• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    El impacto no debería haber dolido.
    No a mí.
    No a lo que soy.

    Pero el dolor llegó igual: un latigazo cálido, humano, visceral.

    Y sonreí.

    Me incorporé despacio, dejando que el polvo se deslizara por mi piel nueva. Era extraña… demasiado blanda. Viva. Vulnerable. Inestable. Pero mía. Un experimento aún sin pulir.

    El sol me rozó y un temblor recorrió mi espalda.
    Calor…
    Una sensación que solo había observado desde dentro de Lili, nunca desde mis propios nervios.

    El viento me levantó el cabello.
    El olor húmedo de la tierra me invadió.
    Los colores estaban demasiado vivos… demasiado sinceros.

    Perfecto.

    Mi memoria era una maraña: ecos de Lili, ecos del Caos, ecos de mí misma. Pero al girar la cabeza y verlas ahí —como si hubieran estado esperándome desde antes del tiempo— una claridad incómoda me atravesó.

    Tsukumo Sana, con su sonrisa que nunca dice todo.
    Aikaterine, con esa serenidad que huele a destino.

    Ambas me observan sin sorpresa.
    Eso es lo peor de todo.

    Di un paso al frente, estirando el cuerpo como una serpiente que prueba un suelo nuevo, y pregunté:

    Veythra:
    —¿Cuánto tiempo tengo?

    Aikaterine solo entornó los ojos, como si midiera líneas temporales que yo aún no podía ver.
    —Será mejor que te pongas en marcha. No te conviene quedarte quieta… en este estado.

    Tsukumo Sana ladeó la cabeza con dulzura traviesa.
    —¿Y ya sabes cómo lo vas a hacer, Veythra? Lo de… hmm… no romper otra vez el espacio-tiempo. Y lo de mantener tu cuerpecito, claro.

    Mi cuerpo palpitó un segundo, como si fuera a desmoronarse. Lo sostuve con voluntad pura.

    No necesitaba más explicaciones.
    No necesitaba más advertencias.

    En mi mente, solo un nombre ardía con fuerza: Ishtar.

    Ese apellido…
    esa línea de sangre…
    la llave a mi estabilidad.

    Veythra:
    —Sí.

    No esperé aprobación.
    No pedí permiso.

    Me puse a andar, cada paso afirmando mi derecho a existir, aunque el mundo temblara por ello.

    Detrás de mí, escuché a Sana reír muy bajito.
    Aikaterine suspiró como quien acepta un desastre inevitable.

    Y la aventura de Veythra, separada al fin de Lili, había comenzado.
    El impacto no debería haber dolido. No a mí. No a lo que soy. Pero el dolor llegó igual: un latigazo cálido, humano, visceral. Y sonreí. Me incorporé despacio, dejando que el polvo se deslizara por mi piel nueva. Era extraña… demasiado blanda. Viva. Vulnerable. Inestable. Pero mía. Un experimento aún sin pulir. El sol me rozó y un temblor recorrió mi espalda. Calor… Una sensación que solo había observado desde dentro de Lili, nunca desde mis propios nervios. El viento me levantó el cabello. El olor húmedo de la tierra me invadió. Los colores estaban demasiado vivos… demasiado sinceros. Perfecto. Mi memoria era una maraña: ecos de Lili, ecos del Caos, ecos de mí misma. Pero al girar la cabeza y verlas ahí —como si hubieran estado esperándome desde antes del tiempo— una claridad incómoda me atravesó. Tsukumo Sana, con su sonrisa que nunca dice todo. Aikaterine, con esa serenidad que huele a destino. Ambas me observan sin sorpresa. Eso es lo peor de todo. Di un paso al frente, estirando el cuerpo como una serpiente que prueba un suelo nuevo, y pregunté: Veythra: —¿Cuánto tiempo tengo? Aikaterine solo entornó los ojos, como si midiera líneas temporales que yo aún no podía ver. —Será mejor que te pongas en marcha. No te conviene quedarte quieta… en este estado. Tsukumo Sana ladeó la cabeza con dulzura traviesa. —¿Y ya sabes cómo lo vas a hacer, Veythra? Lo de… hmm… no romper otra vez el espacio-tiempo. Y lo de mantener tu cuerpecito, claro. Mi cuerpo palpitó un segundo, como si fuera a desmoronarse. Lo sostuve con voluntad pura. No necesitaba más explicaciones. No necesitaba más advertencias. En mi mente, solo un nombre ardía con fuerza: Ishtar. Ese apellido… esa línea de sangre… la llave a mi estabilidad. Veythra: —Sí. No esperé aprobación. No pedí permiso. Me puse a andar, cada paso afirmando mi derecho a existir, aunque el mundo temblara por ello. Detrás de mí, escuché a Sana reír muy bajito. Aikaterine suspiró como quien acepta un desastre inevitable. Y la aventura de Veythra, separada al fin de Lili, había comenzado.
    El impacto no debería haber dolido.
    No a mí.
    No a lo que soy.

