Nadie pregunta nombres...
https://www.youtube.com/watch?v=r02mYOlfcCw
No recordaba el momento exacto en que dejó de tener el control, pero sí recordaba el inicio de todo. El celular lleno de mensajes, llamadas y notificaciones de redes sociales, una imagen sacada de contexto y un hilo viral en redes sociales que en menos de una hora ya era tendencia.
#MentirasDePasarela
#Liamuerete
#Malditaperra
Una mezcla venenosa de suposiciones, edición burda y "ex novio" con ganas de venganza.
En un abrir y cerrar de ojos, lo que era una tarde de descanso se volvió un asedio digital. No importaban los desmentidos, ni su silencio, ni su intento por mantenerse al margen. El daño ya estaba hecho. Y ella… ya no tenía ganas de sostenerse como siempre. Así que salió.
Tacones altos, maquillaje y ropa elegante. Un contraste perfecto entre "no me importa nada" y "sé que todos me están mirando". Caminó por la ciudad sin rumbo fijo, ignorando los flashes de quienes aún se atrevían a fotografiarla como si fuera parte del zoológico. Una modelo en caída libre. Un espectáculo gratuito.
Terminó en una fiesta clandestina. Una de esas donde nadie pregunta nombres ni verifica invitaciones. Había luces de neón, música que parecía no terminar nunca, y gente que solo quería olvidar lo que fuera que estuviera ocurriendo afuera. Lia encajó sin esfuerzo. Aceptó una bebida que no supo identificar del todo, rió con desconocidos, bailó como si su cuerpo se desprendiera de todo juicio.
En algún momento, entre canción y canción, alguien la tomó de la mano y la arrastró al estacionamiento.
—Vamos a ver las luces desde el auto. Se ve mejor desde ahí —dijo un chico con ojos claros y sonrisa tranquila, como si no la reconociera o, mejor aún, como si no le importara quién era. Ella dudó un segundo. Sabía que no era lo más sensato, pero la noche olía a libertad, y por primera vez en horas… nadie la estaba juzgando.
Terminaron en el asiento trasero de un auto lujoso, rodeada de risas ajenas, con las ventanas abiertas y el cielo proyectado sobre el parabrisas como una película que no pensaba interrumpir.
—¿Estás bien? —preguntó él, con voz baja, más curiosidad que preocupación. Lia apoyó la cabeza en el asiento, la vista perdida en las luces lejanas de la ciudad.
—No sé. Pero esta noche… no está tan mal- cerró los ojos un segundo, sintiendo la brisa, la música lejana, el retumbar de su propio pulso. Había algo extrañamente hermoso en perderse. En que nadie te exigiera explicaciones.
Y mientras el mundo allá afuera ardía en comentarios, juicios y pantallas encendidas, Lia se permitió un último pensamiento antes de dejarse llevar por el vértigo tranquilo de esa noche.
"La caída no siempre duele… a veces, solo se siente como volar distinto."
No recordaba el momento exacto en que dejó de tener el control, pero sí recordaba el inicio de todo. El celular lleno de mensajes, llamadas y notificaciones de redes sociales, una imagen sacada de contexto y un hilo viral en redes sociales que en menos de una hora ya era tendencia.
#MentirasDePasarela
#Liamuerete
#Malditaperra
Una mezcla venenosa de suposiciones, edición burda y "ex novio" con ganas de venganza.
En un abrir y cerrar de ojos, lo que era una tarde de descanso se volvió un asedio digital. No importaban los desmentidos, ni su silencio, ni su intento por mantenerse al margen. El daño ya estaba hecho. Y ella… ya no tenía ganas de sostenerse como siempre. Así que salió.
Tacones altos, maquillaje y ropa elegante. Un contraste perfecto entre "no me importa nada" y "sé que todos me están mirando". Caminó por la ciudad sin rumbo fijo, ignorando los flashes de quienes aún se atrevían a fotografiarla como si fuera parte del zoológico. Una modelo en caída libre. Un espectáculo gratuito.
Terminó en una fiesta clandestina. Una de esas donde nadie pregunta nombres ni verifica invitaciones. Había luces de neón, música que parecía no terminar nunca, y gente que solo quería olvidar lo que fuera que estuviera ocurriendo afuera. Lia encajó sin esfuerzo. Aceptó una bebida que no supo identificar del todo, rió con desconocidos, bailó como si su cuerpo se desprendiera de todo juicio.
