• Buenos días...
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  • ¡Hola!
    Buenos días a todos, lindas personas. En especial a ti que lees esto 🫰🏻
    Hoy quiero decir algo especial. Estuve pensando en que hay muchas personas interesadas en hacer rol. Creo que eso es bueno, pero como soy algo leenta respondiendo, ¿Qué les parece si me hablan de sus personajes y el tipo de rol que les gusta hacer?
    Así podemos avanzar a pesar de mi ausencia. Aunque sea un caracol pelirroja voy a responder a todos los interesados. Tal vez no hoy o mañana, pero confío en que no tardaré un mes

    *Risas*

    Además de que tengo que mencionar otras cosas. Me he encontrado con gente muy amable y respetuosa. Tengo que decir que ese tipo de personas me gustan mucho 🫰🏻 aunque también me he encontrado con otras que al parecer creen que soy una especie de mujer fácil o un objeto de placer...

    *Sonrisa nerviosa*

    Siendo honesta, leer mensajes con intensiones de seducirme me impactó un poco, pero después me dió algo de risa. No pretendo burlarme de nadie, pero la impresión que tuve me resultó cómica porque de la nada hubo quienes aparecieron presumiendo sus atributos como si fuera una especie de anzuelo para pescar, atributos que por sentido común pueden ser algo exagerados...


    Como he dicho, no quiero que piensen que me estoy burlando, pero si soy sincera, aún no he decidido si haré rol de ese tipo, así es que... Por favor no se muestren tan desesperados por tener algo de afecto femenino, y no vengan a mí con esa actitud de querer hacerme acoso sexual.

    *Suspira*


    Aunque no todo es tan negativo. Me ha agradado la determinación de esas personas de saber lo que quieren e ir directo por ello. Porque llegaron con propuestas, con invitaciones, listos para entrar en acción. Por eso, dado que mis respuestas son lentas, pensé en la propuesta que hice al principio: háblame sobre tu personaje y sobre el tipo de rol que te agrada para que podamos avanzar. Incluso si quieres puedes proponerme alguna trama para desarrollar en rol. Pero eso sí, no voy a aceptar cosas subidas de tono sólo porque crees que puedes abusar de mí.

    *Sonrisa amable*

    Bueno querido lector, eso es todo lo que tengo que decir por ahora. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mis palabras, porque me ha tomado un tiempo escribir esto también a mí.
    Saber que soy escuchada y entendida me dará la satisfacción de comprobar que el tiempo invertido en esta publicación valió la pena.
    Muchas gracias a todos por todo. Cuídense mucho, y que tengan un día excelente hoy 🫰🏻
    ¡Hola! Buenos días a todos, lindas personas. En especial a ti que lees esto 🥰🫰🏻❣️ Hoy quiero decir algo especial. Estuve pensando en que hay muchas personas interesadas en hacer rol. Creo que eso es bueno, pero como soy algo leenta respondiendo, ¿Qué les parece si me hablan de sus personajes y el tipo de rol que les gusta hacer? Así podemos avanzar a pesar de mi ausencia. Aunque sea un caracol pelirroja voy a responder a todos los interesados. Tal vez no hoy o mañana, pero confío en que no tardaré un mes 😅 *Risas* Además de que tengo que mencionar otras cosas. Me he encontrado con gente muy amable y respetuosa. Tengo que decir que ese tipo de personas me gustan mucho 🫰🏻❣️ aunque también me he encontrado con otras que al parecer creen que soy una especie de mujer fácil o un objeto de placer... *Sonrisa nerviosa* Siendo honesta, leer mensajes con intensiones de seducirme me impactó un poco, pero después me dió algo de risa. No pretendo burlarme de nadie, pero la impresión que tuve me resultó cómica porque de la nada hubo quienes aparecieron presumiendo sus atributos como si fuera una especie de anzuelo para pescar, atributos que por sentido común pueden ser algo exagerados... :STK-20: :STK-70: Como he dicho, no quiero que piensen que me estoy burlando, pero si soy sincera, aún no he decidido si haré rol de ese tipo, así es que... Por favor no se muestren tan desesperados por tener algo de afecto femenino, y no vengan a mí con esa actitud de querer hacerme acoso sexual. *Suspira* :STK-95: Aunque no todo es tan negativo. Me ha agradado la determinación de esas personas de saber lo que quieren e ir directo por ello. Porque llegaron con propuestas, con invitaciones, listos para entrar en acción. Por eso, dado que mis respuestas son lentas, pensé en la propuesta que hice al principio: háblame sobre tu personaje y sobre el tipo de rol que te agrada para que podamos avanzar. Incluso si quieres puedes proponerme alguna trama para desarrollar en rol. Pero eso sí, no voy a aceptar cosas subidas de tono sólo porque crees que puedes abusar de mí. *Sonrisa amable* Bueno querido lector, eso es todo lo que tengo que decir por ahora. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mis palabras, porque me ha tomado un tiempo escribir esto también a mí. Saber que soy escuchada y entendida me dará la satisfacción de comprobar que el tiempo invertido en esta publicación valió la pena. Muchas gracias a todos por todo. Cuídense mucho, y que tengan un día excelente hoy 🫰🏻❣️
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    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷

    La salida de Veythra del castillo y el combate con Jennifer

    —Sin mirar atrás, camino hacia el balcón del salón del trono.
    El aire huele a magia lunar y a expectación rota.