    Pero el dolor llegó igual: un latigazo cálido, humano, visceral.

    Y sonreí.

    Me incorporé despacio, dejando que el polvo se deslizara por mi piel nueva. Era extraña… demasiado blanda. Viva. Vulnerable. Inestable. Pero mía. Un experimento aún sin pulir.

    El sol me rozó y un temblor recorrió mi espalda.
    Calor…
    Una sensación que solo había observado desde dentro de Lili, nunca desde mis propios nervios.

    El viento me levantó el cabello.
    El olor húmedo de la tierra me invadió.
    Los colores estaban demasiado vivos… demasiado sinceros.

    Perfecto.

    Mi memoria era una maraña: ecos de Lili, ecos del Caos, ecos de mí misma. Pero al girar la cabeza y verlas ahí —como si hubieran estado esperándome desde antes del tiempo— una claridad incómoda me atravesó.

    Tsukumo Sana, con su sonrisa que nunca dice todo.
    Aikaterine, con esa serenidad que huele a destino.

    Ambas me observan sin sorpresa.
    Eso es lo peor de todo.

    Di un paso al frente, estirando el cuerpo como una serpiente que prueba un suelo nuevo, y pregunté:

    Veythra:
    —¿Cuánto tiempo tengo?

    Aikaterine solo entornó los ojos, como si midiera líneas temporales que yo aún no podía ver.
    —Será mejor que te pongas en marcha. No te conviene quedarte quieta… en este estado.

    Tsukumo Sana ladeó la cabeza con dulzura traviesa.
    —¿Y ya sabes cómo lo vas a hacer, Veythra? Lo de… hmm… no romper otra vez el espacio-tiempo. Y lo de mantener tu cuerpecito, claro.

    Mi cuerpo palpitó un segundo, como si fuera a desmoronarse. Lo sostuve con voluntad pura.

    No necesitaba más explicaciones.
    No necesitaba más advertencias.

    En mi mente, solo un nombre ardía con fuerza: Ishtar.

    Ese apellido…
    esa línea de sangre…
    la llave a mi estabilidad.

    Veythra:
    —Sí.

    No esperé aprobación.
    No pedí permiso.

    Me puse a andar, cada paso afirmando mi derecho a existir, aunque el mundo temblara por ello.

    Detrás de mí, escuché a Sana reír muy bajito.
    Aikaterine suspiró como quien acepta un desastre inevitable.

    Y la aventura de Veythra, separada al fin de Lili, había comenzado.
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    Y sonreí.

    Me incorporé despacio, dejando que el polvo se deslizara por mi piel nueva. Era extraña… demasiado blanda. Viva. Vulnerable. Inestable. Pero mía. Un experimento aún sin pulir.

    El sol me rozó y un temblor recorrió mi espalda.
    Calor…
    Una sensación que solo había observado desde dentro de Lili, nunca desde mis propios nervios.

    El viento me levantó el cabello.
    El olor húmedo de la tierra me invadió.
    Los colores estaban demasiado vivos… demasiado sinceros.

