¿Y sí realmente estaré en peligro? ¿Porqué siento esa extraña sensación de que algo va a suceder? Esto comienza a preocuparme, no debería estar sola en este momento, ojalá hayan respuestas pronto para todo lo que está sucediendo, he escuchado rumores de personas que han muerto en circunstancias sobrenaturales, ¿Debería haber escuchado a la hechicera Nicole?
*Preocupada y pensativa, reflexiona un poco de todo lo que ha estado pasando en este último tiempo, siente que algo está por ocurrir*
¿Y sí realmente estaré en peligro? ¿Porqué siento esa extraña sensación de que algo va a suceder? Esto comienza a preocuparme, no debería estar sola en este momento, ojalá hayan respuestas pronto para todo lo que está sucediendo, he escuchado rumores de personas que han muerto en circunstancias sobrenaturales, ¿Debería haber escuchado a la hechicera Nicole?
*Preocupada y pensativa, reflexiona un poco de todo lo que ha estado pasando en este último tiempo, siente que algo está por ocurrir*
-La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía.
Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos.
Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres.
La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor.
Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino.
Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.-
Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago.
-Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc.
Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido.
Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos.
Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada.
Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado.
Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.-
No es nada personal…
-murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -
[🇦🇹] - Austria, 22:45.
-La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía.
Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos.
Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres.
La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor.
Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino.
Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.-
Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago.
-Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc.
Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido.
Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos.
Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada.
Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado.
Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.-
No es nada personal…
-murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -
"— Muy buenas gente, el dia de hoy voy a contarles el storytime de la vez que trabaje en un glory hol-"
*- Antes que terminara de decir la mamada que estaba apunto de decir aparece otro Zack detras de el. -*
"— ZACK!, YA FALTA POCO PARA NAVIDAD CONCHA TU MADRE!"
*- Diria Zack (2). Luego, Zack (1) responde. -*
"— No mames que puto susto!, estaba apunto de contar cuando trabajamos en el Hell paradise que hay en el mundo humano... ¿Y que verga tiene que ya sea navidad?, ni si quiera la celebramos estamos mas solos que la verga."
"— Espera, ¿Hablas del Hell paradise donde un hijo de su puta madre llego a probar cuantos dildos nos cabian en el orto?."
"— Simon ese mero, jeje rompimos un record ahi estoy seguro, ni la sucubo mas culo roto del infierno podria soportar 18 dildos de 27 centimetros cada uno, somos la mera verga."
"— No seas mamon como vas a contar eso publicamente pedazo de idiota!... Como sea, ya va a llegar la navidad y el Zack principal sigue bien muerto y como estamos divididos uno de nosotros tiene que encargarse de repartir regalos... Y ese seras tu."
"— Que verga, PORQUE!?"
"— Porque si no mal recuerdo UN ZACK BIEN PENDEJO le disparo a Santa Claus y ahora el pinche gordo mamon no puede caminar!"
"— Chingada, ya te dije que pense que era un viejo pervertido o violador!"
"— Me vale verga, ahora a ti te toca repartir regalos este año pinche estupido, y para que te joda mas el castigo vas a repartir regalos por varios universos, y si no lo haces te vamos a meter un palo por el culo!"
"— Uy premio."
"— A si?, bueno pues entonces te vamos a obligar a ver todos los videos del tiktok de Kunno, sin parpadear!"
"— Monstruos... Bien bien lo hare!."
"— Mas te vale puto... A partir de hoy eres Zack Santa Claus, bien nos vemos putito!."
*- El Zack desaparece por un portal dejando a nuestro ahora Zack Santa Claus solo. -*
"— Bueno me va a tocar repartir regalos... Esto va a ser una patada en las bolas para mi cartera... MIERDA!"
