• Otra noche solitaria, entre snacks y bocanadas de humo la rubia mal decía en voz baja mientras controlaba los mandos de su PC un poco alterada al estar haciendo un informe de uno de sus trabajos para el día siguiente, estaba apunto de dormirse y eso le colmaba la paciencia— Mierda — mascullo entre dientes mientras frunce el ceño, dió una calada de su cigarrillo recargó la cabeza en el teclado ligeramente adormilada
    Otra noche solitaria, entre snacks y bocanadas de humo la rubia mal decía en voz baja mientras controlaba los mandos de su PC un poco alterada al estar haciendo un informe de uno de sus trabajos para el día siguiente, estaba apunto de dormirse y eso le colmaba la paciencia— Mierda — mascullo entre dientes mientras frunce el ceño, dió una calada de su cigarrillo recargó la cabeza en el teclado ligeramente adormilada
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • La campanilla de la puerta tintineó suavemente cuando Kaelith entró en la cafetería-bar de su hermano, un lugar elegante y cálido, donde las luces bajas acariciaban los muebles de madera oscura y los cristales brillaban con reflejos ámbar. Noah había tenido que ausentarse por una reunión importante, y por primera vez en semanas, Kaelith se veía obligado a encargarse de atender el lugar personalmente.

    Respiró hondo, ajustando la chaqueta de su traje oscuro y dejando que la calma que siempre emanaba fluyera. Su cabello blanco caía ligeramente sobre sus hombros mientras sus ojos plateados recorrían el espacio, evaluando cada detalle con precisión. No necesitaba instrucciones: la disposición de las mesas, los copas en la barra, incluso los gestos de los clientes eran notas en la sinfonía que él controlaba con naturalidad.

    —Bienvenidos —dijo con voz profunda, medida, mientras un cliente se acercaba al mostrador—. ¿Desean algo en especial?

    Su presencia era suficiente para que las conversaciones bajaran unos tonos y todos los presentes sintieran, aunque fuera subconscientemente, que estaban bajo su control. Kaelith movía cada taza y plato con delicadeza, sirviendo cafés y cocteles como si fueran rituales de precisión. No era un simple acto de cortesía; cada movimiento mostraba su disciplina, su atención al detalle y, en cierto modo, su autoridad innata.

    Mientras equilibraba una bandeja con varios cafés, notó un pequeño destello en la esquina del bar: Kurogane, su lobo espiritual, apenas visible, observando con sus ojos azul eléctrico cualquier indicio de problemas. Kaelith sonrió apenas perceptiblemente; la presencia del espíritu le daba seguridad y un recordatorio de que, aunque pareciera todo control y calma, siempre estaba listo para lo inesperado.

    —Aquí tienen —anunció, dejando las bebidas frente a los clientes con un gesto preciso, casi ceremonial—. Que disfruten.

    A medida que el flujo de personas continuaba, Kaelith caminaba entre las mesas con pasos medidos, corrigiendo un detalle en una servilleta, ajustando un asiento, asegurándose de que todo fuera perfecto. Para él, atender el bar no era simplemente una tarea; era un juego de estrategia, observación y control, y lo hacía sin esfuerzo, aunque la gente solo viera un hombre elegante sirviendo cafés.

    Cuando una bandeja se le resbaló casi imperceptiblemente, Kaelith reaccionó con rapidez sobrehumana, atrapándola antes de que cayera. Nadie notó el instante, salvo Kurogane, que emitió un leve gruñido de aprobación, invisible para los demás. Sonrió internamente. Incluso en tareas mundanas, su instinto de lobo y su naturaleza híbrida se mostraban sutilmente, como un recordatorio de que no era solo un empresario o un hermano: era Kaelith Veiryth, Alfa, híbrido, protector.

