• ᨒ↟↟𓂃 ོ ☼𓂃↟ 𖠰𓂃 ོ𓂃ᨒᨒ↟↟𓂃↟ 𖠰𓂃 𓂃
    Una roca esférica del tamaño de una habitación cae de una gran altura cerca de lo que aparentemente era una llanura descampada donde nadie se encontraba. El sitio se estremece en un leve temblor, la tierra se levanta del suelo de los alrededores y antes de que pueda detectarse con la vista, aquel objeto ya estaba en el aire una vez mas tras rebotar en la lisa superficie del ambiente.

    La roca continúa su trayectoria hasta golpear un gran montículo de tierra. Era peculiar, parecía estar puesto alli aproposito (Y lo estaba). El montículo es derribado por la fuerza del impacto causando, una vez más, un levantamiento en la tierra que está vez se queda en el aire formando una cortina que no dejaba que se colarán los rayos del son cálido matutino.

    Tras ese acontecimiento, se oye una carcajada lejana y en lo alto. Proviene de un reptil gigante, parado sobre un pilar de piedra destacando su presencia como un águila sobrevolando en los aires. No dura mucho en un solo lugar sin embargo, tras acabar su diversión aquel pilar comienza a descender junto el individuo encima de él.

    — Mí puntería se encuentra impecable, como siempre... —Alardea pensando en voz alta y escribiendo en un papel de pergamino lo que decía— Las rocas ahora me pesan mucho. Hoy fueron doscientos metros, mañana serán trescientos, solo necesito volver a acostumbrarme ¿Quien hiba a pensar que lanzar cosas y hacerlas estrellar con otras a lo cavernicola fuera tan divertido? Mí hermano tenía razón todo este tiempo. Solo esperó no haber espantado a alguien. He visto un grupo de aves volar a lo lejos ¿El estruendo no habrá hecho que alguno de los huevos de sus nidos se caigan verdad? ¡No podría dormir tranquilo con ese cargo de conciencia!

    Este al terminar de decir esto se queda pensando mientras relee lo que acababa de escribir. Satisfecho simplemente suspira y enrolla con cuidado el frágil material.

    — Supongo que eso es lo que puedo anotar hoy... Me pregunto si alguien leerá esto algún día ¿Habrá alguien interesado en estas memorias? —Voltea a ver a sus alrededores, la cortina de tierra se había desvanecido—. Que más da, lo que importa es que me ayuda a aclarar la mente.

    #DiarioDelGuardian
    ᨒ↟↟𓂃 ོ ☼𓂃↟ 𖠰𓂃 ོ𓂃ᨒᨒ↟↟𓂃↟ 𖠰𓂃 𓂃 Una roca esférica del tamaño de una habitación cae de una gran altura cerca de lo que aparentemente era una llanura descampada donde nadie se encontraba. El sitio se estremece en un leve temblor, la tierra se levanta del suelo de los alrededores y antes de que pueda detectarse con la vista, aquel objeto ya estaba en el aire una vez mas tras rebotar en la lisa superficie del ambiente. La roca continúa su trayectoria hasta golpear un gran montículo de tierra. Era peculiar, parecía estar puesto alli aproposito (Y lo estaba). El montículo es derribado por la fuerza del impacto causando, una vez más, un levantamiento en la tierra que está vez se queda en el aire formando una cortina que no dejaba que se colarán los rayos del son cálido matutino. Tras ese acontecimiento, se oye una carcajada lejana y en lo alto. Proviene de un reptil gigante, parado sobre un pilar de piedra destacando su presencia como un águila sobrevolando en los aires. No dura mucho en un solo lugar sin embargo, tras acabar su diversión aquel pilar comienza a descender junto el individuo encima de él. — Mí puntería se encuentra impecable, como siempre... —Alardea pensando en voz alta y escribiendo en un papel de pergamino lo que decía— Las rocas ahora me pesan mucho. Hoy fueron doscientos metros, mañana serán trescientos, solo necesito volver a acostumbrarme ¿Quien hiba a pensar que lanzar cosas y hacerlas estrellar con otras a lo cavernicola fuera tan divertido? Mí hermano tenía razón todo este tiempo. Solo esperó no haber espantado a alguien. He visto un grupo de aves volar a lo lejos ¿El estruendo no habrá hecho que alguno de los huevos de sus nidos se caigan verdad? ¡No podría dormir tranquilo con ese cargo de conciencia! Este al terminar de decir esto se queda pensando mientras relee lo que acababa de escribir. Satisfecho simplemente suspira y enrolla con cuidado el frágil material. — Supongo que eso es lo que puedo anotar hoy... Me pregunto si alguien leerá esto algún día ¿Habrá alguien interesado en estas memorias? —Voltea a ver a sus alrededores, la cortina de tierra se había desvanecido—. Que más da, lo que importa es que me ayuda a aclarar la mente. #DiarioDelGuardian
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  • Donde el silencio respira

