• Finalmente pudo volver a ser él mismo, estirándose y bostezando agotado, yendo directo a recostarse en la cama para reposar.
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  • Al parecer me acostumbre a estar acompañando que ahora me siento....¿ Solo?
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    ACOTAR
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    Se busca a la prima de Mor y Rhysand, para ship con Gastón. [Anya Charlota x Henry Cavil]

    Será una otp con slowburn, y creciendo poco a poco a medida que se vayan conociendo. Ambos personajes se conocenrán desde casi desde su nacimiento.
    Gastón marchó a los campamentos ilyrios a entrenar y a hacerse fuerte, mientras ella, se quedaría con la familia y haría cosas de en la Corte Noche.
    Tras su marcha, un día, Gastón volvería a casa de Rhys, y se encontraría con la fae(Ilyria si se prefiere u otra raza, eso a elección) sería ese momento en el que ambos sentirían una conexión, pero ninguno de los dos lo demostraría debido a sus personalidades fuertes, testarudas y orgullosas.

    - Requisitos:
    i. Acordar con 饾悊饾悮饾惉饾惌饾惃虂饾惂 la trama
    ii. Conocer el universo de ACOTAR
    iii. 3D ( No importa si de vez en cuando subes fanarts)
    iv. Muchas ganas de dramas y tramas
    v. Ship con 饾悊饾悮饾惉饾惌饾惃虂饾惂

    FC sugerido: Anya Charlota (Pero si tienes otro en mente, adelante)

    Si tienes cualquier duda ¡Escríbe a 饾悊饾悮饾惉饾惌饾惃虂饾惂 !
    Se busca a la prima de Mor y Rhysand, para ship con Gastón. [Anya Charlota x Henry Cavil] Será una otp con slowburn, y creciendo poco a poco a medida que se vayan conociendo. Ambos personajes se conocenrán desde casi desde su nacimiento. Gastón marchó a los campamentos ilyrios a entrenar y a hacerse fuerte, mientras ella, se quedaría con la familia y haría cosas de en la Corte Noche. Tras su marcha, un día, Gastón volvería a casa de Rhys, y se encontraría con la fae(Ilyria si se prefiere u otra raza, eso a elección) sería ese momento en el que ambos sentirían una conexión, pero ninguno de los dos lo demostraría debido a sus personalidades fuertes, testarudas y orgullosas. - Requisitos: i. Acordar con [ilyrian.boy] la trama ii. Conocer el universo de ACOTAR iii. 3D ( No importa si de vez en cuando subes fanarts) iv. Muchas ganas de dramas y tramas v. Ship con [ilyrian.boy] FC sugerido: Anya Charlota (Pero si tienes otro en mente, adelante) Si tienes cualquier duda ¡Escríbe a [ilyrian.boy]!
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  • "Ahora que me he acostumbrado tanto a estar por aquí me va a dar penita marcharme unos días" ~
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  • 饾懢饾拤饾拏饾挄'饾挃 饾拑饾拞饾挄饾挄饾拞饾挀 饾挄饾拤饾拏饾拸 饾拏 饾拝饾挀饾拏饾拡饾拹饾拸?
    Fandom Harry Potter
    Categor铆a Original
    Se tambaleó al aparecerse en la reserva de Edward Lupin dejando escapar un resoplido. Seguía sin acostumbrarse a la sensación de aparecerse. Siempre había preferido ir en escoba aunque no lo pareciese.

    Fue caminando, sabiendo de sobra hacia donde ir. Como si no hubiese pasado el tiempo. Había decidido hacerle caso, y llevaba un jersey, vaqueros con botas, un gorro y un abrigo junto con una mochila. ¿Por qué la mochila? Por si se quedaba.

    Tampoco sabía qué esperar de aquello, todavía la relación entre ambos seguía estando en un punto peligroso, o al menos así lo veía ella. Pero lo que sabía es que no había dudado a la hora de ir hasta allí.

    No tardó más de quince minutos de caminata en verlo, volviendo del bosque. Siempre que le había visitado allí le veía relajado, como si solamente estando allí tuviese todo lo que necesitaba en la vida.

    Levantó una de sus manos, sacudiendo el brazo a modo de saludo con una sonrisa, esperando a ser vista por el contrario.
    Se tambaleó al aparecerse en la reserva de [juststormcl0ud] dejando escapar un resoplido. Seguía sin acostumbrarse a la sensación de aparecerse. Siempre había preferido ir en escoba aunque no lo pareciese. Fue caminando, sabiendo de sobra hacia donde ir. Como si no hubiese pasado el tiempo. Había decidido hacerle caso, y llevaba un jersey, vaqueros con botas, un gorro y un abrigo junto con una mochila. ¿Por qué la mochila? Por si se quedaba. Tampoco sabía qué esperar de aquello, todavía la relación entre ambos seguía estando en un punto peligroso, o al menos así lo veía ella. Pero lo que sabía es que no había dudado a la hora de ir hasta allí. No tardó más de quince minutos de caminata en verlo, volviendo del bosque. Siempre que le había visitado allí le veía relajado, como si solamente estando allí tuviese todo lo que necesitaba en la vida. Levantó una de sus manos, sacudiendo el brazo a modo de saludo con una sonrisa, esperando a ser vista por el contrario.
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  • *Se estira y bostecillo de las 1:04.
    SÍ, otra vez ha vuelto a tener pesadillas con el tío raro ese... Lo peor de todo ha sido despertarse en mitad de noche tiritando más que en la boda de Pingu, con esos malditos ojos azules observando al otro lado la habitación y amanecer a estas horas siendo incapaz de entrar en calor y con el cuerpo peor que si hubiera estado horas y horas, y horas encerrada usando su poder con algún psicópata chalado en un interrogatorio eterno. De esta o se convierte en un polo / palito de Pescanova o en Rudolf antes de Navidad, una de las dos.
    En fin, que mejor se va con la mantita hasta las orejas en busca de un buen café, porque ante todo Coffee always first.* Nosdías!
    *Se estira y bostecillo de las 1:04. SÍ, otra vez ha vuelto a tener pesadillas con el tío raro ese... Lo peor de todo ha sido despertarse en mitad de noche tiritando más que en la boda de Pingu, con esos malditos ojos azules observando al otro lado la habitación y amanecer a estas horas siendo incapaz de entrar en calor y con el cuerpo peor que si hubiera estado horas y horas, y horas encerrada usando su poder con algún psicópata chalado en un interrogatorio eterno. De esta o se convierte en un polo / palito de Pescanova o en Rudolf antes de Navidad, una de las dos. En fin, que mejor se va con la mantita hasta las orejas en busca de un buen café, porque ante todo Coffee always first.* Nosdías!
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  • Hora de Empacar: Matsuri AU
    Fandom Varios
    Categor铆a Acción
    Heinrich observaba el caos que había dejado en su salón: cajas a medio empacar, libros esparcidos por el suelo, y un par de baúles antiguos abiertos, mostrando su contenido polvoriento. Decidir qué llevar consigo y qué dejar atrás resultaba ser una tarea abrumadora, especialmente después de siglos de acumular recuerdos, muchos de los cuales no había tocado en décadas. Sin embargo, esta vez todo era diferente. Iba a mudarse. A compartir un espacio con Matsuri.

    Se pasó una mano por su cabello pelirrojo, enredando los dedos entre los mechones mientras soltaba un suspiro frustrado. "¿Cómo se supone que hago esto solo?" murmuró para sí mismo, mirando su alrededor. La idea de empaquetar su vida para irse era más difícil de lo que había anticipado, y aunque nunca le había gustado pedir ayuda, en este caso… quizás sería diferente. Después de todo, ahora no estaba solo.

    Con una torpeza que le era característica, Heinrich sacó su celular de uno de los bolsillos de su abrigo, ese que Matsuri le había insistido que comenzara a usar. Al principio, sus dedos temblaban un poco al deslizar por la pantalla táctil, pero tras varios intentos logró encontrar el contacto de Matsuri, marcado con un pequeño corazón que había colocado sin saber exactamente cómo.

    —Vamos, vamos... solo presionar aquí... y... —murmuró, con la voz llena de concentración.

    El tono de llamada comenzó a sonar, y Heinrich se quedó en silencio, su nerviosismo aumentando con cada segundo. Justo cuando estaba a punto de colgar por la vergüenza, escuchó la familiar voz de Matsuri al otro lado de la línea.

    —Ehh... Matsuri... yo... —Heinrich tragó saliva, sintiéndose torpe—. Me preguntaba si... ¿podrías ayudarme a... empacar? Es que... —Miró el desastre que había hecho en la casa, y sintió que sus mejillas se encendían—. No soy muy bueno en esto. Hay tantas cosas y... no sé por dónde empezar.

    Heinrich observaba el caos que había dejado en su salón: cajas a medio empacar, libros esparcidos por el suelo, y un par de baúles antiguos abiertos, mostrando su contenido polvoriento. Decidir qué llevar consigo y qué dejar atrás resultaba ser una tarea abrumadora, especialmente después de siglos de acumular recuerdos, muchos de los cuales no había tocado en décadas. Sin embargo, esta vez todo era diferente. Iba a mudarse. A compartir un espacio con Matsuri. Se pasó una mano por su cabello pelirrojo, enredando los dedos entre los mechones mientras soltaba un suspiro frustrado. "¿Cómo se supone que hago esto solo?" murmuró para sí mismo, mirando su alrededor. La idea de empaquetar su vida para irse era más difícil de lo que había anticipado, y aunque nunca le había gustado pedir ayuda, en este caso… quizás sería diferente. Después de todo, ahora no estaba solo. Con una torpeza que le era característica, Heinrich sacó su celular de uno de los bolsillos de su abrigo, ese que Matsuri le había insistido que comenzara a usar. Al principio, sus dedos temblaban un poco al deslizar por la pantalla táctil, pero tras varios intentos logró encontrar el contacto de Matsuri, marcado con un pequeño corazón que había colocado sin saber exactamente cómo. —Vamos, vamos... solo presionar aquí... y... —murmuró, con la voz llena de concentración. El tono de llamada comenzó a sonar, y Heinrich se quedó en silencio, su nerviosismo aumentando con cada segundo. Justo cuando estaba a punto de colgar por la vergüenza, escuchó la familiar voz de Matsuri al otro lado de la línea. —Ehh... Matsuri... yo... —Heinrich tragó saliva, sintiéndose torpe—. Me preguntaba si... ¿podrías ayudarme a... empacar? Es que... —Miró el desastre que había hecho en la casa, y sintió que sus mejillas se encendían—. No soy muy bueno en esto. Hay tantas cosas y... no sé por dónde empezar.
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  • Noche de Cazeria
    Fandom Varios
    Categor铆a Otros
    Heinrich avanzaba entre los árboles con paso silencioso, los sentidos alertas. La neblina comenzaba a envolver el bosque, como una capa espesa que oscurecía aún más el entorno. La luz de la luna, filtrándose entre las copas de los árboles, apenas tocaba su rostro, y el suave murmullo del viento era el único sonido que acompañaba sus pasos.

    Había salido de su finca en busca de animales, la necesidad de su vino especial lo había empujado a adentrarse más allá de los límites conocidos, un lugar donde no solía ir. Sin embargo, el temor de encontrar algo o alguien más le rondaba la mente, y por un momento, no pudo evitar preguntarse si debería haber esperado hasta el amanecer.

    Su mirada, con aquellos ojos tan brillantes como brasas, se movía rápidamente entre los árboles, buscando cualquier rastro, cualquier señal. Los animales no solían estar tan cerca de los límites del bosque, pero esa noche algo le decía que las reglas podrían haberse alterado.

    —No debo encontrarme con nadie… —murmuró para sí mismo, como una mantra, mientras sus pasos lo llevaban más profundo en la oscuridad.
    Heinrich avanzaba entre los árboles con paso silencioso, los sentidos alertas. La neblina comenzaba a envolver el bosque, como una capa espesa que oscurecía aún más el entorno. La luz de la luna, filtrándose entre las copas de los árboles, apenas tocaba su rostro, y el suave murmullo del viento era el único sonido que acompañaba sus pasos. Había salido de su finca en busca de animales, la necesidad de su vino especial lo había empujado a adentrarse más allá de los límites conocidos, un lugar donde no solía ir. Sin embargo, el temor de encontrar algo o alguien más le rondaba la mente, y por un momento, no pudo evitar preguntarse si debería haber esperado hasta el amanecer. Su mirada, con aquellos ojos tan brillantes como brasas, se movía rápidamente entre los árboles, buscando cualquier rastro, cualquier señal. Los animales no solían estar tan cerca de los límites del bosque, pero esa noche algo le decía que las reglas podrían haberse alterado. —No debo encontrarme con nadie… —murmuró para sí mismo, como una mantra, mientras sus pasos lo llevaban más profundo en la oscuridad.
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  • — ¿Cuándo dejarán de caer? —Elam resopló con pesadez. Ya no sabía si estaba harto del interminable trabajo o se debía a algo más. Quizás se debía a esa mezcolanza de sentimientos que le oprimían el pecho cada vez que se detenía a mirar el camino a la pequeña cabaña en que vivía; siempre había sido un ser errante, un vagabundo que parecía ir divirtiéndose por la vida, pero quedarse tanto tiempo en un solo lugar comenzaba a hacer mella en él.— ¿En qué rayos estoy pensando? —Expresó entre dientes, después de arrojar la escoba al piso y hacer un escándalo con las hojas que pateó. Detestaba las labores del hogar, porque jamás se había sentido parte de uno, pero allí estaba, jugando a la casita y a la familia. De seguro se veía ridículo, como un completo tonto que se tragaba el orgullo porque le podía más el corazón.

    — Lo mejor será que me vaya de una vez. Además, ¿qué importa? Ni que me fuesen a extrañar esas brujas. —Bufó, pateó la escoba con fuerza y la hizo volar un poco hasta estrellarse de nuevo al suelo. Allí miró el cielo, tan brillante y tan claro como en días no lo había visto, sin duda pintaba bien para lavar las sábanas y los pañuelos con que limpiaba los frascos de sus pociones. Quizá sería buen tiempo también para arrancar las malezas del jardín y sembrar algunas fresas, quizá hornear una tarta o preparar un poco de té.

    La expresión de su rostro cambió y en sus labios se mostró su incredulidad al separarlos. Le pesaba la realidad y la conclusión a la que llegaba tan rápido: Se había acostumbrado a vivir allí, en ese lugar, con esas personas y sin darse cuenta ya adoptaba una rutina junto a sus hábitos. Elam suspiró, entre hastiado y melancólico, caminó unos cuántos pasos hasta llegar a su escoba de paja y la recogió del suelo. Derrotado, volvió a mirar el camino que conducía desde esa cabaña hasta la villa, se apoyó en el palo de la escoba con ambas manos, y suspiró dejando salir toda esa frustración que se acomodó en su corazón.