    En el jardín, Ayane permanece quieta, mirando el horizonte.
    Su silueta, quieta como un presagio, está orientada justo hacia donde yo siento el tirón invisible de Jennifer.
    Entonces lo veo:

    El hilo rojo.
    Un hilo que une almas condenadas a encontrarse.
    El suyo y el mío.
    Sonrío, fascinada.

    Me dejo caer del balcón en caída libre.
    El viento corta mi piel y mis huesos vibran.
    Mis escápulas se abren como heridas antiguas… y de ellas emergen dos alas negras, con fragmentos de luna incrustados como astillas brillantes.
    Un solo aleteo —un latigazo de caos— hace temblar la tierra.

    En un suspiro estoy frente a ella.
    A miles de decenas de kilómetros del castillo, de todo… menos del destino.

    Jennifer ya sabía.
    Claro que sabía.
    La Reina del Caos siente antes que piensa; adivina antes que preguntar; devora antes que entender.
    Antes de que pronuncie palabra alguna, su mente intenta hundirse en la mía.

    Pero solo escucha una frase en Tharésh’Kael, un golpe seco de significado primordial:

    “Buscas en el lugar equivocado.”

    Elevo la cabeza, dejo que mis colmillos asomen, y le hablo por primera vez en la lengua maldita:

    —Jennifer… Mi reina…

    Mis labios se abren en una carcajada que parece romper el aire.

    —¿Qué sería de mí con tu cuerpo?
    Yo sé lo que buscas. Lo he visto.
    Tú y yo… somos iguales.
    Incompletas. Vacías por dentro.
    Mitades rotas del mismo eclipse.

    Podríamos completarnos…
    Si entregáramos nuestra vida.

    —Pero eso no sucederá.
    El Caos reclama.
    Y no devuelve.

    Por eso… hermana…
    Debes morir.

    No le doy tiempo a respirar.

    Mi primer golpe la toma desprevenida, justo cuando asimila la verdad:
    soy la hija no nacida de Selin y Oz, Veythra, el eco imposible que jamás llegó al mundo… y aun así llegó.

    Mi patada atraviesa su esencia.
    Siento su alma separarse de su cuerpo durante un instante, un caparazón vacío que casi me pertenece.
    Casi.

    Pero Jennifer vuelve a entrar en su cuerpo como un relámpago de voluntad pura.
    Demasiado rápida.
    Demasiado fuerte.
    Demasiado Reina.

    Mi cuerpo, que no es del todo mío, empieza a fallar.

    Entonces comienza la batalla.
    La verdadera.


    ---


    Jennifer se lanza sobre mí con una velocidad que desarma al tiempo.
    Su sombra se divide en cuatro, cada una con un gesto distinto: juicio, furia, misericordia, hambre.

    Una de sus manos me agarra del cuello.
    Otra atraviesa mi costado.
    La tercera desgarra mis alas.
    La cuarta me acaricia el rostro… como si lamentara lo que debe hacer.

    Mi cuerpo chisporrotea, desgarrándose en pétalos oscuros.
    Mis piernas se hunden en la tierra como raíces muertas.
    Cada movimiento mío es más lento, más torpe, más roto.

    Intento devolverle un golpe:
    Lunas estallan a mi alrededor, fragmentos plateados se clavan en su piel…
    pero ella solo sonríe.

    Jennifer retrocede un paso
    y con un simple gesto
    me deshace las costillas como si fueran polvo estelar.

    Caigo al suelo.
    Ya no tengo cuerpo.
    Solo… un contenedor fallido.

    La humedad del mundo se siente lejana.
    El olor de la magia, aún más.

    De pie junto a mí, dos figuras emergen de un vórtice:

    Aikaterine, con su mirada de tiempo afilado.
    Tsukumo Sana, gigante, maternal, con tristeza en los ojos.

    Vienen a reclamar lo que es suyo:
    mi cuerpo,
    mi tiempo,
    mi existencia prestada.

    Y allí, medio oculta detrás de un cometa de energía,
    Hakos Baelz, la Ratona del Caos,
    tiembla, llorando,
    sabedora de que este final no la complace…
    pero tampoco puede detenerlo.


    ---



    Jennifer me mira.
    Me estudia.
    Me reconoce.

    Ella sabe qué soy.
    Sabe de quién soy.
    Y sabe que no debería existir.

    Aun así, la Reina del Caos —la devoradora, la temida, la indomable—
    hace algo que jamás ha hecho.

    Se rompe.

    Arranca un fragmento de su propio ser.
    Un pedazo de corazón, palpitante y prohibido.
    La primera división real de su amor.

    Y lo coloca en mi pecho.
    En el cuerpo marchito que ya no debería moverse.

    —Vive —susurra.
    —Pero no para mí.
    Para lo que aún no has sido.
    Para lo que tendrás que ser.

    El caos se agita.
    La luna tiembla.
    Mis grietas se llenan de luz.

    Jennifer, por primera vez, entrega algo sin exigir nada.

    Por su hermana no nacida.
    Por mí.
    Por Veythra.

    Mi cuerpo de restablece y mi tiempo también, sin pedir permiso. Tsukumo y Aikaterine desaparecen con un gesto de aprobación casi a regañadientes. Hakos Baelz simplemente observa a sus hijas, las flores, las herederas del Caos y el Vacío.

    Jennifer me da la espalda antes de que pueda recomponerme y levantarme, desapareciendo en la niebla.

