• Una paz que no tiene precio.
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    Fawn

    Quién diría que Morana, después de tantos años, disfrutaría de unas "vacaciones". La misma Morana que odia estar rodeada de gente, la misma Morana que valora la soledad por encima de todo...

    Y ahora estaba disfrutando de la compañía de alguien que apenas conocía, que por algún motivo, le transmitía la tranquilidad que le faltaba en su día a día.

    Hacía apenas unos minutos desde que Fawn había tomado la mano de Morana, dirigiéndola a un claro que la cervatilla había dicho conocer.

    Mientras iban al lugar, Morana alzó la voz. — Hey, hey, que yo solo tengo dos piernas. — Bromeó entre risas.

    Se dio el lujo de afianzar su agarre en la mano de Fawn, sintiendo el suave tacto de su piel, la calidez de la misma, un contraste claro con el frío tacto de la piel de Morana.

    No tardaron en llegar al lugar y finalmente se detuvo su andar.

    Los únicos sonidos que se escuchaban eran el canto de los pájaros, la maleza moverse ocasionalmente por algún pequeño animal, el viento pasando entre los árboles y un pequeño riachuelo que atravesaba el claro, provocando un sonido suave, relajante.

    Todo lo contrario al bullicio al que acostumbraba Morana. Llevaba siglos sin estar en un lugar así de pacífico.

    Sus ojos se iluminaron ligeramente, su expresión se suavizó y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

    — Parece que tenías razón Bambi... Es tan pacífico que se te olvida el paso del tiempo. — Murmuró entre ellas antes de mirar a Fawn. — Con un lugar así, yo tampoco querría salir del bosque. — Comentó, su sonrisa volviéndose algo más amplia.
    [fawn01] Quién diría que Morana, después de tantos años, disfrutaría de unas "vacaciones". La misma Morana que odia estar rodeada de gente, la misma Morana que valora la soledad por encima de todo... Y ahora estaba disfrutando de la compañía de alguien que apenas conocía, que por algún motivo, le transmitía la tranquilidad que le faltaba en su día a día. Hacía apenas unos minutos desde que Fawn había tomado la mano de Morana, dirigiéndola a un claro que la cervatilla había dicho conocer. Mientras iban al lugar, Morana alzó la voz. — Hey, hey, que yo solo tengo dos piernas. — Bromeó entre risas. Se dio el lujo de afianzar su agarre en la mano de Fawn, sintiendo el suave tacto de su piel, la calidez de la misma, un contraste claro con el frío tacto de la piel de Morana. No tardaron en llegar al lugar y finalmente se detuvo su andar. Los únicos sonidos que se escuchaban eran el canto de los pájaros, la maleza moverse ocasionalmente por algún pequeño animal, el viento pasando entre los árboles y un pequeño riachuelo que atravesaba el claro, provocando un sonido suave, relajante. Todo lo contrario al bullicio al que acostumbraba Morana. Llevaba siglos sin estar en un lugar así de pacífico. Sus ojos se iluminaron ligeramente, su expresión se suavizó y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa. — Parece que tenías razón Bambi... Es tan pacífico que se te olvida el paso del tiempo. — Murmuró entre ellas antes de mirar a Fawn. — Con un lugar así, yo tampoco querría salir del bosque. — Comentó, su sonrisa volviéndose algo más amplia.
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  • ‎ — ¿Hmm? —El joven pelirrojo apenas abría los ojos por... ¿tercera vez en las doce horas transcurridas? No estaba seguro.



    ‎***Plic... Plic... Plic... Plic...***



    ‎ * El tenue sonido del suero goteando era lo único que se escuchaba en aquella sala de piedra. Aquel ruido era como un metrónomo, uno que le recordaba a Elijah que ya no estaba en el caos del campo de batalla que hace unas cuantas horas le parecía su perdición. Vítkov se mantenía sentado con los ojos entreabiertos, mirando la lámpara que iluminaba fuertemente aquel lugar, pero principalmente el sitio donde él se encontraba. Sus manos se hallaban débilmente apoyadas en la mesa, boca arriba; sus nudillos, enrojecidos, estaban destrozados y aún quedaban restos de esa ceniza grisácea que no parecía humana en el pantalón de su uniforme.
    ‎Su mirada descendió hasta su brazo derecho, que tenía aquella intravenosa que lo conectaba al suero; luego pasó a la de la otra persona presente en el lugar. No era cualquiera... Era un inquisidor, cuya silueta apenas se recortaba contra la puerta. El hombre golpeó la mesa con una carpeta que llevaba el sello de cera roja del Vaticano *



    ‎ — Veo que volviste a abrir los ojos, Vítkov... Vamos a repetirlo una vez más. El activo del Gladius Dei, Caspian, fue reportado como desaparecido en combate. Tú eres el único que hasta ahora se mantiene consciente de los otros siete que regresaron conti... — Elijah veía al inquisidor con una seriedad absoluta. No le importaba si sus palabras intentaban sonar como un halago; él no estaba dispuesto a continuar con esto y se lo iba a dejar en claro interrumpiéndolo de forma respetuosa:



    ‎ — Sí, eso ya me lo dejó en claro, monseñor. Pero me temo que, sin importar cuántas veces venga a mí con las mismas preguntas, yo no puedo decirle lo que quiere; pues todo lo que he hablado y repetido hasta ahora es todo lo que sé, señor...



