La semana pasada volví a sacar de uno de mis baules algunas de mis partituras para el piano, desde que cumplí los seis años mis padres contrataron a los mejores
profesores para enseñarme a tocar el paino, lo intentarón también con la pintura pero yo siempre he tenido un oído maravilloso para la música.
A los ocho dominaba a la perfección el piano, el violín, el violonchelo y ya estaba aprendiendo a tocar el arpa a la vez que también daba clases de cantó y danza.
El baile no es una de mis pasiones pero siempre me movía con suma delicadeza y pude haber llegado a ser profesional pero enfoqué mi carrera como pianista hasta
que fui convertida a los veinte y uno en vampira, todo cambio esa noche de Invierno.
Estoy nerviosa ya que hacía bastante tiempo que mis dedos no se posaban sobre las teclas del piano, años atrás escribía mis propias partituras quería superar a los
grandes músicos pero fue un sueño que tuve que dejar atrás.
profesores para enseñarme a tocar el paino, lo intentarón también con la pintura pero yo siempre he tenido un oído maravilloso para la música.
A los ocho dominaba a la perfección el piano, el violín, el violonchelo y ya estaba aprendiendo a tocar el arpa a la vez que también daba clases de cantó y danza.
El baile no es una de mis pasiones pero siempre me movía con suma delicadeza y pude haber llegado a ser profesional pero enfoqué mi carrera como pianista hasta
que fui convertida a los veinte y uno en vampira, todo cambio esa noche de Invierno.
Estoy nerviosa ya que hacía bastante tiempo que mis dedos no se posaban sobre las teclas del piano, años atrás escribía mis propias partituras quería superar a los
grandes músicos pero fue un sueño que tuve que dejar atrás.
La semana pasada volví a sacar de uno de mis baules algunas de mis partituras para el piano, desde que cumplí los seis años mis padres contrataron a los mejores
profesores para enseñarme a tocar el paino, lo intentarón también con la pintura pero yo siempre he tenido un oído maravilloso para la música.
A los ocho dominaba a la perfección el piano, el violín, el violonchelo y ya estaba aprendiendo a tocar el arpa a la vez que también daba clases de cantó y danza.
El baile no es una de mis pasiones pero siempre me movía con suma delicadeza y pude haber llegado a ser profesional pero enfoqué mi carrera como pianista hasta
que fui convertida a los veinte y uno en vampira, todo cambio esa noche de Invierno.
Estoy nerviosa ya que hacía bastante tiempo que mis dedos no se posaban sobre las teclas del piano, años atrás escribía mis propias partituras quería superar a los
grandes músicos pero fue un sueño que tuve que dejar atrás.
