• Los monstruos son producto de la imaginación a causa del miedo, ¿no?
    No pueden ser algo real... O bien, son producto de la esquizofrenia...
    Hace poco vi a una chica con agilidad sobrehumana haciendo trucos con fuego, luchando contra algo, un monstruo en la oscuridad, pero lo que vi no puede ser real... ¿No es así, 𝕸𝐞𝐥𝐢𝐧𝐚 𝕱𝐢𝐫𝐞𝐛𝐥𝐨𝐨𝐦 ?
    Tal vez debería considerar tomar algún tipo de medicación... Porque estas alucinaciones esquizofrénicas comienzan a fastidiarme...
    Los monstruos son producto de la imaginación a causa del miedo, ¿no? No pueden ser algo real... O bien, son producto de la esquizofrenia... Hace poco vi a una chica con agilidad sobrehumana haciendo trucos con fuego, luchando contra algo, un monstruo en la oscuridad, pero lo que vi no puede ser real... ¿No es así, [Fire.bl00m] ? Tal vez debería considerar tomar algún tipo de medicación... Porque estas alucinaciones esquizofrénicas comienzan a fastidiarme...
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  • Hank James Wimbleton
    Esta carta va dirigida a todos los que sean cercanos a el..quizas ninguno de ustedes sepa quien soy pero ya se daran cuenta con el tiempo,quería hablarles sobre Hank y como le ha estado yendo en su vida,para resumirlo...es..un padre maravilloso,las ñiñas lo adoran y el las adora a ellas,ambas heredaron sus ojos carmesi,cosa curiosa la verdad,puedo decir que sus ojitos son como rubies preciosos...miren,se que Hank hizo cosas horribles,no le gusta hablar de eso conmigo y lo entiendo..pero el verlo ahora,cargando a una de sus hijas en la sala me llena el alma de esperanza y amor por el,dice que dejara todo ese mundo violento para estar conmigo y nuestras hijas,yo no quiero que se sienta obligado a dejar toda una vida de trabajo por mi,pero el me insistio tanto en que alejarse de todo y ser el padre que no tuvo y el esposo que necesito..quisiera desperdirme dejando una foto de el y Hana,increíblemente fue la mejor foto que pude sacarles a escondidas

    Para cerrar esto,Hank esta bien,esta a salvo y es feliz

    Con mis mejores deseos,Aiko Nanakase Wimbleton ♥︎
    Hank James Wimbleton Esta carta va dirigida a todos los que sean cercanos a el..quizas ninguno de ustedes sepa quien soy pero ya se daran cuenta con el tiempo,quería hablarles sobre Hank y como le ha estado yendo en su vida,para resumirlo...es..un padre maravilloso,las ñiñas lo adoran y el las adora a ellas,ambas heredaron sus ojos carmesi,cosa curiosa la verdad,puedo decir que sus ojitos son como rubies preciosos...miren,se que Hank hizo cosas horribles,no le gusta hablar de eso conmigo y lo entiendo..pero el verlo ahora,cargando a una de sus hijas en la sala me llena el alma de esperanza y amor por el,dice que dejara todo ese mundo violento para estar conmigo y nuestras hijas,yo no quiero que se sienta obligado a dejar toda una vida de trabajo por mi,pero el me insistio tanto en que alejarse de todo y ser el padre que no tuvo y el esposo que necesito..quisiera desperdirme dejando una foto de el y Hana,increíblemente fue la mejor foto que pude sacarles a escondidas Para cerrar esto,Hank esta bien,esta a salvo y es feliz Con mis mejores deseos,Aiko Nanakase Wimbleton ♥︎
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  • Quizás necesite tiempo con mis hermanos... Es todo muchísimo de asimilar, y no pasó siquiera un año...
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Quizás necesito otro personaje, uno no tan elegante y refinado... Mmm...
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  • [22:48 h | Ostia – Zona industrial abandonada | Encargo simple]

    Salí de casa de Angela para hacer un encargo como de costumbre.
    Llevo botas negras, la Glock silenciada pegada al costado y un cuchillo en la bota derecha. A las 22:33 el primer hombre cae con un tiro limpio a la garganta. Al segundo lo dejo sin aire, golpe seco al esternón y rodillazo al cuello. Me limpio las manos en su camiseta.