    ‎ * El inquisidor miraba con reproche al joven que le había interrumpido. Si las circunstancias fueran diferentes, seguro que le habría reprendido por su osadía, pero esta vez era distinto; tenía que ser cuidadoso con lo que hacía. Por eso, a pesar de lo que sabía, optó por mencionarle al joven eslovaco algo que podría refrescar su memoria: *



    ‎ — Está bien, joven Vítkov. Yo no te pido que te inventes una historia alterna de todos los acontecimientos que me contaste desde que tuvieron contacto con el objetivo hasta que llegaron a los sótanos de esta catedral. No; ahora te pido algo más simple que, de hecho, has omitido... Cuéntame sobre la mujer que encontraron.



    ‎ * La voz del inquisidor se tornaba más seria al hablar de "la mujer". Los ojos de Elijah se abrieron un poco ante la mención de esa cosa como si fuera humana siquiera. Una sonrisa cínica, pero adolorida se hizo presente en el rostro magullado del joven eslovaco mientras acercaba lentamente su torso vendado —que hasta ahora se había mantenido cuidadosamente recostado del espaldar de la silla— a la mesa para contestarle *



    ‎ — Oh... Discúlpeme, monseñor, pero no sé de qué "mujer" me habla. En aquel maldito lugar solo nos encontramos con monstruos, no hubo mujer alguna. Y si se refiere a esa cosa de aspecto femenino pues... sí, la he omitido pues no estaba seguro de qué decir al respecto. Esa cosa no estaba relacionada con la misión. ¿Y es por eso que está aquí, no? Quiere saber por qué se jodió toda la misión, ¿cierto



    ‎* Elijah miraba fijamente a los ojos del inquisidor. Su tono, aunque pudiera considerarse rebelde, en realidad no tenía intención de serlo; realmente hacía aquella pregunta con profundo interés y sin motivos ocultos. Si no fuera porque aquel inquisidor era consciente de su actitud, esto ya sería un problema aún más complicado; así que, por el momento, decidió seguirle la corriente para no levantar sospechas *



    ‎ — Exactamente, Elijah. La Santa Iglesia me envió aquí para descubrir qué ocurrió exactamente con la misión y nada más. Pero me llamó la atención que uno de tus compañeros, que se encuentra en estado de shock, no deja de mencionar a cierta "mujer". Ya si lo era o no, solo tú puedes decírmelo. Incluso si no tiene mucho que ver con la misión, lo cierto es que aquella presencia tuvo algo que ver con lo catastrófica que resultó la situación... ¿o me equivoco?



    ‎ * Elijah bajaba la mirada mientras apretaba los dientes al recordar cómo todo pasó de un reconocimiento a un desorden de sombra y sangre. De repente, sintió una punzada de dolor en su nuca, justo en el lugar donde recibió aquel golpe que lo dejó inconsciente. En su mente, todavía veía con recelo la misteriosa presencia y la mirada de Caspian que, por un segundo antes del desastre, no pareció de fe... sino de terror puro *



    ‎ — Ah... Está bien, voy a contarle. Pero le digo de una vez que todo eso me es confuso incluso a mí, pues para cuando nos encontramos con esa cosa, el caballero ya se encontraba en el lugar, por lo que la mayor interacción con esa cosa la tuvo el mismísimo Caspian...



