• Una noche no como otra cualquiera
    Fandom OC
    Categoría Acción
    Para Dalia, trabajar en el bar nunca fue un problema, sobretodo en la noche. Ya estaba acostumbrada a que fuese tranquilo sin ningún problema de por medio.

    Aunque, esa noche cambió.

    Mientras se disponía a limpiar la barra libre que tenía para las personas que vendrían la campanita la hizo desconectar de su mundo y subir la cabeza. Un hombre misterioso llamó la atención de la peli morena y rápidamente entró en pánico cuando iba con aquel pasamontañas y una navaja en la mano acercándose a la chica y pasando por detrás de ella posándo aquella afilada en el cuello y con un tono amenazante susurró.

    — Vamos, maldita zorra. ¿A qué esperas para abrir la caja registradora?

    Dalia se veía tan débil, tan indefensa. Parecía un gatito en apuros, no sabía que hacer y tenía miedo, mucho miedo. Si no hacía algo iba a ser su fin, sus manos temblaban intentando abrir la caja pero el más mayor impaciente estaba a punto de cortarle el cuello cuando alguien entró al bar.
    Para Dalia, trabajar en el bar nunca fue un problema, sobretodo en la noche. Ya estaba acostumbrada a que fuese tranquilo sin ningún problema de por medio. Aunque, esa noche cambió. Mientras se disponía a limpiar la barra libre que tenía para las personas que vendrían la campanita la hizo desconectar de su mundo y subir la cabeza. Un hombre misterioso llamó la atención de la peli morena y rápidamente entró en pánico cuando iba con aquel pasamontañas y una navaja en la mano acercándose a la chica y pasando por detrás de ella posándo aquella afilada en el cuello y con un tono amenazante susurró. — Vamos, maldita zorra. ¿A qué esperas para abrir la caja registradora? Dalia se veía tan débil, tan indefensa. Parecía un gatito en apuros, no sabía que hacer y tenía miedo, mucho miedo. Si no hacía algo iba a ser su fin, sus manos temblaban intentando abrir la caja pero el más mayor impaciente estaba a punto de cortarle el cuello cuando alguien entró al bar.
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  • *Tomando un té mirando el paisaje. Mientras que en el exterior llueve. Metiendose en sus pensamientos, no escuchando lo que hay detrás de ella*
    *Tomando un té mirando el paisaje. Mientras que en el exterior llueve. Metiendose en sus pensamientos, no escuchando lo que hay detrás de ella*
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  • —Malos días.— Apareció otra vez, lastimosamente, apareció vivo.
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  • ㅤ Podría pasar perdido en sus pensamientos durante horas. Constantemente su cabeza se perdía en un mar de recuerdos, incluso si se encontraba en la calle, su mirada parecía estática buscando en los recónditos de su interior una voz que hace tiempo se había desvanecido pero que aún se negaba a reconocer que la había olvidado.
    ㅤ Podría pasar perdido en sus pensamientos durante horas. Constantemente su cabeza se perdía en un mar de recuerdos, incluso si se encontraba en la calle, su mirada parecía estática buscando en los recónditos de su interior una voz que hace tiempo se había desvanecido pero que aún se negaba a reconocer que la había olvidado.
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  • —Ha descubierto, con el paso de aquellas semanas, que su modo de encontrar paz cada noche era entre los brazos de ese hombre que habia entrado en su vida de aquella forma abrupta e inesperada. Dormir entre los brazos de Dean Winchester se habia convertido en un bálsamo capaz de llevarse, por unas horas, cada mal recuerdo. Cada pesar, cada momento de dolor. Porque a su lado era, simplemente, feliz—


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    —Ha descubierto, con el paso de aquellas semanas, que su modo de encontrar paz cada noche era entre los brazos de ese hombre que habia entrado en su vida de aquella forma abrupta e inesperada. Dormir entre los brazos de [BxbyDriv3r] se habia convertido en un bálsamo capaz de llevarse, por unas horas, cada mal recuerdo. Cada pesar, cada momento de dolor. Porque a su lado era, simplemente, feliz— #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • Blossom colgaba del techo con ayuda de unas telas, vestia como una marioneta y a su lado flotaban varios shuppets y Banette, la musica empezo a sonar y Blossom se dejo caer y deteniendose con las telas, empezo a bailar y cantar como si las telas fueran los hilos que lo controlaban y los Banette bailando a su lado, subiendo y bajando dando vueltas y balanceandose en las telas el espectaculo avanzaba
    -
    dooru dooru chi wo tadoru