    Habían pasado dos semanas desde que Akane llegó al pueblito cerca de las montañas de las montañas, un lugar que parecía dormido en el tiempo. Las calles empedradas, las fachadas de tejas antiguas y los geranios colgando de las ventanas componían una calma que rozaba lo irreal. Era como si cada rincón exhalara dulces memorias.

    Ella vivía en un pequeño cuarto alquilado en la casa de una viuda de unos 48 años. La mujer, de manos fuertes y voz pausada, no hacía muchas preguntas; simplemente aceptó la presencia de Akane con una mezcla de curiosidad y respeto. En ese hogar silencioso, Akane encontró algo raro: estabilidad. Los ruidos eran suaves, el reloj parecía caminar más lento, y sus sueños no la despertaban tan bruscamente como antes.

    Paseaba a diario por el pueblo, y aunque su juventud destacaba entre la mayoría de los habitantes mayores, nadie la miraba con recelo. Al contrario, los rostros se iluminaban al verla pasar, le ofrecían frutas del mercado, saludos calurosos, e incluso recuerdos de otros tiempos donde el pueblo no estaba tan lleno de canas.

    Su cuerpo, tras tanto desgaste, mostraba señales de sanación. Ya no tenía que sujetarse del marco de la puerta al levantarse por la mañana. Aun así, algo dentro de ella, aquella llama que había conocido como goblina o como ogresa demonio permanecía dormida. No era ausencia, era espera.

    Su cabello ahora completamente plateado, brillaba con una luz suave, casi lunar, que parecía intensificarse bajo el cielo nocturno. Las ojeras aún teñían su mirada, pero menos profundas, como cicatrices que ya no dolían tanto, aunque no podían olvidarse.

    En este lugar detenido en el tiempo, Akane no buscaba nada. Pero quizás, sin saberlo, comenzaba a encontrar algo.
    Donde el silencio respira Habían pasado dos semanas desde que Akane llegó al pueblito cerca de las montañas de las montañas, un lugar que parecía dormido en el tiempo. Las calles empedradas, las fachadas de tejas antiguas y los geranios colgando de las ventanas componían una calma que rozaba lo irreal. Era como si cada rincón exhalara dulces memorias. Ella vivía en un pequeño cuarto alquilado en la casa de una viuda de unos 48 años. La mujer, de manos fuertes y voz pausada, no hacía muchas preguntas; simplemente aceptó la presencia de Akane con una mezcla de curiosidad y respeto. En ese hogar silencioso, Akane encontró algo raro: estabilidad. Los ruidos eran suaves, el reloj parecía caminar más lento, y sus sueños no la despertaban tan bruscamente como antes. Paseaba a diario por el pueblo, y aunque su juventud destacaba entre la mayoría de los habitantes mayores, nadie la miraba con recelo. Al contrario, los rostros se iluminaban al verla pasar, le ofrecían frutas del mercado, saludos calurosos, e incluso recuerdos de otros tiempos donde el pueblo no estaba tan lleno de canas. Su cuerpo, tras tanto desgaste, mostraba señales de sanación. Ya no tenía que sujetarse del marco de la puerta al levantarse por la mañana. Aun así, algo dentro de ella, aquella llama que había conocido como goblina o como ogresa demonio permanecía dormida. No era ausencia, era espera. Su cabello ahora completamente plateado, brillaba con una luz suave, casi lunar, que parecía intensificarse bajo el cielo nocturno. Las ojeras aún teñían su mirada, pero menos profundas, como cicatrices que ya no dolían tanto, aunque no podían olvidarse. En este lugar detenido en el tiempo, Akane no buscaba nada. Pero quizás, sin saberlo, comenzaba a encontrar algo.
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  • A veces, Ozen recordaba aquel día con una claridad insoportable.