    Mientras servía un último café a una pareja sentada junto a la ventana, pensó en Noah. “Hoy será un buen día… aunque no me gusta estar lejos del control total de mi mundo, al menos aquí todo está bajo mi supervisión.” Su mirada plateada recorrió la barra y, por un instante, sus ojos se encontraron con Kurogane. Un vínculo silencioso, una promesa tácita: cuidaría este lugar, este mundo, mientras fuera necesario, con la misma fiereza con la que protegería a su hermano o a cualquier aliado.
    La campanilla de la puerta tintineó suavemente cuando Kaelith entró en la cafetería-bar de su hermano, un lugar elegante y cálido, donde las luces bajas acariciaban los muebles de madera oscura y los cristales brillaban con reflejos ámbar. Noah había tenido que ausentarse por una reunión importante, y por primera vez en semanas, Kaelith se veía obligado a encargarse de atender el lugar personalmente. Respiró hondo, ajustando la chaqueta de su traje oscuro y dejando que la calma que siempre emanaba fluyera. Su cabello blanco caía ligeramente sobre sus hombros mientras sus ojos plateados recorrían el espacio, evaluando cada detalle con precisión. No necesitaba instrucciones: la disposición de las mesas, los copas en la barra, incluso los gestos de los clientes eran notas en la sinfonía que él controlaba con naturalidad. —Bienvenidos —dijo con voz profunda, medida, mientras un cliente se acercaba al mostrador—. ¿Desean algo en especial? Su presencia era suficiente para que las conversaciones bajaran unos tonos y todos los presentes sintieran, aunque fuera subconscientemente, que estaban bajo su control. Kaelith movía cada taza y plato con delicadeza, sirviendo cafés y cocteles como si fueran rituales de precisión. No era un simple acto de cortesía; cada movimiento mostraba su disciplina, su atención al detalle y, en cierto modo, su autoridad innata. Mientras equilibraba una bandeja con varios cafés, notó un pequeño destello en la esquina del bar: Kurogane, su lobo espiritual, apenas visible, observando con sus ojos azul eléctrico cualquier indicio de problemas. Kaelith sonrió apenas perceptiblemente; la presencia del espíritu le daba seguridad y un recordatorio de que, aunque pareciera todo control y calma, siempre estaba listo para lo inesperado. —Aquí tienen —anunció, dejando las bebidas frente a los clientes con un gesto preciso, casi ceremonial—. Que disfruten. A medida que el flujo de personas continuaba, Kaelith caminaba entre las mesas con pasos medidos, corrigiendo un detalle en una servilleta, ajustando un asiento, asegurándose de que todo fuera perfecto. Para él, atender el bar no era simplemente una tarea; era un juego de estrategia, observación y control, y lo hacía sin esfuerzo, aunque la gente solo viera un hombre elegante sirviendo cafés. Cuando una bandeja se le resbaló casi imperceptiblemente, Kaelith reaccionó con rapidez sobrehumana, atrapándola antes de que cayera. Nadie notó el instante, salvo Kurogane, que emitió un leve gruñido de aprobación, invisible para los demás. Sonrió internamente. Incluso en tareas mundanas, su instinto de lobo y su naturaleza híbrida se mostraban sutilmente, como un recordatorio de que no era solo un empresario o un hermano: era Kaelith Veiryth, Alfa, híbrido, protector. Mientras servía un último café a una pareja sentada junto a la ventana, pensó en Noah. “Hoy será un buen día… aunque no me gusta estar lejos del control total de mi mundo, al menos aquí todo está bajo mi supervisión.” Su mirada plateada recorrió la barra y, por un instante, sus ojos se encontraron con Kurogane. Un vínculo silencioso, una promesa tácita: cuidaría este lugar, este mundo, mientras fuera necesario, con la misma fiereza con la que protegería a su hermano o a cualquier aliado.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda.

    Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—.

    Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁.

    El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él.

    Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados.

    Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él.

    El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable.

    Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo.

    La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante?

    Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban.

    Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción.

    ──¿Micah Ravenscroft?

    Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía?

    Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando.