    kono kurai yakata de ronriinau

    nete mo samete mo akumu no mama

    watashi dooru dooru maiodoru

    chinuroro de anata ni foorinravu

    nakedo wamekedo musubarezu

    akirishichau wa

    kami no mikago kettobashi

    kaette kita no yo shishiryūrū no yakata made

    ataerashitaerarenu gitai

    ai no toga wo seotte

    mata anata no meirei ni ukiuki to shitagau wa

    aratamete rikai sasete ne daarin

    dono kō ga gesetsu na kōmori de dono shuku ga nekogaburi

    ōse no mama bakenokawa maki eburidei

    kishigi to shinobiyoru hito de nashi- El show termino con Blossom colgando boca abajo en una pose sugerente junto a los banettes

    https://youtu.be/iSy43-NgDvE?si=vkkyHiqsrGhWFmBv
    Blossom colgaba del techo con ayuda de unas telas, vestia como una marioneta y a su lado flotaban varios shuppets y Banette, la musica empezo a sonar y Blossom se dejo caer y deteniendose con las telas, empezo a bailar y cantar como si las telas fueran los hilos que lo controlaban y los Banette bailando a su lado, subiendo y bajando dando vueltas y balanceandose en las telas el espectaculo avanzaba - dooru dooru chi wo tadoru kono kurai yakata de ronriinau nete mo samete mo akumu no mama watashi dooru dooru maiodoru chinuroro de anata ni foorinravu nakedo wamekedo musubarezu akirishichau wa kami no mikago kettobashi kaette kita no yo shishiryūrū no yakata made ataerashitaerarenu gitai ai no toga wo seotte mata anata no meirei ni ukiuki to shitagau wa aratamete rikai sasete ne daarin dono kō ga gesetsu na kōmori de dono shuku ga nekogaburi ōse no mama bakenokawa maki eburidei kishigi to shinobiyoru hito de nashi- El show termino con Blossom colgando boca abajo en una pose sugerente junto a los banettes https://youtu.be/iSy43-NgDvE?si=vkkyHiqsrGhWFmBv
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  • No puedo quejarme, soy una mujer plena y feliz... Inmensamente feliz.
    No puedo quejarme, soy una mujer plena y feliz... Inmensamente feliz.
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  • Iona, bajo su identidad como Lepus, se sienta en el rincón de su pequeña y oscura habitación, el aire denso y cálido apenas iluminado por la luz de una vela. La llama parpadea en su máscara de conejo, creando sombras danzantes en las paredes. La ciudad afuera bulle de vida, pero dentro de este espacio, el silencio es casi tangible. Es en momentos como este que su mente vuelve a la sociedad de Luminarias.

    Piensa en Destino, esa presencia enigmática cuya voz ha resonado en su mente como un eco lejano, siempre presente y a la vez inalcanzable. La imagen de la primera vez que escuchó aquella voz vuelve a ella. Despertó en medio de aquella fiesta del té, rodeada de las demás entidades, como si siempre hubiera estado ahí. Una bienvenida sin palabras, solo miradas y gestos que sugerían comprensión y, tal vez, un rastro de curiosidad. No era la primera Lepus, lo supo desde el primer instante, pero era como si la sociedad la hubiera estado esperando, o tal vez, como si Destino hubiera decidido que era el momento adecuado para su aparición.

    Los miembros de Luminarias, todos seres de antiguos planos, con sus nombres tomados de constelaciones y sus formas adoptadas de animales. Hay una sensación de seguridad entre ellos, una certeza de que cada uno tiene su propósito, aunque la forma en que lo cumplan sea única. Iona se pregunta a menudo qué habrá sido del Lepus anterior. Nadie habla de él, o de ella, y ella ha aprendido a no preguntar. Tal vez el misterio es parte de la magia de la sociedad, ese constante recordar que nada es permanente, que incluso ellos, entidades de la sombra y la luz, pueden desaparecer sin dejar rastro.

    El Fénix es una presencia que trae consuelo a sus pensamientos. Su figura se alza en su mente, medio humano, medio pájaro, siempre rodeado de un resplandor cálido. Él la trata con cariño, casi como si fuera una hermana menor. Los dulces que le ofrece en cada encuentro son un recordatorio de que, aunque sea la más joven, es aceptada. La idea de la resurrección que él representa la ha hecho reflexionar más de una vez. ¿Qué significa realmente renacer? ¿Es posible que ella misma esté en un proceso de constante renacimiento, aprendiendo de cada encuentro, de cada alma que asiste?