En algún momento, entre canción y canción, alguien la tomó de la mano y la arrastró al estacionamiento.
—Vamos a ver las luces desde el auto. Se ve mejor desde ahí —dijo un chico con ojos claros y sonrisa tranquila, como si no la reconociera o, mejor aún, como si no le importara quién era. Ella dudó un segundo. Sabía que no era lo más sensato, pero la noche olía a libertad, y por primera vez en horas… nadie la estaba juzgando.
Terminaron en el asiento trasero de un auto lujoso, rodeada de risas ajenas, con las ventanas abiertas y el cielo proyectado sobre el parabrisas como una película que no pensaba interrumpir.
—¿Estás bien? —preguntó él, con voz baja, más curiosidad que preocupación. Lia apoyó la cabeza en el asiento, la vista perdida en las luces lejanas de la ciudad.
—No sé. Pero esta noche… no está tan mal- cerró los ojos un segundo, sintiendo la brisa, la música lejana, el retumbar de su propio pulso. Había algo extrañamente hermoso en perderse. En que nadie te exigiera explicaciones.
Y mientras el mundo allá afuera ardía en comentarios, juicios y pantallas encendidas, Lia se permitió un último pensamiento antes de dejarse llevar por el vértigo tranquilo de esa noche.
"La caída no siempre duele… a veces, solo se siente como volar distinto."
https://www.youtube.com/watch?v=r02mYOlfcCw
No recordaba el momento exacto en que dejó de tener el control, pero sí recordaba el inicio de todo. El celular lleno de mensajes, llamadas y notificaciones de redes sociales, una imagen sacada de contexto y un hilo viral en redes sociales que en menos de una hora ya era tendencia.
#MentirasDePasarela
#Liamuerete
#Malditaperra
Una mezcla venenosa de suposiciones, edición burda y "ex novio" con ganas de venganza.
En un abrir y cerrar de ojos, lo que era una tarde de descanso se volvió un asedio digital. No importaban los desmentidos, ni su silencio, ni su intento por mantenerse al margen. El daño ya estaba hecho. Y ella… ya no tenía ganas de sostenerse como siempre. Así que salió.
Tacones altos, maquillaje y ropa elegante. Un contraste perfecto entre "no me importa nada" y "sé que todos me están mirando". Caminó por la ciudad sin rumbo fijo, ignorando los flashes de quienes aún se atrevían a fotografiarla como si fuera parte del zoológico. Una modelo en caída libre. Un espectáculo gratuito.
Terminó en una fiesta clandestina. Una de esas donde nadie pregunta nombres ni verifica invitaciones. Había luces de neón, música que parecía no terminar nunca, y gente que solo quería olvidar lo que fuera que estuviera ocurriendo afuera. Lia encajó sin esfuerzo. Aceptó una bebida que no supo identificar del todo, rió con desconocidos, bailó como si su cuerpo se desprendiera de todo juicio.
En algún momento, entre canción y canción, alguien la tomó de la mano y la arrastró al estacionamiento.
—Vamos a ver las luces desde el auto. Se ve mejor desde ahí —dijo un chico con ojos claros y sonrisa tranquila, como si no la reconociera o, mejor aún, como si no le importara quién era. Ella dudó un segundo. Sabía que no era lo más sensato, pero la noche olía a libertad, y por primera vez en horas… nadie la estaba juzgando.
Terminaron en el asiento trasero de un auto lujoso, rodeada de risas ajenas, con las ventanas abiertas y el cielo proyectado sobre el parabrisas como una película que no pensaba interrumpir.
—¿Estás bien? —preguntó él, con voz baja, más curiosidad que preocupación. Lia apoyó la cabeza en el asiento, la vista perdida en las luces lejanas de la ciudad.
—No sé. Pero esta noche… no está tan mal- cerró los ojos un segundo, sintiendo la brisa, la música lejana, el retumbar de su propio pulso. Había algo extrañamente hermoso en perderse. En que nadie te exigiera explicaciones.
Y mientras el mundo allá afuera ardía en comentarios, juicios y pantallas encendidas, Lia se permitió un último pensamiento antes de dejarse llevar por el vértigo tranquilo de esa noche.
"La caída no siempre duele… a veces, solo se siente como volar distinto."
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Terminado


