• *Preparándome para salir dándole una que otra calada al puro mientras me puse la chaqueta*

    - Ya va siendo hora de que estire un poco las piernas, saldré un rato a las afueras.

    *Terminando de fumarme el puro y de beberme el cóctel salí de la base haciendo aparecer mi bastón para dar un paseo*
    *Preparándome para salir dándole una que otra calada al puro mientras me puse la chaqueta* - Ya va siendo hora de que estire un poco las piernas, saldré un rato a las afueras. *Terminando de fumarme el puro y de beberme el cóctel salí de la base haciendo aparecer mi bastón para dar un paseo*
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  • 𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐎𝐄 - 𝐈
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    Los cielos sangraban por debajo. El humo se elevaba en ondas continuas, manchando las nubes de rojo y gris, las cenizas encendidas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la oscuridad. Fuego y noche fusionados en uno solo. Victoria y muerte.

    Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando los límites de una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor.

    Las llamas recortaron la silueta de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo tormentoso al absorber el impacto. El héroe apretó la mandíbula y gruñó. Entonces, Eneas, príncipe de Dardania, empujó con fuerza su antebrazo hacia arriba, elevando el escudo que llevaba atado al brazo junto a la espada de su adversario, y dejando el espacio suficiente para que el filo de Rompeviento abriera el abdomen desprotegido del jinete, hueso y carne crujieron alrededor del metal, y el jinete cayó desplomado de su montura.

    ────¡Rápido! –dijo a Pándaro, que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí.

    Crispó los dedos en el borde del carro y soltó una maldición por debajo al inspeccionar el estado de su pantorrilla; la herida de flecha que había recibido previamente volvió a abrirse. Intentó balancear su peso para mantenerse estable, pero con cada minuto que pasaba se volvía una labor difícil. La sangre caliente escurrió hasta su pie, y la lesión en su cadera que aún no terminaba de curarse del todo, le produjo un dolor lacerante debajo del peto.

    ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado. ¿Te encuentras bien?

    ────He estado en peores situaciones –masculló al incorporarse–, no es nada. Vámonos…

    Eneas se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, los ojos le escocían a casusa del humo. A lo lejos, rodeándolos, la muralla se erigió sobre la ciudad de Ilión. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. La muralla había sido construida hacia tanto tiempo para proteger a la población de las amenazas del exterior, era tan alta y ancha en la parte superior que las patrullas que montaban guardia día y noche se veían reducidas por la distancia al tamaño de una hormiga. Y, sin embargo, sus paredes inmensas y sus torres de vigilancia fueron incapaces de resguardar desde dentro. Su principal protector, se había convertido en una prisión de muerte.

    Ese pensamiento sombrío bastó para amargar cualquier atisbo de consuelo en Eneas.

    No había podido salvar a su gente. Ellos, los helenos, los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. El ejercito dárdano, aliado de sus vecinos teucros, apenas consiguió reaccionar a tiempo para crear una distracción y movilizar a tantos ciudadanos como les fue posible para que huyeran de ahí. Y, sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para evitar el derramamiento de sangre esa noche. Familias enteras destruidas… inocentes desvaneciéndose en las calles… y las hermanas de su amigo Héctor, maldición, no encontró rastro alguno de ellas.

    La sangre le hirvió de impotencia. Habían sido demasiado ingenuos al creer que, después de diez años de guerra, sus enemigos finalmente aceptarían su derrota así sin más. No. Ellos lucharían hasta que el último de los aqueos muriera de pie.

    «Huye y no mires atrás», resonaron en sus pensamientos las palabras de su amigo, de quién consideraba un hermano. «Mi brazo habría podido defender la ciudad, juntos lo habríamos hecho. Pero yo caí antes. Ahora solo quedas tú. Quizás no puedas salvar a toda la ciudad, llévate contigo a tantos como puedas. Nuestra gente depende de ti».

    El dolor punzante en su pierna lo atravesó.

    «Más rápido».