"— Muy buenas gente, el dia de hoy voy a contarles el storytime de la vez que trabaje en un glory hol-"
*- Antes que terminara de decir la mamada que estaba apunto de decir aparece otro Zack detras de el. -*
"— ZACK!, YA FALTA POCO PARA NAVIDAD CONCHA TU MADRE!"
*- Diria Zack (2). Luego, Zack (1) responde. -*
"— No mames que puto susto!, estaba apunto de contar cuando trabajamos en el Hell paradise que hay en el mundo humano... ¿Y que verga tiene que ya sea navidad?, ni si quiera la celebramos estamos mas solos que la verga."
"— Espera, ¿Hablas del Hell paradise donde un hijo de su puta madre llego a probar cuantos dildos nos cabian en el orto?."
"— Simon ese mero, jeje rompimos un record ahi estoy seguro, ni la sucubo mas culo roto del infierno podria soportar 18 dildos de 27 centimetros cada uno, somos la mera verga."
:STK-21:
"— No seas mamon como vas a contar eso publicamente pedazo de idiota!... Como sea, ya va a llegar la navidad y el Zack principal sigue bien muerto y como estamos divididos uno de nosotros tiene que encargarse de repartir regalos... Y ese seras tu."
"— Que verga, PORQUE!?"
"— Porque si no mal recuerdo UN ZACK BIEN PENDEJO le disparo a Santa Claus y ahora el pinche gordo mamon no puede caminar!"
"— Chingada, ya te dije que pense que era un viejo pervertido o violador!"
"— Me vale verga, ahora a ti te toca repartir regalos este año pinche estupido, y para que te joda mas el castigo vas a repartir regalos por varios universos, y si no lo haces te vamos a meter un palo por el culo!"
"— Uy premio."
"— A si?, bueno pues entonces te vamos a obligar a ver todos los videos del tiktok de Kunno, sin parpadear!"
"— Monstruos... Bien bien lo hare!."
"— Mas te vale puto... A partir de hoy eres Zack Santa Claus, bien nos vemos putito!."
*- El Zack desaparece por un portal dejando a nuestro ahora Zack Santa Claus solo. -*
"— Bueno me va a tocar repartir regalos... Esto va a ser una patada en las bolas para mi cartera... MIERDA!"
:STK-58:
¿Crees que estaría haciendo esto si no me lo hubieran pedido? No me gusta atacar ratitas como tú que no pueden levantar un arma con una sola mano... Pero, así es la vida ¿No? No me guardes rencor, si quieres... Puedo decirte quien te mandó a matar para que luego lo busques en el infierno.
— Se encontraba sobre su víctima, inmovilizandol@ por completo, le daba un poco de pena que ni siquiera hubiera intentado defenderse, pero allí estaba... ¿Qué podía hacer? ¿Perdonarle la vida y rechazar el trabajo? Genuinamente se lo había pensado por un momento, quizá por eso tardaba en dar el golpe final. —
¿Crees que estaría haciendo esto si no me lo hubieran pedido? No me gusta atacar ratitas como tú que no pueden levantar un arma con una sola mano... Pero, así es la vida ¿No? No me guardes rencor, si quieres... Puedo decirte quien te mandó a matar para que luego lo busques en el infierno.
— Se encontraba sobre su víctima, inmovilizandol@ por completo, le daba un poco de pena que ni siquiera hubiera intentado defenderse, pero allí estaba... ¿Qué podía hacer? ¿Perdonarle la vida y rechazar el trabajo? Genuinamente se lo había pensado por un momento, quizá por eso tardaba en dar el golpe final. —
Intentó abrir los párpados, pero enseguida arrugó el rostro al ser recibido por los azotes de los rayos del sol. Otra vez tuvo que frotarse con el dorso de las manos, solo que esta vez tendría una molestia mayor; ardor, el ardor provocado por el agua salada que se filtra entre los párpados y llega hasta los ojos.
Varios fueron los minutos de rodar y patalear, entre gruñidos y gimoteos. No fue hasta que la arena entró en sus narices que se levantó del suelo, tan fuerte como la tos que hacía doler su garganta.
