• -aquel hombre salió tarde del trabajo, las luces de aquellas farolas ya iluminaban sus pasos en medio de aquella calle cubierta por los alegres niños pidiendo dulces, solamente seguía su camino con aquel cigarrillo entre sus labios mientras sus pensamientos lo distraían-

    (Halloween otra vez, las calles se llenan de risas, de niños corriendo bajo máscaras de plástico, no niego que hay algo hermoso en eso… esa inocencia que cree que el miedo se puede disfrazar)

    -de su boca había dejado salir una gran nube de humo mientras se detuvo en seco al esperar a que ese semáforo le diera el paso-

    (será que los adultos aveces hacemos lo mismo??, solo cambiamos esas máscaras de plástico barato por máscaras más caras)

    -Exclamo antes de seguir con su paso, un grupo de niños lo había detenido para pedirle dulces, aquella sonrisa en sus rostros le hizo sonreír de igual manera para después de su bolsa de es gabardina sacar algunos dulces que se había robado de la estación para darles uno a cada uno-

    (Esta noche es fácil oler el humo de las fogatas, el azúcar de los dulces, y escuchar aquellos gritos de los que salen asustados con una mala broma)

    -una vez llegó a casa solamente sacaría un vaso en dónde vertiria algo de agua para después caminar a su estudio y sentarse frente a aquella ventana -

    (No hay fantasmas afuera… solo los que algunas veces llegamos a sentir, me gusta mirar las luces desde lejos, Esas linternas vacías que titilan en la oscuridad con cada paso y carrera de los pequeños....parece como si intentaran recordar algo aquella vela.....quizás eso somos todos: calabazas huecas con una chispa dentro, resistiendo al viento)

    -este sacaría de un cajón un pequeño somnifero en pastilla algo que se había robado de la última escena del crimen, esperaba que eso pudiera ayudarla a dormir, tras tomarlo solamente se quedó observando aquellas calles frente a su casa-

    (Y cuando la noche se apaga, cuando las risas se van, queda el silencio y en ese silencio… siempre parece que alguien susurra mi nombre, será que tal vez ya me estoy volviendo loco)
    -aquel hombre salió tarde del trabajo, las luces de aquellas farolas ya iluminaban sus pasos en medio de aquella calle cubierta por los alegres niños pidiendo dulces, solamente seguía su camino con aquel cigarrillo entre sus labios mientras sus pensamientos lo distraían- (Halloween otra vez, las calles se llenan de risas, de niños corriendo bajo máscaras de plástico, no niego que hay algo hermoso en eso… esa inocencia que cree que el miedo se puede disfrazar) -de su boca había dejado salir una gran nube de humo mientras se detuvo en seco al esperar a que ese semáforo le diera el paso- (será que los adultos aveces hacemos lo mismo??, solo cambiamos esas máscaras de plástico barato por máscaras más caras) -Exclamo antes de seguir con su paso, un grupo de niños lo había detenido para pedirle dulces, aquella sonrisa en sus rostros le hizo sonreír de igual manera para después de su bolsa de es gabardina sacar algunos dulces que se había robado de la estación para darles uno a cada uno- (Esta noche es fácil oler el humo de las fogatas, el azúcar de los dulces, y escuchar aquellos gritos de los que salen asustados con una mala broma) -una vez llegó a casa solamente sacaría un vaso en dónde vertiria algo de agua para después caminar a su estudio y sentarse frente a aquella ventana - (No hay fantasmas afuera… solo los que algunas veces llegamos a sentir, me gusta mirar las luces desde lejos, Esas linternas vacías que titilan en la oscuridad con cada paso y carrera de los pequeños....parece como si intentaran recordar algo aquella vela.....quizás eso somos todos: calabazas huecas con una chispa dentro, resistiendo al viento) -este sacaría de un cajón un pequeño somnifero en pastilla algo que se había robado de la última escena del crimen, esperaba que eso pudiera ayudarla a dormir, tras tomarlo solamente se quedó observando aquellas calles frente a su casa- (Y cuando la noche se apaga, cuando las risas se van, queda el silencio y en ese silencio… siempre parece que alguien susurra mi nombre, será que tal vez ya me estoy volviendo loco)
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  • El trato de medianoche

    La habitación estaba sumida en sombras, solo rota por un tenue resplandor violeta que delineaba su figura. El hombre, impecable con su camisa blanca y chaleco negro, parecía recién salido de un sueño peligroso.
    Sus dedos jugaban con el borde del látigo, marcando el ritmo lento de la tensión que se extendía en el aire.

    —¿Sabes lo que significa invocar a un Dios en Halloween? —susurró con una sonrisa que no prometía nada bueno.
    Su voz era baja, grave, la clase de tono que acaricia más que las manos.

    Se inclinó hacia adelante, los ojos brillando como brasas.
    —Yo no concedo deseos… los cobro.

