• Tres cosas que defender:
    — Mi libertad, las historias y el alcohol.

    Tres cosas que controlar:
    — Mi bocota, las ganas de orinar y obsesión por investigar.

    Tres cosas que pensar:
    — Mitos, tal vez dormir... y comida.

    Tres cosas que decir:
    — "Kawabonga", "Tengo hambre", "¿Azul?"

    Tres cosas que evitar:
    — Estancarse, el aburrimiento, la monotonía.

    Tres cosas que desear:
    — Dinero, que Nairis deje de decirme inútil... ¿y ya dije alcohol?

    #TresCosas
    Tres cosas que defender: — Mi libertad, las historias y el alcohol. Tres cosas que controlar: — Mi bocota, las ganas de orinar y obsesión por investigar. Tres cosas que pensar: — Mitos, tal vez dormir... y comida. Tres cosas que decir: — "Kawabonga", "Tengo hambre", "¿Azul?" Tres cosas que evitar: — Estancarse, el aburrimiento, la monotonía. Tres cosas que desear: — Dinero, que Nairis deje de decirme inútil... ¿y ya dije alcohol? #TresCosas
    Me encocora
    Me gusta
    Me enjaja
    6
    1 turno 0 maullidos
  • En lo Profundo
    Fandom The Fucking Rangers
    Categoría Drama
    con Nairis de Tzelmúr

    Damian Rivas. Periodista independiente. 27 años. Solía cubrir casos de desapariciones y fenómenos paranormales. Seguido por nichos ocultistas. Un hombre solitario, algo paranoico. Curioso. Demasiado curioso y entrometido. Brillante, hasta que conoció a la persona equivocada. O lo que creyó que era una persona.

    Monster adoptó su rostro. Su voz. Su rutina. Ya se cumplen 17 días desde que mató a Damian, pulcro y preciso, asegurándose de no dejar nada más que el recuerdo difuso de alguien que “trabaja mucho” y “se aleja de todos”.

    - o - o -

    Una vez Nairis accede a acompañarle, el monstruo paga la cuenta sin hacer alarde. Lo hace con un gesto distraído, como si el dinero fuese un concepto sin importancia para él.

    La puerta de la cafetería se cierra tras ellos con un chirrido y el aire de la calle les recibe con ese sabor ácido de ciudad. Recorren unas pocas calles, sin prisa.

    — No es lejos de aquí, serán diez minutos andando.

    Un par de calles después, el paisaje cambia. Las luces se vuelven más débiles, las calles más sucias, el bullicio desaparece para dejar paso a murmullos y sirenas lejanas, puertas cerradas y barrotes en las ventas.

    La zona pobre de la ciudad.
    El corazón olvidado de la urbe.

    — Siempre me ha gustado esta parte de la ciudad. No por bonita, claro… Aquí la vida es honesta, cruda. Nadie se molesta en fingir.

    Mantiene la conversación ligera. Habla de trivialidades tanto como escucha cualquier retribución de su acompañante.

    — ¿Te molesta la decadencia? Hay gente que no soporta la fealdad cuando la perfección sabe a plástico. No me lo explico.

    Aquí las viviendas se amontonan unas sobre otras cual cuerpos sin sepultura. Edificios grises, viejos, cuya pintura se descascara como la piel de un leproso. No hay árboles. No hay flores. Solo concreto vandalizado y abandono.

    — La gente pinta cosas para sentirse inmortal —con un gesto, señala los gaffitis en la fachada del edificio— Y luego otros las borran para sentirse poderosos.

    Monster no pierde la amabilidad en su voz mientras se detiene frente a uno de esos edificios desgastados. Abre una reja oxidada y le guía por una escalera estrecha, húmeda, mal iluminada, apenas estable. Bajando un piso por debajo del nivel de la calle, llegan a una puerta metálica, marcada con el número 3B.

    — No es el sitio más bonito, lo sé —dice con una sonrisa torcida—, pero me permite estar cerca de la acción. No necesito más.

    Habla como si el entorno no importara más que un cuadro en la pared, como si tuviera sentido estar ahí.

