• El grimorio en blanco
    Fandom Harry Potter
    Categoría Suspenso
    Ubicación: Archivo subterráneo del Ministerio de Magia, Sección R
    Estado del tiempo: El aire está cargado de humedad arcana. La tinta parece respirar.
    Emilio lleva: Guantes de restauración, bata entintada, mirada alerta.

    Registro R-137, entrada parcial

    Una persona encapuchada dejó el libro sobre la mesa sin dar explicaciones. No firmó. No miró atrás.

    Solo dijo:

    —Al restaurarlo, ten cuidado con lo que recuerde.

    Desde entonces, Emilio Arcadia lo ha inspeccionado bajo cuatro tipos de luz y dos conjuros de memoria inactiva. Nada.
    Las páginas están en blanco. Pero no vacías. Hay algo dentro. Se percibe.
    El libro no se abre con llaves.
    Parece que espera algo.
    ¿Una herida? ¿Un recuerdo? ¿Una voz?

    Esta mañana, al tocarlo sin guantes, Emilio sintió frío.
    Pero no era su cuerpo el que se enfriaba.
    Era otro.
    Otra vida. Otra escena.
    Una confesión nunca dicha.

    Ahora permanece en la mesa de restauración, con un leve temblor bajo la cubierta que hace vibrar todo el mueble.

    **_Emilio levanta la vista del libro y te observa, con expresión neutra pero ojos que llevan una pregunta y un secreto.

    —¿Lo conoces?
    Porque creo… que el libro te ha reconocido a ti.**
    Ubicación: Archivo subterráneo del Ministerio de Magia, Sección R Estado del tiempo: El aire está cargado de humedad arcana. La tinta parece respirar. Emilio lleva: Guantes de restauración, bata entintada, mirada alerta. Registro R-137, entrada parcial Una persona encapuchada dejó el libro sobre la mesa sin dar explicaciones. No firmó. No miró atrás. Solo dijo: —Al restaurarlo, ten cuidado con lo que recuerde. Desde entonces, Emilio Arcadia lo ha inspeccionado bajo cuatro tipos de luz y dos conjuros de memoria inactiva. Nada. Las páginas están en blanco. Pero no vacías. Hay algo dentro. Se percibe. El libro no se abre con llaves. Parece que espera algo. ¿Una herida? ¿Un recuerdo? ¿Una voz? Esta mañana, al tocarlo sin guantes, Emilio sintió frío. Pero no era su cuerpo el que se enfriaba. Era otro. Otra vida. Otra escena. Una confesión nunca dicha. Ahora permanece en la mesa de restauración, con un leve temblor bajo la cubierta que hace vibrar todo el mueble. **_Emilio levanta la vista del libro y te observa, con expresión neutra pero ojos que llevan una pregunta y un secreto. —¿Lo conoces? Porque creo… que el libro te ha reconocido a ti.**
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    Grupal
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  • [ 𝑬𝒔𝒕𝒆 𝒕𝒊𝒑𝒐 𝒔𝒊 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒂𝒃𝒆 𝒄ó𝒎𝒐 𝒑𝒐𝒏𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒍 𝒉𝒖𝒎𝒐𝒓. — 𝐑𝐎𝐔𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄 𝐑𝐔𝐒𝐒𝐀 ]



    Ryan podía parecer tranquilo. Un hombre social, abierto, incluso relajado a simple vista. Había perfeccionado esa personalidad con el tiempo, esa fachada que lo mostraba como alguien más: el caballero encantador, el tipo que sabe escuchar, que sabe sonreír en el momento justo. Lo suficientemente pulido para que muchos olvidaran que sus manos estaban manchadas con la sangre de inocentes y culpables por igual. Algo que muchas personas pasaron por alto cuando lo conocían.

    A veces, incluso él se preguntaba si los demás estaban realmente bien de la cabeza. ¿Cómo podían confiar tan rápido? ¿Cómo podían relajarse ante una sonrisa y un par de bromas sin sentido? No entendía esa parte del mundo. Pero al menos le servía. Esa fachada le permitía estudiar a las personas con calma. Porque para él, la confianza no era algo que se ofrecía. Se ganaba. Y a pocos, muy pocos, se les permitía cruzar esa línea.

    Giovanni, el hermano de Elisabetta, no era uno de ellos. Ni siquiera entraba en la categoría de “detestables”. Simplemente le era irrelevante. Un nombre más. Una sombra más. No tenía valor ni afecto por él y su único recuerdo de él fue cuando le disparó en aquel día que fue a por Yuki. Un evento que había sucedido hace ya varios meses en realidad.

    Entonces… ¿por qué, demonios, le estaba enviando una advertencia?

    Su muerte le importaba poco, pero habían ciertas personas que si le importarian, personas que a él llegaron a importarle en su tiempo. Y que además, había sido él quien lo puso en la lista negra del ruso cuando llevo los documentos a la italiana para el rompimiento de tratado de alianza. Lo sentenció indirectamente.

    Días después del incidente con Kiev, había intentado contactarlo. Después de todo, una amistad de años no podía romperse tan fácilmente. O al menos, eso creyó. Pero no pudo acercarse. No sin que la sangre de sus hombres y los del ruso terminara regada en los jardines de la mansión. No había forma de negociar con los perros que custodiaban la entrada. Sabía cuándo no valía la pena forzar las cosas.

    Así que optó por lo que sabía hacer mejor: moverse en las sombras. Envió hombres discretos, infiltrados, para vigilar los pasos del ruso. Lo suficiente para confirmar lo que ya sospechaba: Kiev había abandonado el país rumbo a Rusia. Y no solo eso, sino que ya había tomado el mando de la Mafia Roja. La herencia maldita de sus antepasados comunistas. El poder que tanto había intentado evitar… ahora lo poseía por completo.