    Perfecto.

    Mi memoria era una maraña: ecos de Lili, ecos del Caos, ecos de mí misma. Pero al girar la cabeza y verlas ahí —como si hubieran estado esperándome desde antes del tiempo— una claridad incómoda me atravesó.

    Tsukumo Sana, con su sonrisa que nunca dice todo.
    Aikaterine, con esa serenidad que huele a destino.

    Ambas me observan sin sorpresa.
    Eso es lo peor de todo.

    Di un paso al frente, estirando el cuerpo como una serpiente que prueba un suelo nuevo, y pregunté:

    Veythra:
    —¿Cuánto tiempo tengo?

    Aikaterine solo entornó los ojos, como si midiera líneas temporales que yo aún no podía ver.
    —Será mejor que te pongas en marcha. No te conviene quedarte quieta… en este estado.

    Tsukumo Sana ladeó la cabeza con dulzura traviesa.
    —¿Y ya sabes cómo lo vas a hacer, Veythra? Lo de… hmm… no romper otra vez el espacio-tiempo. Y lo de mantener tu cuerpecito, claro.

    Mi cuerpo palpitó un segundo, como si fuera a desmoronarse. Lo sostuve con voluntad pura.

    No necesitaba más explicaciones.
    No necesitaba más advertencias.

    En mi mente, solo un nombre ardía con fuerza: Ishtar.

    Ese apellido…
    esa línea de sangre…
    la llave a mi estabilidad.

    Veythra:
    —Sí.

    No esperé aprobación.
    No pedí permiso.

    Me puse a andar, cada paso afirmando mi derecho a existir, aunque el mundo temblara por ello.

    Detrás de mí, escuché a Sana reír muy bajito.
    Aikaterine suspiró como quien acepta un desastre inevitable.

    Y la aventura de Veythra, separada al fin de Lili, había comenzado.
    El impacto no debería haber dolido. No a mí. No a lo que soy. Pero el dolor llegó igual: un latigazo cálido, humano, visceral. Y sonreí. Me incorporé despacio, dejando que el polvo se deslizara por mi piel nueva. Era extraña… demasiado blanda. Viva. Vulnerable. Inestable. Pero mía. Un experimento aún sin pulir. El sol me rozó y un temblor recorrió mi espalda. Calor… Una sensación que solo había observado desde dentro de Lili, nunca desde mis propios nervios. El viento me levantó el cabello. El olor húmedo de la tierra me invadió. Los colores estaban demasiado vivos… demasiado sinceros. Perfecto. Mi memoria era una maraña: ecos de Lili, ecos del Caos, ecos de mí misma. Pero al girar la cabeza y verlas ahí —como si hubieran estado esperándome desde antes del tiempo— una claridad incómoda me atravesó. Tsukumo Sana, con su sonrisa que nunca dice todo. Aikaterine, con esa serenidad que huele a destino. Ambas me observan sin sorpresa. Eso es lo peor de todo. Di un paso al frente, estirando el cuerpo como una serpiente que prueba un suelo nuevo, y pregunté: Veythra: —¿Cuánto tiempo tengo? Aikaterine solo entornó los ojos, como si midiera líneas temporales que yo aún no podía ver. —Será mejor que te pongas en marcha. No te conviene quedarte quieta… en este estado. Tsukumo Sana ladeó la cabeza con dulzura traviesa. —¿Y ya sabes cómo lo vas a hacer, Veythra? Lo de… hmm… no romper otra vez el espacio-tiempo. Y lo de mantener tu cuerpecito, claro. Mi cuerpo palpitó un segundo, como si fuera a desmoronarse. Lo sostuve con voluntad pura. No necesitaba más explicaciones. No necesitaba más advertencias. En mi mente, solo un nombre ardía con fuerza: Ishtar. Ese apellido… esa línea de sangre… la llave a mi estabilidad. Veythra: —Sí. No esperé aprobación. No pedí permiso. Me puse a andar, cada paso afirmando mi derecho a existir, aunque el mundo temblara por ello. Detrás de mí, escuché a Sana reír muy bajito. Aikaterine suspiró como quien acepta un desastre inevitable. Y la aventura de Veythra, separada al fin de Lili, había comenzado.
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    Cuando Lili cayó fuera del tiempo, perdida en un espacio donde no existían ni segundos ni direcciones, fueron Tsukumo Sana, guardiana del espacio, y Aikaterine, regente del tiempo, quienes la encontraron. La miraron con esa calma antigua de quienes sostienen el universo desde antes del primer latido.

