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- « Si te ofendió la mirada que te di, no me imagino lo que sentirías de saber todo lo que pensé de ti. »
Nikolay podía ser alguien poco expresivo con las palabras, todo a causa de su condición, pero ello no quitaba que su rostro fuese lo bastante honesto para demostrar lo que sentía. A veces no era consciente de que las personas podían leer su rostro o de que sus verdaderas emociones terminaban saliendo sin vacilación; siempre había sido malo para guardarse las cosas para él y quedarse todos los sentimientos en el fondo de un armario. Tarde o temprano, todo terminaba saliendo a la luz cuando la paciencia se le acababa con los estúpidos: Sus compañeros de clase, colegas del trabajo, personal de la agencia o del set, y ni hablar de ciertos miembros de su familia.
A veces era la definición perfecta de "si las miradas mataran", y a veces era simplemente una tristeza mirarlo. Pero, a decir verdad, ¿quién no estaría fastidiado de las mismas bromas absurdas de siempre sobre su mudez? Especialmente si esas venían de la persona que se decía su mejor amigo. Era su culpa, sin duda, era su culpa por haber elegido a un imbecil como mejor amigo solo por considerar que podían confiar plenamente uno en el otro. Hasta que se reía a sus espaldas diciendo que estaba harto de que nunca hablara, que lo detestaba por no decir una sola palabra y únicamente soltar algunos quejidos al intentar comunicarse. Sin duda, lo único que consideraba bueno de ser su amigo, era tener una excusa creíble para salir.
— ¿De verdad vas a molestarte por eso? Es una mierda, ya superala Niko. Ni que fuera la gran cosa, además, te apuesto que de todo, eso es lo más leve que puedes escuchar nunca. —Claude intentó excusarse de la manera más vaga, como si quisiera librarse de toda culpa y buscara convertirse en el mártir mientras la víctima se volvía victimario. Así siempre había funcionado, así siempre había sido. Y por eso es que Nikolay terminaba odiandolo.— Si quieres enojarte hazlo, pero no vengas llorando cuando necesites un amigo sincero.
Lev sintió que el estómago se le revolvió. No por dolor o lástima, si no por el coraje y la impotencia que sintió de que se pensara el último hombre de la tierra. El chico se mordió la lengua con fuerza mientras que se saboreaba las palabras que obligaba a callarse. Quería mandarlo a la mierda, decirle todas sus verdades y hacerle ver lo imbecil que había sido pero... No valía la pena. No era la persona indicada para revelar su secreto y hundirse, mucho menos para exponer su mentira de años sin llegar a sentirse chantajeado por él. Así que solo hizo lo que mejor sabía hacer y le enseñó el dedo medio para mandarlo al demonio.
« Pudrete, pedazo de basura. »« Si te ofendió la mirada que te di, no me imagino lo que sentirías de saber todo lo que pensé de ti. » Nikolay podía ser alguien poco expresivo con las palabras, todo a causa de su condición, pero ello no quitaba que su rostro fuese lo bastante honesto para demostrar lo que sentía. A veces no era consciente de que las personas podían leer su rostro o de que sus verdaderas emociones terminaban saliendo sin vacilación; siempre había sido malo para guardarse las cosas para él y quedarse todos los sentimientos en el fondo de un armario. Tarde o temprano, todo terminaba saliendo a la luz cuando la paciencia se le acababa con los estúpidos: Sus compañeros de clase, colegas del trabajo, personal de la agencia o del set, y ni hablar de ciertos miembros de su familia. A veces era la definición perfecta de "si las miradas mataran", y a veces era simplemente una tristeza mirarlo. Pero, a decir verdad, ¿quién no estaría fastidiado de las mismas bromas absurdas de siempre sobre su mudez? Especialmente si esas venían de la persona que se decía su mejor amigo. Era su culpa, sin duda, era su culpa por haber elegido a un imbecil como mejor amigo solo por considerar que podían confiar plenamente uno en el otro. Hasta que se reía a sus espaldas diciendo que estaba harto de que nunca hablara, que lo detestaba por no decir una sola palabra y únicamente soltar algunos quejidos al intentar comunicarse. Sin duda, lo único que consideraba bueno de ser su amigo, era tener una excusa creíble para salir. — ¿De verdad vas a molestarte por eso? Es una mierda, ya superala Niko. Ni que fuera la gran cosa, además, te apuesto que de todo, eso es lo más leve que puedes escuchar nunca. —Claude intentó excusarse de la manera más vaga, como si quisiera librarse de toda culpa y buscara convertirse en el mártir mientras la víctima se volvía victimario. Así siempre había funcionado, así siempre había sido. Y por eso es que Nikolay terminaba odiandolo.— Si quieres enojarte hazlo, pero no vengas llorando cuando necesites un amigo sincero. Lev sintió que el estómago se le revolvió. No por dolor o lástima, si no por el coraje y la impotencia que sintió de que se pensara el último hombre de la tierra. El chico se mordió la lengua con fuerza mientras que se saboreaba las palabras que obligaba a callarse. Quería mandarlo a la mierda, decirle todas sus verdades y hacerle ver lo imbecil que había sido pero... No valía la pena. No era la persona indicada para revelar su secreto y hundirse, mucho menos para exponer su mentira de años sin llegar a sentirse chantajeado por él. Así que solo hizo lo que mejor sabía hacer y le enseñó el dedo medio para mandarlo al demonio. « Pudrete, pedazo de basura. » - //De nuevo, esto es larguito. Seguimos con el lore de la visión de Dante.