    El cielo estaba tan azul que casi parecía una burla, como si realmente valiera la pena observarlo antes de que perdiera su color.

    Lyza estaba de pie junto a ella, con esa energía desbordante que parecía imposible de apagar y que tan insoportable le parecía a Ozen.

    Simplemente observaban la ciudad, como Ozen solía hacer. El viento agitaba el plumaje del sombrero de Lyza, y ella sonreía como si el mundo entero aún le perteneciera.

    Ozen no dijo nada, siempre era así. Pensó en alzar la voz, pero optó por observar y escuchar, y por esa decisión, ahora, esa escena la perseguía como un castigo.

    No por lo que se dijo, sino por todo lo que no fue dicho.

    Años después, la ciudad seguía allí, tan ruidosa y colorida como siempre, pero a Ozen le parecía hueca, sofocante, ya no había nada que le interesara aquí. No había lugar, ni deber, ni prestigio suficiente para reconstruir lo que su partida había roto.

    Y, sin embargo, debía seguir siendo La Inamovible.

    Debía mantenerse firme, sin grietas, como si esa imagen no la desgarrara por dentro. Como si no sintiera, cada vez que miraba a la ciudad, que algo esencial se había hundido para siempre.

    A veces se preguntaba si fue cobarde. Si debió decirle que no bajara. Que quedarse también era un acto de valentía. Que si alguien la juzgaba, Ozen la protegería.

    Pero no lo hizo.

    Y ahora solo le quedaba ese recuerdo, grabado en el rincón más frágil de su mente.

    Una figura con una pluma al viento. Un cielo abierto que ya no vuelve.

    Y una soledad que nunca se pudo llenar.
    A veces, Ozen recordaba aquel día con una claridad insoportable. El cielo estaba tan azul que casi parecía una burla, como si realmente valiera la pena observarlo antes de que perdiera su color. Lyza estaba de pie junto a ella, con esa energía desbordante que parecía imposible de apagar y que tan insoportable le parecía a Ozen. Simplemente observaban la ciudad, como Ozen solía hacer. El viento agitaba el plumaje del sombrero de Lyza, y ella sonreía como si el mundo entero aún le perteneciera. Ozen no dijo nada, siempre era así. Pensó en alzar la voz, pero optó por observar y escuchar, y por esa decisión, ahora, esa escena la perseguía como un castigo. No por lo que se dijo, sino por todo lo que no fue dicho. Años después, la ciudad seguía allí, tan ruidosa y colorida como siempre, pero a Ozen le parecía hueca, sofocante, ya no había nada que le interesara aquí. No había lugar, ni deber, ni prestigio suficiente para reconstruir lo que su partida había roto. Y, sin embargo, debía seguir siendo La Inamovible. Debía mantenerse firme, sin grietas, como si esa imagen no la desgarrara por dentro. Como si no sintiera, cada vez que miraba a la ciudad, que algo esencial se había hundido para siempre. A veces se preguntaba si fue cobarde. Si debió decirle que no bajara. Que quedarse también era un acto de valentía. Que si alguien la juzgaba, Ozen la protegería. Pero no lo hizo. Y ahora solo le quedaba ese recuerdo, grabado en el rincón más frágil de su mente. Una figura con una pluma al viento. Un cielo abierto que ya no vuelve. Y una soledad que nunca se pudo llenar.
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  • 𝑵𝒂𝒅𝒊𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆 𝒆𝒍 𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒈𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒚𝒐
    Fandom Dungeons anf Dragons
    Categoría Otros
    ㅤㅤㅤᅳ⧽ㅤ𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐀𝐁𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎.ㅤ━