¿Lágrimas? Si, deslizándose lentamente por las esquinas de aquellos dorados ojos. Respiró profundo hasta que sus jadeos lograron penetrar muy levemente el agua que tapaba sus alargadas orejas.
Decir que se veía deplorable era poco; su rostro pálido llevaba un tono rojizo por la agitación y su largo cabello lacio estaba despeinado, enredado y reseco por las sales del mar que lo arrastró hasta aquella orilla, y en su espalda yacen extendidas las heridas de su violento aterrizaje. Sanó lesiones a velocidades vertiginosa para un humano ordinario, pero para él se sintió lento y horrible ¿Por qué? Porque cada segundo parecía eterno por culpa de las partículas que la carne creciente arrastra sobre sus nervios expuestos. Las sintió salir una por una.
Descansó de rodillas, con los antebrazos sobre la arena. Los jadeos seguían saliendo de sus labios, pero poco a poco la respiración fue tomando un ritmo apropiado. Los ojos los tenía rojos, culpa de la sal y las lágrimas producidas por el dolor. Al rato tomó una postura erguida, con la cabeza tirada hacia atrás, y respiró profundo. Se sentía mejor, el alivio había tomado asiló en su cuerpo. Su recuperación estaba completa, y fue un total éxito; ni una marca, ni siquiera una costra que pudiera servir de recuerdo.
El sol ya avanzó más allá de su punto más alto, anunciando así su intención de perderse en el horizonte. Así que el chico de cabello rojo decidió ponerse de pie para emprender su camino a... A ningún lado en particular. Es incapaz de ubicar el área de donde proviene, mucho menos reconoce su paradero actual. Su única opción es seguir al gigante dorado, aquel que avanza sin esperar a nadie, ese que toma asiento en su trono en el punto más alto del firmamento.
Dejó atrás las arenas y se adentró en la hierba, plantas tan altas que acarician sus piernas hasta producirle comezón. Podría haber avanzado más pero cada tantos pasos se detenía a rascarse pies, rodillas y gemelos.
Un viaje sin destino u origen. Incierto, pero era suyo. Solo debía de seguir la guía del sol y consultar al viento cuando sienta inseguridad.
Cap: 01
Intentó abrir los párpados, pero enseguida arrugó el rostro al ser recibido por los azotes de los rayos del sol. Otra vez tuvo que frotarse con el dorso de las manos, solo que esta vez tendría una molestia mayor; ardor, el ardor provocado por el agua salada que se filtra entre los párpados y llega hasta los ojos.
Varios fueron los minutos de rodar y patalear, entre gruñidos y gimoteos. No fue hasta que la arena entró en sus narices que se levantó del suelo, tan fuerte como la tos que hacía doler su garganta.
¿Lágrimas? Si, deslizándose lentamente por las esquinas de aquellos dorados ojos. Respiró profundo hasta que sus jadeos lograron penetrar muy levemente el agua que tapaba sus alargadas orejas.
Decir que se veía deplorable era poco; su rostro pálido llevaba un tono rojizo por la agitación y su largo cabello lacio estaba despeinado, enredado y reseco por las sales del mar que lo arrastró hasta aquella orilla, y en su espalda yacen extendidas las heridas de su violento aterrizaje. Sanó lesiones a velocidades vertiginosa para un humano ordinario, pero para él se sintió lento y horrible ¿Por qué? Porque cada segundo parecía eterno por culpa de las partículas que la carne creciente arrastra sobre sus nervios expuestos. Las sintió salir una por una.