    Iona se pregunta si alguna vez llegará a ser como ellos, si con el tiempo perderá esa sensibilidad que la hace tambalear en sus decisiones, que la llena de dudas cuando se enfrenta a los humanos. Los otros la tranquilizan, le dicen que con el tiempo aprenderá a desligarse, a ser más eficiente en su labor. Sin embargo, una parte de ella teme ese cambio. Su empatía, su capacidad de sentir lo que sienten los demás, es lo que la hace quien es, lo que la conecta con el mundo humano que tanto le fascina y desconcierta.

    Los recuerdos de las reuniones la envuelven. Escuchar las historias de los demás es su forma de aprender, de prepararse para lo que pueda venir. Cada anécdota es una lección, un fragmento de sabiduría que atesora en su mente. A veces, desearía poder hablar más, compartir sus propios miedos y preguntas, pero se contiene. La percepción de los otros hacia ella, como si fuera una infante entre gigantes, la hace dudar. Aun así, el apoyo silencioso de sus compañeros le da la fortaleza que necesita para seguir adelante.

    En el fondo, Iona sabe que la sociedad de Luminarias es más que una reunión de entidades poderosas. Es una familia disfuncional, un grupo de seres que, a pesar de sus diferencias y orígenes, se unen por un propósito mayor. Cada uno cumple un rol, una función en el gran entramado de la existencia, y aunque sus caminos a veces se crucen solo en esos extraños y oníricos encuentros, hay un lazo inquebrantable que los mantiene unidos.

    Con un suspiro, Iona se levanta y apaga la vela. El cuarto queda sumido en la oscuridad, pero no es una oscuridad que la asuste. Es la oscuridad de la reflexión, de la conexión con lo que es y lo que será. Las Luminarias están con ella, incluso en este pequeño rincón del mundo humano, y esa certeza le da la calma para continuar.

    Iona, bajo su identidad como Lepus, se sienta en el rincón de su pequeña y oscura habitación, el aire denso y cálido apenas iluminado por la luz de una vela. La llama parpadea en su máscara de conejo, creando sombras danzantes en las paredes. La ciudad afuera bulle de vida, pero dentro de este espacio, el silencio es casi tangible. Es en momentos como este que su mente vuelve a la sociedad de Luminarias. Piensa en Destino, esa presencia enigmática cuya voz ha resonado en su mente como un eco lejano, siempre presente y a la vez inalcanzable. La imagen de la primera vez que escuchó aquella voz vuelve a ella. Despertó en medio de aquella fiesta del té, rodeada de las demás entidades, como si siempre hubiera estado ahí. Una bienvenida sin palabras, solo miradas y gestos que sugerían comprensión y, tal vez, un rastro de curiosidad. No era la primera Lepus, lo supo desde el primer instante, pero era como si la sociedad la hubiera estado esperando, o tal vez, como si Destino hubiera decidido que era el momento adecuado para su aparición. Los miembros de Luminarias, todos seres de antiguos planos, con sus nombres tomados de constelaciones y sus formas adoptadas de animales. Hay una sensación de seguridad entre ellos, una certeza de que cada uno tiene su propósito, aunque la forma en que lo cumplan sea única. Iona se pregunta a menudo qué habrá sido del Lepus anterior. Nadie habla de él, o de ella, y ella ha aprendido a no preguntar. Tal vez el misterio es parte de la magia de la sociedad, ese constante recordar que nada es permanente, que incluso ellos, entidades de la sombra y la luz, pueden desaparecer sin dejar rastro. El Fénix es una presencia que trae consuelo a sus pensamientos. Su figura se alza en su mente, medio humano, medio pájaro, siempre rodeado de un resplandor cálido. Él la trata con cariño, casi como si fuera una hermana menor. Los dulces que le ofrece en cada encuentro son un recordatorio de que, aunque sea la más joven, es aceptada. La idea de la resurrección que él representa la ha hecho reflexionar más de una vez. ¿Qué significa realmente renacer? ¿Es posible que ella misma esté en un proceso de constante renacimiento, aprendiendo de cada encuentro, de cada alma que asiste? Iona se pregunta si alguna vez llegará a ser como ellos, si con el tiempo perderá esa sensibilidad que la hace tambalear en sus decisiones, que la llena de dudas cuando se enfrenta a los humanos. Los otros la tranquilizan, le dicen que con el tiempo aprenderá a desligarse, a ser más eficiente en su labor. Sin embargo, una parte de ella teme ese cambio. Su empatía, su capacidad de sentir lo que sienten los demás, es lo que la hace quien es, lo que la conecta con el mundo humano que tanto le fascina y desconcierta. Los recuerdos de las reuniones la envuelven. Escuchar las historias de los demás es su forma de aprender, de prepararse para lo que pueda venir. Cada anécdota es una lección, un fragmento de sabiduría que atesora en su mente. A veces, desearía poder hablar más, compartir sus propios miedos y preguntas, pero se contiene. La percepción de los otros hacia ella, como si fuera una infante entre gigantes, la hace dudar. Aun así, el apoyo silencioso de sus compañeros le da la fortaleza que necesita para seguir adelante. En el fondo, Iona sabe que la sociedad de Luminarias es más que una reunión de entidades poderosas. Es una familia disfuncional, un grupo de seres que, a pesar de sus diferencias y orígenes, se unen por un propósito mayor. Cada uno cumple un rol, una función en el gran entramado de la existencia, y aunque sus caminos a veces se crucen solo en esos extraños y oníricos encuentros, hay un lazo inquebrantable que los mantiene unidos. Con un suspiro, Iona se levanta y apaga la vela. El cuarto queda sumido en la oscuridad, pero no es una oscuridad que la asuste. Es la oscuridad de la reflexión, de la conexión con lo que es y lo que será. Las Luminarias están con ella, incluso en este pequeño rincón del mundo humano, y esa certeza le da la calma para continuar.
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  • ; 𝓟𝓻𝓮𝓼𝓮𝓷𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸́𝓷 ——¨✦
    OC / Original Character

