• ¿No me vas a dar besitos en los lunares?
    ¿No me vas a dar besitos en los lunares?
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  • Como una sirena a un viejo lobo de mar, escucho el llamado otra vez.
    Pero esta vez, no caigo en sus juegos, durante la media luna, el balance de la luz y la oscuridad danza como dos amantes que solo se pueden ver en un baile cósmico prohibido.
    Como una sirena a un viejo lobo de mar, escucho el llamado otra vez. Pero esta vez, no caigo en sus juegos, durante la media luna, el balance de la luz y la oscuridad danza como dos amantes que solo se pueden ver en un baile cósmico prohibido.
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  • Sentada en la cubierta del Thousand Sunny, con la brisa marina acariciando su rostro, Robin cerró los ojos y dejó que el sonido de las olas la envolviera. La noche era tranquila, la luna se reflejaba en el agua como un espejo que separaba dos mundos. En momentos como este, solía sumergirse en sus pensamientos, en los rastros de su pasado que, aunque difusos, seguían formando parte de ella.

    Recordó la soledad. No la soledad de estar sin compañía, sino la de no tener a nadie en quien confiar. Durante años, había vivido como una sombra, siempre en fuga, temiendo que el día siguiente fuera el final. Su vida se había construido sobre el miedo y la desconfianza, con alianzas efímeras y sonrisas vacías. Había aprendido a ser pragmática, a no esperar nada de nadie, a ser una sobreviviente en un mundo que la quería muerta.

    Pero entonces, llegaron ellos. Los Mugiwara. Un grupo de piratas que parecían desafiar toda lógica, que reían en la cara del peligro y que, contra toda razón, la aceptaron sin condiciones. Al principio, le había costado entenderlo. No podía concebir un mundo donde las personas se ayudaran sin esperar nada a cambio. La idea de que alguien pudiera arriesgar su vida por ella era inconcebible.

    Y sin embargo, lo hicieron.

    Robin abrió los ojos y miró el cielo estrellado. Aún se preguntaba en qué momento exacto había cambiado. Quizá fue en Alabasta, cuando Luffy le extendió la mano sin dudar. Quizá en Skypiea, cuando los vio reír juntos bajo un cielo dorado. O quizá en Enies Lobby, cuando escuchó sus voces gritar que la querían de vuelta, cuando se permitió, por primera vez en muchos años, querer vivir.

    Ya no era la arqueóloga solitaria con un precio por su cabeza y un corazón blindado. Ahora, era una Mugiwara. Tenía un lugar donde pertenecer, personas a las que llamar amigos, un sueño que ya no perseguía sola. El miedo a ser traicionada había sido reemplazado por la certeza de que, sin importar lo que pasara, ellos estarían allí.

    Robin sonrió, con esa expresión serena que solo mostraba cuando se sentía verdaderamente en paz. La noche seguía su curso, el mar susurraba canciones antiguas, y por primera vez en su vida, supo con absoluta certeza que ya no estaba sola.
    Sentada en la cubierta del Thousand Sunny, con la brisa marina acariciando su rostro, Robin cerró los ojos y dejó que el sonido de las olas la envolviera. La noche era tranquila, la luna se reflejaba en el agua como un espejo que separaba dos mundos. En momentos como este, solía sumergirse en sus pensamientos, en los rastros de su pasado que, aunque difusos, seguían formando parte de ella. Recordó la soledad. No la soledad de estar sin compañía, sino la de no tener a nadie en quien confiar. Durante años, había vivido como una sombra, siempre en fuga, temiendo que el día siguiente fuera el final. Su vida se había construido sobre el miedo y la desconfianza, con alianzas efímeras y sonrisas vacías. Había aprendido a ser pragmática, a no esperar nada de nadie, a ser una sobreviviente en un mundo que la quería muerta. Pero entonces, llegaron ellos. Los Mugiwara. Un grupo de piratas que parecían desafiar toda lógica, que reían en la cara del peligro y que, contra toda razón, la aceptaron sin condiciones. Al principio, le había costado entenderlo. No podía concebir un mundo donde las personas se ayudaran sin esperar nada a cambio. La idea de que alguien pudiera arriesgar su vida por ella era inconcebible. Y sin embargo, lo hicieron. Robin abrió los ojos y miró el cielo estrellado. Aún se preguntaba en qué momento exacto había cambiado. Quizá fue en Alabasta, cuando Luffy le extendió la mano sin dudar. Quizá en Skypiea, cuando los vio reír juntos bajo un cielo dorado. O quizá en Enies Lobby, cuando escuchó sus voces gritar que la querían de vuelta, cuando se permitió, por primera vez en muchos años, querer vivir. Ya no era la arqueóloga solitaria con un precio por su cabeza y un corazón blindado. Ahora, era una Mugiwara. Tenía un lugar donde pertenecer, personas a las que llamar amigos, un sueño que ya no perseguía sola. El miedo a ser traicionada había sido reemplazado por la certeza de que, sin importar lo que pasara, ellos estarían allí. Robin sonrió, con esa expresión serena que solo mostraba cuando se sentía verdaderamente en paz. La noche seguía su curso, el mar susurraba canciones antiguas, y por primera vez en su vida, supo con absoluta certeza que ya no estaba sola.
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  • Las estrellas adornan el cielo sin luna de aquella noche; luego de algo de persuasión la castaña consiguió que su compañero accediera a acompañarla en su visita al lago para darse un baño juntos. Hacía mucho que no iba a nadar y le hacía mucha ilusión que estuviera a su lado; sin embargo ya en el lugar y con la chica ya en el agua era renuente a la idea de entrar.

