• [ 𝑴𝒆 𝒅𝒆𝒎𝒐𝒔𝒕𝒓𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐, 𝒂𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒅é𝒋𝒂𝒎𝒆 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒂 𝒎𝒊 𝒊𝒏𝒇𝒊𝒆𝒓𝒏𝒐 — 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐂𝐈𝐀𝐎. | 𝟎𝟎 ]





    Mucho antes de nacer, su vida había dejado de pertenecerle. El destino del hombre que sería estaba escrito, marcado en su piel como un animal antes incluso de respirar, antes de que pudiera si quiera abrir los ojos.

    A los veinte años, su padre terminó de forjarlo. Aquella maldita bestia sin alma.
    La más mínima molestia desaparecía de su camino con la facilidad de un suspiro. No había pena, no existía culpa; la vida ajena no valía nada. Eran sacos de carne desechables, basura humana. Y él había aprendido a tratarlos así.

    Se rodeaba únicamente de perros amaestrados, piezas útiles que podía controlar a voluntad. El resto no merecía ni una mirada. Nadie osaba cuestionarlo, ni siquiera dentro de su propia familia, porque quien lo hacía estaba condenado al mismo infierno que él sabía construir con sus propias manos. Matar dejó de ser un acto aislado: se volvió rutina. Un hábito tedioso, otro labor más de su existencia.

    Ese brillo en los ojos, esa arrogancia cruel, no eran rasgos humanos. La manipulación, el engaño, la máscara de caballerosidad que lo hacía parecer inofensivo, todo estaba incrustado en su carne y en sus huesos. Sostener cabezas aún calientes, con la sangre escurriéndose entre sus dedos, se volvió casi natural. No podía ser de otra forma: había sido moldeado para ello, convertido en un arma desde el primer día. El primogénito de los Di Conti. Ese era su mundo, su condena.

    Nunca soñó con felicidad, ni con ternura, ni con misericordia. Esos conceptos no existían en su diccionario. Solo había un hueco, un vacío incapaz de llenarse. Un muñeco sin alma, un instrumento de obediencia. Incluso al renunciar al apellido, incluso al huir y forjarse un nuevo nombre, la redención nunca llegó. Solo encontró nuevas máscaras, nuevas culpas, nuevas sombras que lo siguieron siempre. Y en esa huida arrastró a todos los que se acercaron demasiado: Rubí, Kiev… nadie escapó limpio de su mancha, mucho menos ahora Vanya.

    Pero algo cambió. Algo que jamás esperaba.
    La muerte llegó para reclamarlo y, aun así, no lo aceptó. Fue condenado de otra manera ¿Qué tan maldito debía estar para que incluso la muerte lo negara?

    Entonces lo sintió. Por primera vez. La conciencia. Ese peso en el pecho que ardía y quemaba como un fuego lento. Lo odiaba. Sentir era debilidad. Pero en las noches la pregunta volvía, implacable, como un cuchillo girando en lo hondo. Durante el último año había probado emociones que lo desgarraban y lo embriagaban a la vez volviéndose casi adicto a sentirlo de varias formas. Había sentido, aunque fuese por segundos, algo parecido a la vida. Algo parecido a ser humano.

    ¿Podía ser feliz? ¿Podía robarle a su condena un instante de paz, aunque efímero?

    No era un santo ni lo sería jamás, lo sabía. Pero esos ojos… esos malditos ojos no veían al monstruo. Lo miraban con ternura, con esperanza, como si aún hubiese algo digno de salvarse. Y eso dolía. Dolía más que cualquier bala, más que cualquier herida. Porque en el fondo temía que lo que más odiaba fuese, justamente, la posibilidad de que todavía quedara un hombre debajo de toda esa sangre.



    [ ... ]


    𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐭𝐢𝐧𝐚 𝐦𝐢 𝐬𝐨𝐧' 𝐬𝐯𝐞𝐠𝐥𝐢𝐚𝐭𝐨…

    Fue una de esas mañanas en que el sol se empeñó en iluminar incluso lo que uno preferiría mantener en la sombra. La claridad entró sin permiso, molestándole los párpados hasta obligarlo a cubrirse el rostro con la mano. Sus ojos dorados se abrieron con desgano; Ryan solía levantarse sin problemas, pero esa vez no había dormido bien por los últimos informes que había recibido sobre la situación del ruso y la próxima reunión que esperaba que calmará todo. De igual manera, la cita que tenía lo valía todo.

    𝐎𝐡 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨…

    Guardaba en secreto lo más frágil y lo más peligroso que tenía: ella. Una leona que había logrado colarse en su cabeza, rompiendo poco a poco la dureza que siempre lo había acompañado. No supo en qué momento pasó, solo sabía que entre salidas, miradas cómplices, sonrisas robadas y esa forma en que lo miraba, terminó desarmado frente a ella.

    𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐭𝐢𝐧𝐚 𝐦𝐢 𝐬𝐨𝐧' 𝐬𝐯𝐞𝐠𝐥𝐢𝐚𝐭𝐨… 𝐞 𝐡𝐨 𝐭𝐫𝐨𝐯𝐚𝐭𝐨 𝐥’𝐢𝐧𝐯𝐚𝐬𝐨𝐫.

    En su teléfono aún guardaba una foto, la prueba de que no lo había soñado. Una imagen capaz de arrancarle una sonrisa incluso en medio de la sangre y los informes de la guerra contra el ruso. Cada domingo, cada instante, cada recuerdo: ahí estaba ella.

    Ese día, al terminar de abotonarse la camisa, sus hombros tensos parecieron ceder un poco. El punto de encuentro era una plaza tranquila, casi inocente. No faltaron las bromas, las miradas que quemaban bajo la piel, ni ese beso robado que un niño interrumpió al pasar cerca.

    𝐎 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨, 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐚… 𝐨𝐡 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨…

    El viaje en auto los llevó a un sitio apartado, demasiado silencioso. La calma parecía tan perfecta que resultaba sospechosa. Ella sonreía, pero en sus ojos había un nerviosismo imposible de ocultar. Bastó el crujido de una rama para romper la paz, y el silencio se volvió pesado, casi insoportable, con esa presencia invisible de enemigos que siempre parecían acecharlo.

    𝐎 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨, 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐚… ché 𝐦𝐢 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐢 𝐦𝐨𝐫𝐢𝐫.

    La distancia se hizo enorme en un segundo. Un instante la tenía en sus brazos y al siguiente estaba más cerca del enemigo que de él. Buscó su mirada, queriendo encontrar miedo o desconcierto en ella, pero en su lugar apareció la puntería de varias armas. Los hombres armados lo obligaron a retroceder, a mantenerse lejos. Lo que más lo golpeó no fue el arma, sino verla sin sorpresa en el rostro, como si lo hubiera sabido desde antes. Entonces escuchó la voz de su primo, dulce y venenosa, confirmando lo que ya intuía: una traición. Y las palabras de ella terminaron por firmar su condena.

    Intentó reaccionar, pero fue tarde.

    La primera bala le atravesó el pecho con un estallido seco, directo al ventrículo izquierdo. El golpe lo hizo arquearse hacia atrás, el aire se le escapó de golpe en un jadeo áspero y metálico. Sintió el corazón estallar dentro de su caja torácica, cada latido convertido en un espasmo inútil que expulsaba sangre a borbotones. La camisa blanca se manchó de inmediato, tiñéndose en rojo oscuro mientras sus dedos temblorosos intentaban cubrir la herida, inútilmente. El dolor no era solo físico; era como si lo hubieran arrancado de raíz, como si su propia vida se desangrara en cuestión de segundos.

    Apenas logró inhalar, el segundo disparo llegó. La bala le atravesó el cráneo con un estruendo sordo, despojándolo del mundo en un destello blanco. Por un instante lo invadió un zumbido absoluto, como si el universo entero se partiera en dos, y después vino la nada: helada e impecable.

    Y la última figura que alcanzó a ver, justo antes de que todo se apagara, fue la de ella.


    ❝ - 𝑨𝒚𝒍𝒂 ❞


    El cuerpo del italiano se desplomó con un golpe sordo contra la hierba húmeda. El silencio que siguió fue más cruel que el propio disparo, como si el mundo entero contuviera el aliento para contemplar su caída.

    La sangre brotó al principio en un hilo fino, tímido… pero pronto se desbordó, oscura y espesa, extendiéndose sobre el césped como un manto carmesí. El contraste con el verde fresco resultaba casi obsceno, un cuadro grotesco pintado por la muerte misma.


    ❝ - ¿𝑷𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒓𝒎𝒆? ❞


    La camisa blanca, elegida aquella mañana, se tiñó lentamente, manchándose de rojo como si la tela hubiera esperado ese destino desde siempre. Cada pliegue, cada costura, absorbía la sangre hasta volverse una segunda piel marcada por la violencia.

    El aire olía a hierro. Y mientras los segundos se alargaban, la quietud del cadáver se volvía más aterradora que el estruendo de la bala que lo había derribado.


    ❝ - 𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊 𝒍𝒐 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒔... ❞


    Los ojos quedaron abiertos, vacíos, mirando hacia ninguna parte. El brillo que alguna vez desafiaba al mundo entero se había apagado para siempre. El pecho, inmóvil, sin señal de vida. Una respiración que nunca volvió.


    ❝ - 𝑴𝒆 𝒅𝒐𝒍𝒆𝒓í𝒂...❞


    La canasta del picnic rodó hasta volcarse, derramando pan, frutas y vino sobre la tierra como una ofrenda rota a los dioses crueles del destino. El líquido carmesí se mezcló con la sangre en el suelo, confundiendo vida y muerte en una misma mancha.

