• "Una copa con la muerte"

    El murmullo del mundo se detuvo.
    Ni un suspiro, ni un tic del reloj, ni el latido más rebelde osó moverse.
    Solo él seguía ahí, reclinado en su silla, el guante negro apoyado sobre el mentón, la otra mano girando con parsimonia una copa de vino que parecía absorber la luz.

    El líquido tenía un color profundo, casi hipnótico, como si guardara siglos dentro.
    Cillian alzó la vista. Su mirada era tranquila, pero su calma tenía filo.

    —No temas —dijo, con voz baja y limpia, más cercana a un pensamiento que a un sonido—. Este es un lugar fuera de todo. Aquí no existe el tiempo, ni el juicio… solo la verdad.

    Dejó que el silencio se asentara, antes de deslizar otra copa hacia el frente.
    El vino reflejaba los destellos de una eternidad que pocos podrían soportar ver.

    —Bebe —ordenó suavemente, una sonrisa leve curvando sus labios—. Es el vino de las almas. Fino, añejo, destilado de los últimos suspiros de quienes ya no están. Cada trago… contiene un eco.

    Sus ojos brillaron apenas, un resplandor carmesí en medio de la penumbra.

    —Mientras lo bebas, el tiempo no correrá para ti.
    Podrás preguntarme lo que desees. Cualquier cosa.
    El precio es simple… —su voz se tornó casi un susurro de humo—: la verdad nunca llega sin costo.

    Apoyó el codo en la mesa, observando con detenimiento, casi con un aire de fascinación morbosa.
    La copa entre sus dedos parecía flotar, temblando con una vida propia.

    —Entonces, humano… —dijo con una elegancia perezosa, pero con un fondo de algo implacable—
    ¿qué deseas saber de la Muerte?
    "Una copa con la muerte" El murmullo del mundo se detuvo. Ni un suspiro, ni un tic del reloj, ni el latido más rebelde osó moverse. Solo él seguía ahí, reclinado en su silla, el guante negro apoyado sobre el mentón, la otra mano girando con parsimonia una copa de vino que parecía absorber la luz. El líquido tenía un color profundo, casi hipnótico, como si guardara siglos dentro. Cillian alzó la vista. Su mirada era tranquila, pero su calma tenía filo. —No temas —dijo, con voz baja y limpia, más cercana a un pensamiento que a un sonido—. Este es un lugar fuera de todo. Aquí no existe el tiempo, ni el juicio… solo la verdad. Dejó que el silencio se asentara, antes de deslizar otra copa hacia el frente. El vino reflejaba los destellos de una eternidad que pocos podrían soportar ver. —Bebe —ordenó suavemente, una sonrisa leve curvando sus labios—. Es el vino de las almas. Fino, añejo, destilado de los últimos suspiros de quienes ya no están. Cada trago… contiene un eco. Sus ojos brillaron apenas, un resplandor carmesí en medio de la penumbra. —Mientras lo bebas, el tiempo no correrá para ti. Podrás preguntarme lo que desees. Cualquier cosa. El precio es simple… —su voz se tornó casi un susurro de humo—: la verdad nunca llega sin costo. Apoyó el codo en la mesa, observando con detenimiento, casi con un aire de fascinación morbosa. La copa entre sus dedos parecía flotar, temblando con una vida propia. —Entonces, humano… —dijo con una elegancia perezosa, pero con un fondo de algo implacable— ¿qué deseas saber de la Muerte?
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    6
    21 turnos 0 maullidos
  • Sé, que al buen entendedor pocas palabras.
    Pero está vez tendrá que ser distinto... Porque soy presa de la confusión.

    Quiero saber dónde estoy parada,
    si estoy en la orilla, si estoy bien centrada.
    O si estoy fuera de tu corazón.

    ¿Porque no me das corazón, la seguridad de un amor, a toda prueba?
    Sabes bien que tengo razón, el tiempo ya terminó, tan solo queda.