    El silencio fue roto por el suave chasquido del cuero contra el suelo.
    Y en esa oscuridad deliciosa, solo quedaba una certeza: esa noche no habría escapatoria… solo rendición

    |Feliz Halloween para todos|
    🎃El trato de medianoche🎃 La habitación estaba sumida en sombras, solo rota por un tenue resplandor violeta que delineaba su figura. El hombre, impecable con su camisa blanca y chaleco negro, parecía recién salido de un sueño peligroso. Sus dedos jugaban con el borde del látigo, marcando el ritmo lento de la tensión que se extendía en el aire. —¿Sabes lo que significa invocar a un Dios en Halloween? —susurró con una sonrisa que no prometía nada bueno. Su voz era baja, grave, la clase de tono que acaricia más que las manos. Se inclinó hacia adelante, los ojos brillando como brasas. —Yo no concedo deseos… los cobro. El silencio fue roto por el suave chasquido del cuero contra el suelo. Y en esa oscuridad deliciosa, solo quedaba una certeza: esa noche no habría escapatoria… solo rendición |Feliz Halloween para todos|
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  • Pese a que sólo puedo verte una vez cada dos o tres años siempre estaré ansioso por volver a verte, abrazarte y contarte todo lo que a sucedido. No soy el ser más puro y posiblemente no merezca estar en donde tu estas y aunque sea un monstruo en la oscuridad tu eres la luz que da calidez a mi podrida alma.
    Pese a que sólo puedo verte una vez cada dos o tres años siempre estaré ansioso por volver a verte, abrazarte y contarte todo lo que a sucedido. No soy el ser más puro y posiblemente no merezca estar en donde tu estas y aunque sea un monstruo en la oscuridad tu eres la luz que da calidez a mi podrida alma.
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  • ──Puedes buscar el resplandor y creer que esa luz te dará esperanza, pero no haces más que apreciar esa breve luminosidad en medio del oscuro vacío profundo.
    Casi como si la misma oscuridad te sonriera, previó al momento en el que caes y te conviertes en algo diferente a lo que eras.
    No busques ese resplandor, no lo anheles ni lo desees.
    ──Puedes buscar el resplandor y creer que esa luz te dará esperanza, pero no haces más que apreciar esa breve luminosidad en medio del oscuro vacío profundo. Casi como si la misma oscuridad te sonriera, previó al momento en el que caes y te conviertes en algo diferente a lo que eras. No busques ese resplandor, no lo anheles ni lo desees.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour — Edición Especial “Dual Temptation”

    “Cuando la belleza se convierte en fuego, y el deseo se transforma en arte… nacen las leyendas.”
    — Dirección Artística Ishtar

    Presentación de la Edición: “Dual Temptation”
    La agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour presenta con orgullo su nueva portada internacional bajo el sello Infernal Vogue Division: “Dual Temptation”, una oda visual al poder dual entre la pasión y la dominación, protagonizada por dos de nuestras más enigmáticas y aclamadas figuras del linaje Ishtar: Ignia Ishtar y Veythra, la reencarnación de la antigua Lili Queen Ishtar.

    Esta sesión redefine los límites del Infernal Glamour, fusionando el magnetismo salvaje de Ignia con la picardía elegante y feroz de Veythra. Ambos encarnan la sinergia perfecta del deseo demoníaco y la energía veraniega indomable, irradiando fuerza, confianza y tentación pura.

    Concepto Editorial:
    ♥ Título: Dual Temptation — Summer Untamed Beauty
    ♥ Estilo visual: Infernal High-Fashion / Heat & Desire / Power Couple Aesthetics
    ♥ Dirección Creativa: Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar
    ♥ Locación: Estudios InfernalLight, Nox City.
    ♥ Inspiración: El equilibrio entre la llama destructora y la ♥ seducción creadora; la unión de dos fuerzas que no se apagan, sino que se desafían mutuamente.

    Sobre los modelos:
    Ignia Ishtar — “The Flame Emperor of Elegance”
    Símbolo de la belleza abrasadora y el dominio absoluto del fuego interior. Ignia irradia poder, su cuerpo esculpido y marcado por tatuajes ígneos que evocan su conexión con las fuerzas primordiales. Cada mirada suya transmite intensidad, peligro y seducción controlada.

    Veythra (Ex Lili Queen Ishtar) — “The Reborn Temptress”
    Renacida de su propia oscuridad, Veythra encarna la dualidad de la inocencia traviesa y el deseo prohibido. Su energía es magnética, su sonrisa, un desafío encantador. Representa la juventud eterna que no teme provocar al fuego, sino bailar con él.