Descansó de rodillas, con los antebrazos sobre la arena. Los jadeos seguían saliendo de sus labios, pero poco a poco la respiración fue tomando un ritmo apropiado. Los ojos los tenía rojos, culpa de la sal y las lágrimas producidas por el dolor. Al rato tomó una postura erguida, con la cabeza tirada hacia atrás, y respiró profundo. Se sentía mejor, el alivio había tomado asiló en su cuerpo. Su recuperación estaba completa, y fue un total éxito; ni una marca, ni siquiera una costra que pudiera servir de recuerdo.
El sol ya avanzó más allá de su punto más alto, anunciando así su intención de perderse en el horizonte. Así que el chico de cabello rojo decidió ponerse de pie para emprender su camino a... A ningún lado en particular. Es incapaz de ubicar el área de donde proviene, mucho menos reconoce su paradero actual. Su única opción es seguir al gigante dorado, aquel que avanza sin esperar a nadie, ese que toma asiento en su trono en el punto más alto del firmamento.
Dejó atrás las arenas y se adentró en la hierba, plantas tan altas que acarician sus piernas hasta producirle comezón. Podría haber avanzado más pero cada tantos pasos se detenía a rascarse pies, rodillas y gemelos.
Un viaje sin destino u origen. Incierto, pero era suyo. Solo debía de seguir la guía del sol y consultar al viento cuando sienta inseguridad.
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
existió un espíritu solar errante.
Shobu,
una chispa viva del Sol,
no era un habitante como los Phyros,
sino una de las entidades primordiales,
un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.
Viajaba libre,
cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
curioso ante todo aquello que no ardía como él.
Un día, su luz chocó contra una esfera
que no quemaba…
sino que reflejaba.
Había encontrado la Luna.
La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
los Elunai, habitantes lunares,
y los misteriosos Espíritus de la Luna,
criaturas antiguas como la noche.
Y entre ellos,
Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:
Xinia,
espíritu lunar joven,
una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
nacida de la calma de la Luna
y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.
Su luz no quemaba.
Su luz acariciaba.
Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.
---
El primer lazo entre Sol y Luna
Xinia se acercó sin temor alguno:
ella no conocía el fuego,
solo la quietud luminosa.
Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
el cosmos registró un suceso inédito:
dos espíritus de orígenes contrarios
hicieron armonía.
Su unión fue inmediata,
natural,
destinada.
Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
Xinia aceptó, curiosa…
y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.
---
La ira de Phyros y Elunai
Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:
Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
Lo consideraron un sacrilegio.
Los Espíritus del Sol vieron peligro:
“lo que es lunar no debe tocar lo solar”.
Mientras tanto,
Los Elunai (habitantes de la Luna)
se sintieron traicionados:
Shobu había arrebatado a su criatura más pura.
Y los Espíritus de la Luna,
orgullosos y fríos,
declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.
Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
tejieron un destino cruel:
un sello eterno
que impedía que lo solar tocara lo lunar
y que lo lunar tocara lo solar.
Los mundos quedaron separados
por la fuerza del miedo.
Y Shobu y Xinia quedaron separados
por la fuerza del amor.
---
El Primer Eclipse
Pero el amor, cuando es verdadero,
rompe incluso las órdenes de los dioses.
La Luna pasó frente al Sol.
El Sol abrazó a la Luna por la espalda.
Y en esa alineación perfecta,
por primera vez en la historia del cielo,
nació un camino imposible:
un puente de fuego y plata,
creado no por magia solar ni lunar,
sino
por la súplica unida
de dos espíritus que se negaban a olvidarse.
Xinia cruzó.
Shobu cruzó.
Y se encontraron en medio del eclipse,
en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
sino del amor prohibido.
Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.
---
Los eclipses de amor y guerra
Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
había roto sus prohibiciones,
nació la primera guerra entre sus pueblos.
No una guerra de ejércitos,
sino una guerra de pensamiento:
unos defendiendo la unión,
otros exigiendo separación eterna.
Desde entonces,
cada eclipse repite la historia:
cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.
Los eclipses son puentes.
Los eclipses son cicatrices.
