretó los dientes. No podía dejarlo pasar. No solo estaban más cerca de conseguir las esferas del dragón, sino que también tenían información sobre él. Si se les enfrentaba de nuevo con su apariencia actual, lo reconocerían de inmediato. Necesitaba una nueva identidad, algo que lo distinguiera, que lo protegiera… Entonces recordó el regalo del alcalde de aquella ciudad en la que había ayudado hace un tiempo. Un traje de superhéroe, símbolo de gratitud por haber salvado a los habitantes de un desastre. En aquel momento, le había parecido un gesto exagerado, incluso algo cómico, pero ahora… podía ser su mejor opción. Horas después, en lo profundo de la selva, Jimoto emergió con una nueva apariencia. Su traje, ceñido y resistente, tenía un diseño vistoso, con colores vibrantes y una capa ondeando a su espalda. Su máscara ocultaba su rostro lo suficiente para evitar que lo identificaran de inmediato. Si la Patrulla Roja quería un arma, no la iban a encontrar tan fácilmente. Ahora, él sería otra cosa… una sombra en su camino, un obstáculo en su conquista. Jimoto sonrió bajo la máscara. —Si quieren verme como un héroe… entonces lo seré.
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos 261 vistas
  • Mmm bueno todo está en óptimas condiciones es mejor distraerme y poco

    -Abriendo un portal y mi cuerpo enpiesa a tener una apariencia humana -

    Bien veamos que tiene mi manager por aquí
    Mmm bueno todo está en óptimas condiciones es mejor distraerme y poco -Abriendo un portal y mi cuerpo enpiesa a tener una apariencia humana - Bien veamos que tiene mi manager por aquí
    Me gusta
    Me encocora
    4
    5 turnos 0 maullidos 551 vistas
  • —Porque este mundo es tan diferente acaso es una prueba de padre no entiendo nada primero un demonio Rojo luego una subordinada que tenía la apariencia de mi mejor soldado actuar como una niña que más veré. Aún lucifer reinando de buena gana un infierno??? Noo eso sería ilógico Pero también el exterminó también sesaria y no estaría manchando mis manos otra vez ..... —

    Negando por mis divagaciones

    —es ilógico debo de aprender a conocer y tratar a todos por igual amar a cada ser vivo de su creación. —

    Extiendo mi mano y de el sale un poder como si uno estuviera viendo el infinito el comienzo de todo

    —Tengo que encontrar la manera de poder usar este poder ...—
    —Porque este mundo es tan diferente acaso es una prueba de padre no entiendo nada primero un demonio Rojo luego una subordinada que tenía la apariencia de mi mejor soldado actuar como una niña que más veré. Aún lucifer reinando de buena gana un infierno??? Noo eso sería ilógico Pero también el exterminó también sesaria y no estaría manchando mis manos otra vez ..... — Negando por mis divagaciones —es ilógico debo de aprender a conocer y tratar a todos por igual amar a cada ser vivo de su creación. — Extiendo mi mano y de el sale un poder como si uno estuviera viendo el infinito el comienzo de todo —Tengo que encontrar la manera de poder usar este poder ...—
    Me gusta
    3
    9 turnos 0 maullidos 358 vistas
  • ### **El Encuentro con Niko Tokita**

    El bosque se había convertido en su refugio. Durante días, Takeru entrenó sin descanso, endureciendo su cuerpo y despejando su mente. Sabía que una vez que el Torneo Kengan comenzara, no habría marcha atrás. Su destino se forjaría con cada golpe, con cada movimiento, y quizás… con cada vida que tomara.

    Pero el destino tenía otras pruebas para él antes de que llegara el día del torneo.

    Aquella tarde, mientras terminaba de hundir sus puños en una roca, escuchó pasos ligeros acercándose entre la maleza. Su instinto se afiló al instante. No había muchas razones para que alguien lo buscara aquí. Se giró rápidamente, adoptando una postura defensiva.

    Frente a él, de pie sobre una raíz gruesa, estaba un hombre de apariencia peculiar. Llevaba un poncho color arena que ondeaba ligeramente con la brisa, cubriendo gran parte de su cuerpo. Su cabello lacio y oscuro caía de forma desordenada, cubriendo su ojo derecho por completo, dándole un aire misterioso.

    —Vaya, pensé que me recibirías con menos hostilidad. —El hombre cruzó los brazos, evaluándolo con una mirada tranquila, pero afilada.