    Tsukumo Sana Espacio Aikaterine Ouro Hakos Baelz Jenny Queen Orc
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La salida de Veythra del castillo y el combate con Jennifer —Sin mirar atrás, camino hacia el balcón del salón del trono. El aire huele a magia lunar y a expectación rota. En el jardín, Ayane permanece quieta, mirando el horizonte. Su silueta, quieta como un presagio, está orientada justo hacia donde yo siento el tirón invisible de Jennifer. Entonces lo veo: El hilo rojo. Un hilo que une almas condenadas a encontrarse. El suyo y el mío. Sonrío, fascinada. Me dejo caer del balcón en caída libre. El viento corta mi piel y mis huesos vibran. Mis escápulas se abren como heridas antiguas… y de ellas emergen dos alas negras, con fragmentos de luna incrustados como astillas brillantes. Un solo aleteo —un latigazo de caos— hace temblar la tierra. En un suspiro estoy frente a ella. A miles de decenas de kilómetros del castillo, de todo… menos del destino. Jennifer ya sabía. Claro que sabía. La Reina del Caos siente antes que piensa; adivina antes que preguntar; devora antes que entender. Antes de que pronuncie palabra alguna, su mente intenta hundirse en la mía. Pero solo escucha una frase en Tharésh’Kael, un golpe seco de significado primordial: “Buscas en el lugar equivocado.” Elevo la cabeza, dejo que mis colmillos asomen, y le hablo por primera vez en la lengua maldita: —Jennifer… Mi reina… Mis labios se abren en una carcajada que parece romper el aire. —¿Qué sería de mí con tu cuerpo? Yo sé lo que buscas. Lo he visto. Tú y yo… somos iguales. Incompletas. Vacías por dentro. Mitades rotas del mismo eclipse. Podríamos completarnos… Si entregáramos nuestra vida. —Pero eso no sucederá. El Caos reclama. Y no devuelve. Por eso… hermana… Debes morir. No le doy tiempo a respirar. Mi primer golpe la toma desprevenida, justo cuando asimila la verdad: soy la hija no nacida de Selin y Oz, Veythra, el eco imposible que jamás llegó al mundo… y aun así llegó. Mi patada atraviesa su esencia. Siento su alma separarse de su cuerpo durante un instante, un caparazón vacío que casi me pertenece. Casi. Pero Jennifer vuelve a entrar en su cuerpo como un relámpago de voluntad pura. Demasiado rápida. Demasiado fuerte. Demasiado Reina. Mi cuerpo, que no es del todo mío, empieza a fallar. Entonces comienza la batalla. La verdadera. --- Jennifer se lanza sobre mí con una velocidad que desarma al tiempo. Su sombra se divide en cuatro, cada una con un gesto distinto: juicio, furia, misericordia, hambre. Una de sus manos me agarra del cuello. Otra atraviesa mi costado. La tercera desgarra mis alas. La cuarta me acaricia el rostro… como si lamentara lo que debe hacer. Mi cuerpo chisporrotea, desgarrándose en pétalos oscuros. Mis piernas se hunden en la tierra como raíces muertas. Cada movimiento mío es más lento, más torpe, más roto. Intento devolverle un golpe: Lunas estallan a mi alrededor, fragmentos plateados se clavan en su piel… pero ella solo sonríe. Jennifer retrocede un paso y con un simple gesto me deshace las costillas como si fueran polvo estelar. Caigo al suelo. Ya no tengo cuerpo. Solo… un contenedor fallido. La humedad del mundo se siente lejana. El olor de la magia, aún más. De pie junto a mí, dos figuras emergen de un vórtice: Aikaterine, con su mirada de tiempo afilado. Tsukumo Sana, gigante, maternal, con tristeza en los ojos. Vienen a reclamar lo que es suyo: mi cuerpo, mi tiempo, mi existencia prestada. Y allí, medio oculta detrás de un cometa de energía, Hakos Baelz, la Ratona del Caos, tiembla, llorando, sabedora de que este final no la complace… pero tampoco puede detenerlo. --- Jennifer me mira. Me estudia. Me reconoce. Ella sabe qué soy. Sabe de quién soy. Y sabe que no debería existir. Aun así, la Reina del Caos —la devoradora, la temida, la indomable— hace algo que jamás ha hecho. Se rompe. Arranca un fragmento de su propio ser. Un pedazo de corazón, palpitante y prohibido. La primera división real de su amor. Y lo coloca en mi pecho. En el cuerpo marchito que ya no debería moverse. —Vive —susurra. —Pero no para mí. Para lo que aún no has sido. Para lo que tendrás que ser. El caos se agita. La luna tiembla. Mis grietas se llenan de luz. Jennifer, por primera vez, entrega algo sin exigir nada. Por su hermana no nacida. Por mí. Por Veythra. Mi cuerpo de restablece y mi tiempo también, sin pedir permiso. Tsukumo y Aikaterine desaparecen con un gesto de aprobación casi a regañadientes. Hakos Baelz simplemente observa a sus hijas, las flores, las herederas del Caos y el Vacío. Jennifer me da la espalda antes de que pueda recomponerme y levantarme, desapareciendo en la niebla. [blaze_titanium_scorpion_916] [Mercenary1x] [flare_white_mouse_589] [queen_0]
    La salida de Veythra del castillo y el combate con Jennifer

    —Sin mirar atrás, camino hacia el balcón del salón del trono.
    El aire huele a magia lunar y a expectación rota.

