• kori le daba algunos insectos a su nueva araña mascota y se entretenía viéndola cazar, el pelinegro dio una sonrisa y cerro el terrario donde la tenia

    "-bon a petit pequeña...-"
    kori le daba algunos insectos a su nueva araña mascota y se entretenía viéndola cazar, el pelinegro dio una sonrisa y cerro el terrario donde la tenia "-bon a petit pequeña...-"
    Me encocora
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • kori se encontraba observando su granja de sanguijuelas, contándolas una a una, parecía bastante absorto en eso..
    "-... ¿es posible que alguien se llevara una de mis mascotas? ayer eran 10 y ahora 9-"
    kori se encontraba observando su granja de sanguijuelas, contándolas una a una, parecía bastante absorto en eso.. "-... ¿es posible que alguien se llevara una de mis mascotas? ayer eran 10 y ahora 9-"
    Me shockea
    Me gusta
    4
    19 turnos 0 maullidos
  • Ellos sí que son fieles y te dan su amor incondicional. *Sonríe y acaricia a su mascota* Los humanos deberían de aprender de ellos. Porque no te mienten, ni te rompen el corazón. Feliz día de los animales.
    Ellos sí que son fieles y te dan su amor incondicional. *Sonríe y acaricia a su mascota* Los humanos deberían de aprender de ellos. Porque no te mienten, ni te rompen el corazón. Feliz día de los animales.
    Me encocora
    Me gusta
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • — ¿Recuerdas a tu primer mascota? La mía era una coneja blanca, se llamaba Haku. ¿Ves esta cicatriz en mi dedo? Es un recuerdo suyo, le gustaba morderme cuando le daba zanahorias o apios. —
    — ¿Recuerdas a tu primer mascota? La mía era una coneja blanca, se llamaba Haku. ¿Ves esta cicatriz en mi dedo? Es un recuerdo suyo, le gustaba morderme cuando le daba zanahorias o apios. —
    Me encocora
    Me gusta
    Me enjaja
    6
    1 turno 0 maullidos
  • -Tú ser...señor...bigotes....

    Dijo el chico lobo con satisfacción. Había tomado uno de los encargos del tablón en Mondstadt, encontrar un gato extraviado de un niño, le gustaba ayudar de vez en cuando y, por supuesto ganarse unas cuantas moras, después de todo, con ayuda de su olfato le resultaba fácil encontrar mascotas perdidas.

    -...Aquí tener a señor bigotes...

    Le dijo al pequeño que había puesto el cartel de un gato lo mejor dibujado posible para un niño de 6 años. El infante tomó al gato en brazos alegre mientras su madre agradecía a Razor y, como el cartel decía, le dio el pago correspondiente. Razor tomó el dinero y se despidió con una sonrisa en brazos.

    -Moras...moras...Razor tener moras.... -Aunque él casi no gastaba le gustaba ganar su propio dinero-
    -Tú ser...señor...bigotes.... Dijo el chico lobo con satisfacción. Había tomado uno de los encargos del tablón en Mondstadt, encontrar un gato extraviado de un niño, le gustaba ayudar de vez en cuando y, por supuesto ganarse unas cuantas moras, después de todo, con ayuda de su olfato le resultaba fácil encontrar mascotas perdidas. -...Aquí tener a señor bigotes... Le dijo al pequeño que había puesto el cartel de un gato lo mejor dibujado posible para un niño de 6 años. El infante tomó al gato en brazos alegre mientras su madre agradecía a Razor y, como el cartel decía, le dio el pago correspondiente. Razor tomó el dinero y se despidió con una sonrisa en brazos. -Moras...moras...Razor tener moras.... -Aunque él casi no gastaba le gustaba ganar su propio dinero-
    0 turnos 0 maullidos
  • *Agarrandose al brazo de [Blue_eyes_son] * Venga vamos a la granja a recoger cosas para Noviembre. *Le hace un puchero* Prometo no adoptar a ninguna mascota.
    *Agarrandose al brazo de [Blue_eyes_son] * Venga vamos a la granja a recoger cosas para Noviembre. *Le hace un puchero* Prometo no adoptar a ninguna mascota.
    Me gusta
    Me encocora
    7
    34 turnos 0 maullidos
  • ──── 𝘔𝘪 𝘱𝘦𝘳𝘳𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘰, 𝘦𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘫𝘦𝘤𝘪𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳é 𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘣𝘰𝘯𝘪𝘵𝘰. ──── ♡