    Miro el reloj. A las 22:41 ya estoy saliendo.

    Cruzo el pasillo entre cajas cuando noto algo raro. Levanto el arma y giro.

    Nada.

    Avanzo y luego se escucha un chasquido metálico.

    Y entonces algo me cubre la cara.

    Tela y gas. Reacción inmediata: aguanto el aire y doy un codazo. Siento un puñetazo seco en el estómago por lo que me doblo. Trato de girarme, pero me agarran fuerte. Escucho su voz justo antes de perder el equilibrio.

    —Ahora vas a saber lo que es no tener el control, bambina.

    Intento gritar pero no me sale. Todo se pone borroso y el corazón me late a cien. Escucho cajas caer, mis botas arrastrarse, la tela del pasamontañas. Luego nada.



    [??? | Lugar desconocido | Hora indeterminada]

    Me despierto con las muñecas atadas a una silla. Metal frío y sangre en el labio. Una herida en la ceja que me molesta.

    No hay ventanas.

    Solo él de pie y fumando.

    —¿Ves? Hasta tú te despistas.
    —No por mucho tiempo —le escupo.

    Se acerca y me da una bofetada fuerte. No me duele tanto como me enciende por dentro.

    —¿Sabes por qué lo hago así? Porque sé que no te da miedo morir.
    Pero sí te jode fallar y que te atrapen. Que alguien te vea débil.

    Le mantengo la mirada. Aunque se me cae un hilo de sangre por la comisura.

    —Tienes razón —digo despacio—.
    Pero más me va a joder cuando te mate.

    Se ríe y se gira. Apara el cigarro en el suelo y sale.

    Y yo me quedo allí. Calculando. Sintiendo cómo las marcas en las muñecas empiezan a abrirse.
    Y quizás con algo de miedo por primera vez por no tener a quien me salve.

    [22:48 h | Ostia – Zona industrial abandonada | Encargo simple] Salí de casa de Angela para hacer un encargo como de costumbre. Llevo botas negras, la Glock silenciada pegada al costado y un cuchillo en la bota derecha. A las 22:33 el primer hombre cae con un tiro limpio a la garganta. Al segundo lo dejo sin aire, golpe seco al esternón y rodillazo al cuello. Me limpio las manos en su camiseta. Miro el reloj. A las 22:41 ya estoy saliendo. Cruzo el pasillo entre cajas cuando noto algo raro. Levanto el arma y giro. Nada. Avanzo y luego se escucha un chasquido metálico. Y entonces algo me cubre la cara. Tela y gas. Reacción inmediata: aguanto el aire y doy un codazo. Siento un puñetazo seco en el estómago por lo que me doblo. Trato de girarme, pero me agarran fuerte. Escucho su voz justo antes de perder el equilibrio. —Ahora vas a saber lo que es no tener el control, bambina. Intento gritar pero no me sale. Todo se pone borroso y el corazón me late a cien. Escucho cajas caer, mis botas arrastrarse, la tela del pasamontañas. Luego nada. ⸻ [??? | Lugar desconocido | Hora indeterminada] Me despierto con las muñecas atadas a una silla. Metal frío y sangre en el labio. Una herida en la ceja que me molesta. No hay ventanas. Solo él de pie y fumando. —¿Ves? Hasta tú te despistas. —No por mucho tiempo —le escupo. Se acerca y me da una bofetada fuerte. No me duele tanto como me enciende por dentro. —¿Sabes por qué lo hago así? Porque sé que no te da miedo morir. Pero sí te jode fallar y que te atrapen. Que alguien te vea débil. Le mantengo la mirada. Aunque se me cae un hilo de sangre por la comisura. —Tienes razón —digo despacio—. Pero más me va a joder cuando te mate. Se ríe y se gira. Apara el cigarro en el suelo y sale. Y yo me quedo allí. Calculando. Sintiendo cómo las marcas en las muñecas empiezan a abrirse. Y quizás con algo de miedo por primera vez por no tener a quien me salve.
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  • El cartel del viejo teatro se reflejaba en el charco como un recuerdo al revés. Las letras bailaban al ritmo del paso lento de Joon, que no hacía esfuerzo alguno por esquivarlas. La suela de sus botas se hundía en el agua como si el concreto todavía intentara aferrarlo a ese lugar que ya no iba a ser suyo.