    En el jardín, Ayane permanece quieta, mirando el horizonte.
    Su silueta, quieta como un presagio, está orientada justo hacia donde yo siento el tirón invisible de Jennifer.
    Entonces lo veo:

    El hilo rojo.
    Un hilo que une almas condenadas a encontrarse.
    El suyo y el mío.
    Sonrío, fascinada.

    Me dejo caer del balcón en caída libre.
    El viento corta mi piel y mis huesos vibran.
    Mis escápulas se abren como heridas antiguas… y de ellas emergen dos alas negras, con fragmentos de luna incrustados como astillas brillantes.
    Un solo aleteo —un latigazo de caos— hace temblar la tierra.

    En un suspiro estoy frente a ella.
    A miles de decenas de kilómetros del castillo, de todo… menos del destino.

    Jennifer ya sabía.
    Claro que sabía.
    La Reina del Caos siente antes que piensa; adivina antes que preguntar; devora antes que entender.
    Antes de que pronuncie palabra alguna, su mente intenta hundirse en la mía.

    Pero solo escucha una frase en Tharésh’Kael, un golpe seco de significado primordial:

    “Buscas en el lugar equivocado.”

    Elevo la cabeza, dejo que mis colmillos asomen, y le hablo por primera vez en la lengua maldita:

    —Jennifer… Mi reina…

    Mis labios se abren en una carcajada que parece romper el aire.

    —¿Qué sería de mí con tu cuerpo?
    Yo sé lo que buscas. Lo he visto.
    Tú y yo… somos iguales.
    Incompletas. Vacías por dentro.
    Mitades rotas del mismo eclipse.

    Podríamos completarnos…
    Si entregáramos nuestra vida.

    —Pero eso no sucederá.
    El Caos reclama.
    Y no devuelve.

    Por eso… hermana…
    Debes morir.

    No le doy tiempo a respirar.

    Mi primer golpe la toma desprevenida, justo cuando asimila la verdad:
    soy la hija no nacida de Selin y Oz, Veythra, el eco imposible que jamás llegó al mundo… y aun así llegó.

    Mi patada atraviesa su esencia.
    Siento su alma separarse de su cuerpo durante un instante, un caparazón vacío que casi me pertenece.
    Casi.

    Pero Jennifer vuelve a entrar en su cuerpo como un relámpago de voluntad pura.
    Demasiado rápida.
    Demasiado fuerte.
    Demasiado Reina.

    Mi cuerpo, que no es del todo mío, empieza a fallar.

    Entonces comienza la batalla.
    La verdadera.


    ---


    Jennifer se lanza sobre mí con una velocidad que desarma al tiempo.
    Su sombra se divide en cuatro, cada una con un gesto distinto: juicio, furia, misericordia, hambre.

    Una de sus manos me agarra del cuello.
    Otra atraviesa mi costado.
    La tercera desgarra mis alas.
    La cuarta me acaricia el rostro… como si lamentara lo que debe hacer.

    Mi cuerpo chisporrotea, desgarrándose en pétalos oscuros.
    Mis piernas se hunden en la tierra como raíces muertas.
    Cada movimiento mío es más lento, más torpe, más roto.

    Intento devolverle un golpe:
    Lunas estallan a mi alrededor, fragmentos plateados se clavan en su piel…
    pero ella solo sonríe.

    Jennifer retrocede un paso
    y con un simple gesto
    me deshace las costillas como si fueran polvo estelar.

    Caigo al suelo.
    Ya no tengo cuerpo.
    Solo… un contenedor fallido.

    La humedad del mundo se siente lejana.
    El olor de la magia, aún más.

    De pie junto a mí, dos figuras emergen de un vórtice:

    Aikaterine, con su mirada de tiempo afilado.
    Tsukumo Sana, gigante, maternal, con tristeza en los ojos.

    Vienen a reclamar lo que es suyo:
    mi cuerpo,
    mi tiempo,
    mi existencia prestada.

    Y allí, medio oculta detrás de un cometa de energía,
    Hakos Baelz, la Ratona del Caos,
    tiembla, llorando,
    sabedora de que este final no la complace…
    pero tampoco puede detenerlo.


    ---



    Jennifer me mira.
    Me estudia.
    Me reconoce.

    Ella sabe qué soy.
    Sabe de quién soy.
    Y sabe que no debería existir.

    Aun así, la Reina del Caos —la devoradora, la temida, la indomable—
    hace algo que jamás ha hecho.

    Se rompe.

    Arranca un fragmento de su propio ser.
    Un pedazo de corazón, palpitante y prohibido.
    La primera división real de su amor.

    Y lo coloca en mi pecho.
    En el cuerpo marchito que ya no debería moverse.

    —Vive —susurra.
    —Pero no para mí.
    Para lo que aún no has sido.
    Para lo que tendrás que ser.

    El caos se agita.
    La luna tiembla.
    Mis grietas se llenan de luz.

    Jennifer, por primera vez, entrega algo sin exigir nada.

    Por su hermana no nacida.
    Por mí.
    Por Veythra.

    Mi cuerpo de restablece y mi tiempo también, sin pedir permiso. Tsukumo y Aikaterine desaparecen con un gesto de aprobación casi a regañadientes. Hakos Baelz simplemente observa a sus hijas, las flores, las herederas del Caos y el Vacío.

    Jennifer me da la espalda antes de que pueda recomponerme y levantarme, desapareciendo en la niebla.
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    —Sin mirar atrás, camino hacia el balcón del salón del trono.
    El aire huele a magia lunar y a expectación rota.