    ‎ * Elijah procedió a contar nuevamente los acontecimientos de la misión, pero esta vez incluyendo a cierto individuo que, para su desconocimiento, tenía mucho más que ver con lo ocurrido de lo que dejaba pensar *
    ‎ — ¿Hmm? —El joven pelirrojo apenas abría los ojos por... ¿tercera vez en las doce horas transcurridas? No estaba seguro. ‎ ‎ ‎ ‎***Plic... Plic... Plic... Plic...*** ‎ ‎ ‎ ‎ * El tenue sonido del suero goteando era lo único que se escuchaba en aquella sala de piedra. Aquel ruido era como un metrónomo, uno que le recordaba a Elijah que ya no estaba en el caos del campo de batalla que hace unas cuantas horas le parecía su perdición. Vítkov se mantenía sentado con los ojos entreabiertos, mirando la lámpara que iluminaba fuertemente aquel lugar, pero principalmente el sitio donde él se encontraba. Sus manos se hallaban débilmente apoyadas en la mesa, boca arriba; sus nudillos, enrojecidos, estaban destrozados y aún quedaban restos de esa ceniza grisácea que no parecía humana en el pantalón de su uniforme. ‎Su mirada descendió hasta su brazo derecho, que tenía aquella intravenosa que lo conectaba al suero; luego pasó a la de la otra persona presente en el lugar. No era cualquiera... Era un inquisidor, cuya silueta apenas se recortaba contra la puerta. El hombre golpeó la mesa con una carpeta que llevaba el sello de cera roja del Vaticano * ‎ ‎ ‎ ‎ — Veo que volviste a abrir los ojos, Vítkov... Vamos a repetirlo una vez más. El activo del Gladius Dei, Caspian, fue reportado como desaparecido en combate. Tú eres el único que hasta ahora se mantiene consciente de los otros siete que regresaron conti... — Elijah veía al inquisidor con una seriedad absoluta. No le importaba si sus palabras intentaban sonar como un halago; él no estaba dispuesto a continuar con esto y se lo iba a dejar en claro interrumpiéndolo de forma respetuosa: ‎ ‎ ‎ ‎ — Sí, eso ya me lo dejó en claro, monseñor. Pero me temo que, sin importar cuántas veces venga a mí con las mismas preguntas, yo no puedo decirle lo que quiere; pues todo lo que he hablado y repetido hasta ahora es todo lo que sé, señor... ‎ ‎ ‎ ‎ * El inquisidor miraba con reproche al joven que le había interrumpido. Si las circunstancias fueran diferentes, seguro que le habría reprendido por su osadía, pero esta vez era distinto; tenía que ser cuidadoso con lo que hacía. Por eso, a pesar de lo que sabía, optó por mencionarle al joven eslovaco algo que podría refrescar su memoria: * ‎ ‎ ‎ ‎ — Está bien, joven Vítkov. Yo no te pido que te inventes una historia alterna de todos los acontecimientos que me contaste desde que tuvieron contacto con el objetivo hasta que llegaron a los sótanos de esta catedral. No; ahora te pido algo más simple que, de hecho, has omitido... Cuéntame sobre la mujer que encontraron. ‎ ‎ ‎ ‎ * La voz del inquisidor se tornaba más seria al hablar de "la mujer". Los ojos de Elijah se abrieron un poco ante la mención de esa cosa como si fuera humana siquiera. Una sonrisa cínica, pero adolorida se hizo presente en el rostro magullado del joven eslovaco mientras acercaba lentamente su torso vendado —que hasta ahora se había mantenido cuidadosamente recostado del espaldar de la silla— a la mesa para contestarle * ‎ ‎ ‎ ‎ — Oh... Discúlpeme, monseñor, pero no sé de qué "mujer" me habla. En aquel maldito lugar solo nos encontramos con monstruos, no hubo mujer alguna. Y si se refiere a esa cosa de aspecto femenino pues... sí, la he omitido pues no estaba seguro de qué decir al respecto. Esa cosa no estaba relacionada con la misión. ¿Y es por eso que está aquí, no? Quiere saber por qué se jodió toda la misión, ¿cierto ‎ ‎ ‎ ‎* Elijah miraba fijamente a los ojos del inquisidor. Su tono, aunque pudiera considerarse rebelde, en realidad no tenía intención de serlo; realmente hacía aquella pregunta con profundo interés y sin motivos ocultos. Si no fuera porque aquel inquisidor era consciente de su actitud, esto ya sería un problema aún más complicado; así que, por el momento, decidió seguirle la corriente para no levantar sospechas * ‎ ‎ ‎ ‎ — Exactamente, Elijah. La Santa Iglesia me envió aquí para descubrir qué ocurrió exactamente con la misión y nada más. Pero me llamó la atención que uno de tus compañeros, que se encuentra en estado de shock, no deja de mencionar a cierta "mujer". Ya si lo era o no, solo tú puedes decírmelo. Incluso si no tiene mucho que ver con la misión, lo cierto es que aquella presencia tuvo algo que ver con lo catastrófica que resultó la situación... ¿o me equivoco? ‎ ‎ ‎ ‎ * Elijah bajaba la mirada mientras apretaba los dientes al recordar cómo todo pasó de un reconocimiento a un desorden de sombra y sangre. De repente, sintió una punzada de dolor en su nuca, justo en el lugar donde recibió aquel golpe que lo dejó inconsciente. En su mente, todavía veía con recelo la misteriosa presencia y la mirada de Caspian que, por un segundo antes del desastre, no pareció de fe... sino de terror puro * ‎ ‎ ‎ ‎ — Ah... Está bien, voy a contarle. Pero le digo de una vez que todo eso me es confuso incluso a mí, pues para cuando nos encontramos con esa cosa, el caballero ya se encontraba en el lugar, por lo que la mayor interacción con esa cosa la tuvo el mismísimo Caspian... ‎ ‎ ‎ ‎ * Elijah procedió a contar nuevamente los acontecimientos de la misión, pero esta vez incluyendo a cierto individuo que, para su desconocimiento, tenía mucho más que ver con lo ocurrido de lo que dejaba pensar *
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  • Avivando las brasas.
    Fandom OC
    Categoría Aventura
    Sephtálon Feu

    Tras realizar un pacto con el dragón, Morana ahora se veía obligada a asistirlo en su objetivo...

    Hacía ya unos días que cierta persona había desaparecido sin dejar rastro, y, si bien Morana no había sido la perpetradora, si había vendido la información a los secuestradores en cuestión.

    Con un cliente ahora enfadado y ansiando venganza, ella y el dragón se habrían de dirigir hacia el casco histórico de la ciudad, directos hacia un edificio donde Morana pediría reunirse con ellos.

    Tenían dos objetivos, uno era asesinar a dichos secuestradores, y el otro era encontrar el cadáver de la chica, el cual se encontraba perdido en el bosque al norte de la ciudad...


    La noche era fría, la lluvia era molesta, y solo los pasos de Morana y Sephtálon resonaban contra la acera. El ruido del tráfico era distante, rara vez se veía a una persona pasar la acera contraria...

    La pobreza era visible en las calles, en una ciudad en constante desarrollo, parte del casco histórico se había abandonado para enfocarse en las industrias.

    Era un lugar donde era fácil esconderse, las luces de las calles eran tenues, todos los callejones eran angostos, oscuros...

    Aún quedaban unas calles para llegar al edificio designado.