    "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar.
    ㅤㅤ
    [ Micah Ravenscroft ]
    El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda. Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—. Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁. El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él. Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados. Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él. El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable. Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo. La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante? Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban. Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción. ──¿Micah Ravenscroft? Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía? Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando. "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar. ㅤㅤ [ [M.C09] ]
    Me gusta
    Me encocora
    4
    2 turnos 0 maullidos
  • Feliz jueves #Oracles
    Deseo que tengan un feliz dia. Mientras disfruto de mis vacaciones junto a mi bella Winter Carstairs recorriendo su tierra natal, me paso por aquí para informarles que el lanzamiento de mi nuevo álbum #MagicMan2 será mañana, 5 de Septiembre de 2025. Se lo van a perder?
    Mil gracias por todo el stream, el amor y el apoyo
    Aquí les dejo un tema de mi album que compuse para mi hermosa novia :
    https://youtu.be/vz-_ZtUh8P4?si=vPNSNXcvuyPup8Tu
    Feliz jueves #Oracles ✨️ Deseo que tengan un feliz dia. Mientras disfruto de mis vacaciones junto a mi bella [Wicarstairs_08] recorriendo su tierra natal, me paso por aquí para informarles que el lanzamiento de mi nuevo álbum #MagicMan2 será mañana, 5 de Septiembre de 2025. Se lo van a perder? 😱 Mil gracias por todo el stream, el amor y el apoyo ❤️ Aquí les dejo un tema de mi album que compuse para mi hermosa novia : https://youtu.be/vz-_ZtUh8P4?si=vPNSNXcvuyPup8Tu
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • No nací para esto. Me hicieron así.

    Mi padre era un soldado borracho que se metió en demasiados tratos sucios. Vendía información, armas, cualquier cosa que le diera dinero rápido. Cuando desapareció yo tenía ocho años. No se fue por amor a la libertad, se fue porque ya lo estaban buscando para matarlo.

    Desde entonces, vinieron a por nosotras. Primero las amenazas, luego los golpes. Recuerdo a mi madre sangrando en la cocina porque alguien quería cobrar una deuda que ni siquiera era nuestra. Recuerdo esconderme en un armario con un cuchillo oxidado en la mano, rezando para que no encontraran la puerta.

    A los nueve años, uno de esos ‘amigos’ de mi padre intentó abusar de mí. Escapé a mordiscos y arañazos, pero nadie me creyó. No sé qué dolió más: el miedo o que mi madre no quisiera escucharme. Supongo que estaba demasiado ocupada tratando de mantenernos vivas.

    A los catorce, me rompieron dos costillas en un callejón por una deuda que él dejó atrás. No lloré. Aprendí que llorar te hace parecer débil y que la gente que huele debilidad siempre aprieta más fuerte.

    A los dieciséis, mataron a mi madre. Dijeron que fue fuego cruzado en una misión humanitaria. Mentira. No fue un accidente. Fue un mensaje. Y yo lo entendí perfectamente: nadie te salva, nadie te protege, nadie responde por ti.

    Después de eso dormí en estaciones de tren, en casas abandonadas, en cualquier lugar donde pudiera cerrar los ojos sin que me cortaran el cuello. Hacía encargos para cualquiera que pagara: llevar mensajes, mover cajas, cosas pequeñas. Hasta que alguien me vio disparar una pistola y decidió que podía servirme de algo más.

    Me llevaron a un campamento en Europa del Este. No era un colegio, no era un entrenamiento normal. Era un infierno diseñado para convertirte en herramienta. Aprendí a disparar con cualquier cosa que tenga gatillo, a pelear hasta romper huesos, a no confiar en nadie, a dormir con un ojo abierto. Y cada error se pagaba con sangre o con hambre.

    ¿Si fue mi elección? No. Pero entendí que si quería seguir respirando tenía que convertirme en alguien peor que ellos.

    Hoy soy mercenaria. Trabajo donde otros no quieren ensuciarse las manos. Matar, infiltrar, mover armas, robar información, lo que sea. No represento banderas, no doy explicaciones, no firmo contratos. Y no lo hago porque me guste. Lo hago porque el mundo me enseñó que si no aprendes a ser depredador, te comen viva.

    ¿Si me arrepiento? No. ¿Si me preocupa ir al infierno? Ese sitio ya lo conozco. Crecí allí.

