• Cuando dos sombras se cruzan.
    Fandom OC, made in abyss, JJK
    Categoría Acción
    Rol con: [demon_of_spirits]

    La ciudad respiraba con dificultad.

    No era una urbe viva, sino un cadáver habitado por rutina y arquitectura marchita. Bajo su cielo de concreto enfermo, Nairis caminaba. El bastón de obsidiana rozaba el suelo con un eco metálico, y su silueta, parecía una sombra que había olvidado a qué cuerpo pertenecía.

    Las calles estaban vacías, pero no tranquilas.

    Ella sentía los pensamientos atrapados en las paredes: remordimientos no exorcizados, hambre, violencia suspendida en los cristales de cada ventana. No necesitaba ojos para verlos. El Abismo susurraba en los huesos de la ciudad y en los suyos propios. Había algo podrido muy cerca.

    Y entonces, lo sintió.

    Un giro repentino en la densidad del aire, como si el mundo respirara hacia adentro para contener un vómito. Entonces, su visión se volvió negra.
    Su cuerpo se movió por si solo.
    Se agachó, esquivando el impacto de algo desconocido para Nairis.

    Al recuperar la vista, la pared que tenía a su lado parecía haber recibido el impacto de algo enorme. Casi por instinto, tomó su máscara y se la puso, entonces la vio.

    Era una criatura sin simetría, hecha de piel industrial y dientes sin mandíbula, arrastrando una lengua que recogía escombros y culpa. Tenía la forma del abandono, el olor del abandono, y los ojos del abandono. No se lanzó a gritar. Simplemente la reconoció.

    Y la atacó.

    Su expresión no cambió, Nairis giró la cabeza con lentitud antinatural. No hizo ademán de defensa, ni evocó palabra alguna. La criatura se abalanzó, y entonces la ciudad misma cambió de ritmo: cada cartel parpadeó en disonancia, las luces de neón se ahogaron, y el sonido de los pasos de la maldición fue devorado por un silencio espeso.

    Del vacío entre edificios... cayó una figura.
    Rol con: [demon_of_spirits] La ciudad respiraba con dificultad. No era una urbe viva, sino un cadáver habitado por rutina y arquitectura marchita. Bajo su cielo de concreto enfermo, Nairis caminaba. El bastón de obsidiana rozaba el suelo con un eco metálico, y su silueta, parecía una sombra que había olvidado a qué cuerpo pertenecía. Las calles estaban vacías, pero no tranquilas. Ella sentía los pensamientos atrapados en las paredes: remordimientos no exorcizados, hambre, violencia suspendida en los cristales de cada ventana. No necesitaba ojos para verlos. El Abismo susurraba en los huesos de la ciudad y en los suyos propios. Había algo podrido muy cerca. Y entonces, lo sintió. Un giro repentino en la densidad del aire, como si el mundo respirara hacia adentro para contener un vómito. Entonces, su visión se volvió negra. Su cuerpo se movió por si solo. Se agachó, esquivando el impacto de algo desconocido para Nairis. Al recuperar la vista, la pared que tenía a su lado parecía haber recibido el impacto de algo enorme. Casi por instinto, tomó su máscara y se la puso, entonces la vio. Era una criatura sin simetría, hecha de piel industrial y dientes sin mandíbula, arrastrando una lengua que recogía escombros y culpa. Tenía la forma del abandono, el olor del abandono, y los ojos del abandono. No se lanzó a gritar. Simplemente la reconoció. Y la atacó. Su expresión no cambió, Nairis giró la cabeza con lentitud antinatural. No hizo ademán de defensa, ni evocó palabra alguna. La criatura se abalanzó, y entonces la ciudad misma cambió de ritmo: cada cartel parpadeó en disonancia, las luces de neón se ahogaron, y el sonido de los pasos de la maldición fue devorado por un silencio espeso. Del vacío entre edificios... cayó una figura.
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  • Donde la piedra respira.
    Fandom OC, made in abyss
    Categoría Drama
    Rol con: [s1lence]

    En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse.

    Se enderezó con lentitud.

    El aire era espeso. El silencio lo era aún más.

    No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado.

    Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo.
    No por cansancio. No por miedo.

    Por costumbre.

    La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda.

    Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento.

    Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda.
    No con pasos.
    No con palabras.
    Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal.

    Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo.
    Otro tiempo.
    Otra voz.

    Entonces lo escuchó.
    Rol con: [s1lence] En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse. Se enderezó con lentitud. El aire era espeso. El silencio lo era aún más. No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado. Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo. No por cansancio. No por miedo. Por costumbre. La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda. Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento. Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda. No con pasos. No con palabras. Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal. Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo. Otro tiempo. Otra voz. Entonces lo escuchó.
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  • El abrazo de lo inexplicable
    Fandom OC, made in abyss
    Categoría Drama
    Rol con: [sinner_without_sin]

    La iglesia no tenía nombre para Nairis. En un país que no hablaba del Abismo, no tenía por qué tenerlo.

    Nairis había viajado sola, como siempre. El nombre del hombre le llegó a través de descripciones vagas, recogidas entre eruditos, curanderos y supersticiosos. “Un hombre que actúa solamente en nombre de Dios." "Parece conocer las sombras como si hubiera sido parte de ellas." "Lo inhumano no escapa de su agarre.".
    Eso fue suficiente.

    Esa tarde, la Cartógrafa del Silencio cruzó las puertas de la iglesia, con miradas posándose sobre ella. Se lo esperaba, sus pasos no emitían sonido alguno, su apariencia incitaba al misterio, su capa hondeaba con su caminar.
    Entre todo esto, vio al hombre del que había oído hablar, era una breve descripción, pero suficiente como para distinguirlo. Un hombre de pelo rojo, con rostro cuidado, como si la propia afrodita le hubiera otorgado esa belleza. Y sus ojos... Dos perlas azules color cielo, pero firmes, se podía sentir la sabiduría que emanaba con solo mirarlos.

    Nairis se mantuvo a unos metros, observándolo. Su silueta era inconfundible. La capa blanca parecía absorber los colores del entorno, volviéndose más oscura bajo la luz quebrada. Sus piernas, reforzadas con placas óseas y tendones artificiales, descansaban en tensión contenida, como si estuvieran listas para moverse al menor indicio de peligro. El silbato blanco, enroscado en su brazo como un fósil herido, latía silencioso con grietas viejas.

    El hombre parecía observarla con precaución, casi parecía juzgarla. Entonces la mujer alzó la voz.

    — Dicen que no hay ser que no conozcas o monstruo que escape de tu luz. — Su voz era suave, baja, la voz de quien había pasado entre el silencio y las sombras una gran parte de su vida.
    Rol con: [sinner_without_sin] La iglesia no tenía nombre para Nairis. En un país que no hablaba del Abismo, no tenía por qué tenerlo. Nairis había viajado sola, como siempre. El nombre del hombre le llegó a través de descripciones vagas, recogidas entre eruditos, curanderos y supersticiosos. “Un hombre que actúa solamente en nombre de Dios." "Parece conocer las sombras como si hubiera sido parte de ellas." "Lo inhumano no escapa de su agarre.". Eso fue suficiente. Esa tarde, la Cartógrafa del Silencio cruzó las puertas de la iglesia, con miradas posándose sobre ella. Se lo esperaba, sus pasos no emitían sonido alguno, su apariencia incitaba al misterio, su capa hondeaba con su caminar. Entre todo esto, vio al hombre del que había oído hablar, era una breve descripción, pero suficiente como para distinguirlo. Un hombre de pelo rojo, con rostro cuidado, como si la propia afrodita le hubiera otorgado esa belleza. Y sus ojos... Dos perlas azules color cielo, pero firmes, se podía sentir la sabiduría que emanaba con solo mirarlos. Nairis se mantuvo a unos metros, observándolo. Su silueta era inconfundible. La capa blanca parecía absorber los colores del entorno, volviéndose más oscura bajo la luz quebrada. Sus piernas, reforzadas con placas óseas y tendones artificiales, descansaban en tensión contenida, como si estuvieran listas para moverse al menor indicio de peligro. El silbato blanco, enroscado en su brazo como un fósil herido, latía silencioso con grietas viejas. El hombre parecía observarla con precaución, casi parecía juzgarla. Entonces la mujer alzó la voz. — Dicen que no hay ser que no conozcas o monstruo que escape de tu luz. — Su voz era suave, baja, la voz de quien había pasado entre el silencio y las sombras una gran parte de su vida.
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