• Microrelato...
    ╭⸻-----------𝙇𝙤𝙜𝙧𝙤𝙨-----------⸻╮
    Con la vista hacia una de la gran pila canastos que tenía regadas por una bóveda, ya hace tiempo en desuso, el guardián intentaba replicar aquellos objetos apilados. No lo hacía de la misma forma en la que originalmente habían sido creados, tejidos con manos de kobold expertas utilizando hojas y paja, él utilizaba una roca.

    Pasaba sus dedos sobre la superficie de una roca de gran tamaño con la forma de un cubo, liso como si antes el material se hubiera cortado y lijado con precisión. Sus dedos se hundían en la su superficie como si se tratará de un material maleable y no de uno duro y sólido.

    Su trabajo, lento y tedioso, era replicar cada detalle de estos canastos hechos de hojas, mientras moldeaba la roca como si estuviera hecha de arcilla. Sin embargo este no parecía molesto por hacer este trabajo, más bien y pese a su rostro de ceriedad, estaba completamente centrado en su objetivo, logrando eventualmente un resultado que... Bueno... Tampoco era el mejor que digamos.

    Si bien la silueta del canasto estaba lograda, era el trabajo de todo un principiante. Los detalles eran más grandes de lo que deberían por no decir gigantes, todavía se notaban las marcas de sus dedos en la roca y se habían formado grietas a lo largo de la superficie de esta; sin embargo allí estaba Aidguar, feliz después de largas horas de trabajo, su rostro formando una gran sonrisa. Tomo la pieza como si fuera una obra de arte de lo más valioza, salió de aquella bóveda y camino por los pasillos de la madriguera, alzando con orgullo su más reciente escultura.

    — Tu irás a la colección junto a los restos.—Toma un suspiro prolongado antes de continuar monologando—. Creo que estoy mejorando... No para nada... Bah, que más da, no hay nadie más aquí para juzgarte.

    Finalmente llega a una habitación la cual abre con toda energía casi llevándose la gran puerta de madera por delante, en antaño eran habitación para otros dragones, ahora eran su tesorería. Allí es donde se encontraban la mayoría de sus esculturas, todos con un resultado similar, aunque se distingue una distinta mejora con el tiempo. Las esculturas de más a la izquierda, todos de objetos cotidianos que se ven alrededor de las madrigueras, eran terribles, y siguiendo la vista hacía el otro extremo pasaban de catástrofes a figuras decentes.