    No hago esto por dinero. Lo hago porque no voy a morir como murió mi madre: esperando que alguien venga a salvarme. Y porque algún día, cuando encuentre a mi padre, se lo haré pagar todo.
    No nací para esto. Me hicieron así. Mi padre era un soldado borracho que se metió en demasiados tratos sucios. Vendía información, armas, cualquier cosa que le diera dinero rápido. Cuando desapareció yo tenía ocho años. No se fue por amor a la libertad, se fue porque ya lo estaban buscando para matarlo. Desde entonces, vinieron a por nosotras. Primero las amenazas, luego los golpes. Recuerdo a mi madre sangrando en la cocina porque alguien quería cobrar una deuda que ni siquiera era nuestra. Recuerdo esconderme en un armario con un cuchillo oxidado en la mano, rezando para que no encontraran la puerta. A los nueve años, uno de esos ‘amigos’ de mi padre intentó abusar de mí. Escapé a mordiscos y arañazos, pero nadie me creyó. No sé qué dolió más: el miedo o que mi madre no quisiera escucharme. Supongo que estaba demasiado ocupada tratando de mantenernos vivas. A los catorce, me rompieron dos costillas en un callejón por una deuda que él dejó atrás. No lloré. Aprendí que llorar te hace parecer débil y que la gente que huele debilidad siempre aprieta más fuerte. A los dieciséis, mataron a mi madre. Dijeron que fue fuego cruzado en una misión humanitaria. Mentira. No fue un accidente. Fue un mensaje. Y yo lo entendí perfectamente: nadie te salva, nadie te protege, nadie responde por ti. Después de eso dormí en estaciones de tren, en casas abandonadas, en cualquier lugar donde pudiera cerrar los ojos sin que me cortaran el cuello. Hacía encargos para cualquiera que pagara: llevar mensajes, mover cajas, cosas pequeñas. Hasta que alguien me vio disparar una pistola y decidió que podía servirme de algo más. Me llevaron a un campamento en Europa del Este. No era un colegio, no era un entrenamiento normal. Era un infierno diseñado para convertirte en herramienta. Aprendí a disparar con cualquier cosa que tenga gatillo, a pelear hasta romper huesos, a no confiar en nadie, a dormir con un ojo abierto. Y cada error se pagaba con sangre o con hambre. ¿Si fue mi elección? No. Pero entendí que si quería seguir respirando tenía que convertirme en alguien peor que ellos. Hoy soy mercenaria. Trabajo donde otros no quieren ensuciarse las manos. Matar, infiltrar, mover armas, robar información, lo que sea. No represento banderas, no doy explicaciones, no firmo contratos. Y no lo hago porque me guste. Lo hago porque el mundo me enseñó que si no aprendes a ser depredador, te comen viva. ¿Si me arrepiento? No. ¿Si me preocupa ir al infierno? Ese sitio ya lo conozco. Crecí allí. No hago esto por dinero. Lo hago porque no voy a morir como murió mi madre: esperando que alguien venga a salvarme. Y porque algún día, cuando encuentre a mi padre, se lo haré pagar todo.
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    //-Creo que desde ahora subire algunos de mis dibujos de la Rini (¿?)para escenas y esas cosas (seguire usando la apariencia y las imágenes del mahwa pero mezclado con mis dibujos)

    Listo ! Era para informar xd
    //-Creo que desde ahora subire algunos de mis dibujos de la Rini (¿?)para escenas y esas cosas (seguire usando la apariencia y las imágenes del mahwa pero mezclado con mis dibujos) Listo ! Era para informar xd
    Me endiabla
    1
    0 comentarios 0 compartidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    ¡Aquí la mente detrás de Jason! Como no he publicado gran cosa sobre mí, aquí algunos detalles a tener en cuenta (lo añadiré a mi descripción de forma más resumida, pero para quien ya me tenga agregado ^^)

    - No sé mucho acerca de rol, por tanto...agradezco bastante si alguna vez me pierdo, alguien con quien esté roleando me corrija o indique si me equivoco ^^"

    - Me gusta mucho aprender y me considero bastante asertivo, así que cualquier idea que se me quiera plantear es bienvenida.