    — ¿Vas a interrogarlos para saber donde está el cuerpo? — Morana alzó la voz para preguntar al contrario, tenía interés en saber si pretendía interrogarlos o solo quemarlos vivos.
    [storm_pink_crow_361] Tras realizar un pacto con el dragón, Morana ahora se veía obligada a asistirlo en su objetivo... Hacía ya unos días que cierta persona había desaparecido sin dejar rastro, y, si bien Morana no había sido la perpetradora, si había vendido la información a los secuestradores en cuestión. Con un cliente ahora enfadado y ansiando venganza, ella y el dragón se habrían de dirigir hacia el casco histórico de la ciudad, directos hacia un edificio donde Morana pediría reunirse con ellos. Tenían dos objetivos, uno era asesinar a dichos secuestradores, y el otro era encontrar el cadáver de la chica, el cual se encontraba perdido en el bosque al norte de la ciudad... La noche era fría, la lluvia era molesta, y solo los pasos de Morana y Sephtálon resonaban contra la acera. El ruido del tráfico era distante, rara vez se veía a una persona pasar la acera contraria... La pobreza era visible en las calles, en una ciudad en constante desarrollo, parte del casco histórico se había abandonado para enfocarse en las industrias. Era un lugar donde era fácil esconderse, las luces de las calles eran tenues, todos los callejones eran angostos, oscuros... Aún quedaban unas calles para llegar al edificio designado. — ¿Vas a interrogarlos para saber donde está el cuerpo? — Morana alzó la voz para preguntar al contrario, tenía interés en saber si pretendía interrogarlos o solo quemarlos vivos.
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  • Axel Koroved Ekaterina Smirnova Dr Sniffles Stuart ᴬⁿᵗᵉᵃᵗᵉʳ

    El puerto huele a sal vieja, gasóleo y metal caliente.

    De esos lugares donde los barcos no preguntan por qué, solo cuándo.
    He alquilado un navío militar retirado del servicio activo.

    Demasiado grande para una excursión. Demasiado armado para un viaje turístico. Lo he pagado con dinero que, técnicamente, no debería existir: regalos robados en Navidad junto a mi hija 001. El espíritu festivo tiene usos más prácticos de lo que la gente cree.

    El casco del barco lleva cicatrices reales. No decorativas.
    Eso me tranquiliza.

    Extiendo el mapa infantil sobre una caja de suministros, sujetándolo con una llave inglesa para que el viento no lo doble. Los colores siguen siendo absurdamente vivos bajo la luz gris del amanecer. Barcos sonrientes. Pulpos felices. Un camino de puntos rojos que parece burlarse de cualquiera con estudios.

    No me burlo.

    La profesora Faust lo cotejó durante semanas. Cartografía antigua, corrientes imposibles, rutas descartadas por “fenómenos no reproducibles”. Cuando terminó, solo dijo una cosa:

    —Si ese mapa pertenece al mundo real… el único lugar donde puede existir es el Triángulo de las Bermudas.

    No lo dijo con miedo.
    Lo dijo con respeto.

    Guardo el mapa con cuidado, como si pudiera escucharme. El barco responde con un crujido grave, casi impaciente. En el muelle, las gaviotas observan demasiado quietas. El mar está calmado, pero no es una calma honesta: es la de algo que espera.
    Reviso el cargamento.

    Combustible. Provisiones. Equipo de navegación. Armamento justo para no parecer una amenaza… y suficiente para no ser una víctima.
    Levanto la vista hacia el puerto y hablo, clara, sin elevar la voz:

    —No prometo tesoros.
    —No prometo seguridad.
    —Prometo una historia que nadie más se atrevería a comprobar.

    El barco está listo.
    El mapa también.
    Y el mar…
    el mar ya sabe que vamos hacia él.

    El Dr. Sniffles nos espera a bordo.
    [Akly_5] [soviet_experiment] [Sn1ffles] El puerto huele a sal vieja, gasóleo y metal caliente. De esos lugares donde los barcos no preguntan por qué, solo cuándo. He alquilado un navío militar retirado del servicio activo. Demasiado grande para una excursión. Demasiado armado para un viaje turístico. Lo he pagado con dinero que, técnicamente, no debería existir: regalos robados en Navidad junto a mi hija 001. El espíritu festivo tiene usos más prácticos de lo que la gente cree. El casco del barco lleva cicatrices reales. No decorativas. Eso me tranquiliza. Extiendo el mapa infantil sobre una caja de suministros, sujetándolo con una llave inglesa para que el viento no lo doble. Los colores siguen siendo absurdamente vivos bajo la luz gris del amanecer. Barcos sonrientes. Pulpos felices. Un camino de puntos rojos que parece burlarse de cualquiera con estudios. No me burlo. La profesora Faust lo cotejó durante semanas. Cartografía antigua, corrientes imposibles, rutas descartadas por “fenómenos no reproducibles”. Cuando terminó, solo dijo una cosa: —Si ese mapa pertenece al mundo real… el único lugar donde puede existir es el Triángulo de las Bermudas. No lo dijo con miedo. Lo dijo con respeto. Guardo el mapa con cuidado, como si pudiera escucharme. El barco responde con un crujido grave, casi impaciente. En el muelle, las gaviotas observan demasiado quietas. El mar está calmado, pero no es una calma honesta: es la de algo que espera. Reviso el cargamento. Combustible. Provisiones. Equipo de navegación. Armamento justo para no parecer una amenaza… y suficiente para no ser una víctima. Levanto la vista hacia el puerto y hablo, clara, sin elevar la voz: —No prometo tesoros. —No prometo seguridad. —Prometo una historia que nadie más se atrevería a comprobar. El barco está listo. El mapa también. Y el mar… el mar ya sabe que vamos hacia él. El Dr. Sniffles nos espera a bordo.
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  • —Ey, ¿qué tenemos aquí, amigo? —
    dijo Feng con voz cálida y alegre, agachándose inmediatamente sin dudarlo.
    El gato lo observó un segundo, como evaluándolo, pero al ver la mano extendida con gentileza, se acercó despacio. Feng rió bajito, un sonido sincero y lleno de cariño.