    Si alguien en aquel mundo conocía bien el arte de la guerra era Anraste, apodada "Dama de la Guerra", allá donde había habido un enfrentamiento entre reinos, entre facciones y razas, allí había estado Anraste.

    Pocos eran los que recordaban su cabello rojo como la furia, y sus ojos en llamas como el fuego que se esparce por el campo de batalla, pocos recordaban su fuerza indómita y su voz que empujaba a los guerreros a batallar entre ellos.

    Aquella tarde cuando el anaranjado color del atardecer acariciaba las montañas, una guerra se libraba cerca de Anraste, una facción de guerreros batallaba por alguna razón contra una numerosa compañía de goblins, la pelirroja estaba disfrutando de los movimientos de la guerra de unos y otros, para ella no había "Bandos" solo había algún que otro guerrero que destacaba en la batalla y era lo que más le gustaba, encontrar un guerrero o una guerrera con el suficiente coraje como para ser "indultado" de la muerte, para ser llevado a los salones de la Corte de las Estrellas, y ser presentado como "Heroe de batalla".

    Anraste saltó de la rama del árbol donde estaba subida y entrando en furia tomó su larga espada, sus ojos parecían llamas, tenían el mismo resplandor sinuoso y caprichoso que el fuego de la guerra, su cabello otoñal ondeaba cual estandarte.

    Tras un grito de furia se lanzó a la batalla en busca del Héroe de Guerra que necesitaba,
    ㅤㅤㅤᅳ⧽ㅤ𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐀𝐁𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎.ㅤ━ Si alguien en aquel mundo conocía bien el arte de la guerra era Anraste, apodada "Dama de la Guerra", allá donde había habido un enfrentamiento entre reinos, entre facciones y razas, allí había estado Anraste. Pocos eran los que recordaban su cabello rojo como la furia, y sus ojos en llamas como el fuego que se esparce por el campo de batalla, pocos recordaban su fuerza indómita y su voz que empujaba a los guerreros a batallar entre ellos. Aquella tarde cuando el anaranjado color del atardecer acariciaba las montañas, una guerra se libraba cerca de Anraste, una facción de guerreros batallaba por alguna razón contra una numerosa compañía de goblins, la pelirroja estaba disfrutando de los movimientos de la guerra de unos y otros, para ella no había "Bandos" solo había algún que otro guerrero que destacaba en la batalla y era lo que más le gustaba, encontrar un guerrero o una guerrera con el suficiente coraje como para ser "indultado" de la muerte, para ser llevado a los salones de la Corte de las Estrellas, y ser presentado como "Heroe de batalla". Anraste saltó de la rama del árbol donde estaba subida y entrando en furia tomó su larga espada, sus ojos parecían llamas, tenían el mismo resplandor sinuoso y caprichoso que el fuego de la guerra, su cabello otoñal ondeaba cual estandarte. Tras un grito de furia se lanzó a la batalla en busca del Héroe de Guerra que necesitaba,
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  • "Un Rey de reyes".

    Elevado en su siniestra alborada, inclina su testa a los cielos. Se enamora de sus rostros. Y ahí en ese bosque de espadas y madera recia; esgrime un decorado de estelas, perfumadas por riscos de puentes caídos; allí decanta la espuma de la arena de sus playas.