    — Ojalá no se pierdan otra vez. Aunque a mí qué más me da. —Volvió a refunfuñar, renuente de aceptar que en su corazón podía existir un poco de aprecio ante esas dos. Negó en repetidas ocasiones y, tras una breve reflexión, se ocupó en barrer las hojas que había desperdigado en su frustración.— Brujas tontas. Me las pagarán, las obligaré a enseñarme más pociones o las convertiré en ranas. No, en cucarachas. Sí, cucarachas es mejor.
    — ¿Cuándo dejarán de caer? —Elam resopló con pesadez. Ya no sabía si estaba harto del interminable trabajo o se debía a algo más. Quizás se debía a esa mezcolanza de sentimientos que le oprimían el pecho cada vez que se detenía a mirar el camino a la pequeña cabaña en que vivía; siempre había sido un ser errante, un vagabundo que parecía ir divirtiéndose por la vida, pero quedarse tanto tiempo en un solo lugar comenzaba a hacer mella en él.— ¿En qué rayos estoy pensando? —Expresó entre dientes, después de arrojar la escoba al piso y hacer un escándalo con las hojas que pateó. Detestaba las labores del hogar, porque jamás se había sentido parte de uno, pero allí estaba, jugando a la casita y a la familia. De seguro se veía ridículo, como un completo tonto que se tragaba el orgullo porque le podía más el corazón. — Lo mejor será que me vaya de una vez. Además, ¿qué importa? Ni que me fuesen a extrañar esas brujas. —Bufó, pateó la escoba con fuerza y la hizo volar un poco hasta estrellarse de nuevo al suelo. Allí miró el cielo, tan brillante y tan claro como en días no lo había visto, sin duda pintaba bien para lavar las sábanas y los pañuelos con que limpiaba los frascos de sus pociones. Quizá sería buen tiempo también para arrancar las malezas del jardín y sembrar algunas fresas, quizá hornear una tarta o preparar un poco de té. La expresión de su rostro cambió y en sus labios se mostró su incredulidad al separarlos. Le pesaba la realidad y la conclusión a la que llegaba tan rápido: Se había acostumbrado a vivir allí, en ese lugar, con esas personas y sin darse cuenta ya adoptaba una rutina junto a sus hábitos. Elam suspiró, entre hastiado y melancólico, caminó unos cuántos pasos hasta llegar a su escoba de paja y la recogió del suelo. Derrotado, volvió a mirar el camino que conducía desde esa cabaña hasta la villa, se apoyó en el palo de la escoba con ambas manos, y suspiró dejando salir toda esa frustración que se acomodó en su corazón. — Ojalá no se pierdan otra vez. Aunque a mí qué más me da. —Volvió a refunfuñar, renuente de aceptar que en su corazón podía existir un poco de aprecio ante esas dos. Negó en repetidas ocasiones y, tras una breve reflexión, se ocupó en barrer las hojas que había desperdigado en su frustración.— Brujas tontas. Me las pagarán, las obligaré a enseñarme más pociones o las convertiré en ranas. No, en cucarachas. Sí, cucarachas es mejor.
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  • — 饾悑饾惀饾悶饾悹饾悮饾悵饾惃 饾悶饾惉饾惌饾悶 饾惄饾惍饾惂饾惌饾惃, 饾惌饾悶饾惂饾悹饾惃 饾惇饾惍饾悶 饾惈饾悶饾惌饾惃饾惁饾悮饾惈 饾惀饾惃饾惉 饾悷饾惍饾惂饾悵饾悮饾惁饾悶饾惂饾惌饾惃饾惉 饾悵饾悶 饾悮饾悳饾惃饾惈饾惌饾悮饾惈 饾悵饾悽饾惉饾惌饾悮饾惂饾悳饾悽饾悮饾惉, 饾惁饾悮饾惂饾惌饾悶饾惂饾悶饾惈 饾惀饾悮 饾悹饾惍饾悮饾惈饾悵饾悽饾悮 饾惒 饾悮饾惌饾悮饾悳饾悮饾惈. —

    Era media noche, el parque de juegos estaba completamente solo y era el mejor momento para utilizar sus estructuras metálicas para entrenar como lo hacía en sus inicios; los postes horizontales eran perfectos para practicar los swings y las maniobras de evasión.