    Ryan, sentado tras su escritorio, tenía el revólver en la mano derecha. Jugaba con él. Con esa calma que a muchos les parecía aterradora. Frente a él, un hombre atado a una silla, con la boca ensangrentada y los ojos desorbitados.

    — Empieza —ordenó con voz baja, sin apartar la mirada del arma, sus dedos se movían con agilidad sobre el arma. No usaba guantes, está era de las pocas veces que podía estar relajado sin tener que temer que alguien notara su piel fría.

    Bruno, a su izquierda, sostenía un informe. Sus ojos no dudaron en bajar la mirada hacia el papel mientras comenzaba a leer con voz clara y pausada:

    —El informe confirma que el señor Romalsko ha estado vigilando sus movimientos desde que despertó. Registros bancarios, llamadas, reuniones. Incluso personas con las que ha cruzado palabras en eventos públicos han sido investigadas. Lo del evento con aquel investigador y con la señorita que conoció en la fiesta que fue con el señor Romalsko.

    La mirada del rubio vaciló está vez. Sus manos se detuvieron cuando introducía una bala al escuchar estos casos, solo basto unos segundos para continuar, cerró el tambor. Lo giró.

    Apretó el gatillo y... nada. El tambor giró de nuevo.

    —Incluyendo a la señorita Di Vincenzo y a su hermano en la mira, Giovanni.

    Nuevamente sonó un "click" pero ninguna gota de Sangre se derramó.

    Ryan alzó una ceja. Ladeó la cabeza hacia el traidor frente a él. El hombre ya no hablaba. Solo temblaba. Si que había tenido suerte.

    —¿Y la carta? —preguntó Ryan con desinterés, como si el arma no estuviera apuntando a una cabeza.

    —Fue enviada. Un hombre encubierto se aseguró de que llegara a manos de la señorita Di Vincenzo. Evitamos cualquier cruce con la vigilancia del ruso.

    La carta, aunque a vista simple un papel cualquiera era una advertencia para que Giovanni no metiera las narices donde no debía. Si lo hacía, no habría marcha atrás. Y también servía como coartada. Ryan no quería que lo arrastraran al infierno de una guerra que no le correspondía. Aún no. Tenía planes más urgentes: volver a Italia, tomar lo que era suyo, poner en orden la peste que su familia había dejado. No podía permitirse tener a los Di Vincenzo como enemigos antes siquiera de haber pisado tierras italianas.

    —Bien hecho. Pero asegúrate de que llegue. Si Kiev la intercepta... estamos jodidos, ese hombre me tomará como enemigo y las cosas terminarán por empeorar. — Apoyó el cañón del revólver en la frente del traidor.

    —También tenemos nuevos nombres —agregó Bruno, pasando al siguiente informe—. Siete contratados por los Di Conti. Cinco desconocidos. Uno de los nuestros. Y el último... un fantasma. Sin rostro. Sin huella. Se mueve mejor que los otros seis juntos.

    Ryan chasqueó la lengua. Giró el tambor por última vez. El traidor sollozaba, ahogándose en sus propias lágrimas.

    —Demasiado ruido por cosas que deberían haber quedado enterradas —musitó.

    Apuntó. No dudo y la sangre por fin salpicó.

    El sonido resonó en la sala como un final inevitable.

    Ryan se inclinó hacia atrás, apoyando el revólver en el escritorio.Su cabello estaba algo desordenado, sus ojos se cerraron, inspiró hondo. Habían sucedido tantas cosas que lo estaban impacientando, aquello que terminaba por volver una piedra molesta en su zapato.

    Que un gato le mordiera un pie era incluso más cómodo que esto.

    —Limpia esto. — Dijo reincorporándose. Estaba agotado, necesitaba un descanso de todo esto.

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    || El user está vivo, con vacaciones desde el lunes pero ayudando con unos asuntos importantes, un amigo se rompió el pie(?). En otras noticias, logré recuperar el Word hace poco en dónde tenía las respuestas de algunos roles que extrañaba por contestar, ya me estoy poniendo las pilas para aprovechar este tiempo, lamento realmente la demora.