    Ser, lo suficientemente decididos.
    Para dejar lo nuestro en el olvido, y abrirle las puertas a un nuevo cariño.
    Que nos devuelva a salvó la ilusión.
    🎵🎶 Sé, que al buen entendedor pocas palabras. Pero está vez tendrá que ser distinto... Porque soy presa de la confusión. Quiero saber dónde estoy parada, si estoy en la orilla, si estoy bien centrada. O si estoy fuera de tu corazón. ¿Porque no me das corazón, la seguridad de un amor, a toda prueba? Sabes bien que tengo razón, el tiempo ya terminó, tan solo queda. Ser, lo suficientemente decididos. Para dejar lo nuestro en el olvido, y abrirle las puertas a un nuevo cariño. Que nos devuelva a salvó la ilusión. 🎶🎵
    Me encocora
    Me gusta
    5
    2 turnos 0 maullidos
  • Hoy he decidido ir hacer unas cosas por mi cuenta, para sorpresa de mi maquillador personal no le pedido que me arregle. Prefiero que deje mi piel al natural, me da igual lo que diga la prensa. Además que últimamente voy más protegida por mi bien y el del bebé. Tengo muchas ganas de saber que es, pero aún queda.
    Hoy he decidido ir hacer unas cosas por mi cuenta, para sorpresa de mi maquillador personal no le pedido que me arregle. Prefiero que deje mi piel al natural, me da igual lo que diga la prensa. Además que últimamente voy más protegida por mi bien y el del bebé. Tengo muchas ganas de saber que es, pero aún queda.
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Ecos del Olvido

    Han pasado dos años desde que Yukine enfrentó al Señor de las Sombras.

    Dos años desde que el mundo tembló, desde que la oscuridad fue contenida… pero no destruida.
    La victoria no trajo paz, sino silencio.

    Yukine, marcado por la batalla, ya no era el mismo.
    Su mirada, antes impulsiva, ahora cargaba con el peso de decisiones que nadie más recordaba.

    El vínculo con su dios se había desvanecido lentamente, como una llama que ya no necesitaba arder.

    Y en ese vacío, comenzó a sentirlo:
    un llamado sin voz,
    una grieta en la realidad,
    un portal que no prometía destino… solo tránsito.

    Apareció una noche sin luna, en medio de un campo que había sido testigo de antiguos juramentos.
    Yukine lo observó sin miedo, pero con una extraña familiaridad.

    Como si el universo le dijera:

    "No has terminado. Solo cambió el escenario."

    Sin saber qué lo esperaba, sin saber si era castigo o redención,
    dio el paso.

    Al atravesarlo, su cuerpo no se desintegró.
    Pero su vínculo con todo lo conocido sí.
    Ya no era Regalia.
    Ya no era sombra de un dios.
    Era algo más, algo que ni él comprendía.

    El nuevo mundo lo recibió sin ceremonia.
    Sin guardianes, sin enemigos, sin respuestas.
    Solo un cielo que cambiaba de color según sus pensamientos.
    Y una tierra que parecía recordar cosas que él aún no había vivido.

    Yukine caminó.
    No por fe, ni por deber.
    Sino porque quedarse quieto era rendirse a la nada.
    Cada paso lo acercaba a fragmentos de sí mismo que no recordaba haber perdido.

    Cada encuentro con los habitantes de ese mundo le revelaba que algo estaba desequilibrado…
    Pero nadie sabía qué.
    Ni cómo.
    Ni por qué él había llegado.

