• Mika había llegado a casa esa tarde, bastante después de su horario de trabajo. Hee Kim Park y él habían estado distanciados hace unos días por lo que pasó en el hospital y no parecían encontrar el tiempo para solucionarlo o Mika creía que Hee necesitaba ese tiempo.
    Al llegar dejó las cosas en el perchero de la entrada y se acercó a dejar un beso en la mejilla de su novio como todos los días, pero no hacia más que eso. Se podía notar que se había peleado, sus nudillos estaban rojos y tenía un par de marcas en el rostro y en los brazos, pero no dijo nada, solo se acercó a la mesa a acomodar algunas cosas para la cena.
    Mika había llegado a casa esa tarde, bastante después de su horario de trabajo. [flash_gold_lizard_133] y él habían estado distanciados hace unos días por lo que pasó en el hospital y no parecían encontrar el tiempo para solucionarlo o Mika creía que Hee necesitaba ese tiempo. Al llegar dejó las cosas en el perchero de la entrada y se acercó a dejar un beso en la mejilla de su novio como todos los días, pero no hacia más que eso. Se podía notar que se había peleado, sus nudillos estaban rojos y tenía un par de marcas en el rostro y en los brazos, pero no dijo nada, solo se acercó a la mesa a acomodar algunas cosas para la cena.
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  • Su celo finalmente había llegado, sintiendo el escalofrío por toda la columna vertebral antes del calor subiendo poco a poco, causando un cosquilleo en su vientre, gruñendo suave.

    —Ha llegado...
    Su celo finalmente había llegado, sintiendo el escalofrío por toda la columna vertebral antes del calor subiendo poco a poco, causando un cosquilleo en su vientre, gruñendo suave. —Ha llegado...
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  • *Elios estaba en la cafetería donde trabajaba.*

    [Ya no tiene sentido lamentarse por mi tardanza... Mejor que me apresure y recupere el tiempo perdido...]

    *Tras recomponerse, luego de recuperar los ánimos Elios había llegado a esa conclusión, así que se había puesto a trabajar, enfocado en gastar el menor tiempo posible para hacer bien las cosas.*

    -Es una linda tarde. Digame, ¿Puedo tomar su orden?
    *Elios estaba en la cafetería donde trabajaba.* [Ya no tiene sentido lamentarse por mi tardanza... Mejor que me apresure y recupere el tiempo perdido...] *Tras recomponerse, luego de recuperar los ánimos Elios había llegado a esa conclusión, así que se había puesto a trabajar, enfocado en gastar el menor tiempo posible para hacer bien las cosas.* -Es una linda tarde. Digame, ¿Puedo tomar su orden? 😁
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  • Ha llegado el momento una vez más. Si no puede haber paz, haré que todo llegue a su fin. Recuerda Lan Wangji ya no hay marcha atrás
    Ha llegado el momento una vez más. Si no puede haber paz, haré que todo llegue a su fin. Recuerda [LanWangji] ya no hay marcha atrás
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  • Parque de Diversiones | Tarde Cálida y Alborotada

    El sol brillaba con una intensidad casi burlona, como si quisiera competir con la energía de los fuegos artificiales que más tarde decorarían el cielo. El parque de diversiones estaba en su punto máximo de bullicio; risas infantiles, música colorida, y el chasquido intermitente de los juegos mecánicos llenaban el ambiente.

    Entre toda la multitud, una chica rubia de ojos vivos y chispeantes se movía con paso ágil, sujetando un algodón de azúcar entre los dedos. Llevaba el cabello atado en una media coleta que bailaba con cada paso, y unos lentes oscuros grandes que le cubrían media cara. Era imposible no notarla. No por su estilo, sino por la calidez que irradiaba. Literalmente. Cada persona que pasaba cerca sentía como si el aire subiera unos cuantos grados.

    —Hey, hey, tranquilo… —dijo con suavidad, hincándose frente a un pequeño niño de unos cinco años que lloraba desconsolado junto a un puesto de helados. El algodón quedó a un lado, olvidado mientras ella le ofrecía una sonrisa cálida—. ¿Te perdiste, pequeño sol?