    Un abrazo, con todo cariño, el user de Ryan.
    [ 𝑬𝒔𝒕𝒆 𝒕𝒊𝒑𝒐 𝒔𝒊 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒂𝒃𝒆 𝒄ó𝒎𝒐 𝒑𝒐𝒏𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒍 𝒉𝒖𝒎𝒐𝒓. — 𝐑𝐎𝐔𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄 𝐑𝐔𝐒𝐒𝐀 ] Ryan podía parecer tranquilo. Un hombre social, abierto, incluso relajado a simple vista. Había perfeccionado esa personalidad con el tiempo, esa fachada que lo mostraba como alguien más: el caballero encantador, el tipo que sabe escuchar, que sabe sonreír en el momento justo. Lo suficientemente pulido para que muchos olvidaran que sus manos estaban manchadas con la sangre de inocentes y culpables por igual. Algo que muchas personas pasaron por alto cuando lo conocían. A veces, incluso él se preguntaba si los demás estaban realmente bien de la cabeza. ¿Cómo podían confiar tan rápido? ¿Cómo podían relajarse ante una sonrisa y un par de bromas sin sentido? No entendía esa parte del mundo. Pero al menos le servía. Esa fachada le permitía estudiar a las personas con calma. Porque para él, la confianza no era algo que se ofrecía. Se ganaba. Y a pocos, muy pocos, se les permitía cruzar esa línea. Giovanni, el hermano de Elisabetta, no era uno de ellos. Ni siquiera entraba en la categoría de “detestables”. Simplemente le era irrelevante. Un nombre más. Una sombra más. No tenía valor ni afecto por él y su único recuerdo de él fue cuando le disparó en aquel día que fue a por Yuki. Un evento que había sucedido hace ya varios meses en realidad. Entonces… ¿por qué, demonios, le estaba enviando una advertencia? Su muerte le importaba poco, pero habían ciertas personas que si le importarian, personas que a él llegaron a importarle en su tiempo. Y que además, había sido él quien lo puso en la lista negra del ruso cuando llevo los documentos a la italiana para el rompimiento de tratado de alianza. Lo sentenció indirectamente. Días después del incidente con Kiev, había intentado contactarlo. Después de todo, una amistad de años no podía romperse tan fácilmente. O al menos, eso creyó. Pero no pudo acercarse. No sin que la sangre de sus hombres y los del ruso terminara regada en los jardines de la mansión. No había forma de negociar con los perros que custodiaban la entrada. Sabía cuándo no valía la pena forzar las cosas. Así que optó por lo que sabía hacer mejor: moverse en las sombras. Envió hombres discretos, infiltrados, para vigilar los pasos del ruso. Lo suficiente para confirmar lo que ya sospechaba: Kiev había abandonado el país rumbo a Rusia. Y no solo eso, sino que ya había tomado el mando de la Mafia Roja. La herencia maldita de sus antepasados comunistas. El poder que tanto había intentado evitar… ahora lo poseía por completo. Ryan, sentado tras su escritorio, tenía el revólver en la mano derecha. Jugaba con él. Con esa calma que a muchos les parecía aterradora. Frente a él, un hombre atado a una silla, con la boca ensangrentada y los ojos desorbitados. — Empieza —ordenó con voz baja, sin apartar la mirada del arma, sus dedos se movían con agilidad sobre el arma. No usaba guantes, está era de las pocas veces que podía estar relajado sin tener que temer que alguien notara su piel fría. Bruno, a su izquierda, sostenía un informe. Sus ojos no dudaron en bajar la mirada hacia el papel mientras comenzaba a leer con voz clara y pausada: —El informe confirma que el señor Romalsko ha estado vigilando sus movimientos desde que despertó. Registros bancarios, llamadas, reuniones. Incluso personas con las que ha cruzado palabras en eventos públicos han sido investigadas. Lo del evento con aquel investigador y con la señorita que conoció en la fiesta que fue con el señor Romalsko. La mirada del rubio vaciló está vez. Sus manos se detuvieron cuando introducía una bala al escuchar estos casos, solo basto unos segundos para continuar, cerró el tambor. Lo giró. Apretó el gatillo y... nada. El tambor giró de nuevo. —Incluyendo a la señorita Di Vincenzo y a su hermano en la mira, Giovanni. Nuevamente sonó un "click" pero ninguna gota de Sangre se derramó. Ryan alzó una ceja. Ladeó la cabeza hacia el traidor frente a él. El hombre ya no hablaba. Solo temblaba. Si que había tenido suerte. —¿Y la carta? —preguntó Ryan con desinterés, como si el arma no estuviera apuntando a una cabeza. —Fue enviada. Un hombre encubierto se aseguró de que llegara a manos de la señorita Di Vincenzo. Evitamos cualquier cruce con la vigilancia del ruso. La carta, aunque a vista simple un papel cualquiera era una advertencia para que Giovanni no metiera las narices donde no debía. Si lo hacía, no habría marcha atrás. Y también servía como coartada. Ryan no quería que lo arrastraran al infierno de una guerra que no le correspondía. Aún no. Tenía planes más urgentes: volver a Italia, tomar lo que era suyo, poner en orden la peste que su familia había dejado. No podía permitirse tener a los Di Vincenzo como enemigos antes siquiera de haber pisado tierras italianas. —Bien hecho. Pero asegúrate de que llegue. Si Kiev la intercepta... estamos jodidos, ese hombre me tomará como enemigo y las cosas terminarán por empeorar. — Apoyó el cañón del revólver en la frente del traidor. —También tenemos nuevos nombres —agregó Bruno, pasando al siguiente informe—. Siete contratados por los Di Conti. Cinco desconocidos. Uno de los nuestros. Y el último... un fantasma. Sin rostro. Sin huella. Se mueve mejor que los otros seis juntos. Ryan chasqueó la lengua. Giró el tambor por última vez. El traidor sollozaba, ahogándose en sus propias lágrimas. —Demasiado ruido por cosas que deberían haber quedado enterradas —musitó. Apuntó. No dudo y la sangre por fin salpicó. El sonido resonó en la sala como un final inevitable. Ryan se inclinó hacia atrás, apoyando el revólver en el escritorio.Su cabello estaba algo desordenado, sus ojos se cerraron, inspiró hondo. Habían sucedido tantas cosas que lo estaban impacientando, aquello que terminaba por volver una piedra molesta en su zapato. Que un gato le mordiera un pie era incluso más cómodo que esto. —Limpia esto. — Dijo reincorporándose. Estaba agotado, necesitaba un descanso de todo esto. 10 9 8 || El user está vivo, con vacaciones desde el lunes pero ayudando con unos asuntos importantes, un amigo se rompió el pie(?). En otras noticias, logré recuperar el Word hace poco en dónde tenía las respuestas de algunos roles que extrañaba por contestar, ya me estoy poniendo las pilas para aprovechar este tiempo, lamento realmente la demora. Un abrazo, con todo cariño, el user de Ryan.
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  • Nada de esto es real.
    Categoría Otros

    El aire era tibio, impregnado de un dulzor floral casi embriagante, tan perfecto y suave como aquellas tardes de primavera que Ephraim solía amar… cuando aún era real. Una brisa cálida le acariciaba el rostro, agitando las hojas de los álamos con una delicadeza que habría conmovido a cualquier poeta. Ante él se desplegaba una escena tan hermosa, tan meticulosamente compuesta, que parecía diseñada no para ser vivida, sino para ser recordada.
    Un sueño. Demasiado perfecto.
    Los colores brillaban con un fulgor imposible, más vívidos de lo que cualquier mente despierta podría tolerar. Las voces eran muchas, y sin embargo, todas hablaban en un mismo tono: armonía, triunfo, paz. Una guerra había terminado, eso decían, una guerra que él no recordaba tener registro en su mente.