    —Ven, no te voy a hacer nada, pequeño. ¿Tienes hambre o solo quieres compañía?
    Con cuidado, acarició la cabeza del gato, rascando justo detrás de las orejas. El animal cerró los ojos y empezó a ronronear fuerte, empujando la cabeza contra la palma de Feng como pidiendo más.

    —¡Jajaja! Mira qué exigente eres —
    rió Feng, sentándose en la acera sin importarle ensuciarse los pantalones—.
    Te ves fuerte, eh. Seguro que también das pelea cuando hace falta.
    —Ey, ¿qué tenemos aquí, amigo? — dijo Feng con voz cálida y alegre, agachándose inmediatamente sin dudarlo. El gato lo observó un segundo, como evaluándolo, pero al ver la mano extendida con gentileza, se acercó despacio. Feng rió bajito, un sonido sincero y lleno de cariño. —Ven, no te voy a hacer nada, pequeño. ¿Tienes hambre o solo quieres compañía? Con cuidado, acarició la cabeza del gato, rascando justo detrás de las orejas. El animal cerró los ojos y empezó a ronronear fuerte, empujando la cabeza contra la palma de Feng como pidiendo más. —¡Jajaja! Mira qué exigente eres — rió Feng, sentándose en la acera sin importarle ensuciarse los pantalones—. Te ves fuerte, eh. Seguro que también das pelea cuando hace falta.
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  • La jaula se balancea lo justo para recordarle que sigue ahí. Madmartigan se estira, prueba los hombros, tensa los brazos contra los barrotes. Siguen respondiendo. Sonríe con esa media sonrisa peligrosa que siempre le sale cuando huele oportunidad.

    No grita. Todavía no. Espera.
    Escucha. Calcula.

    Cuenta el tiempo a su manera. Cuando se cansa de esperar, habla en voz baja, como si alguien ya estuviera cerca.
    —Vamos… no me digas que he sobrevivido a todo para pudrirme aquí.

    Se inclina hacia delante, deja que lo vean bien si alguien aparece: la postura segura, el mentón alto, los ojos afilados. No parece un prisionero. Parece un problema a punto de soltarse.
    Ensaya mentalmente las frases.
    La amenaza exagerada.
    La súplica falsa.
    El chiste justo para que bajen la guardia.
    —Si me sacas de aquí, te debo una —murmura—. Y yo siempre pago mis deudas.

    Aprieta los barrotes una vez más. No hay miedo en el gesto. Hay impaciencia. Confianza absoluta en que alguien acabará pasando. Siempre pasa alguien.
    Y cuando ocurra, Madmartigan ya tendrá decidido si los convence.
    La jaula se balancea lo justo para recordarle que sigue ahí. Madmartigan se estira, prueba los hombros, tensa los brazos contra los barrotes. Siguen respondiendo. Sonríe con esa media sonrisa peligrosa que siempre le sale cuando huele oportunidad. No grita. Todavía no. Espera. Escucha. Calcula. Cuenta el tiempo a su manera. Cuando se cansa de esperar, habla en voz baja, como si alguien ya estuviera cerca. —Vamos… no me digas que he sobrevivido a todo para pudrirme aquí. Se inclina hacia delante, deja que lo vean bien si alguien aparece: la postura segura, el mentón alto, los ojos afilados. No parece un prisionero. Parece un problema a punto de soltarse. Ensaya mentalmente las frases. La amenaza exagerada. La súplica falsa. El chiste justo para que bajen la guardia. —Si me sacas de aquí, te debo una —murmura—. Y yo siempre pago mis deudas. Aprieta los barrotes una vez más. No hay miedo en el gesto. Hay impaciencia. Confianza absoluta en que alguien acabará pasando. Siempre pasa alguien. Y cuando ocurra, Madmartigan ya tendrá decidido si los convence.
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  • -Me encontraba en mi estudio, entregado a una melodía que nacía del caos que albergaba mi alma más mis propios pasos eran interrumpidos. Esos ojos que parecen querer devorarme me producen una sensación exquisita, una urgencia que roza lo excitante. Lejos de detenerme, incrementé la intensidad de mi interpretación elevando mi voz ; cada acorde era un mensaje de poder transmitido a través del abismo, asegurándome de que mi música resonara con autoridad en todo los anillos del infierno-.


    https://youtu.be/ZjFTQUN2CW4?si=sw-r27_-iXFh3gKY
    -Me encontraba en mi estudio, entregado a una melodía que nacía del caos que albergaba mi alma más mis propios pasos eran interrumpidos. Esos ojos que parecen querer devorarme me producen una sensación exquisita, una urgencia que roza lo excitante. Lejos de detenerme, incrementé la intensidad de mi interpretación elevando mi voz ; cada acorde era un mensaje de poder transmitido a través del abismo, asegurándome de que mi música resonara con autoridad en todo los anillos del infierno-. https://youtu.be/ZjFTQUN2CW4?si=sw-r27_-iXFh3gKY
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  • Cirene se adentró una última vez en el estanque que había sido su hogar durante siglos, y el agua la recibió como siempre: tibia, luminosa, vivita.

    Cada paso suyo despertaba círculos de luz que se expandían en la superficie, como si el estanque recordara su nombre.

    El aire tambien estaba impregnado de magia antigua, con el perfume suave de flores acuáticas que solo florecían bajo la luna y el murmullo constante de un canto invisible de hadas y espirtus buenos.