    A un costado, los lentes de sol yacían olvidados, inútiles, como si aún pretendieran protegerlo de un sol que ya no podía ver.

    —Está muerto —anunció uno de los hombres, la voz áspera, definitiva. Había rodeado a ambos junto con los demás, y al tocar el cuello de Ryan no encontró pulso alguno..


    ❝ - 𝑴𝒆 𝒅𝒐𝒍𝒆𝒓í𝒂 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒂𝒕𝒂𝒓𝒕𝒆.❞


    Pero entonces, una mano emergió de la hierba ensangrentada y detuvo el movimiento de aquel hombre antes de que pensaran en irse, un agarre firme, con un peso que desafiaba el mismo silencio que habia reinado el lugar.


    — ¿A dónde vas, hijo de puta? — gruñó una voz familiar, rota por el dolor pero mezclada con rabia. Ryan miro a este hombre antes de jalarlo hacia el, escasos centímetros antes de tomar su cuello y romperlo.
    [ 𝑴𝒆 𝒅𝒆𝒎𝒐𝒔𝒕𝒓𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐, 𝒂𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒅é𝒋𝒂𝒎𝒆 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒂 𝒎𝒊 𝒊𝒏𝒇𝒊𝒆𝒓𝒏𝒐 — 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐂𝐈𝐀𝐎. | 𝟎𝟎 ] Mucho antes de nacer, su vida había dejado de pertenecerle. El destino del hombre que sería estaba escrito, marcado en su piel como un animal antes incluso de respirar, antes de que pudiera si quiera abrir los ojos. A los veinte años, su padre terminó de forjarlo. Aquella maldita bestia sin alma. La más mínima molestia desaparecía de su camino con la facilidad de un suspiro. No había pena, no existía culpa; la vida ajena no valía nada. Eran sacos de carne desechables, basura humana. Y él había aprendido a tratarlos así. Se rodeaba únicamente de perros amaestrados, piezas útiles que podía controlar a voluntad. El resto no merecía ni una mirada. Nadie osaba cuestionarlo, ni siquiera dentro de su propia familia, porque quien lo hacía estaba condenado al mismo infierno que él sabía construir con sus propias manos. Matar dejó de ser un acto aislado: se volvió rutina. Un hábito tedioso, otro labor más de su existencia. Ese brillo en los ojos, esa arrogancia cruel, no eran rasgos humanos. La manipulación, el engaño, la máscara de caballerosidad que lo hacía parecer inofensivo, todo estaba incrustado en su carne y en sus huesos. Sostener cabezas aún calientes, con la sangre escurriéndose entre sus dedos, se volvió casi natural. No podía ser de otra forma: había sido moldeado para ello, convertido en un arma desde el primer día. El primogénito de los Di Conti. Ese era su mundo, su condena. Nunca soñó con felicidad, ni con ternura, ni con misericordia. Esos conceptos no existían en su diccionario. Solo había un hueco, un vacío incapaz de llenarse. Un muñeco sin alma, un instrumento de obediencia. Incluso al renunciar al apellido, incluso al huir y forjarse un nuevo nombre, la redención nunca llegó. Solo encontró nuevas máscaras, nuevas culpas, nuevas sombras que lo siguieron siempre. Y en esa huida arrastró a todos los que se acercaron demasiado: Rubí, Kiev… nadie escapó limpio de su mancha, mucho menos ahora Vanya. Pero algo cambió. Algo que jamás esperaba. La muerte llegó para reclamarlo y, aun así, no lo aceptó. Fue condenado de otra manera ¿Qué tan maldito debía estar para que incluso la muerte lo negara? Entonces lo sintió. Por primera vez. La conciencia. Ese peso en el pecho que ardía y quemaba como un fuego lento. Lo odiaba. Sentir era debilidad. Pero en las noches la pregunta volvía, implacable, como un cuchillo girando en lo hondo. Durante el último año había probado emociones que lo desgarraban y lo embriagaban a la vez volviéndose casi adicto a sentirlo de varias formas. Había sentido, aunque fuese por segundos, algo parecido a la vida. Algo parecido a ser humano. ¿Podía ser feliz? ¿Podía robarle a su condena un instante de paz, aunque efímero? No era un santo ni lo sería jamás, lo sabía. Pero esos ojos… esos malditos ojos no veían al monstruo. Lo miraban con ternura, con esperanza, como si aún hubiese algo digno de salvarse. Y eso dolía. Dolía más que cualquier bala, más que cualquier herida. Porque en el fondo temía que lo que más odiaba fuese, justamente, la posibilidad de que todavía quedara un hombre debajo de toda esa sangre. [ ... ] 𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐭𝐢𝐧𝐚 𝐦𝐢 𝐬𝐨𝐧' 𝐬𝐯𝐞𝐠𝐥𝐢𝐚𝐭𝐨… Fue una de esas mañanas en que el sol se empeñó en iluminar incluso lo que uno preferiría mantener en la sombra. La claridad entró sin permiso, molestándole los párpados hasta obligarlo a cubrirse el rostro con la mano. Sus ojos dorados se abrieron con desgano; Ryan solía levantarse sin problemas, pero esa vez no había dormido bien por los últimos informes que había recibido sobre la situación del ruso y la próxima reunión que esperaba que calmará todo. De igual manera, la cita que tenía lo valía todo. 𝐎𝐡 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐜𝐢𝐚𝐨… Guardaba en secreto lo más frágil y lo más peligroso que tenía: ella. Una leona que había logrado colarse en su cabeza, rompiendo poco a poco la dureza que siempre lo había acompañado. No supo en qué momento pasó, solo sabía que entre salidas, miradas cómplices, sonrisas robadas y esa forma en que lo miraba, terminó desarmado frente a ella. 𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐭𝐢𝐧𝐚 𝐦𝐢 𝐬𝐨𝐧' 𝐬𝐯𝐞𝐠𝐥𝐢𝐚𝐭𝐨… 𝐞 𝐡𝐨 𝐭𝐫𝐨𝐯𝐚𝐭𝐨 𝐥’𝐢𝐧𝐯𝐚𝐬𝐨𝐫. En su teléfono aún guardaba una foto, la prueba de que no lo había soñado. Una imagen capaz de arrancarle una sonrisa incluso en medio de la sangre y los informes de la guerra contra el ruso. Cada domingo, cada instante, cada recuerdo: ahí estaba ella. Ese día, al terminar de abotonarse la camisa, sus hombros tensos parecieron ceder un poco. El punto de encuentro era una plaza tranquila, casi inocente. No faltaron las bromas, las miradas que quemaban bajo la piel, ni ese beso robado que un niño interrumpió al pasar cerca. 