    Intentó calmarlo sin invadir su espacio, extendiendo una mano con cuidado. Su temperatura era anormal, pero los niños, a veces, percibían eso como algo tranquilizador. Como una mamá gallina con su pollito.

    Entonces, alguien más se acercó.

    Un chico joven, cabello alborotado, mirada curiosa, pero con ese tipo de energía que vibra como una batería bien cargada. Aliona giró la cabeza y lo miró. Su ceja se alzó suavemente, como evaluando al recién llegado con ese descaro elegante que se heredaba sin querer de cierta celebridad humana antorcha.

    —¿Tú también viniste al rescate? —preguntó con una sonrisa de lado, divertida—. Parece que al menos alguien más notó el caos.

    Mientras juntos trataban de calmar al niño, apareció una pareja desesperada entre la multitud. Aliona se levantó al verlos y alzó la mano, llamando su atención. El reencuentro fue rápido, lleno de agradecimientos y lágrimas de alivio.

    Y cuando los padres se alejaron con el pequeño, la chica rubia se quedó en el mismo lugar, ahora con su algodón derretido en la mano y una expresión de ligera derrota.

    —Genial… ahora tengo jarabe rosa en toda la mano —resopló, sacudiéndose los dedos—. Aunque al menos valió la pena.

    Miró al chico otra vez, con un dejo de interés genuino.

    —¿Cómo te llamas, héroe de parque de diversiones?


    Thomas Maximoff
    Parque de Diversiones | Tarde Cálida y Alborotada El sol brillaba con una intensidad casi burlona, como si quisiera competir con la energía de los fuegos artificiales que más tarde decorarían el cielo. El parque de diversiones estaba en su punto máximo de bullicio; risas infantiles, música colorida, y el chasquido intermitente de los juegos mecánicos llenaban el ambiente. Entre toda la multitud, una chica rubia de ojos vivos y chispeantes se movía con paso ágil, sujetando un algodón de azúcar entre los dedos. Llevaba el cabello atado en una media coleta que bailaba con cada paso, y unos lentes oscuros grandes que le cubrían media cara. Era imposible no notarla. No por su estilo, sino por la calidez que irradiaba. Literalmente. Cada persona que pasaba cerca sentía como si el aire subiera unos cuantos grados. —Hey, hey, tranquilo… —dijo con suavidad, hincándose frente a un pequeño niño de unos cinco años que lloraba desconsolado junto a un puesto de helados. El algodón quedó a un lado, olvidado mientras ella le ofrecía una sonrisa cálida—. ¿Te perdiste, pequeño sol? Intentó calmarlo sin invadir su espacio, extendiendo una mano con cuidado. Su temperatura era anormal, pero los niños, a veces, percibían eso como algo tranquilizador. Como una mamá gallina con su pollito. Entonces, alguien más se acercó. Un chico joven, cabello alborotado, mirada curiosa, pero con ese tipo de energía que vibra como una batería bien cargada. Aliona giró la cabeza y lo miró. Su ceja se alzó suavemente, como evaluando al recién llegado con ese descaro elegante que se heredaba sin querer de cierta celebridad humana antorcha. —¿Tú también viniste al rescate? —preguntó con una sonrisa de lado, divertida—. Parece que al menos alguien más notó el caos. Mientras juntos trataban de calmar al niño, apareció una pareja desesperada entre la multitud. Aliona se levantó al verlos y alzó la mano, llamando su atención. El reencuentro fue rápido, lleno de agradecimientos y lágrimas de alivio. Y cuando los padres se alejaron con el pequeño, la chica rubia se quedó en el mismo lugar, ahora con su algodón derretido en la mano y una expresión de ligera derrota. —Genial… ahora tengo jarabe rosa en toda la mano —resopló, sacudiéndose los dedos—. Aunque al menos valió la pena. Miró al chico otra vez, con un dejo de interés genuino. —¿Cómo te llamas, héroe de parque de diversiones? [T0MMY]
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  • El suave crepitar de su fuego llenaba la barra de un calor acogedor. Barman estaba frente al espejo detrás del mostrador, frunciendo el ceño mientras ajustaba su moño amarillo. Tiraba de un extremo, luego del otro, lo aflojaba, lo apretaba… y volvía a empezar. Sus llamas parpadeaban con un leve tono rosado, señal de su paciencia agotándose.

    —Tsk… nunca queda como debe —murmuró para sí, dándose un último tirón al nudo—. Si voy a servirle un trago a alguien, que sea con estilo.

    Al oír la puerta abrirse, levantó la mirada y, en un segundo, su expresión se suavizó. Con el moño por fin en su sitio, tomó un vaso limpio y una botella, recibiendo al recién llegado con su habitual sonrisa cálida.

    —Bienvenido…
    El suave crepitar de su fuego llenaba la barra de un calor acogedor. Barman estaba frente al espejo detrás del mostrador, frunciendo el ceño mientras ajustaba su moño amarillo. Tiraba de un extremo, luego del otro, lo aflojaba, lo apretaba… y volvía a empezar. Sus llamas parpadeaban con un leve tono rosado, señal de su paciencia agotándose. —Tsk… nunca queda como debe —murmuró para sí, dándose un último tirón al nudo—. Si voy a servirle un trago a alguien, que sea con estilo. Al oír la puerta abrirse, levantó la mirada y, en un segundo, su expresión se suavizó. Con el moño por fin en su sitio, tomó un vaso limpio y una botella, recibiendo al recién llegado con su habitual sonrisa cálida. —Bienvenido…
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  • https://youtu.be/pytZGFQyPVU?si=3ap_8TJJFQmk8oXP

    Este es mi legado...
    Estoy listo para mk.boda de mañana
    https://youtu.be/pytZGFQyPVU?si=3ap_8TJJFQmk8oXP Este es mi legado... Estoy listo para mk.boda de mañana
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  • Esto no es bueno...

    *En un planeta del sector 2089, en un sistema solar catalogado como "Paseo", una investigación sobre ingeniería genética se salió de control, y se habían creado híbridos mutantes a partir de fósiles encontrados en dicho planeta. Estos pretendidos dinosaurios habían arrasado con los asentamientos humanos en ese planeta, y ya eran más de dos semanas desde que se habían desplegado pelotones de la Infantería Móvil para apoyar a la evacuación de los sobrevivientes.
    La última nave de evacuación había despegado, y aunque en teoría no quedaban más sobrevivientes, se pidieron voluntarios para misiones de reconocimiento, en caso de que quedaran algunas últimas personas que por alguna razón no hubieran podido llegar al punto de despegue, así como intentar recuperar información de los laboratorios donde había comenzado el desastre.
    El problema era que estos mutantes resultaron ser casi racionales, por la forma en cómo peleaban, además de que al parecer podían tender trampas, y su ferocidad no era normal. Era como si quisieran exterminar a todos...
    Elios había decidido quedarse, pero la operación era riesgosa, ya que prácticamente era ser abandonado a tu suerte, sin posibilidad de tener suministros, ni refuerzos, aunque se decía que en las ciudades, ahora desiertas, era posible encontrar todo lo necesario para completar la misión. El grave problema era que la energía de las armas, el traje acorazado y las municiones se agotaban cada vez más... Y no hablemos de todos los dinosaurios que acechaban en todos lados.*
    Esto no es bueno... *En un planeta del sector 2089, en un sistema solar catalogado como "Paseo", una investigación sobre ingeniería genética se salió de control, y se habían creado híbridos mutantes a partir de fósiles encontrados en dicho planeta. Estos pretendidos dinosaurios habían arrasado con los asentamientos humanos en ese planeta, y ya eran más de dos semanas desde que se habían desplegado pelotones de la Infantería Móvil para apoyar a la evacuación de los sobrevivientes. La última nave de evacuación había despegado, y aunque en teoría no quedaban más sobrevivientes, se pidieron voluntarios para misiones de reconocimiento, en caso de que quedaran algunas últimas personas que por alguna razón no hubieran podido llegar al punto de despegue, así como intentar recuperar información de los laboratorios donde había comenzado el desastre. El problema era que estos mutantes resultaron ser casi racionales, por la forma en cómo peleaban, además de que al parecer podían tender trampas, y su ferocidad no era normal. Era como si quisieran exterminar a todos... Elios había decidido quedarse, pero la operación era riesgosa, ya que prácticamente era ser abandonado a tu suerte, sin posibilidad de tener suministros, ni refuerzos, aunque se decía que en las ciudades, ahora desiertas, era posible encontrar todo lo necesario para completar la misión. El grave problema era que la energía de las armas, el traje acorazado y las municiones se agotaban cada vez más... Y no hablemos de todos los dinosaurios que acechaban en todos lados.*
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  • El caballero y la sacerdotisa
    Fandom OC
    Categoría Fantasía
    --Toda su vida había vivido para el servicio de los dioses. Desde que nació, una ceguera inexplicable le negó el amor de una madre, el cobijo de una familia, pues creían que era una maldición.