    Ellas comprendieron algo que Lili aún no recordaba:
    su alma estaba fragmentada entre ella misma y el filo de Veythra, la espada que, durante el eclipse, había rasgado realidad y memoria a la vez.

    Bajo la luz inmóvil de ese lugar sin hora, Sana le ofreció una esfera de polvo cósmico donde vibraba el eco del instante perdido.

    —Si cruzas —le dijo— verás el momento del corte. No lo que fuiste, sino lo que eres.

    Aikaterine, a su lado, sostuvo el equilibrio, abriendo el camino entre los pliegues del tiempo.

    Lili pronunció las palabras que debían pronunciarse:

    «Muéstrame el corte… y déjame recordar.»

    Entonces todo ocurrió a la vez.

    Volvió al instante en que su madre Jennifer sostenía con ella la espada. El filo de Veythra vibraba, reclamando su nombre verdadero.
    Una risa infantil —la risa del Caos— resonó en la grieta abierta, mientras la herida entre planos se iluminaba.

    Y allí, en el centro del corte, Veythra apareció.

    No como espada.
    No como memoria.
    Sino como un espíritu incompleto, proyectado desde el borde del abismo.

    La grieta se cerró con un susurro de luz.

    Lili quedó atrapada en el sueño del lienzo del Caos y Veythra se proyecto en cuerpo y alma en el pasado.

    Cuando Lili cayó fuera del tiempo, perdida en un espacio donde no existían ni segundos ni direcciones, fueron Tsukumo Sana, guardiana del espacio, y Aikaterine, regente del tiempo, quienes la encontraron. La miraron con esa calma antigua de quienes sostienen el universo desde antes del primer latido. Ellas comprendieron algo que Lili aún no recordaba: su alma estaba fragmentada entre ella misma y el filo de Veythra, la espada que, durante el eclipse, había rasgado realidad y memoria a la vez. Bajo la luz inmóvil de ese lugar sin hora, Sana le ofreció una esfera de polvo cósmico donde vibraba el eco del instante perdido. —Si cruzas —le dijo— verás el momento del corte. No lo que fuiste, sino lo que eres. Aikaterine, a su lado, sostuvo el equilibrio, abriendo el camino entre los pliegues del tiempo. Lili pronunció las palabras que debían pronunciarse: «Muéstrame el corte… y déjame recordar.» Entonces todo ocurrió a la vez. Volvió al instante en que su madre Jennifer sostenía con ella la espada. El filo de Veythra vibraba, reclamando su nombre verdadero. Una risa infantil —la risa del Caos— resonó en la grieta abierta, mientras la herida entre planos se iluminaba. Y allí, en el centro del corte, Veythra apareció. No como espada. No como memoria. Sino como un espíritu incompleto, proyectado desde el borde del abismo. La grieta se cerró con un susurro de luz. Lili quedó atrapada en el sueño del lienzo del Caos y Veythra se proyecto en cuerpo y alma en el pasado.
    Cuando Lili cayó fuera del tiempo, perdida en un espacio donde no existían ni segundos ni direcciones, fueron Tsukumo Sana, guardiana del espacio, y Aikaterine, regente del tiempo, quienes la encontraron. La miraron con esa calma antigua de quienes sostienen el universo desde antes del primer latido.

    Ellas comprendieron algo que Lili aún no recordaba:
    su alma estaba fragmentada entre ella misma y el filo de Veythra, la espada que, durante el eclipse, había rasgado realidad y memoria a la vez.