    𝐎𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐚𝐜𝐭𝐞𝐫

    Nombre: Hoshi Kaminari.
    Edad: Desconocida.
    Sexo: Hombre
    Ocupación: Samurai Vagabundo.

    Resumen de su historia:

    Hoshi fue un humano durante el periodo Sengoku que creó un vinculó con un ser astral conocido como Ayoris de forma accidental; al destruir el meteorito del cual provino para forjar su katana. Lo cual lo obligó a firmar un pacto con este ser para garantizar la supervivencia de ambos. Pues al destruir aquella roca espacial también destruyó la capsula del alojamiento del "alma" de Ayoris.

    ***

    Su vida cambió al partir entonces a través de diversos cambios físicos. Su cuerpo experimentó alteraciones desde
    sus cabellos; cubiertos de un matiz platinado que recuerda a la luna. Sus ojos; dos destellos celestes con reflejos carmesí que se aprecían si se observa con detalle. Mientras que su cuerpo; se regenera con velocidad y nunca envejece, nutrido por la esencia astral de su huesped.

    Su personalidad, siendo siempre un guerrero caracterizado por preferir la paz antes que el combate, aun con decenas de años a su espaldas siempre preferirá el camino del dialogo y la unidad antes de desenvaindar el enigmático "acero" de su katana meteorica. Aunque también ha aprendido que cuando es necesario, cortar la causa del problema raíz deberá de ser la prioridad antes de el caos crezca sobre la tierra que juró proteger.

    Aчorıs ✦
    Es un ente intagible que se materializa en el ambiente con la forma de una joven espectral de color azulado. Puede canalizar poderes telequinéticos dentro de un rango cercano a Hoshi. Así mismo le ofrece habilidades sobrehumanadas a su huésped para sortear a los enemigos que tengan delante. Aunque la mayor parte del tiempo prefiere esconderse en la hoja de su katana.

    A diferencia de Hoshi; ella odia a los humanos y los conisdera una raza imperfecta, carente de un uso adecuado de sus emociones y con ambiciones que terminan acabando con el propio mundo que les rodea. Su misión en el planeta era despojar de la tierra a los humanos y comenzar la colonización de su raza lentamente, siendo ella el organismo fundador. No obstante, no pudo madurar a tiempo su cuerpo dado la intercepción del herrero quien destruyó el meteorito y su núcleo forjando su katana. Para poder salvarse a sí misma, se introdujo en el cuerpo de Hoshi y le obligó a cumplir con su misión, pero este último se resistió tomando la batuta y al mismo tiempo poniendo sus propias conclusiones. Sin embargo, al final ambos se vieron a la necesidad de cooperar bajo una conversación breve pero clave el futuro de ambos acompañantes:

    𝓗𝓸𝓼𝓱𝓲
    Te mostraré que la humanidad merece ser salvada. Entonces encontraré la manera de devolverte tu cuerpo y abandonarás tu idea de colonizar esta tierra que no les pertenece.