Y en el corazón de cada uno
late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
el primer amor entre fuego y plata.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
Al caer la segunda noche, la vuelvo a ver...
Selin: Déjame que te cuente...
La Leyenda de Shobu y Xinia
Eclipses de amor y guerra
Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
existió un espíritu solar errante.
Shobu,
una chispa viva del Sol,
no era un habitante como los Phyros,
sino una de las entidades primordiales,
un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.
Viajaba libre,
cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
curioso ante todo aquello que no ardía como él.
Un día, su luz chocó contra una esfera
que no quemaba…
sino que reflejaba.
Había encontrado la Luna.
La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
los Elunai, habitantes lunares,
y los misteriosos Espíritus de la Luna,
criaturas antiguas como la noche.
Y entre ellos,
Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:
Xinia,
espíritu lunar joven,
una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
nacida de la calma de la Luna
y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.
Su luz no quemaba.
Su luz acariciaba.
Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.
---
El primer lazo entre Sol y Luna
Xinia se acercó sin temor alguno:
ella no conocía el fuego,
solo la quietud luminosa.
Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
el cosmos registró un suceso inédito:
dos espíritus de orígenes contrarios
hicieron armonía.
Su unión fue inmediata,
natural,
destinada.
Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
Xinia aceptó, curiosa…
y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.
---
La ira de Phyros y Elunai
Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:
Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
Lo consideraron un sacrilegio.
Los Espíritus del Sol vieron peligro:
“lo que es lunar no debe tocar lo solar”.
Mientras tanto,
Los Elunai (habitantes de la Luna)
se sintieron traicionados:
Shobu había arrebatado a su criatura más pura.
Y los Espíritus de la Luna,
orgullosos y fríos,
declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.
Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
tejieron un destino cruel:
un sello eterno
que impedía que lo solar tocara lo lunar
y que lo lunar tocara lo solar.
Los mundos quedaron separados
por la fuerza del miedo.
Y Shobu y Xinia quedaron separados
por la fuerza del amor.
---
El Primer Eclipse
Pero el amor, cuando es verdadero,
rompe incluso las órdenes de los dioses.
La Luna pasó frente al Sol.
El Sol abrazó a la Luna por la espalda.
Y en esa alineación perfecta,
por primera vez en la historia del cielo,
nació un camino imposible:
un puente de fuego y plata,
creado no por magia solar ni lunar,
sino
por la súplica unida
de dos espíritus que se negaban a olvidarse.
Xinia cruzó.
Shobu cruzó.
Y se encontraron en medio del eclipse,
en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
sino del amor prohibido.
Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.
---
Los eclipses de amor y guerra
Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
había roto sus prohibiciones,
nació la primera guerra entre sus pueblos.
No una guerra de ejércitos,
sino una guerra de pensamiento:
unos defendiendo la unión,
otros exigiendo separación eterna.
Desde entonces,
cada eclipse repite la historia:
cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.
Los eclipses son puentes.
Los eclipses son cicatrices.
Y en el corazón de cada uno
late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
el primer amor entre fuego y plata.
Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
existió un espíritu solar errante.
Shobu,
una chispa viva del Sol,
no era un habitante como los Phyros,
sino una de las entidades primordiales,
un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.
Viajaba libre,
cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
curioso ante todo aquello que no ardía como él.
Un día, su luz chocó contra una esfera
que no quemaba…
sino que reflejaba.
Había encontrado la Luna.
La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
los Elunai, habitantes lunares,
y los misteriosos Espíritus de la Luna,
criaturas antiguas como la noche.
Y entre ellos,
Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:
Xinia,
espíritu lunar joven,
una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
nacida de la calma de la Luna
y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.
Su luz no quemaba.
Su luz acariciaba.
Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.
---
El primer lazo entre Sol y Luna
Xinia se acercó sin temor alguno:
ella no conocía el fuego,
solo la quietud luminosa.
Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
el cosmos registró un suceso inédito:
dos espíritus de orígenes contrarios
hicieron armonía.
Su unión fue inmediata,
natural,
destinada.
Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
Xinia aceptó, curiosa…
y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.
---
La ira de Phyros y Elunai
Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:
Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
Lo consideraron un sacrilegio.
Los Espíritus del Sol vieron peligro:
“lo que es lunar no debe tocar lo solar”.
Mientras tanto,
Los Elunai (habitantes de la Luna)
se sintieron traicionados:
Shobu había arrebatado a su criatura más pura.
Y los Espíritus de la Luna,
orgullosos y fríos,
declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.
Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
tejieron un destino cruel:
un sello eterno
que impedía que lo solar tocara lo lunar
y que lo lunar tocara lo solar.
Los mundos quedaron separados
por la fuerza del miedo.
Y Shobu y Xinia quedaron separados
por la fuerza del amor.
---
El Primer Eclipse
Pero el amor, cuando es verdadero,
rompe incluso las órdenes de los dioses.
La Luna pasó frente al Sol.
El Sol abrazó a la Luna por la espalda.
Y en esa alineación perfecta,
por primera vez en la historia del cielo,
nació un camino imposible:
un puente de fuego y plata,
creado no por magia solar ni lunar,
sino
por la súplica unida
de dos espíritus que se negaban a olvidarse.
Xinia cruzó.
Shobu cruzó.
Y se encontraron en medio del eclipse,
en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
sino del amor prohibido.
Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.
---
Los eclipses de amor y guerra
Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
había roto sus prohibiciones,
nació la primera guerra entre sus pueblos.
No una guerra de ejércitos,
sino una guerra de pensamiento:
unos defendiendo la unión,
otros exigiendo separación eterna.
Desde entonces,
cada eclipse repite la historia:
cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.
Los eclipses son puentes.
Los eclipses son cicatrices.
Y en el corazón de cada uno
late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
el primer amor entre fuego y plata.
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Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
existió un espíritu solar errante.
Shobu,
una chispa viva del Sol,
no era un habitante como los Phyros,
sino una de las entidades primordiales,
un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.
Viajaba libre,
cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
curioso ante todo aquello que no ardía como él.
Un día, su luz chocó contra una esfera
que no quemaba…
sino que reflejaba.
Había encontrado la Luna.
La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
los Elunai, habitantes lunares,
y los misteriosos Espíritus de la Luna,
criaturas antiguas como la noche.
Y entre ellos,
Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:
Xinia,
espíritu lunar joven,
una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
nacida de la calma de la Luna
y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.
Su luz no quemaba.
Su luz acariciaba.
Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.
---
El primer lazo entre Sol y Luna
Xinia se acercó sin temor alguno:
ella no conocía el fuego,
solo la quietud luminosa.
Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
el cosmos registró un suceso inédito:
dos espíritus de orígenes contrarios
hicieron armonía.
Su unión fue inmediata,
natural,
destinada.
Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
Xinia aceptó, curiosa…
y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.
---
La ira de Phyros y Elunai
Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:
Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
Lo consideraron un sacrilegio.
Los Espíritus del Sol vieron peligro:
“lo que es lunar no debe tocar lo solar”.
Mientras tanto,
Los Elunai (habitantes de la Luna)
se sintieron traicionados:
Shobu había arrebatado a su criatura más pura.
Y los Espíritus de la Luna,
orgullosos y fríos,
declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.
Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
tejieron un destino cruel:
un sello eterno
que impedía que lo solar tocara lo lunar
y que lo lunar tocara lo solar.
Los mundos quedaron separados
por la fuerza del miedo.
Y Shobu y Xinia quedaron separados
por la fuerza del amor.
---
El Primer Eclipse
Pero el amor, cuando es verdadero,
rompe incluso las órdenes de los dioses.
La Luna pasó frente al Sol.
El Sol abrazó a la Luna por la espalda.
