• — Debo estar loca. —

    La castaña se encontraba sentada en una de las bancas de la parada de autobús, golpeando su cabeza llevándola hacía atrás contra la vitrina que se encontraba detrás de ella.

    — Akemi, ¿por qué tuviste que rechazar ese papel? —

    Ahora estaba muy arrepentida por no aceptar el papel de la mejor amiga de la protagonista. Pero es que en ese momento lo rechazó por orgullosa, porque la protagonista sería su nemesis. Su enemiga. Su ex mejor amiga.

    — ¡Ah! —

    Gritó, asujetando su cabeza con sus dos manos, desesperada. Despeinando por completo su cabello. Es que era una oportunidad única y lo rechazó por orgullo, por su maldito orgullo. Ahora comenzó a reirse sola.
    — Debo estar loca. — La castaña se encontraba sentada en una de las bancas de la parada de autobús, golpeando su cabeza llevándola hacía atrás contra la vitrina que se encontraba detrás de ella. — Akemi, ¿por qué tuviste que rechazar ese papel? — Ahora estaba muy arrepentida por no aceptar el papel de la mejor amiga de la protagonista. Pero es que en ese momento lo rechazó por orgullosa, porque la protagonista sería su nemesis. Su enemiga. Su ex mejor amiga. — ¡Ah! — Gritó, asujetando su cabeza con sus dos manos, desesperada. Despeinando por completo su cabello. Es que era una oportunidad única y lo rechazó por orgullo, por su maldito orgullo. Ahora comenzó a reirse sola.
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    @Bry.Ivanova: El trabajo me está volviendo un poco loca🥹🫠.
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  • 緊急室へ/ Una visita inesperada, pt. 1

    —¡Viernes!
    Soltó un suspiro como si con eso se quitara de encima toda la carga que había tenido durante la semana y sonrió para sí. El aire en la noche era frío, típico de esa época del año pero eso no impedía que las personas salieran a disfrutar el inicio del fin de semana... incluido él, claro.

    Esa noche había decidido ir al distrito de Shibuya, famoso por su vida nocturna y la infinidad de lugares para visitar. Como lo había notado antes, las calles estaban llenas de gente, había música y ruido por todas partes y esa energía se le contagiaba. Por su parte su plan era comer algo rico y tomarse un par de tragos... "Un plan tranquilo" pensó para sí.

    La noche avanzó.
    Efectivamente comió hasta más no poder y decidió pedir un trago, luego otro y otro más, ¿por qué no? Pronto, las botellas solo iban y venían. Después de varias rondas de sake mezclado con cócteles (podía jurar que en algún momento también hubo whiskey) todo se volvió risas, luces y, quién sabe cómo, brindis con desconocidos, si algo tenía él era la facilidad de hacer amigos en cualquier lado... bueno, su cara también era reconocida, no lo podía negar.
    En algún punto escuchó a alguien hablar de un karaoke... y así fue. Como buen ciudadano japonés terminaron en el segundo piso de un bar karaoke, cantando y coreando las letras de canciones viejas entre luces neones y bocinas a todo volumen que resultarían molestas para todos menos para un borracho.
    Y sí, esa era la noche tranquila que había planeado para él.
    緊急室へ/ Una visita inesperada, pt. 1 —¡Viernes! Soltó un suspiro como si con eso se quitara de encima toda la carga que había tenido durante la semana y sonrió para sí. El aire en la noche era frío, típico de esa época del año pero eso no impedía que las personas salieran a disfrutar el inicio del fin de semana... incluido él, claro. Esa noche había decidido ir al distrito de Shibuya, famoso por su vida nocturna y la infinidad de lugares para visitar. Como lo había notado antes, las calles estaban llenas de gente, había música y ruido por todas partes y esa energía se le contagiaba. Por su parte su plan era comer algo rico y tomarse un par de tragos... "Un plan tranquilo" pensó para sí. La noche avanzó. Efectivamente comió hasta más no poder y decidió pedir un trago, luego otro y otro más, ¿por qué no? Pronto, las botellas solo iban y venían. Después de varias rondas de sake mezclado con cócteles (podía jurar que en algún momento también hubo whiskey) todo se volvió risas, luces y, quién sabe cómo, brindis con desconocidos, si algo tenía él era la facilidad de hacer amigos en cualquier lado... bueno, su cara también era reconocida, no lo podía negar. En algún punto escuchó a alguien hablar de un karaoke... y así fue. Como buen ciudadano japonés terminaron en el segundo piso de un bar karaoke, cantando y coreando las letras de canciones viejas entre luces neones y bocinas a todo volumen que resultarían molestas para todos menos para un borracho. Y sí, esa era la noche tranquila que había planeado para él.
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  • — Me gusta que seas así, en serio, no creas que solo porque tenga mi cara de esta manera sea porque me molestas. Haces que el mundo sea un lugar menos deprimente. Sonríe tanto como puedas, y contagia tu optimismo.
    — Me gusta que seas así, en serio, no creas que solo porque tenga mi cara de esta manera sea porque me molestas. Haces que el mundo sea un lugar menos deprimente. Sonríe tanto como puedas, y contagia tu optimismo.
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  • — ¿Qué se sentirá enamorase de un sacerdote?