    —Puedes quedarte ahi y solo mirar si quieres— dijo ella reprendiéndolo con cariño apoyandose en el muelle —Pero no habra cariñitos esta noche eh~

    Monika fue incapaz de esconder La sonrisa cargada de picardía en ese momento. Era obvio que solo intentaba molestarlo y provocarlo
    Las estrellas adornan el cielo sin luna de aquella noche; luego de algo de persuasión la castaña consiguió que su compañero accediera a acompañarla en su visita al lago para darse un baño juntos. Hacía mucho que no iba a nadar y le hacía mucha ilusión que estuviera a su lado; sin embargo ya en el lugar y con la chica ya en el agua era renuente a la idea de entrar. —Puedes quedarte ahi y solo mirar si quieres— dijo ella reprendiéndolo con cariño apoyandose en el muelle —Pero no habra cariñitos esta noche eh~ Monika fue incapaz de esconder La sonrisa cargada de picardía en ese momento. Era obvio que solo intentaba molestarlo y provocarlo
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  • Sombras Nocturnas
    Categoría Original
    Es una noche fría y húmeda en la ciudad humana.
    Las luces de los faroles parpadean débilmente, proyectando sombras alargadas sobre el pavimento Rangrid se encuentra en un parque abandonado, rodeada de árboles cuyas ramas se mecen con el viento,el sonido lejano de la ciudad apenas llega a tus oídos, ahogado por el silencio de la noche,no tenia un lugar donde dormir, y el frío empieza a calar en sus huesos,como dagas afiladas que la atravesaban.

    Un par de horas atrás había consumido una dosis de "Sombraluna", una droga élfica que le permite escapar temporalmente de la realidad, pero que también nubla sus sentidos y la sumergia en visiones inquietantes,conseguía este estupefaciente en el mercado negro mágico, después de tanto tiempo en el mundo humano se había encontrado con diversas razas mágicas y había hecho conectes para conseguir ciertas cosas no muy legales.

    El mundo parecía moverse a cámara lenta, y las sombras cobran vida, susurrandole cosas que solo ella podía escuchar,esto le causaba euforia y miedo hasta cierto punto.
    Estaba sentada en un banco de madera,una larga capa negra envolvía su delgada anatomía y le refugiaba débilmente del frio de la noche,en su mano una tenía una daga empuñada lista para ser usada en caso de peligro.

    Su mente estaba tan dispersa como alerta,y su corazón latía con tanta rapidez y fuerza que podía escucharlo y sentir que se saldría de su pecho disparado.

    —¿Alguna vez alguien tendrá piedad de mi?—

    Se cuestionó con una voz débil apenas audible, mientras intentaba no dormirse,la vida no la había tratado bien hacia mucho tiempo,y quizá está noche no sería distinta a ello.
    Es una noche fría y húmeda en la ciudad humana. Las luces de los faroles parpadean débilmente, proyectando sombras alargadas sobre el pavimento Rangrid se encuentra en un parque abandonado, rodeada de árboles cuyas ramas se mecen con el viento,el sonido lejano de la ciudad apenas llega a tus oídos, ahogado por el silencio de la noche,no tenia un lugar donde dormir, y el frío empieza a calar en sus huesos,como dagas afiladas que la atravesaban. Un par de horas atrás había consumido una dosis de "Sombraluna", una droga élfica que le permite escapar temporalmente de la realidad, pero que también nubla sus sentidos y la sumergia en visiones inquietantes,conseguía este estupefaciente en el mercado negro mágico, después de tanto tiempo en el mundo humano se había encontrado con diversas razas mágicas y había hecho conectes para conseguir ciertas cosas no muy legales. El mundo parecía moverse a cámara lenta, y las sombras cobran vida, susurrandole cosas que solo ella podía escuchar,esto le causaba euforia y miedo hasta cierto punto. Estaba sentada en un banco de madera,una larga capa negra envolvía su delgada anatomía y le refugiaba débilmente del frio de la noche,en su mano una tenía una daga empuñada lista para ser usada en caso de peligro. Su mente estaba tan dispersa como alerta,y su corazón latía con tanta rapidez y fuerza que podía escucharlo y sentir que se saldría de su pecho disparado. —¿Alguna vez alguien tendrá piedad de mi?— Se cuestionó con una voz débil apenas audible, mientras intentaba no dormirse,la vida no la había tratado bien hacia mucho tiempo,y quizá está noche no sería distinta a ello.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • -La Mutante se alza desnuda a la luz de la luna... La brisa refresca toca su piel transportando sus oraciones alguna deidad que le escuche.-
    -La Mutante se alza desnuda a la luz de la luna... La brisa refresca toca su piel transportando sus oraciones alguna deidad que le escuche.-
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  • —La noche aun es joven cariño~