    𝓐𝔂𝓸𝓻𝓲𝓼
    No hay forma de salvar el corazón del humano, nacen podridos y mueren en la tierra, absorbidos hasta ser simples restos de huesos. Cuando acaben con la mayor parte de esta tierra, te verás obligado a ceder a mí y abandonar la idea de salvar una causa perdida.
    ; 𝓟𝓻𝓮𝓼𝓮𝓷𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸́𝓷 ——¨✦ OC / Original Character 𝐎𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐚𝐜𝐭𝐞𝐫 Nombre: Hoshi Kaminari. Edad: Desconocida. Sexo: Hombre Ocupación: Samurai Vagabundo. Resumen de su historia: Hoshi fue un humano durante el periodo Sengoku que creó un vinculó con un ser astral conocido como Ayoris de forma accidental; al destruir el meteorito del cual provino para forjar su katana. Lo cual lo obligó a firmar un pacto con este ser para garantizar la supervivencia de ambos. Pues al destruir aquella roca espacial también destruyó la capsula del alojamiento del "alma" de Ayoris. *** Su vida cambió al partir entonces a través de diversos cambios físicos. Su cuerpo experimentó alteraciones desde sus cabellos; cubiertos de un matiz platinado que recuerda a la luna. Sus ojos; dos destellos celestes con reflejos carmesí que se aprecían si se observa con detalle. Mientras que su cuerpo; se regenera con velocidad y nunca envejece, nutrido por la esencia astral de su huesped. Su personalidad, siendo siempre un guerrero caracterizado por preferir la paz antes que el combate, aun con decenas de años a su espaldas siempre preferirá el camino del dialogo y la unidad antes de desenvaindar el enigmático "acero" de su katana meteorica. Aunque también ha aprendido que cuando es necesario, cortar la causa del problema raíz deberá de ser la prioridad antes de el caos crezca sobre la tierra que juró proteger. Aчorıs ✦ Es un ente intagible que se materializa en el ambiente con la forma de una joven espectral de color azulado. Puede canalizar poderes telequinéticos dentro de un rango cercano a Hoshi. Así mismo le ofrece habilidades sobrehumanadas a su huésped para sortear a los enemigos que tengan delante. Aunque la mayor parte del tiempo prefiere esconderse en la hoja de su katana. A diferencia de Hoshi; ella odia a los humanos y los conisdera una raza imperfecta, carente de un uso adecuado de sus emociones y con ambiciones que terminan acabando con el propio mundo que les rodea. Su misión en el planeta era despojar de la tierra a los humanos y comenzar la colonización de su raza lentamente, siendo ella el organismo fundador. No obstante, no pudo madurar a tiempo su cuerpo dado la intercepción del herrero quien destruyó el meteorito y su núcleo forjando su katana. Para poder salvarse a sí misma, se introdujo en el cuerpo de Hoshi y le obligó a cumplir con su misión, pero este último se resistió tomando la batuta y al mismo tiempo poniendo sus propias conclusiones. Sin embargo, al final ambos se vieron a la necesidad de cooperar bajo una conversación breve pero clave el futuro de ambos acompañantes: 𝓗𝓸𝓼𝓱𝓲 Te mostraré que la humanidad merece ser salvada. Entonces encontraré la manera de devolverte tu cuerpo y abandonarás tu idea de colonizar esta tierra que no les pertenece. 𝓐𝔂𝓸𝓻𝓲𝓼 No hay forma de salvar el corazón del humano, nacen podridos y mueren en la tierra, absorbidos hasta ser simples restos de huesos. Cuando acaben con la mayor parte de esta tierra, te verás obligado a ceder a mí y abandonar la idea de salvar una causa perdida.
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  • La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación.

    Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente.

    Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido.

    Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba.

    Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias.

    Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos.

    Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
    La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación. Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente. Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido. Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba. Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias. Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos. Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
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