    Takeru no bajó la guardia.

    —¿Quién eres?

    El hombre dio un paso adelante, sin mostrar signos de amenaza.

    —Soy Niko Tokita. —Hizo una pausa, inclinando la cabeza ligeramente—. Y vengo a hacerte un favor.

    Takeru frunció el ceño.

    —¿Un favor?

    Tokita señaló sus puños con un leve movimiento de cabeza.

    —Vi tu pelea contra Harold Smith. Buen boxeo. Preciso, rápido… pero también incompleto. —Su tono se volvió más serio—. Si sigues peleando solo con eso, te van a matar.

    Takeru sintió una punzada de irritación.

    —No necesito patadas ni otras tonterías.

    Tokita soltó una leve carcajada.

    —No tienes que aprender a patear si no quieres. Pero dime… —Hizo una pausa, entrecerrando los ojos—. ¿Qué harás cuando te acorralen contra una pared? ¿O cuando alguien mucho más fuerte que tú te agarre y te estrelle contra el suelo?

    Takeru apretó los dientes.

    Tokita continuó.

    —El boxeo es hermoso, pero no es suficiente en este torneo. Aquí no hay reglas, no hay árbitros, no hay segundas oportunidades. —Dio un paso más cerca, mirándolo directo a los ojos—. Si no te adaptas, morirás.

    El silencio entre ambos pesó por un momento. Takeru quería responder, quería decir que no necesitaba ayuda, pero en el fondo sabía que Tokita tenía razón.

    —Entonces… ¿qué propones? —preguntó finalmente.

    Tokita sonrió.

    —El Estilo Niko.

    Takeru levantó una ceja.

    —¿Y qué diablos es eso?

    Tokita no respondió con palabras. En su lugar, inhaló profundamente y cambió su postura. Su expresión serena desapareció, dando paso a una mirada afilada, como la de un depredador que acaba de encontrar a su presa.

    Luego, se movió.

    En un abrir y cerrar de ojos, Tokita se deslizó hacia él con una velocidad aterradora. Takeru intentó reaccionar, pero antes de que pudiera siquiera levantar los puños, una ráfaga de movimientos cayó sobre él.

    Un golpe de palma dirigido a su rostro que desvió por puro instinto. Un giro fluido que lo desbalanceó con un barrido sutil. Un codazo que se detuvo a centímetros de su sien.

    Y en menos de dos segundos, estaba en el suelo.

    Tokita se quedó de pie, su poncho ondeando levemente con la brisa. Su sonrisa confiada no se había desvanecido.

    —Esto es el Estilo Niko. Una combinación de técnicas que te permitirá adaptarte a cualquier situación. —Extendió una mano para ayudarlo a levantarse—. No te pido que renuncies a tu boxeo… solo que amplíes tu arsenal.

    Takeru respiró hondo, su mente procesando lo que acababa de pasar.

    Sabía que ese hombre tenía razón. Si quería sobrevivir… tenía que evolucionar.

    Apretó la mano de Tokita y se puso de pie.

