• Caminata bajo el manto de la noche.
    Fandom OC
    Categoría Fantasía
    // Puedes participar de forma grupal o individual. Para hacerlo en una linea grupal, a la hora de contestar una acción no olviden poner el @Id de todos los implicad@s.//

    𝕮𝖆𝖒𝖎𝖓𝖆𝖙𝖆 𝖇𝖆𝖏𝖔 𝖊𝖑 𝖒𝖆𝖓𝖙𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖓𝖔𝖈𝖍𝖊.

    Era una noche tranquila, el silencio tan solo era interrumpido por el sonido de las hojas chocandose entre sí a causa del viento, de los grillos y alguna ave nocturna.

    El murmullo de un arrollo se hacía denotar a medida que avanzaba el sendero, colándose entre la melodía que acompañaba el viento. Justo desde la linde del pequeño claro, por donde el riachuelo se dibujaba, podía verse una imponente criatura.

    Era un zorro... Pero este era tan grande como tres caballos robustos, un pelaje blanco como la luz de luna, ojos de un color zafiro intenso y....nueve... tenía nueve colas. Nueve prolongaciones de su cuerpo que descansaban a su espalda, apenas moviéndose en suaves espasmos.

    La majestuosa criatura descansaba justo encima del puente que cruzaba el afluente, ocupando la totalidad de este y cortando el paso.

    ¿Que harás?
    // Puedes participar de forma grupal o individual. Para hacerlo en una linea grupal, a la hora de contestar una acción no olviden poner el @Id de todos los implicad@s.// 𝕮𝖆𝖒𝖎𝖓𝖆𝖙𝖆 𝖇𝖆𝖏𝖔 𝖊𝖑 𝖒𝖆𝖓𝖙𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖓𝖔𝖈𝖍𝖊. Era una noche tranquila, el silencio tan solo era interrumpido por el sonido de las hojas chocandose entre sí a causa del viento, de los grillos y alguna ave nocturna. El murmullo de un arrollo se hacía denotar a medida que avanzaba el sendero, colándose entre la melodía que acompañaba el viento. Justo desde la linde del pequeño claro, por donde el riachuelo se dibujaba, podía verse una imponente criatura. Era un zorro... Pero este era tan grande como tres caballos robustos, un pelaje blanco como la luz de luna, ojos de un color zafiro intenso y....nueve... tenía nueve colas. Nueve prolongaciones de su cuerpo que descansaban a su espalda, apenas moviéndose en suaves espasmos. La majestuosa criatura descansaba justo encima del puente que cruzaba el afluente, ocupando la totalidad de este y cortando el paso. ¿Que harás?
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  • ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪

    ⠀⠀⠀ ᴄᴀɴᴄɪóɴ ᴅᴇ ɢᴜᴇʀʀᴀ ꜱᴀɴɢʀɪᴇɴᴛᴀ

    El día de la insurrección había finalmente llegado. Miles de hombres, como bestias enjauladas, esperaban la hora de la batalla.

    En el aire se palpaba la tensión; los escuadrones alzaban el estandarte de la Llama de Sangre, símbolo de su reivindicación. Cada batallón había recibido instrucciones claras y precisas de Elizabeth, la comandante y estratega marcial, cuyas decisiones eran la brújula que guiaba a sus hombres hacia la victoria o la muerte.
    Los campamentos de marcha estaban asegurados por fortificaciones robustas, cada unidad posicionada con una segunda y hasta tercera línea de reservas, dispuestas para responder a cualquier cambio en el curso de los acontecimientos. La meticulosidad con la que Elizabeth había organizado su ejército era digna de admiración; ella no solo planeaba cada asalto, sino que también anticipaba las maniobras del enemigo.

    Gedler, el Capitán de los pueblos y comarcas del Norte, lideraba el primer séquito. Sus gritos guturales, impregnados de sed de sangre, resonaban como rugidos de un león, instando a sus hombres a desplegarse en dos y tres líneas de infantería. Su táctica era astuta, apoyándose en reservas abundantes que relevaban a las unidades del frente tan pronto como empezaban a ceder. A los flancos, el peso del combate recaía en la infantería ligera y la caballería auxiliar, quienes rodeaban al enemigo con agilidad y precisión, protegiendo a los legionarios en el centro del campo de batalla.

    Desde allí, Elizabeth dirigía cada movimiento, inmersa en la vorágine del combate cuerpo a cuerpo. Excalibur, su espada legendaria, brillaba con una luz propia mientras cortaba el aire. Con cada roce liquidaba a sus oponentes, dejando tras de sí una estela de cuerpos caídos. Intercalaba sus ataques con dardos de fuego que disparaba a los enemigos a mayor distancia, su puntería implacable. Era de esperar que alguien en su posición montara a caballo, pero para ella, esa idea era un desliz; su fuerte era el ataque a corta distancia, donde podía sentir el pulso de la batalla, donde cada vida arrebatada resonaba con fuerza en su interior.
    La lucha duró dos largos días, un amplio periodo en el que el valle se iba tiñendo de un manto rojo de sangre, un sinfín de almas perdidas bajo los crueles designios de la guerra. Cada guerrero, exhausto, daba lo mejor de sí para lograr la victoria. Aunque el ejército del reino era feroz y estaba bien entrenado, poco a poco empezaba a ceder terreno. Detrás de su fortaleza inicial, comenzaban a mostrar signos de descomposición.

    A medida que Elizabeth avanzaba colina arriba, su determinación ardía con más fuerza. Se acercaba a los cabecillas responsables de tan detestables actos, sus aliados: Cohner y Kingwolf. Ambos, cubriéndole la retaguardia, demostraban la fuerza de sus lazos forjados en la lucha. La promesa de luchar codo a codo se cumplía con fervor.
    En la madrugada del segundo día, el número de soldados de ambos bandos había descendido drásticamente. Los gobernantes, en su arrogancia, habían quedado desprotegidos, expuestos ante la furia del ejército insurgente. Elizabeth, con el escuadrón que avanzaba tras de ella, se acercaba furiosa, ansiosa por degollar las cabezas que tanto sufrimiento habían sembrado en las tierras que amaba. La pelirroja, con los ojos inyectados de sangre, desplegaba fuego y azotes con su arma, dando muerte a dos de ellos en un abrir y cerrar de ojos. El tercero, presa del pánico, escapó colina abajo, desapareciendo entre la bruma del caos.
    A medida que el ocaso se cernía sobre el valle, sus sombras se prolongaban entre los miles de cuerpos tendidos a lo largo del campo como un campo florido marchito. Elizabeth, aún con la respiración agitada, se sentó en el suelo cubierto de tierra y sangre. En su mano, una ocarina resplandecía tenuemente. Comenzó a entonar una melodía, sus notas flotando en el aire pesado por el intenso olor a muerte y hierro. Entre las notas, susurraba la justicia alcanzada, aunque a un gran precio.