La incesante lucha estaba acabando con sus fuerzas. Heridas que no paraban de sangrar, varios huesos rotos y los agónicos gemidos y rugidos de los sumidos en la lujuria de sangre, que no terminaban nunca.
Una manada de estos logró llevarle hasta una vieja iglesia abandonada. Irónico, ¿verdad? Un lugar antaño santo, plagado por un nido de criaturas infectas y profanas.
La hediondez de aquella zona le causaba nauseas e incluso mareos. ¿Cómo era posible? ¿De dónde habían salido tantos enloquecidos? Y lo más extraño... Todos y cada uno de ellos supuraban una singular espuma rosácea por la boca.
Siguió usando sus fieles dagas de titanio para rebanar a cada una de esas criaturas y sin embargo, estas no se desintegraban, no convulsionaban hasta morir. No tenía sentido, los sumidos en la lujuria de sangre reaccionaban al titanio como gremlins a la luz solar.
Dante se abría paso como podía hasta que quedó acorralado en el interior de la vieja edificación, su espalda chocando con una gigantesca y polvorienta estatua de la virgen María que juraría estaba llorando.
-¡¿De dónde han salido todos estos mal nacidos?!- Escuchó la voz de Rio.
-¡Dante! ¡Más te vale no dejarte acorralar, imbécil!- Nikolai también estaba allí.
-¡¿Y lo dice el que no puede salir de entre los contenedores de basura?! Agh! ¡Mierda!- Tegan se unió pero fue mordido fuertemente por uno de los enloquecidos.
-¡Dante! ¡Dante!- Esa voz... La había escuchado antes. ¿Dónde?
¿Por qué sentía que se le venía el mundo encima al escucharla?
-¡No entres ahí, es demasiado peligroso!- Lucan parecía intentar impedir que esa persona, desesperada, entrase en el edificio en el que Dante se encontraba atrapado por los engendros.
Sin embargo no consiguió sostener a dicha persona. Dante pudo sentir como se le encogía el pecho y se le aceleraban los latidos a un punto que resultaba imposible para él, biológicamente hablando.
Vio una figura en la puerta, una sombra, no sabía quien era.
-Aquí acaba el juego, guerrero...- Una voz femenina resonó con saña de entre las sombras y roció a Dante en un extraño polvo rojizo.
Sin querer lo inhaló. Eso era... ¿Carmesí?
Tosió varias veces mientras se le engarrotaban los músculos y la visión se volvía borrosa. Todo su cuerpo ardía y dolía horrores. La cabeza... Parecía que fuera a estallar de un momento a otro. Nauseas, mal estar y... Sed.
Las criaturas pasaron a centrar su atención el la figura en la puerta, iban a abalanzarse sobre dicha persona pero Dante, aprovechando la poca cordura que aún estaba conservando, corrió veloz a destrozar a cada uno de esos inmundos monstruos.
Inmundos monstruos... ¿Él se estaba volviendo uno en ese momento? Lo sentía, sentía que perdía el control. Empezó a escupir espuma rosada. Ya no podía ni sostener sus dagas.
-Hazlo... Ya... Por favor no permitas... Que me vuelva como ellos. No p-permitas... Aghh! Que... Que te haga daño... ¡Hazlo-Ngh!- Dante le suplicaba que lo matasen.
Aunque no pudo ver el rostro de la persona allí presente, si alcanzó a notar sus lágrimas, su desesperación y dolor. Como gritaba su nombre y maldecía con impotencia.
Escuchó los gritos de sus compañeros de fondo mientras su mente se resquebrajaba, se fragmentaba, eliminando cualquier rastro del hombre que fue. Ya no podía hablar, solo rugir como una bestia. Y sin embargo, en cierto modo, aún no se había perdido del todo, aún era consciente de lo que veía y parcialmente escuchaba.
Un dolor agudo en el pecho le permitió unos últimos segundos de claridad mental. Le habían clavado su propia daga en el corazón. Unas manos temblorosas la sostenían, bañadas en lágrimas que no dejaban de caer.
-Lo siento... Lo siento...- Esa temblorosa voz que cargaba con un gran dolor le pedía disculpas a Dante sin cesar.
Mientras los sonidos se volvían ecos que desaparecían a lo lejos de un túnel y todo a su alrededor parecía marchar a cámara lenta mientras se desvanecía, alcanzó a susurrar una última despedida con su sangre y la espuma rosácea mezclándose y desbordando de sus labios.