    Llevaba el abrigo cerrado hasta el cuello. No por el frío, sino por costumbre. La carta oficial estaba doblada en el bolsillo interior, junto con una nota escrita a mano de alguien que alguna vez le prometió que el destino no importaba si se caminaba juntos.

    Otra ciudad. Otra estación. Otros nombres que no sabrán cómo toma el té ni por qué duerme con los pies colgando del colchón.

    Joon pensaba en su apartamento. En los marcos sin fotos. En el olor de los libros viejos, del café a medio terminar. En las noches que no podía dormir por pensar demasiado, y en las que no dormía porque prefería escuchar cómo ronroneaba Mandarino sobre sus papeles. Mandarino. El único que se iba con él.

    Aunque…
    Él ya tenía claro que su gato no iba a quedarse callado todo el viaje. Sabía bien cuándo alguien necesitaba cambiar de aire, y Joon… tal vez… no era el único que debía hacerlo.

    Las luces de la ciudad se reflejaban en el suelo mojado como si intentaran atraparlo por última vez. Pero ya era tarde. Las despedidas no dolían tanto como el saber que había llegado a querer ese lugar, aunque nunca lo admitiera.

    Y ahora solo quedaba caminar. Una calle más. Un recuerdo menos. Y la esperanza silenciosa de que quizás, solo quizás… alguien abriría la puerta en la próxima estación y lo llamaría por su nombre como si ya supiera quién era.



    #nightfallrevenge - Una nueva misión




    // Por ahora, Joon se va a otra ciudad.
    Sigo con los roles pendientes, no se preocupen.
    Solo que los intentos nuevos no han resultado como esperaba, o quizá aún no llegan las personas indicadas para conectar con él. No me iré del todo, pero las ganas bajaron un poco.
    Gracias por querer a mi niño hasta aquí. Cuando vuelva la inspiración, él también estará de vuelta.
    El cartel del viejo teatro se reflejaba en el charco como un recuerdo al revés. Las letras bailaban al ritmo del paso lento de Joon, que no hacía esfuerzo alguno por esquivarlas. La suela de sus botas se hundía en el agua como si el concreto todavía intentara aferrarlo a ese lugar que ya no iba a ser suyo. Llevaba el abrigo cerrado hasta el cuello. No por el frío, sino por costumbre. La carta oficial estaba doblada en el bolsillo interior, junto con una nota escrita a mano de alguien que alguna vez le prometió que el destino no importaba si se caminaba juntos. Otra ciudad. Otra estación. Otros nombres que no sabrán cómo toma el té ni por qué duerme con los pies colgando del colchón. Joon pensaba en su apartamento. En los marcos sin fotos. En el olor de los libros viejos, del café a medio terminar. En las noches que no podía dormir por pensar demasiado, y en las que no dormía porque prefería escuchar cómo ronroneaba Mandarino sobre sus papeles. Mandarino. El único que se iba con él. Aunque… Él ya tenía claro que su gato no iba a quedarse callado todo el viaje. Sabía bien cuándo alguien necesitaba cambiar de aire, y Joon… tal vez… no era el único que debía hacerlo. Las luces de la ciudad se reflejaban en el suelo mojado como si intentaran atraparlo por última vez. Pero ya era tarde. Las despedidas no dolían tanto como el saber que había llegado a querer ese lugar, aunque nunca lo admitiera. Y ahora solo quedaba caminar. Una calle más. Un recuerdo menos. Y la esperanza silenciosa de que quizás, solo quizás… alguien abriría la puerta en la próxima estación y lo llamaría por su nombre como si ya supiera quién era. #nightfallrevenge - Una nueva misión // Por ahora, Joon se va a otra ciudad. Sigo con los roles pendientes, no se preocupen. Solo que los intentos nuevos no han resultado como esperaba, o quizá aún no llegan las personas indicadas para conectar con él. No me iré del todo, pero las ganas bajaron un poco. Gracias por querer a mi niño hasta aquí. Cuando vuelva la inspiración, él también estará de vuelta. 🥀✨
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  • #DespertarEnLaCasa

    El murmullo no despertase, mas si apareciese en la casa, una habitación perfecta para él...