    Las enormes puertas del oeste estaban abiertas de par en par. Al forzar la vista, Eneas alcanzó a divisar a los últimos ciudadanos que consiguieron rescatar siendo movilizados en carretas. Detrás de ellos, los carros de guerra del ejercito dárdano marchaban levantando nubes de polvo, cubriéndoles las espaldas en su huida. Frunció los labios en una línea recta, lo más cercano a una sonrisa que consiguió dibujar para decir: «Bien, bien».

    ────Algunos consiguieron escapar por las aguas de Escamandro –informó Pándaro. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. No tardaran mucho en reunirse con los demás, si todo sale bien, entonces…

    El aire silbó. Un destello de hierro.

    Los ojos del color del cielo del amanecer de Eneas se abrieron y una galaxia de diminutas gotas rojas salpicó su campo de visión. Palideció. Su compañero de armas no pudo terminar de hablar. Una lanza afilada atravesó su pecho. Armadura, carne y hueso crujieron y su grito se quebró en los hilos de sangre que le brotaron por las comisuras de los labios. El cuerpo de Pándaro trastabilló hacia atrás y rodó sin vida fuera del carro.

    «No. No, no…»

    Los caballos relincharon y se encabritaron por la ausencia de su auriga. El carro tembló sobre los escombros. Eneas se lanzó sobre las riendas, pero la flecha incrustada en su pantorrilla y la situación de su cadera no le permitieron el equilibrio que necesitaba para tirar de estas con la fuerza suficiente para evitar que el carro se estrellara contra un enorme bloque de piedra que se derrumbaba sobre él. Las ruedas no respondieron a tiempo, madera y piedra impactaron.

    El mundo giró. El carro volcó y Eneas fue arrojado a un lado. Su cabeza dio contra una piedra y la luz desapareció del mundo por un instante, dejándolo desorientado, tembloroso.

    En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El rey Diomedes, contemplaba la escena, erguido sobre un bloque de muralla destruida, con una calma cruel, mortal. En la piel le brillaba un patrón enraizado de angulosas líneas cristalinas, surcado por destellos de color iridiscentes, como los reflejos de rayos de luz bailando sobre el agua.

    De haberlo visto, Eneas habría sabido de inmediato de qué se trataba; una bendición. Su protectora, la diosa de ojos brillantes, la doncella indomable, le había concedido su favor, y ahora Diomedes era una fuerza imparable. Su capa roja ondeaba detrás de sus poderosos hombros; un agila majestuosa extendiendo sus alas, vigilando desde lo alto, aguardando el momento preciso para descender sobre su presa.

    ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada de Eneas –. El chico es mío.

    Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal.

    ────¡Ah! No temas príncipe –dijo con falsa dulzura, cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos.

    La lanza voló de su mano. Diomedes la arrojó con precisión quirúrgica, sus ojos brillaron con deleite depredador mientras observaba al príncipe que luchaba por incorporarse en el suelo.

    Un zumbido ensordecedor perforó los oídos de Eneas. Abrió un ojo, jadeó y luchó contra el dolor en su cabeza. Sus dedos, manchados de lodo y barro, se crisparon en la tierra y los escombros, esforzándose por arrastrarse debajo del carro volcado, pero era incapaz de conectar con sus propias fuerzas. Algo caliente y liquido le acarició la sien y el costado de su rostro… sangre.

    Maldición, maldición…

    ────¡Eneas!

    Una voz dulce como la miel tibia lo llamó desde más allá de la niebla densa. Al principio, le costó reconocerla, sus oídos no dejaban de zumbar y, tal vez, también se le escapaba su capacidad de razonamiento, olvidó cómo usar sus extremidades, olvidó cómo reconocer su alrededor. La voz insistió, le pareció tan imposible que algo tan dulce y puro pudiera resonar en ese campo de muerte.

    El corazón de Eneas latió con fuerza.

    La lanza cortó el aire, su punta afilada de bronce reflejó la legendaria ciudad de Ilión sangrando en ruinas. Nada la detenía. La lanza estaba destinada a llegar a su objetivo.