    Mensaje de la Dirección de la Agencia:
    “Con Dual Temptation, Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour celebra la alquimia perfecta entre lo masculino y lo femenino infernal.
    Ignia y Veythra no solo posan: encarnan la esencia de nuestra firma — poder, pasión y perfección visual.
    Su química en esta edición no es actuación: es la manifestación del verdadero linaje Ishtar.”
    — Consejo Superior de la Agencia Ishtar, División Glamour Infernal

    Detalles de Producción:
    ✿ Fotografía: Astrae Noir
    ✿ Dirección de Escena: Seraphine Kairi Ishtar Yokin
    ✿ Vestuario: House of Demonic Elegance by Seieki Yokin
    ✿ Maquillaje & FX: Darklight Studio – Línea Infernal Éclat
    ✿ Música de fondo durante la sesión: “Burning Grace” – Metaphis Core Soundtrack

    🕯 Cierre de la Nota:
    La portada Dual Temptation inaugura oficialmente la temporada Infernal Summer 𝓔𝓵𝓲𝓽𝓮 2025, abriendo paso a nuevas sesiones conjuntas del linaje Ishtar bajo el sello Demonic Dèesse Glamour.
    Ignia y Veythra consolidan así su posición como pareja visual insignia del imperio Ishtar, símbolos de fuego y deseo eterno.

    “No hay verano más ardiente que el que nace del alma de un Ishtar.”
    🩸Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour — Edición Especial “Dual Temptation” “Cuando la belleza se convierte en fuego, y el deseo se transforma en arte… nacen las leyendas.” — Dirección Artística Ishtar 🔥 Presentación de la Edición: “Dual Temptation” La agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour presenta con orgullo su nueva portada internacional bajo el sello Infernal Vogue Division: “Dual Temptation”, una oda visual al poder dual entre la pasión y la dominación, protagonizada por dos de nuestras más enigmáticas y aclamadas figuras del linaje Ishtar: Ignia Ishtar y Veythra, la reencarnación de la antigua Lili Queen Ishtar. Esta sesión redefine los límites del Infernal Glamour, fusionando el magnetismo salvaje de Ignia con la picardía elegante y feroz de Veythra. Ambos encarnan la sinergia perfecta del deseo demoníaco y la energía veraniega indomable, irradiando fuerza, confianza y tentación pura. ⚜️ Concepto Editorial: ♥ Título: Dual Temptation — Summer Untamed Beauty ♥ Estilo visual: Infernal High-Fashion / Heat & Desire / Power Couple Aesthetics ♥ Dirección Creativa: Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar ♥ Locación: Estudios InfernalLight, Nox City. ♥ Inspiración: El equilibrio entre la llama destructora y la ♥ seducción creadora; la unión de dos fuerzas que no se apagan, sino que se desafían mutuamente. 💋 Sobre los modelos: 🔥 Ignia Ishtar — “The Flame Emperor of Elegance” Símbolo de la belleza abrasadora y el dominio absoluto del fuego interior. Ignia irradia poder, su cuerpo esculpido y marcado por tatuajes ígneos que evocan su conexión con las fuerzas primordiales. Cada mirada suya transmite intensidad, peligro y seducción controlada. 🌹 Veythra (Ex Lili Queen Ishtar) — “The Reborn Temptress” Renacida de su propia oscuridad, Veythra encarna la dualidad de la inocencia traviesa y el deseo prohibido. Su energía es magnética, su sonrisa, un desafío encantador. Representa la juventud eterna que no teme provocar al fuego, sino bailar con él. Mensaje de la Dirección de la Agencia: “Con Dual Temptation, Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour celebra la alquimia perfecta entre lo masculino y lo femenino infernal. Ignia y Veythra no solo posan: encarnan la esencia de nuestra firma — poder, pasión y perfección visual. Su química en esta edición no es actuación: es la manifestación del verdadero linaje Ishtar.” — Consejo Superior de la Agencia Ishtar, División Glamour Infernal ✴️ Detalles de Producción: ✿ Fotografía: Astrae Noir ✿ Dirección de Escena: Seraphine Kairi Ishtar Yokin ✿ Vestuario: House of Demonic Elegance by Seieki Yokin ✿ Maquillaje & FX: Darklight Studio – Línea Infernal Éclat ✿ Música de fondo durante la sesión: “Burning Grace” – Metaphis Core Soundtrack 🕯 Cierre de la Nota: La portada Dual Temptation inaugura oficialmente la temporada Infernal Summer 𝓔𝓵𝓲𝓽𝓮 2025, abriendo paso a nuevas sesiones conjuntas del linaje Ishtar bajo el sello Demonic Dèesse Glamour. Ignia y Veythra consolidan así su posición como pareja visual insignia del imperio Ishtar, símbolos de fuego y deseo eterno. “No hay verano más ardiente que el que nace del alma de un Ishtar.”
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  • Te prometo que estaremos juntos en la oscuridad... Te abrazaré en las sombras.