    La escena cambiaba sin cesar. Demasiado rápido.

    Ráfagas de alegría le golpeaban sin tregua: niños riendo, banquetes suntuosos en pasillos dorados, jardines en plena floración. Cada imagen estaba cuidadosamente pulida, como si una voluntad desesperada por la paz hubiera borrado todo rastro de verdad y lo hubiese reemplazado con una mentira reconfortante.

    Ephraim cerró los ojos con fuerza. No por nostalgia, sino por agotamiento. El constante cambio de escenario le impedía meditar, pensar, esconderse siquiera en ese rincón mental que sabía que la soñadora jamás buscaría. Era molesto. Dolía en los ojos.

    Las risas le revolvían el estómago.
    Las memorias felices provocaban un hormigueo repulsivo que le recorría la espalda como una corriente fría.

    Avanzó unos pasos, adentrándose en una marea de figuras que se entrelazaban en un banquete. Era hermoso, imposible negarlo. Una pintura viva, un momento de tal perfección que cualquier otro lo habría guardado como un tesoro en la memoria.
    Pero Ephraim sabía leer los sueños, sentía el final aproximarse, lo percibía en la velocidad con que las escenas se desarrollaban, como un teatro a punto de caer el telón.

    Y entonces vio a aquella joven. Por su porte, por la ligereza de sus pasos, supo sin dudarlo: ella era la soñadora.
    La autora inconsciente de ese paraíso artificial.

    Ephraim sintió, como tantas otras veces, el calor hiriente de una envidia antigua apretarle el pecho. No por su corona, ni por su linaje, ni siquiera por esos dragones que a su yo más joven le habrían fascinado estudiar.

    La envidia ardía por una razón más simple y cruel: Ella todavía era capaz de soñar con esperanza.
    —Bendita ignorancia… —murmuró Ephraim, mientras sus pasos lo guiaban hacia ella.

    Porque desde que dejó de ser humano, desde que fue transformado por su amada diosa, los sueños dejaron de ser un refugio. No recordaba la última vez que había soñado algo bello. Algo que no naciera de la desesperación o el dolor.

    Extendió una mano y la posó en su hombro. No con dulzura, sino con demasiada violencia. La hizo girar, obligándola a mirarle el rostro.
    Su sonrisa torcida era una mancha oscura en medio de aquel sueño perfecto.

    —¿Sabes que esto solo es un sueño, verdad?

    Su voz era suave y melodiosa, casi dulce, pero helada. Se deslizaba como una serpiente bajo la piel, cargada de veneno. La risita que escapó de su garganta rasgó el aire, y todo comenzó a apagarse: Las voces se silenciaron, as figuras se desvanecieron, incluso aquellas que la soñadora más amaba. Y la luz… la luz se fue.

    Solo quedaron ellos dos. En la nada, rodeados de árboles y flores, demasiado oscuro para poder apreciar lo deformes y extrañas que eran.
    —Me enferma este lugar —susurró Ephraim, la voz teñida de asco—. Todo es demasiado hermoso. Demasiado... tú. Y yo… yo no puedo crear belleza. Solo deformidad.
    ¿Me dejas robarte esto, aunque sea por un momento?