    El departamento de Damian, ahora el del monstruo, es un monoambiente pequeño. Al entrar, lo primero que llega es el olor: una mezcla de humedad, tinta de impresora y ropa sin lavar. Desordenado pero funcional.

    Una mesa con papeles amontonados entre los que se cuentan cartas y facturas vencidas, un ordenador, varias pantallas, tazas sin lavar en el fregadero.

    Hay una cama sin hacer, un perchero con dos chaquetas, una estantería vencida repleta de libros sobre conspiraciones, teorías arcanas, tratados antiguos y una Biblia Negra.

    Ninguna ventana.
    Ni un rastro de sangre.
    Nada lujoso.
    Todo auténtico.

    Monster cierra la puerta tras Nairis y, por primera vez desde que la conoció, guarda silencio. Porque ahora está dentro. Y puede observar más de cerca.
    con [Nairis_La_Cartografa] Damian Rivas. Periodista independiente. 27 años. Solía cubrir casos de desapariciones y fenómenos paranormales. Seguido por nichos ocultistas. Un hombre solitario, algo paranoico. Curioso. Demasiado curioso y entrometido. Brillante, hasta que conoció a la persona equivocada. O lo que creyó que era una persona. Monster adoptó su rostro. Su voz. Su rutina. Ya se cumplen 17 días desde que mató a Damian, pulcro y preciso, asegurándose de no dejar nada más que el recuerdo difuso de alguien que “trabaja mucho” y “se aleja de todos”. - o - o - Una vez Nairis accede a acompañarle, el monstruo paga la cuenta sin hacer alarde. Lo hace con un gesto distraído, como si el dinero fuese un concepto sin importancia para él. La puerta de la cafetería se cierra tras ellos con un chirrido y el aire de la calle les recibe con ese sabor ácido de ciudad. Recorren unas pocas calles, sin prisa. — No es lejos de aquí, serán diez minutos andando. Un par de calles después, el paisaje cambia. Las luces se vuelven más débiles, las calles más sucias, el bullicio desaparece para dejar paso a murmullos y sirenas lejanas, puertas cerradas y barrotes en las ventas. La zona pobre de la ciudad. El corazón olvidado de la urbe. — Siempre me ha gustado esta parte de la ciudad. No por bonita, claro… Aquí la vida es honesta, cruda. Nadie se molesta en fingir. Mantiene la conversación ligera. Habla de trivialidades tanto como escucha cualquier retribución de su acompañante. — ¿Te molesta la decadencia? Hay gente que no soporta la fealdad cuando la perfección sabe a plástico. No me lo explico. Aquí las viviendas se amontonan unas sobre otras cual cuerpos sin sepultura. Edificios grises, viejos, cuya pintura se descascara como la piel de un leproso. No hay árboles. No hay flores. Solo concreto vandalizado y abandono. — La gente pinta cosas para sentirse inmortal —con un gesto, señala los gaffitis en la fachada del edificio— Y luego otros las borran para sentirse poderosos. Monster no pierde la amabilidad en su voz mientras se detiene frente a uno de esos edificios desgastados. Abre una reja oxidada y le guía por una escalera estrecha, húmeda, mal iluminada, apenas estable. Bajando un piso por debajo del nivel de la calle, llegan a una puerta metálica, marcada con el número 3B. — No es el sitio más bonito, lo sé —dice con una sonrisa torcida—, pero me permite estar cerca de la acción. No necesito más. Habla como si el entorno no importara más que un cuadro en la pared, como si tuviera sentido estar ahí. El departamento de Damian, ahora el del monstruo, es un monoambiente pequeño. Al entrar, lo primero que llega es el olor: una mezcla de humedad, tinta de impresora y ropa sin lavar. Desordenado pero funcional. Una mesa con papeles amontonados entre los que se cuentan cartas y facturas vencidas, un ordenador, varias pantallas, tazas sin lavar en el fregadero. Hay una cama sin hacer, un perchero con dos chaquetas, una estantería vencida repleta de libros sobre conspiraciones, teorías arcanas, tratados antiguos y una Biblia Negra. Ninguna ventana. Ni un rastro de sangre. Nada lujoso. Todo auténtico. Monster cierra la puerta tras Nairis y, por primera vez desde que la conoció, guarda silencio. Porque ahora está dentro. Y puede observar más de cerca.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me encocora
    Me gusta
    Me endiabla
    7
    34 turnos 0 maullidos
  • The Cursed Forest - The Appalachians
    Fandom Jujutsu Kaisen/Made in Abyss.
    Categoría Suspenso
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Montes Apalaches, 17:44 hs
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Entrada Noreste.