    —Está bien. Enséñame.
    ### **El Encuentro con Niko Tokita** El bosque se había convertido en su refugio. Durante días, Takeru entrenó sin descanso, endureciendo su cuerpo y despejando su mente. Sabía que una vez que el Torneo Kengan comenzara, no habría marcha atrás. Su destino se forjaría con cada golpe, con cada movimiento, y quizás… con cada vida que tomara. Pero el destino tenía otras pruebas para él antes de que llegara el día del torneo. Aquella tarde, mientras terminaba de hundir sus puños en una roca, escuchó pasos ligeros acercándose entre la maleza. Su instinto se afiló al instante. No había muchas razones para que alguien lo buscara aquí. Se giró rápidamente, adoptando una postura defensiva. Frente a él, de pie sobre una raíz gruesa, estaba un hombre de apariencia peculiar. Llevaba un poncho color arena que ondeaba ligeramente con la brisa, cubriendo gran parte de su cuerpo. Su cabello lacio y oscuro caía de forma desordenada, cubriendo su ojo derecho por completo, dándole un aire misterioso. —Vaya, pensé que me recibirías con menos hostilidad. —El hombre cruzó los brazos, evaluándolo con una mirada tranquila, pero afilada. Takeru no bajó la guardia. —¿Quién eres? El hombre dio un paso adelante, sin mostrar signos de amenaza. —Soy Niko Tokita. —Hizo una pausa, inclinando la cabeza ligeramente—. Y vengo a hacerte un favor. Takeru frunció el ceño. —¿Un favor? Tokita señaló sus puños con un leve movimiento de cabeza. —Vi tu pelea contra Harold Smith. Buen boxeo. Preciso, rápido… pero también incompleto. —Su tono se volvió más serio—. Si sigues peleando solo con eso, te van a matar. Takeru sintió una punzada de irritación. —No necesito patadas ni otras tonterías. Tokita soltó una leve carcajada. —No tienes que aprender a patear si no quieres. Pero dime… —Hizo una pausa, entrecerrando los ojos—. ¿Qué harás cuando te acorralen contra una pared? ¿O cuando alguien mucho más fuerte que tú te agarre y te estrelle contra el suelo? Takeru apretó los dientes. Tokita continuó. —El boxeo es hermoso, pero no es suficiente en este torneo. Aquí no hay reglas, no hay árbitros, no hay segundas oportunidades. —Dio un paso más cerca, mirándolo directo a los ojos—. Si no te adaptas, morirás. El silencio entre ambos pesó por un momento. Takeru quería responder, quería decir que no necesitaba ayuda, pero en el fondo sabía que Tokita tenía razón. —Entonces… ¿qué propones? —preguntó finalmente. Tokita sonrió. —El Estilo Niko. Takeru levantó una ceja. —¿Y qué diablos es eso? Tokita no respondió con palabras. En su lugar, inhaló profundamente y cambió su postura. Su expresión serena desapareció, dando paso a una mirada afilada, como la de un depredador que acaba de encontrar a su presa. Luego, se movió. En un abrir y cerrar de ojos, Tokita se deslizó hacia él con una velocidad aterradora. Takeru intentó reaccionar, pero antes de que pudiera siquiera levantar los puños, una ráfaga de movimientos cayó sobre él. Un golpe de palma dirigido a su rostro que desvió por puro instinto. Un giro fluido que lo desbalanceó con un barrido sutil. Un codazo que se detuvo a centímetros de su sien. Y en menos de dos segundos, estaba en el suelo. Tokita se quedó de pie, su poncho ondeando levemente con la brisa. Su sonrisa confiada no se había desvanecido. —Esto es el Estilo Niko. Una combinación de técnicas que te permitirá adaptarte a cualquier situación. —Extendió una mano para ayudarlo a levantarse—. No te pido que renuncies a tu boxeo… solo que amplíes tu arsenal. Takeru respiró hondo, su mente procesando lo que acababa de pasar. Sabía que ese hombre tenía razón. Si quería sobrevivir… tenía que evolucionar. Apretó la mano de Tokita y se puso de pie. —Está bien. Enséñame.
    0 turnos 0 maullidos 305 vistas
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Bueno estar rodeado de ciertas personas me hizo ser así aún así finjo no saber para guardar las apariencias jxjxjxjxxjx Pero los que me conocen saben que pasa por esta mentesilla //
    Bueno estar rodeado de ciertas personas me hizo ser así aún así finjo no saber para guardar las apariencias jxjxjxjxxjx Pero los que me conocen saben que pasa por esta mentesilla //
    0 comentarios 0 compartidos 230 vistas
  • Su oficina, usualmente ordenada, estaba ahora cubierta de documentos, fotografías y mapas con líneas rojas que unían puntos sin sentido. La desaparición de aquella chica se estaba convirtiendo en una pesadilla que lo empujaba más allá de sus límites.

    Con un suspiro pesado, se pasó una mano por el rostro, sintiendo el peso del cansancio y la frustración. Sobre el escritorio, la lista que había llegado junto a un viejo violín brillaba bajo la tenue luz del escritorio. Tres nombres. Tres vidas tachadas. La violinista era la última, pero ¿a dónde llevaba todo esto?

    Se inclinó hacia atrás en la silla, empujándose las gafas sobre el cabello desordenado. Recordó al hombre que días atrás le entregó el violín. Su apariencia andrajosa y sus palabras cargadas de pánico resonaban en su mente: “Ella no quería tocarlo, pero no tuvo elección. Si lo encuentra... sabrá.”

    Antes de que pudiera presionarlo para más detalles, el hombre desapareció como un fantasma, dejándolo solo con aquel instrumento antiguo entre sus manos.

