• La Verdad nunca es justa

    Hoy mi hermana Elisabeth Turner y yo hemos comido en casa de madre Lillith Swan , en su jardín planto un árbol mágico que esta conectado con el mundo de los brujos.
    Cada una vamos a llevar nuestras escobas para llegar hasta donde residen las tías es volando, saben que vamos a visitarlas.
    La Verdad nunca es justa Hoy mi hermana [Turney_thcx] y yo hemos comido en casa de madre [CxLillith] , en su jardín planto un árbol mágico que esta conectado con el mundo de los brujos. Cada una vamos a llevar nuestras escobas para llegar hasta donde residen las tías es volando, saben que vamos a visitarlas.
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    //Lo más mágico de conservarle la historia que tenía a MI Vox, es que se comió al Vox de esa dimensión, por qué lo vio maltratar a Valentino. Y ahora con más razón que nunca
    //Lo más mágico de conservarle la historia que tenía a MI Vox, es que se comió al Vox de esa dimensión, por qué lo vio maltratar a Valentino. Y ahora con más razón que nunca :STK-18:
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  • 𝐋a herida en su vientre se había convertido en una marca sobre su piel, que le recordaba que el peligro aumentaba sus fuerzas en cada batalla y que ella aún era una joven inexperta. Ya estaba recuperada, no podía seguir posponiendo lo inevitable; debía enfrentar los numerosos miedos que despertaban con la simple idea de pensar que debía usar su poder.

    𝐄sa tarde, después de ayudar a Kazuo con sus tareas, ambos caminaron juntos hacia el bosque. Los rayos del sol se filtraban entre las copas frondosas; ya secas por el otoño, luchando contra la brisa fresca que erizaba la piel. Las flores que se resistían a morir dejaban caer sus pétalos en una danza repetitiva y suave: algunos reposaban sobre el suelo, otros caían sobre sus hombros o entre sus cabellos rojizos como pequeñas bendiciones del bosque. Había algo mágico en ese lugar, algo que ella, con su instinto sagaz, aprovecharía.

    —𝐄s tan bonito y relajante que dan ganas de tomar una siesta bajo este árbol… ¿no lo crees? —Comentó con una sonrisa traviesa, dando pequeños saltitos para mantener el ritmo junto a su mentor, cuya altura le permitía avanzar con pasos largos mientras ella hacía un esfuerzo adorable por alcanzarlo.

    𝐋uego dio un pequeño giro sobre sí misma, y sin pensarlo demasiado, se dejó caer boca arriba sobre el suelo. Extendió los brazos a ambos lados, como quien se rinde ante la belleza del momento y simplemente respira. Sus cabellos rojizos, vivos como el fuego que dormía en su interior, se esparcieron por el césped como raíces encendidas.

    𝐀lzó la mirada y encontró los ojos de su mentor; los suyos, dorados y cálidos, lo observaban con esa mezcla de inocencia y determinación tan propia de ella. Y en sus labios floreció una sonrisa amplia, espontánea, casi infantil que intentaba ocultar sus verdaderas intenciones.

    Kazuo
    𝐋a herida en su vientre se había convertido en una marca sobre su piel, que le recordaba que el peligro aumentaba sus fuerzas en cada batalla y que ella aún era una joven inexperta. Ya estaba recuperada, no podía seguir posponiendo lo inevitable; debía enfrentar los numerosos miedos que despertaban con la simple idea de pensar que debía usar su poder. 𝐄sa tarde, después de ayudar a Kazuo con sus tareas, ambos caminaron juntos hacia el bosque. Los rayos del sol se filtraban entre las copas frondosas; ya secas por el otoño, luchando contra la brisa fresca que erizaba la piel. Las flores que se resistían a morir dejaban caer sus pétalos en una danza repetitiva y suave: algunos reposaban sobre el suelo, otros caían sobre sus hombros o entre sus cabellos rojizos como pequeñas bendiciones del bosque. Había algo mágico en ese lugar, algo que ella, con su instinto sagaz, aprovecharía. —𝐄s tan bonito y relajante que dan ganas de tomar una siesta bajo este árbol… ¿no lo crees? —Comentó con una sonrisa traviesa, dando pequeños saltitos para mantener el ritmo junto a su mentor, cuya altura le permitía avanzar con pasos largos mientras ella hacía un esfuerzo adorable por alcanzarlo. 𝐋uego dio un pequeño giro sobre sí misma, y sin pensarlo demasiado, se dejó caer boca arriba sobre el suelo. Extendió los brazos a ambos lados, como quien se rinde ante la belleza del momento y simplemente respira. Sus cabellos rojizos, vivos como el fuego que dormía en su interior, se esparcieron por el césped como raíces encendidas. 𝐀lzó la mirada y encontró los ojos de su mentor; los suyos, dorados y cálidos, lo observaban con esa mezcla de inocencia y determinación tan propia de ella. Y en sus labios floreció una sonrisa amplia, espontánea, casi infantil que intentaba ocultar sus verdaderas intenciones. [8KazuoAihara8]
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    Pʀɪᴍᴜs Mᴀʟᴇғɪᴄᴀʀɪᴜᴍ . ☨ ─────── 〘 C O M U N I Ó N 〙


    ──── En medio de la absoluta oscuridad, una perfecta línea recta de luz se formó sobre el suelo, proyectándose lentamente en un rectángulo junto con el lento avance de la Luna, derramando su platinar sobre la silueta de una mujer, misma que yacía de rodillas, sentada sobre sus talones, y con las palmas descansando sobre sus muslos, en la tradicional postura seiza que mantenía con entera calma y solemnidad.

    El aroma a copal dominaba el ambiente, cargado gentilmente por los haces de humo que se desprendían de los numerosos inciensos repartidos en cuencos ornamentales a ambos costados de la habitación, mismos que la circundaban y envolvían.

    Brillando en la penumbra, a momentos, los pequeños destellos de las brasas lucían como ojos que se centraban en ella y le observaban en todo momento, justo en medio del suelo de la habitación que yacía adornado por un grotesco círculo mágico; el carmín rojo y seco de los trazos delatando la naturaleza del material con el que había sido pintado.

    Sathôna alzó el rostro hacía el enorme ventanal que tenía al frente y por donde aquella cascada de luz de plata caía, con los ojos cerrados y en pleno trance, entreabriendo los labios para dejar escapar de su boca una humareda negra más pesada que el aire, misma que caía por las comisuras de sus labios y su mentón.

    Su figura se impregnaba de las estelas de aquella pesada y opresiva energía, que, para ella en su haber, se sentía ligera y le llenaba de un vigor que resultaba contradictoriamente lacerante; cada corte cicatrizado, cada magulladura aliviada y cada fractura enmendada volvían a derramar los vestigios del punzante calvario por el que el dolor la había hecho pasar.

    No había momento en el cual se sintiera más viva que cuando se sumergía en aquel baño de lamentación, de penosa meditación, al comulgar con Marchosias. Aquella noche, fue distinto. El sufrimiento era el alimento primordial de su alma, misma que lo alquimizaba en ira, de la más pura y tórrida que su corazón pudiese sostener.

    Pero esta vez, hubo algo más: Claridad. Una fresca, afilada y envolvente claridad.

    La bruja morena entreabrió los párpados, y a la par, sus labios se cerraron, no sin antes relamer los remanentes de aquella oscuridad que quedaban sobre los mismos. Pronto, su boca se curvó, y emergiendo del éxtasis, sonrió ante el altar que tenía al frente──una exquisita estatuilla de mediano tamaño tallada en mármol negro, representando a humanos, demonios y ángeles, todos encimados sobre los otros, desesperados, escalando por alcanzar el precioso reloj de arena blanca colocado al centro.

    —La mente y el tiempo tienen algo en común; ambos son excelentes sirvientes, pero pésimos gobernantes. —En reflexión, se estiró para tomar aquel reloj de arena y así girarlo sobre sí mismo, comenzando la cuenta atrás. ¿O sería hacía adelante? Pasado o futuro. ¿Qué más da?

    —Será porque ambos coinciden en un único punto de inflexión, tan crítico como sencillo; la perspectiva. El tiempo se diluye o se concentra, se comprime o se alarga, dependiendo del contexto y la subjetividad, dependiendo de la energía del observador. Y la mente es el prisma perfecto para purificar y concentrar la intención en la percepción, y así volverla luz, u oscuridad.

    Los largos dedos de Sathôna acariciaron la curvatura del anticuado reloj, a momentos tamborileando sobre el cristal, para provocar un tintineo cristalino y melódico con sus largas uñas, mientras observaba la arena fluir y caer. ¿O es que también a momentos parecía regresar a donde estaba?

    —Cada mente es un prisma, con sus propios relieves, y sus propias reglas. Su propio potencial. Y, aun así, nada ni nadie puede existir si no es observado en todo momento, si su existencia no es reconocida en el ahora de cada segundo, de cada minuto, de cada hora, por algo que no sea ellos mismos.

    Una mirada llena de añoranza brilló en los ojos de la mujer, que ahora descansaban su mirar sobre el astro plateado. Calma y resignación le llenaron el corazón, como quien asume que se encuentra en un lugar de donde no puede escapar, aún cuando conoce la salida.

    Súbitamente, aquella mano con la que acariciaba el ornamental reloj tomó el mismo de forma brusca y arrebatada para apretarlo entre sus dedos, reventando cristal y madera como si fuesen ramillas secas.

    Sangre negra emanó de sus heridas, mezclándose con la arena, profanándola, y cayendo sobre la estatuilla, quemando cuál ácido los rostros angustiados de ángeles, hombres y demonios por igual.

    — … Ahora lo único que queda, es detener el tiempo.


    Ambiance: https://youtu.be/ObgtjX98Lpw
    Pʀɪᴍᴜs Mᴀʟᴇғɪᴄᴀʀɪᴜᴍ . ☨ ─────── 〘 C O M U N I Ó N 〙 ──── En medio de la absoluta oscuridad, una perfecta línea recta de luz se formó sobre el suelo, proyectándose lentamente en un rectángulo junto con el lento avance de la Luna, derramando su platinar sobre la silueta de una mujer, misma que yacía de rodillas, sentada sobre sus talones, y con las palmas descansando sobre sus muslos, en la tradicional postura seiza que mantenía con entera calma y solemnidad. El aroma a copal dominaba el ambiente, cargado gentilmente por los haces de humo que se desprendían de los numerosos inciensos repartidos en cuencos ornamentales a ambos costados de la habitación, mismos que la circundaban y envolvían. Brillando en la penumbra, a momentos, los pequeños destellos de las brasas lucían como ojos que se centraban en ella y le observaban en todo momento, justo en medio del suelo de la habitación que yacía adornado por un grotesco círculo mágico; el carmín rojo y seco de los trazos delatando la naturaleza del material con el que había sido pintado. Sathôna alzó el rostro hacía el enorme ventanal que tenía al frente y por donde aquella cascada de luz de plata caía, con los ojos cerrados y en pleno trance, entreabriendo los labios para dejar escapar de su boca una humareda negra más pesada que el aire, misma que caía por las comisuras de sus labios y su mentón. Su figura se impregnaba de las estelas de aquella pesada y opresiva energía, que, para ella en su haber, se sentía ligera y le llenaba de un vigor que resultaba contradictoriamente lacerante; cada corte cicatrizado, cada magulladura aliviada y cada fractura enmendada volvían a derramar los vestigios del punzante calvario por el que el dolor la había hecho pasar. No había momento en el cual se sintiera más viva que cuando se sumergía en aquel baño de lamentación, de penosa meditación, al comulgar con Marchosias. Aquella noche, fue distinto. El sufrimiento era el alimento primordial de su alma, misma que lo alquimizaba en ira, de la más pura y tórrida que su corazón pudiese sostener. Pero esta vez, hubo algo más: Claridad. Una fresca, afilada y envolvente claridad. La bruja morena entreabrió los párpados, y a la par, sus labios se cerraron, no sin antes relamer los remanentes de aquella oscuridad que quedaban sobre los mismos. Pronto, su boca se curvó, y emergiendo del éxtasis, sonrió ante el altar que tenía al frente──una exquisita estatuilla de mediano tamaño tallada en mármol negro, representando a humanos, demonios y ángeles, todos encimados sobre los otros, desesperados, escalando por alcanzar el precioso reloj de arena blanca colocado al centro. —La mente y el tiempo tienen algo en común; ambos son excelentes sirvientes, pero pésimos gobernantes. —En reflexión, se estiró para tomar aquel reloj de arena y así girarlo sobre sí mismo, comenzando la cuenta atrás. ¿O sería hacía adelante? Pasado o futuro. ¿Qué más da? —Será porque ambos coinciden en un único punto de inflexión, tan crítico como sencillo; la perspectiva. El tiempo se diluye o se concentra, se comprime o se alarga, dependiendo del contexto y la subjetividad, dependiendo de la energía del observador. Y la mente es el prisma perfecto para purificar y concentrar la intención en la percepción, y así volverla luz, u oscuridad. Los largos dedos de Sathôna acariciaron la curvatura del anticuado reloj, a momentos tamborileando sobre el cristal, para provocar un tintineo cristalino y melódico con sus largas uñas, mientras observaba la arena fluir y caer. ¿O es que también a momentos parecía regresar a donde estaba? —Cada mente es un prisma, con sus propios relieves, y sus propias reglas. Su propio potencial. Y, aun así, nada ni nadie puede existir si no es observado en todo momento, si su existencia no es reconocida en el ahora de cada segundo, de cada minuto, de cada hora, por algo que no sea ellos mismos. Una mirada llena de añoranza brilló en los ojos de la mujer, que ahora descansaban su mirar sobre el astro plateado. Calma y resignación le llenaron el corazón, como quien asume que se encuentra en un lugar de donde no puede escapar, aún cuando conoce la salida. Súbitamente, aquella mano con la que acariciaba el ornamental reloj tomó el mismo de forma brusca y arrebatada para apretarlo entre sus dedos, reventando cristal y madera como si fuesen ramillas secas. Sangre negra emanó de sus heridas, mezclándose con la arena, profanándola, y cayendo sobre la estatuilla, quemando cuál ácido los rostros angustiados de ángeles, hombres y demonios por igual. — … Ahora lo único que queda, es detener el tiempo. Ambiance: https://youtu.be/ObgtjX98Lpw
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  • Nuestra Boda 💒
    Fandom El que sea
    Categoría Romance
    En el cálido atardecer bañado por una suave brisa, el jardín estaba impecablemente decorado, cada detalle reflejaba el amor y la ilusión de Ángela y Alessia.

    Las flores aromáticas parecían susurrar promesas y los rayos dorados del sol acariciaban los rostros de los invitados, y las madrinas Thalya, Olivia y la hermana de Constantin y el ya mencionado padrino, quienes con sonrisas y emocionados abrazos estaban llegando, llenando el espacio de esa energía especial que solo un momento tan esperado puede generar.
    Coquetos arreglos de luces colgaban entre las ramas de los árboles, creando un ambiente íntimo y mágico. La música suave acompañaba el murmullo alegre de conversaciones y risas contenidas, mientras las últimas copas de vino se alzaban en brindis anticipados.

    Sin embargo, entre todos los rostros radiantes y vestidos de gala, había una ausencia que marcaba el ritmo de los latidos: la esperada Alessia aún no hacía su entrada, y el silencio cargado de esperanza se mezclaba con la dulce ansiedad en el corazón de Ángela, quien esperaba con la mirada llena de amor que su novia cruzara finalmente el umbral para comenzar juntos ese nuevo capítulo de sus vidas.
    En el cálido atardecer bañado por una suave brisa, el jardín estaba impecablemente decorado, cada detalle reflejaba el amor y la ilusión de Ángela y Alessia. Las flores aromáticas parecían susurrar promesas y los rayos dorados del sol acariciaban los rostros de los invitados, y las madrinas Thalya, Olivia y la hermana de Constantin y el ya mencionado padrino, quienes con sonrisas y emocionados abrazos estaban llegando, llenando el espacio de esa energía especial que solo un momento tan esperado puede generar. Coquetos arreglos de luces colgaban entre las ramas de los árboles, creando un ambiente íntimo y mágico. La música suave acompañaba el murmullo alegre de conversaciones y risas contenidas, mientras las últimas copas de vino se alzaban en brindis anticipados. Sin embargo, entre todos los rostros radiantes y vestidos de gala, había una ausencia que marcaba el ritmo de los latidos: la esperada Alessia aún no hacía su entrada, y el silencio cargado de esperanza se mezclaba con la dulce ansiedad en el corazón de Ángela, quien esperaba con la mirada llena de amor que su novia cruzara finalmente el umbral para comenzar juntos ese nuevo capítulo de sus vidas.
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    Grupal
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  • ✦𝖬𝗈𝗇𝗈𝗋𝗈𝗅 𝖻𝗂𝖾𝗇 𝖾𝗉𝗂𝖼𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗊𝗎𝗂𝖾𝗇 𝗅𝖾 𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋𝖾𝗌𝖾✦

    En la dimensión blanca, donde se reúnen todas las partes de Zack; se encontraban Zack (1), el Zack más temperamental, Zack (2), el Zack más inteligente y Zack (3), una parte desconocida de Zack que se llama a sí mismo como “el verdadero Zack”. Zack (1) se encontraba regañando a Zack (3), mientras Zack (2) solo observaba.

    Zack (1): "─ Eres un idiota!, el Zack con mayor poder mágico, el Zack más fuerte y el Zack más serio, te dijeron EXPLÍCITAMENTE que no causaras ningún problema!, y la primera mierda que hiciste fue ir a amenazar a Yaken!?.

    Zack (3): "─ Relajate… Solo seguí sus órdenes al ir a asegurarme de que el idiota de Yaken no matara a nuestra más compasiva… ¿Acaso estuve mal?"

    Zack (1): "─ SI IDIOTA!, literalmente le dijiste que matarías a toda su familia y además lo humillaste y denigraste!, QUIEN SABE SI ESE HIJO DE PUTA ESTÁ PLANEANDO PONERSE A MATARNOS AHORA!"

    Zack (3): "─ No lo hará… Créeme, pude verlo en sus ojos… Tiene miedo, tiene miedo de que mi amenaza se cumpla, después de todo es un blando de mierda que se preocupa por su ridícula familia."

    Zack (1): "─ No mames, le dijiste que matarías a su familia y una parte de su familia es humana imbécil!, nosotros no matamos humanos."

    Zack (3) sonríe antes de acercarse más a Zack (1) hasta quedar frente a frente.

    Zack (3): "─ Ustedes no matan humanos… Tú y yo sabemos perfectamente que los humanos son una plaga asquerosa que estaría mejor muerta… Ustedes son como esos animalistas que se esmeran en proteger a las cucarachas o a las ratas, matar plagas no tiene nada de malo… Es necesario y completamente natural…"

    Zack (2): "─ Uh… De echo tiene razón, matar plagas es algo natural…"

    Zack (1): "─ Sí… Pero los humanos no son una plaga… Son su creación y sus hijos… Son nuestros hermanos, y le prometimos que los protegeríamos…"

    Zack (3): "─ Llevamos toda la vida haciéndolo… Protegiendo a esos idiotas que solo nos han pagado con insultos y malos tratos… Estoy seguro de que a él no le importaría que rompiéramos la promesa… Y si si, pues que se joda, está mejor muert-"

    Justo antes de que terminara de hablar, Zack (1) le pega un puñetazo en la cara, mientras Zack (2) está cubriéndose la boca con las manos y lagrimeando un poco.

    Zack (1): "─ Hijo de perra… Vuelve a decir eso… TE RETO."

    Zack (1) avanza, pero Zack (3) ya estaba frente a él, con la boquilla de su revolver puesta en una parte específica de la frente de Zack (1)

    Zack (3): "─ Bien… Ahí va de nuevo… Si a él le importara que rompiéramos nuestra promesa, y pusiera a esos asquerosos humanos por encima de su propio hijo… Entonces está mejor muerto."

    Jala el gatillo matando instantáneamente a Zack (1). Luego voltea a ver a Zack (2).

    Zack (2): "─ Tranquilo… S-soy lo suficientemente inteligente como para saber que si digo algo sobre esto, me matarás…"

    Zack (3): "─ Bien…"

    Con esto, Zack (3) se retira del lugar, yéndose por un portal.
    ✦𝖬𝗈𝗇𝗈𝗋𝗈𝗅 𝖻𝗂𝖾𝗇 𝖾𝗉𝗂𝖼𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗊𝗎𝗂𝖾𝗇 𝗅𝖾 𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋𝖾𝗌𝖾✦ En la dimensión blanca, donde se reúnen todas las partes de Zack; se encontraban Zack (1), el Zack más temperamental, Zack (2), el Zack más inteligente y Zack (3), una parte desconocida de Zack que se llama a sí mismo como “el verdadero Zack”. Zack (1) se encontraba regañando a Zack (3), mientras Zack (2) solo observaba. Zack (1): "─ Eres un idiota!, el Zack con mayor poder mágico, el Zack más fuerte y el Zack más serio, te dijeron EXPLÍCITAMENTE que no causaras ningún problema!, y la primera mierda que hiciste fue ir a amenazar a Yaken!?. Zack (3): "─ Relajate… Solo seguí sus órdenes al ir a asegurarme de que el idiota de Yaken no matara a nuestra más compasiva… ¿Acaso estuve mal?" Zack (1): "─ SI IDIOTA!, literalmente le dijiste que matarías a toda su familia y además lo humillaste y denigraste!, QUIEN SABE SI ESE HIJO DE PUTA ESTÁ PLANEANDO PONERSE A MATARNOS AHORA!" Zack (3): "─ No lo hará… Créeme, pude verlo en sus ojos… Tiene miedo, tiene miedo de que mi amenaza se cumpla, después de todo es un blando de mierda que se preocupa por su ridícula familia." Zack (1): "─ No mames, le dijiste que matarías a su familia y una parte de su familia es humana imbécil!, nosotros no matamos humanos." Zack (3) sonríe antes de acercarse más a Zack (1) hasta quedar frente a frente. Zack (3): "─ Ustedes no matan humanos… Tú y yo sabemos perfectamente que los humanos son una plaga asquerosa que estaría mejor muerta… Ustedes son como esos animalistas que se esmeran en proteger a las cucarachas o a las ratas, matar plagas no tiene nada de malo… Es necesario y completamente natural…" Zack (2): "─ Uh… De echo tiene razón, matar plagas es algo natural…" Zack (1): "─ Sí… Pero los humanos no son una plaga… Son su creación y sus hijos… Son nuestros hermanos, y le prometimos que los protegeríamos…" Zack (3): "─ Llevamos toda la vida haciéndolo… Protegiendo a esos idiotas que solo nos han pagado con insultos y malos tratos… Estoy seguro de que a él no le importaría que rompiéramos la promesa… Y si si, pues que se joda, está mejor muert-" Justo antes de que terminara de hablar, Zack (1) le pega un puñetazo en la cara, mientras Zack (2) está cubriéndose la boca con las manos y lagrimeando un poco. Zack (1): "─ Hijo de perra… Vuelve a decir eso… TE RETO." Zack (1) avanza, pero Zack (3) ya estaba frente a él, con la boquilla de su revolver puesta en una parte específica de la frente de Zack (1) Zack (3): "─ Bien… Ahí va de nuevo… Si a él le importara que rompiéramos nuestra promesa, y pusiera a esos asquerosos humanos por encima de su propio hijo… Entonces está mejor muerto." Jala el gatillo matando instantáneamente a Zack (1). Luego voltea a ver a Zack (2). Zack (2): "─ Tranquilo… S-soy lo suficientemente inteligente como para saber que si digo algo sobre esto, me matarás…" Zack (3): "─ Bien…" Con esto, Zack (3) se retira del lugar, yéndose por un portal.
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  • "𝑴𝒂𝒈𝒊𝒂 𝒃𝒍𝒂𝒏𝒄𝒂, 𝒎𝒂𝒈𝒊𝒂 𝒏𝒆𝒈𝒓𝒂"
    Fandom Original
    Categoría Fantasía

    ㅤㅤㅤㅤ𝚂𝚃𝙰𝚁𝚃𝙴𝚁
    ㅤㅤㅤㅤ┗━━━✦ para Shawn Woodrow



    Qué. Puta. Locura.
    Qué puta locura. ¿Cómo se había desmadrado tanto su dia? ¿Acaso había habido señales que no había sido capaz de ver? Vale, quizás el momento de tirarse el café por encima de la camiseta y el golpe contra la puerta que le habían hecho ver las estrellas eran señales suficientes… Señales de su mala suerte. Pero no eran señales sobrenaturales. Eran… cosas que podían pasarle a cualquiera de las personas de esa puta ciudad. Seguro que había gente con peor suerte en la cotidianeidad de su vida. Pero aquel día… Aquel día, Dominique se había llevado la palma.

    Había entrado a trabajar como cualquier otro día. Había aceptado un café de Shawn, como cualquier otro día… Había fantaseado con él. Como cualquier otro día… ¿Y luego? Había tenido una cita perfecta con él. Una cita con el tio más guapo, más sexy y más irremediablemente atractivo de la ciudad, del país, y del planeta. Vale, eso había sido raro.

    Muy raro.

    Pero creíble. Un momento de película romántica. ¿Es que una chica no podía tener un momento asi alguna vez en su vida? Entraba dentro de las posibilidades… Y entonces, el puñetero ciclope. No tenía ningún sentido.

    -Espera, espera… Nena, ¿de qué hablas? -preguntó su abuela al otro lado de la linea telefónica con tono preocupado.

    Obviamente, nada más entrar por la puerta de casa había ido directa a llamar por teléfono a su abuela mientras se quitaba la ropa llena de humo, polvo y… los estragos de una noche perfecta arruinada.

    -Puedo repetirlo de forma más lenta, abuela… Pero no va a quedarte más claro… Un puñetero ciclope en la librería… He tenido que prender fuego al local, asi que… supongo que me he quedado sin trabajo…- resopló- Si hubieras visto la cara de Natalie… Estaba alucinando…

    Su abuela guardó silencio un momento.

    -Eso es segundario, Dominique… Lo que tenemos que preguntarnos es… ¿Cómo llegó ese ciclope hasta la tienda? ¿Qué hace un ciclope en una librería perdida en medio del maldito Chicago?

    Dominique suspiró y asintió, aunque sabia que su abuela no podía verla.

    -¿Lo vio alguien más? -preguntó su abuela seguidamente.

    -Ah… Bu-bueno… Es que no estaba sola. Sali con… Shawn. Te hablé de Shawn, el dueño de la tienda de motos. Nos fuimos con su moto, Natalie me llamó cabreadísima… Y cuando llegamos él me estaba ayudando a recoger y de pronto apareció aquella enorme mola. Shawn flipaba en colores…

    Su abuela, que ya se esperaba lo que Dominique iba a decir, atajó.

    -Dime que no…

    -Tuve que decírselo, abuela.

    Casi podía ver cómo se le fruncían las cajas tras sus gafas.

    -Ay, Dominique… ¿Qué voy a hacer contigo…?

    La joven suspiró.

    -Lo siento, ¿vale? Me puse nerviosa. No sabia qué decir…

    La mujer, al otro lado de la linea dejó ir el aire rápidamente por la nariz.

    -Bueno, a lo hecho, pecho… Ahora tenemos que averiguar como llegó ese bicho hasta Chicago…

    >> Y así pasó Dominique los siguientes cuatro dias. Cuando no estaba con su abuela revisando sus miles de tomos de brujería antigua, estaba en su piso haciendo mapas y tratando de adivinar como había entrado ese ser. No había ningún acceso físico para que entrara. Asi que, había entrado por un portal… Pero, ¿Quién había creado aquel portal?

    Probablemente hubiera llegado a la conclusión si su mente no hubiera estado dispersa y pensativa. Bueno, dispersa no… Porque cuando no pensaba en ese puto ciclope su mente se ponía a pensar en Shawn. En que no la había vuelto a llamar, en que debería de estar alucinando y en que, seguramente, no querría saber nada más de ella. Y no podía culparle, sinceramente.

    Aquella tarde acababa de llegar a su apartamento desde casa de su abuela con media docena de libros sobre criaturas mágicas cargadas entre los brazos. Mientras tanto su abuela estaba creando un hechizo de rastreo con los restos mortales del ciclope que Dominique había extraído de lo que quedaba de la librería en una incursión nocturna. Si encontraban el rastro mágico, encontrarían al creador del portal. Dejó los tomos sobre la mesa del salón y acudió a su dormitorio en busca de algo más comodo que ponerse cuando, de repente, escuchó el claxon de un vehículo bajo su ventana. Reconocía ese sonido.

    Asi que, como era de esperar, casi se cayó de bruces contra el suelo en plena carrera al tropezar con una de las estanterías del dormitorio al tratar de alcanzar la ventana. La abrió y se asomó sintiendo su corazón rebotar en el pecho.

    Shawn.

    Dominique esbozó una enorme sonrisa al verlo ahí de pie frente a su moto aparcada. Menos de dos minutos después, dado que había bajado casi a saltos aquella escalera, ya salía por la puerta del portal para llegar hasta Shawn.

    -Pensaba que no querías verme. Por eso no… por eso no te llamé. No queria agobiarte… Imaginaba que tendrías mucho en lo que pensar… -dijo la morena cobijándose dentro de su fina chaqueta- Por favor, dime que no vas a llamar al Área 51…


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #StarterRol
    ㅤ ㅤㅤㅤㅤ𝚂𝚃𝙰𝚁𝚃𝙴𝚁 ㅤㅤㅤㅤ┗━━━✦ para [WdrShwn] Qué. Puta. Locura. Qué puta locura. ¿Cómo se había desmadrado tanto su dia? ¿Acaso había habido señales que no había sido capaz de ver? Vale, quizás el momento de tirarse el café por encima de la camiseta y el golpe contra la puerta que le habían hecho ver las estrellas eran señales suficientes… Señales de su mala suerte. Pero no eran señales sobrenaturales. Eran… cosas que podían pasarle a cualquiera de las personas de esa puta ciudad. Seguro que había gente con peor suerte en la cotidianeidad de su vida. Pero aquel día… Aquel día, Dominique se había llevado la palma. Había entrado a trabajar como cualquier otro día. Había aceptado un café de Shawn, como cualquier otro día… Había fantaseado con él. Como cualquier otro día… ¿Y luego? Había tenido una cita perfecta con él. Una cita con el tio más guapo, más sexy y más irremediablemente atractivo de la ciudad, del país, y del planeta. Vale, eso había sido raro. Muy raro. Pero creíble. Un momento de película romántica. ¿Es que una chica no podía tener un momento asi alguna vez en su vida? Entraba dentro de las posibilidades… Y entonces, el puñetero ciclope. No tenía ningún sentido. -Espera, espera… Nena, ¿de qué hablas? -preguntó su abuela al otro lado de la linea telefónica con tono preocupado. Obviamente, nada más entrar por la puerta de casa había ido directa a llamar por teléfono a su abuela mientras se quitaba la ropa llena de humo, polvo y… los estragos de una noche perfecta arruinada. -Puedo repetirlo de forma más lenta, abuela… Pero no va a quedarte más claro… Un puñetero ciclope en la librería… He tenido que prender fuego al local, asi que… supongo que me he quedado sin trabajo…- resopló- Si hubieras visto la cara de Natalie… Estaba alucinando… Su abuela guardó silencio un momento. -Eso es segundario, Dominique… Lo que tenemos que preguntarnos es… ¿Cómo llegó ese ciclope hasta la tienda? ¿Qué hace un ciclope en una librería perdida en medio del maldito Chicago? Dominique suspiró y asintió, aunque sabia que su abuela no podía verla. -¿Lo vio alguien más? -preguntó su abuela seguidamente. -Ah… Bu-bueno… Es que no estaba sola. Sali con… Shawn. Te hablé de Shawn, el dueño de la tienda de motos. Nos fuimos con su moto, Natalie me llamó cabreadísima… Y cuando llegamos él me estaba ayudando a recoger y de pronto apareció aquella enorme mola. Shawn flipaba en colores… Su abuela, que ya se esperaba lo que Dominique iba a decir, atajó. -Dime que no… -Tuve que decírselo, abuela. Casi podía ver cómo se le fruncían las cajas tras sus gafas. -Ay, Dominique… ¿Qué voy a hacer contigo…? La joven suspiró. -Lo siento, ¿vale? Me puse nerviosa. No sabia qué decir… La mujer, al otro lado de la linea dejó ir el aire rápidamente por la nariz. -Bueno, a lo hecho, pecho… Ahora tenemos que averiguar como llegó ese bicho hasta Chicago… >> Y así pasó Dominique los siguientes cuatro dias. Cuando no estaba con su abuela revisando sus miles de tomos de brujería antigua, estaba en su piso haciendo mapas y tratando de adivinar como había entrado ese ser. No había ningún acceso físico para que entrara. Asi que, había entrado por un portal… Pero, ¿Quién había creado aquel portal? Probablemente hubiera llegado a la conclusión si su mente no hubiera estado dispersa y pensativa. Bueno, dispersa no… Porque cuando no pensaba en ese puto ciclope su mente se ponía a pensar en Shawn. En que no la había vuelto a llamar, en que debería de estar alucinando y en que, seguramente, no querría saber nada más de ella. Y no podía culparle, sinceramente. Aquella tarde acababa de llegar a su apartamento desde casa de su abuela con media docena de libros sobre criaturas mágicas cargadas entre los brazos. Mientras tanto su abuela estaba creando un hechizo de rastreo con los restos mortales del ciclope que Dominique había extraído de lo que quedaba de la librería en una incursión nocturna. Si encontraban el rastro mágico, encontrarían al creador del portal. Dejó los tomos sobre la mesa del salón y acudió a su dormitorio en busca de algo más comodo que ponerse cuando, de repente, escuchó el claxon de un vehículo bajo su ventana. Reconocía ese sonido. Asi que, como era de esperar, casi se cayó de bruces contra el suelo en plena carrera al tropezar con una de las estanterías del dormitorio al tratar de alcanzar la ventana. La abrió y se asomó sintiendo su corazón rebotar en el pecho. Shawn. Dominique esbozó una enorme sonrisa al verlo ahí de pie frente a su moto aparcada. Menos de dos minutos después, dado que había bajado casi a saltos aquella escalera, ya salía por la puerta del portal para llegar hasta Shawn. -Pensaba que no querías verme. Por eso no… por eso no te llamé. No queria agobiarte… Imaginaba que tendrías mucho en lo que pensar… -dijo la morena cobijándose dentro de su fina chaqueta- Por favor, dime que no vas a llamar al Área 51… #Personajes3D #3D #Comunidad3D #StarterRol
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  • Aroma a Mandarina
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    "Mira, es la primera de la temporada. ¿Quieres que la comamos juntas?"

    La infancia de una niña huérfana era complicada. Sobre todo, de una que creció en un cabaret.

    Irene Graves escogió su nombre ella misma. Lo vio en una película sobre mujeres que cantaban y bailaban, llevando alegría a los demás. Irene, el nombre de la protagonista... usarlo la hacía sentir como si pudiera hacer todo eso y mucho más. Como si, igual que ella, fuese capaz de repartir amor, espectáculo, alivio a quienes lo necesitaban.

    Irene no escogió el lugar donde creció, pero de haber podido, no hubiese sido uno diferente. El terciopelo carmesí que apoyó sus primeros pasos, el aroma a colonia, el brillo del neón... no hubo un día, no hubo uno solo, que no fuera mágico. Hasta el día de hoy, seguía provocando el mismo sentimiento.

    "Tengo suerte", decía. "Tengo suerte de haber terminado aquí."

    Era normal que la miraran con extrañeza. ¿Una niña que creció en un cabaret? Los prejuicios, las burlas, los preconceptos eran la orden de su día a día. Pero ella nunca permitió que eso dejara de hacerla sonreír.

    Aunque nunca fuese muy popular con los de su edad, claro. Hasta el día en que la conoció a ella.

    "¡Comer la primera de la temporada es de buena suerte!"

    Irene nunca había visto un cabello tan bonito. Era un tono como el del cielo en un día nublado. ¡Y sus ojos! Claros con un brillo como el de perlas preciosas.

    Irene supo que quería ser su amiga. Supo que debía ser su primer amiga. Supo, en lo más profundo de su corazón, que tenía que conocerla, guiada por algo que la superaba, y al mismo, por algo increíblemente simple.

    "Te atrapé", le dijo, con una risa traviesa. "Si compartimos la primera mandarina del año, significa que ya no puedes alejarte de mí. ¡Tienes que quedarte conmigo para siempre!"

    Se lo inventó, por supuesto. La reacción en la niña del cabello blanco fue la más graciosa, y la más adorable que hubiera visto jamás. ¡Se lo creyó todo!

    Todo, cada palabra... Como si de los labios de Irene sólo pudieran salir dogmas inquebrantables, ella siempre la escuchaba.

    Ella siempre escuchaba a la niña que sólo servía para escuchar a los demás.

    Y por eso, Irene la amaba.

    Irene amaba a la niña del cabello blanco más que nada en el mundo. Y eso que Irene amaba muchas cosas.

    Irene amaba a Perle Noir. Irene amaba a su compañeros, a sus clientes, sus confidentes, sus amigos. Irene amaba darle alegría a los demás a través del arte que hacía con su ser entero.

    Irene amaba el amor. Estaba fascinada con el acto tan intenso y puro que era el amar, con la fuerza transformadora e implacable que podía llegar a ser.

    Y, aún así, Irene no amaba nada ni a nadie más que a la niña que compartió la primer mandarina de la temporada con ella, ese día de otoño.

    Y la amaba tanto, que no le importó saber que esa niña terminaría con su vida.

    Porque lo sabía. Lo supo desde el momento en el que la vio, y también sabía que la niña del cabello blanco estaba enterada de eso. Del destino desgarradoramente cruel que se había elegido para ambas.

    Irene sabía, también, de todas las cosas que la niña del cabello blanco había hecho para intentar cambiarlo. De la forma en la que había desafiado al tiempo mismo, a cada precepto del universo. Lo sabía, y la amaba por eso.

    Pero también sabía que, desgraciadamente, no era suficiente.

    Pero la amaba. A pesar de todo, y debido a todo, la amaba. La amaba más de lo que podían expresar las palabras. Y si su vida tenía que terminar gracias a esas manos... estaba bien.

    Estaba bien. No era algo malo. Porque pudo conocerla. Porque tuvo una vida llena de alegría gracias a ella. ¿Podía atreverse a pedir más? ¿Podía una niña huérfana que sólo quería compartir una mandarina tener una aspiración más grande, que morir a manos de quien amaba?

    Pedir más hubiera sido un crimen. Así que lo aceptó. Lo aceptó desde el primer momento, y vivió cada día sabiendo que su vida no sería larga.

    Sabiendo que cada oportunidad de amar que desperdiciara, podría ser la última.
    "Mira, es la primera de la temporada. ¿Quieres que la comamos juntas?" La infancia de una niña huérfana era complicada. Sobre todo, de una que creció en un cabaret. Irene Graves escogió su nombre ella misma. Lo vio en una película sobre mujeres que cantaban y bailaban, llevando alegría a los demás. Irene, el nombre de la protagonista... usarlo la hacía sentir como si pudiera hacer todo eso y mucho más. Como si, igual que ella, fuese capaz de repartir amor, espectáculo, alivio a quienes lo necesitaban. Irene no escogió el lugar donde creció, pero de haber podido, no hubiese sido uno diferente. El terciopelo carmesí que apoyó sus primeros pasos, el aroma a colonia, el brillo del neón... no hubo un día, no hubo uno solo, que no fuera mágico. Hasta el día de hoy, seguía provocando el mismo sentimiento. "Tengo suerte", decía. "Tengo suerte de haber terminado aquí." Era normal que la miraran con extrañeza. ¿Una niña que creció en un cabaret? Los prejuicios, las burlas, los preconceptos eran la orden de su día a día. Pero ella nunca permitió que eso dejara de hacerla sonreír. Aunque nunca fuese muy popular con los de su edad, claro. Hasta el día en que la conoció a ella. "¡Comer la primera de la temporada es de buena suerte!" Irene nunca había visto un cabello tan bonito. Era un tono como el del cielo en un día nublado. ¡Y sus ojos! Claros con un brillo como el de perlas preciosas. Irene supo que quería ser su amiga. Supo que debía ser su primer amiga. Supo, en lo más profundo de su corazón, que tenía que conocerla, guiada por algo que la superaba, y al mismo, por algo increíblemente simple. "Te atrapé", le dijo, con una risa traviesa. "Si compartimos la primera mandarina del año, significa que ya no puedes alejarte de mí. ¡Tienes que quedarte conmigo para siempre!" Se lo inventó, por supuesto. La reacción en la niña del cabello blanco fue la más graciosa, y la más adorable que hubiera visto jamás. ¡Se lo creyó todo! Todo, cada palabra... Como si de los labios de Irene sólo pudieran salir dogmas inquebrantables, ella siempre la escuchaba. Ella siempre escuchaba a la niña que sólo servía para escuchar a los demás. Y por eso, Irene la amaba. Irene amaba a la niña del cabello blanco más que nada en el mundo. Y eso que Irene amaba muchas cosas. Irene amaba a Perle Noir. Irene amaba a su compañeros, a sus clientes, sus confidentes, sus amigos. Irene amaba darle alegría a los demás a través del arte que hacía con su ser entero. Irene amaba el amor. Estaba fascinada con el acto tan intenso y puro que era el amar, con la fuerza transformadora e implacable que podía llegar a ser. Y, aún así, Irene no amaba nada ni a nadie más que a la niña que compartió la primer mandarina de la temporada con ella, ese día de otoño. Y la amaba tanto, que no le importó saber que esa niña terminaría con su vida. Porque lo sabía. Lo supo desde el momento en el que la vio, y también sabía que la niña del cabello blanco estaba enterada de eso. Del destino desgarradoramente cruel que se había elegido para ambas. Irene sabía, también, de todas las cosas que la niña del cabello blanco había hecho para intentar cambiarlo. De la forma en la que había desafiado al tiempo mismo, a cada precepto del universo. Lo sabía, y la amaba por eso. Pero también sabía que, desgraciadamente, no era suficiente. Pero la amaba. A pesar de todo, y debido a todo, la amaba. La amaba más de lo que podían expresar las palabras. Y si su vida tenía que terminar gracias a esas manos... estaba bien. Estaba bien. No era algo malo. Porque pudo conocerla. Porque tuvo una vida llena de alegría gracias a ella. ¿Podía atreverse a pedir más? ¿Podía una niña huérfana que sólo quería compartir una mandarina tener una aspiración más grande, que morir a manos de quien amaba? Pedir más hubiera sido un crimen. Así que lo aceptó. Lo aceptó desde el primer momento, y vivió cada día sabiendo que su vida no sería larga. Sabiendo que cada oportunidad de amar que desperdiciara, podría ser la última.
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    Yo al ver un trucatzo tan mágico está mañana. (?




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  • La importancia de hacer amigos e influir en las personas
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    ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Emmeline Bletchley


    ㅤㅤㅤㅤㅤNo había pasado mucho tiempo esa noche antes de que obtuvieran una respuesta via lechuza del parte del tal Billy, se conoce que se había entusiasmado al recibir una carta de Emmeline y se había meado de la emoción al recibir noticias de su exnovia… Vale, eso era lo que Acheron queria imaginar. Pero fuere como fuere, Billy había respondido y estaba dispuesto a hablar con Emmeline de lo que ella quisiera y ayudarla en lo que pudiera.

    -Qué servicial -había mascullado Acheron entre dientes mientras se entretenía recogiendo los restos de la cena.

    Pero, por mucho que le tocara las narices la predisposición de Billy, lo cierto era que jugaba en su favor. Estaban un pasito -pequeño sí, pero algo era algo- más cerca de descubrir qué era lo que estaba pasando. Y, con un poco de suerte, encontrar a Florean. Eso era todo lo que importaba a Acheron en ese momento. No podía dejar de pensar y de sentir, que todo aquello era su culpa… necesitaba limpiar su conciencia… Porque si era capaz de encontrar a Bones con vida no seria tan mala persona, ¿verdad?
    Emmeline insistió en qué Acheron pasara la noche en el apartamento, asi que el mago decidió que el sofá seria su mejor amigo aquella noche. Había dormido en lugares tan deplorables y cuestionables que aquel sofá le pareció el lugar más confortable del mundo.

    Podría acostumbrarse demasiado rapido a ese tipo de vida, estaba claro. Sobre todo cuando se despertaba con el olor del café recién hecho y un monton de bolsas de papel de una tienda cercana llenas de ropa esperando por él.

    -¿Me… has comprado ropa? ¿Y desayuno? -preguntó mientras avanzaba por el salón hasta la isla de la cocina- Vaya, el que podría acostumbrarse a esto soy yo -dijo mientras ya husmeaba dentro de una de aquellas bolsas de papel y sacaba unos pantalones de pinza de color oscuro- Oh, vaya, me va a tocar ser el mago pimpollo -bromeó y luego le dedicó un guiño divertido- Era una broma, gracias Emmeline… Te prometo que haré el papel de novio perfecto. Puedo ser tremendamente educado cuando quiero.

    Más le valía. No por nada había recibido una educación familiar de lo más esmerada…

    >> -¡Caramba! -exclamó Acheron desde el interior del dormitorio de Emmeline mientras la joven aguardaba en el salón, expectante. Dejó ir un silbido mientras se miraba en el espejo. Hacia mucho tiempo que había decidido prescindir de aquella clase de ropa, pero había que admitir que le sentaba como un guante. Y Emmeline tenía muy buen ojo con la ropa, al menos para elegir aquel traje de chaqueta y pantalón de color gris oscuro de rayas diplomáticas, con chaleco a juego y una corbata satinada de color negro- Voy a pedirte que me elijas la ropa cada día de mi vida. Si te hubiera tenido como estilista mi vida hubiera sido mucho menos penosa, estoy seguro… -rio el mago mientras salía del cuarto de Emmeline.

    Tenía la vista baja mientras guardaba la varita en el bolsillo interno de la chaqueta destinado para esta.

    -¿Y bien? ¿Qué te parece? Bueno, ya sé que lo has elegido tú, pero… Creo que me queda estupendamente -dijo alzando la mirada y guardando su mano diestra en el bolsillo del pantalón.


    >> En vista de que Acheron no era funcionario del Ministerio de Magia, Emmeline y él tuvieron que usar la puerta para las visitas que, honestamente Acheron prefirió mucho más que la entrada oficial. Cuando Emmeline le contó en qué consistía esa otra entrada, el mago se sintió agradecido de no tener que meterse en un retrete… Además, esa cabina de teléfono era mucho más comoda que el baño público del metro de Londres. Por lo que no iba a poner pegas a pesar del poco espacio que podían compartir Emmeline y él ahí dentro. Se colocó en la solapa la insignia de visitante que Emmeline le proporcionó y aguardó pacientemente hasta que aquel ascensor mágico llegó hasta el Atrio del Ministerio de Magia donde Acheron puso en marcha su plan “novio perfecto”.

    Acomodándose la chaqueta y abotonándola, bajó de la cabina observando el amplio pasillo ante él, sin dejarse sorprender por las personas que iban y venían haciendo sus vidas de un lado a otro. Le dedicó una rápida mirada a la estatua dorada del centro del Atrio y luego se giró hacia Emmeline tendiéndole una mano para ayudarla a descender.

    -Siempre es un placer viajar en cabina contigo -bromeó el mago con una sonrisita curvada en sus labios antes de emprender la marcha con Emmeline- Te sigo -dijo con más seguridad de la que en realidad sentía, porque la verdad era que estar en aquel lugar acojonaba a cualquiera.



    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #HarryPotter
    ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [3mmlineB] ㅤㅤㅤㅤㅤNo había pasado mucho tiempo esa noche antes de que obtuvieran una respuesta via lechuza del parte del tal Billy, se conoce que se había entusiasmado al recibir una carta de Emmeline y se había meado de la emoción al recibir noticias de su exnovia… Vale, eso era lo que Acheron queria imaginar. Pero fuere como fuere, Billy había respondido y estaba dispuesto a hablar con Emmeline de lo que ella quisiera y ayudarla en lo que pudiera. -Qué servicial -había mascullado Acheron entre dientes mientras se entretenía recogiendo los restos de la cena. Pero, por mucho que le tocara las narices la predisposición de Billy, lo cierto era que jugaba en su favor. Estaban un pasito -pequeño sí, pero algo era algo- más cerca de descubrir qué era lo que estaba pasando. Y, con un poco de suerte, encontrar a Florean. Eso era todo lo que importaba a Acheron en ese momento. No podía dejar de pensar y de sentir, que todo aquello era su culpa… necesitaba limpiar su conciencia… Porque si era capaz de encontrar a Bones con vida no seria tan mala persona, ¿verdad? Emmeline insistió en qué Acheron pasara la noche en el apartamento, asi que el mago decidió que el sofá seria su mejor amigo aquella noche. Había dormido en lugares tan deplorables y cuestionables que aquel sofá le pareció el lugar más confortable del mundo. Podría acostumbrarse demasiado rapido a ese tipo de vida, estaba claro. Sobre todo cuando se despertaba con el olor del café recién hecho y un monton de bolsas de papel de una tienda cercana llenas de ropa esperando por él. -¿Me… has comprado ropa? ¿Y desayuno? -preguntó mientras avanzaba por el salón hasta la isla de la cocina- Vaya, el que podría acostumbrarse a esto soy yo -dijo mientras ya husmeaba dentro de una de aquellas bolsas de papel y sacaba unos pantalones de pinza de color oscuro- Oh, vaya, me va a tocar ser el mago pimpollo -bromeó y luego le dedicó un guiño divertido- Era una broma, gracias Emmeline… Te prometo que haré el papel de novio perfecto. Puedo ser tremendamente educado cuando quiero. Más le valía. No por nada había recibido una educación familiar de lo más esmerada… >> -¡Caramba! -exclamó Acheron desde el interior del dormitorio de Emmeline mientras la joven aguardaba en el salón, expectante. Dejó ir un silbido mientras se miraba en el espejo. Hacia mucho tiempo que había decidido prescindir de aquella clase de ropa, pero había que admitir que le sentaba como un guante. Y Emmeline tenía muy buen ojo con la ropa, al menos para elegir aquel traje de chaqueta y pantalón de color gris oscuro de rayas diplomáticas, con chaleco a juego y una corbata satinada de color negro- Voy a pedirte que me elijas la ropa cada día de mi vida. Si te hubiera tenido como estilista mi vida hubiera sido mucho menos penosa, estoy seguro… -rio el mago mientras salía del cuarto de Emmeline. Tenía la vista baja mientras guardaba la varita en el bolsillo interno de la chaqueta destinado para esta. -¿Y bien? ¿Qué te parece? Bueno, ya sé que lo has elegido tú, pero… Creo que me queda estupendamente -dijo alzando la mirada y guardando su mano diestra en el bolsillo del pantalón. >> En vista de que Acheron no era funcionario del Ministerio de Magia, Emmeline y él tuvieron que usar la puerta para las visitas que, honestamente Acheron prefirió mucho más que la entrada oficial. Cuando Emmeline le contó en qué consistía esa otra entrada, el mago se sintió agradecido de no tener que meterse en un retrete… Además, esa cabina de teléfono era mucho más comoda que el baño público del metro de Londres. Por lo que no iba a poner pegas a pesar del poco espacio que podían compartir Emmeline y él ahí dentro. Se colocó en la solapa la insignia de visitante que Emmeline le proporcionó y aguardó pacientemente hasta que aquel ascensor mágico llegó hasta el Atrio del Ministerio de Magia donde Acheron puso en marcha su plan “novio perfecto”. Acomodándose la chaqueta y abotonándola, bajó de la cabina observando el amplio pasillo ante él, sin dejarse sorprender por las personas que iban y venían haciendo sus vidas de un lado a otro. Le dedicó una rápida mirada a la estatua dorada del centro del Atrio y luego se giró hacia Emmeline tendiéndole una mano para ayudarla a descender. -Siempre es un placer viajar en cabina contigo -bromeó el mago con una sonrisita curvada en sus labios antes de emprender la marcha con Emmeline- Te sigo -dijo con más seguridad de la que en realidad sentía, porque la verdad era que estar en aquel lugar acojonaba a cualquiera. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #HarryPotter
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