• ☆ STREAM URGENTE ☆ Ep 999: El Culto de Akasha
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    Categoría Ciencia ficción
    ☆ ¡LA ESPERA TERMINÓ, XINLIEVERS! ☆

    Incluso Pao decidió acompañarme. ¡Saluda al chat, Pao!

    ¡O.K. empecemos! Lo prometido es deuda y en este episodio número 999 vamos a hablar de un culto misterioso conocido como El Culto de Akasha. ¡No me estoy inventando nada, chat! Todo es completamente verídico y voy a demostrarlo.

    ¡Un saludo a mi nuevo superfan...! ¿Hu...? "Robomommy999", ... okeeeey... !gracias por la donación!

    ¡Como iba diciendo! Este culto tiene muchos, muchos siglos de antiguedad y un montón de gente poderosa e importante a través de la historia ha sido miembro de él. A pesar de eso, muy poca gente sabe de su existencia. ¡Hasta ahora, gracias a Xin Yi! ¡A ver esas reacciones, chat!

    Okey, okey, ¿dónde iba? Ah sí sí, el culto de Akasha tenía la creencia de que la culpa de todo el sufrimiento de la humanidad era la causalidad. ¿Y qué es eso, se preguntan, chat? Pues la causalidad es la causa y el efecto, ya saben, "a toda acción corresponde una reacción" y todo eso.

    ¿Qué tiene que ver la causalidad con el sufrimiento de la humanidad? Pues bueno, muchas veces nos preguntamos, si existe una deidad, creador, dios, destino, lo que quieran y en lo que crean ustedes, ¿por qué permite que la gente sufra? Y ahí es donde algunos dicen que sufrimos porque nos dan libre albedrío y todo eso.

    No vamos a entrar en esos temas ahora, chat. ¡Porque está muy oscuro aquí! ¿Creen que haya algún ecto-ente aquí? ¡Qué emoción!

    Bueno bueno, me estoy desviando. ¿En qué iba? Oh sí, la causalidad. Bueno pues la humanidad sufre porque sus acciones tienen consecuencias, es así de simple. Cuando un bebé acerca la mano al fuego, se quema. El efecto de su acción le enseñó que el fuego lastima pero el pobre nene fue lastimado en el proceso.

    El culto de Akasha plantea esta pregunta: ¿por qué es necesario el sufrimiento para el aprendizaje? Aprender de los errores es una experiencia universal que nos toca a todos, tanto que ni cuestionamos por qué tiene que ser así. El culto creía que un creador verdaderamente bondadoso no pondría el aprendizaje y la iluminación atrás de una cortina de sufrimiento. Consideraban que eso haría al universo inherentemente cruel y decidieron rechazar esa noción.

    ¿Pero cómo se puede aprender sin dolor y sin errores? Ahí es donde entra este concepto, "Akasha". Akasha es el concepto de todo lo que ha sucedido, todo lo que sucede y todo lo que sucederá. Todo esto está guardado en registros, que el culto llamaba "Registros Akáshicos". Es algo así como una biblioteca enorme donde está escrito todo.

    El culto creía que podía existir un ser con la capacidad de ver y alterar los registros podía reescribir cómo funciona el universo. Borrar, editar o mover de lugar cada suceso del universo. Increíblemente, aunque suene a algo de fantasía o a un mito, hay teorías científicas que hablan de algo muy similar.

    "El Demonio de Laplace", un ser capaz de conocer el estado de todos los átomos del universo simultáneamente. No me meteré mucho en jerga científica, Xinlievers, pero este concepto creado por el científico Pierre Laplace tiene un parecido IN-CRE-Í-BLE con los Registros Akáshicos. ¿No es fascinante, chat?

    Y llegamos a la parte buena: ¿Qué quería este culto? Pues esto, crear a este ser, a Akasha, al Demonio de Laplace. Un ser que le brindara a la humanidad el aprendizaje sin dolor. ¿Qué les parece? Y este lugar en el que estoy, lo crean o no, solía ser un centro de adoración para esta entidad, Akasha.

    ¡Bien, suficiente por ahora! Vamos a responder unas preguntas de nuestro chat.
    ☆ ¡LA ESPERA TERMINÓ, XINLIEVERS! ☆ Incluso Pao decidió acompañarme. ¡Saluda al chat, Pao! ¡O.K. empecemos! Lo prometido es deuda y en este episodio número 999 vamos a hablar de un culto misterioso conocido como El Culto de Akasha. ¡No me estoy inventando nada, chat! Todo es completamente verídico y voy a demostrarlo. ¡Un saludo a mi nuevo superfan...! ¿Hu...? "Robomommy999", ... okeeeey... !gracias por la donación! ¡Como iba diciendo! Este culto tiene muchos, muchos siglos de antiguedad y un montón de gente poderosa e importante a través de la historia ha sido miembro de él. A pesar de eso, muy poca gente sabe de su existencia. ¡Hasta ahora, gracias a Xin Yi! ¡A ver esas reacciones, chat! Okey, okey, ¿dónde iba? Ah sí sí, el culto de Akasha tenía la creencia de que la culpa de todo el sufrimiento de la humanidad era la causalidad. ¿Y qué es eso, se preguntan, chat? Pues la causalidad es la causa y el efecto, ya saben, "a toda acción corresponde una reacción" y todo eso. ¿Qué tiene que ver la causalidad con el sufrimiento de la humanidad? Pues bueno, muchas veces nos preguntamos, si existe una deidad, creador, dios, destino, lo que quieran y en lo que crean ustedes, ¿por qué permite que la gente sufra? Y ahí es donde algunos dicen que sufrimos porque nos dan libre albedrío y todo eso. No vamos a entrar en esos temas ahora, chat. ¡Porque está muy oscuro aquí! ¿Creen que haya algún ecto-ente aquí? ¡Qué emoción! Bueno bueno, me estoy desviando. ¿En qué iba? Oh sí, la causalidad. Bueno pues la humanidad sufre porque sus acciones tienen consecuencias, es así de simple. Cuando un bebé acerca la mano al fuego, se quema. El efecto de su acción le enseñó que el fuego lastima pero el pobre nene fue lastimado en el proceso. El culto de Akasha plantea esta pregunta: ¿por qué es necesario el sufrimiento para el aprendizaje? Aprender de los errores es una experiencia universal que nos toca a todos, tanto que ni cuestionamos por qué tiene que ser así. El culto creía que un creador verdaderamente bondadoso no pondría el aprendizaje y la iluminación atrás de una cortina de sufrimiento. Consideraban que eso haría al universo inherentemente cruel y decidieron rechazar esa noción. ¿Pero cómo se puede aprender sin dolor y sin errores? Ahí es donde entra este concepto, "Akasha". Akasha es el concepto de todo lo que ha sucedido, todo lo que sucede y todo lo que sucederá. Todo esto está guardado en registros, que el culto llamaba "Registros Akáshicos". Es algo así como una biblioteca enorme donde está escrito todo. El culto creía que podía existir un ser con la capacidad de ver y alterar los registros podía reescribir cómo funciona el universo. Borrar, editar o mover de lugar cada suceso del universo. Increíblemente, aunque suene a algo de fantasía o a un mito, hay teorías científicas que hablan de algo muy similar. "El Demonio de Laplace", un ser capaz de conocer el estado de todos los átomos del universo simultáneamente. No me meteré mucho en jerga científica, Xinlievers, pero este concepto creado por el científico Pierre Laplace tiene un parecido IN-CRE-Í-BLE con los Registros Akáshicos. ¿No es fascinante, chat? Y llegamos a la parte buena: ¿Qué quería este culto? Pues esto, crear a este ser, a Akasha, al Demonio de Laplace. Un ser que le brindara a la humanidad el aprendizaje sin dolor. ¿Qué les parece? Y este lugar en el que estoy, lo crean o no, solía ser un centro de adoración para esta entidad, Akasha. ¡Bien, suficiente por ahora! Vamos a responder unas preguntas de nuestro chat.
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  • Y como siempre en mi mundo me escape solita y me cambié aunque está todo oscuro pero no importa hada valiente! Ademas seguro que no correré peligro, puedo llegar a dar mucho miedo ñejejee
    Y como siempre en mi mundo me escape solita y me cambié aunque está todo oscuro pero no importa hada valiente! Ademas seguro que no correré peligro, puedo llegar a dar mucho miedo ñejejee :STK-19:
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  • 𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐭𝐢.

