• — Una foto de buenos días, recién me acabo de despertar y al parecer hoy es un gran y lindo día ¿Alguno estara libre hoy para mi?

    Amelia posteo esto en su cuenta de internet (Instagram) esperando y deseando que alguien quiera pasar el rato con ella.
    — Una foto de buenos días, recién me acabo de despertar y al parecer hoy es un gran y lindo día ¿Alguno estara libre hoy para mi? Amelia posteo esto en su cuenta de internet (Instagram) esperando y deseando que alguien quiera pasar el rato con ella.
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  • Ignorancia, 1 vastago de la desdicha humana desde tiempos inmemorables. Ignorada e arrinconada, ya que su existencia no se considera tan llamativas como la ira, pereza, gula, lujuria,envidia, avaricia u orgullo. Pero puede ser mucho más mortal y peligrosa, siendo una fuerza totalmente devastadora.

    Evitar la ignorancia es uno de las muchas tareas en las que el joven de ojos dorados esta más concentrado, para ello no solo se centra en ser un letrado que devora libros siempre que la oportunidad es meritoria. También aveces busca lugares en donde poder meditar, después de todo es esencial conocer el mundo como conocerse a si mismo, en esta ocasión encontró un desierto. Uno de los lugares más frecuentes para efectuar dicha práctica.


    1 hora en total fue el tiempo que se tomo para serenar su mente y buscar refinar su espíritu, calmando su respiración, tratando de buscar aquello que los sabios han llamado "iluminación", de todas formas no logro conseguir gran cosa. Pero una serie de pensamientos insidiosos dificultarían la tarea, hasta que luego de 3 horas, el joven se levantaría con una pequeña molestia en su rostro.


    ⸻ Vaya fastidio......¿Que sera lo que me falta?


    Observaría su mano derecha antes de levantaría en un repentino movimiento vertical. Comenzando a caminar, aunque no gritara o hiciera movimientos corporales muy exaltados. La arena a su alrededor se agitaba con una fuerza iracunda y violenta, como si desearán partir en pedazos cualquier objeto cercano. De encontrarse un ser vivo en el ambiente, no solo debería tener cuidado de no ser cortado por la arena, si no que de igual manera debería cuidarse de la pesada y ostentosa presión en el ambiente que el aura del joven causaba. Tan poderosa que podría hacer desmayar a los más desprevenidos.


    Una simple muestra del poder de aquel que, por obra de su padre nació bendecido/maldito. Un poder que estaba más en cercanía a un Dios que un hombre, pero una mentalidad que no dejaba de ser humana. Una irrupción en la naturaleza. Una dictomia viviente.
    Ignorancia, 1 vastago de la desdicha humana desde tiempos inmemorables. Ignorada e arrinconada, ya que su existencia no se considera tan llamativas como la ira, pereza, gula, lujuria,envidia, avaricia u orgullo. Pero puede ser mucho más mortal y peligrosa, siendo una fuerza totalmente devastadora. Evitar la ignorancia es uno de las muchas tareas en las que el joven de ojos dorados esta más concentrado, para ello no solo se centra en ser un letrado que devora libros siempre que la oportunidad es meritoria. También aveces busca lugares en donde poder meditar, después de todo es esencial conocer el mundo como conocerse a si mismo, en esta ocasión encontró un desierto. Uno de los lugares más frecuentes para efectuar dicha práctica. 1 hora en total fue el tiempo que se tomo para serenar su mente y buscar refinar su espíritu, calmando su respiración, tratando de buscar aquello que los sabios han llamado "iluminación", de todas formas no logro conseguir gran cosa. Pero una serie de pensamientos insidiosos dificultarían la tarea, hasta que luego de 3 horas, el joven se levantaría con una pequeña molestia en su rostro. ⸻ Vaya fastidio......¿Que sera lo que me falta? Observaría su mano derecha antes de levantaría en un repentino movimiento vertical. Comenzando a caminar, aunque no gritara o hiciera movimientos corporales muy exaltados. La arena a su alrededor se agitaba con una fuerza iracunda y violenta, como si desearán partir en pedazos cualquier objeto cercano. De encontrarse un ser vivo en el ambiente, no solo debería tener cuidado de no ser cortado por la arena, si no que de igual manera debería cuidarse de la pesada y ostentosa presión en el ambiente que el aura del joven causaba. Tan poderosa que podría hacer desmayar a los más desprevenidos. Una simple muestra del poder de aquel que, por obra de su padre nació bendecido/maldito. Un poder que estaba más en cercanía a un Dios que un hombre, pero una mentalidad que no dejaba de ser humana. Una irrupción en la naturaleza. Una dictomia viviente.
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  • //Quién quiera interactuar en la fiesta es bienvenid@ //