    Muchas almas partieron en el proceso, y el eco de su sacrificio resonaría por generaciones. Era un canto de victoria, pero también de luto; una celebración de la libertad, en medio del lamento por los caídos. Al final, en la encrucijada de gloria y dolor, Elizabeth encontró el verdadero significado de la guerra: una balanza en la que la justicia nunca se inclinaría por completo, siempre cargada de un peso insoportable.

    Este peso que asediaba en la conciencia de Liz le hacía desear la paz que contradictoriamente ella misma había espantado, la dulce melodía de la Ocarina la llevaban lejos al único lugar donde realmente había encontrado refugio para su alma atormentada: un monte entre las montañas y dos lumbreras color zafiro… Era tiempo de volver

    ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪ ⠀⠀⠀ ᴄᴀɴᴄɪóɴ ᴅᴇ ɢᴜᴇʀʀᴀ ꜱᴀɴɢʀɪᴇɴᴛᴀ El día de la insurrección había finalmente llegado. Miles de hombres, como bestias enjauladas, esperaban la hora de la batalla. En el aire se palpaba la tensión; los escuadrones alzaban el estandarte de la Llama de Sangre, símbolo de su reivindicación. Cada batallón había recibido instrucciones claras y precisas de Elizabeth, la comandante y estratega marcial, cuyas decisiones eran la brújula que guiaba a sus hombres hacia la victoria o la muerte. Los campamentos de marcha estaban asegurados por fortificaciones robustas, cada unidad posicionada con una segunda y hasta tercera línea de reservas, dispuestas para responder a cualquier cambio en el curso de los acontecimientos. La meticulosidad con la que Elizabeth había organizado su ejército era digna de admiración; ella no solo planeaba cada asalto, sino que también anticipaba las maniobras del enemigo. Gedler, el Capitán de los pueblos y comarcas del Norte, lideraba el primer séquito. Sus gritos guturales, impregnados de sed de sangre, resonaban como rugidos de un león, instando a sus hombres a desplegarse en dos y tres líneas de infantería. Su táctica era astuta, apoyándose en reservas abundantes que relevaban a las unidades del frente tan pronto como empezaban a ceder. A los flancos, el peso del combate recaía en la infantería ligera y la caballería auxiliar, quienes rodeaban al enemigo con agilidad y precisión, protegiendo a los legionarios en el centro del campo de batalla. Desde allí, Elizabeth dirigía cada movimiento, inmersa en la vorágine del combate cuerpo a cuerpo. Excalibur, su espada legendaria, brillaba con una luz propia mientras cortaba el aire. Con cada roce liquidaba a sus oponentes, dejando tras de sí una estela de cuerpos caídos. Intercalaba sus ataques con dardos de fuego que disparaba a los enemigos a mayor distancia, su puntería implacable. Era de esperar que alguien en su posición montara a caballo, pero para ella, esa idea era un desliz; su fuerte era el ataque a corta distancia, donde podía sentir el pulso de la batalla, donde cada vida arrebatada resonaba con fuerza en su interior. La lucha duró dos largos días, un amplio periodo en el que el valle se iba tiñendo de un manto rojo de sangre, un sinfín de almas perdidas bajo los crueles designios de la guerra. Cada guerrero, exhausto, daba lo mejor de sí para lograr la victoria. Aunque el ejército del reino era feroz y estaba bien entrenado, poco a poco empezaba a ceder terreno. Detrás de su fortaleza inicial, comenzaban a mostrar signos de descomposición. A medida que Elizabeth avanzaba colina arriba, su determinación ardía con más fuerza. Se acercaba a los cabecillas responsables de tan detestables actos, sus aliados: Cohner y Kingwolf. Ambos, cubriéndole la retaguardia, demostraban la fuerza de sus lazos forjados en la lucha. La promesa de luchar codo a codo se cumplía con fervor. En la madrugada del segundo día, el número de soldados de ambos bandos había descendido drásticamente. Los gobernantes, en su arrogancia, habían quedado desprotegidos, expuestos ante la furia del ejército insurgente. Elizabeth, con el escuadrón que avanzaba tras de ella, se acercaba furiosa, ansiosa por degollar las cabezas que tanto sufrimiento habían sembrado en las tierras que amaba. La pelirroja, con los ojos inyectados de sangre, desplegaba fuego y azotes con su arma, dando muerte a dos de ellos en un abrir y cerrar de ojos. El tercero, presa del pánico, escapó colina abajo, desapareciendo entre la bruma del caos. A medida que el ocaso se cernía sobre el valle, sus sombras se prolongaban entre los miles de cuerpos tendidos a lo largo del campo como un campo florido marchito. Elizabeth, aún con la respiración agitada, se sentó en el suelo cubierto de tierra y sangre. En su mano, una ocarina resplandecía tenuemente. Comenzó a entonar una melodía, sus notas flotando en el aire pesado por el intenso olor a muerte y hierro. Entre las notas, susurraba la justicia alcanzada, aunque a un gran precio. Muchas almas partieron en el proceso, y el eco de su sacrificio resonaría por generaciones. Era un canto de victoria, pero también de luto; una celebración de la libertad, en medio del lamento por los caídos. Al final, en la encrucijada de gloria y dolor, Elizabeth encontró el verdadero significado de la guerra: una balanza en la que la justicia nunca se inclinaría por completo, siempre cargada de un peso insoportable. Este peso que asediaba en la conciencia de Liz le hacía desear la paz que contradictoriamente ella misma había espantado, la dulce melodía de la Ocarina la llevaban lejos al único lugar donde realmente había encontrado refugio para su alma atormentada: un monte entre las montañas y dos lumbreras color zafiro… Era tiempo de volver
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  • ¡El cielo ha decretado que sea tuya!
    ¡Oh luna esplendorosa cual ninguna!
    ¡Compendio de elocuencia y de hermosura!
    ¡La luz más clara que la tierra alumbra!
    ¡Mucho es lo que padezco por tu culpa!
    ¡Pero sufrir por ti no es desventura!
    ¡Que hasta morir por ti fuera ventura!
    ¡Lo más grave y fatal sería, sin duda, prolongar sin tu amor la vida dura!

    Gɪᴏᴠᴀɴɴɪ Dɪ Vɪɴᴄᴇɴᴢᴏ
    ¡El cielo ha decretado que sea tuya! ¡Oh luna esplendorosa cual ninguna! ¡Compendio de elocuencia y de hermosura! ¡La luz más clara que la tierra alumbra! ¡Mucho es lo que padezco por tu culpa! ¡Pero sufrir por ti no es desventura! ¡Que hasta morir por ti fuera ventura! ¡Lo más grave y fatal sería, sin duda, prolongar sin tu amor la vida dura! [Gi0vanni]
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  • ㅤㅤ
    Dejó ir el aire de sus pulmones, w un prolongado suspiro. — Parece que soñé despierta. — Tamborileo sus falanges sobre sus mejillas, para terminar por estirar su cuerpo.
    ㅤㅤ
    ㅤㅤ Dejó ir el aire de sus pulmones, w un prolongado suspiro. — Parece que soñé despierta. — Tamborileo sus falanges sobre sus mejillas, para terminar por estirar su cuerpo. ㅤㅤ
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    wey sabes que estaria padre?

    que alguien metiera a Kill...

    para que sepan como es:

    Kill es la versión del antagonista en este AU. Buryooooo (el/la autor@) tomó el concepto de Bill siendo rojo, al estar enfadado. Esta versión presentada es un 20% más sádica, suprimiendo la poca consideración de Bill.