[...]
Despertó de golpe, sobresaltado. La respiración acelerada y un terrible nudo en la garganta y el estómago.
¿Otra vez?
Sí, otra vez la maldita pesadilla sobre su muerte. Pero ahora... Pudo ver más. Sus compañeros guerreros estaban allí también, era una ardua batalla. Y... ¿Quién era esa persona? ¿Quién gritaba su nombre y lloraba con desesperación?
¿Podía ser?...
Estaba realmente cansado de esto. Ni siquiera sabía cuando iba a suceder.
Encendió un cigarrillo y se quedó mirando por la ventana pensativo, exhausto.//De nuevo, esto es larguito. Seguimos con el lore de la visión de Dante. La incesante lucha estaba acabando con sus fuerzas. Heridas que no paraban de sangrar, varios huesos rotos y los agónicos gemidos y rugidos de los sumidos en la lujuria de sangre, que no terminaban nunca. Una manada de estos logró llevarle hasta una vieja iglesia abandonada. Irónico, ¿verdad? Un lugar antaño santo, plagado por un nido de criaturas infectas y profanas. La hediondez de aquella zona le causaba nauseas e incluso mareos. ¿Cómo era posible? ¿De dónde habían salido tantos enloquecidos? Y lo más extraño... Todos y cada uno de ellos supuraban una singular espuma rosácea por la boca. Siguió usando sus fieles dagas de titanio para rebanar a cada una de esas criaturas y sin embargo, estas no se desintegraban, no convulsionaban hasta morir. No tenía sentido, los sumidos en la lujuria de sangre reaccionaban al titanio como gremlins a la luz solar. Dante se abría paso como podía hasta que quedó acorralado en el interior de la vieja edificación, su espalda chocando con una gigantesca y polvorienta estatua de la virgen María que juraría estaba llorando. -¡¿De dónde han salido todos estos mal nacidos?!- Escuchó la voz de Rio. -¡Dante! ¡Más te vale no dejarte acorralar, imbécil!- Nikolai también estaba allí. -¡¿Y lo dice el que no puede salir de entre los contenedores de basura?! Agh! ¡Mierda!- Tegan se unió pero fue mordido fuertemente por uno de los enloquecidos. -¡Dante! ¡Dante!- Esa voz... La había escuchado antes. ¿Dónde? ¿Por qué sentía que se le venía el mundo encima al escucharla? -¡No entres ahí, es demasiado peligroso!- Lucan parecía intentar impedir que esa persona, desesperada, entrase en el edificio en el que Dante se encontraba atrapado por los engendros. Sin embargo no consiguió sostener a dicha persona. Dante pudo sentir como se le encogía el pecho y se le aceleraban los latidos a un punto que resultaba imposible para él, biológicamente hablando. Vio una figura en la puerta, una sombra, no sabía quien era. -Aquí acaba el juego, guerrero...- Una voz femenina resonó con saña de entre las sombras y roció a Dante en un extraño polvo rojizo. Sin querer lo inhaló. Eso era... ¿Carmesí? Tosió varias veces mientras se le engarrotaban los músculos y la visión se volvía borrosa. Todo su cuerpo ardía y dolía horrores. La cabeza... Parecía que fuera a estallar de un momento a otro. Nauseas, mal estar y... Sed. Las criaturas pasaron a centrar su atención el la figura en la puerta, iban a abalanzarse sobre dicha persona pero Dante, aprovechando la poca cordura que aún estaba conservando, corrió veloz a destrozar a cada uno de esos inmundos monstruos. Inmundos monstruos... ¿Él se estaba volviendo uno en ese momento? Lo sentía, sentía que perdía el control. Empezó a escupir espuma rosada. Ya no podía ni sostener sus dagas. -Hazlo... Ya... Por favor no permitas... Que me vuelva como ellos. No p-permitas... Aghh! Que... Que te haga daño... ¡Hazlo-Ngh!- Dante le suplicaba que lo matasen. Aunque no pudo ver el rostro de la persona allí presente, si alcanzó a notar sus lágrimas, su desesperación y dolor. Como gritaba su nombre y maldecía con impotencia. Escuchó los gritos de sus compañeros de fondo mientras su mente se resquebrajaba, se fragmentaba, eliminando cualquier rastro del hombre que fue. Ya no podía hablar, solo rugir como una bestia. Y sin embargo, en cierto modo, aún no se había perdido del todo, aún era consciente de lo que veía y parcialmente escuchaba. Un dolor agudo en el pecho le permitió unos últimos segundos de claridad mental. Le habían clavado su propia daga en el corazón. Unas manos temblorosas la sostenían, bañadas en lágrimas que no dejaban de caer. -Lo siento... Lo siento...- Esa temblorosa voz que cargaba con un gran dolor le pedía disculpas a Dante sin cesar. Mientras los sonidos se volvían ecos que desaparecían a lo lejos de un túnel y todo a su alrededor parecía marchar a cámara lenta mientras se desvanecía, alcanzó a susurrar una última despedida con su sangre y la espuma rosácea mezclándose y desbordando de sus labios. [...] Despertó de golpe, sobresaltado. La respiración acelerada y un terrible nudo en la garganta y el estómago. ¿Otra vez? Sí, otra vez la maldita pesadilla sobre su muerte. Pero ahora... Pudo ver más. Sus compañeros guerreros estaban allí también, era una ardua batalla. Y... ¿Quién era esa persona? ¿Quién gritaba su nombre y lloraba con desesperación? ¿Podía ser?... Estaba realmente cansado de esto. Ni siquiera sabía cuando iba a suceder. Encendió un cigarrillo y se quedó mirando por la ventana pensativo, exhausto. - Aquel era un día aburrido. No tenía deberes de la universidad y tampoco tenía trabajos recientes por los cuales debiera preocuparse; tampoco había hecho planes para salir, y sus hermanas habían aprovechado el día para ir a visitar a los abuelos. ¿En qué momento había pensado que era buena idea quedarse en casa para hacer nada? Quizás en el momento que no le habían dado la opción de acompañarlas. Tanto Irina como Irisha habían dejado la residencia familiar antes de que él despertara de su segundo sueño. Nikolay había tenido problemas para dormir la noche anterior y, aunque se había despertado temprano, el sueño le había terminado de vencer haciéndolo despertarse cerca del medio día.