    Pensé, mientras me perdía en la profundidad de tus ojos oscuros, que no había universo más vasto ni lugar más seguro que esa mirada tuya. En ese instante lo supe, con una certeza que no necesita palabras: tú eres la persona a la que, con todo mi ser, quiero dedicarme, a quien deseo cuidar, hacer reír y ver feliz cada día de mi vida.

    No existe tesoro en el mundo que iguale el regalo de tu compañía. No hay joya que brille más que tu sonrisa, ni riqueza que pueda comprarse que sea comparable a la paz que encuentro en tu abrazo.

    Me siento la mujer más afortunada del mundo. Tu amor ha sido como un faro que guía mis días, como un refugio en medio de cualquier tormenta, como un susurro de calma en los días agitados.

    Prometo que cada día de mi vida haré todo lo que esté en mis manos para devolverte aunque sea una parte de todo lo que eres y me has dado. Prometo que mis palabras, mis actos y mis silencios estarán siempre llenos de amor hacia ti.

    https://www.youtube.com/watch?v=lB6Iu2UGWuo
    𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐭𝐢. Pensé, mientras me perdía en la profundidad de tus ojos oscuros, que no había universo más vasto ni lugar más seguro que esa mirada tuya. En ese instante lo supe, con una certeza que no necesita palabras: tú eres la persona a la que, con todo mi ser, quiero dedicarme, a quien deseo cuidar, hacer reír y ver feliz cada día de mi vida. No existe tesoro en el mundo que iguale el regalo de tu compañía. No hay joya que brille más que tu sonrisa, ni riqueza que pueda comprarse que sea comparable a la paz que encuentro en tu abrazo. Me siento la mujer más afortunada del mundo. Tu amor ha sido como un faro que guía mis días, como un refugio en medio de cualquier tormenta, como un susurro de calma en los días agitados. Prometo que cada día de mi vida haré todo lo que esté en mis manos para devolverte aunque sea una parte de todo lo que eres y me has dado. Prometo que mis palabras, mis actos y mis silencios estarán siempre llenos de amor hacia ti. https://www.youtube.com/watch?v=lB6Iu2UGWuo
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  • 𝖕𝖚𝖑𝖘𝖎𝖔𝖓
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             ────────────────────┐
             𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼, 𝗰𝘂𝗿𝘀𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗱𝘄𝗺𝗮
             ! 𝘵𝘸: 𝘮𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦
           └────────────────────


    El sol se ocultaba con pereza en el horizonte, dibujando sombras que se extendían a lo largo de la sala de entrenamiento, estirándose más y más a medida que el tiempo pasaba. El eco de sus pasos y movimientos se sentía nítido en tal soledad, como si el mundo se redujera a ese intercambio entre ellos.

    Por supuesto que la práctica más común era el entrenamiento de meister y arma, pero este combate entre Dmitry y Yua cumplía un propósito distinto: sin transformaciones ni resonancia en la que apoyarse, se veían obligados a comunicarse con algo más que palabras o técnica. Era otra forma de leer al otro, de escuchar su alma en el movimiento, en las pausas, en la duda. Era entrenamiento, sí… pero también una conversación. Una manera más visceral y cruda de conocerse que ambos preferían.

    Había pasado suficiente tiempo como para que el cansancio dejara de ser una idea y empezara a sentirse en cada movimiento, cada respiración. Ella se movía con naturalidad, como si la gravedad no le afectara del mismo modo que al resto. Ligera, veloz, impredecible. Dimitry echó un suspiro pesado y lento, girando lentamente sobre sus talones, sus ojos siguiendo los movimientos de Yua con una precisión quirúrgica; midiendo, calculando.

    —¿Una última? —Murmuró sin urgencia.

    Yua sonrió, desafiante, y volvió a lanzarse hacia él con la misma energía desbordante que la caracterizaba. Buscaba abrir una brecha, una grieta en su defensa. Se movía con agilidad, fintando a la izquierda para desviar la atención de Dima antes de pivotar hacia la derecha. Él bloqueó el primer golpe con el antebrazo, pero ella ya se había impulsado hacia su flanco, intentando colarse por su guardia.

    Sus movimientos eran rápidos, casi como una coreografía que no perdía el factor orgánico. Claro que se conocían lo suficiente como para anticiparse mutuamente, pero no tanto como para dejar de sorprenderse. Yua giró sobre sí misma y volvió a arremeter, esta vez desde abajo. Dmitry se vio obligado a retroceder, su respiración controlada, ojos fijos en ella. Esperaba el siguiente paso. Siempre había uno más.