    ⠀⠀El bus los dejó en un camino de tierra con más baches que sentido. El aire olía a hojas muertas, humedad antigua… y algo más. Algo que no tenía olor, pero que raspaba el alma si se respiraba demasiado hondo.

    ⠀⠀El maleficio, el poder corrupto, aquella creadora de desgracias y los hechiceros, aquel rubio era uno. Y su compañera a su lado, una buscadora que nació en el útero de la energía maldita.
    ⠀⠀No por nada este lugar, era objetivo de leyendas. Desde duendes hasta hombres lobo, el bestiario no parecía tener final.

    ⠀⠀Desde aquella promesa infundada sobre un viaje acompañado, trazando un camino de amistad sobre los aventureros que decidieron acompañar sus aventuras, hombro a hombro. Este era el primer paso para dar con ese objetivo: ya que Tascio era un gran luchador, era un pésimo sobreviviente. Muchas veces sobrevivía por suerte y por voluntad más que por costumbre o planificación.
    ⠀⠀⸻ "¿Me trajiste a los Montes Apalaches para aprender a sobrevivir?" ⸻ Interrogó, estuvo en ese lugar varias veces, pero nunca se adentraba de noche, no era tonto, por más payaso que fuere. No por miedo, sino precaución, la orientación era algo importante para sobrevivir.

    ⠀⠀Mirando el lado bueno, tendría bastante contenido para su diario y bestiario.
    ⠀⠀Miró a la cartógrafa, indiferente, sus manos yacían en sus bolsillos. Esperando su orden para avanzar.

    Nairis de Tzelmúr
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Montes Apalaches, 17:44 hs ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Entrada Noreste. ⠀ ⠀⠀El bus los dejó en un camino de tierra con más baches que sentido. El aire olía a hojas muertas, humedad antigua… y algo más. Algo que no tenía olor, pero que raspaba el alma si se respiraba demasiado hondo. ⠀⠀El maleficio, el poder corrupto, aquella creadora de desgracias y los hechiceros, aquel rubio era uno. Y su compañera a su lado, una buscadora que nació en el útero de la energía maldita. ⠀⠀No por nada este lugar, era objetivo de leyendas. Desde duendes hasta hombres lobo, el bestiario no parecía tener final. ⠀⠀Desde aquella promesa infundada sobre un viaje acompañado, trazando un camino de amistad sobre los aventureros que decidieron acompañar sus aventuras, hombro a hombro. Este era el primer paso para dar con ese objetivo: ya que Tascio era un gran luchador, era un pésimo sobreviviente. Muchas veces sobrevivía por suerte y por voluntad más que por costumbre o planificación. ⠀⠀⸻ "¿Me trajiste a los Montes Apalaches para aprender a sobrevivir?" ⸻ Interrogó, estuvo en ese lugar varias veces, pero nunca se adentraba de noche, no era tonto, por más payaso que fuere. No por miedo, sino precaución, la orientación era algo importante para sobrevivir. ⠀⠀Mirando el lado bueno, tendría bastante contenido para su diario y bestiario. ⠀⠀Miró a la cartógrafa, indiferente, sus manos yacían en sus bolsillos. Esperando su orden para avanzar. ⠀ [Nairis_La_Cartografa]
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    2
    26 turnos 0 maullidos
  • Cuando dos sombras se cruzan.
    Fandom OC, made in abyss, JJK
    Categoría Acción
    Rol con: Tascio A Echeverri

    La ciudad respiraba con dificultad.

    No era una urbe viva, sino un cadáver habitado por rutina y arquitectura marchita. Bajo su cielo de concreto enfermo, Nairis caminaba. El bastón de obsidiana rozaba el suelo con un eco metálico, y su silueta, parecía una sombra que había olvidado a qué cuerpo pertenecía.

    Las calles estaban vacías, pero no tranquilas.