    Te besaré a la luz de la luna.
    Te prometo que estaremos juntos en la oscuridad... Te abrazaré en las sombras. Te besaré a la luz de la luna.
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  • *-mono rol: una noche oscura /no canon, solo para el evento de hallowen/-*

    era de noche en la agencia chaotix, todos se encontraban dormidos placidamente. el silencio tranquilo del lugar se veia ocacionalmente interrumpido por el fuerte viento que soplaba fuera del lugar y el ruido que emitia de ves en cuando algun animalito.
    todo parecia relativamente normal, hasta que un ruido de una ventana rompiendose alerto a cierto camaleon morado despertandolo inmediatamente
    (¿que fue ese ruido?) se pregunto el ninja en su mente, luego volteo la mirada hacia la cama donde dormia vector y se acerco a el para despertarlo. sacudiendo suavemente al cocodrilo el cual parecia solo roncar mas fuerte con cada intento del camaleon de despertarlo.
    espio supiro resignado y se dio la vuelta para salir de la habitacion y dirigirse hacia donde se habia escuchado aquel ruido de antes, al llegar a la habitacion se encontro con unas huellas extrañas que iniciaban desde el vidrio roto hasta adentro de la agencia, algo se habia metido a la casa.. esto no era para nada bueno.
    el camaleon rapidamente saco unas kunais y con cautela siguio el camino que habian dejado las huellas, la agencia no era muy grande por lo que lo que sea que se haya metido al lugar no podia estar muy lejos. el camaleon reviso el baño, el dormitorio otra ves y luego la cocina donde se encontro todo dado vuelta y desordenado, parece que habian saqueado la heladera. antes de que el camaleon pudiera procesar la escena unos pasos rapidos se escucharon detras de el, algo habia pasado por el pequeño pasillo que conectaba la cocina con las demas habitaciones. rapidamente se movio tratando de ir en la direccion a donde habia corrido esa criatura. el ruido lo llevo a la oficina donde en la oscuridad, el corazon de espio latia rapido. no de miedo si no porque sus sentidos le decian que algo andaba mal. el camaleon avanzo por
    la oficina hasta que una jarra cayo al suelo rompiendose, rapidamente el camaleon se dio la vuelta para enfrentarse al intruso solo para encontrarse con vector el cual parecia recien haberse levantado. espio fruncio el ceño algo molesto y le susurro al cocodrilo-"ten mas cuidado¡ casi te clavo una de estas..-" el cocodrilo con su pijama y su mirada somnolienta a penas pudo responder bien-"¿que es todo ese escandolo? ¿olvidaste la ventana del baño abierta otra ves?"
    el camaleon miro al rededor con sigilo, estaba en estado de alerta-"no es eso, alguien se metio en nuestra casa..-"
    unos golpecitos cada ves mas fuertes empezaron a acercarse por el pasillo, levantando la tencion en ambos detectives los cuales se pusieron en guardia. el ambiente se puso cada ves mas tenso hasta que algo se asomo desde una puerta por fin revelando la apariencia del intruso el cual era...

    ¿un ornitorrinco?¡

    el camaleón y vector pusieron los ojos en blanco, dándose unas miradas cómplices. se habían alterado por nada..
    *-mono rol: una noche oscura /no canon, solo para el evento de hallowen/-* era de noche en la agencia chaotix, todos se encontraban dormidos placidamente. el silencio tranquilo del lugar se veia ocacionalmente interrumpido por el fuerte viento que soplaba fuera del lugar y el ruido que emitia de ves en cuando algun animalito. todo parecia relativamente normal, hasta que un ruido de una ventana rompiendose alerto a cierto camaleon morado despertandolo inmediatamente (¿que fue ese ruido?) se pregunto el ninja en su mente, luego volteo la mirada hacia la cama donde dormia vector y se acerco a el para despertarlo. sacudiendo suavemente al cocodrilo el cual parecia solo roncar mas fuerte con cada intento del camaleon de despertarlo. espio supiro resignado y se dio la vuelta para salir de la habitacion y dirigirse hacia donde se habia escuchado aquel ruido de antes, al llegar a la habitacion se encontro con unas huellas extrañas que iniciaban desde el vidrio roto hasta adentro de la agencia, algo se habia metido a la casa.. esto no era para nada bueno. el camaleon rapidamente saco unas kunais y con cautela siguio el camino que habian dejado las huellas, la agencia no era muy grande por lo que lo que sea que se haya metido al lugar no podia estar muy lejos. el camaleon reviso el baño, el dormitorio otra ves y luego la cocina donde se encontro todo dado vuelta y desordenado, parece que habian saqueado la heladera. antes de que el camaleon pudiera procesar la escena unos pasos rapidos se escucharon detras de el, algo habia pasado por el pequeño pasillo que conectaba la cocina con las demas habitaciones. rapidamente se movio tratando de ir en la direccion a donde habia corrido esa criatura. el ruido lo llevo a la oficina donde en la oscuridad, el corazon de espio latia rapido. no de miedo si no porque sus sentidos le decian que algo andaba mal. el camaleon avanzo por la oficina hasta que una jarra cayo al suelo rompiendose, rapidamente el camaleon se dio la vuelta para enfrentarse al intruso solo para encontrarse con vector el cual parecia recien haberse levantado. espio fruncio el ceño algo molesto y le susurro al cocodrilo-"ten mas cuidado¡ casi te clavo una de estas..-" el cocodrilo con su pijama y su mirada somnolienta a penas pudo responder bien-"¿que es todo ese escandolo? ¿olvidaste la ventana del baño abierta otra ves?" el camaleon miro al rededor con sigilo, estaba en estado de alerta-"no es eso, alguien se metio en nuestra casa..-" unos golpecitos cada ves mas fuertes empezaron a acercarse por el pasillo, levantando la tencion en ambos detectives los cuales se pusieron en guardia. el ambiente se puso cada ves mas tenso hasta que algo se asomo desde una puerta por fin revelando la apariencia del intruso el cual era... ¿un ornitorrinco?¡ el camaleón y vector pusieron los ojos en blanco, dándose unas miradas cómplices. se habían alterado por nada..
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  • 𝐒𝐔 𝐑𝐀𝐙Ó𝐍 - 𝐕𝐈𝐈
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    Se dejó caer de espaldas sobre la cama y se pasó una mano por el rostro agotado. La larga llama dorada de la lámpara de aceite en el tocador parpadeó suavemente, ofreciéndole consuelo. La habitación estaba quieta, el pasillo en silencio; la tranquilidad reinaba en la noche. Soltó un suspiro. Eneas por fin había dejado de llorar.