    A su llamado, las criaturas comenzaron a emerger; pequeños espíritus de agua asomaron entre los nenúfares, con cuerpos translúcidos y ojitos brillantes como estrellas recién nacidas. Peces alados saltaron en arcos perfectos, dejando estelas de polvo azul en el aire antes de volver al agua. Desde las rocas cubiertas de musgo, salamandras de jade se deslizaron lentamente, calentando el ambiente con su respiración suave, mientras diminutas hadas de pétalos descendían desde los árboles, sus alas tintineando como campanitas de cristal.

    El estanque entero parecía escuchar: las raíces de los sauces antiguos se estremecieron bajo el agua, y una tortuga colosal cubierta de líquenes luminosos abrió un ojo sabio, reflejando en su pupila siglos de memorias compartidas. Incluso las piedras del fondo, redondeadas por el tiempo, brillaron tenuemente, como si guardaran fragmentos del alma de Cirene.

    Ella avanzó hasta el centro, donde la magia era más densa, y se sumergió hasta la cintura. El agua abrazó su silueta con cariño, elevando su cabello en suaves ondas plateadas.

    ── Hay algo que tengo que contarles… dejaré este lugar para viajar con mi ser amado.

    Un murmullo recorrió el estanque, una vibración dulce y triste a la vez. Las criaturas se acercaron más, formando un círculo protector a su alrededor.

    ── Este edén pasará a ser propiedad de ustedes...

    Continuó, su voz clara.

    ── ... y durará tanto como ustedes lo amen y lo cuiden. Espero que, cuando vuelva, este lugar tenga más vida de la que tiene ahora…

    Cirene extendió las manos y del agua brotaron flores de luz, abriéndose una a una, sembrando el estanque con nuevos colores. La magia se elevó en espirales suaves, como si el mismo mundo respondiera a su deseo.


    ── ¿Lo prometen?

    Las criaturas respondieron a su manera.
    Las hadas alzaron el vuelo, trazando símbolos antiguos en el aire. Los espíritus de agua se entrelazaron, formando una corriente luminosa que rodeó a Cirene en señal de juramento. La tortuga ancestral inclinó lentamente la cabeza, y desde el fondo del estanque surgió un pulso de luz cálida, firme, eterno.

    No hubo palabras, pero la promesa quedó sellada.

    El estanque brilló con más fuerza que nunca, como un corazón latiendo con esperanza, aguardando paciente el día en que Cirene regresara… y encontrara un hogar aún más vivo, aún más amado, de lo que jamás fue.
    Cirene se adentró una última vez en el estanque que había sido su hogar durante siglos, y el agua la recibió como siempre: tibia, luminosa, vivita. Cada paso suyo despertaba círculos de luz que se expandían en la superficie, como si el estanque recordara su nombre. El aire tambien estaba impregnado de magia antigua, con el perfume suave de flores acuáticas que solo florecían bajo la luna y el murmullo constante de un canto invisible de hadas y espirtus buenos. A su llamado, las criaturas comenzaron a emerger; pequeños espíritus de agua asomaron entre los nenúfares, con cuerpos translúcidos y ojitos brillantes como estrellas recién nacidas. Peces alados saltaron en arcos perfectos, dejando estelas de polvo azul en el aire antes de volver al agua. Desde las rocas cubiertas de musgo, salamandras de jade se deslizaron lentamente, calentando el ambiente con su respiración suave, mientras diminutas hadas de pétalos descendían desde los árboles, sus alas tintineando como campanitas de cristal. El estanque entero parecía escuchar: las raíces de los sauces antiguos se estremecieron bajo el agua, y una tortuga colosal cubierta de líquenes luminosos abrió un ojo sabio, reflejando en su pupila siglos de memorias compartidas. Incluso las piedras del fondo, redondeadas por el tiempo, brillaron tenuemente, como si guardaran fragmentos del alma de Cirene. Ella avanzó hasta el centro, donde la magia era más densa, y se sumergió hasta la cintura. El agua abrazó su silueta con cariño, elevando su cabello en suaves ondas plateadas. ── Hay algo que tengo que contarles… dejaré este lugar para viajar con mi ser amado. Un murmullo recorrió el estanque, una vibración dulce y triste a la vez. Las criaturas se acercaron más, formando un círculo protector a su alrededor. ── Este edén pasará a ser propiedad de ustedes... Continuó, su voz clara. ── ... y durará tanto como ustedes lo amen y lo cuiden. Espero que, cuando vuelva, este lugar tenga más vida de la que tiene ahora… Cirene extendió las manos y del agua brotaron flores de luz, abriéndose una a una, sembrando el estanque con nuevos colores. La magia se elevó en espirales suaves, como si el mismo mundo respondiera a su deseo. ── ¿Lo prometen? Las criaturas respondieron a su manera. Las hadas alzaron el vuelo, trazando símbolos antiguos en el aire. Los espíritus de agua se entrelazaron, formando una corriente luminosa que rodeó a Cirene en señal de juramento. La tortuga ancestral inclinó lentamente la cabeza, y desde el fondo del estanque surgió un pulso de luz cálida, firme, eterno. No hubo palabras, pero la promesa quedó sellada. El estanque brilló con más fuerza que nunca, como un corazón latiendo con esperanza, aguardando paciente el día en que Cirene regresara… y encontrara un hogar aún más vivo, aún más amado, de lo que jamás fue.
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  • Una misión con alastor
    Fandom Resident evil y hazbin hotel
    Categoría Romance
    ꧁༒☬𝓐𝓛𝓐𝓢𝓣𝓞𝓡 𝓡𝓔𝓓 𝓓𝓔𝓜𝓞𝓝 𝓞𝓥𝓔𝓡𝓛𝓞𝓡𝓓☬༒꧂