    ────¡Eneas!

    Eneas alzó la mirada. Entre la bruma espesa y las partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba hacia él. La habría reconocido incluso en la más densa oscuridad, entre esa niebla naranja de muerte y desgracia.

    ¿Cómo no podría hacerlo?

    Pequeña, grácil, delicada. Con su cabello color vino flotando con cada paso, y ese par de ojos que eran una copia exacta de los suyos. Siempre con esa manía suya de aparecer en el momento menos esperado, como un espíritu travieso del viento que, de repente, decide materializarse para jugar y reconfortar con su presencia a quién lo necesita.

    Era ella.

    Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. Su nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo y lo acompañó; a veces con palabras que esa mente afilada suya lograba estructurar para hacerlo reír, otras, bastaba con su presencia para hacer que el sol iluminara el día más gris. La mujer que siempre creyó en él.

    Su confidente. Su guardiana. Su protectora.

    ────Afro...

    Ahora ella corría hacia él sin pensar en el peligro, su rostro celestial estaba pálido del terror y él, en su estado, fue consciente del impulso irrefrenable de querer alcanzarla, de tomar su mano para tranquilizarla. Lo agitaba verla así. Odió a cualquier cosa y a todo lo que se atreviera a provocar en ella esa mirada.

    El perfil herido de Eneas apareció en el bronce de la punta de la lanza.

    Entre el espacio de los dedos de Afro, un tejido de energía azul, matizado con tonos rosas, comenzó a resplandecer.