    Fue entonces cuando notó un pequeño desliz.

    El filo apenas perceptible del arma de práctica que él sostenía —una extensión incompleta de su forma real— rozó su mejilla cuando ella se acercó más de la cuenta. Fue un instante, una fracción de segundo; el impacto fue leve, el sonido inexistente. Pero la sangre, no…

    Una fina línea roja se dibujó sobre su piel, cruzando su pómulo izquierdo, justo debajo del ojo. Brillante. Escarlata. Inesperada. Yua apenas reaccionó. Soltó una risa rápida, como si no le diera importancia.

    —¿Esa fue tu manera toda zen de decir que me estoy parando como un poste? Qué considerado… —bromeó con sarcasmo, apartándolo de un gentil empujón.

    Él no respondió. No podía. En aquel momento, sintió que el tiempo se ralentizó sólo para él, casi en trance, mientras observaba la forma en que la sangre se deslizaba con suavidad por la curva de su rostro. El contraste con su piel. El recuerdo del primer combate real que compartieron. El día en que despertó su forma de arma. Aquella pulsión que sentía desde la boca de su estómago mientras contemplaba aquella línea carmesí… No era preocupación, ni era deseo. Era… otra cosa mucho más primitiva. Mucho más íntima.

    Un leve rubor comenzó a subirle por el cuello, extendiéndose hasta sus mejillas y orejas. No era visible a simple vista, pero él lo sentía con bastante claridad. Un calor incómodo que inundó su cuerpo. Se obligó a apartar la vista.

    —Mala mía —exhaló, alborotando su cabello con frustración, como si estuviera tratando de centrarse nuevamente en sí.

    Yua se cruzó de brazos, girando sus ojos mientras barría el rastro de aquella línea granate con el dorso de la mano.

    —Ay, bebi, tampoco para tanto. Es sparring… —Hizo una pequeña pausa, como si algo hubiera recordado un detalle sumamente importante—. Pero si esto me deja una marca, el próximo entrenamiento te la devuelvo. ¿Volvemos a casa ya? Estoy que apesto, me quiero dar un baño urgente.

    Dmitry asintió en silencio, mientras se preparaba para juntar sus cosas y retirarse junto a su meister. Si bien aparentaba estar presente, su mente estaba atrapada en otro lugar, aún procesando lo que acababa de pasar. ¿Qué era eso? ¿Una respuesta instintiva? ¿Un reflejo condicionado? ¿O algo más profundo… más difícil de aceptar? No sabía qué lo había provocado exactamente. ¿La sangre? ¿Ella? ¿La combinación de ambos? ¿Y si no podía contenerlo la próxima vez? O peor, ¿y si se tornaba en algo peligroso para ambos? Tenía demasiadas preguntas, y todas indicaban que sería algo oscuro de indagar. En cualquier caso, no podía dejar que Yua sospechara de nada. No mientras todavía no supiera responderse estas dudas.

    —Vamos. Te haré algo para cenar por la molestia —dijo sin mirarla, extendiendo un paño húmedo en su dirección—. Postre incluido.
             ────────────────────┐          𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼, 𝗰𝘂𝗿𝘀𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗱𝘄𝗺𝗮          ! 𝘵𝘸: 𝘮𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦        └──────────────────── El sol se ocultaba con pereza en el horizonte, dibujando sombras que se extendían a lo largo de la sala de entrenamiento, estirándose más y más a medida que el tiempo pasaba. El eco de sus pasos y movimientos se sentía nítido en tal soledad, como si el mundo se redujera a ese intercambio entre ellos. Por supuesto que la práctica más común era el entrenamiento de meister y arma, pero este combate entre Dmitry y Yua cumplía un propósito distinto: sin transformaciones ni resonancia en la que apoyarse, se veían obligados a comunicarse con algo más que palabras o técnica. Era otra forma de leer al otro, de escuchar su alma en el movimiento, en las pausas, en la duda. Era entrenamiento, sí… pero también una conversación. Una manera más visceral y cruda de conocerse que ambos preferían. Había pasado suficiente tiempo como para que el cansancio dejara de ser una idea y empezara a sentirse en cada movimiento, cada respiración. Ella se movía con naturalidad, como si la gravedad no le afectara del mismo modo que al resto. Ligera, veloz, impredecible. Dimitry echó un suspiro pesado y lento, girando lentamente sobre sus talones, sus ojos siguiendo los movimientos de Yua con una precisión quirúrgica; midiendo, calculando. —¿Una última? —Murmuró sin urgencia. Yua sonrió, desafiante, y volvió a lanzarse hacia él con la misma energía desbordante que la caracterizaba. Buscaba abrir una brecha, una grieta en su defensa. Se movía con agilidad, fintando a la izquierda para desviar la atención de Dima antes de pivotar hacia la derecha. Él bloqueó el primer golpe con el antebrazo, pero ella ya se había impulsado hacia su flanco, intentando colarse por su guardia. Sus movimientos eran rápidos, casi como una coreografía que no perdía el factor orgánico. Claro que se conocían lo suficiente como para anticiparse mutuamente, pero no tanto como para dejar de sorprenderse. Yua giró sobre sí misma y volvió a arremeter, esta vez desde abajo. Dmitry se vio obligado a retroceder, su respiración controlada, ojos fijos en ella. Esperaba el siguiente paso. Siempre había uno más. Fue entonces cuando notó un pequeño desliz. El filo apenas perceptible del arma de práctica que él sostenía —una extensión incompleta de su forma real— rozó su mejilla cuando ella se acercó más de la cuenta. Fue un instante, una fracción de segundo; el impacto fue leve, el sonido inexistente. Pero la sangre, no… Una fina línea roja se dibujó sobre su piel, cruzando su pómulo izquierdo, justo debajo del ojo. Brillante. Escarlata. Inesperada. Yua apenas reaccionó. Soltó una risa rápida, como si no le diera importancia. —¿Esa fue tu manera toda zen de decir que me estoy parando como un poste? Qué considerado… —bromeó con sarcasmo, apartándolo de un gentil empujón. Él no respondió. No podía. En aquel momento, sintió que el tiempo se ralentizó sólo para él, casi en trance, mientras observaba la forma en que la sangre se deslizaba con suavidad por la curva de su rostro. El contraste con su piel. El recuerdo del primer combate real que compartieron. El día en que despertó su forma de arma. Aquella pulsión que sentía desde la boca de su estómago mientras contemplaba aquella línea carmesí… No era preocupación, ni era deseo. Era… otra cosa mucho más primitiva. Mucho más íntima. Un leve rubor comenzó a subirle por el cuello, extendiéndose hasta sus mejillas y orejas. No era visible a simple vista, pero él lo sentía con bastante claridad. Un calor incómodo que inundó su cuerpo. Se obligó a apartar la vista. —Mala mía —exhaló, alborotando su cabello con frustración, como si estuviera tratando de centrarse nuevamente en sí. Yua se cruzó de brazos, girando sus ojos mientras barría el rastro de aquella línea granate con el dorso de la mano. —Ay, bebi, tampoco para tanto. Es sparring… —Hizo una pequeña pausa, como si algo hubiera recordado un detalle sumamente importante—. Pero si esto me deja una marca, el próximo entrenamiento te la devuelvo. ¿Volvemos a casa ya? Estoy que apesto, me quiero dar un baño urgente. Dmitry asintió en silencio, mientras se preparaba para juntar sus cosas y retirarse junto a su meister. Si bien aparentaba estar presente, su mente estaba atrapada en otro lugar, aún procesando lo que acababa de pasar. ¿Qué era eso? ¿Una respuesta instintiva? ¿Un reflejo condicionado? ¿O algo más profundo… más difícil de aceptar? No sabía qué lo había provocado exactamente. ¿La sangre? ¿Ella? ¿La combinación de ambos? ¿Y si no podía contenerlo la próxima vez? O peor, ¿y si se tornaba en algo peligroso para ambos? Tenía demasiadas preguntas, y todas indicaban que sería algo oscuro de indagar. En cualquier caso, no podía dejar que Yua sospechara de nada. No mientras todavía no supiera responderse estas dudas. —Vamos. Te haré algo para cenar por la molestia —dijo sin mirarla, extendiendo un paño húmedo en su dirección—. Postre incluido.
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               ━━━━━━━━━━━━━━┓
               𝖈𝖔𝖓: Brycka Ivanova
              ┗━━━━━━━━━━━━━━