Casi toda la tarde, luego del almuerzo, sea había pasado mirando su teléfono celular en búsqueda de una actividad interesante, algo que ver o que hacer para aventurarse a salir de casa. Sin embargo, mientras que bajaba en su línea de tiempo en Facebook, se encontró con un video que captó su atención: Era un drama chino, con un título un tanto largo y absurdo, que usaba una voz robótica y común de mujer para traducir a su idioma. ¿Esas eran las novelas chinas que sus hermanas ocasionalmente veían? Quizá. No sabía qué tenían de interesantes pero, conforme la historia fue avanzando, se sintió más y más metido en ella hasta que el video finalizó. Estaba incompleto, era la parte uno de dos, se había quedado en la mejor parte y ahora necesitaba entender qué había pasado y si Lin Sunsheng había logrado vengarse de su hermana por lo que le hiciera en su vida pasada.
A pesar de entrar al perfil del dueño y revisar sus últimos videos, Nikolay no pudo encontrarlo. Era absurdo que tuviesen un montón de videos de historias similares pero que, en los primeros treinta, no estuviese la continuación de la historia que quería. Aún así, prefirió no darle demasiada atención y se metió a otra historia. ¿Por qué casi todas tocaban el mismo tema de una segunda vida para vengarse? ¿por qué muchas veces la venganza se veía tan lejana? Eran un tanto absurdos, porque los intentos de la protagonista siempre se veían forzados de alguna manera estúpida, y ni hablar de las veces en que terminaba quedándose sola sin ningún apoyo delante de los maleantes. Era una fórmula sosa, repetitiva... Y aún así era bastante adictiva.
Nikolay había visto ya unos ocho o diez videos similares, de una duración de entre veinte a treinta minutos, se había olvidado por completo del mundo exterior hasta que su teléfono le advirtió que la batería estaba próxima a terminarse. Fue allí donde notó que el tiempo se le había ido en nada: No había buscado una actividad que hacer, no había visto algun restaurante o café para visitar y, al final del día, no había salido de casa como un adolescente de su edad.
Y si... ¿Y si él también tenía la oportunidad de renacer, algún día, para enmendar sus errores del pasado? Nikolay suspiró y apoyó la cabeza contra el espaldar del asiento. Sin duda, muchas cosas serian diferentes, muchas otras cambiarían y, probablemente, no tendría que verse forzado a guardad silencio por el resto de su vida ante las amenazas de un familiar cercano.