    La maternidad fue una de las peores batallas que jamás enfrentó. Ni siquiera aquellos meses de diversión junto a Anquises, cuando se hacía pasar por princesa o campesina la habían preparado para los cuidados que exigía la vida mortal. Creía haber aprendido lo esencial: la importancia del descanso, las comidas a tiempo y la fragilidad humana. Le habría gustado decir que lo hizo de maravilla, que fue una nodriza ejemplar y que todo salió bien. Pero nada más lejos de la realidad.

    Con cada día que pasaba, se convencía de que lo hacía terriblemente peor. No tenía un minuto de descanso, el niño siempre necesitaba algo nuevo: cambiar de pañales, dormirlo, apaciguar sus llantos interminables mientras trataba de descifrar si lloraba de hambre o de frío. No era madre primeriza… pero la experiencia de cuidar un bebé mortal no se podía comparar con la de una deidad, era algo completamente distinto.

    A eso se sumaba el hecho de que, además, debía ser cautelosa y medir muy bien cada acción que hiciera para no levantar sospechas. Absolutamente nadie en el palacio debía descubrir que ella no era la nodriza experimentada que decía ser, y mucho menos, que era una diosa.

    A veces ese pensamiento la llenaba de frustración. En ocasiones, por más que meciera a su hijo en brazos, le cantara una canción, lo arropara o lo alimentara, la rabia de sus lagrimas no cesaba. En su interior se agitaba un mar tormentoso de aflicción al que ella no siempre podía oponerse. Su paciencia se evaporaba, y la tentación de encender su Aión, de acceder a su divinidad se volvía casi irresistible. Podría usar su aura sobre él, envolverlo con ella, un truco que llegó a hacer en su momento con sus gemelos divinos para calmarlos. Un atajo que le haría las cosas más fáciles y que, sin embargo, le obligaba a cuestionarse que tan dependiente se había vuelto de su poder.

    Las noches pasaban y aunque Afro había atravesado incontables eventos a lo largo de su vida, ni siquiera la eternidad le pareció tan larga como la infancia de Eneas.

    Eneas odiaba el interior del palacio. Detestaba el sol, pero tampoco soportaba pasar demasiado tiempo bajo la sombra. Protestaba con el aroma del incienso y gritaba cuando ella dejaba de moverse. No le permitía quedarse quieta demasiado tiempo, eso, lejos de ayudar, lo alteraba. Probó suerte con algunos de los consejos de la reina Temiste y de thithē Ligeia, la anciana nodriza de Anquises, pero ninguno dio resultado. Lo único que realmente parecía funcionar eran los paseos por el jardín del palacio, que más que jardín, más bien era un frondoso bosque de hojas verdes escondido entre las murallas y las visitas a la playa. Le encantaba cuando ella le sumergía los pies en la espuma marina que oscurecía la arena al romper las olas, eso lograba arrancarle una sonrisa.

    Sus parpados comenzaban a cerrarse cuando el llanto de Eneas la despertó de golpe. Su pecho se sacudió, se frotó los ojos con los dedos antes de deslizarse fuera de la cama y salir al solitario pasillo. A menudo pensaba en su antigua vida y en todo lo que había dejado atrás al renunciar temporalmente a su divinidad, como en ese instante en el que se acercó a la cuna de su hijo para tomarlo entre sus brazos. Si aún fuera una diosa y no una mortal, aquel cansancio que le pesaba en los hombros y parpados grises no existiría.

    ────Oh, mi dulce príncipe… ¿qué ocurre? Ven, deja que te cargue un poco ─y aun con todo ese agotamiento, no dejó de sonreírle. Jamás dejaría de hacerlo.

    Se aseguró de alimentarlo y permaneció un largo rato junto a él. Le cantó una canción mientras caminaba en la oscuridad, y al recostarlo nuevamente en su cuna, le hizo cosquillas en la pancita. Como respuesta, el pequeño balbuceó algo, le sonrió y rio. Era la risa más preciosa y melodiosa que había escuchado jamás. El cansancio se disipó de su cuerpo; soltó una risa entrecortada y permitió que el sonido de su voz la llenara de fuerza, haciendo brotar desde lo más profundo de su pecho un amor tan intenso que le costaba creer que su corazón pudiera contenerlo sin romperse.