𝐎 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨, 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐚… 𝐨𝐡 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐚𝐨… El viaje en auto los llevó a un sitio apartado, demasiado silencioso. La calma parecía tan perfecta que resultaba sospechosa. Ella sonreía, pero en sus ojos había un nerviosismo imposible de ocultar. Bastó el crujido de una rama para romper la paz, y el silencio se volvió pesado, casi insoportable, con esa presencia invisible de enemigos que siempre parecían acecharlo. 𝐎 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐠𝐢𝐚𝐧𝐨, 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐚… ché 𝐦𝐢 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐢 𝐦𝐨𝐫𝐢𝐫. La distancia se hizo enorme en un segundo. Un instante la tenía en sus brazos y al siguiente estaba más cerca del enemigo que de él. Buscó su mirada, queriendo encontrar miedo o desconcierto en ella, pero en su lugar apareció la puntería de varias armas. Los hombres armados lo obligaron a retroceder, a mantenerse lejos. Lo que más lo golpeó no fue el arma, sino verla sin sorpresa en el rostro, como si lo hubiera sabido desde antes. Entonces escuchó la voz de su primo, dulce y venenosa, confirmando lo que ya intuía: una traición. Y las palabras de ella terminaron por firmar su condena. Intentó reaccionar, pero fue tarde. La primera bala le atravesó el pecho con un estallido seco, directo al ventrículo izquierdo. El golpe lo hizo arquearse hacia atrás, el aire se le escapó de golpe en un jadeo áspero y metálico. Sintió el corazón estallar dentro de su caja torácica, cada latido convertido en un espasmo inútil que expulsaba sangre a borbotones. La camisa blanca se manchó de inmediato, tiñéndose en rojo oscuro mientras sus dedos temblorosos intentaban cubrir la herida, inútilmente. El dolor no era solo físico; era como si lo hubieran arrancado de raíz, como si su propia vida se desangrara en cuestión de segundos. Apenas logró inhalar, el segundo disparo llegó. La bala le atravesó el cráneo con un estruendo sordo, despojándolo del mundo en un destello blanco. Por un instante lo invadió un zumbido absoluto, como si el universo entero se partiera en dos, y después vino la nada: helada e impecable. Y la última figura que alcanzó a ver, justo antes de que todo se apagara, fue la de ella. ❝ - 𝑨𝒚𝒍𝒂 ❞ El cuerpo del italiano se desplomó con un golpe sordo contra la hierba húmeda. El silencio que siguió fue más cruel que el propio disparo, como si el mundo entero contuviera el aliento para contemplar su caída. La sangre brotó al principio en un hilo fino, tímido… pero pronto se desbordó, oscura y espesa, extendiéndose sobre el césped como un manto carmesí. El contraste con el verde fresco resultaba casi obsceno, un cuadro grotesco pintado por la muerte misma. ❝ - ¿𝑷𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒓𝒎𝒆? ❞ La camisa blanca, elegida aquella mañana, se tiñó lentamente, manchándose de rojo como si la tela hubiera esperado ese destino desde siempre. Cada pliegue, cada costura, absorbía la sangre hasta volverse una segunda piel marcada por la violencia. El aire olía a hierro. Y mientras los segundos se alargaban, la quietud del cadáver se volvía más aterradora que el estruendo de la bala que lo había derribado. ❝ - 𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊 𝒍𝒐 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒔... ❞ Los ojos quedaron abiertos, vacíos, mirando hacia ninguna parte. El brillo que alguna vez desafiaba al mundo entero se había apagado para siempre. El pecho, inmóvil, sin señal de vida. Una respiración que nunca volvió. ❝ - 𝑴𝒆 𝒅𝒐𝒍𝒆𝒓í𝒂...❞ La canasta del picnic rodó hasta volcarse, derramando pan, frutas y vino sobre la tierra como una ofrenda rota a los dioses crueles del destino. El líquido carmesí se mezcló con la sangre en el suelo, confundiendo vida y muerte en una misma mancha. A un costado, los lentes de sol yacían olvidados, inútiles, como si aún pretendieran protegerlo de un sol que ya no podía ver. —Está muerto —anunció uno de los hombres, la voz áspera, definitiva. Había rodeado a ambos junto con los demás, y al tocar el cuello de Ryan no encontró pulso alguno.. ❝ - 𝑴𝒆 𝒅𝒐𝒍𝒆𝒓í𝒂 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒂𝒕𝒂𝒓𝒕𝒆.❞ Pero entonces, una mano emergió de la hierba ensangrentada y detuvo el movimiento de aquel hombre antes de que pensaran en irse, un agarre firme, con un peso que desafiaba el mismo silencio que habia reinado el lugar. — ¿A dónde vas, hijo de puta? — gruñó una voz familiar, rota por el dolor pero mezclada con rabia. Ryan miro a este hombre antes de jalarlo hacia el, escasos centímetros antes de tomar su cuello y romperlo.
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  • Algunas curiosidades sobre Niklas:

    ⸻ Sus tatuajes y perforaciones no son permanentes. No hay henna ni adhesivos; es su regeneración la que borra todo rastro. Las perforaciones desaparecerán en cuestión de horas si se quita los pendientes, los tatuajes en días, como si su piel exigiera siempre volver a su estado natural.

    ⸻ El dinero es su fetiche por cicatrices de infancia. Ahorra con disciplina para ese “día lluvioso”, aunque gasta poco y vive simple. Ya cuenta con una gran suma, sin embargo, la obsesión no le abandona.

    ⸻ De adolescente fue amante de las drogas, todas. Hasta que la muerte por sobredosis de un amigo lo obligó a cortar de raíz… salvo el tabaco y la maría, viejos vicios que no piensa abandonar.

    ⸻ Omnívoro de deseo, su cuerpo responde al calor de casi cualquier estímulo. Pero su autocontrol es tan fuerte que puede soportar frío, dolor o privación sin quebrarse. Solo se excita cuando se lo permite.

    ⸻ Su sangre lo limita: no puede engendrar con humanas ni razas ajenas a la propia.

    ⸻ Su raza es un easter egg que solo se revelará a quien pulse las teclas adecuadas en el instante preciso.

    ⸻ Utilizar en tus roles información que tu personaje no consiguió roleando se llama "metarol" y está muy feo. No seas feo, no metarolees.
    Algunas curiosidades sobre Niklas: ⸻ Sus tatuajes y perforaciones no son permanentes. No hay henna ni adhesivos; es su regeneración la que borra todo rastro. Las perforaciones desaparecerán en cuestión de horas si se quita los pendientes, los tatuajes en días, como si su piel exigiera siempre volver a su estado natural. ⸻ El dinero es su fetiche por cicatrices de infancia. Ahorra con disciplina para ese “día lluvioso”, aunque gasta poco y vive simple. Ya cuenta con una gran suma, sin embargo, la obsesión no le abandona. ⸻ De adolescente fue amante de las drogas, todas. Hasta que la muerte por sobredosis de un amigo lo obligó a cortar de raíz… salvo el tabaco y la maría, viejos vicios que no piensa abandonar. ⸻ Omnívoro de deseo, su cuerpo responde al calor de casi cualquier estímulo. Pero su autocontrol es tan fuerte que puede soportar frío, dolor o privación sin quebrarse. Solo se excita cuando se lo permite. ⸻ Su sangre lo limita: no puede engendrar con humanas ni razas ajenas a la propia. ⸻ Su raza es un easter egg que solo se revelará a quien pulse las teclas adecuadas en el instante preciso. ⸻ Utilizar en tus roles información que tu personaje no consiguió roleando se llama "metarol" y está muy feo. No seas feo, no metarolees.
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  • Traigo el informe del día ,espero mi trabajo sea de su agrado

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  • ||•The Devil & The Huntsman ||•
    Categoría Acción
    Darküs Volkøv