    Susurra despacio mientras ve en la tele una novela sobre una mujer de alta sociedad, que renunció a todo para dedicarse a la prostitución que le atrae un seminarista sólo porque una adivina se lo dijo. El joven también parece que le atrae aquella atractiva mujer, pero por su condición de hombre de fe no puede ceder a la tentación. Ella se obsesiona un poco con él, no lo puede evitar. El chico se auto impone castigos para recordarse que no debe caer ante la belleza arrebatadora de la protagonista.

    Termina de ver un capítulo, para ponerse de pie caminando hacia la alacena. Agarra un envase con mermelada de fresa y unos palitos de vainilla para empezar a comer estos con descuido; haciendo que la mermelada se le resbale por la boca, imaginando una posible relación con un curita.

    #Picasso
    — ¿Qué se sentirá enamorase de un sacerdote? Susurra despacio mientras ve en la tele una novela sobre una mujer de alta sociedad, que renunció a todo para dedicarse a la prostitución que le atrae un seminarista sólo porque una adivina se lo dijo. El joven también parece que le atrae aquella atractiva mujer, pero por su condición de hombre de fe no puede ceder a la tentación. Ella se obsesiona un poco con él, no lo puede evitar. El chico se auto impone castigos para recordarse que no debe caer ante la belleza arrebatadora de la protagonista. Termina de ver un capítulo, para ponerse de pie caminando hacia la alacena. Agarra un envase con mermelada de fresa y unos palitos de vainilla para empezar a comer estos con descuido; haciendo que la mermelada se le resbale por la boca, imaginando una posible relación con un curita. #Picasso
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    ⠀⠀⠀❛⠀⠀Instagram⠀♡⠀⠀HanaT001
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    ૮ ྀི ◞ ◟ ა Sweet Cupid!

    Un adelanto de la sesión de fotos de la semana pasada, Hana está feliz de haber usado ese vestido de cupido, fue una sesión bastante divertida, no deberían perderse el siguiente número de la revista. Por allí estaré subiendo la portada.

    ⠀⠀⠀⠀◌⠀⠀⠀⠀⠀ᛝ⠀⠀ ⠀⠀Like 8550 coment 9535 vistas 8890

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    @Bry.Ivanova: La noche me susurra secretos que el día nunca entendería. .
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  • Happy Valentine's Day to everyone 🫶🏽

    -Subió aquella fotografía a su Instagram, luego de un día cansado, el único regalo sincero que había recibido fue de su mejor amigo.-
    Happy Valentine's Day to everyone 🫶🏽✨ -Subió aquella fotografía a su Instagram, luego de un día cansado, el único regalo sincero que había recibido fue de su mejor amigo.-
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    Me entristece
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  • Ah... San Valentín. Dicen que el amor está en el aire... espero que no sea contagioso.
    Ah... San Valentín. Dicen que el amor está en el aire... espero que no sea contagioso.
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  • Poppy Davies apoyó la cabeza contra la ventanilla del Impala y dejó escapar un pequeño bostezo.

    — Recuérdame otra vez por qué estoy siendo "𝘰𝘣𝘭𝘪𝘨𝘢𝘥𝘢" a esto… —murmuró, cruzando los brazos con expresión de fastidio.

    DEAN WINCHESTER, al volante, giró la cabeza hacia ella con una sonrisa burlona.

    — Porque necesitamos salir, socializar, vivir un poco.

    — ¿Y tu idea de "vivir un poco" es ir a un partido de baloncesto?

    Dean puso los ojos en blanco.