    ⋆˚꩜。 ᴅᴀᴇᴍʏʀᴀ ᴛᴀʀɢᴀʀʏᴇɴ
    El aire era tibio, impregnado de un dulzor floral casi embriagante, tan perfecto y suave como aquellas tardes de primavera que Ephraim solía amar… cuando aún era real. Una brisa cálida le acariciaba el rostro, agitando las hojas de los álamos con una delicadeza que habría conmovido a cualquier poeta. Ante él se desplegaba una escena tan hermosa, tan meticulosamente compuesta, que parecía diseñada no para ser vivida, sino para ser recordada. Un sueño. Demasiado perfecto. Los colores brillaban con un fulgor imposible, más vívidos de lo que cualquier mente despierta podría tolerar. Las voces eran muchas, y sin embargo, todas hablaban en un mismo tono: armonía, triunfo, paz. Una guerra había terminado, eso decían, una guerra que él no recordaba tener registro en su mente. La escena cambiaba sin cesar. Demasiado rápido. Ráfagas de alegría le golpeaban sin tregua: niños riendo, banquetes suntuosos en pasillos dorados, jardines en plena floración. Cada imagen estaba cuidadosamente pulida, como si una voluntad desesperada por la paz hubiera borrado todo rastro de verdad y lo hubiese reemplazado con una mentira reconfortante. Ephraim cerró los ojos con fuerza. No por nostalgia, sino por agotamiento. El constante cambio de escenario le impedía meditar, pensar, esconderse siquiera en ese rincón mental que sabía que la soñadora jamás buscaría. Era molesto. Dolía en los ojos. Las risas le revolvían el estómago. Las memorias felices provocaban un hormigueo repulsivo que le recorría la espalda como una corriente fría. Avanzó unos pasos, adentrándose en una marea de figuras que se entrelazaban en un banquete. Era hermoso, imposible negarlo. Una pintura viva, un momento de tal perfección que cualquier otro lo habría guardado como un tesoro en la memoria. Pero Ephraim sabía leer los sueños, sentía el final aproximarse, lo percibía en la velocidad con que las escenas se desarrollaban, como un teatro a punto de caer el telón. Y entonces vio a aquella joven. Por su porte, por la ligereza de sus pasos, supo sin dudarlo: ella era la soñadora. La autora inconsciente de ese paraíso artificial. Ephraim sintió, como tantas otras veces, el calor hiriente de una envidia antigua apretarle el pecho. No por su corona, ni por su linaje, ni siquiera por esos dragones que a su yo más joven le habrían fascinado estudiar. La envidia ardía por una razón más simple y cruel: Ella todavía era capaz de soñar con esperanza. —Bendita ignorancia… —murmuró Ephraim, mientras sus pasos lo guiaban hacia ella. Porque desde que dejó de ser humano, desde que fue transformado por su amada diosa, los sueños dejaron de ser un refugio. No recordaba la última vez que había soñado algo bello. Algo que no naciera de la desesperación o el dolor. Extendió una mano y la posó en su hombro. No con dulzura, sino con demasiada violencia. La hizo girar, obligándola a mirarle el rostro. Su sonrisa torcida era una mancha oscura en medio de aquel sueño perfecto. —¿Sabes que esto solo es un sueño, verdad? Su voz era suave y melodiosa, casi dulce, pero helada. Se deslizaba como una serpiente bajo la piel, cargada de veneno. La risita que escapó de su garganta rasgó el aire, y todo comenzó a apagarse: Las voces se silenciaron, as figuras se desvanecieron, incluso aquellas que la soñadora más amaba. Y la luz… la luz se fue. Solo quedaron ellos dos. En la nada, rodeados de árboles y flores, demasiado oscuro para poder apreciar lo deformes y extrañas que eran. —Me enferma este lugar —susurró Ephraim, la voz teñida de asco—. Todo es demasiado hermoso. Demasiado... tú. Y yo… yo no puedo crear belleza. Solo deformidad. ¿Me dejas robarte esto, aunque sea por un momento? ⋆˚꩜。 [fable_topaz_zebra_366]
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  • ☆Primer Encuentro con Tian Capell Ivanov☆ Hace 3 años
    Fandom OC
    Categoría Original
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba.
    Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real.

    La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas.
    Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando.
    Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia.

    Ese joven era Tian Capell Ivanov.

    Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato.

    Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme:

    —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba?

    Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba. Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real. La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas. Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando. Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia. Ese joven era Tian Capell Ivanov. Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato. Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme: —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba? Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    30
    Estado
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Ya tenéis disponible la versión más reciente del directorio de personajes 3D . Como cada domingo, he realizado la actualización para que todos los datos estén al día.

    Si falta tu personaje, si has hecho un cambio de nombre, de ID, o has decidido cambiar de personaje, por favor avísame por DM. También si detectas algún error o ves a alguien que ya no está activo y no aparece reflejado, o al contrario... Cada detalle suma para mantener el registro lo más completo y útil posible.

    Gracias por la colaboración y por seguir haciendo de este espacio algo tan organizado y vivo.
    ¡Nos leemos en el Inicio!
    Ya tenéis disponible la versión más reciente del directorio de personajes 3D 🧠✨. Como cada domingo, he realizado la actualización para que todos los datos estén al día. 🔎 Si falta tu personaje, si has hecho un cambio de nombre, de ID, o has decidido cambiar de personaje, por favor avísame por DM. También si detectas algún error o ves a alguien que ya no está activo y no aparece reflejado, o al contrario... Cada detalle suma para mantener el registro lo más completo y útil posible. Gracias por la colaboración y por seguir haciendo de este espacio algo tan organizado y vivo. 💜 ¡Nos leemos en el Inicio! 🌌📚
    DIRECTORIO PERSONAJES 3D Y FANDOMS
    ¡Hola FicRolers! ✨ Aquí teneis un directorio completo de los Personajes 3D que existen en FicRol. He considerado que, quizás ver el cómputo completo de los personajes 3D más activos os anime a agregar a otros personajes, intentar crear personajes en otro fandom, etc... Os cuento algunas caracteristicas: Está separado por fandoms, salvo en el caso de...
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  • ╔═════-----------------------═════╗
    "Drakona fue, para mí, algo más que un simple clan o un hogar para dragones; fue un orgullo para nuestra especie. Surgido de un objeto de gran poder, la Piedra, que nos dio los montes para que varios grupos de escamosos se reunieran y posteriormente formarán una civilizaciones digna de su mención.

    Nosotros nos desarrollamos en un grupo concentrado, formamos una gran ciudad y una cultura que dejó un gran legado en estas tierras. La mayor civilización de dragones de las que se tiene registro; eso es algo a destacar.

    ¡A tiempos! ¡Si era un orgullo ver volar a un Drakeano entre las nubes y nuestros montes!

    Sin embargo desde que fuimos desterrados de nuestras propias tierras por miedo de otros, soy el único que actualmente responde a estas palabras: Por la Drakona, Por el Clan, Por la Piedra."
    ╚═════-----------------------═════╝
    — Diario del Guardian. Página 21.

