No llevo tatuajes y piercings por vanidad, cada marca en mi piel, cada pedazo de metal incrustado en mi cuerpo, tiene una razón… y no siempre es bonita. Algunos de mis tatuajes son antiguos símbolos de mi linaje, de la sangre alfa que corre por mis venas. Otros, cicatrices convertidas en arte, memoria viva de batallas que casi me matan. Pero si estás leyendo esto, seguro no te interesa mi historia de guerra, ¿verdad?
Hablemos de lo otro, hablemos guarro.
Los piercings que llevo no son solo para mostrar rebeldía. Son herramientas. Armas silenciosas. Lengua perforada doble con precisión. ¿Por qué? Porque el placer no solo se ofrece con las manos o con la voz… también con la boca. Y si puedo hacer que una hembra olvide cómo se llama con solo deslizar mi lengua por su piel, por sus lugares más sensibles… entonces he cumplido con mi deber. No hay mayor poder que conocer el cuerpo de alguien mejor que ellos mismos.
Ahora, el más… intenso. El más íntimo. El Príncipe Alberto. Sí, también lo tengo. Y no lo oculto. Una perforación que atraviesa la piel sensible de mi miembro, colocada con el propósito específico de incrementar el placer, no solo para mí, sino para quien me acompaña en la cama. La vibración, el contacto, el roce… todo se intensifica. Cada embestida se convierte en una experiencia. No se trata de lujo. Se trata de devoción al placer, al acto salvaje, crudo y sincero del deseo.
Porque cuando tomas a una hembra, cuando la haces tuya… no basta con hacerlo bien. Hay que marcarla, hacer que no pueda compararte con nadie más. Que incluso el recuerdo de ti, la vuelva loca.
Y yo nací para eso, para dejar marca, en la piel, en la memoria y en el alma....
#3D
Hablemos de lo otro, hablemos guarro.
Los piercings que llevo no son solo para mostrar rebeldía. Son herramientas. Armas silenciosas. Lengua perforada doble con precisión. ¿Por qué? Porque el placer no solo se ofrece con las manos o con la voz… también con la boca. Y si puedo hacer que una hembra olvide cómo se llama con solo deslizar mi lengua por su piel, por sus lugares más sensibles… entonces he cumplido con mi deber. No hay mayor poder que conocer el cuerpo de alguien mejor que ellos mismos.
Ahora, el más… intenso. El más íntimo. El Príncipe Alberto. Sí, también lo tengo. Y no lo oculto. Una perforación que atraviesa la piel sensible de mi miembro, colocada con el propósito específico de incrementar el placer, no solo para mí, sino para quien me acompaña en la cama. La vibración, el contacto, el roce… todo se intensifica. Cada embestida se convierte en una experiencia. No se trata de lujo. Se trata de devoción al placer, al acto salvaje, crudo y sincero del deseo.
Porque cuando tomas a una hembra, cuando la haces tuya… no basta con hacerlo bien. Hay que marcarla, hacer que no pueda compararte con nadie más. Que incluso el recuerdo de ti, la vuelva loca.
Y yo nací para eso, para dejar marca, en la piel, en la memoria y en el alma....
#3D
No llevo tatuajes y piercings por vanidad, cada marca en mi piel, cada pedazo de metal incrustado en mi cuerpo, tiene una razón… y no siempre es bonita. Algunos de mis tatuajes son antiguos símbolos de mi linaje, de la sangre alfa que corre por mis venas. Otros, cicatrices convertidas en arte, memoria viva de batallas que casi me matan. Pero si estás leyendo esto, seguro no te interesa mi historia de guerra, ¿verdad?
Hablemos de lo otro, hablemos guarro.
Los piercings que llevo no son solo para mostrar rebeldía. Son herramientas. Armas silenciosas. Lengua perforada doble con precisión. ¿Por qué? Porque el placer no solo se ofrece con las manos o con la voz… también con la boca. Y si puedo hacer que una hembra olvide cómo se llama con solo deslizar mi lengua por su piel, por sus lugares más sensibles… entonces he cumplido con mi deber. No hay mayor poder que conocer el cuerpo de alguien mejor que ellos mismos.
Ahora, el más… intenso. El más íntimo. El Príncipe Alberto. Sí, también lo tengo. Y no lo oculto. Una perforación que atraviesa la piel sensible de mi miembro, colocada con el propósito específico de incrementar el placer, no solo para mí, sino para quien me acompaña en la cama. La vibración, el contacto, el roce… todo se intensifica. Cada embestida se convierte en una experiencia. No se trata de lujo. Se trata de devoción al placer, al acto salvaje, crudo y sincero del deseo.
Porque cuando tomas a una hembra, cuando la haces tuya… no basta con hacerlo bien. Hay que marcarla, hacer que no pueda compararte con nadie más. Que incluso el recuerdo de ti, la vuelva loca.
Y yo nací para eso, para dejar marca, en la piel, en la memoria y en el alma....
#3D