    Para muchos "la noche de los muertos" había terminado. Pero para Kazuo y su mundo era algo muy diferente.

    Todo mortal que conocía aquella zona sabía que en las siguientes noches nadie debía ir por el bosque solo, ni tan siquiera debería salir de casa. Los demonios y espíritus tomaban más fuerza en aquellos días, y muchos era protagonistas acciones terribles.

    Sin embargo otros Yōkais aprovechanban aquel fulgor para celebrar. Celebrar su existencia en este mundo y en el más allá. Kazuo también lo hacía, y su templo se llenaba de júbilo las siguientes noches. El sake, la comida y el baile estaban bien servidos. Bienvenido era todo alquel, o aquella, que quisiera disfrutar de corazón. Una vez has cruzado el antiguo Tori, todo tú rencor y tristeza deber quedarse a las puertas. ¿Tú única tarea?; Dejarte llevar.
    //Quién quiera interactuar en la fiesta es bienvenid@ 😸// Para muchos "la noche de los muertos" había terminado. Pero para Kazuo y su mundo era algo muy diferente. Todo mortal que conocía aquella zona sabía que en las siguientes noches nadie debía ir por el bosque solo, ni tan siquiera debería salir de casa. Los demonios y espíritus tomaban más fuerza en aquellos días, y muchos era protagonistas acciones terribles. Sin embargo otros Yōkais aprovechanban aquel fulgor para celebrar. Celebrar su existencia en este mundo y en el más allá. Kazuo también lo hacía, y su templo se llenaba de júbilo las siguientes noches. El sake, la comida y el baile estaban bien servidos. Bienvenido era todo alquel, o aquella, que quisiera disfrutar de corazón. Una vez has cruzado el antiguo Tori, todo tú rencor y tristeza deber quedarse a las puertas. ¿Tú única tarea?; Dejarte llevar.
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  • Tengo mi disfraz preparado para mi noche favorita del año.
    Más tarde empezaré arreglarme y subiré una foto a mi instagram.
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  • — ¡No puede ser, no puede ser, no puede ser! —

    La drámatica chica se había metido de lleno en su serie, el interes romántico del protagonista y él se habían dado su primer beso, junto a una promesa de amor eterno.

    — ¡¡¡Ay nooo!!!, ¿Pero solo la esta engañando para salir de prisión?, ¡Pero que cruél! —

    Si, ella estaba viendo Prisión Break
    — ¡No puede ser, no puede ser, no puede ser! — La drámatica chica se había metido de lleno en su serie, el interes romántico del protagonista y él se habían dado su primer beso, junto a una promesa de amor eterno. — ¡¡¡Ay nooo!!!, ¿Pero solo la esta engañando para salir de prisión?, ¡Pero que cruél! — Si, ella estaba viendo Prisión Break
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  • Mavuika 🔥

    "Eres todo lo que había soñado desde hace mucho, tu vitalidad me contagia y me llena de alegría todos los días. Eres mi adorada Arconte y voy a cuidarte con mi vida."