    La sombra avanzaba por el callejón con el sigilo de un predador silencioso entre los desgastados ladrillos de los edificios, calculando cuál sería el siguiente movimiento.
    Ni su silueta, ni el chasquido lejano de sus andares alertaron a la joven. Lo que lo hizo, no obstante, fue el hormigueo que reptó por toda su piel desde la columna hasta erizar los vellos de la nuca a medida que tomaba el mismo camino de vuelta de todos los días tras una jornada intensiva entre la comisaría de Carl y las clases de teatro.
    Llevaba tomando ese atajo para evitar la hora punta del metro desde que llegó a la ciudad, y lo cierto es que hasta el momento no había tenido motivos para temer pasar por allí, pero esa noche ni siquiera las luces de los neones de los bares cercanos lograba disipar la sensación lúgubre que manaba de cada rincón del lugar.
    Se detuvo unos segundos a observar. La sombra se deslizaba de un lado a otro entre los soportales, mimetizándose con el eco de los numerosos coches que pasaban por las calles aledañas hasta plantarse a unos pocos pasos de donde se encontraba, entre una puerta de metal y la pared contra la que no le había quedado más remedio que recostarse para ganar algo de tiempo.
    Un siseo. Lo que sea que fuera que estuviera acechando envolvió con dedos alargados como tentáculos todo el alto de la pared hasta rozar una de las pocas farolas que alumbraban la calle, haciendo estallar la bombilla.
    La temperatura había bajado de forma considerable hasta cubrir la escena con un vaho espeso y un hedor que la muchacha conocía bien.- ¿Es eso todo lo que sabes hacer? Creí que tus colegas infernales sabían acojonar....- Susurró a la nada, empezando a tener una ligera idea de a qué se estaba enfrentando. La criatura emitió un sonido a medio camino entre un graznido y un gorgoteo.
    Ya no se trataba de un ser cuyo aullido similar a una risa espeluznante retumbaba en la oscuridad de unos pasadizos que podía recorrer de punta a punta con los ojos cerrados; aquello no se parecía en nada a lo que ya creía conocer.
    Dos farolas más estallaron, dejando el lugar a oscuras, y descubrió con horror que la criatura, en apariencia informe, la miraba, pues un par ojos rojos como brasas eran el único punto de luz junto a una sonrisa retorcida y animal de dientes que parecían mármol.
    No te paralices,no te paralices... Desesperada, intentó invocar el rayo azul, esa parte de su poder mucho más oscura que aún no había logrado descifrar. Calma. Corre...., le decía esa vocecita que desde que dejara atrás el Sunrise Garden trataba de protegerla ,a veces en sueños, a veces en situaciones como aquella.
    Un inmenso pasadizo, un rugido, el aroma a carne quemada.... Nada, sólo obtuvo silencio.
    Venga... Un grito en mitad de la penumbra, un aullido, una risa, garras que repiqueteaban contra un suelo de granito. ¿A quién intentas proteger? Concéntrate...
    La respiración se le acelero, un sudor frío le recorrió la espalda cuando un par de sombras más de tamaño mucho menor se arremolinaban a sus pies, buscando aturdirla, y quizás algo mucho peor. Mierda...
    Fue cuando alzó de nuevo la vista que reparó en que en el callejón ya no estaba infestado con una única sombra, ni dos, ni tres, sino por cientos, y su negrura engullía todo lo que se cruzara en su camino.
    Tomó aire, contuvo el aliento todo lo que pudo y se preparó para lo peor.