    Su madre, la diosa del amor, había llegado para salvarlo.
    𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐎𝐄 - 𝐈 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 Los cielos sangraban por debajo. El humo se elevaba en ondas continuas, manchando las nubes de rojo y gris, las cenizas encendidas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la oscuridad. Fuego y noche fusionados en uno solo. Victoria y muerte. Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando los límites de una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor. Las llamas recortaron la silueta de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo tormentoso al absorber el impacto. El héroe apretó la mandíbula y gruñó. Entonces, Eneas, príncipe de Dardania, empujó con fuerza su antebrazo hacia arriba, elevando el escudo que llevaba atado al brazo junto a la espada de su adversario, y dejando el espacio suficiente para que el filo de Rompeviento abriera el abdomen desprotegido del jinete, hueso y carne crujieron alrededor del metal, y el jinete cayó desplomado de su montura. ────¡Rápido! –dijo a Pándaro, que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí. Crispó los dedos en el borde del carro y soltó una maldición por debajo al inspeccionar el estado de su pantorrilla; la herida de flecha que había recibido previamente volvió a abrirse. Intentó balancear su peso para mantenerse estable, pero con cada minuto que pasaba se volvía una labor difícil. La sangre caliente escurrió hasta su pie, y la lesión en su cadera que aún no terminaba de curarse del todo, le produjo un dolor lacerante debajo del peto. ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado. ¿Te encuentras bien? ────He estado en peores situaciones –masculló al incorporarse–, no es nada. Vámonos… Eneas se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, los ojos le escocían a casusa del humo. A lo lejos, rodeándolos, la muralla se erigió sobre la ciudad de Ilión. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. La muralla había sido construida hacia tanto tiempo para proteger a la población de las amenazas del exterior, era tan alta y ancha en la parte superior que las patrullas que montaban guardia día y noche se veían reducidas por la distancia al tamaño de una hormiga. Y, sin embargo, sus paredes inmensas y sus torres de vigilancia fueron incapaces de resguardar desde dentro. Su principal protector, se había convertido en una prisión de muerte. Ese pensamiento sombrío bastó para amargar cualquier atisbo de consuelo en Eneas. No había podido salvar a su gente. Ellos, los helenos, los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. El ejercito dárdano, aliado de sus vecinos teucros, apenas consiguió reaccionar a tiempo para crear una distracción y movilizar a tantos ciudadanos como les fue posible para que huyeran de ahí. Y, sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para evitar el derramamiento de sangre esa noche. Familias enteras destruidas… inocentes desvaneciéndose en las calles… y las hermanas de su amigo Héctor, maldición, no encontró rastro alguno de ellas. La sangre le hirvió de impotencia. Habían sido demasiado ingenuos al creer que, después de diez años de guerra, sus enemigos finalmente aceptarían su derrota así sin más. No. Ellos lucharían hasta que el último de los aqueos muriera de pie. «Huye y no mires atrás», resonaron en sus pensamientos las palabras de su amigo, de quién consideraba un hermano. «Mi brazo habría podido defender la ciudad, juntos lo habríamos hecho. Pero yo caí antes. Ahora solo quedas tú. Quizás no puedas salvar a toda la ciudad, llévate contigo a tantos como puedas. Nuestra gente depende de ti». El dolor punzante en su pierna lo atravesó. «Más rápido». Las enormes puertas del oeste estaban abiertas de par en par. Al forzar la vista, Eneas alcanzó a divisar a los últimos ciudadanos que consiguieron rescatar siendo movilizados en carretas. Detrás de ellos, los carros de guerra del ejercito dárdano marchaban levantando nubes de polvo, cubriéndoles las espaldas en su huida. Frunció los labios en una línea recta, lo más cercano a una sonrisa que consiguió dibujar para decir: «Bien, bien». ────Algunos consiguieron escapar por las aguas de Escamandro –informó Pándaro. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. No tardaran mucho en reunirse con los demás, si todo sale bien, entonces… El aire silbó. Un destello de hierro. Los ojos del color del cielo del amanecer de Eneas se abrieron y una galaxia de diminutas gotas rojas salpicó su campo de visión. Palideció. Su compañero de armas no pudo terminar de hablar. Una lanza afilada atravesó su pecho. Armadura, carne y hueso crujieron y su grito se quebró en los hilos de sangre que le brotaron por las comisuras de los labios. El cuerpo de Pándaro trastabilló hacia atrás y rodó sin vida fuera del carro. «No. No, no…» Los caballos relincharon y se encabritaron por la ausencia de su auriga. El carro tembló sobre los escombros. Eneas se lanzó sobre las riendas, pero la flecha incrustada en su pantorrilla y la situación de su cadera no le permitieron el equilibrio que necesitaba para tirar de estas con la fuerza suficiente para evitar que el carro se estrellara contra un enorme bloque de piedra que se derrumbaba sobre él. Las ruedas no respondieron a tiempo, madera y piedra impactaron. El mundo giró. El carro volcó y Eneas fue arrojado a un lado. Su cabeza dio contra una piedra y la luz desapareció del mundo por un instante, dejándolo desorientado, tembloroso. En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El rey Diomedes, contemplaba la escena, erguido sobre un bloque de muralla destruida, con una calma cruel, mortal. En la piel le brillaba un patrón enraizado de angulosas líneas cristalinas, surcado por destellos de color iridiscentes, como los reflejos de rayos de luz bailando sobre el agua. De haberlo visto, Eneas habría sabido de inmediato de qué se trataba; una bendición. Su protectora, la diosa de ojos brillantes, la doncella indomable, le había concedido su favor, y ahora Diomedes era una fuerza imparable. Su capa roja ondeaba detrás de sus poderosos hombros; un agila majestuosa extendiendo sus alas, vigilando desde lo alto, aguardando el momento preciso para descender sobre su presa. ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada de Eneas –. El chico es mío. Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal. ────¡Ah! No temas príncipe –dijo con falsa dulzura, cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos. La lanza voló de su mano. Diomedes la arrojó con precisión quirúrgica, sus ojos brillaron con deleite depredador mientras observaba al príncipe que luchaba por incorporarse en el suelo. Un zumbido ensordecedor perforó los oídos de Eneas. Abrió un ojo, jadeó y luchó contra el dolor en su cabeza. Sus dedos, manchados de lodo y barro, se crisparon en la tierra y los escombros, esforzándose por arrastrarse debajo del carro volcado, pero era incapaz de conectar con sus propias fuerzas. Algo caliente y liquido le acarició la sien y el costado de su rostro… sangre. Maldición, maldición… ────¡Eneas! Una voz dulce como la miel tibia lo llamó desde más allá de la niebla densa. Al principio, le costó reconocerla, sus oídos no dejaban de zumbar y, tal vez, también se le escapaba su capacidad de razonamiento, olvidó cómo usar sus extremidades, olvidó cómo reconocer su alrededor. La voz insistió, le pareció tan imposible que algo tan dulce y puro pudiera resonar en ese campo de muerte. El corazón de Eneas latió con fuerza. La lanza cortó el aire, su punta afilada de bronce reflejó la legendaria ciudad de Ilión sangrando en ruinas. Nada la detenía. La lanza estaba destinada a llegar a su objetivo. ────¡Eneas! Eneas alzó la mirada. Entre la bruma espesa y las partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba hacia él. La habría reconocido incluso en la más densa oscuridad, entre esa niebla naranja de muerte y desgracia. ¿Cómo no podría hacerlo? Pequeña, grácil, delicada. Con su cabello color vino flotando con cada paso, y ese par de ojos que eran una copia exacta de los suyos. Siempre con esa manía suya de aparecer en el momento menos esperado, como un espíritu travieso del viento que, de repente, decide materializarse para jugar y reconfortar con su presencia a quién lo necesita. Era ella. Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. Su nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo y lo acompañó; a veces con palabras que esa mente afilada suya lograba estructurar para hacerlo reír, otras, bastaba con su presencia para hacer que el sol iluminara el día más gris. La mujer que siempre creyó en él. Su confidente. Su guardiana. Su protectora. ────Afro... Ahora ella corría hacia él sin pensar en el peligro, su rostro celestial estaba pálido del terror y él, en su estado, fue consciente del impulso irrefrenable de querer alcanzarla, de tomar su mano para tranquilizarla. Lo agitaba verla así. Odió a cualquier cosa y a todo lo que se atreviera a provocar en ella esa mirada. El perfil herido de Eneas apareció en el bronce de la punta de la lanza. Entre el espacio de los dedos de Afro, un tejido de energía azul, matizado con tonos rosas, comenzó a resplandecer. Su madre, la diosa del amor, había llegado para salvarlo.
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  • ¡Joder, qué molesto!