    Mientras que Bill podría hacer un trato para conseguir algo a cambio, Kill destruiría a quien sea sólo para causar dolor y diversión cuando no consigue lo que quiere. Es extremadamente violento y la mayor parte del tiempo pelea con sus propia manos solo para poder prolongar la vida de las personas y que se vayan consumiendo en golpes poco a poco.

    quien quiera traerlo, a el, o a ese dipper estaria muy agradecido//
    wey sabes que estaria padre? que alguien metiera a Kill... para que sepan como es: Kill es la versión del antagonista en este AU. Buryooooo (el/la autor@) tomó el concepto de Bill siendo rojo, al estar enfadado. Esta versión presentada es un 20% más sádica, suprimiendo la poca consideración de Bill. Mientras que Bill podría hacer un trato para conseguir algo a cambio, Kill destruiría a quien sea sólo para causar dolor y diversión cuando no consigue lo que quiere. Es extremadamente violento y la mayor parte del tiempo pelea con sus propia manos solo para poder prolongar la vida de las personas y que se vayan consumiendo en golpes poco a poco. quien quiera traerlo, a el, o a ese dipper estaria muy agradecido//
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  • << Ya es de mañana y no pudo dormir mucho, realmente no tenía sueño, había ido al baño para tomar una ducha de agua fría y con ello prolongar su desvelo y comenzar a preparar algo para desayunar. Estaba totalmente inspirado. >>

    #SeductiveSunday
    << Ya es de mañana y no pudo dormir mucho, realmente no tenía sueño, había ido al baño para tomar una ducha de agua fría y con ello prolongar su desvelo y comenzar a preparar algo para desayunar. Estaba totalmente inspirado. >> #SeductiveSunday
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  • Parte 1 ||• Confesión
    Fandom Crossover
    Categoría Fantasía
    Lúthien O Lórien

    No sabía con certeza cuánto tiempo llevaba atrapada entre aquellas cuatro paredes, pues apenas entraba algo de luz más allá de la necesaria para ver a más de tres palmos de distancia gracias a un candelabro .Bajo su luz cálida aunque tenue , que aún pugnaba por mantenerse en pie,la Madre Confesora andaba de un lado a otro de la estancia como un animal enjaulado en busca de cualquier indicio posible de una salida. Si la había, en ese momento fue incapaz de hallarla.
    Días atrás una de las cuadrillas de Rahl había logrado dar con ella además de Chase, Zedd y Brophy.
    No habían sido cuatro, como acostumbraban a ser , si no dos. Dos hombres de marcados rasgos Daharianos que no llevaban más armas que un puñal.
    Ambos habían intercambiado una mirada silente, más propia de un autómata que de una persona de carne y hueso. No hubo forcejeo, ni siquiera combate alguno. Sólo silencio, uno que bien hubiera podido cortarse con el filo de una espada , interrumpido por los aullidos lastimeros de Brophy. A ese silencio se le sumó una espesa neblina de un tono verdoso que reconoció y palabras pronunciadas en un idioma que desconocía.
    Después, todo fue confuso. Chase trató de encararse a aquellos hombres con su hacha, Zedd intentó en vano invocar el fuego de mago, y , en cuanto a ella, su cuerpo se negaba a responder, atrapado en algún tipo de red mágica antes de que el mundo empezara a girar, descontrolado, hasta sumirse en una profunda oscuridad.
    Cuando despertó y empezó a recobrar la conciencia, fue llevada ante su verdugo.
    -¿ Qué es lo que quieres de mí?- Consiguió preguntar finalmente, con una expresión carente de emoción y voz neutra cuando su mirada se topó con los ojos de Rahl el Oscuro.
    - A tí, en todos los sentidos.- Fue la respuesta de su captor mientras con un dedo humedecido se atusaba las pobladas cejas y un gesto que dejaba claro que estaba saboreando cada segundo de aquella pequeña victoria adornaba su rostro impoluto.
    - Me encontrarán. Tienes enemigos muy poderosos, tus días están contados. Tu reinado acabará pronto.
    - Tu Buscador y tu mago están muertos, Confesora. Yo que tú ni lo intentaría.- La voz de Rahl era calma, la clase de calma que siempre precede a la mayor de las tormentas. Dió un paso para quedar frente a ella, haciendo que la larga capa que portaba de un vivo color rojo y ricas sedas se arremolinara alrededor de los tobillos. Era la clase de imagen que aún después de mucho tiempo se te queda grabada en la retina. La imagen de un asesino , se dijo.
    - ¿ Por qué tendría que creer nada de lo que salga por tu boca?- Apuntó, haciendo acopio de un coraje que, por el momento, seguía intacto.
    - Porque ahora mismo sólo quedas tú para defender vuestra causa perdida, y cuando logre mi objetivo necesitaré a la Madre Confesora a mi lado.
    - No seré tu títere.
    - Piensa si de verdad merece la pena arriesgar tanto por algo que estaba destinado a fracasar.- En aquellas palabras Kahlan supo que había mucho más. Con Rahl nunca nada sucedía por casualidad.
    A pesar de no haber coincidido personalmente en un mismo espacio, además de su dominio de la magia del inframundo, la habilidad para las artes del engaño y la manipulación del Oscuro era algo que en la resistencia llevaba un tiempo resonando. Eso era lo más peligroso.
    - ¿ Dónde están?- Si bien en su rostro no se reflejaba nada en absoluto, su mandíbula estaba tensa, rígida.
    - Te creía más inteligente.- Había cierta sorna en la voz de Rahl.- Ya te lo he dicho ; están muertos, ya poco importa lo que haya podido pasarles. Cuanto antes lo aceptes ,más fácil será para tí. Igual que lo fue para ellos y para tu querida hermanita aceptar su destino.- Por segunda vez las palabras de su interlocutor despertaron algo en ella que no le era desconocido, pero que desde edad temprana se había asegurado de mantener a buen recaudo bajo capas y capas de contención, autocontrol y cortesía para que no saliera a flote salvo cuando era estrictamente necesario : rabia, ira, odio y el deseo de acabar de una vez por todas con la causa de aquel horror y sufrimiento.
    Primero habían sido Denee y el resto de confesoras, después el ataque a la Gente Barro que durante un tiempo había sido lo más cercano a un hogar,luego Richard y Zedd....." Sólo recordaré que lo amaba y que nunca pude decírselo",pensó. Todas aquellas perdidas habían sido motivadas y causadas por un único hombre al que había jurado destruir ante el cuerpo malherido de su querida Denee.

    - No caerá esa breva....- Primera Norma de un mago, se recordó. Un pequeño rayo de esperanza alumbraba la inminente bruma que amenazaba con engullirla.
    - ¿ Por qué no me miras a los ojos y lo compruebas tú misma?,¿ Acaso lo sucedido en el Molino de Horner no fue suficiente advertencia?