    Una habitación que no respira...
    Pero cada muro palpita.

    Piedra húmeda… no por agua.
    Grietas como venas.
    No hay luz,
    sólo el reflejo sordo de lo que alguna vez fue claro.
    Una claridad que no alumbra,
    pero tampoco deja escapar la sombra.

    El centro… sí…
    una mesa…
    no para comer… ni para descansar…
    Sino para sangrar en silencio.

    Sobre ella, hojas.
    Algunas aún empapadas de duda.
    Otras a medio escribir...
    Se escriben solas,
    o quizás…
    Es El murmullo el que las escribe.
    No hay manos.
    No hay tinta.
    Sea pues la sangre del murmullo la que plasme las palabras

    Una pluma… olvidada…
    quebrada...
    Pero aún ahí…
    esperando.

    Y los libros…
    oh… los libros…
    sus lomos duelen de tanto contener secretos.
    No tienen títulos.
    Porque lo que nombramos… escapa.
    Y lo que olvidamos… queda.

    Si abres uno,
    hallaras no la historia de otro,
    sino la propia.
    pues es obvio quien está escribiendo...
    Tú.

    Un constructo de la mente del escriba.
    Una ilusión hecha para el oyente.
    Una habitación hecha para El Murmullo.

    Y en la mente, escuchase los susurros...
    —...shhh...
    ...no digas nada… escribe.—

    Una nueva historia.
    La emoción de escribir me carcome.
    #DespertarEnLaCasa El murmullo no despertase, mas si apareciese en la casa, una habitación perfecta para él... Una habitación que no respira... Pero cada muro palpita. Piedra húmeda… no por agua. Grietas como venas. No hay luz, sólo el reflejo sordo de lo que alguna vez fue claro. Una claridad que no alumbra, pero tampoco deja escapar la sombra. El centro… sí… una mesa… no para comer… ni para descansar… Sino para sangrar en silencio. Sobre ella, hojas. Algunas aún empapadas de duda. Otras a medio escribir... Se escriben solas, o quizás… Es El murmullo el que las escribe. No hay manos. No hay tinta. Sea pues la sangre del murmullo la que plasme las palabras Una pluma… olvidada… quebrada... Pero aún ahí… esperando. Y los libros… oh… los libros… sus lomos duelen de tanto contener secretos. No tienen títulos. Porque lo que nombramos… escapa. Y lo que olvidamos… queda. Si abres uno, hallaras no la historia de otro, sino la propia. pues es obvio quien está escribiendo... Tú. Un constructo de la mente del escriba. Una ilusión hecha para el oyente. Una habitación hecha para El Murmullo. Y en la mente, escuchase los susurros... —...shhh... ...no digas nada… escribe.— Una nueva historia. La emoción de escribir me carcome.
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  • ——————✧◦♚◦✧——————⋆

    El emperador, aquel que parece omnisciente, que todo ve, todo escucha y gobierna cada rincón de su vasto dominio; aquel que se alza por encima de todos los demás como una figura imponente e inquebrantable, ahora se encuentra cautivado, casi subyugado, por una mujer cuya audacia desafía toda lógica. Es increíble cómo desafía sin reservas su autoridad y cómo parece no temer la sombra del poder ni los riesgos que supone acercarse tanto a él.

    Y lo peor —o quizás lo más fascinante— es su actitud. Esa sonrisa despreocupada que desarma cualquier defensa, los pequeños empujones que rompen cualquier formalidad, las mordidas juguetonas que él nunca habría permitido en otro tiempo, y su insaciable curiosidad por cada aspecto de lo que él hace o deja de hacer; toda ella resulta una paradoja que nunca logra descifrar.