    *Clive estaba sacudiendo su capa, la cual se había infestado de bichos...
    Pero en el fondo sabía que esto era parte del viaje. Para poder pasar de largo, debes tener la fortaleza de evitar que los parásitos del resentimiento y la venganza aniden en tu pecho...*
    ¡Joder, qué molesto! *Clive estaba sacudiendo su capa, la cual se había infestado de bichos... Pero en el fondo sabía que esto era parte del viaje. Para poder pasar de largo, debes tener la fortaleza de evitar que los parásitos del resentimiento y la venganza aniden en tu pecho...*
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  • -Ylva estaba contad a buddha algunas, cosas a mientras comia dulces con el y le desia que aprendio unos trucos , que estaba añgo preocupada por otras cosas-
    -Ylva estaba contad a buddha algunas, cosas a mientras comia dulces con el y le desia que aprendio unos trucos , que estaba añgo preocupada por otras cosas-
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  • Se ve tan dulce y agradable a la vista, pero es horrible por dentro.

    Es hora de ponerte en tu lugar porque estás podrido por dentro, porque un demonio sin sentimientos no merece vivir, it's so obvious. ~
    Se ve tan dulce y agradable a la vista, pero es horrible por dentro. Es hora de ponerte en tu lugar porque estás podrido por dentro, porque un demonio sin sentimientos no merece vivir, it's so obvious. ~
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  • ᴜɴᴀ ᴠɪꜱɪᴛᴀ ᴀʟ ʙᴀʀ ᴅᴇʟ ʜᴏᴛᴇʟ ʜᴀᴢʙɪɴ
    Fandom Hazbin hotel/OC
    Categoría Crossover
    //Rol con Husk //

    Era un dia particularmente aburrido para uno de los miles de Zacks repartidos entre varios universos y dimensiones. Se encontraba recostado en la cima de un edificio bajo la lluvia tras haber terminado de explorar todo ese universo, y como los Zacks superiores están demasiado ocupados, ya no les siguen asignando más universos al resto de Zacks.