    Entonces comprendió que el amor de una madre no conocía límites. Sería capaz de hacer sangrar a este mundo por su hijo, caminar entre las brasas del fuego con los pies desnudos y desafiar a cualquier monstruo o deidad. Los convertiría en polvo de estrellas y lo esparciría en la inmensidad de la bóveda celeste si eso aseguraba la felicidad y bienestar de su pequeño.

    No advirtió el momento en que se quedó dormida junto a la cuna de su hijo, rodeándola con los brazos. Su corazón mortal latía débilmente, pero en paz.

    El amor que corría por sus venas era de una clase que los dioses no comprendían. No pertenecía a su naturaleza inmortal, tan distante del corazón humano, y sin embargo era la devoción que codiciaban con tanta hambre y anhelo. Un amor que no pedía adoración, ni ofrendas de vino o miel, ni templos con altares humeantes. Era un sentimiento sin medida, sin pausa ni descanso. Le exigía entregarse por completo en cuerpo y alma; exponerla a una peligrosa mezcla entre la ternura y el miedo a no tener nada bajo control, una mezcla tan intensa que la desbordaba cada vez que Eneas la miraba con sus ojitos brillantes, asomando la cabecita curiosa mientras ella preparaba ungüentos, aceites, baños o pañales.

    Sí, añoraba su antigua vida. Era cierto. Y aún así, jamás cambiaría ese cansancio por la calma inmortal que una vez conoció. Haría ese y mil sacrificios más por él.