    #nightfallrevenge

    Su oficina, usualmente ordenada, estaba ahora cubierta de documentos, fotografías y mapas con líneas rojas que unían puntos sin sentido. La desaparición de aquella chica se estaba convirtiendo en una pesadilla que lo empujaba más allá de sus límites. Con un suspiro pesado, se pasó una mano por el rostro, sintiendo el peso del cansancio y la frustración. Sobre el escritorio, la lista que había llegado junto a un viejo violín brillaba bajo la tenue luz del escritorio. Tres nombres. Tres vidas tachadas. La violinista era la última, pero ¿a dónde llevaba todo esto? Se inclinó hacia atrás en la silla, empujándose las gafas sobre el cabello desordenado. Recordó al hombre que días atrás le entregó el violín. Su apariencia andrajosa y sus palabras cargadas de pánico resonaban en su mente: “Ella no quería tocarlo, pero no tuvo elección. Si lo encuentra... sabrá.” Antes de que pudiera presionarlo para más detalles, el hombre desapareció como un fantasma, dejándolo solo con aquel instrumento antiguo entre sus manos. #nightfallrevenge
    Me encocora
    Me gusta
    Me enjaja
    Me shockea
    9
    2 turnos 0 maullidos 706 vistas
  • El Señor Tenebroso no descansa
    Fandom Harry Potter
    Categoría Acción
    En la penumbra de una mansión abandonada, donde el polvo y las telarañas se arremolinaban en los rincones, Tom Riddle, conocido ahora por todos como Lord Voldemort, se encontraba en su estudio. Sus cuarenta años no habían marcado su rostro de la manera que lo hace el tiempo con los mortales comunes; más bien, su apariencia se mantenía intemporal, una máscara de palidez y poder.

    Sus ojos observaban la noche a través de una ventana rota, como si pudiera ver más allá del mundo físico, en busca de su siguiente víctima o de un nuevo secreto oscuro para desentrañar. Su varita, siempre a su lado, parecía vibrar con un deseo de caos y destrucción, un reflejo de su propio corazón.

    El silencio del lugar era roto únicamente por el sonido de su respiración, profunda y controlada, mientras su mente daba vueltas a planes de conquista y control del Mundo Mágico.

    Un susurro, apenas audible, escapaba de sus labios, una promesa de dominio sobre todos los magos y brujas, sobre el mundo mágico y, quizás, más allá.

    Con una sonrisa que no tocaba sus ojos, Lord Voldemort se levantó. Había mucho por hacer; el poder no se conquista con la paciencia, sino con la acción. Y él, a sus cuarenta años, estaba más dispuesto que nunca a reclamar lo que consideraba suyo por derecho.
    En la penumbra de una mansión abandonada, donde el polvo y las telarañas se arremolinaban en los rincones, Tom Riddle, conocido ahora por todos como Lord Voldemort, se encontraba en su estudio. Sus cuarenta años no habían marcado su rostro de la manera que lo hace el tiempo con los mortales comunes; más bien, su apariencia se mantenía intemporal, una máscara de palidez y poder. Sus ojos observaban la noche a través de una ventana rota, como si pudiera ver más allá del mundo físico, en busca de su siguiente víctima o de un nuevo secreto oscuro para desentrañar. Su varita, siempre a su lado, parecía vibrar con un deseo de caos y destrucción, un reflejo de su propio corazón. El silencio del lugar era roto únicamente por el sonido de su respiración, profunda y controlada, mientras su mente daba vueltas a planes de conquista y control del Mundo Mágico. Un susurro, apenas audible, escapaba de sus labios, una promesa de dominio sobre todos los magos y brujas, sobre el mundo mágico y, quizás, más allá. Con una sonrisa que no tocaba sus ojos, Lord Voldemort se levantó. Había mucho por hacer; el poder no se conquista con la paciencia, sino con la acción. Y él, a sus cuarenta años, estaba más dispuesto que nunca a reclamar lo que consideraba suyo por derecho.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos 459 vistas
  • Pero algo se da mucho en la Guerra es guardar las Apariencias. #PolarisXFactor
    Pero algo se da mucho en la Guerra es guardar las Apariencias. #PolarisXFactor
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos 532 vistas
  • [A Khatsis lo dejaron quedarse en un hotel gratis ya que lo reconocieron como alguien bastante joven por su apariencia asi que paso una buena siesta en ese lugar]
    [A Khatsis lo dejaron quedarse en un hotel gratis ya que lo reconocieron como alguien bastante joven por su apariencia asi que paso una buena siesta en ese lugar]
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos 295 vistas
Patrocinados