    Fue abandonada a los pies de un inmenso árbol, con los ojos vendados y colgando de su manita, una pequeña piedra blanca de río envuelta con una correa de cuero, con Ansuz grabada en ella.

    Creció de un lugar a otro, hasta que finalmente encontró un hogar definitivo en un Hof abandonado que ella misma acondicionó, atrayendo poco a poco a algunos miembros de las aldeas cercanas que buscaban el consejo de los Dioses.

    Finalmente, con el paso de los años, Astrid se volvió popular entre las comunidades cercanas, hasta que un día, fue llevada -Casi a la fuerza- a las costas para abordar uno de los barcos exploradores hasta que llegó a Britania.

    Astrid no se opuso, pues noches antes, segura estaba, de haber escuchado al mismo padre Odín dirigirle algunas palabras, prometiéndole siempre guiarla en su misión.

    Escuchó al cuervo que desde entonces no la abandonaba y que en sus momentos de mayor necesidad, estaba siempre presente, y aunque Astrid fuese incapaz de ver, podía percibir, que todo lo que le estaba sucediendo, tenía un propósito.

    Una vez hubo llegado a Britania, le fue construida una pequeña choza donde Astrid se dedicaba a predicar la palabra de Odín a los niños y mujeres que eran llevadas como botín tras algunos saqueos e “incursiones” a los llamados fuertes de piedra.

    Pero… una tarde todo cambió. Cuando la lluvia de la tarde comenzó a caer, fuerte, agitando los techos de paja y madera hasta que de pronto, el calor y el olor a quemado llenaron el ambiente.

    Las mujeres gritando por ayuda y el grito de guerra de algunos hombres se mezclaron con el fuerte ruido de la tormenta cayendo sobre ellos, perturbaron a Astrid que en un intento por ayudar, salió del Hof para correr alrededor.