    "— Dios... Estoy aburrido a muerte!... Ya se!, le voy a decir al resto de Zacks que recomienden universos para ir a perder el tiempo!"

    Con esto, saca su libro y lo abre en un apartado que funciona como un chat de texto que se conecta con todos lo Zacks, y escribe: "recomienden universos". Rápidamente es bombardeado con miles de opciones de parte de los Zacks.

    "— Vaya, como se nota que estos cabrones tampoco tienen nada que hacer... Veamos... El universo de pokemon, nel está lleno de furros, el universo de overflow, no mames eso es un puto hentai!, pinches Zacks cochinos... El universo de Doom, aja si que chistosito, para que el doom slayer me folle y no de la manera que me gusta, si no de la manera en la que me masacra bien brutalmente... El "hellaverse"?... Espera, ¿ese no es el universo con el Lucifer todo chaparro y la niña con la percepción de la realidad completamente alterada que cree que puede redimir a las almas pecadoras del infierno?... Que estupidez... ME ENCANTA!, hora de hacerse tp aleatorio como en el putisimo minecraft!"

    Se levanta (estando empapado pues lleva varias horas bajo la lluvia) y tocando una página de su libro abre un portal que lo llevaría al bar del hotel hazbin.

    "— Bueeeeenaaaaaaas~!"

    Saluda con emoción mientras cruza el portal. Al estar del otro lado lo primero de lo que se percata es de Husk; su cuerpo se tensa, su cola se contrae, sus ojos se agudizan, sus garras y cuernos demoníacos junto con sus colmillos aumentan su tamaño, su boca babea a más no poder, respira violentamente y en general todo su sistema se descontrola.

    "— C-carajo... ¿T-tu otra vez?... Espera espera, d-dame un momento..."

    Dice con dificultad antes de volver por donde vino, el portal quedándose abierto. Luego de unos cuantos minutos vuelve a cruzar el portal, ahora con tapones en la nariz y una venda negra cubriendo sus ojos.

    "— Ahora si!, ¿como le va mi estimado?, seguramente se acuerde de mi, una vez me le quede viendo bien intensamente en una cafetería jaja!, como veo que llevas un bar, ¿podrías servime vodka?, voy a quedarme aquí un bueeeeeeeen rato mientras no tengo nada que hacer!"