    Pega la media vuelta, camina fuera de sus tesoros, y cierra la puerta sin voltear a ver detrás una vez más.
    ╰⸻----------------------------⸻╯
    Microrelato... ╭⸻-----------𝙇𝙤𝙜𝙧𝙤𝙨-----------⸻╮ Con la vista hacia una de la gran pila canastos que tenía regadas por una bóveda, ya hace tiempo en desuso, el guardián intentaba replicar aquellos objetos apilados. No lo hacía de la misma forma en la que originalmente habían sido creados, tejidos con manos de kobold expertas utilizando hojas y paja, él utilizaba una roca. Pasaba sus dedos sobre la superficie de una roca de gran tamaño con la forma de un cubo, liso como si antes el material se hubiera cortado y lijado con precisión. Sus dedos se hundían en la su superficie como si se tratará de un material maleable y no de uno duro y sólido. Su trabajo, lento y tedioso, era replicar cada detalle de estos canastos hechos de hojas, mientras moldeaba la roca como si estuviera hecha de arcilla. Sin embargo este no parecía molesto por hacer este trabajo, más bien y pese a su rostro de ceriedad, estaba completamente centrado en su objetivo, logrando eventualmente un resultado que... Bueno... Tampoco era el mejor que digamos. Si bien la silueta del canasto estaba lograda, era el trabajo de todo un principiante. Los detalles eran más grandes de lo que deberían por no decir gigantes, todavía se notaban las marcas de sus dedos en la roca y se habían formado grietas a lo largo de la superficie de esta; sin embargo allí estaba Aidguar, feliz después de largas horas de trabajo, su rostro formando una gran sonrisa. Tomo la pieza como si fuera una obra de arte de lo más valioza, salió de aquella bóveda y camino por los pasillos de la madriguera, alzando con orgullo su más reciente escultura. — Tu irás a la colección junto a los restos.—Toma un suspiro prolongado antes de continuar monologando—. Creo que estoy mejorando... No para nada... Bah, que más da, no hay nadie más aquí para juzgarte. Finalmente llega a una habitación la cual abre con toda energía casi llevándose la gran puerta de madera por delante, en antaño eran habitación para otros dragones, ahora eran su tesorería. Allí es donde se encontraban la mayoría de sus esculturas, todos con un resultado similar, aunque se distingue una distinta mejora con el tiempo. Las esculturas de más a la izquierda, todos de objetos cotidianos que se ven alrededor de las madrigueras, eran terribles, y siguiendo la vista hacía el otro extremo pasaban de catástrofes a figuras decentes. Pega la media vuelta, camina fuera de sus tesoros, y cierra la puerta sin voltear a ver detrás una vez más. ╰⸻----------------------------⸻╯
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  • No sé quién soy.
    No sé qué fui.
    Pero a veces, en sueños…
    Veo sangre sobre arena caliente.
    Oigo voces gritando un nombre que no entiendo.
    Una sensación de deber.
    Y siempre… siempre el juego.
    No es un juego como el que él juega con sus amigos.
    No es diversión. Llamarlo juicio sería más preciso.
    Cada vez que me llama, aunque no sepa que lo hace,
    alguien tiembla.
    Y yo… tiemblo también.
    ¿Soy su escudo?
    ¿Es correcto?
    A veces me pregunto si tiene miedo de mí.
    A veces... Yo también lo tengo.
    #Monorol #pensamientos
    No sé quién soy. No sé qué fui. Pero a veces, en sueños… Veo sangre sobre arena caliente. Oigo voces gritando un nombre que no entiendo. Una sensación de deber. Y siempre… siempre el juego. No es un juego como el que él juega con sus amigos. No es diversión. Llamarlo juicio sería más preciso. Cada vez que me llama, aunque no sepa que lo hace, alguien tiembla. Y yo… tiemblo también. ¿Soy su escudo? ¿Es correcto? A veces me pregunto si tiene miedo de mí. A veces... Yo también lo tengo. #Monorol #pensamientos
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  • Hace mucho tiempo... había una pareja muy enamorada. Pero... nunca imaginaron que ocurriría una tragedia.

    #SeductiveSunday
    Hace mucho tiempo... había una pareja muy enamorada. Pero... nunca imaginaron que ocurriría una tragedia. #SeductiveSunday
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  • Buenos días a todos espero tengan un excelente domingo

    //Lamento un poco la ausencia he estado ocupada con trabajo, y la esclavitud de la vida adulta(?)
    Pero estoy aquí , soy invisible (?)


    #SeductiveSunday
    Buenos días a todos espero tengan un excelente domingo //Lamento un poco la ausencia he estado ocupada con trabajo, y la esclavitud de la vida adulta(?) Pero estoy aquí , soy invisible (?) #SeductiveSunday
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || El/la que quiera conocer a Haneul e interactuar con el, que me agregue y me hable por chat y acordamos el vinculo entre ambos personajes para crear yo el starter por publicación. La ficha ésta fijada en mi perfil ||
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  • #SeductiveSunday

    Acariciame y empapame de tu ternura,amor.
    Contagiame de esa locura que hay en tu vientre.
    #SeductiveSunday Acariciame y empapame de tu ternura,amor. Contagiame de esa locura que hay en tu vientre.
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  • —Le saca de quicio pero no puede evitar estar loca por él—

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ #SeductiveSunday

    ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    —Le saca de quicio pero no puede evitar estar loca por él— ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ #SeductiveSunday ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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    #SeductiveSunday

    Daría lo que fuera para congelar el tiempo y quedarnos como estamos

    Markus De Lioncourt
    #SeductiveSunday Daría lo que fuera para congelar el tiempo y quedarnos como estamos [Thxpocionboy06]
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  • Que emoción... Espero no caer tan pronto y quien será mi servant.....?

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  • El viento soplaba con suavidad en la cima de la montaña, acariciando las hojas del árbol solitario donde descansaba un hombre de semblante tranquilo, recostado con los brazos detrás de la cabeza. A unos metros, sentado al borde del risco, estaba Kyu —el Pequeño Vagabundo— con las piernas colgando y la mirada fija en el vasto horizonte teñido de dorado por la puesta de sol.

    —Dime, Kyu… —preguntó su maestro con voz pausada—, ¿has comenzado a recordar algo?

    El pequeño asintió levemente, con una sonrisa serena en el rostro.
    —Sí… una canción —respondió, apretando contra su pecho el libro donde anotaba sus pensamientos—. Es una canción de cuna… no sé por qué, pero cada vez que la tarareo, siento que me guía. Como si me estuviera llamando.

    —¿A dónde te guía? —preguntó el maestro, sin moverse.

    —Hacia mi mamá… creo. No recuerdo su rostro… ni siquiera su nombre. Y no sé si tengo apellido. Pero siento que esa canción es suya. Y que si la sigo… podré encontrarla.

    El maestro cerró los ojos y sonrió con ternura.
    —Tienes un corazón muy fuerte, pequeño.

    Kyu se volteó un poco, dejando que su mirada se perdiera en el cielo.
    —No sé qué encontraré cuando llegue. Quizás... quizás no me reconozcan. O quizá ya no estén… pero… quiero saber. Quiero entender por qué nací en este mundo tan raro… tan lleno de cosas buenas, y también de cosas feas. Pero con gente que aún así sonríe.

    El maestro lo observó en silencio, su mirada velada por una sombra de nostalgia. En su mente, pensó con tristeza:
    *"Para este punto, después de todos los desastres que sufrió el mundo… probablemente ya están muertos. Tal vez nunca lo sepa con certeza. Pero no puedo destruir esa esperanza en sus ojos… no ahora. No cuando ha llegado tan lejos..."*

    Y así, sin palabras que rompieran el momento, ambos se quedaron en la cima, envueltos en el murmullo del viento, compartiendo el silencio y los pensamientos que sólo el horizonte podía guardar. El sol descendía poco a poco, tiñendo de esperanza un cielo que parecía prometer que, algún día, las respuestas llegarían.
    El viento soplaba con suavidad en la cima de la montaña, acariciando las hojas del árbol solitario donde descansaba un hombre de semblante tranquilo, recostado con los brazos detrás de la cabeza. A unos metros, sentado al borde del risco, estaba Kyu —el Pequeño Vagabundo— con las piernas colgando y la mirada fija en el vasto horizonte teñido de dorado por la puesta de sol. —Dime, Kyu… —preguntó su maestro con voz pausada—, ¿has comenzado a recordar algo? El pequeño asintió levemente, con una sonrisa serena en el rostro. —Sí… una canción —respondió, apretando contra su pecho el libro donde anotaba sus pensamientos—. Es una canción de cuna… no sé por qué, pero cada vez que la tarareo, siento que me guía. Como si me estuviera llamando. —¿A dónde te guía? —preguntó el maestro, sin moverse. —Hacia mi mamá… creo. No recuerdo su rostro… ni siquiera su nombre. Y no sé si tengo apellido. Pero siento que esa canción es suya. Y que si la sigo… podré encontrarla. El maestro cerró los ojos y sonrió con ternura. —Tienes un corazón muy fuerte, pequeño. Kyu se volteó un poco, dejando que su mirada se perdiera en el cielo. —No sé qué encontraré cuando llegue. Quizás... quizás no me reconozcan. O quizá ya no estén… pero… quiero saber. Quiero entender por qué nací en este mundo tan raro… tan lleno de cosas buenas, y también de cosas feas. Pero con gente que aún así sonríe. El maestro lo observó en silencio, su mirada velada por una sombra de nostalgia. En su mente, pensó con tristeza: *"Para este punto, después de todos los desastres que sufrió el mundo… probablemente ya están muertos. Tal vez nunca lo sepa con certeza. Pero no puedo destruir esa esperanza en sus ojos… no ahora. No cuando ha llegado tan lejos..."* Y así, sin palabras que rompieran el momento, ambos se quedaron en la cima, envueltos en el murmullo del viento, compartiendo el silencio y los pensamientos que sólo el horizonte podía guardar. El sol descendía poco a poco, tiñendo de esperanza un cielo que parecía prometer que, algún día, las respuestas llegarían.
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