    La ciudad nunca dormía del todo, pero a esa hora, hasta los molestos ruidos de la vida nocturna parecían haberse apaciguado. Desde la esquina del edificio, Dmitry permanecía de pie, la espalda recta, los hombros relajados bajo su abrigo oscuro. Sus ojos, serenos y observadores, seguían cada movimiento de la calle sin necesidad de moverse mucho.

    Había pasado una semana desde que comenzó a trabajar para Brycka. El ritmo era constante, incluso predecible. Apariciones públicas, entrevistas, algún que otro ensayo. Si bien el público a veces se volvía insistente, todo se mantenía bajo control. Él no hablaba mucho, no era necesario. Su sola presencia bastaba para marcar límites.

    Esa noche, sin embargo, algo le hizo girar el rostro con sutil tensión.

    Un hombre había estado esperando frente al estudio desde hacía más de una hora. No parecía parte del staff, ni prensa. No pidió autógrafos, no tomó fotos. Solo... esperaba. La mirada baja, el cuerpo encorvado ligeramente, como si intentara volverse invisible en la multitud que ya se disipaba.

    Dmitry entrecerró los ojos, dando un paso hacia adelante.

    No era raro que alguien se quedara más de la cuenta. Pero lo había visto también la noche anterior. En el mismo sitio. Con la misma ropa. Y antes de eso, durante un almuerzo al que Brycka asistió, lo había reconocido entre la gente, aunque apenas por un segundo. Quien fuera que estuviera detrás definitivamente era un novato; sólo alguien con tan poca experiencia en el arte del sigilo sería tan ignorante como para repetir un patrón tan sospechoso. Claro que no aparentaba ningún tipo de peligro; no hablaba, ni se acercaba…

    Todavía. Y ese potencial peligro no pasaría desapercibido para Dima.

    Dmitry no dijo nada. Solo se aproximó al coche, donde Brycka conversaba con su asistente. Se inclinó levemente, lo justo para hacerse oír.

    —Brycka, no quiero preocuparte —murmuró con esa voz baja y sin apuro que rara vez variaba de tono—, pero puede que tengamos compañía no deseada.

    Su mirada se desvió hacia el reflejo del vidrio. El hombre seguía allí.

    —¿Lo has visto antes?
               ━━━━━━━━━━━━━━┓            𝖈𝖔𝖓: [Brycka1]           ┗━━━━━━━━━━━━━━ La ciudad nunca dormía del todo, pero a esa hora, hasta los molestos ruidos de la vida nocturna parecían haberse apaciguado. Desde la esquina del edificio, Dmitry permanecía de pie, la espalda recta, los hombros relajados bajo su abrigo oscuro. Sus ojos, serenos y observadores, seguían cada movimiento de la calle sin necesidad de moverse mucho. Había pasado una semana desde que comenzó a trabajar para Brycka. El ritmo era constante, incluso predecible. Apariciones públicas, entrevistas, algún que otro ensayo. Si bien el público a veces se volvía insistente, todo se mantenía bajo control. Él no hablaba mucho, no era necesario. Su sola presencia bastaba para marcar límites. Esa noche, sin embargo, algo le hizo girar el rostro con sutil tensión. Un hombre había estado esperando frente al estudio desde hacía más de una hora. No parecía parte del staff, ni prensa. No pidió autógrafos, no tomó fotos. Solo... esperaba. La mirada baja, el cuerpo encorvado ligeramente, como si intentara volverse invisible en la multitud que ya se disipaba. Dmitry entrecerró los ojos, dando un paso hacia adelante. No era raro que alguien se quedara más de la cuenta. Pero lo había visto también la noche anterior. En el mismo sitio. Con la misma ropa. Y antes de eso, durante un almuerzo al que Brycka asistió, lo había reconocido entre la gente, aunque apenas por un segundo. Quien fuera que estuviera detrás definitivamente era un novato; sólo alguien con tan poca experiencia en el arte del sigilo sería tan ignorante como para repetir un patrón tan sospechoso. Claro que no aparentaba ningún tipo de peligro; no hablaba, ni se acercaba… Todavía. Y ese potencial peligro no pasaría desapercibido para Dima. Dmitry no dijo nada. Solo se aproximó al coche, donde Brycka conversaba con su asistente. Se inclinó levemente, lo justo para hacerse oír. —Brycka, no quiero preocuparte —murmuró con esa voz baja y sin apuro que rara vez variaba de tono—, pero puede que tengamos compañía no deseada. Su mirada se desvió hacia el reflejo del vidrio. El hombre seguía allí. —¿Lo has visto antes?
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    ℝ𝕚𝕥𝕦𝕒𝕝 𝔻𝕖 𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖.
    ╰────༺♡༻────╯

    El aire estaba cargado de Incienso y un hedor metálico a sangre antigua. Kiara estaba encadenada al altar de piedra en una Cruz de madera, su piel ardía con los símbolos que habían sido marcados en su carne. Alexander sostenía una daga de plata, cuya hoja reflejaba la luz temblorosa de los candeleros.

    A su lado, Trevor observaba en silencio. No se atrevía a mirarla a los ojos.

    —Con la sangre de la Kitsune, reclamaremos el favor de los dioses antiguos.—
    Entonó Alexander, alzando la daga.

    El filo descendió, rasgando la tela de su vestido y hundiéndose en su hombre. Un dolor ardiente la atravesó, pero Kiara no gritó. Su sangre dorada corrió por su piel como fuego líquido, chisporroteando al tocar el altar.

    Los nobles la observaban con fascinación y horror. No era sangre humana. Era casi celestial

    Kiara alzó la cabeza, con una sonrisa torcida.

    —No saben lo que han hecho.—

    La temperatura en la habitación descendió abruptamente. Un viento invisible barrió las velas y las llamas se tornaron azules.

    Las cadenas que la retenían estaban salpicadas en una llovizna de metal fundido. Kiara cayó de rodillas; el dolor punzante en su hombre la hizo tambalearse, pero no se detuvo.

    Alexander retrocedió, pero ella fue más rápida. Su garra se clavó en su garganta con una fuerza inhumana.

    —¿Quisieras mi sangre, Alexander?Toma prueba un poco. —

    Se corto la muñeca en acto de ira,para luego hacer que él bebida de ella, la sangre de Kiara descendió por su garganta como brasas ardientes. Con una sonrisa ladina Kiara con un giro de muñeca, le destrozó la tráquea acabando con su miserable sufrimiento.

    El caos se desató. Los nobles intentaron huir, pero Kiara, aun con la sangre brotando de su herida, desenvainó sus espadas.

    Cada movimiento le costaba; la herida ardía y su fuerza se drenaba con cada gota de sangre que perdía. Pero la furia la mantenía en pie.

    Cortó un brazo. Luego, una pierna. La sangre salpicó las paredes.

    Uno de los guardias se atrevió a atacarla con una alabarda. La hoja se clavó en su costado, arrancándole un grito de dolor. Pero Kiara giró sobre sí misma y le hundió la espada en el pecho.

    Las fuerzas la abandonaban.

    Y entonces vio a Trevor.

    Él temblaba, con los ojos abiertos de par en par.

    —¡Kiara, por favor! ¡No sabía que te harían esto!—

    Ella escupió sangre y se rió con amargura.

    —Sabías exactamente lo que hacías.—

    Se tambaleó hacia él, con la sangre resbalando por su costado y dejando un rastro oscuro en el suelo de piedra.

    Trevor corrió.

    Pero Kiara era más rápida, incluso herida.

    Lo alcanzó antes de que llegara a la puerta y le atravesó la espalda con la espada.

    Trevor se desplomó, con la hoja sobresaliendo de su pecho.

    Kiara respiró hondo, tambaleándose, pero se mantuvo en pie.

    La masacre había terminado.

    Con las últimas fuerzas que le quedaban, prendió fuego a la mansión antes de desaparecer en la noche.

    Hereda, pero invicta. De nuevo había caído en el encanto humano, al igual que en su avaricia.


    ╭────༺♡༻────╮ ℝ𝕚𝕥𝕦𝕒𝕝 𝔻𝕖 𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖. ╰────༺♡༻────╯ El aire estaba cargado de Incienso y un hedor metálico a sangre antigua. Kiara estaba encadenada al altar de piedra en una Cruz de madera, su piel ardía con los símbolos que habían sido marcados en su carne. Alexander sostenía una daga de plata, cuya hoja reflejaba la luz temblorosa de los candeleros. A su lado, Trevor observaba en silencio. No se atrevía a mirarla a los ojos. —Con la sangre de la Kitsune, reclamaremos el favor de los dioses antiguos.— Entonó Alexander, alzando la daga. El filo descendió, rasgando la tela de su vestido y hundiéndose en su hombre. Un dolor ardiente la atravesó, pero Kiara no gritó. Su sangre dorada corrió por su piel como fuego líquido, chisporroteando al tocar el altar. Los nobles la observaban con fascinación y horror. No era sangre humana. Era casi celestial Kiara alzó la cabeza, con una sonrisa torcida. —No saben lo que han hecho.— La temperatura en la habitación descendió abruptamente. Un viento invisible barrió las velas y las llamas se tornaron azules. Las cadenas que la retenían estaban salpicadas en una llovizna de metal fundido. Kiara cayó de rodillas; el dolor punzante en su hombre la hizo tambalearse, pero no se detuvo. Alexander retrocedió, pero ella fue más rápida. Su garra se clavó en su garganta con una fuerza inhumana. —¿Quisieras mi sangre, Alexander?Toma prueba un poco. — Se corto la muñeca en acto de ira,para luego hacer que él bebida de ella, la sangre de Kiara descendió por su garganta como brasas ardientes. Con una sonrisa ladina Kiara con un giro de muñeca, le destrozó la tráquea acabando con su miserable sufrimiento. El caos se desató. Los nobles intentaron huir, pero Kiara, aun con la sangre brotando de su herida, desenvainó sus espadas. Cada movimiento le costaba; la herida ardía y su fuerza se drenaba con cada gota de sangre que perdía. Pero la furia la mantenía en pie. Cortó un brazo. Luego, una pierna. La sangre salpicó las paredes. Uno de los guardias se atrevió a atacarla con una alabarda. La hoja se clavó en su costado, arrancándole un grito de dolor. Pero Kiara giró sobre sí misma y le hundió la espada en el pecho. Las fuerzas la abandonaban. Y entonces vio a Trevor. Él temblaba, con los ojos abiertos de par en par. —¡Kiara, por favor! ¡No sabía que te harían esto!— Ella escupió sangre y se rió con amargura. —Sabías exactamente lo que hacías.— Se tambaleó hacia él, con la sangre resbalando por su costado y dejando un rastro oscuro en el suelo de piedra. Trevor corrió. Pero Kiara era más rápida, incluso herida. Lo alcanzó antes de que llegara a la puerta y le atravesó la espalda con la espada. Trevor se desplomó, con la hoja sobresaliendo de su pecho. Kiara respiró hondo, tambaleándose, pero se mantuvo en pie. La masacre había terminado. Con las últimas fuerzas que le quedaban, prendió fuego a la mansión antes de desaparecer en la noche. Hereda, pero invicta. De nuevo había caído en el encanto humano, al igual que en su avaricia.
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  • ♛┈⛧┈┈•༶
    Lunes.
    ༶•┈┈⛧┈♛

    -La verdad es que no te entiendo.

    *Su voz fue la primera en alzarse luego del estruendoso rugir del motor del Pontiac. Luego volvió el silencio, y nuevamente fue cortado por el sonido de sus lentas y firmes pisadas en el verdoso pasto.*

    -Fue tu elección vivir así, por lo que deberías ser más que conciente de que ésta es solo una de las formas en las que podrías morir. Arrepentirte ahora es una tontería.

    *A sus espaldas puede escuchar las melodías a las que más estaba acostumbrado; los frenéticos golpes, los infaltables quejidos, las suplicas insistentes y los sollozos, el detalle más exquisito de todos. No necesitaba verlo para saber que el rostro de esa persona estaba desfigurado por el miedo.

    Lleva la mano al oscuro interior de su saco negro, luego la sacó para revelar que allí escondía un revolver Colt Walker del 46 de 1800. Otra vez el silencio, pero esta vez estaba sazonado por la respiración agitada de aquel al que sus "cachorros" estuvieron moliendo a golpes durante varias horas consecutivas.*

    -Al principio juraba que le robabas por venganza, al tipo que me pagó para matarte. Pero, cuando me enteré de tu razón para insistir tanto en meterte en su casa e ir a sacarle millones en una sola noche...

    *Voltea, allí donde estaba la "presa"; cabello castaño desalineado, culpa del violento trato de los matones que lo rodean y retienen; piel palida, tanto por el miedo y por herencia genética, pintada con manchas de sangre suya; labios cortados por golpes constantes, hematoma en el lado izquierdo del rostro y la nariz fracturada.*

    -¿Una mujer? ¿De verdad?

    *No tenía ni el más mínimo problema en parecer despectivo, y no lo negaría. Cortó la distancia con el muchacho maltrecho, al mismo tiempo que la palma de su mano hacía girar el tambor del revolver.*

    -Tal vez por una madre, tu hermana o algún otro familiar... ¿Pero por amor? Me encantan los riesgos y el azar, pero lo tuyo fue estúpido.

    *El muchacho, el ladrón que fue apaleado hasta ahora, estuvo a nada de responder, un gruñido se le había escapado por el coraje. Pero el sonido de un chasquido, seco y metálico, le había robado las palabras antes de que siquiera pudieran asomarse en la punta de su lengua; Cormac le apuntó con el arma y jaló el gatillo, pero la recamara estaba vacía.*

    -Uno menos. Quedan cinco, quizás.

    *Su comentario se propaga a lo largo del campo, palabras que serían arrastradas por la helada brisa nocturna.

    ...

    *La noche transcurre hasta que el sol comenzó a asomarse desde el horizonte justo a tiempo para presenciar la conclusión del trabajo de Cormac, justo a tiempo para ser recibido por el rugir de un revolver.

    Cormac vuelve a guardar el arma, entre la oscuridad de su saco, mientras camina en dirección al auto, al juez. Los asuntos en ese lugar estaban terminados, por lo que era hora de volver a casa y esperar por una nueva tarea.

    Encendió el motor, estaba preparado para salir. Pero antes de que pudiera hacerlo, alguien subió y se sentó en el asiento del copiloto; un "cachorro", uno de los hombres bajo las ordenes y cuidados de Cormac.*

    -¿En qué momento te dí permiso?

    *Cuestionó el no-muerto, resaltando molestia en su voz de ultratumba. El cachorro lo mira con miedo al principio, pero guardó la calma al recordar que solo se trata de su patrón.*

    -Tengo curiosidad, jefe.
    -¿De qué?
    -¿Qué es usted?

    *El auto comenzó a moverse, giraron las ruedas y en poco tiempo alcanzaron una velocidad vertiginosa. La mirada del piloto cae en el más joven, en el que aún está vivo.*

    -¿Qué soy? Te lo diré; ¿Notas la negrura en mi piel? Es miasma, la peste que emerge de los muertos.
    -¿Es un demonio?
    -No... Yo soy real.

    *El auto alcanza una velocidad mayor, culpa de la presión que él ponía en el acelerador.*

    -Pero es extraño... Mi cuerpo hace cosas, como si aún estuviera vivo.

    *El cachorro yace aferrado al asiento del copiloto, con el corazón latiendo a un ritmo alarmante y con el sudor frío escurriendo por su piel. El miedo le nacía no solo por la velocidad del vehículo, sino del conductor que parecía comerse los pozos y rocas a propósito.*

    -Por ejemplo...

    *Pero él continúa explicando, con una tranquilidad extraña y muy ajena a la molestia anterior. Es como si realmente disfrutara de dar esa "clase".*

    -La verga se me para en ocasiones muy extrañas, como cuando vi anoche a tu mamá.