Y en esa alineación perfecta,
por primera vez en la historia del cielo,
nació un camino imposible:
un puente de fuego y plata,
creado no por magia solar ni lunar,
sino
por la súplica unida
de dos espíritus que se negaban a olvidarse.
Xinia cruzó.
Shobu cruzó.
Y se encontraron en medio del eclipse,
en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
sino del amor prohibido.
Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.
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Los eclipses de amor y guerra
Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
había roto sus prohibiciones,
nació la primera guerra entre sus pueblos.
No una guerra de ejércitos,
sino una guerra de pensamiento:
unos defendiendo la unión,
otros exigiendo separación eterna.
Desde entonces,
cada eclipse repite la historia:
cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.
Los eclipses son puentes.
Los eclipses son cicatrices.
Y en el corazón de cada uno
late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
el primer amor entre fuego y plata.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
Al caer la segunda noche, la vuelvo a ver...
Selin: Déjame que te cuente...
La Leyenda de Shobu y Xinia
Eclipses de amor y guerra
Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
existió un espíritu solar errante.
Shobu,
una chispa viva del Sol,
no era un habitante como los Phyros,
sino una de las entidades primordiales,
un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.
Viajaba libre,
cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
curioso ante todo aquello que no ardía como él.
Un día, su luz chocó contra una esfera
que no quemaba…
sino que reflejaba.
Había encontrado la Luna.
La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
los Elunai, habitantes lunares,
y los misteriosos Espíritus de la Luna,
criaturas antiguas como la noche.
Y entre ellos,
Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:
Xinia,
espíritu lunar joven,
una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
nacida de la calma de la Luna
y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.
Su luz no quemaba.
Su luz acariciaba.
Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.
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El primer lazo entre Sol y Luna
Xinia se acercó sin temor alguno:
ella no conocía el fuego,
solo la quietud luminosa.
Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
el cosmos registró un suceso inédito:
dos espíritus de orígenes contrarios
hicieron armonía.
Su unión fue inmediata,
natural,
destinada.
Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
Xinia aceptó, curiosa…
y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.
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La ira de Phyros y Elunai
Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:
Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
Lo consideraron un sacrilegio.
Los Espíritus del Sol vieron peligro:
“lo que es lunar no debe tocar lo solar”.
Mientras tanto,
Los Elunai (habitantes de la Luna)
se sintieron traicionados:
Shobu había arrebatado a su criatura más pura.
Y los Espíritus de la Luna,
orgullosos y fríos,
declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.
Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
tejieron un destino cruel:
un sello eterno
que impedía que lo solar tocara lo lunar
y que lo lunar tocara lo solar.
Los mundos quedaron separados
por la fuerza del miedo.
Y Shobu y Xinia quedaron separados
por la fuerza del amor.
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El Primer Eclipse
Pero el amor, cuando es verdadero,
rompe incluso las órdenes de los dioses.
La Luna pasó frente al Sol.
El Sol abrazó a la Luna por la espalda.
Y en esa alineación perfecta,
por primera vez en la historia del cielo,
nació un camino imposible:
un puente de fuego y plata,
creado no por magia solar ni lunar,
sino
por la súplica unida
de dos espíritus que se negaban a olvidarse.
Xinia cruzó.
Shobu cruzó.
Y se encontraron en medio del eclipse,
en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
sino del amor prohibido.
Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.
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Los eclipses de amor y guerra
Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
había roto sus prohibiciones,
nació la primera guerra entre sus pueblos.
No una guerra de ejércitos,
sino una guerra de pensamiento:
unos defendiendo la unión,
otros exigiendo separación eterna.
Desde entonces,
cada eclipse repite la historia:
cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.
Los eclipses son puentes.
Los eclipses son cicatrices.
Y en el corazón de cada uno
late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
el primer amor entre fuego y plata.