    ||• Las dos caras de Santiago son curiosas de por sí; Una es un mafioso, un asesino, demonio despiadado, depresivo y sin escrúpulos. Y luego esta la otra parte que es la linda de él donde es un viejito amigable y amoroso. Viudo, un padre y que vive solo con sus hijos que en realidad son sus mascotas. [♡]
    ──── 𝘔𝘪 𝘱𝘦𝘳𝘳𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘰, 𝘦𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘫𝘦𝘤𝘪𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳é 𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘣𝘰𝘯𝘪𝘵𝘰. ──── ♡ ||• Las dos caras de Santiago son curiosas de por sí; Una es un mafioso, un asesino, demonio despiadado, depresivo y sin escrúpulos. Y luego esta la otra parte que es la linda de él donde es un viejito amigable y amoroso. Viudo, un padre y que vive solo con sus hijos que en realidad son sus mascotas. [♡]
    Me encocora
    Me gusta
    24
    21 turnos 0 maullidos
  • Me volví mascota de Phrovona... Pobre de mi, no se lo que me hará.
    Me volví mascota de Phrovona... Pobre de mi, no se lo que me hará.
    Me shockea
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Fragmentos de un mundo que no me pertenece
    Fandom OC
    Categoría Original
    El aire nocturno de la ciudad olía a hierro y humo, nada que ver con el frío limpio de los bosques nevados. Lysander caminaba por un callejón húmedo, la capucha cubriéndole el rostro y sus ojos brillando con ese reflejo sobrenatural que tanto esfuerzo le costaba ocultar. A su lado, enroscada alrededor de su brazo, la serpiente siseaba con un tono casi burlón.

    —“No perteneces aquí, Lysander. Estos humanos te miran como a un extraño, aunque no lo sepan.”
    —Lo sé… —murmuró él, apretando los puños—. Pero tampoco pertenezco allá arriba… y tú lo sabes.

    La voz se le quebró, apenas un susurro, cargado de frustración. Era cierto: en el cielo lo miraban como un error, un híbrido mal concebido; en la tierra, era un monstruo oculto entre multitudes.

    Una botella rota crujió bajo sus botas. El callejón no estaba vacío. Tres figuras emergieron de la penumbra, hombres de rostro áspero, con sonrisas que mezclaban burla y amenaza.

    —Eh, chico raro… —dijo uno de ellos, alzando un bate—. ¿Qué haces solo en esta parte de la ciudad? Parece que te perdiste…

    Lysander respiró hondo. “No pierdas el control, no pierdas el control…” repitió para sí mismo, recordando las palabras de su madre.

    —No quiero problemas. Déjenme pasar.

    Los hombres rieron, acercándose más. La serpiente siseó, enroscándose hasta su cuello.

    —Míralo, hasta tiene mascota. Qué adorable. —escupió otro, avanzando—. ¿Sabes cuánto puede valer esa piel en el mercado?

    El corazón de Lysander latió con furia. Sus alas invisibles —esas que siempre ocultaba en el mundo humano— parecieron presionar desde dentro, rogando por desplegarse. Sus ojos brillaron más, dorados, como brasas encendidas.

    —Dije… que no quiero problemas. —su voz retumbó, grave, casi no humana.

    El silencio cayó por un instante, pero el primero soltó una carcajada y levantó el bate para golpear. Fue el error más grande que pudo cometer.

    En un movimiento fluido, Lysander lo detuvo, la madera del bate crujiendo bajo la presión de su mano. El hombre apenas tuvo tiempo de gritar antes de ser lanzado contra la pared con fuerza sobrenatural. Los otros dos retrocedieron, pero Lysander ya había dado un paso al frente, la serpiente siseando en sincronía con su respiración.

    —Les advertí… —susurró, y sus ojos se encendieron como brasas al viento.

    Uno intentó correr, pero el híbrido lo sujetó de la chaqueta y lo estampó contra el suelo, la sangre tiñendo el cemento húmedo. El último quedó paralizado, temblando, observando cómo el muchacho que parecía perdido se transformaba en un ser de sombras y luz, un ángel y un demonio al mismo tiempo.

    —Váyanse de mi vista. —dijo finalmente, liberando al único que aún respiraba. Su voz sonó como un juicio, como si cada palabra pesara toneladas.

    El hombre huyó tambaleando, dejando un rastro de miedo tras de sí. Lysander se quedó quieto, respirando con dificultad, mirando sus propias manos manchadas de sangre.

    —“No eres como ellos, pero tampoco como los otros. ¿Cuánto más podrás contenerte?” —preguntó la serpiente, con un siseo casi paternal.

    Lysander se dejó caer contra la pared del callejón, mirando el cielo apenas visible entre los edificios.