    Diría dándole la espalda a Husk (porque no veia una puta mierda) mientras el portal se cerraba.
    //Rol con [barcat75]// Era un dia particularmente aburrido para uno de los miles de Zacks repartidos entre varios universos y dimensiones. Se encontraba recostado en la cima de un edificio bajo la lluvia tras haber terminado de explorar todo ese universo, y como los Zacks superiores están demasiado ocupados, ya no les siguen asignando más universos al resto de Zacks. "— Dios... Estoy aburrido a muerte!... Ya se!, le voy a decir al resto de Zacks que recomienden universos para ir a perder el tiempo!" Con esto, saca su libro y lo abre en un apartado que funciona como un chat de texto que se conecta con todos lo Zacks, y escribe: "recomienden universos". Rápidamente es bombardeado con miles de opciones de parte de los Zacks. "— Vaya, como se nota que estos cabrones tampoco tienen nada que hacer... Veamos... El universo de pokemon, nel está lleno de furros, el universo de overflow, no mames eso es un puto hentai!, pinches Zacks cochinos... El universo de Doom, aja si que chistosito, para que el doom slayer me folle y no de la manera que me gusta, si no de la manera en la que me masacra bien brutalmente... El "hellaverse"?... Espera, ¿ese no es el universo con el Lucifer todo chaparro y la niña con la percepción de la realidad completamente alterada que cree que puede redimir a las almas pecadoras del infierno?... Que estupidez... ME ENCANTA!, hora de hacerse tp aleatorio como en el putisimo minecraft!" Se levanta (estando empapado pues lleva varias horas bajo la lluvia) y tocando una página de su libro abre un portal que lo llevaría al bar del hotel hazbin. "— Bueeeeenaaaaaaas~!" Saluda con emoción mientras cruza el portal. Al estar del otro lado lo primero de lo que se percata es de Husk; su cuerpo se tensa, su cola se contrae, sus ojos se agudizan, sus garras y cuernos demoníacos junto con sus colmillos aumentan su tamaño, su boca babea a más no poder, respira violentamente y en general todo su sistema se descontrola. "— C-carajo... ¿T-tu otra vez?... Espera espera, d-dame un momento..." Dice con dificultad antes de volver por donde vino, el portal quedándose abierto. Luego de unos cuantos minutos vuelve a cruzar el portal, ahora con tapones en la nariz y una venda negra cubriendo sus ojos. "— Ahora si!, ¿como le va mi estimado?, seguramente se acuerde de mi, una vez me le quede viendo bien intensamente en una cafetería jaja!, como veo que llevas un bar, ¿podrías servime vodka?, voy a quedarme aquí un bueeeeeeeen rato mientras no tengo nada que hacer!" Diría dándole la espalda a Husk (porque no veia una puta mierda) mientras el portal se cerraba.
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    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
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    Disponible
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  • -hay muchas personas que parecen temer a la muerte o directamente no comprenderla- ladeo la cabeza algo confundido antes de murmurar algo -la vida es similar a las fases de la luna todo empieza con la luna nueva, cuando el nuevo ciclo apenas esta empezando, donde apenas conocemos la luz, luego todo avanza lentamente a la luna creciente y cuarto creciente, vamos viviendo y aprendiendo llenando lo que antes estaba vacio, con la luna gibosa nos acercamos mas y finalmente llega la luna llena, nuestro mejor momento- solto unas risita observando el cielo -pero no todo sera siempre tan brillante, pues la luna gibosa regresa dandote el avizo de que es momento de regresar, luego cuarto menguante tu tiempo se acaba pues ya has logrado lo que tenias que hacer, luna menguante el ciclo se despide pues estas cerca del final, y por fin luna nueva otra vez, el fin para algunos pero un nuevo inicio para los que vienen-
    -hay muchas personas que parecen temer a la muerte o directamente no comprenderla- ladeo la cabeza algo confundido antes de murmurar algo -la vida es similar a las fases de la luna todo empieza con la luna nueva, cuando el nuevo ciclo apenas esta empezando, donde apenas conocemos la luz, luego todo avanza lentamente a la luna creciente y cuarto creciente, vamos viviendo y aprendiendo llenando lo que antes estaba vacio, con la luna gibosa nos acercamos mas y finalmente llega la luna llena, nuestro mejor momento- solto unas risita observando el cielo -pero no todo sera siempre tan brillante, pues la luna gibosa regresa dandote el avizo de que es momento de regresar, luego cuarto menguante tu tiempo se acaba pues ya has logrado lo que tenias que hacer, luna menguante el ciclo se despide pues estas cerca del final, y por fin luna nueva otra vez, el fin para algunos pero un nuevo inicio para los que vienen-
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  • ⁀➴ Ahri se encontraba jugando con un poco de su magia, mientras se escondía en el bosque pues si usaba magia en público podría pensar que es una amenaza a la sociedad, así que prefería por un lugar más oculto como el bosque, dónde nadie se acerca y nadie explora, cambia de color su magia provocando que sus colas también se vuelvan a un color amarillo brilloso, como dorado..