    Durmió plácidamente en un dulce sueño. Tenía una razón para levantarse y luchar un día más.
    𝐒𝐔 𝐑𝐀𝐙Ó𝐍 - 𝐕𝐈𝐈 🐚 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 Se dejó caer de espaldas sobre la cama y se pasó una mano por el rostro agotado. La larga llama dorada de la lámpara de aceite en el tocador parpadeó suavemente, ofreciéndole consuelo. La habitación estaba quieta, el pasillo en silencio; la tranquilidad reinaba en la noche. Soltó un suspiro. Eneas por fin había dejado de llorar. La maternidad fue una de las peores batallas que jamás enfrentó. Ni siquiera aquellos meses de diversión junto a Anquises, cuando se hacía pasar por princesa o campesina la habían preparado para los cuidados que exigía la vida mortal. Creía haber aprendido lo esencial: la importancia del descanso, las comidas a tiempo y la fragilidad humana. Le habría gustado decir que lo hizo de maravilla, que fue una nodriza ejemplar y que todo salió bien. Pero nada más lejos de la realidad. Con cada día que pasaba, se convencía de que lo hacía terriblemente peor. No tenía un minuto de descanso, el niño siempre necesitaba algo nuevo: cambiar de pañales, dormirlo, apaciguar sus llantos interminables mientras trataba de descifrar si lloraba de hambre o de frío. No era madre primeriza… pero la experiencia de cuidar un bebé mortal no se podía comparar con la de una deidad, era algo completamente distinto. A eso se sumaba el hecho de que, además, debía ser cautelosa y medir muy bien cada acción que hiciera para no levantar sospechas. Absolutamente nadie en el palacio debía descubrir que ella no era la nodriza experimentada que decía ser, y mucho menos, que era una diosa. A veces ese pensamiento la llenaba de frustración. En ocasiones, por más que meciera a su hijo en brazos, le cantara una canción, lo arropara o lo alimentara, la rabia de sus lagrimas no cesaba. En su interior se agitaba un mar tormentoso de aflicción al que ella no siempre podía oponerse. Su paciencia se evaporaba, y la tentación de encender su Aión, de acceder a su divinidad se volvía casi irresistible. Podría usar su aura sobre él, envolverlo con ella, un truco que llegó a hacer en su momento con sus gemelos divinos para calmarlos. Un atajo que le haría las cosas más fáciles y que, sin embargo, le obligaba a cuestionarse que tan dependiente se había vuelto de su poder. Las noches pasaban y aunque Afro había atravesado incontables eventos a lo largo de su vida, ni siquiera la eternidad le pareció tan larga como la infancia de Eneas. Eneas odiaba el interior del palacio. Detestaba el sol, pero tampoco soportaba pasar demasiado tiempo bajo la sombra. Protestaba con el aroma del incienso y gritaba cuando ella dejaba de moverse. No le permitía quedarse quieta demasiado tiempo, eso, lejos de ayudar, lo alteraba. Probó suerte con algunos de los consejos de la reina Temiste y de thithē Ligeia, la anciana nodriza de Anquises, pero ninguno dio resultado. Lo único que realmente parecía funcionar eran los paseos por el jardín del palacio, que más que jardín, más bien era un frondoso bosque de hojas verdes escondido entre las murallas y las visitas a la playa. Le encantaba cuando ella le sumergía los pies en la espuma marina que oscurecía la arena al romper las olas, eso lograba arrancarle una sonrisa. Sus parpados comenzaban a cerrarse cuando el llanto de Eneas la despertó de golpe. Su pecho se sacudió, se frotó los ojos con los dedos antes de deslizarse fuera de la cama y salir al solitario pasillo. A menudo pensaba en su antigua vida y en todo lo que había dejado atrás al renunciar temporalmente a su divinidad, como en ese instante en el que se acercó a la cuna de su hijo para tomarlo entre sus brazos. Si aún fuera una diosa y no una mortal, aquel cansancio que le pesaba en los hombros y parpados grises no existiría. ────Oh, mi dulce príncipe… ¿qué ocurre? Ven, deja que te cargue un poco ─y aun con todo ese agotamiento, no dejó de sonreírle. Jamás dejaría de hacerlo. Se aseguró de alimentarlo y permaneció un largo rato junto a él. Le cantó una canción mientras caminaba en la oscuridad, y al recostarlo nuevamente en su cuna, le hizo cosquillas en la pancita. Como respuesta, el pequeño balbuceó algo, le sonrió y rio. Era la risa más preciosa y melodiosa que había escuchado jamás. El cansancio se disipó de su cuerpo; soltó una risa entrecortada y permitió que el sonido de su voz la llenara de fuerza, haciendo brotar desde lo más profundo de su pecho un amor tan intenso que le costaba creer que su corazón pudiera contenerlo sin romperse. Entonces comprendió que el amor de una madre no conocía límites. Sería capaz de hacer sangrar a este mundo por su hijo, caminar entre las brasas del fuego con los pies desnudos y desafiar a cualquier monstruo o deidad. Los convertiría en polvo de estrellas y lo esparciría en la inmensidad de la bóveda celeste si eso aseguraba la felicidad y bienestar de su pequeño. No advirtió el momento en que se quedó dormida junto a la cuna de su hijo, rodeándola con los brazos. Su corazón mortal latía débilmente, pero en paz. El amor que corría por sus venas era de una clase que los dioses no comprendían. No pertenecía a su naturaleza inmortal, tan distante del corazón humano, y sin embargo era la devoción que codiciaban con tanta hambre y anhelo. Un amor que no pedía adoración, ni ofrendas de vino o miel, ni templos con altares humeantes. Era un sentimiento sin medida, sin pausa ni descanso. Le exigía entregarse por completo en cuerpo y alma; exponerla a una peligrosa mezcla entre la ternura y el miedo a no tener nada bajo control, una mezcla tan intensa que la desbordaba cada vez que Eneas la miraba con sus ojitos brillantes, asomando la cabecita curiosa mientras ella preparaba ungüentos, aceites, baños o pañales. Sí, añoraba su antigua vida. Era cierto. Y aún así, jamás cambiaría ese cansancio por la calma inmortal que una vez conoció. Haría ese y mil sacrificios más por él. Durmió plácidamente en un dulce sueño. Tenía una razón para levantarse y luchar un día más.
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  • Cuando pasas tanto tiempo atrapada en la oscuridad, descubres que la oscuridad empieza a devolverte la mirada
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  • 𝑳𝒂𝒔𝒕 𝑺𝒕𝒐𝒑 𝑻𝒐 𝑵𝒐𝒘𝒉𝒆𝒓𝒆
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    ㅤㅤ 𝑺𝑻𝑨𝑹𝑻𝑬𝑹
    ㅤㅤㅤ➤ Lyra Dorne

    ㅤㅤㅤㅤEl anuncio de la última llegada resonó, en un sonido hueco, por los túneles. Los últimos pasos apresurados se desvanecieron escalera arriba, hacia la superficie. Las luces fluorescentes, en un ahorro de energía post-turno, se apagaron en varias secciones de la estación, durmiendo los andenes laterales en una penumbra que solo era interrumpida por los letreros iluminados en rojo con la palabra "EXIT".

    Fue en uno de esos andenes, el más alejado de las escaleras mecánicas, dónde la quietud parecía más profunda. El escenario resultaba ser siempre el mismo, independientemente de la localización: oscuridad, soledad y las consecuencias de una batalla perdida contra uno mismo.

    Allí, yacía semiinconsciente, apoyado contra una pared fría. Su respiración era un ruido áspero e irregular. No eran solo las heridas físicas, aquel profundo corte en el costado que manchaba su camisa de un rojo oscuro, lo que lo tenía al borde del abismo.

    𝘌𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭.

    Porque dentro de él, La Entidad se revolvía, eufórica, celebrando su momentánea libertad. La sombra que debería estar quieta a sus pies se retorcía de forma autónoma, alargándose y contrayéndose como un animal recién liberado.

    No había sido solo una pelea cualquiera. Había sido una contención en los túneles de servicio, contra algo que se alimentaba del miedo. Lo había sellado, pero el contraataque le había costado caro, demasiado caro, dejando abierta una brecha en sus defensas.