    —No lo sé… —susurró, con un hilo de voz—. No lo sé…

    Y por un instante, el chico que era un híbrido celestial y tengu se sintió exactamente lo que los demás veían en él: un extraño perdido en un mundo que nunca lo aceptaría del todo.
    El aire nocturno de la ciudad olía a hierro y humo, nada que ver con el frío limpio de los bosques nevados. Lysander caminaba por un callejón húmedo, la capucha cubriéndole el rostro y sus ojos brillando con ese reflejo sobrenatural que tanto esfuerzo le costaba ocultar. A su lado, enroscada alrededor de su brazo, la serpiente siseaba con un tono casi burlón. —“No perteneces aquí, Lysander. Estos humanos te miran como a un extraño, aunque no lo sepan.” —Lo sé… —murmuró él, apretando los puños—. Pero tampoco pertenezco allá arriba… y tú lo sabes. La voz se le quebró, apenas un susurro, cargado de frustración. Era cierto: en el cielo lo miraban como un error, un híbrido mal concebido; en la tierra, era un monstruo oculto entre multitudes. Una botella rota crujió bajo sus botas. El callejón no estaba vacío. Tres figuras emergieron de la penumbra, hombres de rostro áspero, con sonrisas que mezclaban burla y amenaza. —Eh, chico raro… —dijo uno de ellos, alzando un bate—. ¿Qué haces solo en esta parte de la ciudad? Parece que te perdiste… Lysander respiró hondo. “No pierdas el control, no pierdas el control…” repitió para sí mismo, recordando las palabras de su madre. —No quiero problemas. Déjenme pasar. Los hombres rieron, acercándose más. La serpiente siseó, enroscándose hasta su cuello. —Míralo, hasta tiene mascota. Qué adorable. —escupió otro, avanzando—. ¿Sabes cuánto puede valer esa piel en el mercado? El corazón de Lysander latió con furia. Sus alas invisibles —esas que siempre ocultaba en el mundo humano— parecieron presionar desde dentro, rogando por desplegarse. Sus ojos brillaron más, dorados, como brasas encendidas. —Dije… que no quiero problemas. —su voz retumbó, grave, casi no humana. El silencio cayó por un instante, pero el primero soltó una carcajada y levantó el bate para golpear. Fue el error más grande que pudo cometer. En un movimiento fluido, Lysander lo detuvo, la madera del bate crujiendo bajo la presión de su mano. El hombre apenas tuvo tiempo de gritar antes de ser lanzado contra la pared con fuerza sobrenatural. Los otros dos retrocedieron, pero Lysander ya había dado un paso al frente, la serpiente siseando en sincronía con su respiración. —Les advertí… —susurró, y sus ojos se encendieron como brasas al viento. Uno intentó correr, pero el híbrido lo sujetó de la chaqueta y lo estampó contra el suelo, la sangre tiñendo el cemento húmedo. El último quedó paralizado, temblando, observando cómo el muchacho que parecía perdido se transformaba en un ser de sombras y luz, un ángel y un demonio al mismo tiempo. —Váyanse de mi vista. —dijo finalmente, liberando al único que aún respiraba. Su voz sonó como un juicio, como si cada palabra pesara toneladas. El hombre huyó tambaleando, dejando un rastro de miedo tras de sí. Lysander se quedó quieto, respirando con dificultad, mirando sus propias manos manchadas de sangre. —“No eres como ellos, pero tampoco como los otros. ¿Cuánto más podrás contenerte?” —preguntó la serpiente, con un siseo casi paternal. Lysander se dejó caer contra la pared del callejón, mirando el cielo apenas visible entre los edificios. —No lo sé… —susurró, con un hilo de voz—. No lo sé… Y por un instante, el chico que era un híbrido celestial y tengu se sintió exactamente lo que los demás veían en él: un extraño perdido en un mundo que nunca lo aceptaría del todo.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    Me entristece
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • ⠀⠀⠀⠀El silencio en la mansión era profundo, pero no se sentía como paz. Se sentía como la calma tensa de un lugar que aún guardaba secretos. Kazuha deambulaba por los pasillos vacíos, el arrastre de sus pantuflas contra el piso de madera envejecida era el único sonido que interrumpía aquel silencio. Pero no estaba sola.

    ⠀⠀⠀⠀Kazuha descendió por la escalera imperial, se quitó las pantuflas y caminó descalza sobre la alfombra. Una corriente de aire frío corría por el suelo del vestíbulo. No era el frío del otoño, era el frío de otro sitio.

    ⠀⠀⠀⠀En el oscuro rincón, la criatura se retorcía, absorbiendo la luz de su alrededor. No tenía una forma definida, era una masa de sombras y susurros, de dientes demasiado largos, y ojos pálidos que la observaban. No la atacaba. Era una de las inofensivas, o al menos, una de las que habían aprendido a no acercarse demasiado. Desde que Kazuha había vuelto, aquella cosa había emergido de entre los planos y se había instalado como si fuera un mueble más, y uno bastante grotesco.

    ⠀⠀⠀⠀Ella pasó junto a la criatura con indiferencia, vertiendo un poco de vodka en una copa.