    Bajo la luz inmóvil de ese lugar sin hora, Sana le ofreció una esfera de polvo cósmico donde vibraba el eco del instante perdido.

    —Si cruzas —le dijo— verás el momento del corte. No lo que fuiste, sino lo que eres.

    Aikaterine, a su lado, sostuvo el equilibrio, abriendo el camino entre los pliegues del tiempo.

    Lili pronunció las palabras que debían pronunciarse:

    «Muéstrame el corte… y déjame recordar.»

    Entonces todo ocurrió a la vez.

    Volvió al instante en que su madre Jennifer sostenía con ella la espada. El filo de Veythra vibraba, reclamando su nombre verdadero.
    Una risa infantil —la risa del Caos— resonó en la grieta abierta, mientras la herida entre planos se iluminaba.

    Y allí, en el centro del corte, Veythra apareció.

    No como espada.
    No como memoria.
    Sino como un espíritu incompleto, proyectado desde el borde del abismo.

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    Ellas comprendieron algo que Lili aún no recordaba:
    su alma estaba fragmentada entre ella misma y el filo de Veythra, la espada que, durante el eclipse, había rasgado realidad y memoria a la vez.

    Bajo la luz inmóvil de ese lugar sin hora, Sana le ofreció una esfera de polvo cósmico donde vibraba el eco del instante perdido.

    —Si cruzas —le dijo— verás el momento del corte. No lo que fuiste, sino lo que eres.

    Aikaterine, a su lado, sostuvo el equilibrio, abriendo el camino entre los pliegues del tiempo.

    Lili pronunció las palabras que debían pronunciarse:

    «Muéstrame el corte… y déjame recordar.»

    Entonces todo ocurrió a la vez.

    Volvió al instante en que su madre Jennifer sostenía con ella la espada. El filo de Veythra vibraba, reclamando su nombre verdadero.
    Una risa infantil —la risa del Caos— resonó en la grieta abierta, mientras la herida entre planos se iluminaba.

    Y allí, en el centro del corte, Veythra apareció.

    No como espada.
    No como memoria.
    Sino como un espíritu incompleto, proyectado desde el borde del abismo.

    La grieta se cerró con un susurro de luz.

    Lili quedó atrapada en el sueño del lienzo del Caos y Veythra se proyecto en cuerpo y alma en el pasado.

    Cuando Lili cayó fuera del tiempo, perdida en un espacio donde no existían ni segundos ni direcciones, fueron Tsukumo Sana, guardiana del espacio, y Aikaterine, regente del tiempo, quienes la encontraron. La miraron con esa calma antigua de quienes sostienen el universo desde antes del primer latido. Ellas comprendieron algo que Lili aún no recordaba: su alma estaba fragmentada entre ella misma y el filo de Veythra, la espada que, durante el eclipse, había rasgado realidad y memoria a la vez. Bajo la luz inmóvil de ese lugar sin hora, Sana le ofreció una esfera de polvo cósmico donde vibraba el eco del instante perdido. —Si cruzas —le dijo— verás el momento del corte. No lo que fuiste, sino lo que eres. Aikaterine, a su lado, sostuvo el equilibrio, abriendo el camino entre los pliegues del tiempo. Lili pronunció las palabras que debían pronunciarse: «Muéstrame el corte… y déjame recordar.» Entonces todo ocurrió a la vez. Volvió al instante en que su madre Jennifer sostenía con ella la espada. El filo de Veythra vibraba, reclamando su nombre verdadero. Una risa infantil —la risa del Caos— resonó en la grieta abierta, mientras la herida entre planos se iluminaba. Y allí, en el centro del corte, Veythra apareció. No como espada. No como memoria. Sino como un espíritu incompleto, proyectado desde el borde del abismo. La grieta se cerró con un susurro de luz. Lili quedó atrapada en el sueño del lienzo del Caos y Veythra se proyecto en cuerpo y alma en el pasado.
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  • “𝑨𝒏𝒚 𝒎𝒂𝒏, 𝒚𝒐𝒖'𝒍𝒍 𝒔𝒐𝒐𝒏 𝒍𝒆𝒂𝒓𝒏, 𝒉𝒂𝒔 𝒂𝒏 𝒊𝒏𝒔𝒖𝒓𝒎𝒐𝒖𝒏𝒕𝒂𝒃𝒍𝒆 𝒏𝒆𝒆𝒅 𝒕𝒐 𝒃𝒍𝒂𝒎𝒆 𝒔𝒐𝒎𝒆𝒐𝒏𝒆 𝒆𝒍𝒔𝒆 𝒘𝒉𝒆𝒏 𝒉𝒆 𝒊𝒔 𝒎𝒂𝒅𝒆 𝒕𝒐 𝒍𝒐𝒐𝒌 𝒂 𝒇𝒐𝒐𝒍.”
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Slice of Life
    Había un nuevo miembro en la familia de los Bridgerton. No había pasado mucho tiempo desde su propia boda, pero agradecía no ser el miembro más reciente.