    — 饾悩 饾悺饾悮饾悳饾悶饾惈饾惀饾惃 饾悳饾惃饾惂 饾悮饾悹饾悽饾惀饾悽饾悵饾悮饾悵. —

    Pero la rapidez sacrificaba su noción de las distancias; al agacharse velozmente, el costado de su cabeza alcanzó el poste, dándose un sonoro y agudo golpe que lo dejó aturdido y sosteniéndose la cabeza. Sentía que le iba a estallar.

    — ¡饾悁饾悹饾悺! 饾悘饾悶饾惂饾惉褦虂 饾惇饾惍饾悶 饾惉饾悶饾惈ι虂饾悮 饾惁α虂饾惉 饾惉饾悶饾惂饾悳饾悽饾惀饾惀饾惃, 饾惄饾悶饾惈饾惃 饾惁饾悶 饾悶饾惇饾惍饾悽饾惎饾惃饾惇饾惍褦虂 ...—

    El estrellón le hizo ver lucesillas. Sólo para comprobar que no se descalabró, se palpó en la zona punzante y contempló sus dedos. No tenía nada físico pero sí un poco de enojo por su descuido. Apretó ese puño.

    — 饾悙饾惍褦虂 饾惉饾惃饾悰饾悶饾惈饾悰饾悽饾惃 饾悷饾惍饾悽...—
    — 饾悑饾惀饾悶饾悹饾悮饾悵饾惃 饾悶饾惉饾惌饾悶 饾惄饾惍饾惂饾惌饾惃, 饾惌饾悶饾惂饾悹饾惃 饾惇饾惍饾悶 饾惈饾悶饾惌饾惃饾惁饾悮饾惈 饾惀饾惃饾惉 饾悷饾惍饾惂饾悵饾悮饾惁饾悶饾惂饾惌饾惃饾惉 饾悵饾悶 饾悮饾悳饾惃饾惈饾惌饾悮饾惈 饾悵饾悽饾惉饾惌饾悮饾惂饾悳饾悽饾悮饾惉, 饾惁饾悮饾惂饾惌饾悶饾惂饾悶饾惈 饾惀饾悮 饾悹饾惍饾悮饾惈饾悵饾悽饾悮 饾惒 饾悮饾惌饾悮饾悳饾悮饾惈. — Era media noche, el parque de juegos estaba completamente solo y era el mejor momento para utilizar sus estructuras metálicas para entrenar como lo hacía en sus inicios; los postes horizontales eran perfectos para practicar los swings y las maniobras de evasión. — 饾悩 饾悺饾悮饾悳饾悶饾惈饾惀饾惃 饾悳饾惃饾惂 饾悮饾悹饾悽饾惀饾悽饾悵饾悮饾悵. — Pero la rapidez sacrificaba su noción de las distancias; al agacharse velozmente, el costado de su cabeza alcanzó el poste, dándose un sonoro y agudo golpe que lo dejó aturdido y sosteniéndose la cabeza. Sentía que le iba a estallar. — ¡饾悁饾悹饾悺! 饾悘饾悶饾惂饾惉褦虂 饾惇饾惍饾悶 饾惉饾悶饾惈ι虂饾悮 饾惁α虂饾惉 饾惉饾悶饾惂饾悳饾悽饾惀饾惀饾惃, 饾惄饾悶饾惈饾惃 饾惁饾悶 饾悶饾惇饾惍饾悽饾惎饾惃饾惇饾惍褦虂 ...— El estrellón le hizo ver lucesillas. Sólo para comprobar que no se descalabró, se palpó en la zona punzante y contempló sus dedos. No tenía nada físico pero sí un poco de enojo por su descuido. Apretó ese puño. — 饾悙饾惍褦虂 饾惉饾惃饾悰饾悶饾惈饾悰饾悽饾惃 饾悷饾惍饾悽...—
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