    Ecos del Olvido Han pasado dos años desde que Yukine enfrentó al Señor de las Sombras. Dos años desde que el mundo tembló, desde que la oscuridad fue contenida… pero no destruida. La victoria no trajo paz, sino silencio. Yukine, marcado por la batalla, ya no era el mismo. Su mirada, antes impulsiva, ahora cargaba con el peso de decisiones que nadie más recordaba. El vínculo con su dios se había desvanecido lentamente, como una llama que ya no necesitaba arder. Y en ese vacío, comenzó a sentirlo: un llamado sin voz, una grieta en la realidad, un portal que no prometía destino… solo tránsito. Apareció una noche sin luna, en medio de un campo que había sido testigo de antiguos juramentos. Yukine lo observó sin miedo, pero con una extraña familiaridad. Como si el universo le dijera: "No has terminado. Solo cambió el escenario." Sin saber qué lo esperaba, sin saber si era castigo o redención, dio el paso. Al atravesarlo, su cuerpo no se desintegró. Pero su vínculo con todo lo conocido sí. Ya no era Regalia. Ya no era sombra de un dios. Era algo más, algo que ni él comprendía. El nuevo mundo lo recibió sin ceremonia. Sin guardianes, sin enemigos, sin respuestas. Solo un cielo que cambiaba de color según sus pensamientos. Y una tierra que parecía recordar cosas que él aún no había vivido. Yukine caminó. No por fe, ni por deber. Sino porque quedarse quieto era rendirse a la nada. Cada paso lo acercaba a fragmentos de sí mismo que no recordaba haber perdido. Cada encuentro con los habitantes de ese mundo le revelaba que algo estaba desequilibrado… Pero nadie sabía qué. Ni cómo. Ni por qué él había llegado.
    Me gusta
    Me shockea
    3
    1 turno 0 maullidos
  • "El beso final"

    El aire estaba quieto.
    Ni una hoja se movía, como si el mundo contuviera la respiración ante lo que estaba por suceder.

    Ella lo miró sin temblar, con los ojos llenos de esa calma que solo tienen los que ya comprendieron.
    Frente a él —a la Muerte misma— no hubo súplica ni llanto. Solo un susurro, suave, casi reverente:

    —Antes de irme… quiero saber cómo se siente un beso tuyo.

    Cillian la observó en silencio.
    No había sorpresa en su expresión, ni compasión. Solo ese vacío sereno que se siente al borde del abismo.
    Sus pasos no hicieron ruido al acercarse. El mundo se volvió distante, gris, como si todo lo demás dejara de importar.

    —¿Un beso? —preguntó con voz baja, tan honda que parecía venir de otra época—.
    Sabes lo que eso significa.

    Ella asintió.
    —Lo sé. Es lo que deseo. No temo dejar de existir… temo no haberte conocido.

    Sus palabras lo atravesaron como un eco antiguo.
    Había escuchado muchas cosas a lo largo de los siglos: plegarias, insultos, ruegos… pero esa devoción pura, esa entrega sin drama, era un raro privilegio.

    Cillian levantó una mano y la posó en su mejilla. Su tacto era frío, pero no cruel.
    Sus labios se encontraron apenas, un roce sin tiempo, y el mundo se apagó.
    No hubo dolor, ni oscuridad… solo silencio.

    Cuando la separó de su abrazo, ella dormía ya en su eternidad.
    Cillian la sostuvo un instante, observando el rostro tranquilo, la curva de los labios aún curvada en una ligera sonrisa.

    —Ahora entiendes —murmuró—. La muerte no arrebata. Solo devuelve lo que el tiempo robó.

