P estaba explorando el Hotel Krat. Al ser un lugar enorme, tenía mucho por descubrir además de las áreas comunes. Fue así que descubrió el jardín del hotel. Se veía bonito, a pesar de todo, habían algunas plantas intactas que daban un poco más de vida al escenario sombrío en general.
Caminó lento por el jardín, tocando con cuidado alguna que otra hoja o pétalo, a veces agachándose para observar de cerca las plantas. Al parecer llamaban mucho su atención.
Sin embargo, lo que se llevó por completo el boleto fue un gran árbol escondido en la parte más profunda del jardín. Un árbol torcido y con lo que parecían ser pequeñas frutas doradas, brillantes. Nunca antes vio algo similar.
Se acercó, su vista fija en los frutos, hasta quedar justo debajo. Allí, extendió su diestra para tomar con delicadeza uno de los frutos, el cual pareció simplemente caer a su mano cuando esta estuvo lo suficientemente cerca, ni siquiera le hizo falta jalar.
"Te gusta mucho, ¿eh?", habló Gemini luego de hacer ese típico grillido, "Es el Árbol de Monedas de Oro. Fascinante, ¿cierto? Déjame contarte un secreto... El árbol es mágico, no deja que nadie que tenga intenciones avariciosas saque sus frutos. Les quema las manos. Pero, ¿contigo? El fruto quiso llegar a tu mano. Eso es bueno."
P observó con más diligencia el fruto, tan delgado y redondo como una moneda, era cierto, y reluciente como oro refinado, quizás hasta más.
"Si lo ves de cierto ángulo, se asemeja a la figura de una mujer, y puedes notar que las ramas y frutos terminan formando lágrimas... Es un toque... interesante."
Caminó lento por el jardín, tocando con cuidado alguna que otra hoja o pétalo, a veces agachándose para observar de cerca las plantas. Al parecer llamaban mucho su atención.
Sin embargo, lo que se llevó por completo el boleto fue un gran árbol escondido en la parte más profunda del jardín. Un árbol torcido y con lo que parecían ser pequeñas frutas doradas, brillantes. Nunca antes vio algo similar.
Se acercó, su vista fija en los frutos, hasta quedar justo debajo. Allí, extendió su diestra para tomar con delicadeza uno de los frutos, el cual pareció simplemente caer a su mano cuando esta estuvo lo suficientemente cerca, ni siquiera le hizo falta jalar.
"Te gusta mucho, ¿eh?", habló Gemini luego de hacer ese típico grillido, "Es el Árbol de Monedas de Oro. Fascinante, ¿cierto? Déjame contarte un secreto... El árbol es mágico, no deja que nadie que tenga intenciones avariciosas saque sus frutos. Les quema las manos. Pero, ¿contigo? El fruto quiso llegar a tu mano. Eso es bueno."
P observó con más diligencia el fruto, tan delgado y redondo como una moneda, era cierto, y reluciente como oro refinado, quizás hasta más.
"Si lo ves de cierto ángulo, se asemeja a la figura de una mujer, y puedes notar que las ramas y frutos terminan formando lágrimas... Es un toque... interesante."
P estaba explorando el Hotel Krat. Al ser un lugar enorme, tenía mucho por descubrir además de las áreas comunes. Fue así que descubrió el jardín del hotel. Se veía bonito, a pesar de todo, habían algunas plantas intactas que daban un poco más de vida al escenario sombrío en general.
Caminó lento por el jardín, tocando con cuidado alguna que otra hoja o pétalo, a veces agachándose para observar de cerca las plantas. Al parecer llamaban mucho su atención.
Sin embargo, lo que se llevó por completo el boleto fue un gran árbol escondido en la parte más profunda del jardín. Un árbol torcido y con lo que parecían ser pequeñas frutas doradas, brillantes. Nunca antes vio algo similar.
Se acercó, su vista fija en los frutos, hasta quedar justo debajo. Allí, extendió su diestra para tomar con delicadeza uno de los frutos, el cual pareció simplemente caer a su mano cuando esta estuvo lo suficientemente cerca, ni siquiera le hizo falta jalar.
"Te gusta mucho, ¿eh?", habló Gemini luego de hacer ese típico grillido, "Es el Árbol de Monedas de Oro. Fascinante, ¿cierto? Déjame contarte un secreto... El árbol es mágico, no deja que nadie que tenga intenciones avariciosas saque sus frutos. Les quema las manos. Pero, ¿contigo? El fruto quiso llegar a tu mano. Eso es bueno."
P observó con más diligencia el fruto, tan delgado y redondo como una moneda, era cierto, y reluciente como oro refinado, quizás hasta más.
"Si lo ves de cierto ángulo, se asemeja a la figura de una mujer, y puedes notar que las ramas y frutos terminan formando lágrimas... Es un toque... interesante."