    Como si eso fuera insuficiente, aquella mujer tuvo incluso el descaro de obligarlo a abandonar la solemnidad de sus tradicionales atuendos para enfundarse en un traje elegante, solo con el objetivo de cumplir su capricho de asistir a una boda insignificante de una amiga. Él debería detestarla por esto, y quizá lo hace, pero hay algo más profundo. Le intriga el hecho de que ella actúe como si pudiera ejercer algún tipo de control sobre él, como si realmente creyera haber conquistado al emperador. Qué absurda ilusión. Qué ingenua.
    ——————✧◦♚◦✧——————⋆ El emperador, aquel que parece omnisciente, que todo ve, todo escucha y gobierna cada rincón de su vasto dominio; aquel que se alza por encima de todos los demás como una figura imponente e inquebrantable, ahora se encuentra cautivado, casi subyugado, por una mujer cuya audacia desafía toda lógica. Es increíble cómo desafía sin reservas su autoridad y cómo parece no temer la sombra del poder ni los riesgos que supone acercarse tanto a él. Y lo peor —o quizás lo más fascinante— es su actitud. Esa sonrisa despreocupada que desarma cualquier defensa, los pequeños empujones que rompen cualquier formalidad, las mordidas juguetonas que él nunca habría permitido en otro tiempo, y su insaciable curiosidad por cada aspecto de lo que él hace o deja de hacer; toda ella resulta una paradoja que nunca logra descifrar. Como si eso fuera insuficiente, aquella mujer tuvo incluso el descaro de obligarlo a abandonar la solemnidad de sus tradicionales atuendos para enfundarse en un traje elegante, solo con el objetivo de cumplir su capricho de asistir a una boda insignificante de una amiga. Él debería detestarla por esto, y quizá lo hace, pero hay algo más profundo. Le intriga el hecho de que ella actúe como si pudiera ejercer algún tipo de control sobre él, como si realmente creyera haber conquistado al emperador. Qué absurda ilusión. Qué ingenua.
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  • ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over?
    ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ]

    Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo.

    Para peor, o para mejor.

    Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos.

    “¡Por favor!”

    ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos.

    Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla.

    Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre.

    Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar.

    Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?”

    Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo.

    --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero:

    ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía:
    “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.”
    La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía.
    “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.”

    Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer.

    “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.”

    Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello.

    Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.

    ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over? ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ] Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo. Para peor, o para mejor. Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos. “¡Por favor!” ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos. Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla. Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre. Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar. Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?” Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo. --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero: ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía: “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.” La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía. “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.” Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer. “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.” Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello. Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.
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  • Quizás mi amor sea un abrazo mortal,
    un deseo insaciable, eterno y cruel.
    Solo yo, en tus pensamientos, quiero morar,
    que tu alma se pierda, que no encuentres otro ser.

    Quiero que mueras por mí, que tu vida se encienda
    con cada suspiro que de mi boca surja,
    que tu carne arda con el deseo que envenena
    y que mis sombras sean la única luz que te acoga.

    Que no haya rincón en tu mente, ni en tu pecho,
    que no lleve mi nombre, que no te susurre mi voz.
    Solo yo, por siempre, tú serás mi objeto,
    mi juguete, mi prisionero, y en la eternidad seré tu Dios.

    Sufre mi pasión, saborea la locura,
    que en cada beso te muera un poco más.
    Seré el eco de tus noches más oscuras,
    y cuando mi frío te abrace, sabrás que nunca podrás escapar.

    Ahora solo me perteneces a mí...
    Quizás mi amor sea un abrazo mortal, un deseo insaciable, eterno y cruel. Solo yo, en tus pensamientos, quiero morar, que tu alma se pierda, que no encuentres otro ser. Quiero que mueras por mí, que tu vida se encienda con cada suspiro que de mi boca surja, que tu carne arda con el deseo que envenena y que mis sombras sean la única luz que te acoga. Que no haya rincón en tu mente, ni en tu pecho, que no lleve mi nombre, que no te susurre mi voz. Solo yo, por siempre, tú serás mi objeto, mi juguete, mi prisionero, y en la eternidad seré tu Dios. Sufre mi pasión, saborea la locura, que en cada beso te muera un poco más. Seré el eco de tus noches más oscuras, y cuando mi frío te abrace, sabrás que nunca podrás escapar. Ahora solo me perteneces a mí...
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