    Esas cardinales, esas de doncellez inevitable.

    "¿Quién brinda por la esperanza de una voz que se consuela a sí misma con la tétrica música de grillos esbozados en mis labios? Los colmados por el coseno de la reina, elevan cumbres de bordados embelesos.

    Muérdagos y mariposas son un sollozos de sus besos de lana de óxido; ya vasto, ya presente.

    De almas calizas. Sutiles, como tú y como yo.

    Arrepientete de ese río que escuda a los inviolados. Entre espasmos; ese que domina a la majestad de un mar embravecido".

    Canta como si le faltara el aliento, y no hay alma que le escuche, no la hay, no hay ser que no sea más hermosa que el mismísimo silencio.

    Y en el silencio se esboza una balada de ídolos rotos; con los que hace el amor entre improperios. El circo calla al potro de la yesca y el fuego que quema a las almas de sus nocturnas aladas.

    Y susurra; y ese ser declara entre sollozos de piedra.

    "No basta el desastre de la naturaleza;: de rasgos de sesgos inviolables, para batir el duelo de un corazón espinado que clama a gritos por un héroe de máscara y sellos en los brazos.

    Prudente en el hoy, en el ayer y en la mañana".
    "Un Rey de reyes". Elevado en su siniestra alborada, inclina su testa a los cielos. Se enamora de sus rostros. Y ahí en ese bosque de espadas y madera recia; esgrime un decorado de estelas, perfumadas por riscos de puentes caídos; allí decanta la espuma de la arena de sus playas. Esas cardinales, esas de doncellez inevitable. "¿Quién brinda por la esperanza de una voz que se consuela a sí misma con la tétrica música de grillos esbozados en mis labios? Los colmados por el coseno de la reina, elevan cumbres de bordados embelesos. Muérdagos y mariposas son un sollozos de sus besos de lana de óxido; ya vasto, ya presente. De almas calizas. Sutiles, como tú y como yo. Arrepientete de ese río que escuda a los inviolados. Entre espasmos; ese que domina a la majestad de un mar embravecido". Canta como si le faltara el aliento, y no hay alma que le escuche, no la hay, no hay ser que no sea más hermosa que el mismísimo silencio. Y en el silencio se esboza una balada de ídolos rotos; con los que hace el amor entre improperios. El circo calla al potro de la yesca y el fuego que quema a las almas de sus nocturnas aladas. Y susurra; y ese ser declara entre sollozos de piedra. "No basta el desastre de la naturaleza;: de rasgos de sesgos inviolables, para batir el duelo de un corazón espinado que clama a gritos por un héroe de máscara y sellos en los brazos. Prudente en el hoy, en el ayer y en la mañana".
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  • Recuerdo de las 25 noches...

    El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos naranjas y rosados, pero algo en su corazón se sentía gris. Una vez más, la melodía de Angel-Damino sonaba en su mente, como un eco distante, como si las olas también la cantaran en susurros.

    Lia se detuvo, mirando el horizonte. Las palabras de la canción se repetían en su cabeza "Tantas noches, te vi en mis sueños...".
    No podía evitarlo, cada vez que escuchaba esa parte, algo en su pecho se apretaba. La misma sensación de cuando todo parecía tener sentido, pero se rompió por algo que ni ella misma pudo descifrar.
    "Lo intente. De verdad que lo hice..." pensó, mirando el agua moverse en círculos. Había sido un amor que se sintió intenso, pero también fugaz. "Si solo tú hubieras dicho algo…" pensaba mientras un suspiro se escapaba de sus labios.

    La imagen de aquel ser cruzó su mente, tan distante ahora, tan diferente. A veces, Lia se preguntaba si la otra parte realmente lo había intentado o si había tomado el camino más fácil. Sin embargo, algo en ella le decía que tal vez todo había sucedido como debía.