    Mansión Blackthorn — Medianoche

    La lluvia caía como agujas sobre los vitrales de la mansión, deformando la luz en sombras largas y retorcidas. Dentro, la élite demoníaca se reunía para una gala privada, una de esas donde las sonrisas eran tan falsas como las promesas… y donde la sangre podía correr en cualquier momento.
    Entre ellos estaba Alastor, impecable como siempre, sonrisa afilada y ojos encendidos de diversión.
    Y entonces…
    una presencia diferente.
    León cruzó la entrada con paso firme, traje oscuro perfectamente ajustado, mirada atenta, como si cada detalle del lugar fuera una posible amenaza. No estaba allí por placer.
    Tenía una misión.
    Alguien importante estaba atrapado en esa mansión… y debía sacarlo con vida.
    Pero el problema era simple y cruel:
    nadie entraba ni salía de Blackthorn sin una razón social aceptable.
    Una pareja.
    León se acercó a Alastor entre el murmullo de copas y risas vacías. Su voz bajó lo suficiente para que solo él pudiera oírla.

    —Alastor… necesito tu ayuda..

    Por primera vez, León dejó entrever una tensión real en su mirada.

    —Hay alguien aquí que va a morir esta noche si no lo saco de este lugar,Pero para moverme sin levantar sospechas…

    sus ojos se encontraron con los del demonio de la radio

    — …necesito que finjamos ser una pareja.

    El ruido lejano de la orquesta y los murmullos no alcanzaban a cubrir la gravedad de sus palabras..

    —Solo tú podrías hacerlo sin que nadie se atreva a cuestionarlo.

    La mansión parecía cerrarse a su alrededor.La sonrisa de Alastor se ensanchó lentamente, peligrosa y divertida al mismo tiempo.
    [Alastor_rabbit] 🕯️ Mansión Blackthorn — Medianoche La lluvia caía como agujas sobre los vitrales de la mansión, deformando la luz en sombras largas y retorcidas. Dentro, la élite demoníaca se reunía para una gala privada, una de esas donde las sonrisas eran tan falsas como las promesas… y donde la sangre podía correr en cualquier momento. Entre ellos estaba Alastor, impecable como siempre, sonrisa afilada y ojos encendidos de diversión. Y entonces… una presencia diferente. León cruzó la entrada con paso firme, traje oscuro perfectamente ajustado, mirada atenta, como si cada detalle del lugar fuera una posible amenaza. No estaba allí por placer. Tenía una misión. Alguien importante estaba atrapado en esa mansión… y debía sacarlo con vida. Pero el problema era simple y cruel: nadie entraba ni salía de Blackthorn sin una razón social aceptable. Una pareja. León se acercó a Alastor entre el murmullo de copas y risas vacías. Su voz bajó lo suficiente para que solo él pudiera oírla. —Alastor… necesito tu ayuda.. Por primera vez, León dejó entrever una tensión real en su mirada. —Hay alguien aquí que va a morir esta noche si no lo saco de este lugar,Pero para moverme sin levantar sospechas… sus ojos se encontraron con los del demonio de la radio — …necesito que finjamos ser una pareja. El ruido lejano de la orquesta y los murmullos no alcanzaban a cubrir la gravedad de sus palabras.. —Solo tú podrías hacerlo sin que nadie se atreva a cuestionarlo. La mansión parecía cerrarse a su alrededor.La sonrisa de Alastor se ensanchó lentamente, peligrosa y divertida al mismo tiempo.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    5
    Estado
    Disponible
    Me encocora
    3
    26 turnos 0 maullidos
  • Un rayo de esperanza.
    Fandom Marvel/DC
    Categoría Original
    Tan solo había pasado medio año desde que Amadeo había cruzado por aquel portal, algo que había tardado en comprender y se adaptó por un par de semanas. Como era de costumbre intentaba pasar por desapercibido para intentar poder robar algo de comida en algún establecimiento de conveniencia, solo que en ésta ocasión un policía que andaba por el lugar le descubrió en el acto, no dice nada y lo empieza a seguir para no asustarlo. Cuando ve que se mete por un callejón y al apresurarse no ve nada, decide indagar hasta que ve que se mueve algo cerca de los botes de basura, quita aquella sábana y descubre aquel pequeño niño comiendo con hambre aquel sandwich, le sonríe con una calida sonrisa. Amadeo se siente tranquilo y se levanta, sale de la caja y aún tímido sigue comiendo aquél sandwich, preocupado por lo que le pueda pasar.

    Oficial Moore: Hola campeón, no estás en problemas, solo quiero saber como te llamas.

    Dijo con una voz suave.

    —— Amadeo.

    Dice temeroso (+)

    Oficial Moore: ¿Saben tus padres que estás aquí?.

    Al escuchar aquella pregunta le pone muy triste, sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas al recordar que no puede volver con su madre, al ver ésto el oficial Moore, se inca y le da un abrazo intentando consolarlo, Amadeo se limpia las lágrimas y se termina aquel sandwich.

    Oficial Moore: ¿Sabes dónde queda tu casa?.

    Aquel niño niega, sabe que todo es diferente de donde viene.

    —— No, mi mamá... ella...