    Antes de que pudiera reaccionar, antes de que tales emociones rasgaran siquiera la superficie, con un gesto alzando la mano,un soldado con una R grabada en el pecho cerró un collar sencillo , liso y frío al tacto alrededor de su cuello mientras otros dos trataban de sostenerla. El susodicho collar envió una pequeña descarga desde el cuello al resto del cuerpo haciendo que cayera de hinojos.
    - En estos momentos mis hombres podrían estar marchando en dirección a Aydindril. Será cuestión de tiempo que caiga en mis manos, pero todo depende de que tomes la decisión correcta.- Ambos brazos de Rahl reposaban con desesperante tranquilidad cruzados sobre su pecho. El hombretón a su espalda le alzó de las muñecas, y ella se mantuvo lo más erguida posible, los hombros rectos y la cabeza alzada, algo que pareció divertir al Oscuro.- Seré generoso. Voy a darte de plazo hasta el primer día de invierno para que puedas reflexionar. Porque entonces,lo quieras o no, tendrás que colaborar. Prefiero hacerlo en buenos términos.- Tres semanas, ese era todo el tiempo que disponía para poder pensar en una manera de salir con vida de allí ... Y de acabar con él.
    El soldado presionó su espalda con el mango de la daga para que empezara a caminar. Rahl la llamo.- Y no te preocupes, tendrás todas las comodidades a las que una confesora está acostumbrada. No te llevaré a mi alcoba ni te pondré un dedo encima a menos que tú me lo pidas.- No respondió. De tanto apretar los puños los nudillos se habían tornado blanquecinos.- Espero que tu estancia aquí sea placentera, tal vez se prolongue.
    Rahl hizo un gesto con la mano para que la sacaran de la sala de Peticionarios del Palacio del pueblo, y tanto ella como el soldado Dahariano desaparecieron en el complejo laberinto que era el enclave hasta la habitación en la que ahora se hallaba.
    De eso habían pasado cuatro días , o eso había calculado gracias a las idas y venidas de las sirvientas que le traían la bandeja con la comida,pero ella se negaba a probar bocado. Se negaba a aceptar nada que viniera de él.
    La habitación se encontraba en una de las esquinas más alejadas del palacio, sin ventanas, y,para más inri ,dos Mord-sith custodiaban la puerta día y noche, así que debía buscar otros métodos.
    Al cuarto día la oportunidad se le presentó cuando al caer la noche la sirvienta de turno ( que nunca era la misma para que no pudiera establecer ningún vínculo) vino a traerle algo de asado, un pedazo de pan de centeno y agua. El plato, aserradero ligeramente en el borde ,era de un material lo suficiente flexible para ,que al doblarlo, pudiera improvisar un arma lo suficiente filosa para poderla clavar en el cuello del próximo guardia que se cruzara en su camino o al propio Rahl.
    La idea,en su desesperación ,fue tomando forma de tal manera que volcó el asado , se quedó sólo con el plato y poco a poco comenzó a doblarlo hasta crear una especie de hoja, tarea que la mantuvo ocupada durante unas horas en el silencio del zulo, hasta que la puerta se abrió con un chirrido estridente. Por ella apareció una Mord-Sith ataviada con su traje de cuero rojo, lo que hizo que su cuerpo se tensara al saber lo que eso significaba, pero lejos de realizar cualquier movimiento que indicara ataque o amenaza, la mujer se limitó a observar, con la espalda recostada sobre el marco de la puerta, los intimidantes ojos azules fijos en ella.- Lord Rahl os ha hecho llamar.- Anunció con voz fría. A una señal, el hombretón encargado de transladarla hasta allí, la obligó a levantarse. Dió gracias a que había sido lo suficiente rápida como para guardar el arma bajo la almohada de la cama cochambrosa que le había sido asignada.
    Sin intercambiar palabra, los tres se adentraron en el laberinto de habitaciones y salas , y, esta vez, fue escoltada hasta el Jardín de la Vida, donde Rahl aguardaba. No llevaba su habitual traje de terciopelo rojo e hilos dorados, sino una túnica de un impecable tono blanco que resaltaba sus facciones . Una sonrisa ladina adornaba sus labios. Junto a él, de pie y con una expresión que no supo descifrar, se encontraba una mujer cuyos rasgos no se correspondían con los comunes de la Tierra Central, aunque a juzgar por los largos cabellos era más que evidente que se trataba de alguien importante.- Madre Confesora, os presento a la futura Lady Rahl.
    [LuthienOfLorien] No sabía con certeza cuánto tiempo llevaba atrapada entre aquellas cuatro paredes, pues apenas entraba algo de luz más allá de la necesaria para ver a más de tres palmos de distancia gracias a un candelabro .Bajo su luz cálida aunque tenue , que aún pugnaba por mantenerse en pie,la Madre Confesora andaba de un lado a otro de la estancia como un animal enjaulado en busca de cualquier indicio posible de una salida. Si la había, en ese momento fue incapaz de hallarla. Días atrás una de las cuadrillas de Rahl había logrado dar con ella además de Chase, Zedd y Brophy. No habían sido cuatro, como acostumbraban a ser , si no dos. Dos hombres de marcados rasgos Daharianos que no llevaban más armas que un puñal. Ambos habían intercambiado una mirada silente, más propia de un autómata que de una persona de carne y hueso. No hubo forcejeo, ni siquiera combate alguno. Sólo silencio, uno que bien hubiera podido cortarse con el filo de una espada , interrumpido por los aullidos lastimeros de Brophy. A ese silencio se le sumó una espesa neblina de un tono verdoso que reconoció y palabras pronunciadas en un idioma que desconocía. Después, todo fue confuso. Chase trató de encararse a aquellos hombres con su hacha, Zedd intentó en vano invocar el fuego de mago, y , en cuanto a ella, su cuerpo se negaba a responder, atrapado en algún tipo de red mágica antes de que el mundo empezara a girar, descontrolado, hasta sumirse en una profunda oscuridad. Cuando despertó y empezó a recobrar la conciencia, fue llevada ante su verdugo. -¿ Qué es lo que quieres de mí?- Consiguió preguntar finalmente, con una expresión carente de emoción y voz neutra cuando su mirada se topó con los ojos de Rahl el Oscuro. - A tí, en todos los sentidos.- Fue la respuesta de su captor mientras con un dedo humedecido se atusaba las pobladas cejas y un gesto que dejaba claro que estaba saboreando cada segundo de aquella pequeña victoria adornaba su rostro impoluto. - Me encontrarán. Tienes enemigos muy poderosos, tus días están contados. Tu reinado acabará pronto. - Tu Buscador y tu mago están muertos, Confesora. Yo que tú ni lo intentaría.- La voz de Rahl era calma, la clase de calma que siempre precede a la mayor de las tormentas. Dió un paso para quedar frente a ella, haciendo que la larga capa que portaba de un vivo color rojo y ricas sedas se arremolinara alrededor de los tobillos. Era la clase de imagen que aún después de mucho tiempo se te queda grabada en la retina. La imagen de un asesino , se dijo. - ¿ Por qué tendría que creer nada de lo que salga por tu boca?