« Ojalá mi vida fuese como ese drama chino de Sunsheng. »Aquel era un día aburrido. No tenía deberes de la universidad y tampoco tenía trabajos recientes por los cuales debiera preocuparse; tampoco había hecho planes para salir, y sus hermanas habían aprovechado el día para ir a visitar a los abuelos. ¿En qué momento había pensado que era buena idea quedarse en casa para hacer nada? Quizás en el momento que no le habían dado la opción de acompañarlas. Tanto Irina como Irisha habían dejado la residencia familiar antes de que él despertara de su segundo sueño. Nikolay había tenido problemas para dormir la noche anterior y, aunque se había despertado temprano, el sueño le había terminado de vencer haciéndolo despertarse cerca del medio día. Casi toda la tarde, luego del almuerzo, sea había pasado mirando su teléfono celular en búsqueda de una actividad interesante, algo que ver o que hacer para aventurarse a salir de casa. Sin embargo, mientras que bajaba en su línea de tiempo en Facebook, se encontró con un video que captó su atención: Era un drama chino, con un título un tanto largo y absurdo, que usaba una voz robótica y común de mujer para traducir a su idioma. ¿Esas eran las novelas chinas que sus hermanas ocasionalmente veían? Quizá. No sabía qué tenían de interesantes pero, conforme la historia fue avanzando, se sintió más y más metido en ella hasta que el video finalizó. Estaba incompleto, era la parte uno de dos, se había quedado en la mejor parte y ahora necesitaba entender qué había pasado y si Lin Sunsheng había logrado vengarse de su hermana por lo que le hiciera en su vida pasada. A pesar de entrar al perfil del dueño y revisar sus últimos videos, Nikolay no pudo encontrarlo. Era absurdo que tuviesen un montón de videos de historias similares pero que, en los primeros treinta, no estuviese la continuación de la historia que quería. Aún así, prefirió no darle demasiada atención y se metió a otra historia. ¿Por qué casi todas tocaban el mismo tema de una segunda vida para vengarse? ¿por qué muchas veces la venganza se veía tan lejana? Eran un tanto absurdos, porque los intentos de la protagonista siempre se veían forzados de alguna manera estúpida, y ni hablar de las veces en que terminaba quedándose sola sin ningún apoyo delante de los maleantes. Era una fórmula sosa, repetitiva... Y aún así era bastante adictiva. Nikolay había visto ya unos ocho o diez videos similares, de una duración de entre veinte a treinta minutos, se había olvidado por completo del mundo exterior hasta que su teléfono le advirtió que la batería estaba próxima a terminarse. Fue allí donde notó que el tiempo se le había ido en nada: No había buscado una actividad que hacer, no había visto algun restaurante o café para visitar y, al final del día, no había salido de casa como un adolescente de su edad. Y si... ¿Y si él también tenía la oportunidad de renacer, algún día, para enmendar sus errores del pasado? Nikolay suspiró y apoyó la cabeza contra el espaldar del asiento. Sin duda, muchas cosas serian diferentes, muchas otras cambiarían y, probablemente, no tendría que verse forzado a guardad silencio por el resto de su vida ante las amenazas de un familiar cercano. « Ojalá mi vida fuese como ese drama chino de Sunsheng. » - Tenlo en cuenta al responder.//Aquí subiré una imagen referencia de cada uno de los NPC que aparecen comúnmente alrededor de Dante, los de más relevancia.
El estilo no es el mismo que el de las imágenes de Dante ya que estas las he generado yo con IA para que se aproximen lo más posible a las apariencias.
Por orden de imagen son:
1- Lucan (líder de los guerreros y mejor amigo de Dante)
2- Rio
3- Nikolai (solo que este tiene una cicatriz enorme en su cara que le recorre desde la parte baja del ojo izquierdo, pasando por el labio, hasta llegar al mentón)
4- Tegan
5- Kade
6- Starling (no es un guerrero)
7- Gabrielle (compañera de sangre de Lucan)
8- Elise (compañera de sangre de Tegan)
9- Alexander (compañero de sangre de Kade)
Para cualquier duda preguntad sin problema.//Aquí subiré una imagen referencia de cada uno de los NPC que aparecen comúnmente alrededor de Dante, los de más relevancia. El estilo no es el mismo que el de las imágenes de Dante ya que estas las he generado yo con IA para que se aproximen lo más posible a las apariencias. Por orden de imagen son: 1- Lucan (líder de los guerreros y mejor amigo de Dante) 2- Rio 3- Nikolai (solo que este tiene una cicatriz enorme en su cara que le recorre desde la parte baja del ojo izquierdo, pasando por el labio, hasta llegar al mentón) 4- Tegan 5- Kade 6- Starling (no es un guerrero) 7- Gabrielle (compañera de sangre de Lucan) 8- Elise (compañera de sangre de Tegan) 9- Alexander (compañero de sangre de Kade) Para cualquier duda preguntad sin problema. - ¿Qué se suponía un chico como él podría hacer después de clases? No es como si pudiese ir a los karaokes con sus amigos, es decir, ¿quién se los aguantaría escuchar durante tres horas mientras la envidia de no poder cantar con ellos lo invadía? Odiaba sus gritos, su escándalo, la forma en que no se medían para que su voz fuese un poco aceptable y la manera en que todos se reían como si hubiesen escuchado una aria divina. Los adolescentes solían ser así, tontos por naturaleza, riéndose de la vida y tentando a la muerte con cada ingesta indiscriminada de alcohol y cigarrillos.
Quizá los detestaba tanto porque los envidiaba demasiado pero, al final del día, Nikolay había encontrado una afición sana donde no necesitaba utilizar su voz, solo su oído y una bolsa de alimento para agitar. ¿Qué gato callejero se podría resistir al sonido de las croquetas al agitarse o de una lata de atún al abrirse? Ninguno. Todos los gatos que rondaban el parque cercano a la universidad, terminaban cayendo ante la tentación del alimento fácil. Algunos se acercaban a hurtadillas, otros preferían mirar desde la distancia a que los más tontos del grupo se sacrificaran primero, y nunca faltaba el bribón que se iba indignado porque las marcas elegidas no podían saciar su sofisticado paladar. ¿Era justo que los gatos callejeros fueran tan exigentes y remilgosos?