    Ella sentía los pensamientos atrapados en las paredes: remordimientos no exorcizados, hambre, violencia suspendida en los cristales de cada ventana. No necesitaba ojos para verlos. El Abismo susurraba en los huesos de la ciudad y en los suyos propios. Había algo podrido muy cerca.

    Y entonces, lo sintió.

    Un giro repentino en la densidad del aire, como si el mundo respirara hacia adentro para contener un vómito. Entonces, su visión se volvió negra.
    Su cuerpo se movió por si solo.
    Se agachó, esquivando el impacto de algo desconocido para Nairis.

    Al recuperar la vista, la pared que tenía a su lado parecía haber recibido el impacto de algo enorme. Casi por instinto, tomó su máscara y se la puso, entonces la vio.

    Era una criatura sin simetría, hecha de piel industrial y dientes sin mandíbula, arrastrando una lengua que recogía escombros y culpa. Tenía la forma del abandono, el olor del abandono, y los ojos del abandono. No se lanzó a gritar. Simplemente la reconoció.

    Y la atacó.

    Su expresión no cambió, Nairis giró la cabeza con lentitud antinatural. No hizo ademán de defensa, ni evocó palabra alguna. La criatura se abalanzó, y entonces la ciudad misma cambió de ritmo: cada cartel parpadeó en disonancia, las luces de neón se ahogaron, y el sonido de los pasos de la maldición fue devorado por un silencio espeso.

    Del vacío entre edificios... cayó una figura.
    Rol con: [demon_of_spirits] La ciudad respiraba con dificultad. No era una urbe viva, sino un cadáver habitado por rutina y arquitectura marchita. Bajo su cielo de concreto enfermo, Nairis caminaba. El bastón de obsidiana rozaba el suelo con un eco metálico, y su silueta, parecía una sombra que había olvidado a qué cuerpo pertenecía. Las calles estaban vacías, pero no tranquilas. Ella sentía los pensamientos atrapados en las paredes: remordimientos no exorcizados, hambre, violencia suspendida en los cristales de cada ventana. No necesitaba ojos para verlos. El Abismo susurraba en los huesos de la ciudad y en los suyos propios. Había algo podrido muy cerca. Y entonces, lo sintió. Un giro repentino en la densidad del aire, como si el mundo respirara hacia adentro para contener un vómito. Entonces, su visión se volvió negra. Su cuerpo se movió por si solo. Se agachó, esquivando el impacto de algo desconocido para Nairis. Al recuperar la vista, la pared que tenía a su lado parecía haber recibido el impacto de algo enorme. Casi por instinto, tomó su máscara y se la puso, entonces la vio. Era una criatura sin simetría, hecha de piel industrial y dientes sin mandíbula, arrastrando una lengua que recogía escombros y culpa. Tenía la forma del abandono, el olor del abandono, y los ojos del abandono. No se lanzó a gritar. Simplemente la reconoció. Y la atacó. Su expresión no cambió, Nairis giró la cabeza con lentitud antinatural. No hizo ademán de defensa, ni evocó palabra alguna. La criatura se abalanzó, y entonces la ciudad misma cambió de ritmo: cada cartel parpadeó en disonancia, las luces de neón se ahogaron, y el sonido de los pasos de la maldición fue devorado por un silencio espeso. Del vacío entre edificios... cayó una figura.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Terminado
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    Me emputece
    4
    28 turnos 0 maullidos
  • Donde la piedra respira.
    Fandom OC, made in abyss
    Categoría Drama
    Rol con: 🜃 ᴇ ᴄ ᴏ 🜃

    En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse.

    Se enderezó con lentitud.

    El aire era espeso. El silencio lo era aún más.

    No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado.

    Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo.
    No por cansancio. No por miedo.

    Por costumbre.

    La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda.

    Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento.

    Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda.
    No con pasos.
    No con palabras.
    Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal.

    Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo.
    Otro tiempo.
    Otra voz.