    - No.
    Que ponga NSFW no significa que reduzca todo a eso; sé respetar y aceptar un "no", así como también decirlo si no procede. Hay más etiquetas y en realidad me gusta explorar y rolear lo que cada quien sepa y se le dé mejor.

    - Si alguna vez me tardo en responder lo más seguro es que me encuentre trabajando o estudiando, pero siempre intento hacerlo a todo el mundo y lo antes posible.

    - Amo las conexiones y la gente/rol con autenticidad y un mínimo de calidad. Quienes me dais eso, os amo, lo sois todo y ojalá os den un kilo de algo que os guste mucho un día que os guste mucho (???) porque os lo merecéis y más.

    - Ni siquiera sé de dónde sacar imágenes para escenas así que no esperéis muchas más JAJAJAJAJA

    Edit 1: hola, yo del pasado. Como se me han olvidado detalles, ahora tengo que añadirlos, yo del pasado :stare:

    - Creo que, XD, no hace falta aclarar que si digo algo dentro del rol puede ser que sea verdad o no respecto a mí off-rol. Algún detalle lo puedo aclarar si la otra parte corresponde con lo mismo y lo pide amablemente off-rol, pero tampoco contar mi vida.

    - Fuera del rol de Jason, info y trato personal...todo se puede intentar en esta vida. Pero es complicado; mi espacio personal es bastante reducido y sólo le permito la entrada a quien se interese y lo valga de verdad.

    Y con eso, sería todo. ¡Gracias por leer!
    ¡Aquí la mente detrás de Jason! Como no he publicado gran cosa sobre mí, aquí algunos detalles a tener en cuenta (lo añadiré a mi descripción de forma más resumida, pero para quien ya me tenga agregado ^^) - No sé mucho acerca de rol, por tanto...agradezco bastante si alguna vez me pierdo, alguien con quien esté roleando me corrija o indique si me equivoco ^^" - Me gusta mucho aprender y me considero bastante asertivo, así que cualquier idea que se me quiera plantear es bienvenida. - No. Que ponga NSFW no significa que reduzca todo a eso; sé respetar y aceptar un "no", así como también decirlo si no procede. Hay más etiquetas y en realidad me gusta explorar y rolear lo que cada quien sepa y se le dé mejor. - Si alguna vez me tardo en responder lo más seguro es que me encuentre trabajando o estudiando, pero siempre intento hacerlo a todo el mundo y lo antes posible. - Amo las conexiones y la gente/rol con autenticidad y un mínimo de calidad. Quienes me dais eso, os amo, lo sois todo y ojalá os den un kilo de algo que os guste mucho un día que os guste mucho (???) porque os lo merecéis y más. - Ni siquiera sé de dónde sacar imágenes para escenas así que no esperéis muchas más JAJAJAJAJA Edit 1: hola, yo del pasado. Como se me han olvidado detalles, ahora tengo que añadirlos, yo del pasado :stare: - Creo que, XD, no hace falta aclarar que si digo algo dentro del rol puede ser que sea verdad o no respecto a mí off-rol. Algún detalle lo puedo aclarar si la otra parte corresponde con lo mismo y lo pide amablemente off-rol, pero tampoco contar mi vida. - Fuera del rol de Jason, info y trato personal...todo se puede intentar en esta vida. Pero es complicado; mi espacio personal es bastante reducido y sólo le permito la entrada a quien se interese y lo valga de verdad. Y con eso, sería todo. ¡Gracias por leer!
    Me gusta
    3
    0 comentarios 0 compartidos
  • ──── Lucan ya ha formado una familia, igual que Thula. Por su parte, el general Kregg tiene varias esposas, según su informe más reciente. En contraste, el Regente Thragg está profundamente disgustado conmigo. "¿Has olvidado por qué estamos aquí? Tu ineptitud está agotando mi paciencia, Anissa" fueron sus palabras finales antes de que yo misma me haya disculpado por mi clara insolencia y regrese a completar mi misión.
    ──── Lucan ya ha formado una familia, igual que Thula. Por su parte, el general Kregg tiene varias esposas, según su informe más reciente. En contraste, el Regente Thragg está profundamente disgustado conmigo. "¿Has olvidado por qué estamos aquí? Tu ineptitud está agotando mi paciencia, Anissa" fueron sus palabras finales antes de que yo misma me haya disculpado por mi clara insolencia y regrese a completar mi misión.
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    7
    0 turnos 0 maullidos