    —¿Otra vez tú? —murmuró, no hacia la criatura, hacia la oscuridad en general— pensé que te había dicho que la próxima vez que me siguieras te convertiría en tapete... —dijo, mientras se sentaba en el sofá polvoriento— Mentí, claro. Eres demasiado horrorosa como para decorar

    ⠀⠀⠀⠀La criatura emitió un sonido que era a la vez como el crujido de un insecto y el llanto de un niño. Kazuha ni se inmutó, solo bebió un trago largo de su bebida, pero sus sentidos permanecían alerta, no por miedo, por costumbre. No todas eran así de dóciles. Algunas solo observaban. Otras... atacaban. Y otras tantas, las mas astutas, esperaban que bajara la guardia para recordarle que su existencia y su magia eran un banquete para ellas.

    ⠀⠀⠀⠀Esta no era la primera. Tampoco sería la última. Su magia era como un faro en la niebla para todo lo que era rechazado, roto o hambriento. Era como un imán, y la basura del universo sobrenatural siempre acababa pegándose a ella.

    ⠀⠀⠀⠀A veces se preguntaba sí, en otra vida tal vez, ella y esas criaturas habrían sido amigas. Pero en esta solo eran como acompañantes obligados por un destino retorcido.

    —¡No me mires así! —la regañó como si se tratara de una mascota, finalmente volviéndose para enfrentar la masa de sombras— Tu hambre es aburrida. ¡Predecible! —se quejó— Si quieres quedarte, al menos vuélvete útil. Limpia la mugre de la casa, lame el polvo de los marcos de la ventana, o algo.

    ⠀⠀⠀⠀La criatura parpadeó. Era así de triste, incluso los horrores de otros planos a veces encontraban sus días monótonos. Y ese era el precio de su poder, ser el centro de todo un ecosistema de pesadillas, dónde algunas querían arrimarse al calor del caos, y otras, devorar la fuente.
    ⠀⠀⠀⠀El silencio en la mansión era profundo, pero no se sentía como paz. Se sentía como la calma tensa de un lugar que aún guardaba secretos. Kazuha deambulaba por los pasillos vacíos, el arrastre de sus pantuflas contra el piso de madera envejecida era el único sonido que interrumpía aquel silencio. Pero no estaba sola. ⠀⠀⠀⠀Kazuha descendió por la escalera imperial, se quitó las pantuflas y caminó descalza sobre la alfombra. Una corriente de aire frío corría por el suelo del vestíbulo. No era el frío del otoño, era el frío de otro sitio. ⠀⠀⠀⠀En el oscuro rincón, la criatura se retorcía, absorbiendo la luz de su alrededor. No tenía una forma definida, era una masa de sombras y susurros, de dientes demasiado largos, y ojos pálidos que la observaban. No la atacaba. Era una de las inofensivas, o al menos, una de las que habían aprendido a no acercarse demasiado. Desde que Kazuha había vuelto, aquella cosa había emergido de entre los planos y se había instalado como si fuera un mueble más, y uno bastante grotesco. ⠀⠀⠀⠀Ella pasó junto a la criatura con indiferencia, vertiendo un poco de vodka en una copa. —¿Otra vez tú? —murmuró, no hacia la criatura, hacia la oscuridad en general— pensé que te había dicho que la próxima vez que me siguieras te convertiría en tapete... —dijo, mientras se sentaba en el sofá polvoriento— Mentí, claro. Eres demasiado horrorosa como para decorar ⠀⠀⠀⠀La criatura emitió un sonido que era a la vez como el crujido de un insecto y el llanto de un niño. Kazuha ni se inmutó, solo bebió un trago largo de su bebida, pero sus sentidos permanecían alerta, no por miedo, por costumbre. No todas eran así de dóciles. Algunas solo observaban. Otras... atacaban. Y otras tantas, las mas astutas, esperaban que bajara la guardia para recordarle que su existencia y su magia eran un banquete para ellas. ⠀⠀⠀⠀Esta no era la primera. Tampoco sería la última. Su magia era como un faro en la niebla para todo lo que era rechazado, roto o hambriento. Era como un imán, y la basura del universo sobrenatural siempre acababa pegándose a ella. ⠀⠀⠀⠀A veces se preguntaba sí, en otra vida tal vez, ella y esas criaturas habrían sido amigas. Pero en esta solo eran como acompañantes obligados por un destino retorcido. —¡No me mires así! —la regañó como si se tratara de una mascota, finalmente volviéndose para enfrentar la masa de sombras— Tu hambre es aburrida. ¡Predecible! —se quejó— Si quieres quedarte, al menos vuélvete útil. Limpia la mugre de la casa, lame el polvo de los marcos de la ventana, o algo. ⠀⠀⠀⠀La criatura parpadeó. Era así de triste, incluso los horrores de otros planos a veces encontraban sus días monótonos. Y ese era el precio de su poder, ser el centro de todo un ecosistema de pesadillas, dónde algunas querían arrimarse al calor del caos, y otras, devorar la fuente.
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados