• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //F R I E N D L Y R E M I N D E R

    Cosas sobre Yuii. Yuii tiene una salud curiosita, aparte de eso tiene sus cositas que no he desarrollado mucho por aquí pero están en la ficha completa que no publique ASKJDASKLDJAKLSDJ (Después de todo, es mas una guía para que no se me olviden las cosas).

    Ahora un hecho canon de Yuiichi y una curiosidad:

    Yuiichi le gusta mucho Chainsaw Man, él va al día con el manga.

    la curiosidad es que el nombre esta mal traducido al español, en realidad se escribiría como Yuuichi o Yūichi, pero se me antojo escribirlo mal, pido perdón públicamente. Aun así, sigue escribiéndose con el Kanji de "Amable" (優) este)
    //F R I E N D L Y R E M I N D E R Cosas sobre Yuii. Yuii tiene una salud curiosita, aparte de eso tiene sus cositas que no he desarrollado mucho por aquí pero están en la ficha completa que no publique ASKJDASKLDJAKLSDJ (Después de todo, es mas una guía para que no se me olviden las cosas). Ahora un hecho canon de Yuiichi y una curiosidad: Yuiichi le gusta mucho Chainsaw Man, él va al día con el manga. la curiosidad es que el nombre esta mal traducido al español, en realidad se escribiría como Yuuichi o Yūichi, pero se me antojo escribirlo mal, pido perdón públicamente. Aun así, sigue escribiéndose con el Kanji de "Amable" (優) este)
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  • -En su cautiverio, sus pensamientos eran lo único que tenía libertad. La seguridad del hotel iba cuesta abajo y tenía que ganar tiempo. VOX Overlord podía tenerme esclavizado sus aires de superioridad nublaban su coeficiente, del cabeza plana y me venía muy bien dejar que se pavonee y siga humillándome más. Mas mis ojos no perdían el brillo de OJO POR OJO, y sabía que me cobraría todas esas humillaciones. Unos cables rodearon mi cuerpo, controlando mis movimientos. Tomé una bocanada de aire y empecé a cantar. La transmisión se hacía ver en todos los anillos del infierno. Mi canto perforaba el alma del oyente que conectara con el mensaje. Era mi as bajo la manga, pero mis pensamientos me reconfortaban con las imágenes de mis esposos. Sabía que Dante cuidaría bien de los niños en mi ausencia.-


    Activen los subtitulos si no saben Taka Taka jxjxjxjx ◖⁠⚆⁠ᴥ⁠⚆⁠◗//


    https://youtu.be/_kIkKwhmnTo?si=i7zMZ9S5keHiVb78
    -En su cautiverio, sus pensamientos eran lo único que tenía libertad. La seguridad del hotel iba cuesta abajo y tenía que ganar tiempo. [VOX_Vees] podía tenerme esclavizado sus aires de superioridad nublaban su coeficiente, del cabeza plana y me venía muy bien dejar que se pavonee y siga humillándome más. Mas mis ojos no perdían el brillo de OJO POR OJO, y sabía que me cobraría todas esas humillaciones. Unos cables rodearon mi cuerpo, controlando mis movimientos. Tomé una bocanada de aire y empecé a cantar. La transmisión se hacía ver en todos los anillos del infierno. Mi canto perforaba el alma del oyente que conectara con el mensaje. Era mi as bajo la manga, pero mis pensamientos me reconfortaban con las imágenes de mis esposos. Sabía que Dante cuidaría bien de los niños en mi ausencia.- Activen los subtitulos si no saben Taka Taka jxjxjxjx ◖⁠⚆⁠ᴥ⁠⚆⁠◗// https://youtu.be/_kIkKwhmnTo?si=i7zMZ9S5keHiVb78
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  • MÓNACO: Un Verano Sin Ti.
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    ⤷ ゛𝙲𝚑𝚒𝚌𝚊𝚐𝚘 – 𝙻𝚘𝚞𝚒𝚜 𝚃𝚘𝚖𝚕𝚒𝚗𝚜𝚘𝚗 ˎˊ˗

    ᴜꜱꜱᴇʀ ʀᴏʟ:
    ╰─ ─╮
    ˚₊ ˚ ‧₊ .:・˚₊ ˚ ‧╰┈➤ 𝕯𝖊𝖗𝖆𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑

    𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ

    ℰ𝓃𝓉𝓇𝒶𝒹𝒶 𝒹ℯ𝓁 𝒹𝒾𝒶𝓇𝒾ℴ | ᪐ƽ 𝒹ℯ 𝒜ℊℴ𝓈𝓉ℴ

    Si hay algo que extraño de mi niñez, sin duda alguna serían los veranos en Mónaco.

    Había algo casi irreal en esos días —el sol siempre parecía brillar distinto sobre el mar, el aire olía a sal, y el mundo entero se reducía a una sucesión de risas, chapuzones y promesas de que todo sería eterno. Recuerdo las playas, doradas y ruidosas, las caminatas descalza sobre la arena caliente, el sonido de las gaviotas mezclándose con la música que salía desde la terraza de la mansión.

    La casa… Era más que un hogar temporal. Era un escenario de lujo y caos donde cuatro familias se fundían en una sola. Adultos con copas en la mano riendo entre conversaciones interminables, y nosotros, los niños, corriendo entre pasillos que parecían no tener fin. Nos escabullíamos a los cuartos para hacer pijamadas improvisadas, nos escondíamos debajo de las mesas del comedor, inventábamos historias de fantasmas y hacíamos pactos que jurábamos cumplir incluso de adultos.

    No dudaba ni por un segundo que aquellos veranos habían sido los mejores de mi vida.

    O al menos así fueron… Hasta que Deran dejó de ir.

    (…)

    𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ



    ╭┈ • ┈┈┈ 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈┈• ┈╮

    El vuelo privado descendía suavemente entre las nubes, y el murmullo constante de los motores era casi un arrullo más que un ruido. Katherine observaba por la ventanilla, viendo cómo el azul del cielo se deshacía en el horizonte y el mar de Niza se extendía debajo como una seda brillante. Frente a ella, Olivia dormía con la cabeza recostada sobre su hombro, un mechón rebelde pegado a su mejilla. Ezra, en cambio, permanecía al otro lado del pasillo, con un libro abierto.

    Para la joven rubia, aquello no tenía nada de extraordinario. Era lo de siempre: el vuelo privado, los asientos de cuero marfil, las cortinas de lino beige, la bandeja de plata con jugo recién exprimido y los croissants aún tibios. El piloto ya había anunciado que aterrizarían en cuestión de minutos, y ella ni siquiera levantó la vista. Estaba acostumbrada. Ese era el ritmo natural de los Hamilton —una familia para la que el lujo no era un privilegio, sino una costumbre.

    Cuando el avión tocó tierra, el movimiento fue tan suave que apenas se notó. Nini, la niñera, se apresuró a despertar a su hermana menor con una sonrisa, mientras Clara, su madre, revisaba distraídamente su teléfono y Nicolas, su padre, hablaba con uno de los asistentes de vuelo, organizando el siguiente tramo del viaje.

    Apenas descendieron por la escalerilla, el aire cálido del mediodía los envolvió. En la pista privada los esperaba un helicóptero negro con los emblemas dorados de la familia grabados en los costados. Las hélices giraban lentamente, haciendo que los cabellos, castaño claro, de Olivia se levantaran como una corona desordenada.

    El intercambio fue rápido, casi coreográfico. Un asistente tomó las maletas, otro ofreció a Clara su sombrero, y Katherine, con la naturalidad de quien lo ha hecho mil veces, subió al helicóptero sin esperar indicaciones. Ezra la siguió, ajustando su reloj inteligente, el último en el mercado, y detrás de ellos subieron Nini y la pequeña, que aún sostenía un pequeño peluche entre los brazos.

    En cuestión de minutos, las hélices rugieron con más fuerza, y el helicóptero se elevó, dejando atrás el aeropuerto de Niza. Bajo ellos, la costa se desplegaba como un sueño familiar. Katherine apoyó la frente contra el vidrio y vio, a lo lejos, el punto blanco de la mansión, rodeado de jardines y con el mar respirando a pocos metros.

    Otro verano en Mónaco.

    ╰┈ • ┈ 𝙁𝙞𝙣 𝙙𝙚𝙡 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈• ┈╯


    ·༻𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗘༺·


    Katherine estaba en su despacho, con las mangas de la blusa arremangadas hasta los codos y un mechón suelto cayéndole sobre el rostro. Había pasado la última hora ordenando expedientes y archivando casos viejos en cajas de cartón que ya casi no cabían en la repisa. El sonido del papel y el roce de las carpetas la mantenían concentrada, o al menos lo intentaban.

    La puerta, que permanecía entreabierta, se golpeó suavemente desde el otro lado. La joven abogada alzó la vista justo cuando la figura de Rachel apareció en el marco, recostada con naturalidad, como si el umbral de esa habitación fuese su hábitat natural.

    —¿Vas a invitar a tu hermano? —preguntó con una sonrisa apenas perceptible.

    Katherine suspiró, apoyando el último expediente sobre la mesa. Sabía exactamente a qué se refería.

    —No lo creo. La cena de presentación con papá está bien. —Su voz fue firme, aunque un dejo de duda se coló entre las palabras—. Hace tiempo que no veo a Ezra, sobre todo desde que se fue a Londres. Tal vez deberíamos dejarlo para otra ocasión.

    Rachel asintió despacio, comprendiendo. La pelinegra se acercó un par de pasos, con esa calma suya que contrastaba con la tensión que siempre flotaba en el aire cuando el apellido Hamilton estaba de por medio.

    —¿Tienes algún menú planeado? —preguntó, arqueando una ceja con un tono casi juguetón.

    Katherine la miró, incrédula, como si acabara de escuchar la pregunta más absurda del día.

    —Definitivamente tengo un menú planeado —respondió, dejando el archivo con un golpe seco dentro de la caja—. También tengo los outfits planeados, la decoración de la mesa planeada, y no quiero que ni un puto cubierto esté fuera de su lugar.

    El tono de su voz se endureció al final, cargado de ese perfeccionismo que a veces era su refugio, y otras, su condena.

    Rachel no dijo nada. Solo se acercó hasta quedar frente a ella, tomó su rostro con ambas manos y le dio un beso lento, el tipo de beso que desarma cualquier estructura cuidadosamente construida.

    —Entonces —susurró contra sus labios, con una media sonrisa—, vamos a dar una cena perfecta este sábado.
    ⤷ ゛𝙲𝚑𝚒𝚌𝚊𝚐𝚘 – 𝙻𝚘𝚞𝚒𝚜 𝚃𝚘𝚖𝚕𝚒𝚗𝚜𝚘𝚗 ˎˊ˗ ᴜꜱꜱᴇʀ ʀᴏʟ: ╰─ 👤 ─╮ ˚₊ ˚ ‧₊ .:・˚₊ ˚ ‧╰┈➤ [nova_navy_mouse_914] 𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ ℰ𝓃𝓉𝓇𝒶𝒹𝒶 𝒹ℯ𝓁 𝒹𝒾𝒶𝓇𝒾ℴ | ᪐ƽ 𝒹ℯ 𝒜ℊℴ𝓈𝓉ℴ Si hay algo que extraño de mi niñez, sin duda alguna serían los veranos en Mónaco. Había algo casi irreal en esos días —el sol siempre parecía brillar distinto sobre el mar, el aire olía a sal, y el mundo entero se reducía a una sucesión de risas, chapuzones y promesas de que todo sería eterno. Recuerdo las playas, doradas y ruidosas, las caminatas descalza sobre la arena caliente, el sonido de las gaviotas mezclándose con la música que salía desde la terraza de la mansión. La casa… Era más que un hogar temporal. Era un escenario de lujo y caos donde cuatro familias se fundían en una sola. Adultos con copas en la mano riendo entre conversaciones interminables, y nosotros, los niños, corriendo entre pasillos que parecían no tener fin. Nos escabullíamos a los cuartos para hacer pijamadas improvisadas, nos escondíamos debajo de las mesas del comedor, inventábamos historias de fantasmas y hacíamos pactos que jurábamos cumplir incluso de adultos. No dudaba ni por un segundo que aquellos veranos habían sido los mejores de mi vida. O al menos así fueron… Hasta que Deran dejó de ir. (…) 𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ ╭┈ • ┈┈┈ 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈┈• ┈╮ El vuelo privado descendía suavemente entre las nubes, y el murmullo constante de los motores era casi un arrullo más que un ruido. Katherine observaba por la ventanilla, viendo cómo el azul del cielo se deshacía en el horizonte y el mar de Niza se extendía debajo como una seda brillante. Frente a ella, Olivia dormía con la cabeza recostada sobre su hombro, un mechón rebelde pegado a su mejilla. Ezra, en cambio, permanecía al otro lado del pasillo, con un libro abierto. Para la joven rubia, aquello no tenía nada de extraordinario. Era lo de siempre: el vuelo privado, los asientos de cuero marfil, las cortinas de lino beige, la bandeja de plata con jugo recién exprimido y los croissants aún tibios. El piloto ya había anunciado que aterrizarían en cuestión de minutos, y ella ni siquiera levantó la vista. Estaba acostumbrada. Ese era el ritmo natural de los Hamilton —una familia para la que el lujo no era un privilegio, sino una costumbre. Cuando el avión tocó tierra, el movimiento fue tan suave que apenas se notó. Nini, la niñera, se apresuró a despertar a su hermana menor con una sonrisa, mientras Clara, su madre, revisaba distraídamente su teléfono y Nicolas, su padre, hablaba con uno de los asistentes de vuelo, organizando el siguiente tramo del viaje. Apenas descendieron por la escalerilla, el aire cálido del mediodía los envolvió. En la pista privada los esperaba un helicóptero negro con los emblemas dorados de la familia grabados en los costados. Las hélices giraban lentamente, haciendo que los cabellos, castaño claro, de Olivia se levantaran como una corona desordenada. El intercambio fue rápido, casi coreográfico. Un asistente tomó las maletas, otro ofreció a Clara su sombrero, y Katherine, con la naturalidad de quien lo ha hecho mil veces, subió al helicóptero sin esperar indicaciones. Ezra la siguió, ajustando su reloj inteligente, el último en el mercado, y detrás de ellos subieron Nini y la pequeña, que aún sostenía un pequeño peluche entre los brazos. En cuestión de minutos, las hélices rugieron con más fuerza, y el helicóptero se elevó, dejando atrás el aeropuerto de Niza. Bajo ellos, la costa se desplegaba como un sueño familiar. Katherine apoyó la frente contra el vidrio y vio, a lo lejos, el punto blanco de la mansión, rodeado de jardines y con el mar respirando a pocos metros. Otro verano en Mónaco. ╰┈ • ┈ 𝙁𝙞𝙣 𝙙𝙚𝙡 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈• ┈╯ ·༻𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗘༺· Katherine estaba en su despacho, con las mangas de la blusa arremangadas hasta los codos y un mechón suelto cayéndole sobre el rostro. Había pasado la última hora ordenando expedientes y archivando casos viejos en cajas de cartón que ya casi no cabían en la repisa. El sonido del papel y el roce de las carpetas la mantenían concentrada, o al menos lo intentaban. La puerta, que permanecía entreabierta, se golpeó suavemente desde el otro lado. La joven abogada alzó la vista justo cuando la figura de Rachel apareció en el marco, recostada con naturalidad, como si el umbral de esa habitación fuese su hábitat natural. —¿Vas a invitar a tu hermano? —preguntó con una sonrisa apenas perceptible. Katherine suspiró, apoyando el último expediente sobre la mesa. Sabía exactamente a qué se refería. —No lo creo. La cena de presentación con papá está bien. —Su voz fue firme, aunque un dejo de duda se coló entre las palabras—. Hace tiempo que no veo a Ezra, sobre todo desde que se fue a Londres. Tal vez deberíamos dejarlo para otra ocasión. Rachel asintió despacio, comprendiendo. La pelinegra se acercó un par de pasos, con esa calma suya que contrastaba con la tensión que siempre flotaba en el aire cuando el apellido Hamilton estaba de por medio. —¿Tienes algún menú planeado? —preguntó, arqueando una ceja con un tono casi juguetón. Katherine la miró, incrédula, como si acabara de escuchar la pregunta más absurda del día. —Definitivamente tengo un menú planeado —respondió, dejando el archivo con un golpe seco dentro de la caja—. También tengo los outfits planeados, la decoración de la mesa planeada, y no quiero que ni un puto cubierto esté fuera de su lugar. El tono de su voz se endureció al final, cargado de ese perfeccionismo que a veces era su refugio, y otras, su condena. Rachel no dijo nada. Solo se acercó hasta quedar frente a ella, tomó su rostro con ambas manos y le dio un beso lento, el tipo de beso que desarma cualquier estructura cuidadosamente construida. —Entonces —susurró contra sus labios, con una media sonrisa—, vamos a dar una cena perfecta este sábado.
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  • Donde el hambre y la sed se encuentran.
    Fandom OC
    Categoría Suspenso
    Rol con: Lyra Velvetthorn

    El interior de la casa tenía una fragancia floral, la madera crujía ligeramente al caminar.
    La entrada era un pasillo de paredes amarillas adornadas con lineas verticales de color negro. Un pequeño mueble de madera oscura con detalles en dorado tenía un par de cosas encima, entre ellas un libro de portada gastada, una foto de un hombre rubio y una pequeña rosa de papel.
    En las paredes habían cuadros varios, uno de una chica de cabello rojo y ojos esmeralda, otro de una chica rubia de ojos carmesí que parecía llevar un vestido algo anticuado y un cuadro simple del cielo estrellado.
    El pasillo era extenso, pero Elías dirigió a la chica hacia la sala a la izquierda, sala que la chica había visto anteriormente a través de la ventana.
    Una chimenea de mármol encendida con un broche en la parte superior, estanterías llenas de libros, algunos con portadas cuidadas y otros desgastados por el tiempo.
    Un sillón individual, el asiento habitual de Elías y un sofá donde normalmente se sentaban las visitas.
    En el centro de la sala, cerca de los asientos, una pequeña mesa de madera clara, un par de ligeras manchas por los años de uso, pero en perfecto estado, sobre la misma, un pequeño jarrón con dos rosas rojas espinadas.
    La luz del techo alumbraba casi toda la sala, a excepción de las esquinas donde se acumulaba levemente la oscuridad.
    No había más sonido que el de las brasas de la chimenea, hasta que Elías señaló el sofá.
    Su voz resonó baja, cálida, sin curiosidad ni prisa — Siéntate. Te prepararé algo caliente. — Pensó que era lo mejor, después de todo, fuera hacia frío.

    El vapor del té comenzó a llenar la estancia, disolviendo poco a poco el frío del exterior.

    Elías colocó un juego de té en la mesa y rellenó ambas tazas antes de tomar asiento. Su mirada se posó sobre la chica, apoyó la cabeza en su mano y con voz calmada respondió a la pregunta que le habían hecho. — Si, vivo solo. — Aunque no fue siempre el caso, no valía la pena contar sobre los anteriores acompañantes del demonio.

    Era misterioso, un demonio con craneo de lobo, cuernos de cabra y proporciones exageradas, cualquiera hubiera salido corriendo. La ropa de Elías, una túnica negra con detalles grises que cubría completamente su forma, de mangas grandes y caídas, un chaleco de cuero en el hueco visible de la túnica, un jean totalmente negro y zapatos de vestir, guantes cubrían sus manos pero lo más curioso era la tela roja que unía sus cuernos por la parte trasera de su cráneo , la cual dejaba caer unos hilos dorados por su cuello, siendo este la única parte donde su piel era visible, de un color morado, casi enfermizo de cierta forma.
    Rol con: [legend_onyx_bull_636] El interior de la casa tenía una fragancia floral, la madera crujía ligeramente al caminar. La entrada era un pasillo de paredes amarillas adornadas con lineas verticales de color negro. Un pequeño mueble de madera oscura con detalles en dorado tenía un par de cosas encima, entre ellas un libro de portada gastada, una foto de un hombre rubio y una pequeña rosa de papel. En las paredes habían cuadros varios, uno de una chica de cabello rojo y ojos esmeralda, otro de una chica rubia de ojos carmesí que parecía llevar un vestido algo anticuado y un cuadro simple del cielo estrellado. El pasillo era extenso, pero Elías dirigió a la chica hacia la sala a la izquierda, sala que la chica había visto anteriormente a través de la ventana. Una chimenea de mármol encendida con un broche en la parte superior, estanterías llenas de libros, algunos con portadas cuidadas y otros desgastados por el tiempo. Un sillón individual, el asiento habitual de Elías y un sofá donde normalmente se sentaban las visitas. En el centro de la sala, cerca de los asientos, una pequeña mesa de madera clara, un par de ligeras manchas por los años de uso, pero en perfecto estado, sobre la misma, un pequeño jarrón con dos rosas rojas espinadas. La luz del techo alumbraba casi toda la sala, a excepción de las esquinas donde se acumulaba levemente la oscuridad. No había más sonido que el de las brasas de la chimenea, hasta que Elías señaló el sofá. Su voz resonó baja, cálida, sin curiosidad ni prisa — Siéntate. Te prepararé algo caliente. — Pensó que era lo mejor, después de todo, fuera hacia frío. El vapor del té comenzó a llenar la estancia, disolviendo poco a poco el frío del exterior. Elías colocó un juego de té en la mesa y rellenó ambas tazas antes de tomar asiento. Su mirada se posó sobre la chica, apoyó la cabeza en su mano y con voz calmada respondió a la pregunta que le habían hecho. — Si, vivo solo. — Aunque no fue siempre el caso, no valía la pena contar sobre los anteriores acompañantes del demonio. Era misterioso, un demonio con craneo de lobo, cuernos de cabra y proporciones exageradas, cualquiera hubiera salido corriendo. La ropa de Elías, una túnica negra con detalles grises que cubría completamente su forma, de mangas grandes y caídas, un chaleco de cuero en el hueco visible de la túnica, un jean totalmente negro y zapatos de vestir, guantes cubrían sus manos pero lo más curioso era la tela roja que unía sus cuernos por la parte trasera de su cráneo , la cual dejaba caer unos hilos dorados por su cuello, siendo este la única parte donde su piel era visible, de un color morado, casi enfermizo de cierta forma.
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  • Tengo mil trucos , bajo mi mangas bueno más bien trucos ~
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  • 𝕂𝕆𝕂𝕌𝕊ℍ𝕀𝔹𝕆 上弦の壱
    Daki

    *Luego de haber reclutado a una peculiar demonio y escuchar su historia, se habia mostrado extremadamente historia en su relato de poderosos demonios como parte de un grupo. Y intrigada por esto deseaba conocer al numero uno. Por lo que pidio a su nueva acompañante que le guiara al lugar. Caminando a un lado de esta la pequeña figura de no mas de 1.40 de alto, grandes cuernos y mangas largas que cubren sus manos volteaba a ver a la demonio* Y este demonio Luna Superior 1 realmente es el mas fuerte de todos cierto? Ya quiero ver que es capaz de hacer

    *Lo decia con una sonrisa emocionada en el rostro ansiosa por verlo en combate, y ver con sus propios ojos que era capaz de hacer en una pelea* Es ahi? *Señalo un santuario de apariencia tradicional a la distancia. Con luces en las ventanas probablemente por alguna vela encendida*
    [Upper1] [daki_demon6] *Luego de haber reclutado a una peculiar demonio y escuchar su historia, se habia mostrado extremadamente historia en su relato de poderosos demonios como parte de un grupo. Y intrigada por esto deseaba conocer al numero uno. Por lo que pidio a su nueva acompañante que le guiara al lugar. Caminando a un lado de esta la pequeña figura de no mas de 1.40 de alto, grandes cuernos y mangas largas que cubren sus manos volteaba a ver a la demonio* Y este demonio Luna Superior 1 realmente es el mas fuerte de todos cierto? Ya quiero ver que es capaz de hacer *Lo decia con una sonrisa emocionada en el rostro ansiosa por verlo en combate, y ver con sus propios ojos que era capaz de hacer en una pelea* Es ahi? *Señalo un santuario de apariencia tradicional a la distancia. Con luces en las ventanas probablemente por alguna vela encendida*
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  • El bar no era particularmente grande, pero tenía ese encanto que solo los lugares con historia conservan. Las paredes estaban cubiertas de retratos antiguos y botellas de vino con etiquetas descoloridas por el tiempo. Desde las ventanas amplias, la luz del mediodía caía en haces dorados que cruzaban el aire, iluminando el polvo suspendido como si fueran fragmentos de un pequeño universo detenido. –Zareth estaba sentado en uno de los taburetes del extremo, con la postura relajada y el vaso de licor entre las manos–. Su mirada dorada se perdía entre los reflejos del cristal, ensimismado en pensamientos que apenas él entendía.

    –Hacía días que no se permitía una pausa–. Entre turnos de noche, vasos por limpiar y conversaciones a medio terminar, apenas recordaba cómo se sentía simplemente ser un cliente. Por eso estaba allí, lejos de su bar, buscando un poco de anonimato y silencio. La música que sonaba de fondo era suave, un jazz antiguo que se mezclaba con el murmullo de un par de conversaciones dispersas. Todo parecía fluir con calma, como si el tiempo hubiera decidido tomarse un respiro también.

    El bartender, un hombre de unos cuarenta años con una sonrisa cansada, se acercó a él con cierta complicidad.
    ¿Lo mismo de siempre, Zareth?
    –Él alzó la vista y esbozó una sonrisa leve–.
    Sí, pero esta vez con menos hielo. No quiero que se diluya tan rápido.

    El otro rió por lo bajo antes de apartarse, y Zareth volvió a observar la barra, deslizando un dedo por la superficie brillante. –Llevaba la camisa arremangada, el cuello ligeramente desabrochado y el cabello castaño cayendo sobre la frente en un descuido que parecía intencional–. A pesar de su serenidad, había algo en su presencia que desentonaba con el resto: un magnetismo silencioso, algo en la forma en que su aura se mezclaba con el ambiente sin realmente pertenecerle.

    –Dejó el vaso a un lado y se inclinó hacia adelante, observando cómo un rayo de luz atravesaba el líquido ambarino y lo convertía en fuego líquido–. No podía evitar pensar en lo irónico que resultaba: un ángel mitad íncubo buscando calma en un lugar lleno de tentaciones humanas. Era como un lobo en un rebaño, pero demasiado cansado para morder.

    Su atención se desvió cuando la campanilla sobre la puerta sonó. –Giró apenas el rostro, observando cómo la claridad del exterior se filtraba brevemente en el bar junto con una figura nueva–. Tal vez un cliente más, tal vez alguien perdido. Pero había algo en esa entrada que le resultó... diferente.