    Luego, el viento se alzó, y con él desapareció.
    Solo quedó el eco de su voz y el perfume leve de algo que ya no pertenecía a este mundo.
    "El beso final" El aire estaba quieto. Ni una hoja se movía, como si el mundo contuviera la respiración ante lo que estaba por suceder. Ella lo miró sin temblar, con los ojos llenos de esa calma que solo tienen los que ya comprendieron. Frente a él —a la Muerte misma— no hubo súplica ni llanto. Solo un susurro, suave, casi reverente: —Antes de irme… quiero saber cómo se siente un beso tuyo. Cillian la observó en silencio. No había sorpresa en su expresión, ni compasión. Solo ese vacío sereno que se siente al borde del abismo. Sus pasos no hicieron ruido al acercarse. El mundo se volvió distante, gris, como si todo lo demás dejara de importar. —¿Un beso? —preguntó con voz baja, tan honda que parecía venir de otra época—. Sabes lo que eso significa. Ella asintió. —Lo sé. Es lo que deseo. No temo dejar de existir… temo no haberte conocido. Sus palabras lo atravesaron como un eco antiguo. Había escuchado muchas cosas a lo largo de los siglos: plegarias, insultos, ruegos… pero esa devoción pura, esa entrega sin drama, era un raro privilegio. Cillian levantó una mano y la posó en su mejilla. Su tacto era frío, pero no cruel. Sus labios se encontraron apenas, un roce sin tiempo, y el mundo se apagó. No hubo dolor, ni oscuridad… solo silencio. Cuando la separó de su abrazo, ella dormía ya en su eternidad. Cillian la sostuvo un instante, observando el rostro tranquilo, la curva de los labios aún curvada en una ligera sonrisa. —Ahora entiendes —murmuró—. La muerte no arrebata. Solo devuelve lo que el tiempo robó. Luego, el viento se alzó, y con él desapareció. Solo quedó el eco de su voz y el perfume leve de algo que ya no pertenecía a este mundo.
    Me shockea
    Me encocora
    Me emputece
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • - S... ¿¡Sir Percival!?, ¿¡Sir Gawain!?... ¿¡Se puede saber que le paso a Lancelot!?... ¡Y que hacen en mi mundo, se supone que ustedes seguian viviendo dentro del libro!
    - S... ¿¡Sir Percival!?, ¿¡Sir Gawain!?... ¿¡Se puede saber que le paso a Lancelot!?... ¡Y que hacen en mi mundo, se supone que ustedes seguian viviendo dentro del libro!
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • "El hombre del árbol"

    (Perspectiva de Cillian)

    — Hay algo en la lluvia que me recuerda al principio.

    Cuando el universo aún no sabía que podía morir, ya existía el sonido de la caída.
    Es lo más cercano a mí que la vida puede producir: el suspiro de algo que deja de ser para transformarse.

    Fumo por costumbre, no por necesidad. El humo me enseña cómo se disuelve la existencia.
    Cada bocanada es un alma que exhala. Cada chispa, un final diminuto.

    Apoyo mi espalda contra el árbol. Lo conozco.
    Ha muerto tres veces. Ha nacido cuatro. Y todavía guarda en su savia la memoria de los cuerpos que descansan bajo sus raíces.

    Entonces lo siento.
    Una presencia leve, temblorosa, curiosa.
    Un hombre camina por el parque, y sin saberlo, me ve.

    No es la primera vez que alguien me mira. Pero cada mirada es distinta.

    Algunos me ven como un monstruo.
    Otros como un ángel.
    Otros, simplemente, no me ven.

    Pero él…
    Él me reconoce, aunque no sepa cómo.

    Lo miro.
    Y en su interior, algo se quiebra: una fibra mínima, invisible, la cuerda que lo ata a la negación del fin.

    Lo veo todo en él.
    Su infancia, su primera herida, su último sueño.
    Veo la forma que tendrá su muerte: tranquila, tibia, bajo un sol que aún no ha nacido.

    No lo toco.
    No lo llamo.

    No es su momento.

    Pero me quedo un instante más, observando cómo el miedo y la comprensión bailan dentro de sus ojos.
    Esa mezcla sagrada que solo los mortales pueden sentir: el terror ante la nada y el deseo imposible de seguir existiendo.

    El cigarro se apaga entre mis dedos.
    La brasa muere.

    Yo también sonrío.

    No por crueldad.
    Por ternura.

    Porque en él, en su respiración entrecortada, en el temblor de su alma, recuerdo algo que no debería recordar:

    lo que se siente estar vivo.

    Doy un paso atrás.
    La niebla me envuelve, y desaparezco del lugar que nunca fue mío.