    El oficial Moore ve que al pequeño niño se le quiebra la voz, así que sospecha la peor situación, se le hace un nudo en el corazón, así que se pone de pie y le toma de la mano.

    Oficial Moore: Lo siento mucho Amadeo, si vienes conmigo te podré ayudar a conseguir en donde quedarte, tendrás una cama calida en donde dormir.

    Con la mejor sonrisa que pudo y su voz calmada le habló al niño, Amadeo por otro lado desvía su mirada la cual era vacía, casi podía ver en sus ojos la inmensa soledad que estaba sufriendo.

    Oficial Moore: ¿Quieres ir primero por un helado?.

    Amadeo se le ve muy afligido y asiente sin poder decir nada. Despues de haberlo llevado a que se comiera aquel helado, el oficial Moore hablo por su radio sobre lo ocurrido, le habían mencionado que no se quedará con el niño pero hizo caso omiso. Así que dijo que lo llevaría al otro día con el servicio de protección infantil y de ahí que lo coloquen en un orfanato.

    Al terminar el turno del oficial Moore, lo lleva a su departamento, le muestra un sofá en donde puede dormir y que al otro día lo llevaría a un lugar donde lo pueden cuidar, Amadeo se siente protegido y agradecido porque alguien se preocupe por él.

    Cuando da la noche y se queda profundamente dormido, vuelve a revivir lo ocurrido gritando y sudando, el oficial Moore va corriendo en su ayuda, lo despierta abrazándolo.

    Oficial Moore: Ya tranquilo, ésta todo bien, solo fue una pesadilla estás a salvo aquí.

    Al día siguiente hace un par de llamadas y lo termina por llevar al servicio de protección infantil, no se separa de Amadeo por ningún motivo, quería hacerse cargo de ver que llegue al orfanato sano y a salvo. Amadeo lo ve a lo lejos y corre para abrazarlo, despidiéndose de aquel oficial que cuidó de él.

    —— ¿Cómo te llamas?

    Oficial Moore: Matthew, pero me puedes decir solo Mats.

    Se aleja aquel niño y se mete en aquel orfanato.
    Tan solo había pasado medio año desde que Amadeo había cruzado por aquel portal, algo que había tardado en comprender y se adaptó por un par de semanas. Como era de costumbre intentaba pasar por desapercibido para intentar poder robar algo de comida en algún establecimiento de conveniencia, solo que en ésta ocasión un policía que andaba por el lugar le descubrió en el acto, no dice nada y lo empieza a seguir para no asustarlo. Cuando ve que se mete por un callejón y al apresurarse no ve nada, decide indagar hasta que ve que se mueve algo cerca de los botes de basura, quita aquella sábana y descubre aquel pequeño niño comiendo con hambre aquel sandwich, le sonríe con una calida sonrisa. Amadeo se siente tranquilo y se levanta, sale de la caja y aún tímido sigue comiendo aquél sandwich, preocupado por lo que le pueda pasar. Oficial Moore: Hola campeón, no estás en problemas, solo quiero saber como te llamas. Dijo con una voz suave. —— Amadeo. Dice temeroso (+) Oficial Moore: ¿Saben tus padres que estás aquí?. Al escuchar aquella pregunta le pone muy triste, sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas al recordar que no puede volver con su madre, al ver ésto el oficial Moore, se inca y le da un abrazo intentando consolarlo, Amadeo se limpia las lágrimas y se termina aquel sandwich. Oficial Moore: ¿Sabes dónde queda tu casa?. Aquel niño niega, sabe que todo es diferente de donde viene. —— No, mi mamá... ella... El oficial Moore ve que al pequeño niño se le quiebra la voz, así que sospecha la peor situación, se le hace un nudo en el corazón, así que se pone de pie y le toma de la mano. Oficial Moore: Lo siento mucho Amadeo, si vienes conmigo te podré ayudar a conseguir en donde quedarte, tendrás una cama calida en donde dormir. Con la mejor sonrisa que pudo y su voz calmada le habló al niño, Amadeo por otro lado desvía su mirada la cual era vacía, casi podía ver en sus ojos la inmensa soledad que estaba sufriendo. Oficial Moore: ¿Quieres ir primero por un helado?. Amadeo se le ve muy afligido y asiente sin poder decir nada. Despues de haberlo llevado a que se comiera aquel helado, el oficial Moore hablo por su radio sobre lo ocurrido, le habían mencionado que no se quedará con el niño pero hizo caso omiso. Así que dijo que lo llevaría al otro día con el servicio de protección infantil y de ahí que lo coloquen en un orfanato. Al terminar el turno del oficial Moore, lo lleva a su departamento, le muestra un sofá en donde puede dormir y que al otro día lo llevaría a un lugar donde lo pueden cuidar, Amadeo se siente protegido y agradecido porque alguien se preocupe por él. Cuando da la noche y se queda profundamente dormido, vuelve a revivir lo ocurrido gritando y sudando, el oficial Moore va corriendo en su ayuda, lo despierta abrazándolo. Oficial Moore: Ya tranquilo, ésta todo bien, solo fue una pesadilla estás a salvo aquí. Al día siguiente hace un par de llamadas y lo termina por llevar al servicio de protección infantil, no se separa de Amadeo por ningún motivo, quería hacerse cargo de ver que llegue al orfanato sano y a salvo. Amadeo lo ve a lo lejos y corre para abrazarlo, despidiéndose de aquel oficial que cuidó de él. —— ¿Cómo te llamas? Oficial Moore: Matthew, pero me puedes decir solo Mats. Se aleja aquel niño y se mete en aquel orfanato.
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