    –Sus ojos dorados se detuvieron un instante más de lo necesario, curiosos, expectantes–.
    Quizá esta vez, pensó, la tarde no terminaría en silencio.
    El bar no era particularmente grande, pero tenía ese encanto que solo los lugares con historia conservan. Las paredes estaban cubiertas de retratos antiguos y botellas de vino con etiquetas descoloridas por el tiempo. Desde las ventanas amplias, la luz del mediodía caía en haces dorados que cruzaban el aire, iluminando el polvo suspendido como si fueran fragmentos de un pequeño universo detenido. –Zareth estaba sentado en uno de los taburetes del extremo, con la postura relajada y el vaso de licor entre las manos–. Su mirada dorada se perdía entre los reflejos del cristal, ensimismado en pensamientos que apenas él entendía. –Hacía días que no se permitía una pausa–. Entre turnos de noche, vasos por limpiar y conversaciones a medio terminar, apenas recordaba cómo se sentía simplemente ser un cliente. Por eso estaba allí, lejos de su bar, buscando un poco de anonimato y silencio. La música que sonaba de fondo era suave, un jazz antiguo que se mezclaba con el murmullo de un par de conversaciones dispersas. Todo parecía fluir con calma, como si el tiempo hubiera decidido tomarse un respiro también. El bartender, un hombre de unos cuarenta años con una sonrisa cansada, se acercó a él con cierta complicidad. ¿Lo mismo de siempre, Zareth? –Él alzó la vista y esbozó una sonrisa leve–. Sí, pero esta vez con menos hielo. No quiero que se diluya tan rápido. El otro rió por lo bajo antes de apartarse, y Zareth volvió a observar la barra, deslizando un dedo por la superficie brillante. –Llevaba la camisa arremangada, el cuello ligeramente desabrochado y el cabello castaño cayendo sobre la frente en un descuido que parecía intencional–. A pesar de su serenidad, había algo en su presencia que desentonaba con el resto: un magnetismo silencioso, algo en la forma en que su aura se mezclaba con el ambiente sin realmente pertenecerle. –Dejó el vaso a un lado y se inclinó hacia adelante, observando cómo un rayo de luz atravesaba el líquido ambarino y lo convertía en fuego líquido–. No podía evitar pensar en lo irónico que resultaba: un ángel mitad íncubo buscando calma en un lugar lleno de tentaciones humanas. Era como un lobo en un rebaño, pero demasiado cansado para morder. Su atención se desvió cuando la campanilla sobre la puerta sonó. –Giró apenas el rostro, observando cómo la claridad del exterior se filtraba brevemente en el bar junto con una figura nueva–. Tal vez un cliente más, tal vez alguien perdido. Pero había algo en esa entrada que le resultó... diferente. –Sus ojos dorados se detuvieron un instante más de lo necesario, curiosos, expectantes–. Quizá esta vez, pensó, la tarde no terminaría en silencio.
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  • Soy El dios del engaño , tengo más de miles trucos bajo de mi mangas .
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  • -¡Tadaa~! ¿Qué te parece? ¡El universo entero dentro de un solo atuendo!

    *Gira sobre sí misma dejando que las mangas llenas de estrellas ondeen como un firmamento viviente, su alegría siempre desbordante se veía al mostrárselo a todos.*

    -He estado ajustando un poco el tejido del espacio-tiempo para hacerlo más a la... Moda. ¡Y mira estas esferas! Son cúmulos de energía estelar comprimidos, perfectos para iluminar cualquier dimensión~

    -¿Sabías que cada punto brillante aquí representa un pequeño sistema solar? Así puedo llevar conmigo a todos mis pequeñas creaciones, sin importar a dónde vaya.

    *Ríe suavemente mientras su halo gira como una órbita dorada.*

    -Ehehe~ No todo tiene que ser tan serio en el cosmos. A veces, el universo también necesita un poco de estilo, ¿no crees?
    -¡Tadaa~! ¿Qué te parece? ¡El universo entero dentro de un solo atuendo! *Gira sobre sí misma dejando que las mangas llenas de estrellas ondeen como un firmamento viviente, su alegría siempre desbordante se veía al mostrárselo a todos.* -He estado ajustando un poco el tejido del espacio-tiempo para hacerlo más a la... Moda. ¡Y mira estas esferas! Son cúmulos de energía estelar comprimidos, perfectos para iluminar cualquier dimensión~ -¿Sabías que cada punto brillante aquí representa un pequeño sistema solar? Así puedo llevar conmigo a todos mis pequeñas creaciones, sin importar a dónde vaya. *Ríe suavemente mientras su halo gira como una órbita dorada.* -Ehehe~ No todo tiene que ser tan serio en el cosmos. A veces, el universo también necesita un poco de estilo, ¿no crees?
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  • Por que estoy en la portada de un manga hentai!!!

    *le agarra 20 convulsiones seguidas*
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