    La luna brillaba tras un mar de nubes aquella noche; la ventana abierta dejaba entrar un poco de la fresca brisa que soplaba creando un ambiente fresco y sereno. La castaña, sentada en el sofá cruzo sus piernas y clavó la mirada en el contrario con una pequeña sonrisa.

    —¿Te apetece alguna actividad? no hay malas ideas~

    Expresó con un interés genuino por lo que sea que pudiera decir, haciendo su gesto característico con el dedo. Se había puesto el uniforme que tanto parecía gustarle.
    —La noche aun es joven cariño~ La luna brillaba tras un mar de nubes aquella noche; la ventana abierta dejaba entrar un poco de la fresca brisa que soplaba creando un ambiente fresco y sereno. La castaña, sentada en el sofá cruzo sus piernas y clavó la mirada en el contrario con una pequeña sonrisa. —¿Te apetece alguna actividad? no hay malas ideas~ Expresó con un interés genuino por lo que sea que pudiera decir, haciendo su gesto característico con el dedo. Se había puesto el uniforme que tanto parecía gustarle.
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  • — asi que Adriana Salvatore, te casarias conmigo? —

    Dijo riendo levemente

    Su aldea acostumbraba a hacer una pequeña feria para hijos de la luna, pero también dejaban acceder a invitados y Adri claro que estaria invitada este dia,

    Habia todo tipo de actividades ,competencia de baile, juegos, comida, etc entre eso un "Registro civil" donde los niños y adultos que quisieran se podrian "casar"

    Esto venia incluso actas de matrimonio falsas y " anillos " hecho de dulces por lo que a Daniel le gusto la idea y... Bueno... Aqui estamos no?

    Adriana Salvatore <3
    — asi que Adriana Salvatore, te casarias conmigo? — Dijo riendo levemente Su aldea acostumbraba a hacer una pequeña feria para hijos de la luna, pero también dejaban acceder a invitados y Adri claro que estaria invitada este dia, Habia todo tipo de actividades ,competencia de baile, juegos, comida, etc entre eso un "Registro civil" donde los niños y adultos que quisieran se podrian "casar" Esto venia incluso actas de matrimonio falsas y " anillos " hecho de dulces por lo que a Daniel le gusto la idea y... Bueno... Aqui estamos no? [Adri_Salvatore] <3
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  • El ocaso había llegado anunciando la pronta llegada del anochecer, Mita empezaba a sentirse inquieta como cada vez que la luna hacia su aparición en el cielo nocturno; su mirada estaba fija en el sol poniente. Quizá por su naturaleza sobrenatural, pero de cualquier modo a veces daba la impresión de no estar demasiado cuerda.

    Posó la atención en su huésped que yacía en el sofá, el cual parecía haber estado mirándola fijamente desde al menos un par de minutos atrás; ¿sus piernas, su trasero o espalda, tal vez su cabello? no lo sabia. pero no le importaba.

    —Ya casi es hora de comer—Su mirada era tranquila pero había algo más, apetito, ansias... quizá otra cosa que trataba de ocultar —Es tu turno de preparar la cena, no querrás que este hambrienta~
    El ocaso había llegado anunciando la pronta llegada del anochecer, Mita empezaba a sentirse inquieta como cada vez que la luna hacia su aparición en el cielo nocturno; su mirada estaba fija en el sol poniente. Quizá por su naturaleza sobrenatural, pero de cualquier modo a veces daba la impresión de no estar demasiado cuerda. Posó la atención en su huésped que yacía en el sofá, el cual parecía haber estado mirándola fijamente desde al menos un par de minutos atrás; ¿sus piernas, su trasero o espalda, tal vez su cabello? no lo sabia. pero no le importaba. —Ya casi es hora de comer—Su mirada era tranquila pero había algo más, apetito, ansias... quizá otra cosa que trataba de ocultar —Es tu turno de preparar la cena, no querrás que este hambrienta~
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