    En el jardín, Ayane permanece quieta, mirando el horizonte.
    Su silueta, quieta como un presagio, está orientada justo hacia donde yo siento el tirón invisible de Jennifer.
    Entonces lo veo:

    El hilo rojo.
    Un hilo que une almas condenadas a encontrarse.
    El suyo y el mío.
    Sonrío, fascinada.

    Me dejo caer del balcón en caída libre.
    El viento corta mi piel y mis huesos vibran.
    Mis escápulas se abren como heridas antiguas… y de ellas emergen dos alas negras, con fragmentos de luna incrustados como astillas brillantes.
    Un solo aleteo —un latigazo de caos— hace temblar la tierra.

    En un suspiro estoy frente a ella.
    A miles de decenas de kilómetros del castillo, de todo… menos del destino.

    Jennifer ya sabía.
    Claro que sabía.
    La Reina del Caos siente antes que piensa; adivina antes que preguntar; devora antes que entender.
    Antes de que pronuncie palabra alguna, su mente intenta hundirse en la mía.

    Pero solo escucha una frase en Tharésh’Kael, un golpe seco de significado primordial:

    “Buscas en el lugar equivocado.”

    Elevo la cabeza, dejo que mis colmillos asomen, y le hablo por primera vez en la lengua maldita:

    —Jennifer… Mi reina…

    Mis labios se abren en una carcajada que parece romper el aire.

    —¿Qué sería de mí con tu cuerpo?
    Yo sé lo que buscas. Lo he visto.
    Tú y yo… somos iguales.
    Incompletas. Vacías por dentro.
    Mitades rotas del mismo eclipse.

    Podríamos completarnos…
    Si entregáramos nuestra vida.

    —Pero eso no sucederá.
    El Caos reclama.
    Y no devuelve.

    Por eso… hermana…
    Debes morir.

    No le doy tiempo a respirar.

    Mi primer golpe la toma desprevenida, justo cuando asimila la verdad:
    soy la hija no nacida de Selin y Oz, Veythra, el eco imposible que jamás llegó al mundo… y aun así llegó.

    Mi patada atraviesa su esencia.
    Siento su alma separarse de su cuerpo durante un instante, un caparazón vacío que casi me pertenece.
    Casi.

    Pero Jennifer vuelve a entrar en su cuerpo como un relámpago de voluntad pura.
    Demasiado rápida.
    Demasiado fuerte.
    Demasiado Reina.

    Mi cuerpo, que no es del todo mío, empieza a fallar.

    Entonces comienza la batalla.
    La verdadera.


    ---


    Jennifer se lanza sobre mí con una velocidad que desarma al tiempo.
    Su sombra se divide en cuatro, cada una con un gesto distinto: juicio, furia, misericordia, hambre.

    Una de sus manos me agarra del cuello.
    Otra atraviesa mi costado.
    La tercera desgarra mis alas.
    La cuarta me acaricia el rostro… como si lamentara lo que debe hacer.

    Mi cuerpo chisporrotea, desgarrándose en pétalos oscuros.
    Mis piernas se hunden en la tierra como raíces muertas.
    Cada movimiento mío es más lento, más torpe, más roto.

    Intento devolverle un golpe:
    Lunas estallan a mi alrededor, fragmentos plateados se clavan en su piel…
    pero ella solo sonríe.

    Jennifer retrocede un paso
    y con un simple gesto
    me deshace las costillas como si fueran polvo estelar.

    Caigo al suelo.
    Ya no tengo cuerpo.
    Solo… un contenedor fallido.

    La humedad del mundo se siente lejana.
    El olor de la magia, aún más.

    De pie junto a mí, dos figuras emergen de un vórtice:

    Aikaterine, con su mirada de tiempo afilado.
    Tsukumo Sana, gigante, maternal, con tristeza en los ojos.

    Vienen a reclamar lo que es suyo:
    mi cuerpo,
    mi tiempo,
    mi existencia prestada.

    Y allí, medio oculta detrás de un cometa de energía,
    Hakos Baelz, la Ratona del Caos,
    tiembla, llorando,
    sabedora de que este final no la complace…
    pero tampoco puede detenerlo.


    ---



    Jennifer me mira.
    Me estudia.
    Me reconoce.

    Ella sabe qué soy.
    Sabe de quién soy.
    Y sabe que no debería existir.

    Aun así, la Reina del Caos —la devoradora, la temida, la indomable—
    hace algo que jamás ha hecho.

    Se rompe.

    Arranca un fragmento de su propio ser.
    Un pedazo de corazón, palpitante y prohibido.
    La primera división real de su amor.

    Y lo coloca en mi pecho.
    En el cuerpo marchito que ya no debería moverse.

    —Vive —susurra.
    —Pero no para mí.
    Para lo que aún no has sido.
    Para lo que tendrás que ser.

    El caos se agita.
    La luna tiembla.
    Mis grietas se llenan de luz.

    Jennifer, por primera vez, entrega algo sin exigir nada.

    Por su hermana no nacida.
    Por mí.
    Por Veythra.

    Mi cuerpo de restablece y mi tiempo también, sin pedir permiso. Tsukumo y Aikaterine desaparecen con un gesto de aprobación casi a regañadientes. Hakos Baelz simplemente observa a sus hijas, las flores, las herederas del Caos y el Vacío.