    Y él parecía estar bien, había seguido adelante, sin mostrar rastros de tristeza o arrepentimiento.

    "Tal vez fue lo mejor", se dijo en voz baja, dejando que el sonido de las olas arrastrara sus palabras hacia el mar.

    Lia continuó su caminar por la orilla mojándose la ropa, mientras la canción seguía sonando. Quizás las cosas se habían desmoronado, pero el sol seguía poniéndose, el mar seguía existiendo, y ella también.
    Recuerdo de las 25 noches... El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos naranjas y rosados, pero algo en su corazón se sentía gris. Una vez más, la melodía de Angel-Damino sonaba en su mente, como un eco distante, como si las olas también la cantaran en susurros. Lia se detuvo, mirando el horizonte. Las palabras de la canción se repetían en su cabeza "Tantas noches, te vi en mis sueños...". No podía evitarlo, cada vez que escuchaba esa parte, algo en su pecho se apretaba. La misma sensación de cuando todo parecía tener sentido, pero se rompió por algo que ni ella misma pudo descifrar. "Lo intente. De verdad que lo hice..." pensó, mirando el agua moverse en círculos. Había sido un amor que se sintió intenso, pero también fugaz. "Si solo tú hubieras dicho algo…" pensaba mientras un suspiro se escapaba de sus labios. La imagen de aquel ser cruzó su mente, tan distante ahora, tan diferente. A veces, Lia se preguntaba si la otra parte realmente lo había intentado o si había tomado el camino más fácil. Sin embargo, algo en ella le decía que tal vez todo había sucedido como debía. Y él parecía estar bien, había seguido adelante, sin mostrar rastros de tristeza o arrepentimiento. "Tal vez fue lo mejor", se dijo en voz baja, dejando que el sonido de las olas arrastrara sus palabras hacia el mar. Lia continuó su caminar por la orilla mojándose la ropa, mientras la canción seguía sonando. Quizás las cosas se habían desmoronado, pero el sol seguía poniéndose, el mar seguía existiendo, y ella también.
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  • — Cada vez que lo recuerdo, dudo ¿Tomé la decisión correcta? ¿Acaso debería haber alzado la voz? No lo sé, pero ya no estás para escucharme. —

    — Me pregunto ¿Qué hubiera pasado si te hubiera contado todo?¿Qué habrían pensado todos?¿Qué habrías pensado tú...? —

    — Un pilar. Un escudo. Un muro... Eso soy ¿No?¿Entonces tú qué eras para el resto?¿Debería haberte dicho lo que eras para mi? —

    — En cada suspiro que no dejo salir, hay un recuerdo tuyo, una marca que a día de hoy, no soy capaz de olvidar. Si en el fondo del inframundo estás, espero que tu mensaje me llegue algún día, bajaré sin dudarlo. —

    — Aunque quizás por eso mismo no tratas de hablarme, porque sabes que bajaría ¿Tiene sentido siquiera arrepentirme ahora de esto? —

    — Un pilar, Ozen. Te llaman inamovible por algo... Y aunque no lo entiendan, ya es tarde para cambiar. —
    — Cada vez que lo recuerdo, dudo ¿Tomé la decisión correcta? ¿Acaso debería haber alzado la voz? No lo sé, pero ya no estás para escucharme. — — Me pregunto ¿Qué hubiera pasado si te hubiera contado todo?¿Qué habrían pensado todos?¿Qué habrías pensado tú...? — — Un pilar. Un escudo. Un muro... Eso soy ¿No?¿Entonces tú qué eras para el resto?¿Debería haberte dicho lo que eras para mi? — — En cada suspiro que no dejo salir, hay un recuerdo tuyo, una marca que a día de hoy, no soy capaz de olvidar. Si en el fondo del inframundo estás, espero que tu mensaje me llegue algún día, bajaré sin dudarlo. — — Aunque quizás por eso mismo no tratas de hablarme, porque sabes que bajaría ¿Tiene sentido siquiera arrepentirme ahora de esto? — — Un pilar, Ozen. Te llaman inamovible por algo... Y aunque no lo entiendan, ya es tarde para cambiar. —
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  • La Pesadilla de una Sobreviviente en el Cruel Desierto
    Fandom Crossover
    Categoría Acción
    -La puercoespín se despierta de su sueño se habia quedado dormida dentro de una cueva donde se filtra un poco los rayos solares, baja la vista hacia su cuerpo para tocarse el costado izquierdo con las yemas de sus dedos. Recordaba que tenía una estaca atravesandola pero está intacta salvo que al palpar bien, se puede sentir una gruesa y sobresaliente cicatriz baja el pelaje que la cubre parcialmente pero de pronto, la hembra se pone de pie rapidamente mientras un humano conocido se la acerca con una sonrisa.-