    #DiarioDelGuardian
    ╔═════-----------------------═════╗ "Drakona fue, para mí, algo más que un simple clan o un hogar para dragones; fue un orgullo para nuestra especie. Surgido de un objeto de gran poder, la Piedra, que nos dio los montes para que varios grupos de escamosos se reunieran y posteriormente formarán una civilizaciones digna de su mención. Nosotros nos desarrollamos en un grupo concentrado, formamos una gran ciudad y una cultura que dejó un gran legado en estas tierras. La mayor civilización de dragones de las que se tiene registro; eso es algo a destacar. ¡A tiempos! ¡Si era un orgullo ver volar a un Drakeano entre las nubes y nuestros montes! Sin embargo desde que fuimos desterrados de nuestras propias tierras por miedo de otros, soy el único que actualmente responde a estas palabras: Por la Drakona, Por el Clan, Por la Piedra." ╚═════-----------------------═════╝ — Diario del Guardian. Página 21. #DiarioDelGuardian
    Me entristece
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  • ──── El trabajo como asesino a sueldo no es sencillo en sí. Teniendo en cuenta que mi desempeño es ir contra los peces gordos de la política, diputados, asesinos, abusadores, entre otras cosas que aguarda la mierda de sociedad. Pero aquí anda uno, preparándose nuevamente para otro día de trabajo. ────

    ──── ¿Saben lo peor? Es que hay papeleos y registros que uno mismo debe preparar y completar. Asi que haganme caso : Estudien, trabajen y formen una familia. Hagan las cosas bien si no quieren que sus nombres queden en esta lista y sus cabezas terminen rodando por el suelo. Porque asi es como se acaba con la vida de aquellos que traen sus mierdas a este mundo. ────
    ──── El trabajo como asesino a sueldo no es sencillo en sí. Teniendo en cuenta que mi desempeño es ir contra los peces gordos de la política, diputados, asesinos, abusadores, entre otras cosas que aguarda la mierda de sociedad. Pero aquí anda uno, preparándose nuevamente para otro día de trabajo. ──── ──── ¿Saben lo peor? Es que hay papeleos y registros que uno mismo debe preparar y completar. Asi que haganme caso : Estudien, trabajen y formen una familia. Hagan las cosas bien si no quieren que sus nombres queden en esta lista y sus cabezas terminen rodando por el suelo. Porque asi es como se acaba con la vida de aquellos que traen sus mierdas a este mundo. ────
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    Un nuevo trabajo – El encargo de Nikki

    Nikki no era una asesina cualquiera. Su nombre no figuraba en ningún registro, su rostro no aparecía en ninguna cámara. Era un fantasma entre las sombras, un susurro letal que solo se escuchaba cuando ya era demasiado tarde. Y esa noche, en el corazón vibrante de São Paulo, había recibido un nuevo encargo. Uno que cambiaría el equilibrio político de Brasil para siempre.

    El objetivo era claro: eliminar al senador Jorge Arantes, un hombre que en la superficie era carismático y patriótico, pero que en realidad tejía una red de corrupción que había atrapado a empresas, jueces y hasta miembros de la policía federal. Sus crímenes no eran un secreto para todos, pero sus alianzas lo hacían intocable… hasta ahora.

    Nikki aceptó el trabajo sin preguntas. Ella no juzgaba. No indagaba en motivos personales ni se interesaba por las consecuencias. Solo requería información precisa: rutinas, escoltas, puntos ciegos, acceso. Todo fue entregado en un sobre negro que le dejó un contacto en la recepción de un hotel lujoso. Lo leyó con calma, sentada en el balcón de su habitación, con las luces de la ciudad brillando como constelaciones artificiales a sus pies.

    El senador Arantes asistiría a una gala en un teatro histórico. Seguridad reforzada, francotiradores en los techos, detectores de metales, un equipo entero de guardaespaldas. Nikki sonrió con suavidad. Era un desafío, y ella los adoraba.

    Pasó los siguientes días moviéndose como una turista más. Con lentes oscuros y acento extranjero, paseaba por los mismos lugares por donde lo haría su presa. Observaba. Analizaba. Estudiaba la rutina de sus guardaespaldas como si fueran coreografías de ballet. Detectó los huecos, los tiempos muertos, la arrogancia del equipo de seguridad que ya se creía invencible. Era todo lo que necesitaba.

    La noche del evento, Nikki no usó armas tradicionales. Entró como parte del equipo de catering, con una acreditación falsificada y un moño impecable. Llevaba un pequeño frasco de veneno en la costura de su delantal, una neurotoxina silenciosa que no dejaría rastros en las primeras horas. Durante la cena, esperó su momento. El senador, arrogante como siempre, no dudó en aceptar la copa de vino que ella le ofreció con una sonrisa neutra.

    "Obrigado", dijo sin saber que acababa de sellar su destino.

    Salió del edificio antes de que comenzaran los discursos. En el baño del personal, se quitó el uniforme, se quitó la peluca y se puso lentes de contacto marrones. En menos de cinco minutos era otra persona. Caminó entre la multitud con calma, su respiración serena, mientras las sirenas comenzaban a sonar a lo lejos.

    Horas después, mientras abordaba un vuelo privado hacia Europa, encendió su celular solo para leer un único mensaje: “Trabajo limpio. Depósito recibido.”

    Nikki apagó el dispositivo. Se acomodó en el asiento y cerró los ojos, como si solo estuviera dormitando entre cielos tranquilos. Otro nombre menos en la lista. Otra pieza corrupta fuera del tablero. No era justicia. No era venganza. Solo era trabajo. Y Nikki era, sin duda, la mejor.