- Apuntó, haciendo acopio de un coraje que, por el momento, seguía intacto. - Porque ahora mismo sólo quedas tú para defender vuestra causa perdida, y cuando logre mi objetivo necesitaré a la Madre Confesora a mi lado. - No seré tu títere. - Piensa si de verdad merece la pena arriesgar tanto por algo que estaba destinado a fracasar.- En aquellas palabras Kahlan supo que había mucho más. Con Rahl nunca nada sucedía por casualidad. A pesar de no haber coincidido personalmente en un mismo espacio, además de su dominio de la magia del inframundo, la habilidad para las artes del engaño y la manipulación del Oscuro era algo que en la resistencia llevaba un tiempo resonando. Eso era lo más peligroso. - ¿ Dónde están?- Si bien en su rostro no se reflejaba nada en absoluto, su mandíbula estaba tensa, rígida. - Te creía más inteligente.- Había cierta sorna en la voz de Rahl.- Ya te lo he dicho ; están muertos, ya poco importa lo que haya podido pasarles. Cuanto antes lo aceptes ,más fácil será para tí. Igual que lo fue para ellos y para tu querida hermanita aceptar su destino.- Por segunda vez las palabras de su interlocutor despertaron algo en ella que no le era desconocido, pero que desde edad temprana se había asegurado de mantener a buen recaudo bajo capas y capas de contención, autocontrol y cortesía para que no saliera a flote salvo cuando era estrictamente necesario : rabia, ira, odio y el deseo de acabar de una vez por todas con la causa de aquel horror y sufrimiento. Primero habían sido Denee y el resto de confesoras, después el ataque a la Gente Barro que durante un tiempo había sido lo más cercano a un hogar,luego Richard y Zedd....." Sólo recordaré que lo amaba y que nunca pude decírselo",pensó. Todas aquellas perdidas habían sido motivadas y causadas por un único hombre al que había jurado destruir ante el cuerpo malherido de su querida Denee. - No caerá esa breva....- Primera Norma de un mago, se recordó. Un pequeño rayo de esperanza alumbraba la inminente bruma que amenazaba con engullirla. - ¿ Por qué no me miras a los ojos y lo compruebas tú misma?,¿ Acaso lo sucedido en el Molino de Horner no fue suficiente advertencia? Antes de que pudiera reaccionar, antes de que tales emociones rasgaran siquiera la superficie, con un gesto alzando la mano,un soldado con una R grabada en el pecho cerró un collar sencillo , liso y frío al tacto alrededor de su cuello mientras otros dos trataban de sostenerla. El susodicho collar envió una pequeña descarga desde el cuello al resto del cuerpo haciendo que cayera de hinojos. - En estos momentos mis hombres podrían estar marchando en dirección a Aydindril. Será cuestión de tiempo que caiga en mis manos, pero todo depende de que tomes la decisión correcta.- Ambos brazos de Rahl reposaban con desesperante tranquilidad cruzados sobre su pecho. El hombretón a su espalda le alzó de las muñecas, y ella se mantuvo lo más erguida posible, los hombros rectos y la cabeza alzada, algo que pareció divertir al Oscuro.- Seré generoso. Voy a darte de plazo hasta el primer día de invierno para que puedas reflexionar. Porque entonces,lo quieras o no, tendrás que colaborar. Prefiero hacerlo en buenos términos.- Tres semanas, ese era todo el tiempo que disponía para poder pensar en una manera de salir con vida de allí ... Y de acabar con él. El soldado presionó su espalda con el mango de la daga para que empezara a caminar. Rahl la llamo.- Y no te preocupes, tendrás todas las comodidades a las que una confesora está acostumbrada. No te llevaré a mi alcoba ni te pondré un dedo encima a menos que tú me lo pidas.- No respondió. De tanto apretar los puños los nudillos se habían tornado blanquecinos.- Espero que tu estancia aquí sea placentera, tal vez se prolongue. Rahl hizo un gesto con la mano para que la sacaran de la sala de Peticionarios del Palacio del pueblo, y tanto ella como el soldado Dahariano desaparecieron en el complejo laberinto que era el enclave hasta la habitación en la que ahora se hallaba. De eso habían pasado cuatro días , o eso había calculado gracias a las idas y venidas de las sirvientas que le traían la bandeja con la comida,pero ella se negaba a probar bocado. Se negaba a aceptar nada que viniera de él. La habitación se encontraba en una de las esquinas más alejadas del palacio, sin ventanas, y,para más inri ,dos Mord-sith custodiaban la puerta día y noche, así que debía buscar otros métodos. Al cuarto día la oportunidad se le presentó cuando al caer la noche la sirvienta de turno ( que nunca era la misma para que no pudiera establecer ningún vínculo) vino a traerle algo de asado, un pedazo de pan de centeno y agua. El plato, aserradero ligeramente en el borde ,era de un material lo suficiente flexible para ,que al doblarlo, pudiera improvisar un arma lo suficiente filosa para poderla clavar en el cuello del próximo guardia que se cruzara en su camino o al propio Rahl. La idea,en su desesperación ,fue tomando forma de tal manera que volcó el asado , se quedó sólo con el plato y poco a poco comenzó a doblarlo hasta crear una especie de hoja, tarea que la mantuvo ocupada durante unas horas en el silencio del zulo, hasta que la puerta se abrió con un chirrido estridente. Por ella apareció una Mord-Sith ataviada con su traje de cuero rojo, lo que hizo que su cuerpo se tensara al saber lo que eso significaba, pero lejos de realizar cualquier movimiento que indicara ataque o amenaza, la mujer se limitó a observar, con la espalda recostada sobre el marco de la puerta, los intimidantes ojos azules fijos en ella.- Lord Rahl os ha hecho llamar.- Anunció con voz fría. A una señal, el hombretón encargado de transladarla hasta allí, la obligó a levantarse. Dió gracias a que había sido lo suficiente rápida como para guardar el arma bajo la almohada de la cama cochambrosa que le había sido asignada. Sin intercambiar palabra, los tres se adentraron en el laberinto de habitaciones y salas , y, esta vez, fue escoltada hasta el Jardín de la Vida, donde Rahl aguardaba. No llevaba su habitual traje de terciopelo rojo e hilos dorados, sino una túnica de un impecable tono blanco que resaltaba sus facciones . Una sonrisa ladina adornaba sus labios. Junto a él, de pie y con una expresión que no supo descifrar, se encontraba una mujer cuyos rasgos no se correspondían con los comunes de la Tierra Central, aunque a juzgar por los largos cabellos era más que evidente que se trataba de alguien importante.- Madre Confesora, os presento a la futura Lady Rahl.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    — Anda, no seas tímido, siéntate a mi lado... —