    Te amo mucho Mavuika
    [pulse_gray_squirrel_559] "Eres todo lo que había soñado desde hace mucho, tu vitalidad me contagia y me llena de alegría todos los días. Eres mi adorada Arconte y voy a cuidarte con mi vida." Te amo mucho Mavuika❤️
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    El gato de apoyo emocional apareciendo en mi inicio :
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  • Carmina se miró al espejo, su reflejo devolviéndole una expresión cansada. Había tenido días mejores, pero hoy decidió que algo debía cambiar, aunque fuera un pequeño gesto. Con unas tijeras en la mano, respiró hondo. "Un fleco nuevo siempre ayuda", se dijo, recordando que eso es lo que hacían en las películas cuando las protagonistas querían un nuevo comienzo.

    Con cuidado, se cortó el fleco, tratando de darle un toque fresco y algo atrevido. Se peinó el cabello hacia abajo, alisándolo con más paciencia de la habitual, soñando con cómo se vería lacio, pulido y brillante, como las chicas que solía admirar en internet.

    Luego, tomó su neceser de maquillaje. "Nada que un poco de color no arregle", pensó, aplicando rubor en sus mejillas y un tono suave en los labios, buscando en esos pequeños gestos algo de consuelo. A medida que se maquillaba, casi pudo sentir el peso de sus preocupaciones aligerarse, aunque fuera por un instante.

    Se miró de nuevo, su nueva versión en el espejo no era radicalmente diferente, pero algo había cambiado en su mirada. Quizá no era solo el fleco o el maquillaje, sino esa pequeña chispa de esperanza, esa promesa de que podía, poco a poco, sentirse mejor.
    Carmina se miró al espejo, su reflejo devolviéndole una expresión cansada. Había tenido días mejores, pero hoy decidió que algo debía cambiar, aunque fuera un pequeño gesto. Con unas tijeras en la mano, respiró hondo. "Un fleco nuevo siempre ayuda", se dijo, recordando que eso es lo que hacían en las películas cuando las protagonistas querían un nuevo comienzo. Con cuidado, se cortó el fleco, tratando de darle un toque fresco y algo atrevido. Se peinó el cabello hacia abajo, alisándolo con más paciencia de la habitual, soñando con cómo se vería lacio, pulido y brillante, como las chicas que solía admirar en internet. Luego, tomó su neceser de maquillaje. "Nada que un poco de color no arregle", pensó, aplicando rubor en sus mejillas y un tono suave en los labios, buscando en esos pequeños gestos algo de consuelo. A medida que se maquillaba, casi pudo sentir el peso de sus preocupaciones aligerarse, aunque fuera por un instante. Se miró de nuevo, su nueva versión en el espejo no era radicalmente diferente, pero algo había cambiado en su mirada. Quizá no era solo el fleco o el maquillaje, sino esa pequeña chispa de esperanza, esa promesa de que podía, poco a poco, sentirse mejor.
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  • *Sin saber cuánto tiempo había pasado desde que me metí en este laberinto infinito, seguía avanzando por aquellos pasillos y habitaciones las cuales solo había locura en ellos… una con relojes que giraban al revés, otra donde las sillas estaban apiladas, como si alguien hubiera intentado escapar y fracaso, otra donde la habitación estaba del revés teniendo los muebles en el techo e incluso en una donde solo había una mesita con una cajita de música que no paraba de sonar una dulce melodía, al menos una de ellas era una sala de descanso donde pude estar tranquilo para descansar y comer algo en una máquina expendedora que había, aunque ¿serviría de algo por estar dentro de mi mente? ¿si dejaba de pensar en el cansancio y el hambre se esfumarían?, no quería darle vueltas al asunto así que me dispuse a seguir con la caminata, las paredes de los pasillos por los que pasaba iban cambiando poco a poco siendo estos de papel arrugado con palabras plasmadas los cuales eran fragmentos de mis pensamientos más profundos, ideas que nunca había completado, sueños que había dejado de lado.