    Entonces lo escuchó.
    Rol con: [s1lence] En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse. Se enderezó con lentitud. El aire era espeso. El silencio lo era aún más. No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado. Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo. No por cansancio. No por miedo. Por costumbre. La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda. Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento. Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda. No con pasos. No con palabras. Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal. Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo. Otro tiempo. Otra voz. Entonces lo escuchó.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Terminado
    Me encocora
    Me gusta
    Me endiabla
    Me shockea
    5
    12 turnos 0 maullidos
  • El abrazo de lo inexplicable
    Fandom OC, made in abyss
    Categoría Drama
    Rol con: [sinner_without_sin]

    La iglesia no tenía nombre para Nairis. En un país que no hablaba del Abismo, no tenía por qué tenerlo.

    Nairis había viajado sola, como siempre. El nombre del hombre le llegó a través de descripciones vagas, recogidas entre eruditos, curanderos y supersticiosos. “Un hombre que actúa solamente en nombre de Dios." "Parece conocer las sombras como si hubiera sido parte de ellas." "Lo inhumano no escapa de su agarre.".
    Eso fue suficiente.

    Esa tarde, la Cartógrafa del Silencio cruzó las puertas de la iglesia, con miradas posándose sobre ella. Se lo esperaba, sus pasos no emitían sonido alguno, su apariencia incitaba al misterio, su capa hondeaba con su caminar.
    Entre todo esto, vio al hombre del que había oído hablar, era una breve descripción, pero suficiente como para distinguirlo. Un hombre de pelo rojo, con rostro cuidado, como si la propia afrodita le hubiera otorgado esa belleza. Y sus ojos... Dos perlas azules color cielo, pero firmes, se podía sentir la sabiduría que emanaba con solo mirarlos.

    Nairis se mantuvo a unos metros, observándolo. Su silueta era inconfundible. La capa blanca parecía absorber los colores del entorno, volviéndose más oscura bajo la luz quebrada. Sus piernas, reforzadas con placas óseas y tendones artificiales, descansaban en tensión contenida, como si estuvieran listas para moverse al menor indicio de peligro. El silbato blanco, enroscado en su brazo como un fósil herido, latía silencioso con grietas viejas.

    El hombre parecía observarla con precaución, casi parecía juzgarla. Entonces la mujer alzó la voz.

    — Dicen que no hay ser que no conozcas o monstruo que escape de tu luz. — Su voz era suave, baja, la voz de quien había pasado entre el silencio y las sombras una gran parte de su vida.
    Rol con: [sinner_without_sin] La iglesia no tenía nombre para Nairis. En un país que no hablaba del Abismo, no tenía por qué tenerlo. Nairis había viajado sola, como siempre. El nombre del hombre le llegó a través de descripciones vagas, recogidas entre eruditos, curanderos y supersticiosos. “Un hombre que actúa solamente en nombre de Dios." "Parece conocer las sombras como si hubiera sido parte de ellas." "Lo inhumano no escapa de su agarre.". Eso fue suficiente. Esa tarde, la Cartógrafa del Silencio cruzó las puertas de la iglesia, con miradas posándose sobre ella. Se lo esperaba, sus pasos no emitían sonido alguno, su apariencia incitaba al misterio, su capa hondeaba con su caminar. Entre todo esto, vio al hombre del que había oído hablar, era una breve descripción, pero suficiente como para distinguirlo. Un hombre de pelo rojo, con rostro cuidado, como si la propia afrodita le hubiera otorgado esa belleza. Y sus ojos... Dos perlas azules color cielo, pero firmes, se podía sentir la sabiduría que emanaba con solo mirarlos. Nairis se mantuvo a unos metros, observándolo. Su silueta era inconfundible. La capa blanca parecía absorber los colores del entorno, volviéndose más oscura bajo la luz quebrada. Sus piernas, reforzadas con placas óseas y tendones artificiales, descansaban en tensión contenida, como si estuvieran listas para moverse al menor indicio de peligro. El silbato blanco, enroscado en su brazo como un fósil herido, latía silencioso con grietas viejas. El hombre parecía observarla con precaución, casi parecía juzgarla. Entonces la mujer alzó la voz. — Dicen que no hay ser que no conozcas o monstruo que escape de tu luz. — Su voz era suave, baja, la voz de quien había pasado entre el silencio y las sombras una gran parte de su vida.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me enjaja
    Me endiabla
    2
    0 turnos 0 maullidos
Patrocinados