  • {El príncipe Zarek se hallaba recostado sobre su cama amplia, cubierta de finas telas. Los aposentos, silenciosos, apenas eran iluminados por la luz de las velas.}

    {No lograba descansar. Cada vez que cerraba los ojos, el aire del desierto le devolvía un perfume distinto, un rastro que se desvanecía. El olor de la mestiza. Era un tormento. Una fragancia que se transformaba a cada minuto, imposible de rastrear con precisión. Demasiado inconstante, demasiado humano.}

    {Zarek apretó los dientes. Esa dualidad era lo que la mantenía con vida, lo que la hacía invisible incluso para los depredadores más antiguos como él. Una mestiza con sangre humana no debía haber sobrevivido, y sin embargo, ella existía. Ella era la clave. La última esperanza para los nekomatas, cuya especie se extinguía lentamente. Sin ella, el fin sería inevitable.}

    {Pero la furia lo consumía más que la desesperanza. La mestiza lo atormentaba sin siquiera saberlo. Le robaba el sueño. Lo empujaba a los límites de su paciencia. Con cada soplo de viento nocturno que rozaba su piel, el aroma llegaba a él como una burla, solo para desvanecerse un instante después.}

    {Zarek abrió los ojos de golpe, los colmillos apretados con fuerza. Sus manos se clavaron en las sábanas, arrugándolas, mientras sus nudillos palidecían por la presión. Luego abrazó con violencia la almohada, como si pudiera ahogar en ella la ansiedad.}

    {Quería dormir. Solo dormir unas horas. Pero no podía.}

    {Sabía lo que debía hacer. No podía seguir esperando informes de exploradores ni depender de rastros que se desvanecían en el viento. El viaje al mundo de los humanos era inevitable. Se disfrazaría de mortal, descendería hasta ese reino ajeno, y la encontraría.}

    {No importaba cuánto tuviera que sacrificar ni qué dios se interpusiera. Iría por ella. Porque era suya. Porque era la única capaz de calmar aquel tormento.}

    {Y en medio del silencio sofocante de la noche, Zarek permaneció despierto, prisionero de un deseo que no comprendía del todo, pero que lo estaba consumiendo más rápido que cualquier enemigo.}
    {El príncipe Zarek se hallaba recostado sobre su cama amplia, cubierta de finas telas. Los aposentos, silenciosos, apenas eran iluminados por la luz de las velas.} {No lograba descansar. Cada vez que cerraba los ojos, el aire del desierto le devolvía un perfume distinto, un rastro que se desvanecía. El olor de la mestiza. Era un tormento. Una fragancia que se transformaba a cada minuto, imposible de rastrear con precisión. Demasiado inconstante, demasiado humano.} {Zarek apretó los dientes. Esa dualidad era lo que la mantenía con vida, lo que la hacía invisible incluso para los depredadores más antiguos como él. Una mestiza con sangre humana no debía haber sobrevivido, y sin embargo, ella existía. Ella era la clave. La última esperanza para los nekomatas, cuya especie se extinguía lentamente. Sin ella, el fin sería inevitable.} {Pero la furia lo consumía más que la desesperanza. La mestiza lo atormentaba sin siquiera saberlo. Le robaba el sueño. Lo empujaba a los límites de su paciencia. Con cada soplo de viento nocturno que rozaba su piel, el aroma llegaba a él como una burla, solo para desvanecerse un instante después.} {Zarek abrió los ojos de golpe, los colmillos apretados con fuerza. Sus manos se clavaron en las sábanas, arrugándolas, mientras sus nudillos palidecían por la presión. Luego abrazó con violencia la almohada, como si pudiera ahogar en ella la ansiedad.} {Quería dormir. Solo dormir unas horas. Pero no podía.} {Sabía lo que debía hacer. No podía seguir esperando informes de exploradores ni depender de rastros que se desvanecían en el viento. El viaje al mundo de los humanos era inevitable. Se disfrazaría de mortal, descendería hasta ese reino ajeno, y la encontraría.} {No importaba cuánto tuviera que sacrificar ni qué dios se interpusiera. Iría por ella. Porque era suya. Porque era la única capaz de calmar aquel tormento.} {Y en medio del silencio sofocante de la noche, Zarek permaneció despierto, prisionero de un deseo que no comprendía del todo, pero que lo estaba consumiendo más rápido que cualquier enemigo.}
    Me entristece
    Me shockea
    5
    1 turno 0 maullidos
  • 4 a 50 líneas por Semana
    Fandom
    Cyberpunk
    Búsqueda de
    Rol
    Estado
    Disponible
    | CLASIFICADO: PROCURADOR DISCRETO |
    «¿Necesitas algo que oficialmente no existe? Yo lo consigo.»