    La lógica se desvanecía; era como si mi mente hubiera construido este laberinto para algo y no sabía para que, era un lugar donde cada esquina escondía un nuevo dilema, a medida que avanzaba comencé a escuchar ecos de risas y llantos, voces conocidas que parecían llamarme. Eran los recuerdos de la infancia, de amigos y momentos felices, pero se desvanecían tan rápido como aparecían, finalmente llegue a una habitación que parecía familiar: un pequeño estudio con una ventana que daba a un paisaje deslumbrante, pero al acercarme, la ventana se desvaneció, estando frente a una pared en blanco. “¿Por qué no puedo salir de aquí?”…

    Desesperado, me senté en el suelo, rodeado de sombras. Fue entonces cuando note algo brillante en el suelo frente a mí. Una llave dorada, la tomé, sintiendo su calor y su peso, y en ese instante comprendí que no estaba completamente atrapado. Con renovada determinación, me levanté y comencé a explorar nuevamente. La llave parecía guiarme, conduciéndome de habitación en habitación, cada vez más cerca de la salida. Pero no todo sería tan fácil, ya que una sombra terrorífica a la lejanía rompiendo bombillas de pasillos y habitaciones dejando todo a oscuras se aceraba rápidamente, en ese instante eche a correr como cuando en una película de terror el monstruo persigue al protagonista.

    Finalmente gracias a la llave que me guiaba encontré la puerta donde encajaba pero por los nervios me costaba acertar para introducir la llave, en el último momento cuando aquella sombra estaba a punto de alcanzarme abrí la puerta revelando un pasillo iluminado que llevaba hacia la luz y salte dentro, tras unos momentos de silencio sentí una brisa fresca en mi rostro y la calidez del sol en la piel… por fin había salido de aquel laberinto, fuese lo que fuese esa entidad seguro que era lo que estaba causando que mis poderes estuvieran tan descontrolados y que mi mente estuviera así, nunca pensé que echaría tanto de menos el césped, el cielo, los árboles, etc... ya que creía que nunca saldría de allí, al menos todo seguía igual.

    O eso pensaba ya que en los días que estuve en “letargo” todo a mi alrededor en x metros se había glitcheado e incluso trayendo criaturas monstruosas de otros planos, pero por suerte una vez volví se restauró todo a la normalidad, suspirando aliviado me puse en pie para volver a casa aunque lo extraño era que aquella música de la cajita se me había quedado grabada en la cabeza.*
    https://www.youtube.com/watch?v=bY_EvbARc5Y
    *Sin saber cuánto tiempo había pasado desde que me metí en este laberinto infinito, seguía avanzando por aquellos pasillos y habitaciones las cuales solo había locura en ellos… una con relojes que giraban al revés, otra donde las sillas estaban apiladas, como si alguien hubiera intentado escapar y fracaso, otra donde la habitación estaba del revés teniendo los muebles en el techo e incluso en una donde solo había una mesita con una cajita de música que no paraba de sonar una dulce melodía, al menos una de ellas era una sala de descanso donde pude estar tranquilo para descansar y comer algo en una máquina expendedora que había, aunque ¿serviría de algo por estar dentro de mi mente? ¿si dejaba de pensar en el cansancio y el hambre se esfumarían?, no quería darle vueltas al asunto así que me dispuse a seguir con la caminata, las paredes de los pasillos por los que pasaba iban cambiando poco a poco siendo estos de papel arrugado con palabras plasmadas los cuales eran fragmentos de mis pensamientos más profundos, ideas que nunca había completado, sueños que había dejado de lado. La lógica se desvanecía; era como si mi mente hubiera construido este laberinto para algo y no sabía para que, era un lugar donde cada esquina escondía un nuevo dilema, a medida que avanzaba comencé a escuchar ecos de risas y llantos, voces conocidas que parecían llamarme. Eran los recuerdos de la infancia, de amigos y momentos felices, pero se desvanecían tan rápido como aparecían, finalmente llegue a una habitación que parecía familiar: un pequeño estudio con una ventana que daba a un paisaje deslumbrante, pero al acercarme, la ventana se desvaneció, estando frente a una pared en blanco. “¿Por qué no puedo salir de aquí?”… Desesperado, me senté en el suelo, rodeado de sombras. Fue entonces cuando note algo brillante en el suelo frente a mí. Una llave dorada, la tomé, sintiendo su calor y su peso, y en ese instante comprendí que no estaba completamente atrapado. Con renovada determinación, me levanté y comencé a explorar nuevamente. La llave parecía guiarme, conduciéndome de habitación en habitación, cada vez más cerca de la salida. Pero no todo sería tan fácil, ya que una sombra terrorífica a la lejanía rompiendo bombillas de pasillos y habitaciones dejando todo a oscuras se aceraba rápidamente, en ese instante eche a correr como cuando en una película de terror el monstruo persigue al protagonista. Finalmente gracias a la llave que me guiaba encontré la puerta donde encajaba pero por los nervios me costaba acertar para introducir la llave, en el último momento cuando aquella sombra estaba a punto de alcanzarme abrí la puerta revelando un pasillo iluminado que llevaba hacia la luz y salte dentro, tras unos momentos de silencio sentí una brisa fresca en mi rostro y la calidez del sol en la piel… por fin había salido de aquel laberinto, fuese lo que fuese esa entidad seguro que era lo que estaba causando que mis poderes estuvieran tan descontrolados y que mi mente estuviera así, nunca pensé que echaría tanto de menos el césped, el cielo, los árboles, etc... ya que creía que nunca saldría de allí, al menos todo seguía igual. O eso pensaba ya que en los días que estuve en “letargo” todo a mi alrededor en x metros se había glitcheado e incluso trayendo criaturas monstruosas de otros planos, pero por suerte una vez volví se restauró todo a la normalidad, suspirando aliviado me puse en pie para volver a casa aunque lo extraño era que aquella música de la cajita se me había quedado grabada en la cabeza.* https://www.youtube.com/watch?v=bY_EvbARc5Y
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  • ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪

    ⠀⠀⠀ ᴄᴀɴᴄɪóɴ ᴅᴇ ɢᴜᴇʀʀᴀ ꜱᴀɴɢʀɪᴇɴᴛᴀ

    El día de la insurrección había finalmente llegado. Miles de hombres, como bestias enjauladas, esperaban la hora de la batalla.

    En el aire se palpaba la tensión; los escuadrones alzaban el estandarte de la Llama de Sangre, símbolo de su reivindicación. Cada batallón había recibido instrucciones claras y precisas de Elizabeth, la comandante y estratega marcial, cuyas decisiones eran la brújula que guiaba a sus hombres hacia la victoria o la muerte.
    Los campamentos de marcha estaban asegurados por fortificaciones robustas, cada unidad posicionada con una segunda y hasta tercera línea de reservas, dispuestas para responder a cualquier cambio en el curso de los acontecimientos. La meticulosidad con la que Elizabeth había organizado su ejército era digna de admiración; ella no solo planeaba cada asalto, sino que también anticipaba las maniobras del enemigo.

    Gedler, el Capitán de los pueblos y comarcas del Norte, lideraba el primer séquito. Sus gritos guturales, impregnados de sed de sangre, resonaban como rugidos de un león, instando a sus hombres a desplegarse en dos y tres líneas de infantería. Su táctica era astuta, apoyándose en reservas abundantes que relevaban a las unidades del frente tan pronto como empezaban a ceder. A los flancos, el peso del combate recaía en la infantería ligera y la caballería auxiliar, quienes rodeaban al enemigo con agilidad y precisión, protegiendo a los legionarios en el centro del campo de batalla.