    ᯓ★ Bien, aquí puedo usar magia sin llamar la atención o que alguien me vea por aquí..
    ⁀➴ Ahri se encontraba jugando con un poco de su magia, mientras se escondía en el bosque pues si usaba magia en público podría pensar que es una amenaza a la sociedad, así que prefería por un lugar más oculto como el bosque, dónde nadie se acerca y nadie explora, cambia de color su magia provocando que sus colas también se vuelvan a un color amarillo brilloso, como dorado.. ᯓ★ Bien, aquí puedo usar magia sin llamar la atención o que alguien me vea por aquí..
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  • No se que espera un humano asi , que solo dara dolor de cabeza .
    No se que espera un humano asi , que solo dara dolor de cabeza .
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  • : Porque la prioridad por el modelo 44, ganamos otro planeta y los recursos de este sistema unisolar.

    : Es un recipiente importante para el próximo paso de nuestra evolución como seres de silicio, ¿Sabes lo que tienen los seres de carne y hueso que no nosotros?

    : Ninguna, simplemente somos superiores a todo en ellos, no nos toca la enfermedad, el hambre, la sed, el cansancio o la vejez.

    : Eres una unidad muy reciente, se nota, soy consciente de nuestras ventajas, pero aún así el deterioro nos corroe, la entropía no agobia y eventualmente nuestros cuerpos se debilitan y dependemos mucho de otros hermanos para reemplazar piezas viejas, malogradas o dañadas, pero no somos el mismo de alguna forma.

    : Si, pero hemos sobrevivido a cada extinción que está galaxia nos arroja, quizá con menos unidades que anteriormente.

    : Unidad 44 si puede repararse si depender de otras unidades, mientras exista materia, puede recuperarse todas las veces que lo desee, la materia no es infinita pero podemos reutilizar la casi de manera infinita, ninguno puede hacer lo que unidad 44 tiene como actualización y mejora, imagina que todos en nuestra sociedad pudiéramos tener su capacidad, no volveríamos a desaparecer por la entropía y depender de civilizaciones atraídas por nuestros inventos y maravillas que nos reaniman en cada ciclo de está galaxia.

    : ¿No se supone que guardamos respaldos para estos avances?

    : Hay humanos listos y se aseguraron de que no tuvieras ese conocimiento cuando despertamos en sus cuerpos.

    : Primero lo primero, nuestra base en este sistema, luego priorizamos la búsqueda de unidad 44.
    🌐: Porque la prioridad por el modelo 44, ganamos otro planeta y los recursos de este sistema unisolar. 👁️‍🗨️: Es un recipiente importante para el próximo paso de nuestra evolución como seres de silicio, ¿Sabes lo que tienen los seres de carne y hueso que no nosotros? 🌐: Ninguna, simplemente somos superiores a todo en ellos, no nos toca la enfermedad, el hambre, la sed, el cansancio o la vejez. 👁️‍🗨️: Eres una unidad muy reciente, se nota, soy consciente de nuestras ventajas, pero aún así el deterioro nos corroe, la entropía no agobia y eventualmente nuestros cuerpos se debilitan y dependemos mucho de otros hermanos para reemplazar piezas viejas, malogradas o dañadas, pero no somos el mismo de alguna forma. 🌐: Si, pero hemos sobrevivido a cada extinción que está galaxia nos arroja, quizá con menos unidades que anteriormente. 👁️‍🗨️: Unidad 44 si puede repararse si depender de otras unidades, mientras exista materia, puede recuperarse todas las veces que lo desee, la materia no es infinita pero podemos reutilizar la casi de manera infinita, ninguno puede hacer lo que unidad 44 tiene como actualización y mejora, imagina que todos en nuestra sociedad pudiéramos tener su capacidad, no volveríamos a desaparecer por la entropía y depender de civilizaciones atraídas por nuestros inventos y maravillas que nos reaniman en cada ciclo de está galaxia. 🌐: ¿No se supone que guardamos respaldos para estos avances? 👁️‍🗨️: Hay humanos listos y se aseguraron de que no tuvieras ese conocimiento cuando despertamos en sus cuerpos. 🌐: Primero lo primero, nuestra base en este sistema, luego priorizamos la búsqueda de unidad 44.
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