    [Darkus] La sombra avanzaba por el callejón con el sigilo de un predador silencioso entre los desgastados ladrillos de los edificios, calculando cuál sería el siguiente movimiento. Ni su silueta, ni el chasquido lejano de sus andares alertaron a la joven. Lo que lo hizo, no obstante, fue el hormigueo que reptó por toda su piel desde la columna hasta erizar los vellos de la nuca a medida que tomaba el mismo camino de vuelta de todos los días tras una jornada intensiva entre la comisaría de Carl y las clases de teatro. Llevaba tomando ese atajo para evitar la hora punta del metro desde que llegó a la ciudad, y lo cierto es que hasta el momento no había tenido motivos para temer pasar por allí, pero esa noche ni siquiera las luces de los neones de los bares cercanos lograba disipar la sensación lúgubre que manaba de cada rincón del lugar. Se detuvo unos segundos a observar. La sombra se deslizaba de un lado a otro entre los soportales, mimetizándose con el eco de los numerosos coches que pasaban por las calles aledañas hasta plantarse a unos pocos pasos de donde se encontraba, entre una puerta de metal y la pared contra la que no le había quedado más remedio que recostarse para ganar algo de tiempo. Un siseo. Lo que sea que fuera que estuviera acechando envolvió con dedos alargados como tentáculos todo el alto de la pared hasta rozar una de las pocas farolas que alumbraban la calle, haciendo estallar la bombilla. La temperatura había bajado de forma considerable hasta cubrir la escena con un vaho espeso y un hedor que la muchacha conocía bien.- ¿Es eso todo lo que sabes hacer? Creí que tus colegas infernales sabían acojonar....- Susurró a la nada, empezando a tener una ligera idea de a qué se estaba enfrentando. La criatura emitió un sonido a medio camino entre un graznido y un gorgoteo. Ya no se trataba de un ser cuyo aullido similar a una risa espeluznante retumbaba en la oscuridad de unos pasadizos que podía recorrer de punta a punta con los ojos cerrados; aquello no se parecía en nada a lo que ya creía conocer. Dos farolas más estallaron, dejando el lugar a oscuras, y descubrió con horror que la criatura, en apariencia informe, la miraba, pues un par ojos rojos como brasas eran el único punto de luz junto a una sonrisa retorcida y animal de dientes que parecían mármol. No te paralices,no te paralices... Desesperada, intentó invocar el rayo azul, esa parte de su poder mucho más oscura que aún no había logrado descifrar. Calma. Corre...., le decía esa vocecita que desde que dejara atrás el Sunrise Garden trataba de protegerla ,a veces en sueños, a veces en situaciones como aquella. Un inmenso pasadizo, un rugido, el aroma a carne quemada.... Nada, sólo obtuvo silencio. Venga... Un grito en mitad de la penumbra, un aullido, una risa, garras que repiqueteaban contra un suelo de granito. ¿A quién intentas proteger? Concéntrate... La respiración se le acelero, un sudor frío le recorrió la espalda cuando un par de sombras más de tamaño mucho menor se arremolinaban a sus pies, buscando aturdirla, y quizás algo mucho peor. Mierda... Fue cuando alzó de nuevo la vista que reparó en que en el callejón ya no estaba infestado con una única sombra, ni dos, ni tres, sino por cientos, y su negrura engullía todo lo que se cruzara en su camino. Tomó aire, contuvo el aliento todo lo que pudo y se preparó para lo peor.
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  • -habia tenido un dia muy largo, despues de salir de la empresa me subi al auto estando cansado, mientras conducia dos motocicletas se pegaron a los costados, del auto algo que me asusto apretando el volante, lo que me alarmo fue cuando sacaron dos armas, amenazandome acelere el auto, en una curva perdiendo el comtrol de auto, ya que los frenos fallaron.

    El auto se volvo dando tres vueltas, terminando destruido al instante varias personas, se acercaron mientras los dos sospechosos escapaban, en poco tiempo se escuchaban las sirenas de la ambulancia, y la policia mientras veia borroso y la sangre caia por mi rostro, viendo mi mano mamchada de sangre. Sentia mis parpados cansados y como me costaba respirar ya que una bara del auto se habia clavado en mi abdomen, callendo inconsciente.

    Los paramedicos, no tardarin en sacarme y llevarme rápidamente al hospital, al llegar estaba teniendo un paro cardio respiratorio. Por lo que las enfermeras romoieron mi camisa, tratando de reabimarme dandome oxigeno, mientras los oficiales encintraron mi identificacion y celular, buscando algo encontraron el numero de mi pareja llamandolo-

    Xx: buanas noches hablamos con el señor viktor?........para informale que su pareja tuvo un accidente automovilístico, se encuentra en la clinica central en estado critico

    -la voz del oficial se escuchaba entrecortada, u con un nudo en la garganta mientras en el quirofano estaban desesperados-

    Xx: despejen!

    -grito el doctor, usando el desfribilador, para dar descarga al no haber reaccion en el monitor, volvio a recargar, dando otro shock, esperando ver pulso en el monitor-

    Xx: vamos!, vamos reacciona!