    Desde allí, Elizabeth dirigía cada movimiento, inmersa en la vorágine del combate cuerpo a cuerpo. Excalibur, su espada legendaria, brillaba con una luz propia mientras cortaba el aire. Con cada roce liquidaba a sus oponentes, dejando tras de sí una estela de cuerpos caídos. Intercalaba sus ataques con dardos de fuego que disparaba a los enemigos a mayor distancia, su puntería implacable. Era de esperar que alguien en su posición montara a caballo, pero para ella, esa idea era un desliz; su fuerte era el ataque a corta distancia, donde podía sentir el pulso de la batalla, donde cada vida arrebatada resonaba con fuerza en su interior.
    La lucha duró dos largos días, un amplio periodo en el que el valle se iba tiñendo de un manto rojo de sangre, un sinfín de almas perdidas bajo los crueles designios de la guerra. Cada guerrero, exhausto, daba lo mejor de sí para lograr la victoria. Aunque el ejército del reino era feroz y estaba bien entrenado, poco a poco empezaba a ceder terreno. Detrás de su fortaleza inicial, comenzaban a mostrar signos de descomposición.

    A medida que Elizabeth avanzaba colina arriba, su determinación ardía con más fuerza. Se acercaba a los cabecillas responsables de tan detestables actos, sus aliados: Cohner y Kingwolf. Ambos, cubriéndole la retaguardia, demostraban la fuerza de sus lazos forjados en la lucha. La promesa de luchar codo a codo se cumplía con fervor.
    En la madrugada del segundo día, el número de soldados de ambos bandos había descendido drásticamente. Los gobernantes, en su arrogancia, habían quedado desprotegidos, expuestos ante la furia del ejército insurgente. Elizabeth, con el escuadrón que avanzaba tras de ella, se acercaba furiosa, ansiosa por degollar las cabezas que tanto sufrimiento habían sembrado en las tierras que amaba. La pelirroja, con los ojos inyectados de sangre, desplegaba fuego y azotes con su arma, dando muerte a dos de ellos en un abrir y cerrar de ojos. El tercero, presa del pánico, escapó colina abajo, desapareciendo entre la bruma del caos.
    A medida que el ocaso se cernía sobre el valle, sus sombras se prolongaban entre los miles de cuerpos tendidos a lo largo del campo como un campo florido marchito. Elizabeth, aún con la respiración agitada, se sentó en el suelo cubierto de tierra y sangre. En su mano, una ocarina resplandecía tenuemente. Comenzó a entonar una melodía, sus notas flotando en el aire pesado por el intenso olor a muerte y hierro. Entre las notas, susurraba la justicia alcanzada, aunque a un gran precio.

    Muchas almas partieron en el proceso, y el eco de su sacrificio resonaría por generaciones. Era un canto de victoria, pero también de luto; una celebración de la libertad, en medio del lamento por los caídos. Al final, en la encrucijada de gloria y dolor, Elizabeth encontró el verdadero significado de la guerra: una balanza en la que la justicia nunca se inclinaría por completo, siempre cargada de un peso insoportable.

    Este peso que asediaba en la conciencia de Liz le hacía desear la paz que contradictoriamente ella misma había espantado, la dulce melodía de la Ocarina la llevaban lejos al único lugar donde realmente había encontrado refugio para su alma atormentada: un monte entre las montañas y dos lumbreras color zafiro… Era tiempo de volver

    ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪ ⠀⠀⠀ ᴄᴀɴᴄɪóɴ ᴅᴇ ɢᴜᴇʀʀᴀ ꜱᴀɴɢʀɪᴇɴᴛᴀ El día de la insurrección había finalmente llegado. Miles de hombres, como bestias enjauladas, esperaban la hora de la batalla. En el aire se palpaba la tensión; los escuadrones alzaban el estandarte de la Llama de Sangre, símbolo de su reivindicación. Cada batallón había recibido instrucciones claras y precisas de Elizabeth, la comandante y estratega marcial, cuyas decisiones eran la brújula que guiaba a sus hombres hacia la victoria o la muerte. Los campamentos de marcha estaban asegurados por fortificaciones robustas, cada unidad posicionada con una segunda y hasta tercera línea de reservas, dispuestas para responder a cualquier cambio en el curso de los acontecimientos. La meticulosidad con la que Elizabeth había organizado su ejército era digna de admiración; ella no solo planeaba cada asalto, sino que también anticipaba las maniobras del enemigo. Gedler, el Capitán de los pueblos y comarcas del Norte, lideraba el primer séquito. Sus gritos guturales, impregnados de sed de sangre, resonaban como rugidos de un león, instando a sus hombres a desplegarse en dos y tres líneas de infantería. Su táctica era astuta, apoyándose en reservas abundantes que relevaban a las unidades del frente tan pronto como empezaban a ceder. A los flancos, el peso del combate recaía en la infantería ligera y la caballería auxiliar, quienes rodeaban al enemigo con agilidad y precisión, protegiendo a los legionarios en el centro del campo de batalla. Desde allí, Elizabeth dirigía cada movimiento, inmersa en la vorágine del combate cuerpo a cuerpo. Excalibur, su espada legendaria, brillaba con una luz propia mientras cortaba el aire. Con cada roce liquidaba a sus oponentes, dejando tras de sí una estela de cuerpos caídos. Intercalaba sus ataques con dardos de fuego que disparaba a los enemigos a mayor distancia, su puntería implacable. Era de esperar que alguien en su posición montara a caballo, pero para ella, esa idea era un desliz; su fuerte era el ataque a corta distancia, donde podía sentir el pulso de la batalla, donde cada vida arrebatada resonaba con fuerza en su interior. La lucha duró dos largos días, un amplio periodo en el que el valle se iba tiñendo de un manto rojo de sangre, un sinfín de almas perdidas bajo los crueles designios de la guerra. Cada guerrero, exhausto, daba lo mejor de sí para lograr la victoria. Aunque el ejército del reino era feroz y estaba bien entrenado, poco a poco empezaba a ceder terreno. Detrás de su fortaleza inicial, comenzaban a mostrar signos de descomposición. A medida que Elizabeth avanzaba colina arriba, su determinación ardía con más fuerza. Se acercaba a los cabecillas responsables de tan detestables actos, sus aliados: Cohner y Kingwolf. Ambos, cubriéndole la retaguardia, demostraban la fuerza de sus lazos forjados en la lucha. La promesa de luchar codo a codo se cumplía con fervor. En la madrugada del segundo día, el número de soldados de ambos bandos había descendido drásticamente. Los gobernantes, en su arrogancia, habían quedado desprotegidos, expuestos ante la furia del ejército insurgente. Elizabeth, con el escuadrón que avanzaba tras de ella, se acercaba furiosa, ansiosa por degollar las cabezas que tanto sufrimiento habían sembrado en las tierras que amaba. La pelirroja, con los ojos inyectados de sangre, desplegaba fuego y azotes con su arma, dando muerte a dos de ellos en un abrir y cerrar de ojos. El tercero, presa del pánico, escapó colina abajo, desapareciendo entre la bruma del caos. A medida que el ocaso se cernía sobre el valle, sus sombras se prolongaban entre los miles de cuerpos tendidos a lo largo del campo como un campo florido marchito. Elizabeth, aún con la respiración agitada, se sentó en el suelo cubierto de tierra y sangre. En su mano, una ocarina resplandecía tenuemente. Comenzó a entonar una melodía, sus notas flotando en el aire pesado por el intenso olor a muerte y hierro. Entre las notas, susurraba la justicia alcanzada, aunque a un gran precio. Muchas almas partieron en el proceso, y el eco de su sacrificio resonaría por generaciones. Era un canto de victoria, pero también de luto; una celebración de la libertad, en medio del lamento por los caídos. Al final, en la encrucijada de gloria y dolor, Elizabeth encontró el verdadero significado de la guerra: una balanza en la que la justicia nunca se inclinaría por completo, siempre cargada de un peso insoportable. Este peso que asediaba en la conciencia de Liz le hacía desear la paz que contradictoriamente ella misma había espantado, la dulce melodía de la Ocarina la llevaban lejos al único lugar donde realmente había encontrado refugio para su alma atormentada: un monte entre las montañas y dos lumbreras color zafiro… Era tiempo de volver
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