    — Oh, vamos, Pops. No es una cacería, no hay fantasmas, vampiros ni demonios. Solo un estadio, cerveza fría y un montón de tipos lanzando una pelota. Un descanso de lo sobrenatural.

    Poppy ladeó la cabeza hacia él, claramente poco convencida.

    — La última vez que dijiste "un descanso de lo sobrenatural", terminamos atrapados en un cine encantado con un espíritu obsesionado con las películas de los años 50.

    Dean soltó una carcajada.

    — Bueno, técnicamente, eso no fue mi culpa.

    — Ajá, claro —resopló ella, mirando por la ventana—. Solo digo que si algo raro pasa en este partido, te lo restregaré en la cara.

    — Lo acepto —dijo Dean con un encogimiento de hombros—, pero relájate, princesa. Hoy solo vamos a disfrutar. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo normal?

    Poppy parpadeó, dándose cuenta de que no tenía una respuesta inmediata. Con una mueca resignada, dejó escapar otro pequeño bostezo y apoyó la mejilla en la palma de su mano.

    — Está bien, pero si esto se vuelve aburrido, quiero comida gratis.

    Dean sonrió con suficiencia.

    —Trato hecho. Pero te advierto, Pomerania… después de esta noche, puede que hasta te guste el baloncesto.

    Ella arqueó una ceja, pero la sonrisa que intentó ocultar traicionó su desinterés fingido. Mientras el Impala rugía por la carretera, Poppy solo podía esperar que, por una vez, Dean tuviera razón y esto fuera solo un partido.

    El estadio estaba abarrotado, las luces brillaban intensamente sobre la cancha de madera pulida y el bullicio de la multitud hacía que Poppy se sintiera fuera de lugar. Se ajustó la chaqueta y miró a su alrededor con expresión de escepticismo mientras Dean, emocionado como un niño en Navidad, la guiaba hasta sus asientos de pista.

    — Mira esto, Pops. Asientos perfectos, buena vista de la cancha y, lo mejor de todo… —Dean se giró con una sonrisa orgullosa y levantó dos vasos de cerveza—. La magia del baloncesto servida fría.

    Poppy tomó el suyo con un gesto resignado, dando un sorbo mientras observaba a los jugadores calentando.

    —Bien, estamos aquí. Ahora dime, ¿cuál es el plan? ¿Solo gritamos cada vez que alguien lanza el balón o hay una ciencia detrás de esto?

    Dean se rió y sacudió la cabeza.

    — No te preocupes, lo entenderás cuando el juego empiece. Solo siéntelo, Davies. La emoción, la tensión, el drama… —Hizo un gesto amplio con los brazos—. Es como una cacería, pero sin la parte de morir.

    Ella lo miró de reojo, divertida.

    — ¿Seguro? Porque esa multitud parece dispuesta a matar si su equipo pierde.

    Justo en ese momento, el sonido ensordecedor de la bocina hizo temblar el estadio, marcando el inicio del partido. La multitud rugió, Dean se puso de pie de un salto y Poppy se encogió ligeramente, aún tratando de entender qué demonios hacía allí.

    A medida que los minutos avanzaban, Poppy no podía evitar notar lo inmerso que estaba Dean. Gritaba, aplaudía, maldecía cuando el árbitro pitaba algo que no le gustaba, e incluso saltó cuando su equipo encestó un triple espectacular.

    —¡¿Has visto eso, Pomerania?! —exclamó, dándole un codazo amistoso.

    Ella parpadeó y se encogió de hombros.

    —Sí, alguien ha metido una pelota en un aro. Impactante.

    Dean soltó una carcajada y sacudió la cabeza.

    —Eres un caso perdido.