    Usuario: Sombra_2077
    Contacto: [Cifrado; solicita acceso via DM]
    Valoración: ★★★★☆ (47 reseñas verificadas)

    Servicios de adquisición especializada. Desde tecnología de vanguardia y armas personalizadas hasta datos sensibles y arte perdido. Si existe, o podría existir, está a un mensaje de distancia.

    Métodos limpios y discretos.

    Acceso a sistemas de seguridad corporativa de nivel medio.

    Logística y entrega segura en puntos neutrales.

    Negociación flexible (cripto, favores, información).

    Límites: No trabajo con tráfico de personas, órganos o armas biológicas... a menos que necesite pagar la renta.

    Sobre mí:
    «Joven, ágil y con estilo. Cabello rojo, ojos dorados y una sonrisa que vale más que cualquier contrato. Prefiero resolver problemas con ingenio antes que con violencia, pero sé correr si es necesario. Me motiva el desafío, el crédito… y maybe una buena conversación después del trato.

    ¿Qué más quieres?»

    Testimonio 100% real y verificado:
    *«Contacté a Sombra para un artefacto de las Zonas Muertas. Llegó antes de lo pactado, con una historia ridícula y el producto intacto. Hasta me devolvió créditos porque "el sistema de seguridad era más débil de lo esperado". 10/10, volvería a confiar… si logro descifrar sus bromas.»* — Anon_User_44
    🌃 | CLASIFICADO: PROCURADOR DISCRETO | 🌃 «¿Necesitas algo que oficialmente no existe? Yo lo consigo.» Usuario: Sombra_2077 Contacto: [Cifrado; solicita acceso via DM] Valoración: ★★★★☆ (47 reseñas verificadas) Servicios de adquisición especializada. Desde tecnología de vanguardia y armas personalizadas hasta datos sensibles y arte perdido. Si existe, o podría existir, está a un mensaje de distancia. 🎯 Métodos limpios y discretos. 🔓 Acceso a sistemas de seguridad corporativa de nivel medio. 🚗 Logística y entrega segura en puntos neutrales. 💬 Negociación flexible (cripto, favores, información). ⚠️ Límites: No trabajo con tráfico de personas, órganos o armas biológicas... a menos que necesite pagar la renta. 🎭 Sobre mí: «Joven, ágil y con estilo. Cabello rojo, ojos dorados y una sonrisa que vale más que cualquier contrato. Prefiero resolver problemas con ingenio antes que con violencia, pero sé correr si es necesario. Me motiva el desafío, el crédito… y maybe una buena conversación después del trato. ¿Qué más quieres?» 💬 Testimonio 100% real y verificado: *«Contacté a Sombra para un artefacto de las Zonas Muertas. Llegó antes de lo pactado, con una historia ridícula y el producto intacto. Hasta me devolvió créditos porque "el sistema de seguridad era más débil de lo esperado". 10/10, volvería a confiar… si logro descifrar sus bromas.»* — Anon_User_44
    Me gusta
    1
    2 comentarios 0 compartidos
Ver más resultados
Patrocinados