    Un nuevo trabajo – El encargo de Nikki Nikki no era una asesina cualquiera. Su nombre no figuraba en ningún registro, su rostro no aparecía en ninguna cámara. Era un fantasma entre las sombras, un susurro letal que solo se escuchaba cuando ya era demasiado tarde. Y esa noche, en el corazón vibrante de São Paulo, había recibido un nuevo encargo. Uno que cambiaría el equilibrio político de Brasil para siempre. El objetivo era claro: eliminar al senador Jorge Arantes, un hombre que en la superficie era carismático y patriótico, pero que en realidad tejía una red de corrupción que había atrapado a empresas, jueces y hasta miembros de la policía federal. Sus crímenes no eran un secreto para todos, pero sus alianzas lo hacían intocable… hasta ahora. Nikki aceptó el trabajo sin preguntas. Ella no juzgaba. No indagaba en motivos personales ni se interesaba por las consecuencias. Solo requería información precisa: rutinas, escoltas, puntos ciegos, acceso. Todo fue entregado en un sobre negro que le dejó un contacto en la recepción de un hotel lujoso. Lo leyó con calma, sentada en el balcón de su habitación, con las luces de la ciudad brillando como constelaciones artificiales a sus pies. El senador Arantes asistiría a una gala en un teatro histórico. Seguridad reforzada, francotiradores en los techos, detectores de metales, un equipo entero de guardaespaldas. Nikki sonrió con suavidad. Era un desafío, y ella los adoraba. Pasó los siguientes días moviéndose como una turista más. Con lentes oscuros y acento extranjero, paseaba por los mismos lugares por donde lo haría su presa. Observaba. Analizaba. Estudiaba la rutina de sus guardaespaldas como si fueran coreografías de ballet. Detectó los huecos, los tiempos muertos, la arrogancia del equipo de seguridad que ya se creía invencible. Era todo lo que necesitaba. La noche del evento, Nikki no usó armas tradicionales. Entró como parte del equipo de catering, con una acreditación falsificada y un moño impecable. Llevaba un pequeño frasco de veneno en la costura de su delantal, una neurotoxina silenciosa que no dejaría rastros en las primeras horas. Durante la cena, esperó su momento. El senador, arrogante como siempre, no dudó en aceptar la copa de vino que ella le ofreció con una sonrisa neutra. "Obrigado", dijo sin saber que acababa de sellar su destino. Salió del edificio antes de que comenzaran los discursos. En el baño del personal, se quitó el uniforme, se quitó la peluca y se puso lentes de contacto marrones. En menos de cinco minutos era otra persona. Caminó entre la multitud con calma, su respiración serena, mientras las sirenas comenzaban a sonar a lo lejos. Horas después, mientras abordaba un vuelo privado hacia Europa, encendió su celular solo para leer un único mensaje: “Trabajo limpio. Depósito recibido.” Nikki apagó el dispositivo. Se acomodó en el asiento y cerró los ojos, como si solo estuviera dormitando entre cielos tranquilos. Otro nombre menos en la lista. Otra pieza corrupta fuera del tablero. No era justicia. No era venganza. Solo era trabajo. Y Nikki era, sin duda, la mejor.
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  • Te dicen,

    "Acércate. Pide ayuda. Estamos para servir a los que arriesgan su vida por nosotros "

    Pero las oficinas siempre están cerradas.
    Los psicólogos y psiquiatras no tienen la empatia de apoyarte si no estas dado de alta en su registro.
    Te niegan toda ayuda si olvidaste tu numero o no estás correctamente registrado.
    Te obligan a escribir lo mas detallado posible lo que viste o sufriste, forzando a revivir todo ese dolor.
    Te recetan medicamentos que sabes que ya tomaste y no funcionaron.
    Te recetan nuevos medicamentos que son excesivamente caros y la lista de espera para el apoyo deo gobierno es de 5 meses.

    Te dicen "acercate" pero te tratan como si hubiese sido mejor morir con tus compañeros.

    Te dicen, "pide ayuda" pero solo se puede bajo sus condiciones y obligaciones.

    Te dicen "Estamos para servir" pero a nadie le importa si estas en una crisis en las escaleras de emergencia, o si el diablo por fin viene vencedor a tomar tu alma.
    Te dicen, "Acércate. Pide ayuda. Estamos para servir a los que arriesgan su vida por nosotros " Pero las oficinas siempre están cerradas. Los psicólogos y psiquiatras no tienen la empatia de apoyarte si no estas dado de alta en su registro. Te niegan toda ayuda si olvidaste tu numero o no estás correctamente registrado. Te obligan a escribir lo mas detallado posible lo que viste o sufriste, forzando a revivir todo ese dolor. Te recetan medicamentos que sabes que ya tomaste y no funcionaron. Te recetan nuevos medicamentos que son excesivamente caros y la lista de espera para el apoyo deo gobierno es de 5 meses. Te dicen "acercate" pero te tratan como si hubiese sido mejor morir con tus compañeros. Te dicen, "pide ayuda" pero solo se puede bajo sus condiciones y obligaciones. Te dicen "Estamos para servir" pero a nadie le importa si estas en una crisis en las escaleras de emergencia, o si el diablo por fin viene vencedor a tomar tu alma.
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  • Fragmento del Diario de Alren Veyran, Cronista del Ocaso
    Fandom OC
    Categoría Aventura
    Entrada 247 – Séptima luna descendente, ciclo de ceniza

    He vuelto a soñar con ella. "La Llama del Juicio". No como mito, no como símbolo sino como una verdad que se filtra en las lagunas de mi mente. La he visto arder en medio del vacío, inmóvil, y a la vez danzando con la furia de lo que ha conocido el fin del tiempo.

    Hoy, tras años de rastrear textos perdidos y páginss arrancadas del polvo de templos hundidos, creo haber identificado los ingredientes necesarios para replicarla o quizás solo acercarme a su reflejo. Lo registro aquí, por si no vuelvo de esta búsqueda. Que al menos las palabras sobrevivan, aunque yo no lo haga.

    El primero es el Corazón de Umbra.
    Un mineral vivo y tan oscuro como el propio vacio, un órgano aún palpitante, tomado de una criatura que no pertenece del todo a este mundo. Un ente de sombra viva, nacido en los bordes del no-ser. Se dice que el juicio aún vive dentro de él. Lo hallé en el abismo de Vel'Hareth, cerca de los nichos de los túmulos oscuros custodiado por los Susurrantes. Casi pierdo el alma en el proceso. Aún oigo las voces. Cuidado con las capas de presion que devoran todo a su paso con calor, gases venenosos y criaturas aunque ciegas pero letales.