« Es el tercer día y esa sigue sin querer comer. Ya cambié de alimento tres veces, ¿por qué diantres no lo quiere? Qué exigente.» La mente de Nikolay se llenó de pensamientos y estrategias para hacerla comer. Era el único gato que se rehusaba a tomar bocado después de probar una croqueta o una morona de atún, y aún así era el único gato que se veía más gordo que los demás y que también parecía bien cuidado. ¿Y si alguien lo estaba buscando? ¿Debería tomarle una fotografía y colgar letreros cerca de la universidad? Quizá pero, si la gata no se acercaba a comer, ¿cómo iba a tomarle una buena fotografía? Una donde se le notara la cara de diva, no la de amargada ni la cola que levantaba siempre orgullosa para irse del parque con la frente en alto en regia, divina, simplemente... Cosmopolita.(?)
¿Qué se suponía un chico como él podría hacer después de clases? No es como si pudiese ir a los karaokes con sus amigos, es decir, ¿quién se los aguantaría escuchar durante tres horas mientras la envidia de no poder cantar con ellos lo invadía? Odiaba sus gritos, su escándalo, la forma en que no se medían para que su voz fuese un poco aceptable y la manera en que todos se reían como si hubiesen escuchado una aria divina. Los adolescentes solían ser así, tontos por naturaleza, riéndose de la vida y tentando a la muerte con cada ingesta indiscriminada de alcohol y cigarrillos. Quizá los detestaba tanto porque los envidiaba demasiado pero, al final del día, Nikolay había encontrado una afición sana donde no necesitaba utilizar su voz, solo su oído y una bolsa de alimento para agitar. ¿Qué gato callejero se podría resistir al sonido de las croquetas al agitarse o de una lata de atún al abrirse? Ninguno. Todos los gatos que rondaban el parque cercano a la universidad, terminaban cayendo ante la tentación del alimento fácil. Algunos se acercaban a hurtadillas, otros preferían mirar desde la distancia a que los más tontos del grupo se sacrificaran primero, y nunca faltaba el bribón que se iba indignado porque las marcas elegidas no podían saciar su sofisticado paladar. ¿Era justo que los gatos callejeros fueran tan exigentes y remilgosos? « Es el tercer día y esa sigue sin querer comer. Ya cambié de alimento tres veces, ¿por qué diantres no lo quiere? Qué exigente.» La mente de Nikolay se llenó de pensamientos y estrategias para hacerla comer. Era el único gato que se rehusaba a tomar bocado después de probar una croqueta o una morona de atún, y aún así era el único gato que se veía más gordo que los demás y que también parecía bien cuidado. ¿Y si alguien lo estaba buscando? ¿Debería tomarle una fotografía y colgar letreros cerca de la universidad? Quizá pero, si la gata no se acercaba a comer, ¿cómo iba a tomarle una buena fotografía? Una donde se le notara la cara de diva, no la de amargada ni la cola que levantaba siempre orgullosa para irse del parque con la frente en alto en regia, divina, simplemente... Cosmopolita.(?) - A pesar de considerarse como una persona reservada, Nikolay suele ser bastante animado con las personas más cercanas de su círculo. Sean sus hermanas menores, sus amigos de la universidad o sus compañeros de la agencia, no tiene miedo de mostrarse como realmente es: Alegre, animoso y un tanto extrovertido sin rayar en lo exagerado. Sin embargo, de vez en cuando, sus ánimos son mayores al punto de hacerle olvidarse donde está.
La mano derecha de Nikolay se levantó en el aire y se agitó múltiples veces para tratar de captar la atención de Irisha, su hermana, quien parecía estarlo buscando mientras que tenía la mirada fija en su teléfono móvil. Ay, cómo envidiaba no poder gritarle y así llamar su atención, por lo que su mano terminó agitandose con mayor fuerza, como si de esa manera fuera suficiente para que pudiera notarlo. Pero, las miradas que recibió a momentos, lo hicieron decaer mientras que el rostro se le comenzaba a poner rojo de la vergüenza al notar, que de entre la gente, uno que otro desconocido le devolvía el saludo o se señalaban a sí mismos para preguntar si les hablaba a ellos.
« Ay, maldita sea, que vergüenza. Jódete Irina, lo hiciste a propósito.»