    ??-1: Hola, preciosa. ¿Me recuerdas?.

    -El sujeto alza su escopeta y le dispara en la frente a la puercoespín, haciendola explotar en un charco de sangre. Un fuerte grito se escucha y Flaky, se despierta de golpe. Se levanta rapidamente, tomando del suelo un rifle para salir de la cueva al percatarse que ya es de noche pero es intercepta por otro humano que sostiene una bomba y con una mirada siniestra le dice.-

    ??-2: Boom!.

    -Una bomba es arrojada hacia ella que explota en mil pedazos. Despertando con otro grito desesperado que Flaky toma asiento y sus ojos se abren de par en par al no creer lo que está viviendo.-

    ??-3: Tú me mataste. ¿No lo recuerdas?. Mi amigo sólo quería "divertirse" contigo.

    -Otro sujeto humano conocido con el rostro hinchado y en descomposición está sentado al lado de Flaky que grita aterrada mientras éste vomita gusanos de su boca. Todo el pecho cómo el torso tiene muchas púas rojas empaladas en su cuerpo mientras otra voz conocida de un hombre que aparece enfrente suyo le habla, su mirada está llena de maldad y de deseo a la vez.-

    ??-4: No me gusta que me rechacen, no eres diferente a un perro, Pequeña Rata. Sólo quería divertirme contigo.

    -El sujeto que le hablaba le da un fuerte puñetazo en el rostro de la puercoespín que hace que escupa sangre de su boca bajando la vista a su propio cuerpo que tiene una estaca de una rama seca atravesando el costado izquierda mientras está siendo invadido por hormigas mientras gusanos y más gusanos salen por la boca del sujeto que está descomponiendose y con púas alojadas en su cuerpo. Flaky sólo ve imagenes de golpes, vomitos con gusanos y hormigas... Hormigas con una mirada siniestra, sádica y risueñas que están recorriendo su cuerpo. Hablandole todas al unísono.

    Hormigas: Has vuelto a la vida para tomar venganza. Mátalos, mátalos. Haz justicia por tí mísma.. Eres... Una de nosotras... Ahora.

    -Flaky se reincorpora para escapar del lugar, abandonando la cueva hacia el exterior donde corre sin parar por medio de un desierto hinóspito, viendose cómo si fuera una mujer humana pelirroja. De pronto se detiene y grita gruñendo enfurecida, tomando un cuchillo entre sus manos mientras baja la vista viendo a una hormiga que toma un cuchillo y con violencia lo entierra en el corazón de una rata...-

    AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!.

