Primer paso, el mundo.
Después del incendio de la casa de su infancia, Minerva, había estado ausente, perdida de sí misma, hasta que decidió marcharse y alejarse de lo que quedaba del hogar en el que había crecido, aunque eso significara dejar atrás mucha historia, historia que en aquellos momentos no deseaba recordar.
Cogió lo poco que había sobrevivido a las llamas y se marchó con lo puesto, empezando a andar sin destino fijo, hacía donde la llevarán sus pies.
Y el destino o como quieran llamarlo, la había hecho llegar a un pueblo del norte de Alaska, que tenía pinta de ser tranquilo, quizás allí pudiera hacer algo, ya que siempre había sido buena con las manos, ya fuera en la agricultura, botánica o simplemente ayudando, pero iría con calma, lo que menos deseaba era que se entrometieran en su vida, por lo que empezaría yendo a desayunar a la cafetería que le había llamado la atención al llegar.
Entró, al local, como si una nueva turista se tratara, buscando algún asiento libre mientras se quitaba las gafas y se las colocaba sobre la cabeza, para luego quitarse la chaqueta, dejando ver los tatuajes que adornaban la piel de sus brazos mientras se sentaba a qué la atendieran.
Quizás así escucharía sobre alguien que necesitara que le echaran una mano y poder ganarse algo de dinero.
Cogió lo poco que había sobrevivido a las llamas y se marchó con lo puesto, empezando a andar sin destino fijo, hacía donde la llevarán sus pies.
Y el destino o como quieran llamarlo, la había hecho llegar a un pueblo del norte de Alaska, que tenía pinta de ser tranquilo, quizás allí pudiera hacer algo, ya que siempre había sido buena con las manos, ya fuera en la agricultura, botánica o simplemente ayudando, pero iría con calma, lo que menos deseaba era que se entrometieran en su vida, por lo que empezaría yendo a desayunar a la cafetería que le había llamado la atención al llegar.
Entró, al local, como si una nueva turista se tratara, buscando algún asiento libre mientras se quitaba las gafas y se las colocaba sobre la cabeza, para luego quitarse la chaqueta, dejando ver los tatuajes que adornaban la piel de sus brazos mientras se sentaba a qué la atendieran.
Quizás así escucharía sobre alguien que necesitara que le echaran una mano y poder ganarse algo de dinero.
Después del incendio de la casa de su infancia, Minerva, había estado ausente, perdida de sí misma, hasta que decidió marcharse y alejarse de lo que quedaba del hogar en el que había crecido, aunque eso significara dejar atrás mucha historia, historia que en aquellos momentos no deseaba recordar.
Cogió lo poco que había sobrevivido a las llamas y se marchó con lo puesto, empezando a andar sin destino fijo, hacía donde la llevarán sus pies.
Y el destino o como quieran llamarlo, la había hecho llegar a un pueblo del norte de Alaska, que tenía pinta de ser tranquilo, quizás allí pudiera hacer algo, ya que siempre había sido buena con las manos, ya fuera en la agricultura, botánica o simplemente ayudando, pero iría con calma, lo que menos deseaba era que se entrometieran en su vida, por lo que empezaría yendo a desayunar a la cafetería que le había llamado la atención al llegar.
Entró, al local, como si una nueva turista se tratara, buscando algún asiento libre mientras se quitaba las gafas y se las colocaba sobre la cabeza, para luego quitarse la chaqueta, dejando ver los tatuajes que adornaban la piel de sus brazos mientras se sentaba a qué la atendieran.
Quizás así escucharía sobre alguien que necesitara que le echaran una mano y poder ganarse algo de dinero.
Tipo
Grupal
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Cualquier línea
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