    *O tal vez solo se estaba conteniendo, retenía la risa que le provocaba esa broma tonta e infantil. El cachorro tuvo sentimientos complicados; tener miedo por la actitud impredecible del no-muerto, o reírse por ese chiste estúpido. Decidir era difícil.*
    ♛┈⛧┈┈•༶ Lunes. ༶•┈┈⛧┈♛ -La verdad es que no te entiendo. *Su voz fue la primera en alzarse luego del estruendoso rugir del motor del Pontiac. Luego volvió el silencio, y nuevamente fue cortado por el sonido de sus lentas y firmes pisadas en el verdoso pasto.* -Fue tu elección vivir así, por lo que deberías ser más que conciente de que ésta es solo una de las formas en las que podrías morir. Arrepentirte ahora es una tontería. *A sus espaldas puede escuchar las melodías a las que más estaba acostumbrado; los frenéticos golpes, los infaltables quejidos, las suplicas insistentes y los sollozos, el detalle más exquisito de todos. No necesitaba verlo para saber que el rostro de esa persona estaba desfigurado por el miedo. Lleva la mano al oscuro interior de su saco negro, luego la sacó para revelar que allí escondía un revolver Colt Walker del 46 de 1800. Otra vez el silencio, pero esta vez estaba sazonado por la respiración agitada de aquel al que sus "cachorros" estuvieron moliendo a golpes durante varias horas consecutivas.* -Al principio juraba que le robabas por venganza, al tipo que me pagó para matarte. Pero, cuando me enteré de tu razón para insistir tanto en meterte en su casa e ir a sacarle millones en una sola noche... *Voltea, allí donde estaba la "presa"; cabello castaño desalineado, culpa del violento trato de los matones que lo rodean y retienen; piel palida, tanto por el miedo y por herencia genética, pintada con manchas de sangre suya; labios cortados por golpes constantes, hematoma en el lado izquierdo del rostro y la nariz fracturada.* -¿Una mujer? ¿De verdad? *No tenía ni el más mínimo problema en parecer despectivo, y no lo negaría. Cortó la distancia con el muchacho maltrecho, al mismo tiempo que la palma de su mano hacía girar el tambor del revolver.* -Tal vez por una madre, tu hermana o algún otro familiar... ¿Pero por amor? Me encantan los riesgos y el azar, pero lo tuyo fue estúpido. *El muchacho, el ladrón que fue apaleado hasta ahora, estuvo a nada de responder, un gruñido se le había escapado por el coraje. Pero el sonido de un chasquido, seco y metálico, le había robado las palabras antes de que siquiera pudieran asomarse en la punta de su lengua; Cormac le apuntó con el arma y jaló el gatillo, pero la recamara estaba vacía.* -Uno menos. Quedan cinco, quizás. *Su comentario se propaga a lo largo del campo, palabras que serían arrastradas por la helada brisa nocturna. ... *La noche transcurre hasta que el sol comenzó a asomarse desde el horizonte justo a tiempo para presenciar la conclusión del trabajo de Cormac, justo a tiempo para ser recibido por el rugir de un revolver. Cormac vuelve a guardar el arma, entre la oscuridad de su saco, mientras camina en dirección al auto, al juez. Los asuntos en ese lugar estaban terminados, por lo que era hora de volver a casa y esperar por una nueva tarea. Encendió el motor, estaba preparado para salir. Pero antes de que pudiera hacerlo, alguien subió y se sentó en el asiento del copiloto; un "cachorro", uno de los hombres bajo las ordenes y cuidados de Cormac.* -¿En qué momento te dí permiso? *Cuestionó el no-muerto, resaltando molestia en su voz de ultratumba. El cachorro lo mira con miedo al principio, pero guardó la calma al recordar que solo se trata de su patrón.* -Tengo curiosidad, jefe. -¿De qué? -¿Qué es usted? *El auto comenzó a moverse, giraron las ruedas y en poco tiempo alcanzaron una velocidad vertiginosa. La mirada del piloto cae en el más joven, en el que aún está vivo.* -¿Qué soy? Te lo diré; ¿Notas la negrura en mi piel? Es miasma, la peste que emerge de los muertos. -¿Es un demonio? -No... Yo soy real. *El auto alcanza una velocidad mayor, culpa de la presión que él ponía en el acelerador.* -Pero es extraño... Mi cuerpo hace cosas, como si aún estuviera vivo. *El cachorro yace aferrado al asiento del copiloto, con el corazón latiendo a un ritmo alarmante y con el sudor frío escurriendo por su piel. El miedo le nacía no solo por la velocidad del vehículo, sino del conductor que parecía comerse los pozos y rocas a propósito.* -Por ejemplo... *Pero él continúa explicando, con una tranquilidad extraña y muy ajena a la molestia anterior. Es como si realmente disfrutara de dar esa "clase".* -La verga se me para en ocasiones muy extrañas, como cuando vi anoche a tu mamá. *O tal vez solo se estaba conteniendo, retenía la risa que le provocaba esa broma tonta e infantil. El cachorro tuvo sentimientos complicados; tener miedo por la actitud impredecible del no-muerto, o reírse por ese chiste estúpido. Decidir era difícil.*
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tengo ganas de hacer rol en comunidad sobre un universo gótico-punk oscuro y pesimista donde criaturas sobrenaturales como vampiros, hombres lobo, magos, fantasmas, cazadores, ángeles y demonios coexisten en secreto con la humanidad, tejiendo conspiraciones milenarias desde las sombras. Ambientado en ciudades decadentes y paisajes urbanos corruptos, un mundo que está impregnado de un horror existencial, donde la moralidad se desvanece y cada facción libra sus propias guerras por poder, supervivencia o redención. Con una narrativa rica en tragedia, intriga política y terror sobrenatural, explorando temas como la pérdida de humanidad, el precio del conocimiento prohibido y la inevitable decadencia de un mundo al borde del fin de sus días. (Básicamente describe MDT)
    Tengo ganas de hacer rol en comunidad sobre un universo gótico-punk oscuro y pesimista donde criaturas sobrenaturales como vampiros, hombres lobo, magos, fantasmas, cazadores, ángeles y demonios coexisten en secreto con la humanidad, tejiendo conspiraciones milenarias desde las sombras. Ambientado en ciudades decadentes y paisajes urbanos corruptos, un mundo que está impregnado de un horror existencial, donde la moralidad se desvanece y cada facción libra sus propias guerras por poder, supervivencia o redención. Con una narrativa rica en tragedia, intriga política y terror sobrenatural, explorando temas como la pérdida de humanidad, el precio del conocimiento prohibido y la inevitable decadencia de un mundo al borde del fin de sus días. (Básicamente describe MDT)
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    Fandom Oc/hololive
    Categoría Aventura
    D•E•X•A

    Es una noche despejada, con la luna llena brillando en su máximo esplendor. Irys, con una sonrisa traviesa, ha convencido a su novio Dexa de embarcarse en una excursión nocturna bajo la luz plateada de la luna. Lleva en las manos una brújula antigua, acompañada de unas coordenadas misteriosas que, según ella, los llevarán a un lugar especial y desconocido. Sin embargo, la situación no es tan simple como parece, y ambos han llegado a un cruce de caminos en un lugar muy extraño… la brújula ya no indica con claridad, y el sendero parece tornarse más oscuro y enigmático a cada paso.

    Vamos, Dex este es el tipo de aventura que necesitábamos. Mira esa luna, ¡todo se ve tan hermoso desde aquí! No podemos perder la oportunidad. Las coordenadas están cerca, solo un poco más… dice Irys de manera insistente aunque sus paso avanzan más rápidos de lo normal

    [30 doritos después: ]

    La brújula no sirve, y no hay señales de los puntos de referencia que deberían estar aquí. No sé si esto es parte del plan o si nos hemos perdido de verdad…Irys frunce el ceño, preocupada, pero sigue confiando en la aventura. Bueno, uno de estos caminos tiene que ser el correcto. No te preocupes, ¡el destino nos guiará!