    Y todo a pesar de que aquella boda entre Daphne y ꜱɪᴍᴏɴ ᴀʀᴛʜᴜʀ ʜᴇɴʀʏ ꜰɪᴛᴢʀᴀɴᴜʟᴘʜ ʙᴀꜱꜱᴇᴛ seguía siendo un misterio para ella. Anthony le indicó que se lo contaría una vez todo estuviese más tranquilo, y estaba convencida de que su mal humor venía por la misma. Era por eso que Kate quería intentar apaciguar las aguas, o ver si podía ayudar de alguna manera.

    Y al menos, tuvo la suerte de que el Duque había ido a su residencia. Seguramente fuese a ver a Anthony, pero ella estaba encantada de poder atenderle y conocerle un poco más.

    Con una sonrisa, entró en la estancia donde le habían dejado esperando, haciendo una reverencia.

    -Deberéis disculpar a mi marido, excelencia. Ha tenido que salir. Pero espero que mi compañía sea suficiente para usted.
    Había un nuevo miembro en la familia de los Bridgerton. No había pasado mucho tiempo desde su propia boda, pero agradecía no ser el miembro más reciente. Y todo a pesar de que aquella boda entre Daphne y [Sim0n] seguía siendo un misterio para ella. Anthony le indicó que se lo contaría una vez todo estuviese más tranquilo, y estaba convencida de que su mal humor venía por la misma. Era por eso que Kate quería intentar apaciguar las aguas, o ver si podía ayudar de alguna manera. Y al menos, tuvo la suerte de que el Duque había ido a su residencia. Seguramente fuese a ver a Anthony, pero ella estaba encantada de poder atenderle y conocerle un poco más. Con una sonrisa, entró en la estancia donde le habían dejado esperando, haciendo una reverencia. -Deberéis disculpar a mi marido, excelencia. Ha tenido que salir. Pero espero que mi compañía sea suficiente para usted.
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  • “𝑰𝒕 𝒊𝒔 𝒂 𝒕𝒓𝒖𝒕𝒉 𝒖𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒂𝒍𝒍𝒚 𝒂𝒄𝒌𝒏𝒐𝒘𝒍𝒆𝒅𝒈𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝒂 𝒎𝒂𝒓𝒓𝒊𝒆𝒅 𝒎𝒂𝒏 𝒊𝒏 𝒑𝒐𝒔𝒔𝒆𝒔𝒔𝒊𝒐𝒏 𝒐𝒇 𝒂 𝒈𝒐𝒐𝒅 𝒇𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒆 𝒎𝒖𝒔𝒕 𝒃𝒆 𝒊𝒏 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒐𝒇 𝒂𝒏 𝒉𝒆𝒊𝒓.”
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Slice of Life
    Había sido una boda de lo más apresurada. Casi sin tiempo de preparar nada. Anthony le había dicho que ya le explicaría lo ocurrido, pero que era imperativo que su hermana se casase cuanto antes.