    Un fuerte agarre la tomó del brazo y la arrastró fuera del campo de batalla —¡Quédate aquí! —Le gritó un hombre, a quien no pudo identificar. Astrid, incapaz de reconocer el terreno, caminó a tientas entre los arbustos y los árboles, cayendo en cuenta que se había adentrado en el bosque. Los gritos y el sonar de las espadas al estrellarse unas con otras se fue apagando, hasta que finalmente tuvo que aceptar que se había perdido en un país y un lugar totalmente desconocido para ella.-
    --Toda su vida había vivido para el servicio de los dioses. Desde que nació, una ceguera inexplicable le negó el amor de una madre, el cobijo de una familia, pues creían que era una maldición. Fue abandonada a los pies de un inmenso árbol, con los ojos vendados y colgando de su manita, una pequeña piedra blanca de río envuelta con una correa de cuero, con Ansuz grabada en ella. Creció de un lugar a otro, hasta que finalmente encontró un hogar definitivo en un Hof abandonado que ella misma acondicionó, atrayendo poco a poco a algunos miembros de las aldeas cercanas que buscaban el consejo de los Dioses. Finalmente, con el paso de los años, Astrid se volvió popular entre las comunidades cercanas, hasta que un día, fue llevada -Casi a la fuerza- a las costas para abordar uno de los barcos exploradores hasta que llegó a Britania. Astrid no se opuso, pues noches antes, segura estaba, de haber escuchado al mismo padre Odín dirigirle algunas palabras, prometiéndole siempre guiarla en su misión. Escuchó al cuervo que desde entonces no la abandonaba y que en sus momentos de mayor necesidad, estaba siempre presente, y aunque Astrid fuese incapaz de ver, podía percibir, que todo lo que le estaba sucediendo, tenía un propósito. Una vez hubo llegado a Britania, le fue construida una pequeña choza donde Astrid se dedicaba a predicar la palabra de Odín a los niños y mujeres que eran llevadas como botín tras algunos saqueos e “incursiones” a los llamados fuertes de piedra. Pero… una tarde todo cambió. Cuando la lluvia de la tarde comenzó a caer, fuerte, agitando los techos de paja y madera hasta que de pronto, el calor y el olor a quemado llenaron el ambiente. Las mujeres gritando por ayuda y el grito de guerra de algunos hombres se mezclaron con el fuerte ruido de la tormenta cayendo sobre ellos, perturbaron a Astrid que en un intento por ayudar, salió del Hof para correr alrededor. Un fuerte agarre la tomó del brazo y la arrastró fuera del campo de batalla —¡Quédate aquí! —Le gritó un hombre, a quien no pudo identificar. Astrid, incapaz de reconocer el terreno, caminó a tientas entre los arbustos y los árboles, cayendo en cuenta que se había adentrado en el bosque. Los gritos y el sonar de las espadas al estrellarse unas con otras se fue apagando, hasta que finalmente tuvo que aceptar que se había perdido en un país y un lugar totalmente desconocido para ella.-
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  • 𝕭𝖊𝖓𝖊𝖆𝖙𝖍 𝖙𝖍𝖊 𝖗𝖆𝖎𝖓
    Fandom N/A
    Categoría Fantasía
    『 Rol Libre. 』

    — Ah... comenzó a llover... debemos buscar refugio Spark.... — agregó dirigiéndose al caballo que le hacía compañía para alzar su mirada hacia el cielo que, inevitable y evidentemente aquellas ligeras gotas caían en partículas tan delgadas que parecían pellizcar la piel al impactar.

    ¿Cuánto tiempo había pasado de haber dejado Jerusalem? No lo sabía, mucho menos la ruta a seguir. Aquel ataque de los sarracenos que les seguían habían logrado su cometido, separar aquel pequeño grupo. Galahad había tomado su propio camino con el Santo Grial en compañía de Sir Bors, pero él, tuvo que luchar usando la misma lanza para poder asegurar ambas: la Lanza del Destino y su vida.

    Quizás ya había llegado hasta las tierras galesas o germanas, no lo sabía. Lo único de lo que podía estar seguro era el que ya no le seguían.
    『 Rol Libre. 』 — Ah... comenzó a llover... debemos buscar refugio Spark.... — agregó dirigiéndose al caballo que le hacía compañía para alzar su mirada hacia el cielo que, inevitable y evidentemente aquellas ligeras gotas caían en partículas tan delgadas que parecían pellizcar la piel al impactar. ¿Cuánto tiempo había pasado de haber dejado Jerusalem? No lo sabía, mucho menos la ruta a seguir. Aquel ataque de los sarracenos que les seguían habían logrado su cometido, separar aquel pequeño grupo. Galahad había tomado su propio camino con el Santo Grial en compañía de Sir Bors, pero él, tuvo que luchar usando la misma lanza para poder asegurar ambas: la Lanza del Destino y su vida. Quizás ya había llegado hasta las tierras galesas o germanas, no lo sabía. Lo único de lo que podía estar seguro era el que ya no le seguían.
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