    { Lamento la ausencia, espero no se prolongue demasiado y pueda responder lo que debo a la brevedad ♡}
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  • https://youtu.be/qPVJuRzS8UM?si=wy9QM0NIYNKhoJ-Y




    Alastor dio una patada a la puerta del salón del trono dejando que el último guardia callera muerto a sus pies, la espada goteaba sangre y la giro en el aire para envainarla, a su frente estaba la reina Valisa que le miraba de manera altanera.

    —Alastor...tu...eres...eres...un ser despreciable... ¡Traidor!
    La mano de la reina fue hacia la cara de Alastor que estaba rígida, solo tenía una leve sonrisa. Paro la mano sujetando la muñeca que retorció. Arrancando un quejido a la reina.
    —Cuando estabais encamada conmigo, no os parecía tan…despreciable.
    La propino un puñetazo en el estómago y hubo un destello mandando a la noble contra una pared donde quedo encadenada con cadenas negras que atravesaron sus muñecas y tobillos.

    —Vamos a jugar mi señora...—Saco un cuchillo que parecía tener el filo al rojo. —Te voy a proponer algo si me agrada tu respuesta...no pasara nada, si no me agrada…te hare gritar y no de la manera que te gusta...

    Paso el filo cerca del ojo y de la cara no aplicando el hierro, pero si para que notara su calor, si ella se movía involuntariamente, podía incluso perder la vista.

    —Abdica y dame el control del reino. Tus Serafinas están siendo derrotadas, y no creo que te, entusiasme saber lo que harán mis huestes con las que sobrevivan.

    Paso el filo en el escote la armadura se deshacía a medida que pasada el candente hierro y la causaba alguna quemadura que obviamente hacia aposta, ya que su pulso era muy firme. Dejando sus pechos al descubierto.

    —Solo tú puedes detener esta locura—Dijo con un tono de fingida pena. —La reina que las salvo de las huestes del invasor
    —No puedo permitir entregarte este reino sería el caos...

    —Issss, respuesta equivocada. —Puso la hoja ígnea de plano en uno de sus pechos. —Esperaba que fueras más lista...

    Chasqueo los dedos y un orco trajo a una joven serafín apenas una adolescente.

    —Bueno podemos hacerlo a la antigua, la tomo a ella y el trono seria mío por derecho.

    El orco arranco toda la ropa de la serafín y la tiro a los pies de Alastor el cual la puso la bota en la espalda obligándola a estar tumbada.
    —¡Livia! —La soberana forcejeo con las cadenas—Si la tocas un solo pelo...monstruo...

    Alastor se llevó una mano al pecho ofendido.

    —¿Monstruo? Eres tú quien prolonga la guerra y la que hará que su dulce hijita pague las consecuencias.... tu eres el monstruo aquí. No yo...
    ——————————————————————————————————
    Alastor se sentó en el trono unos sirvientes limpiaban la sangre del suelo donde había estado encadenada la reina la princesa estaba en un profundo sueño preservada, por si la necesitaba.
    —Al fin termino el caos comienza la época de paz bajo mi mano.
    https://youtu.be/qPVJuRzS8UM?si=wy9QM0NIYNKhoJ-Y Alastor dio una patada a la puerta del salón del trono dejando que el último guardia callera muerto a sus pies, la espada goteaba sangre y la giro en el aire para envainarla, a su frente estaba la reina Valisa que le miraba de manera altanera. —Alastor...tu...eres...eres...un ser despreciable... ¡Traidor! La mano de la reina fue hacia la cara de Alastor que estaba rígida, solo tenía una leve sonrisa. Paro la mano sujetando la muñeca que retorció. Arrancando un quejido a la reina. —Cuando estabais encamada conmigo, no os parecía tan…despreciable. La propino un puñetazo en el estómago y hubo un destello mandando a la noble contra una pared donde quedo encadenada con cadenas negras que atravesaron sus muñecas y tobillos. —Vamos a jugar mi señora...—Saco un cuchillo que parecía tener el filo al rojo. —Te voy a proponer algo si me agrada tu respuesta...no pasara nada, si no me agrada…te hare gritar y no de la manera que te gusta... Paso el filo cerca del ojo y de la cara no aplicando el hierro, pero si para que notara su calor, si ella se movía involuntariamente, podía incluso perder la vista. —Abdica y dame el control del reino. Tus Serafinas están siendo derrotadas, y no creo que te, entusiasme saber lo que harán mis huestes con las que sobrevivan. Paso el filo en el escote la armadura se deshacía a medida que pasada el candente hierro y la causaba alguna quemadura que obviamente hacia aposta, ya que su pulso era muy firme. Dejando sus pechos al descubierto. —Solo tú puedes detener esta locura—Dijo con un tono de fingida pena. —La reina que las salvo de las huestes del invasor —No puedo permitir entregarte este reino sería el caos... —Issss, respuesta equivocada. —Puso la hoja ígnea de plano en uno de sus pechos. —Esperaba que fueras más lista... Chasqueo los dedos y un orco trajo a una joven serafín apenas una adolescente. —Bueno podemos hacerlo a la antigua, la tomo a ella y el trono seria mío por derecho. El orco arranco toda la ropa de la serafín y la tiro a los pies de Alastor el cual la puso la bota en la espalda obligándola a estar tumbada. —¡Livia! —La soberana forcejeo con las cadenas—Si la tocas un solo pelo...monstruo... Alastor se llevó una mano al pecho ofendido. —¿Monstruo? Eres tú quien prolonga la guerra y la que hará que su dulce hijita pague las consecuencias.... tu eres el monstruo aquí. No yo... —————————————————————————————————— Alastor se sentó en el trono unos sirvientes limpiaban la sangre del suelo donde había estado encadenada la reina la princesa estaba en un profundo sueño preservada, por si la necesitaba. —Al fin termino el caos comienza la época de paz bajo mi mano.
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  • ────𝐘𝐮𝐤𝐢───────────── ✦

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    ⏍ Aᴄʟᴀʀᴀᴄɪᴏɴᴇs: Monorrol

    ────── 𓉳 ──────

    ㅤ —𝑪𝒉𝒐𝒔𝒐... —su voz era un susurro que flotaba en la habitación, cargado de una mezcla de desesperación y ternura—. Dicen que te estás rindiendo, pero yo no lo creo... No quiero creerlo. —Su mano temblorosa se aferraba a la de él, fría y sin respuesta, pero aún llena de un calor invisible que ella se negaba a dejar ir—. Por favor, lucha… —sus ojos comenzaron a nublarse, pero ella parpadeó rápidamente, negándose a dejar caer las lágrimas. No quería sentirse débil, necesitaba ser fuerte—. Sé que quieres luchar, lo sé. No me obligues a decidir dejarte ir... aún te queda tanto por vivir... vivir como un humano… por favor, no te vayas a un lugar donde no pueda seguirte…

    ㅤ El silencio en la habitación del hospital era abrumador, roto solo por el suave pitido del monitor cardíaco que marcaba el pulso lento y constante de Choso, como un reloj que agonizaba en la cuenta regresiva hacia un final inevitable.

    ㅤ El aire estaba impregnado de ese olor aséptico característico, una mezcla de desinfectante y medicamentos, que apenas lograba ocultar la sensación de desesperanza que impregnaba cada rincón.

    ㅤ 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔...

    ㅤ El pasillo del hospital era un túnel sin fin, sus paredes blancas y frías parecían acercarse cada vez más, ahogándola con cada paso.

    ㅤ 𝒀𝒖𝒌𝒊 avanzaba con la cabeza baja, como si el peso de la conversación que acababa de tener la arrastrara hacia el suelo. Recordaba cada palabra del hechicero médico, cada una de ellas como una puñalada lenta y precisa.

    ㅤ —Lamento decirle que, por nuestra parte, está todo hecho, señorita Tsukumo. —La voz del médico había sido profesional, carente de emoción, pero no carente de empatía—. Los daños que sufrió Choso tras el ataque de Sukuna fueron de tal magnitud que su cuerpo es incapaz de recuperarse completamente. Durante todo el tiempo que lleva hospitalizado, podemos decir que su evolución se ha estancado. Eso significa que tan solo estamos prolongando su vida de una forma casi artificial y… quizá debería plantearse que lo mejor para él sería dejarle descansar en paz.

    ㅤ 𝒀𝒖𝒌𝒊 no había dicho nada en ese momento, simplemente asintió. Su garganta estaba cerrada por un nudo de angustia imposible de deshacer, y dentro de ella algo se rompía, se fragmentaba en mil pedazos irreparables.

    ㅤ —No tiene que tomar una decisión hoy, ni mañana… tómese el tiempo que necesite antes de tomar una decisión —añadió el doctor con formalidad—. Lamento no tener mejores noticias, señorita Tsukumo. Espero que tenga un buen día a pesar de las circunstancias.

    ㅤ «Buen día...»

    ㅤ Aquellas palabras resonaban en su cabeza con un tono hueco, casi absurdo en su banalidad. ¿Cómo podía alguien tener un buen día después de escuchar algo así? ¿Cómo podía siquiera pensar en otra cosa que no fuera el rostro de Choso, pálido y quieto, casi irreconocible, consumido por el dolor y el sufrimiento?

    ㅤ «Y en aquel momento sentí cómo todo se rompía dentro de mí. Mi alma, mí corazón, mi esperanza...»

    ㅤ Cada una de esas cosas que la mantenían en pie, que la empujaban hacia adelante, parecían ahora frágiles, como si una ráfaga de viento pudiera desvanecerlas para siempre.

    ㅤ Después de sobrevivir al ataque de Kenjaku, 𝒀𝒖𝒌𝒊 había pasado una larga temporada en el hospital. Había luchado, día tras día, para recuperarse, a pesar de que su cuerpo y su mente estaban al borde de la rendición. Pero entonces recibió la noticia: 𝑪𝒉𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒈𝒓𝒂𝒗𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒉𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐...

    ㅤ Herido de una forma que parecía imposible de sanar, sí, pero aún había vida en él.

    ㅤ La noticia fue un golpe para 𝒀𝒖𝒌𝒊 pero, al mismo tiempo, una fuente de fuerza inagotable.

    ㅤ No estaba dispuesta a quedarse postrada en una cama mientras él la necesitaba.

    ㅤ Contra todo pronóstico, contra las órdenes de los médicos, 𝒀𝒖𝒌𝒊 se levantó y salió del hospital antes de lo previsto. Choso la necesitaba, y eso era lo único que a ella le importaba.

    ㅤ Cuando llegó a su habitación, su corazón se detuvo por un momento. Lo encontró postrado en la cama, su cuerpo inerte y sin vida aparente. Parecía que dormía, pero el sueño en el que estaba sumido no era natural, no era uno del que pudiera despertar por su cuenta. Era un coma profundo, un abismo oscuro del cual no había garantías de retorno.

    ㅤ Su cuerpo estaba cubierto de heridas graves, algunas aún vendadas, otras visibles. Marcas crudas de una batalla que no había terminado para él. Pero mientras su corazón latiera, aunque fuera con la ayuda de máquinas, la esperanza de 𝒀𝒖𝒌𝒊 latiría con él.

    ㅤ Los días pasaban, cada uno más largo que el anterior. Las sombras se alargaban en la habitación, y ella permanecía a su lado, día y noche, esperando y rogando por lo que ya solo parecía un milagro.

    ㅤ Yuji y ella eran todo lo que le quedaba a Choso, y Yuji estaba demasiado ocupado enfrentándose a Sukuna.

    ㅤ Eso dejaba a 𝒀𝒖𝒌𝒊 sola, luchando no solo contra la desesperanza que crecía en su pecho, sino también contra el miedo paralizante de que quizás, tal vez, Choso no volviera a ver la luz de un nuevo día.

    ㅤ Aquella mañana, la noticia que más temía vino de la mano de ese mismo doctor. 𝒀𝒖𝒌𝒊 lo supo en el instante en que vio la expresión en su rostro, una mezcla de compasión y resignación, que hizo que el mundo se detuviera a su alrededor.

    ㅤ Sus palabras, aunque amables, eran un golpe implacable.

    ㅤ «—Quizás debería considerar… dejarlo descansar...»

    ㅤ ¿𝑸ué debería de hacer? La pregunta giraba en su mente como una tormenta, cada posible respuesta más dolorosa que la anterior. ¿𝑬ra egoísta por querer obligar a Choso a luchar un poco más? —se preguntaba—. ¿𝑶 era noble por no rendirse ni dejar que él se rindiera?

    ㅤ Ahora, mientras miraba el rostro pálido de Choso, la respuesta no era más clara que antes. Solo sabía que no estaba lista para decirle adiós para siempre.

    ㅤ —𝑪𝒉𝒐𝒔𝒐… —repitió con su voz en apenas un susurro—, por favor… lucha un poco más...

    ㅤ Las lágrimas, finalmente, rompieron el dique y comenzaron a correr libremente por sus mejillas. El dolor en su pecho era insoportable, como si su corazón se estuviera desgarrando. Y tal vez lo estaba haciendo.

    ㅤ Pero mientras la esperanza latiera en su corazón, aunque solo fuera un débil eco, no podía rendirse. No lo haría. 𝑳ucharía con él y por él hasta el final.

    ㅤ[choso]

    #YukiTsukumo
    ⏍ Fᥲᥒdom #JujutsuKaisen
    #2D #Personajes2D #Comunidad2D
    ────𝐘𝐮𝐤𝐢───────────── ✦ ┊ ┊ ┊ ┊ ┊ ┊ ┊ ┊ ┊ ┊ ˚✩ ⋆。˚ ✩ ┊ ┊ ┊ ✩ ┊ ┊ 🌙⋆ ┊ ⊹ ✧.⋆ ┊ . ˚ ˚✩ ⏍ Aᴄʟᴀʀᴀᴄɪᴏɴᴇs: Monorrol ────── 𓉳 ────── ㅤ —𝑪𝒉𝒐𝒔𝒐... —su voz era un susurro que flotaba en la habitación, cargado de una mezcla de desesperación y ternura—. Dicen que te estás rindiendo, pero yo no lo creo... No quiero creerlo. —Su mano temblorosa se aferraba a la de él, fría y sin respuesta, pero aún llena de un calor invisible que ella se negaba a dejar ir—. Por favor, lucha… —sus ojos comenzaron a nublarse, pero ella parpadeó rápidamente, negándose a dejar caer las lágrimas. No quería sentirse débil, necesitaba ser fuerte—. Sé que quieres luchar, lo sé. No me obligues a decidir dejarte ir... aún te queda tanto por vivir... vivir como un humano… por favor, no te vayas a un lugar donde no pueda seguirte… ㅤ El silencio en la habitación del hospital era abrumador, roto solo por el suave pitido del monitor cardíaco que marcaba el pulso lento y constante de Choso, como un reloj que agonizaba en la cuenta regresiva hacia un final inevitable. ㅤ El aire estaba impregnado de ese olor aséptico característico, una mezcla de desinfectante y medicamentos, que apenas lograba ocultar la sensación de desesperanza que impregnaba cada rincón. ㅤ 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔... ㅤ El pasillo del hospital era un túnel sin fin, sus paredes blancas y frías parecían acercarse cada vez más, ahogándola con cada paso. ㅤ 𝒀𝒖𝒌𝒊 avanzaba con la cabeza baja, como si el peso de la conversación que acababa de tener la arrastrara hacia el suelo. Recordaba cada palabra del hechicero médico, cada una de ellas como una puñalada lenta y precisa. ㅤ —Lamento decirle que, por nuestra parte, está todo hecho, señorita Tsukumo. —La voz del médico había sido profesional, carente de emoción, pero no carente de empatía—. Los daños que sufrió Choso tras el ataque de Sukuna fueron de tal magnitud que su cuerpo es incapaz de recuperarse completamente. Durante todo el tiempo que lleva hospitalizado, podemos decir que su evolución se ha estancado. Eso significa que tan solo estamos prolongando su vida de una forma casi artificial y… quizá debería plantearse que lo mejor para él sería dejarle descansar en paz. ㅤ 𝒀𝒖𝒌𝒊 no había dicho nada en ese momento, simplemente asintió. Su garganta estaba cerrada por un nudo de angustia imposible de deshacer, y dentro de ella algo se rompía, se fragmentaba en mil pedazos irreparables. ㅤ —No tiene que tomar una decisión hoy, ni mañana… tómese el tiempo que necesite antes de tomar una decisión —añadió el doctor con formalidad—. Lamento no tener mejores noticias, señorita Tsukumo. Espero que tenga un buen día a pesar de las circunstancias. ㅤ «Buen día...» ㅤ Aquellas palabras resonaban en su cabeza con un tono hueco, casi absurdo en su banalidad. ¿Cómo podía alguien tener un buen día después de escuchar algo así? ¿Cómo podía siquiera pensar en otra cosa que no fuera el rostro de Choso, pálido y quieto, casi irreconocible, consumido por el dolor y el sufrimiento? ㅤ «Y en aquel momento sentí cómo todo se rompía dentro de mí. Mi alma, mí corazón, mi esperanza...» ㅤ Cada una de esas cosas que la mantenían en pie, que la empujaban hacia adelante, parecían ahora frágiles, como si una ráfaga de viento pudiera desvanecerlas para siempre. ㅤ Después de sobrevivir al ataque de Kenjaku, 𝒀𝒖𝒌𝒊 había pasado una larga temporada en el hospital. Había luchado, día tras día, para recuperarse, a pesar de que su cuerpo y su mente estaban al borde de la rendición. Pero entonces recibió la noticia: 𝑪𝒉𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒈𝒓𝒂𝒗𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒉𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐... ㅤ Herido de una forma que parecía imposible de sanar, sí, pero aún había vida en él. ㅤ La noticia fue un golpe para 𝒀𝒖𝒌𝒊 pero, al mismo tiempo, una fuente de fuerza inagotable. ㅤ No estaba dispuesta a quedarse postrada en una cama mientras él la necesitaba. ㅤ Contra todo pronóstico, contra las órdenes de los médicos, 𝒀𝒖𝒌𝒊 se levantó y salió del hospital antes de lo previsto. Choso la necesitaba, y eso era lo único que a ella le importaba. ㅤ Cuando llegó a su habitación, su corazón se detuvo por un momento. Lo encontró postrado en la cama, su cuerpo inerte y sin vida aparente. Parecía que dormía, pero el sueño en el que estaba sumido no era natural, no era uno del que pudiera despertar por su cuenta. Era un coma profundo, un abismo oscuro del cual no había garantías de retorno. ㅤ Su cuerpo estaba cubierto de heridas graves, algunas aún vendadas, otras visibles. Marcas crudas de una batalla que no había terminado para él. Pero mientras su corazón latiera, aunque fuera con la ayuda de máquinas, la esperanza de 𝒀𝒖𝒌𝒊 latiría con él. ㅤ Los días pasaban, cada uno más largo que el anterior. Las sombras se alargaban en la habitación, y ella permanecía a su lado, día y noche, esperando y rogando por lo que ya solo parecía un milagro. ㅤ Yuji y ella eran todo lo que le quedaba a Choso, y Yuji estaba demasiado ocupado enfrentándose a Sukuna. ㅤ Eso dejaba a 𝒀𝒖𝒌𝒊 sola, luchando no solo contra la desesperanza que crecía en su pecho, sino también contra el miedo paralizante de que quizás, tal vez, Choso no volviera a ver la luz de un nuevo día. ㅤ Aquella mañana, la noticia que más temía vino de la mano de ese mismo doctor. 𝒀𝒖𝒌𝒊 lo supo en el instante en que vio la expresión en su rostro, una mezcla de compasión y resignación, que hizo que el mundo se detuviera a su alrededor. ㅤ Sus palabras, aunque amables, eran un golpe implacable. ㅤ «—Quizás debería considerar… dejarlo descansar...» ㅤ ¿𝑸ué debería de hacer? La pregunta giraba en su mente como una tormenta, cada posible respuesta más dolorosa que la anterior. ¿𝑬ra egoísta por querer obligar a Choso a luchar un poco más? —se preguntaba—. ¿𝑶 era noble por no rendirse ni dejar que él se rindiera? ㅤ Ahora, mientras miraba el rostro pálido de Choso, la respuesta no era más clara que antes. Solo sabía que no estaba lista para decirle adiós para siempre. ㅤ —𝑪𝒉𝒐𝒔𝒐… —repitió con su voz en apenas un susurro—, por favor… lucha un poco más... ㅤ Las lágrimas, finalmente, rompieron el dique y comenzaron a correr libremente por sus mejillas. El dolor en su pecho era insoportable, como si su corazón se estuviera desgarrando. Y tal vez lo estaba haciendo. ㅤ Pero mientras la esperanza latiera en su corazón, aunque solo fuera un débil eco, no podía rendirse. No lo haría. 𝑳ucharía con él y por él hasta el final. ㅤ ㅤ[choso] ⏍ #YukiTsukumo ⏍ Fᥲᥒdom #JujutsuKaisen ⏍ #2D #Personajes2D #Comunidad2D
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