    Un susurro áspero, un eco de una voz que no era la suya, salía de entre sus labios, súperponiéndose a su propia voz.

    «... 𝘈𝘭 𝘧𝘪𝘯...»
    ───... 𝘼𝙡 𝙛𝙞𝙣...

    «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥...»
    ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙪𝙡𝙘𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙡𝙞𝙗𝙚𝙧𝙩𝙖𝙙... cállate.

    Con un último esfuerzo, Salvatore entreabrió los ojos. El color café de su mirada estaba velado por un fulgor plateado, el gris de un cielo tormentoso. ¿Era dolor lo que sentía? No. No sentía dolor. Era mucho peor que eso. Era la sensación de que cada latido en su pecho, era una explosión de agonia, un recordatorio de que él parasito que llevaba dentro estaba a un suspiro de tomar el control total.

    «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰...»
    ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙚𝙗𝙞𝙡 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 … que te calles.

    ¿Estaba susurrando en su mente, como habitualmente lo hacía? No, está vez no era ese el caso. La voz de La Entidad ya no estaba hablando solo en su mente; estaba hablando a través de él. Ambas voces, distorsionadas, superponiéndose por momentos una sobre la otra.

    «... 𝘋𝘦𝘫𝘢𝘮𝘦... 𝘠𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰... 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘰...»
    ───... 𝘿𝙚𝙟𝙖𝙢𝙚... 𝙔𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙... ¡BASTA!...

    Su mano, temblorosa, se aferró a la pared en búsqueda de un ancla a una realidad que se le escapaba entre los dedos. Estaba solo, en un espacio público a merced de la cosa que llevaba dentro, y del primer transeúnte desprevenido que se aventurara en la penumbra de aquel andén.
    ㅤㅤ 𝑺𝑻𝑨𝑹𝑻𝑬𝑹 ㅤㅤㅤ➤ [THE.LIGHTWITCH] ㅤㅤㅤㅤEl anuncio de la última llegada resonó, en un sonido hueco, por los túneles. Los últimos pasos apresurados se desvanecieron escalera arriba, hacia la superficie. Las luces fluorescentes, en un ahorro de energía post-turno, se apagaron en varias secciones de la estación, durmiendo los andenes laterales en una penumbra que solo era interrumpida por los letreros iluminados en rojo con la palabra "EXIT". Fue en uno de esos andenes, el más alejado de las escaleras mecánicas, dónde la quietud parecía más profunda. El escenario resultaba ser siempre el mismo, independientemente de la localización: oscuridad, soledad y las consecuencias de una batalla perdida contra uno mismo. Allí, yacía semiinconsciente, apoyado contra una pared fría. Su respiración era un ruido áspero e irregular. No eran solo las heridas físicas, aquel profundo corte en el costado que manchaba su camisa de un rojo oscuro, lo que lo tenía al borde del abismo. 𝘌𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭. Porque dentro de él, La Entidad se revolvía, eufórica, celebrando su momentánea libertad. La sombra que debería estar quieta a sus pies se retorcía de forma autónoma, alargándose y contrayéndose como un animal recién liberado. No había sido solo una pelea cualquiera. Había sido una contención en los túneles de servicio, contra algo que se alimentaba del miedo. Lo había sellado, pero el contraataque le había costado caro, demasiado caro, dejando abierta una brecha en sus defensas. Un susurro áspero, un eco de una voz que no era la suya, salía de entre sus labios, súperponiéndose a su propia voz. «... 𝘈𝘭 𝘧𝘪𝘯...» ───... 𝘼𝙡 𝙛𝙞𝙣... «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥...» ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙪𝙡𝙘𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙡𝙞𝙗𝙚𝙧𝙩𝙖𝙙... cállate. Con un último esfuerzo, Salvatore entreabrió los ojos. El color café de su mirada estaba velado por un fulgor plateado, el gris de un cielo tormentoso. ¿Era dolor lo que sentía? No. No sentía dolor. Era mucho peor que eso. Era la sensación de que cada latido en su pecho, era una explosión de agonia, un recordatorio de que él parasito que llevaba dentro estaba a un suspiro de tomar el control total. «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰...» ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙚𝙗𝙞𝙡 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 … que te calles. ¿Estaba susurrando en su mente, como habitualmente lo hacía? No, está vez no era ese el caso. La voz de La Entidad ya no estaba hablando solo en su mente; estaba hablando a través de él. Ambas voces, distorsionadas, superponiéndose por momentos una sobre la otra. «... 𝘋𝘦𝘫𝘢𝘮𝘦... 𝘠𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰... 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘰...» ───... 𝘿𝙚𝙟𝙖𝙢𝙚... 𝙔𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙... ¡BASTA!... Su mano, temblorosa, se aferró a la pared en búsqueda de un ancla a una realidad que se le escapaba entre los dedos. Estaba solo, en un espacio público a merced de la cosa que llevaba dentro, y del primer transeúnte desprevenido que se aventurara en la penumbra de aquel andén.
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