    Lo dejaré ir.
    Por ahora.

    Hay muchos nombres antes que el suyo…

    Pero cuando el tiempo lo reclame,
    cuando su cuerpo y su alma se cansen de fingir eternidad, volveré a buscarlo.

    Y entonces, él entenderá.
    Que nunca fue perseguido.
    Que siempre fue acompañado.

    Porque yo no sigo a los vivos.

    Los espero.
    "El hombre del árbol" (Perspectiva de Cillian) — Hay algo en la lluvia que me recuerda al principio. Cuando el universo aún no sabía que podía morir, ya existía el sonido de la caída. Es lo más cercano a mí que la vida puede producir: el suspiro de algo que deja de ser para transformarse. Fumo por costumbre, no por necesidad. El humo me enseña cómo se disuelve la existencia. Cada bocanada es un alma que exhala. Cada chispa, un final diminuto. Apoyo mi espalda contra el árbol. Lo conozco. Ha muerto tres veces. Ha nacido cuatro. Y todavía guarda en su savia la memoria de los cuerpos que descansan bajo sus raíces. Entonces lo siento. Una presencia leve, temblorosa, curiosa. Un hombre camina por el parque, y sin saberlo, me ve. No es la primera vez que alguien me mira. Pero cada mirada es distinta. Algunos me ven como un monstruo. Otros como un ángel. Otros, simplemente, no me ven. Pero él… Él me reconoce, aunque no sepa cómo. Lo miro. Y en su interior, algo se quiebra: una fibra mínima, invisible, la cuerda que lo ata a la negación del fin. Lo veo todo en él. Su infancia, su primera herida, su último sueño. Veo la forma que tendrá su muerte: tranquila, tibia, bajo un sol que aún no ha nacido. No lo toco. No lo llamo. No es su momento. Pero me quedo un instante más, observando cómo el miedo y la comprensión bailan dentro de sus ojos. Esa mezcla sagrada que solo los mortales pueden sentir: el terror ante la nada y el deseo imposible de seguir existiendo. El cigarro se apaga entre mis dedos. La brasa muere. Yo también sonrío. No por crueldad. Por ternura. Porque en él, en su respiración entrecortada, en el temblor de su alma, recuerdo algo que no debería recordar: lo que se siente estar vivo. Doy un paso atrás. La niebla me envuelve, y desaparezco del lugar que nunca fue mío. Lo dejaré ir. Por ahora. Hay muchos nombres antes que el suyo… Pero cuando el tiempo lo reclame, cuando su cuerpo y su alma se cansen de fingir eternidad, volveré a buscarlo. Y entonces, él entenderá. Que nunca fue perseguido. Que siempre fue acompañado. Porque yo no sigo a los vivos. Los espero.
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • - "Quisiera ser..."
    - "La princesa que siempre vas a amar"
    - "Sin dudarte ni al saber"
    - "Tal cual como eres..."
    - "Quisiera ser..." - "La princesa que siempre vas a amar" - "Sin dudarte ni al saber" - "Tal cual como eres..."
    Me encocora
    Me shockea
    7
    0 turnos 0 maullidos
  • ¿Así que tienes una opinión desagradable sobre mi? Ahórratela, no me interesa saber, menos viniendo de alguien insignificante como tú.
    ¿Así que tienes una opinión desagradable sobre mi? Ahórratela, no me interesa saber, menos viniendo de alguien insignificante como tú.
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    Me shockea
    11
    43 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Lo único que pienso decir al respecto es:
    No saber separar personaje de persona habla de la decadencia neuronal que estamos teniendo la comunidad del Roleplay.
    Fin.
    Lo único que pienso decir al respecto es: No saber separar personaje de persona habla de la decadencia neuronal que estamos teniendo la comunidad del Roleplay. Fin.
    Me gusta
    Me enjaja
    11
    7 comentarios 5 compartidos
Ver más resultados
Patrocinados