Últimamente Kagehiro había estado saliendo mucho, no era como que a ella le molestara, pero ciertamente era extraño, incluso emocionalmente había estado un poco ausente, distraído, hasta cierto punto eso podía ser normal, al menos eso trataba de decirse a sí misma Ohime.
Un día como tantos llegó de su trabajo, dejó las llaves en el espacio donde debían ir, bajó su mirada y miró unos recibos, otra vez Kagehiro no estaba en casa, los recibos eran cosas bastante peculiares para que el comprara, cosas de belleza adornos, ropa, entre otras, además algunos venían de la tienda de sanrio, sintió como una especie de punzada llegó hasta su pecho ¿Estaba saliendo con alguien más? la angustia comenzó a apoderarse del cuerpo de la rubia, temblaba, tomó los recibos y fue a la cocina, se hizo un té para tratar calmarse, después de hacerlo se sentó en la mesa, con su taza de té y observó aquellos.
— No puede ser. . . Dios por favor que mis sospechas no sean verdad. —
Pero sí Kagehiro le hubiera comprado esas cosas ya se las habría dado ¿No? Su cumpleaños no estaba cerca, ni su cumplemes, nada. Sin darse cuenta los ojos de Ohime comenzaron a sangrar transparentes lagrimas de dolor, al parecer el no era diferente a los demás hombres, sólo era un hombre fetichista más, con gusto por las jovencitas, se imaginó las peores cosas, el yendo a Kabukicho y recogiendo a una de las tantas estudiantes de preparatoria que se vendían a los hombres grandes, transpiró y colocó sus codos en la mesa y sus manos en la cabeza.
— Tu no Kagehiro. . . MI K-san. —
Últimamente Kagehiro había estado saliendo mucho, no era como que a ella le molestara, pero ciertamente era extraño, incluso emocionalmente había estado un poco ausente, distraído, hasta cierto punto eso podía ser normal, al menos eso trataba de decirse a sí misma Ohime.
Un día como tantos llegó de su trabajo, dejó las llaves en el espacio donde debían ir, bajó su mirada y miró unos recibos, otra vez Kagehiro no estaba en casa, los recibos eran cosas bastante peculiares para que el comprara, cosas de belleza adornos, ropa, entre otras, además algunos venían de la tienda de sanrio, sintió como una especie de punzada llegó hasta su pecho ¿Estaba saliendo con alguien más? la angustia comenzó a apoderarse del cuerpo de la rubia, temblaba, tomó los recibos y fue a la cocina, se hizo un té para tratar calmarse, después de hacerlo se sentó en la mesa, con su taza de té y observó aquellos.
— No puede ser. . . Dios por favor que mis sospechas no sean verdad. —
Pero sí Kagehiro le hubiera comprado esas cosas ya se las habría dado ¿No? Su cumpleaños no estaba cerca, ni su cumplemes, nada. Sin darse cuenta los ojos de Ohime comenzaron a sangrar transparentes lagrimas de dolor, al parecer el no era diferente a los demás hombres, sólo era un hombre fetichista más, con gusto por las jovencitas, se imaginó las peores cosas, el yendo a Kabukicho y recogiendo a una de las tantas estudiantes de preparatoria que se vendían a los hombres grandes, transpiró y colocó sus codos en la mesa y sus manos en la cabeza.
— Tu no Kagehiro. . . MI K-san. —