A pesar de considerarse como una persona reservada, Nikolay suele ser bastante animado con las personas más cercanas de su círculo. Sean sus hermanas menores, sus amigos de la universidad o sus compañeros de la agencia, no tiene miedo de mostrarse como realmente es: Alegre, animoso y un tanto extrovertido sin rayar en lo exagerado. Sin embargo, de vez en cuando, sus ánimos son mayores al punto de hacerle olvidarse donde está. La mano derecha de Nikolay se levantó en el aire y se agitó múltiples veces para tratar de captar la atención de Irisha, su hermana, quien parecía estarlo buscando mientras que tenía la mirada fija en su teléfono móvil. Ay, cómo envidiaba no poder gritarle y así llamar su atención, por lo que su mano terminó agitandose con mayor fuerza, como si de esa manera fuera suficiente para que pudiera notarlo. Pero, las miradas que recibió a momentos, lo hicieron decaer mientras que el rostro se le comenzaba a poner rojo de la vergüenza al notar, que de entre la gente, uno que otro desconocido le devolvía el saludo o se señalaban a sí mismos para preguntar si les hablaba a ellos. « Ay, maldita sea, que vergüenza. Jódete Irina, lo hiciste a propósito.» - Cada día que pasa, se siente más y más cansado. Es un círculo vicioso del que no puede salir, aunque lo intente, al final, siempre termina agotado y lamentándose por no dormir cinco minutos más.
Entre los estudios de la universidad, los estudios complementarios, sus trabajos de medio tiempo y sus responsabilidades sociales, siente que va a terminar colapsando en poco tiempo. A veces la cafeína ya no es suficiente, ni hablar de los remedios caseros como el té de hierbas o las gomitas de melatonina; Nikolay a veces es más cansancio que persona y ya llegó a ese punto donde no le importa que lo vean dormir en clases. Al final, el único que está jodiendo sus estudios y su futuro es él, así que no debería importarle a los demás, ¿no?
Cada día que menos duerme y mal duerme, siente que su paciencia y sus capacidades de razonar se van perdiendo. Ah, cómo envidia a los demás que sí se pueden expresar, cuánto no daría por gritarle en la cara al siguiente imbécil que se acerque a preguntarle si está dormido. ¿Por qué la gente es tan tonta para eso? Seguramente no está durmiendo y solamente lee el libro de finanzas con los ojos cerrados, agotados y cansados, para no perder el ritmo.
Que horrible es intentar ser un adulto funcional y responsable.Cada día que pasa, se siente más y más cansado. Es un círculo vicioso del que no puede salir, aunque lo intente, al final, siempre termina agotado y lamentándose por no dormir cinco minutos más. Entre los estudios de la universidad, los estudios complementarios, sus trabajos de medio tiempo y sus responsabilidades sociales, siente que va a terminar colapsando en poco tiempo. A veces la cafeína ya no es suficiente, ni hablar de los remedios caseros como el té de hierbas o las gomitas de melatonina; Nikolay a veces es más cansancio que persona y ya llegó a ese punto donde no le importa que lo vean dormir en clases. Al final, el único que está jodiendo sus estudios y su futuro es él, así que no debería importarle a los demás, ¿no? Cada día que menos duerme y mal duerme, siente que su paciencia y sus capacidades de razonar se van perdiendo. Ah, cómo envidia a los demás que sí se pueden expresar, cuánto no daría por gritarle en la cara al siguiente imbécil que se acerque a preguntarle si está dormido. ¿Por qué la gente es tan tonta para eso? Seguramente no está durmiendo y solamente lee el libro de finanzas con los ojos cerrados, agotados y cansados, para no perder el ritmo. Que horrible es intentar ser un adulto funcional y responsable. - « Las buenas costumbres se aprenden, las malas nunca se olvidan. »
Quizá su abuela tenía razón. Quizá se veía a sí mismo como un perro viejo que no era capaz de aprender nuevos trucos, pero creía que siempre había sido así desde que pasara al último plano de intereses para sus padres. Era como si de pronto, cuando perdiera la voz, todos sus privilegios se hubiesen desvanecido junto con él. ¿A eso se referían los adultos cuando decían que al si no se habla, los dioses no escuchan plegarias? Era ridículo, pero más ridículo era que le estuviese dando tantas vueltas al asunto.
Al igual que cuando chiquillo, Nikolay miraba a ningún punto fijo de aquella cafetería mientras masticaba la pajilla plástica de su café. Quizá se podría decir que su mirada era penetrante e insistente, que observaba con atención algo en concreto, pero ni él mismo sabía qué había captado su atención en ese extremo para lograr disociar por completo. Si alguien le preguntara por los detalles de esa ventana o de la profundidad en la conversación, no sabría qué responder. Incluso las voces de sus amigos, que charlaban amenamente sobre temas de la universidad, parecían tan lejanas como su cerebro mismo. Apenas los escuchaba reír y se preguntaba la clase de chiste absurdo que habían soltado, uno malisimo y absurdo, de esos que dan pena y que solo causan gracia por compromiso.
Suspiró, cuando pareció que su cabeza y su cuerpo volvieron a conectar, para demostrar lo aburrido que se sentía de ese mundo. Si todos fueran como él, imposibilitados del habla, ¿verían ese mundo con los mismos ojos? ¿podrían soportar quedarse callados mientras los demás llenaban la conversación de cosas sin sentido y tonterías? Probablemente no, por ello, suspiró de nuevo para demostrar su hartazgo en la vida.