    Pero lo cierto era que, aunque no lo admitiera, Poppy empezaba a disfrutar el ambiente. Había una energía contagiosa en todo aquello, en la pasión de la gente y en la forma en que Dean se dejaba llevar por la emoción. Se sorprendió a sí misma inclinándose un poco hacia adelante cuando el marcador se puso parejo.
    Sabia que Dean vería a través de su desinterés fingido, y la encontraría ligeramente interesada, pero era algo que jamás aceptaría en voz alta.
    Poppy Davies apoyó la cabeza contra la ventanilla del Impala y dejó escapar un pequeño bostezo. — Recuérdame otra vez por qué estoy siendo "𝘰𝘣𝘭𝘪𝘨𝘢𝘥𝘢" a esto… —murmuró, cruzando los brazos con expresión de fastidio. [thxsoldier], al volante, giró la cabeza hacia ella con una sonrisa burlona. — Porque necesitamos salir, socializar, vivir un poco. — ¿Y tu idea de "vivir un poco" es ir a un partido de baloncesto? Dean puso los ojos en blanco. — Oh, vamos, Pops. No es una cacería, no hay fantasmas, vampiros ni demonios. Solo un estadio, cerveza fría y un montón de tipos lanzando una pelota. Un descanso de lo sobrenatural. Poppy ladeó la cabeza hacia él, claramente poco convencida. — La última vez que dijiste "un descanso de lo sobrenatural", terminamos atrapados en un cine encantado con un espíritu obsesionado con las películas de los años 50. Dean soltó una carcajada. — Bueno, técnicamente, eso no fue mi culpa. — Ajá, claro —resopló ella, mirando por la ventana—. Solo digo que si algo raro pasa en este partido, te lo restregaré en la cara. — Lo acepto —dijo Dean con un encogimiento de hombros—, pero relájate, princesa. Hoy solo vamos a disfrutar. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo normal? Poppy parpadeó, dándose cuenta de que no tenía una respuesta inmediata. Con una mueca resignada, dejó escapar otro pequeño bostezo y apoyó la mejilla en la palma de su mano. — Está bien, pero si esto se vuelve aburrido, quiero comida gratis. Dean sonrió con suficiencia. —Trato hecho. Pero te advierto, Pomerania… después de esta noche, puede que hasta te guste el baloncesto. Ella arqueó una ceja, pero la sonrisa que intentó ocultar traicionó su desinterés fingido. Mientras el Impala rugía por la carretera, Poppy solo podía esperar que, por una vez, Dean tuviera razón y esto fuera solo un partido. El estadio estaba abarrotado, las luces brillaban intensamente sobre la cancha de madera pulida y el bullicio de la multitud hacía que Poppy se sintiera fuera de lugar. Se ajustó la chaqueta y miró a su alrededor con expresión de escepticismo mientras Dean, emocionado como un niño en Navidad, la guiaba hasta sus asientos de pista. — Mira esto, Pops. Asientos perfectos, buena vista de la cancha y, lo mejor de todo… —Dean se giró con una sonrisa orgullosa y levantó dos vasos de cerveza—. La magia del baloncesto servida fría. Poppy tomó el suyo con un gesto resignado, dando un sorbo mientras observaba a los jugadores calentando. —Bien, estamos aquí. Ahora dime, ¿cuál es el plan? ¿Solo gritamos cada vez que alguien lanza el balón o hay una ciencia detrás de esto? Dean se rió y sacudió la cabeza. — No te preocupes, lo entenderás cuando el juego empiece. Solo siéntelo, Davies. La emoción, la tensión, el drama… —Hizo un gesto amplio con los brazos—. Es como una cacería, pero sin la parte de morir. Ella lo miró de reojo, divertida. — ¿Seguro? Porque esa multitud parece dispuesta a matar si su equipo pierde. Justo en ese momento, el sonido ensordecedor de la bocina hizo temblar el estadio, marcando el inicio del partido. La multitud rugió, Dean se puso de pie de un salto y Poppy se encogió ligeramente, aún tratando de entender qué demonios hacía allí. A medida que los minutos avanzaban, Poppy no podía evitar notar lo inmerso que estaba Dean. Gritaba, aplaudía, maldecía cuando el árbitro pitaba algo que no le gustaba, e incluso saltó cuando su equipo encestó un triple espectacular. —¡¿Has visto eso, Pomerania?! —exclamó, dándole un codazo amistoso. Ella parpadeó y se encogió de hombros. —Sí, alguien ha metido una pelota en un aro. Impactante. Dean soltó una carcajada y sacudió la cabeza. —Eres un caso perdido. Pero lo cierto era que, aunque no lo admitiera, Poppy empezaba a disfrutar el ambiente. Había una energía contagiosa en todo aquello, en la pasión de la gente y en la forma en que Dean se dejaba llevar por la emoción. Se sorprendió a sí misma inclinándose un poco hacia adelante cuando el marcador se puso parejo. Sabia que Dean vería a través de su desinterés fingido, y la encontraría ligeramente interesada, pero era algo que jamás aceptaría en voz alta.
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