    Jennifer me da la espalda antes de que pueda recomponerme y levantarme, desapareciendo en la niebla.
    La salida de Veythra del castillo y el combate con Jennifer —Sin mirar atrás, camino hacia el balcón del salón del trono. El aire huele a magia lunar y a expectación rota. En el jardín, Ayane permanece quieta, mirando el horizonte. Su silueta, quieta como un presagio, está orientada justo hacia donde yo siento el tirón invisible de Jennifer. Entonces lo veo: El hilo rojo. Un hilo que une almas condenadas a encontrarse. El suyo y el mío. Sonrío, fascinada. Me dejo caer del balcón en caída libre. El viento corta mi piel y mis huesos vibran. Mis escápulas se abren como heridas antiguas… y de ellas emergen dos alas negras, con fragmentos de luna incrustados como astillas brillantes. Un solo aleteo —un latigazo de caos— hace temblar la tierra. En un suspiro estoy frente a ella. A miles de decenas de kilómetros del castillo, de todo… menos del destino. Jennifer ya sabía. Claro que sabía. La Reina del Caos siente antes que piensa; adivina antes que preguntar; devora antes que entender. Antes de que pronuncie palabra alguna, su mente intenta hundirse en la mía. Pero solo escucha una frase en Tharésh’Kael, un golpe seco de significado primordial: “Buscas en el lugar equivocado.” Elevo la cabeza, dejo que mis colmillos asomen, y le hablo por primera vez en la lengua maldita: —Jennifer… Mi reina… Mis labios se abren en una carcajada que parece romper el aire. —¿Qué sería de mí con tu cuerpo? Yo sé lo que buscas. Lo he visto. Tú y yo… somos iguales. Incompletas. Vacías por dentro. Mitades rotas del mismo eclipse. Podríamos completarnos… Si entregáramos nuestra vida. —Pero eso no sucederá. El Caos reclama. Y no devuelve. Por eso… hermana… Debes morir. No le doy tiempo a respirar. Mi primer golpe la toma desprevenida, justo cuando asimila la verdad: soy la hija no nacida de Selin y Oz, Veythra, el eco imposible que jamás llegó al mundo… y aun así llegó. Mi patada atraviesa su esencia. Siento su alma separarse de su cuerpo durante un instante, un caparazón vacío que casi me pertenece. Casi. Pero Jennifer vuelve a entrar en su cuerpo como un relámpago de voluntad pura. Demasiado rápida. Demasiado fuerte. Demasiado Reina. Mi cuerpo, que no es del todo mío, empieza a fallar. Entonces comienza la batalla. La verdadera. --- Jennifer se lanza sobre mí con una velocidad que desarma al tiempo. Su sombra se divide en cuatro, cada una con un gesto distinto: juicio, furia, misericordia, hambre. Una de sus manos me agarra del cuello. Otra atraviesa mi costado. La tercera desgarra mis alas. La cuarta me acaricia el rostro… como si lamentara lo que debe hacer. Mi cuerpo chisporrotea, desgarrándose en pétalos oscuros. Mis piernas se hunden en la tierra como raíces muertas. Cada movimiento mío es más lento, más torpe, más roto. Intento devolverle un golpe: Lunas estallan a mi alrededor, fragmentos plateados se clavan en su piel… pero ella solo sonríe. Jennifer retrocede un paso y con un simple gesto me deshace las costillas como si fueran polvo estelar. Caigo al suelo. Ya no tengo cuerpo. Solo… un contenedor fallido. La humedad del mundo se siente lejana. El olor de la magia, aún más. De pie junto a mí, dos figuras emergen de un vórtice: Aikaterine, con su mirada de tiempo afilado. Tsukumo Sana, gigante, maternal, con tristeza en los ojos. Vienen a reclamar lo que es suyo: mi cuerpo, mi tiempo, mi existencia prestada. Y allí, medio oculta detrás de un cometa de energía, Hakos Baelz, la Ratona del Caos, tiembla, llorando, sabedora de que este final no la complace… pero tampoco puede detenerlo. --- Jennifer me mira. Me estudia. Me reconoce. Ella sabe qué soy. Sabe de quién soy. Y sabe que no debería existir. Aun así, la Reina del Caos —la devoradora, la temida, la indomable— hace algo que jamás ha hecho. Se rompe. Arranca un fragmento de su propio ser. Un pedazo de corazón, palpitante y prohibido. La primera división real de su amor. Y lo coloca en mi pecho. En el cuerpo marchito que ya no debería moverse. —Vive —susurra. —Pero no para mí. Para lo que aún no has sido. Para lo que tendrás que ser. El caos se agita. La luna tiembla. Mis grietas se llenan de luz. Jennifer, por primera vez, entrega algo sin exigir nada. Por su hermana no nacida. Por mí. Por Veythra. Mi cuerpo de restablece y mi tiempo también, sin pedir permiso. Tsukumo y Aikaterine desaparecen con un gesto de aprobación casi a regañadientes. Hakos Baelz simplemente observa a sus hijas, las flores, las herederas del Caos y el Vacío. Jennifer me da la espalda antes de que pueda recomponerme y levantarme, desapareciendo en la niebla.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ¿Cómo me veo? Confieso que este atuendo siempre despertó mi curiosidad, tiene un encanto al que no pude negarme. Es realmente cómodo, ¿no crees?
    ¿Cómo me veo? Confieso que este atuendo siempre despertó mi curiosidad, tiene un encanto al que no pude negarme. Es realmente cómodo, ¿no crees?✨️
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  • - El cumpleaños del joven acompaño. -

    [• -Era un 1999/11/5, justo el día del cumpleaños de un muy juven Koroved, no siquiera llegando a las dos cifras.