    Kate por su parte, no pudo hacer otra cosa que intentar ayudar en todo lo posible para que saliese todo bien. Su posición de vizcondesa todavía era reciente, y estaba solamente comenzando a comprender todo lo que eso conllevaba.

    Había dejado pasar unos cuantos días reglamentarios, antes de siquiera intentar hacer una visita a 𝑫𝒂𝒑𝒉𝒏𝒆 𝑩𝒓𝒊𝒅𝒈𝒆𝒓𝒕𝒐𝒏
    No quería molestar a los recién casados, pero quería saber si estaba bien, si era feliz, y si podía hacer algo por ella. Por esa misma razón, había ido hasta la mansión del duque, anunciando su llegada mientras la dirigían a un amplio salón para poder esperar a ver a la nueva duquesa.
    Había sido una boda de lo más apresurada. Casi sin tiempo de preparar nada. Anthony le había dicho que ya le explicaría lo ocurrido, pero que era imperativo que su hermana se casase cuanto antes. Kate por su parte, no pudo hacer otra cosa que intentar ayudar en todo lo posible para que saliese todo bien. Su posición de vizcondesa todavía era reciente, y estaba solamente comenzando a comprender todo lo que eso conllevaba. Había dejado pasar unos cuantos días reglamentarios, antes de siquiera intentar hacer una visita a [Daphn3bridgert0n] No quería molestar a los recién casados, pero quería saber si estaba bien, si era feliz, y si podía hacer algo por ella. Por esa misma razón, había ido hasta la mansión del duque, anunciando su llegada mientras la dirigían a un amplio salón para poder esperar a ver a la nueva duquesa.
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  • DISTANCIA

    Fauna se ha alejado de su hogar, que normalmente es el bosque, y se ha ido con Shiori Novella a la ciudad, y a quedarse en uno de sus apartamentos, fuera del radar de sus compañeras del Consejo por un tiempo, debido a que Fauna venía sintiéndose mal, por muchos problemas que la sobrepasaron, su amada Shub que se ha ido y no ha vuelto, una amenaza de un ser llamado Mephisto proveniente del Inframundo, y luego una pelea fuerte con su compañera Baelz.
    Fauna decidió alejarse yéndose con Shiori a uno de sus lugares secretos, sin embargo, no estarían solas, una chica rusa de nombre Ekaterina Smirnova llamada cariñosamente como "Kate" por parte Shiori, estaría en el mismo lugar que ellas, al parecer son amigas.
    DISTANCIA Fauna se ha alejado de su hogar, que normalmente es el bosque, y se ha ido con [specter_copper_horse_768] a la ciudad, y a quedarse en uno de sus apartamentos, fuera del radar de sus compañeras del Consejo por un tiempo, debido a que Fauna venía sintiéndose mal, por muchos problemas que la sobrepasaron, su amada Shub que se ha ido y no ha vuelto, una amenaza de un ser llamado Mephisto proveniente del Inframundo, y luego una pelea fuerte con su compañera Baelz. Fauna decidió alejarse yéndose con Shiori a uno de sus lugares secretos, sin embargo, no estarían solas, una chica rusa de nombre [soviet_experiment] llamada cariñosamente como "Kate" por parte Shiori, estaría en el mismo lugar que ellas, al parecer son amigas.
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    ¡Hoy es un día especial en FicRol!
    No uno, ni dos... ¡sino varios personajes están de cumpleaños hoy!
    Así que toca llenar el día de felicitaciones, buen rollo y mucho cariño para:

    Kate Blake
    Oliver Williams
    Alexander Skorobogatov
    Laura Black
    Laryn Osaki