    -La puercoespín se despierta con un fuerte grito aterrador que se sienta de un golpe, con el corazón muy agitado que siente que es capaz de salirle por la boca, la mirada llena de pavor, sudor en todo su cuerpo que tiembla con fuerza. Por inercia, toma un rifle que tiene a su lado, con la otra mano un cuchillos de caza. Trata de calmarse lo más que puede teniendo la respiración hiperventilada.-

    -La puercoespín se despierta de su sueño se habia quedado dormida dentro de una cueva donde se filtra un poco los rayos solares, baja la vista hacia su cuerpo para tocarse el costado izquierdo con las yemas de sus dedos. Recordaba que tenía una estaca atravesandola pero está intacta salvo que al palpar bien, se puede sentir una gruesa y sobresaliente cicatriz baja el pelaje que la cubre parcialmente pero de pronto, la hembra se pone de pie rapidamente mientras un humano conocido se la acerca con una sonrisa.- ??-1: Hola, preciosa. ¿Me recuerdas?. -El sujeto alza su escopeta y le dispara en la frente a la puercoespín, haciendola explotar en un charco de sangre. Un fuerte grito se escucha y Flaky, se despierta de golpe. Se levanta rapidamente, tomando del suelo un rifle para salir de la cueva al percatarse que ya es de noche pero es intercepta por otro humano que sostiene una bomba y con una mirada siniestra le dice.- ??-2: Boom!. -Una bomba es arrojada hacia ella que explota en mil pedazos. Despertando con otro grito desesperado que Flaky toma asiento y sus ojos se abren de par en par al no creer lo que está viviendo.- ??-3: Tú me mataste. ¿No lo recuerdas?. Mi amigo sólo quería "divertirse" contigo. -Otro sujeto humano conocido con el rostro hinchado y en descomposición está sentado al lado de Flaky que grita aterrada mientras éste vomita gusanos de su boca. Todo el pecho cómo el torso tiene muchas púas rojas empaladas en su cuerpo mientras otra voz conocida de un hombre que aparece enfrente suyo le habla, su mirada está llena de maldad y de deseo a la vez.- ??-4: No me gusta que me rechacen, no eres diferente a un perro, Pequeña Rata. Sólo quería divertirme contigo. -El sujeto que le hablaba le da un fuerte puñetazo en el rostro de la puercoespín que hace que escupa sangre de su boca bajando la vista a su propio cuerpo que tiene una estaca de una rama seca atravesando el costado izquierda mientras está siendo invadido por hormigas mientras gusanos y más gusanos salen por la boca del sujeto que está descomponiendose y con púas alojadas en su cuerpo. Flaky sólo ve imagenes de golpes, vomitos con gusanos y hormigas... Hormigas con una mirada siniestra, sádica y risueñas que están recorriendo su cuerpo. Hablandole todas al unísono. Hormigas: Has vuelto a la vida para tomar venganza. Mátalos, mátalos. Haz justicia por tí mísma.. Eres... Una de nosotras... Ahora. -Flaky se reincorpora para escapar del lugar, abandonando la cueva hacia el exterior donde corre sin parar por medio de un desierto hinóspito, viendose cómo si fuera una mujer humana pelirroja. De pronto se detiene y grita gruñendo enfurecida, tomando un cuchillo entre sus manos mientras baja la vista viendo a una hormiga que toma un cuchillo y con violencia lo entierra en el corazón de una rata...- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!. -La puercoespín se despierta con un fuerte grito aterrador que se sienta de un golpe, con el corazón muy agitado que siente que es capaz de salirle por la boca, la mirada llena de pavor, sudor en todo su cuerpo que tiembla con fuerza. Por inercia, toma un rifle que tiene a su lado, con la otra mano un cuchillos de caza. Trata de calmarse lo más que puede teniendo la respiración hiperventilada.-
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  • ☆Primer Encuentro con Tian Capell Ivanov☆ Hace 3 años
    Fandom OC
    Categoría Original
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba.
    Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real.

    La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas.
    Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando.
    Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia.

    Ese joven era Tian Capell Ivanov.

    Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato.

    Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme:

    —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba?

    Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba. Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real. La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas. Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando. Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia. Ese joven era Tian Capell Ivanov. Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato. Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme: —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba? Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
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  • — Me temo que las mentiras articuladas en tu voz suenan más fuerte, haces que parezca una broma desafortunada toda tu vida. —
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