    Aquel Koroved era pequeño... Midiendo unos 1.50 metros, estaba bastante flaco, llegando solo a los 20 kilos de peso.. tenía algunas extremidades pálidas (zonas siendo consumidas por su propio cuerpo), tenía su pelo casi al completo blanco... No por albinismo, era más por el estrés y el extremo que estaba si cuerpo... Estaba ya con varias cicatrices notables y puntos de quemaduras.. "las consecuencias de ser un cenicero para papi."

    ---

    Estaba buscando en la basura del vertedero de la ciudad, tal como perro callejero... Después de sburr una bolsa al encontrar algunas migajas de pan húmedas, espaguetis y algunas verduras con mhoo, este empieza a comer con bastante desesperación y euforia ante semejante regalo de la vida.

    Al terminar de comer, este mira hacia el cielo... Era gris como siempre... Luego a sus alrededores... Pero mira hacia donde el pueblo dónde vivía. El camino solo era tierra compactada, las casas eran ruinas convertidas en hogares, arregladas con cosas que llegaban del vertedero o lo que podían sacar de las fábricas.

    La gran parte del tiempo todo estaba en oscuridad gracias a nubes de las fábricas que llegaban al cielo, solo a veces habían agujeros o zonas finas de humo que permitian pasar la luz solar.

    Lo único moderno que habría en aquella zona, eran conjuntos de fábricas que estaban en los alrededores... El único río ahora tenía un color característico a arcoiris... Al igual que los carcos que se formaba por la humedad que tocaba la tierra y los costados de las calles del pueblo. Todo era solo tierra muerta y algún que otro arbol con pocas o nulas hojas... Era una zona digna de un apocalipsis.

    El joven se levanta con cierta dificultad y luego de tomar bastante aire, este empieza a caminar.. dónde a los minutos llega a un almacén abandonado. Al entrar, este va hasta el fondo y luego de abrir las dos únicas ventanas que estaban tapadas por lonas de plásticos.. hay estaba, su buen amigó solo visible ante el, algunos muñecos y también unos esqueletos que conocieron a bol, dónde tuvo que ayudar a llevarlo hasta la fábrica. Finalmente empieza el cumpleaños, al prender la vela y poner el extremo sin el hilo, este empieza a cantar el "feliz cumpleaños", acompañado con Bol. A los segundos y luego de apagar la vela, este mira hacia un costado y vería varias galletas en un plato.. (una que eran de barro con algo de azúcar y cocinadas al sol), dónde luego agarrar uno y empieza a comer tranquilamente... Aunque luego al terminar con su comida, levanta el plato con su mano izquierda y lo lleva a cada invitado... Usando su mano derecha al dejarlo entre las piernas de casa uno. •]

    gracias por estar aquí... Se que es barro con azúcar.. pero es lo único que se puede permitir para un cumpleaños para mí. Jajajaja... Pero tranquilos, es delicioso... Y les daré bastante, ya comí cuando venía!

    [• el joven luego de entregar la comida a todos, este se sienta a un lado de Bol y empezó a comer la galleta con el, con una pequeña sonrisa. •] -

    [• termina de contar unos de sus cumpleaños a Oracio y luego de eso, este se queda callado. •]

    Dr. Oracio: Bueno... Y dime, por qué vivías en esas situaciones?. Osea, por qué estaba si dónde estabas? Perdón.

    - no, tranquilo.. vivía en esas situaciones horribles por... Bueno, estaba en unas de las zonas más pobres de Rusia y también el país se estaba recuperando de la caída de la unión soviética... El pueblo tenía supuestamente un inicio más normal... Pero luego... Solo se convirtió en un infierno podrido, toxico y de pobreza extrema...

    Dr. Oracio: Comprendo... Y supuestamente siempre estabas en la calle, cierto?.

    - en efecto... Vivía en la calle... Ya que era mejor que vivir en una casa donde solo me maltrataban y a penas dejaban migajas o algo para tomar a penas... Mínimo en la calle conseguía comida y agua.

    Dr. Oracio: bueno...

    (Y así seguio la charla hasta que paso la hora y se fue a su casa Koroved.)