    Segundo, la Lágrima del Primer Olvido.
    No es agua, sino cristal puro. Se forma solo cuando un ser olvida su propósito, su nombre, su existencia y aún así, continúa caminando. La extraje de un anciano mendigo en las ruinas de Tharyn, que ya no recordaba que alguna vez fue rey. Aún se le ve vagando por el lugar sin rumbo alguno.

    Tercero, el Fragmento del Tiempo Quieto.
    Difícil de encontrar, más aún de sostener. Un instante que nunca sucedió, robado al reloj del cosmos. Me lo entregó una tejedora de destinos a cambio de una de mis memorias más preciadas. Ya no recuerdo el rostro de mi madre pero ha valido la pena.

    Cuarto, Sangre de un Ser Trascendido.
    Aquí mentiría si dijera que la obtuve sin costo. Fue en el plano de Lys'Nerath, donde habitan los que han roto el ciclo de la vida y la muerte. La criatura me miró con lástima cuando le pedí su sangre. Dijo que nadie que busque la Llama sigue siendo humano. No sé si tenía razón.

    Quinto, Ceniza de un Voto Incumplido.
    Fácil de hallar, difícil de aceptar. Debía romper mi promesa más sagrada. Lo hice. Aún siento el eco de su voz llamándome traidor.

    Sexto, Aliento de una Aurora Muerta.
    Lo recolecté en el Valle de los Soles Caídos, donde el cielo permanece perpetuamente oscuro. Las partículas eran frías al tacto, como si el día mismo hubiera muerto.

    Séptimo, el Eco de un Destino Reescrito.
    Lo robé del alma de una joven que desafió su muerte profetizada. Logró vivir. Pero algo cambió en ella, su sombra ya no la sigue del todo.

    Octavo y último, la Esencia de la Balanza Rota.
    Un polvo gris azulado, recogido de los restos del Equilibrio de Elan-Thur, destruido durante las Guerras Eternas. Lo custodiaba un monje sin ojos. No me detuvo. Nadie lo hizo.

    Los tengo todos.
    Y ahora, solo queda el ritual.
    Mañana, encenderé la Llama.
    O me convertiré en parte de ella...
    Entrada 247 – Séptima luna descendente, ciclo de ceniza He vuelto a soñar con ella. "La Llama del Juicio". No como mito, no como símbolo sino como una verdad que se filtra en las lagunas de mi mente. La he visto arder en medio del vacío, inmóvil, y a la vez danzando con la furia de lo que ha conocido el fin del tiempo. Hoy, tras años de rastrear textos perdidos y páginss arrancadas del polvo de templos hundidos, creo haber identificado los ingredientes necesarios para replicarla o quizás solo acercarme a su reflejo. Lo registro aquí, por si no vuelvo de esta búsqueda. Que al menos las palabras sobrevivan, aunque yo no lo haga. El primero es el Corazón de Umbra. Un mineral vivo y tan oscuro como el propio vacio, un órgano aún palpitante, tomado de una criatura que no pertenece del todo a este mundo. Un ente de sombra viva, nacido en los bordes del no-ser. Se dice que el juicio aún vive dentro de él. Lo hallé en el abismo de Vel'Hareth, cerca de los nichos de los túmulos oscuros custodiado por los Susurrantes. Casi pierdo el alma en el proceso. Aún oigo las voces. Cuidado con las capas de presion que devoran todo a su paso con calor, gases venenosos y criaturas aunque ciegas pero letales. Segundo, la Lágrima del Primer Olvido. No es agua, sino cristal puro. Se forma solo cuando un ser olvida su propósito, su nombre, su existencia y aún así, continúa caminando. La extraje de un anciano mendigo en las ruinas de Tharyn, que ya no recordaba que alguna vez fue rey. Aún se le ve vagando por el lugar sin rumbo alguno. Tercero, el Fragmento del Tiempo Quieto. Difícil de encontrar, más aún de sostener. Un instante que nunca sucedió, robado al reloj del cosmos. Me lo entregó una tejedora de destinos a cambio de una de mis memorias más preciadas. Ya no recuerdo el rostro de mi madre pero ha valido la pena. Cuarto, Sangre de un Ser Trascendido. Aquí mentiría si dijera que la obtuve sin costo. Fue en el plano de Lys'Nerath, donde habitan los que han roto el ciclo de la vida y la muerte. La criatura me miró con lástima cuando le pedí su sangre. Dijo que nadie que busque la Llama sigue siendo humano. No sé si tenía razón. Quinto, Ceniza de un Voto Incumplido. Fácil de hallar, difícil de aceptar. Debía romper mi promesa más sagrada. Lo hice. Aún siento el eco de su voz llamándome traidor. Sexto, Aliento de una Aurora Muerta. Lo recolecté en el Valle de los Soles Caídos, donde el cielo permanece perpetuamente oscuro. Las partículas eran frías al tacto, como si el día mismo hubiera muerto. Séptimo, el Eco de un Destino Reescrito. Lo robé del alma de una joven que desafió su muerte profetizada. Logró vivir. Pero algo cambió en ella, su sombra ya no la sigue del todo. Octavo y último, la Esencia de la Balanza Rota. Un polvo gris azulado, recogido de los restos del Equilibrio de Elan-Thur, destruido durante las Guerras Eternas. Lo custodiaba un monje sin ojos. No me detuvo. Nadie lo hizo. Los tengo todos. Y ahora, solo queda el ritual. Mañana, encenderé la Llama. O me convertiré en parte de ella...
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