    ¡Esperamos que todos reciban muchas escenas bonitas, abrazos en off y alguna que otra sorpresa!
    ¿Y tú? ¿Vas a felicitarles o a llevarles una trama de regalo?
    📅✨ ¡Hoy es un día especial en FicRol! ✨📅 No uno, ni dos... ¡sino varios personajes están de cumpleaños hoy! 🎉 Así que toca llenar el día de felicitaciones, buen rollo y mucho cariño para: 🎂 [KateBlake] 🎂 [Th_xSnow] 🎂 [Thxrussianman95] 🎂 [eclipse_7] 🎂 [phantasm_ruby_spider_242] ¡Esperamos que todos reciban muchas escenas bonitas, abrazos en off y alguna que otra sorpresa! 🎁 ¿Y tú? ¿Vas a felicitarles o a llevarles una trama de regalo?
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  • Aikaterine Ouro

    *La puerta del santuario se abrió sola, con un chirrido suave que pareciera invitar… o advertir. Dentro, el aire era frío, pesado, casi palpable. Entre las sombras, una figura se alzó con calma. Mori Calliope estaba sentada en lo alto de una escalera desgastada, una pierna sobre la otra, mirando hacia la entrada como si hubiera estado esperando exactamente ese momento.

    Una calavera flotaba perezosamente sobre su mano, girando despacio. Sus ojos rojos brillaron apenas vio la silueta que cruzó el umbral.

    Mori Calliope ladeó la cabeza, su sonrisa lenta, afilada, más curiosa que amable.*

    -Vaya… *murmuró la segadora, su voz resonando como eco entre los pilares*. Así que finalmente decidiste venir.

    *La calavera cayó en su mano y Calli se levantó, dejando que su capa negra se deslizara detrás de ella con un susurro casi vivo.*

    -Aikaterine Ouro… ¿qué asunto trae a alguien como tú hasta mi puerta?

    *La neblina afuera se cerró, como si ya no hubiera retorno.*

    [Mercenary1x] *La puerta del santuario se abrió sola, con un chirrido suave que pareciera invitar… o advertir. Dentro, el aire era frío, pesado, casi palpable. Entre las sombras, una figura se alzó con calma. Mori Calliope estaba sentada en lo alto de una escalera desgastada, una pierna sobre la otra, mirando hacia la entrada como si hubiera estado esperando exactamente ese momento. Una calavera flotaba perezosamente sobre su mano, girando despacio. Sus ojos rojos brillaron apenas vio la silueta que cruzó el umbral. Mori Calliope ladeó la cabeza, su sonrisa lenta, afilada, más curiosa que amable.* -Vaya… *murmuró la segadora, su voz resonando como eco entre los pilares*. Así que finalmente decidiste venir. *La calavera cayó en su mano y Calli se levantó, dejando que su capa negra se deslizara detrás de ella con un susurro casi vivo.* -Aikaterine Ouro… ¿qué asunto trae a alguien como tú hasta mi puerta? *La neblina afuera se cerró, como si ya no hubiera retorno.*
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    ❝-No puedo prometerte que estaremos a salvo. Este mundo se ha vuelto… una mierda… -negó con la cabeza- Pero podemos prometernos algo. Que, pase lo que pase, cuidaremos el uno del otro. Y cuidaremos de los demás. Porque ahora son nuestra familia. No necesito nada de lo que eras… No necesitamos a la persona que eras. Te necesitamos a ti. Cada día… A la persona que elijas ser. Porque esa es la única elección que está en nuestra mano.

    Cerró la mano donde sostenía las alas de plata y sostuvo asi la barbilla de Kate para que le mirase.

    -No volveré a perderte, Kate. Y no volveré a fallarte.❞

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Kate Blake
    ❝-No puedo prometerte que estaremos a salvo. Este mundo se ha vuelto… una mierda… -negó con la cabeza- Pero podemos prometernos algo. Que, pase lo que pase, cuidaremos el uno del otro. Y cuidaremos de los demás. Porque ahora son nuestra familia. No necesito nada de lo que eras… No necesitamos a la persona que eras. Te necesitamos a ti. Cada día… A la persona que elijas ser. Porque esa es la única elección que está en nuestra mano. Cerró la mano donde sostenía las alas de plata y sostuvo asi la barbilla de Kate para que le mirase. -No volveré a perderte, Kate. Y no volveré a fallarte.❞ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ [KateBlake]
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