« Debí quedarme en casa. Mi cama estaba más confortable que este lugar.»« Las buenas costumbres se aprenden, las malas nunca se olvidan. » Quizá su abuela tenía razón. Quizá se veía a sí mismo como un perro viejo que no era capaz de aprender nuevos trucos, pero creía que siempre había sido así desde que pasara al último plano de intereses para sus padres. Era como si de pronto, cuando perdiera la voz, todos sus privilegios se hubiesen desvanecido junto con él. ¿A eso se referían los adultos cuando decían que al si no se habla, los dioses no escuchan plegarias? Era ridículo, pero más ridículo era que le estuviese dando tantas vueltas al asunto. Al igual que cuando chiquillo, Nikolay miraba a ningún punto fijo de aquella cafetería mientras masticaba la pajilla plástica de su café. Quizá se podría decir que su mirada era penetrante e insistente, que observaba con atención algo en concreto, pero ni él mismo sabía qué había captado su atención en ese extremo para lograr disociar por completo. Si alguien le preguntara por los detalles de esa ventana o de la profundidad en la conversación, no sabría qué responder. Incluso las voces de sus amigos, que charlaban amenamente sobre temas de la universidad, parecían tan lejanas como su cerebro mismo. Apenas los escuchaba reír y se preguntaba la clase de chiste absurdo que habían soltado, uno malisimo y absurdo, de esos que dan pena y que solo causan gracia por compromiso. Suspiró, cuando pareció que su cabeza y su cuerpo volvieron a conectar, para demostrar lo aburrido que se sentía de ese mundo. Si todos fueran como él, imposibilitados del habla, ¿verían ese mundo con los mismos ojos? ¿podrían soportar quedarse callados mientras los demás llenaban la conversación de cosas sin sentido y tonterías? Probablemente no, por ello, suspiró de nuevo para demostrar su hartazgo en la vida. « Debí quedarme en casa. Mi cama estaba más confortable que este lugar.» - « Un anhelo. Una esperanza. Un deseo. »
La vida es así. Efímera y también vacía, llena de promesas y anhelos que nunca se realizarán, esperanzas que morirán con el alba y sueños que se marchitarán antes de que la primavera decida llegar.
Las bengalas de la noche iluminan las calles, los niños corren atraídos por los colores y las luces que destacan entre los grupos de amigos o familia. Es otro año de fiesta, otro año donde la familia se vuelve a reunir para celebrar. Pero Nikolay, siempre, siente que algo le falta. Es Sasha. En silencio solo observa a sus hermanas, las gemelas, divirtiéndote con lo rápido que sus bengalas se consumen convirtiéndolo en una divertida competencias. Incluso Aleksandr, el mayor, está sonriendo. ¿Cómo es que el mundo avanza para unos y para otros se detiene? Una pregunta hilarante, que solo logra desaparecer de su mente en el momento que Irina le advierte que está a punto de quemarse los dedos.
Nikolay solo ríe, dejando caer el rezago de madera al suelo, luego lo aplasta y los hermanos se ríen, todos juntos, por lo distraído que es. De a poco, la risas se hacen más fuertes, el recuerdo de su infancia revive en su mente mientras los cinco veían los fuegos artificiales de fin de año. Entonces, la pregunta inminente llega a su mente: ¿Algún día superará la pérdida? La respuesta, también, llegó inmediata: No, nunca. Y a pesar de que lo pide fervientemente mientras la luz de la bengala se extingue, Nikolay no cree en los deseos.« Un anhelo. Una esperanza. Un deseo. » La vida es así. Efímera y también vacía, llena de promesas y anhelos que nunca se realizarán, esperanzas que morirán con el alba y sueños que se marchitarán antes de que la primavera decida llegar. Las bengalas de la noche iluminan las calles, los niños corren atraídos por los colores y las luces que destacan entre los grupos de amigos o familia. Es otro año de fiesta, otro año donde la familia se vuelve a reunir para celebrar. Pero Nikolay, siempre, siente que algo le falta. Es Sasha. En silencio solo observa a sus hermanas, las gemelas, divirtiéndote con lo rápido que sus bengalas se consumen convirtiéndolo en una divertida competencias. Incluso Aleksandr, el mayor, está sonriendo. ¿Cómo es que el mundo avanza para unos y para otros se detiene? Una pregunta hilarante, que solo logra desaparecer de su mente en el momento que Irina le advierte que está a punto de quemarse los dedos. Nikolay solo ríe, dejando caer el rezago de madera al suelo, luego lo aplasta y los hermanos se ríen, todos juntos, por lo distraído que es. De a poco, la risas se hacen más fuertes, el recuerdo de su infancia revive en su mente mientras los cinco veían los fuegos artificiales de fin de año. Entonces, la pregunta inminente llega a su mente: ¿Algún día superará la pérdida? La respuesta, también, llegó inmediata: No, nunca. Y a pesar de que lo pide fervientemente mientras la luz de la bengala se extingue, Nikolay no cree en los deseos.
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