    •|| algo más de la antigüedad de Axel.. (me quedo sin ideas)
    - El cumpleaños del joven acompaño. - [• -Era un 1999/11/5, justo el día del cumpleaños de un muy juven Koroved, no siquiera llegando a las dos cifras. Aquel Koroved era pequeño... Midiendo unos 1.50 metros, estaba bastante flaco, llegando solo a los 20 kilos de peso.. tenía algunas extremidades pálidas (zonas siendo consumidas por su propio cuerpo), tenía su pelo casi al completo blanco... No por albinismo, era más por el estrés y el extremo que estaba si cuerpo... Estaba ya con varias cicatrices notables y puntos de quemaduras.. "las consecuencias de ser un cenicero para papi." --- Estaba buscando en la basura del vertedero de la ciudad, tal como perro callejero... Después de sburr una bolsa al encontrar algunas migajas de pan húmedas, espaguetis y algunas verduras con mhoo, este empieza a comer con bastante desesperación y euforia ante semejante regalo de la vida. Al terminar de comer, este mira hacia el cielo... Era gris como siempre... Luego a sus alrededores... Pero mira hacia donde el pueblo dónde vivía. El camino solo era tierra compactada, las casas eran ruinas convertidas en hogares, arregladas con cosas que llegaban del vertedero o lo que podían sacar de las fábricas. La gran parte del tiempo todo estaba en oscuridad gracias a nubes de las fábricas que llegaban al cielo, solo a veces habían agujeros o zonas finas de humo que permitian pasar la luz solar. Lo único moderno que habría en aquella zona, eran conjuntos de fábricas que estaban en los alrededores... El único río ahora tenía un color característico a arcoiris... Al igual que los carcos que se formaba por la humedad que tocaba la tierra y los costados de las calles del pueblo. Todo era solo tierra muerta y algún que otro arbol con pocas o nulas hojas... Era una zona digna de un apocalipsis. El joven se levanta con cierta dificultad y luego de tomar bastante aire, este empieza a caminar.. dónde a los minutos llega a un almacén abandonado. Al entrar, este va hasta el fondo y luego de abrir las dos únicas ventanas que estaban tapadas por lonas de plásticos.. hay estaba, su buen amigó solo visible ante el, algunos muñecos y también unos esqueletos que conocieron a bol, dónde tuvo que ayudar a llevarlo hasta la fábrica. Finalmente empieza el cumpleaños, al prender la vela y poner el extremo sin el hilo, este empieza a cantar el "feliz cumpleaños", acompañado con Bol. A los segundos y luego de apagar la vela, este mira hacia un costado y vería varias galletas en un plato.. (una que eran de barro con algo de azúcar y cocinadas al sol), dónde luego agarrar uno y empieza a comer tranquilamente... Aunque luego al terminar con su comida, levanta el plato con su mano izquierda y lo lleva a cada invitado... Usando su mano derecha al dejarlo entre las piernas de casa uno. •] gracias por estar aquí... Se que es barro con azúcar.. pero es lo único que se puede permitir para un cumpleaños para mí. Jajajaja... Pero tranquilos, es delicioso... Y les daré bastante, ya comí cuando venía! [• el joven luego de entregar la comida a todos, este se sienta a un lado de Bol y empezó a comer la galleta con el, con una pequeña sonrisa. •] - [• termina de contar unos de sus cumpleaños a Oracio y luego de eso, este se queda callado. •] Dr. Oracio: Bueno... Y dime, por qué vivías en esas situaciones?. Osea, por qué estaba si dónde estabas? Perdón. - no, tranquilo.. vivía en esas situaciones horribles por... Bueno, estaba en unas de las zonas más pobres de Rusia y también el país se estaba recuperando de la caída de la unión soviética... El pueblo tenía supuestamente un inicio más normal... Pero luego... Solo se convirtió en un infierno podrido, toxico y de pobreza extrema... Dr. Oracio: Comprendo... Y supuestamente siempre estabas en la calle, cierto?. - en efecto... Vivía en la calle... Ya que era mejor que vivir en una casa donde solo me maltrataban y a penas dejaban migajas o algo para tomar a penas... Mínimo en la calle conseguía comida y agua. Dr. Oracio: bueno... (Y así seguio la charla hasta que paso la hora y se fue a su casa Koroved.) •|| algo más de la antigüedad de Axel.. (me quedo sin ideas) 🗣️
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  • ¿Que es esto? Parece como si marcarás territorio
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  • Creo que comienzo a entender esto de la tecnología pero ¿Porque hay que hacer todo lo que pide una pantalla que cabe en la palma de la mano?

    Uhh...

    -teclea el celular, realmente miente descaradamente no entiende nada de lo que estaba haciendo. Trato de entrar a una app de citas a ver si conocía a alguien con quién pasar el rato al menos charlando pero.... Ni siquiera a logrado pasar de la foto de perfil-

    Uhh..... Extraño cuando todo era más fácil....
    Creo que comienzo a entender esto de la tecnología pero ¿Porque hay que hacer todo lo que pide una pantalla que cabe en la palma de la mano? Uhh... -teclea el celular, realmente miente descaradamente no entiende nada de lo que estaba haciendo. Trato de entrar a una app de citas a ver si conocía a alguien con quién pasar el rato al menos charlando pero.... Ni siquiera a logrado pasar de la foto de perfil- Uhh..... Extraño cuando todo era más fácil....
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  • -mira a su hijo después de tantos años hasta ahora entiende porque es un ciervo y no un dragón, conejo, elfo o búho ....
    Se froto el menton interesado -

    Tiene sentido.....
    -mira a su hijo después de tantos años hasta ahora entiende porque es un ciervo y no un dragón, conejo, elfo o búho .... Se froto el menton interesado - Tiene sentido.....
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Mi telefono no para de vibrar con estás notificaciones, una tras otra tras otra. Una por segundo ya perdí la cuenta de cuánta veces sale un globo emergente diciendo que han visto mi perfil. ¿Que está pasando?
    Entendería si fueran personas revisando mi perfil pero esto es mucho dudo que muchas personas se hayan puesto de acuerdo para hacer lo mismo al mismo tiempo lo que me lleva a la conclusión de que esto es un fallo en la app

    ¿A alguien más le está pasando esto?
    Mi telefono no para de vibrar con estás notificaciones, una tras otra tras otra. Una por segundo ya perdí la cuenta de cuánta veces sale un globo emergente diciendo que han visto mi perfil. ¿Que está pasando? Entendería si fueran personas revisando mi perfil pero esto es mucho dudo que muchas personas se hayan puesto de acuerdo para hacer lo mismo al mismo tiempo lo que me lleva a la conclusión de que esto es un fallo en la app ¿A alguien más le está pasando esto?
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