Simon llegó al primer baile de la temporada sintiendo el peso de cada mirada que se desviaba hacia él. No era miedo, pero sí incomodidad, como si todo el salón esperara que hiciera algo que no tenía intención de hacer. Entre los vestidos brillantes, los abanicos que se abrían y los saludos amables pero interesados, vio a Daphne. Ella estaba rodeada, atrapada en conversaciones que claramente no deseaba. Simon no estaba mejor. Varias madres ya habían calculado la distancia exacta para interceptarlo apenas se quedara quieto un segundo. Tragó aire, no muy seguro de por qué se dirigía hacia ella, solo sabiendo que era lo único que tenía sentido en ese instante. Y tal vez, aunque jamás lo admitiría en voz alta, verla era como encontrar un rincón de calma entre tanto ruido.
Se detuvo a su lado y ella lo miró con una mezcla de alivio y fastidio, como si también hubiera esperado un rescate, pero estuviera demasiado agotada para disimularlo. Simon se pasó una mano por la nuca, un gesto casi imperceptible, pero que delataba que tampoco sabía del todo cómo empezar. El ambiente estaba tan tenso como cargado de perfume dulce y luces cálidas, y aun así, era más soportable que enfrentarse a otra presentación forzada. Respiró profundo, casi resignado, casi divertido, y por fin habló.
—No voy a fingir que esto no es incómodo para los dos. Pareces querer desaparecer tanto como yo… y lo entiendo. Si doy un paso más, alguien me arrastrará a conocer a otra señorita que apenas recuerda mi nombre. Y tú… bueno, no necesitas que te lo diga, llevas toda la noche huyendo con la mirada. No pienso competir con tres docenas de pretendientes. Así que te propongo algo. No elegante, no ingenioso, solo… práctico. Fingimos interés mutuo. Fingimos que ya estamos ocupados el uno con el otro. Solo por esta noche. Solo para poder respirar un poco sin que todos nos persigan. Si no te parece del todo terrible, claro.
Simon llegó al primer baile de la temporada sintiendo el peso de cada mirada que se desviaba hacia él. No era miedo, pero sí incomodidad, como si todo el salón esperara que hiciera algo que no tenía intención de hacer. Entre los vestidos brillantes, los abanicos que se abrían y los saludos amables pero interesados, vio a Daphne. Ella estaba rodeada, atrapada en conversaciones que claramente no deseaba. Simon no estaba mejor. Varias madres ya habían calculado la distancia exacta para interceptarlo apenas se quedara quieto un segundo. Tragó aire, no muy seguro de por qué se dirigía hacia ella, solo sabiendo que era lo único que tenía sentido en ese instante. Y tal vez, aunque jamás lo admitiría en voz alta, verla era como encontrar un rincón de calma entre tanto ruido.
Se detuvo a su lado y ella lo miró con una mezcla de alivio y fastidio, como si también hubiera esperado un rescate, pero estuviera demasiado agotada para disimularlo. Simon se pasó una mano por la nuca, un gesto casi imperceptible, pero que delataba que tampoco sabía del todo cómo empezar. El ambiente estaba tan tenso como cargado de perfume dulce y luces cálidas, y aun así, era más soportable que enfrentarse a otra presentación forzada. Respiró profundo, casi resignado, casi divertido, y por fin habló.
—No voy a fingir que esto no es incómodo para los dos. Pareces querer desaparecer tanto como yo… y lo entiendo. Si doy un paso más, alguien me arrastrará a conocer a otra señorita que apenas recuerda mi nombre. Y tú… bueno, no necesitas que te lo diga, llevas toda la noche huyendo con la mirada. No pienso competir con tres docenas de pretendientes. Así que te propongo algo. No elegante, no ingenioso, solo… práctico. Fingimos interés mutuo. Fingimos que ya estamos ocupados el uno con el otro. Solo por esta noche. Solo para poder respirar un poco sin que todos nos persigan. Si no te parece del todo terrible, claro.