    Elige, D.E.X.A:

    • Caminar por el sendero oscuro y rocoso, donde parece que la luz de la luna apenas llega. El aire está más frío, y puedes escuchar un susurro extraño entre los árboles.
    • Tomar el camino más despejado, aunque parece que se extiende hacia un claro más grande, con una sensación extraña de que algo o alguien podría estar esperando al final del camino.
    [dexa_defender] Es una noche despejada, con la luna llena brillando en su máximo esplendor. Irys, con una sonrisa traviesa, ha convencido a su novio Dexa de embarcarse en una excursión nocturna bajo la luz plateada de la luna. Lleva en las manos una brújula antigua, acompañada de unas coordenadas misteriosas que, según ella, los llevarán a un lugar especial y desconocido. Sin embargo, la situación no es tan simple como parece, y ambos han llegado a un cruce de caminos en un lugar muy extraño… la brújula ya no indica con claridad, y el sendero parece tornarse más oscuro y enigmático a cada paso. Vamos, Dex este es el tipo de aventura que necesitábamos. Mira esa luna, ¡todo se ve tan hermoso desde aquí! No podemos perder la oportunidad. Las coordenadas están cerca, solo un poco más… dice Irys de manera insistente aunque sus paso avanzan más rápidos de lo normal [30 doritos después: ] La brújula no sirve, y no hay señales de los puntos de referencia que deberían estar aquí. No sé si esto es parte del plan o si nos hemos perdido de verdad…Irys frunce el ceño, preocupada, pero sigue confiando en la aventura. Bueno, uno de estos caminos tiene que ser el correcto. No te preocupes, ¡el destino nos guiará! Elige, D.E.X.A: • Caminar por el sendero oscuro y rocoso, donde parece que la luz de la luna apenas llega. El aire está más frío, y puedes escuchar un susurro extraño entre los árboles. • Tomar el camino más despejado, aunque parece que se extiende hacia un claro más grande, con una sensación extraña de que algo o alguien podría estar esperando al final del camino.
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    Grupal
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  • Todo es rojo.

    No por la sangre, aún, sino por la lámpara encendida del estudio, filtrando su luz sobre las paredes como si el infierno respirara desde ahí dentro. Matthew está de pie, con los zapatos empapados. ¿Agua? ¿Sangre? No lo sabe. La alfombra está húmeda y el silencio es tan espeso que casi ahoga.

    Ve a su padre al fondo del cuarto. Lo mismo de siempre: copa en mano, cigarro encendido, sombra alargada. Pero en esta pesadilla, su figura es más grande, más oscura, como si ocupara todo el espacio. Su voz no suena normal. Resuena dentro de su cráneo.

    —Sigues teniendo la cara de ella...

    Matthew tiembla. Tiene 16 años otra vez. Más flaco. Más callado. Más asustado.

    —Esa cara mestiza, sucia —gruñe su padre, girándose para enfrentarlo—. Esa maldita mirada rasgada que me recuerda que cometí el peor error de mi vida.

    Las palabras se clavan como cuchillas. Matthew retrocede, pero sus pies no se mueven. El suelo lo traga.

    —¿Sabes lo que eras para mí? —escupe su padre, acercándose paso a paso—. Un trato. Una alianza. Una carga con ojos oscuros que siempre lloraba en las noches. Ni siquiera sabes pelear como un verdadero británico. Llevas la debilidad de tu madre en cada maldito gesto.

    El estudio cambia. Las paredes gotean. Las botellas se rompen solas.

    Matthew intenta hablar. No puede.

    Su padre sonríe. Esa sonrisa.

    —¿Te conté cómo la maté? Cómo me rogó por ti, incluso sabiendo que eras una decepción. Me miró como si aún creyera que podías salvarte. Patética hasta el último segundo.

    Y entonces Matthew ve el rostro de su madre, borroso, como en una fotografía que se moja con la lluvia. Ve su cabello oscuro, su voz suave que apenas susurra: "Corre, Matthew..."

    Bang.

    Un disparo. De la nada.

    Pero el arma está en su mano. Pesada. Cálida.

    Su padre cae. Pero no muere. Lo mira desde el suelo, sangrando y sonriendo.

    —Eres igual a mí.

    Matthew grita.

    Se despierta de golpe.
    Todo es rojo. No por la sangre, aún, sino por la lámpara encendida del estudio, filtrando su luz sobre las paredes como si el infierno respirara desde ahí dentro. Matthew está de pie, con los zapatos empapados. ¿Agua? ¿Sangre? No lo sabe. La alfombra está húmeda y el silencio es tan espeso que casi ahoga. Ve a su padre al fondo del cuarto. Lo mismo de siempre: copa en mano, cigarro encendido, sombra alargada. Pero en esta pesadilla, su figura es más grande, más oscura, como si ocupara todo el espacio. Su voz no suena normal. Resuena dentro de su cráneo. —Sigues teniendo la cara de ella... Matthew tiembla. Tiene 16 años otra vez. Más flaco. Más callado. Más asustado. —Esa cara mestiza, sucia —gruñe su padre, girándose para enfrentarlo—. Esa maldita mirada rasgada que me recuerda que cometí el peor error de mi vida. Las palabras se clavan como cuchillas. Matthew retrocede, pero sus pies no se mueven. El suelo lo traga. —¿Sabes lo que eras para mí? —escupe su padre, acercándose paso a paso—. Un trato. Una alianza. Una carga con ojos oscuros que siempre lloraba en las noches. Ni siquiera sabes pelear como un verdadero británico. Llevas la debilidad de tu madre en cada maldito gesto. El estudio cambia. Las paredes gotean. Las botellas se rompen solas. Matthew intenta hablar. No puede. Su padre sonríe. Esa sonrisa. —¿Te conté cómo la maté? Cómo me rogó por ti, incluso sabiendo que eras una decepción. Me miró como si aún creyera que podías salvarte. Patética hasta el último segundo. Y entonces Matthew ve el rostro de su madre, borroso, como en una fotografía que se moja con la lluvia. Ve su cabello oscuro, su voz suave que apenas susurra: "Corre, Matthew..." Bang. Un disparo. De la nada. Pero el arma está en su mano. Pesada. Cálida. Su padre cae. Pero no muere. Lo mira desde el suelo, sangrando y sonriendo. —Eres igual a mí. Matthew grita. Se despierta de golpe.
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