    Viktor Kaelith Veyrith
    -habia tenido un dia muy largo, despues de salir de la empresa me subi al auto estando cansado, mientras conducia dos motocicletas se pegaron a los costados, del auto algo que me asusto apretando el volante, lo que me alarmo fue cuando sacaron dos armas, amenazandome acelere el auto, en una curva perdiendo el comtrol de auto, ya que los frenos fallaron. El auto se volvo dando tres vueltas, terminando destruido al instante varias personas, se acercaron mientras los dos sospechosos escapaban, en poco tiempo se escuchaban las sirenas de la ambulancia, y la policia mientras veia borroso y la sangre caia por mi rostro, viendo mi mano mamchada de sangre. Sentia mis parpados cansados y como me costaba respirar ya que una bara del auto se habia clavado en mi abdomen, callendo inconsciente. Los paramedicos, no tardarin en sacarme y llevarme rápidamente al hospital, al llegar estaba teniendo un paro cardio respiratorio. Por lo que las enfermeras romoieron mi camisa, tratando de reabimarme dandome oxigeno, mientras los oficiales encintraron mi identificacion y celular, buscando algo encontraron el numero de mi pareja llamandolo- Xx: buanas noches hablamos con el señor viktor?........para informale que su pareja tuvo un accidente automovilístico, se encuentra en la clinica central en estado critico -la voz del oficial se escuchaba entrecortada, u con un nudo en la garganta mientras en el quirofano estaban desesperados- Xx: despejen! -grito el doctor, usando el desfribilador, para dar descarga al no haber reaccion en el monitor, volvio a recargar, dando otro shock, esperando ver pulso en el monitor- Xx: vamos!, vamos reacciona! [fusion_pearl_frog_373]
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  • — Aviso informativo, detengan sus nalgas y lo que estén haciendo. Se me perdió Abejandro cuando regale flores a todo el que me quiero coger ¿? Si lo ven, regresenlo a casa se pone malhumorado si no come tres veces al día. Por su atención, gracias.— Está seguro que se lo dió a Anju pero ya no se acuerda andaba bien drogado.
    — Aviso informativo, detengan sus nalgas y lo que estén haciendo. Se me perdió Abejandro cuando regale flores a todo el que me quiero coger ¿? Si lo ven, regresenlo a casa se pone malhumorado si no come tres veces al día. Por su atención, gracias.— Está seguro que se lo dió a Anju pero ya no se acuerda andaba bien drogado.
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  • 𝑇𝑒 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜..
    Fandom Harry Potter
    Categoría Drama
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎:

    જ⁀➴ Nora Woodward



    Sentía el peso en sus brazos. El peso de un cuerpo inerte. Había tenido esa pesadilla muchas veces. Pero hacía tiempo que no regresaba a él… ahora había vuelto, no era la misma, se entremezclaba con otros recuerdos, aquellos que realmente ahora si le perseguían.
    Su cuerpo había reaccionado por memoria muscular, por instinto. No era la primera vez que vivía aquello, no era la primera vez que perdía a la mujer de su vida…
    Orión había extendido los brazos, se había preparado para recibir el cuerpo de Nora, para sostenerlo, acunarlo, acompañarla, hacerle saber que no estaba sola…
    Pero la bruja era pura energía, y en eso se había convertido.

    No tenía un cuerpo sobre el que llorar, no quedaba un lugar al que ir a drenar su dolor… tan solo quedaban promesas rotas. Las de un futuro, las de felicidad, amor y esperanza.

    El auror despierta de golpe, en el sofá de su casa. No había vuelto a pisar las habitaciones desde que todo había ocurrido, y tampoco es que importara mucho viendo la poca cantidad de tiempo que conseguía dormir.
    Promesas rotas… todas. Tan solo una quedaba intacta.
    No esperaba poder mantener su palabra, aquel último juramento que había salido de sus labios. Pero aquella vez… aquella vez tenía amigos.
    Se había apoyado en Jessica, Cameron, y Violet. Ellos le habían ayudado, si no a superar su dolor, algo que no esperaba poder conseguir jamás, si a tratar de vivir con el.

    Fuera de aquellas horas temidas en las que la oscuridad le devolvía sus fantasmas, y de cara a la galería, Orión era un mago y un hombre casi renacido.

    Los informes de Jessica, y la pareja Keane/Barrow acerca de todo cuanto había pasado, habían limpiado su imagen hasta tal punto que sin llegar a saber bien como, lo habían ascendido, a ni más ni menos que, Jefe del Departamento de Aurores.
    Aquello no dejaba de sorprenderle, pero entre luchar contra el síndrome del impostor, gestionar un departamento entero, y reuniones interdepartamentales e interministeriales, tenía su mente y su día entero lo suficientemente ocupado como para no pensar.

    𝗨𝗻 𝗮𝗻̃𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀

    >>Los días pasaban sin que nada los detuviera, y antes de que nadie se pudiera dar cuenta, había pasado un año desde aquel terrible día en el que él había perdido su mundo por salvar el mundo entero.
    Violet había sido un gran apoyo para el auror, todos sus nuevos amigos, pero la Slytherin en concreto, desde el momento en el que le había abrazado en aquel sótano, parecía que se había empeñado en evitar que se hundiera, y por Merlín si lo había conseguido.

    Aquel día no sabía por qué, ya que no era un día especial, no era diferente al resto, se sentía ligeramente optimista, y había acudido al callejón Diagon con intención de enviar un detalle a Violet y su familia.
    Un juego nuevo de plumas y tinteros para Cameron, una pequeña quaffle de peluche para Minerva, y para Violet… un set variado de ingredientes para pociones.
    Aquello era lo último en su lista, y sin muchas ganas de caminar y buscar por más tiendas, entra en la primera botica que aparece a su paso.

    La sutil y aguda campanita vibra cuando abre la puerta y después de nuevo al cerrarse. Él murmura un saludo a la nada, ya que no veía a nadie tras el mostrador, y centra su atención en las estanterías que poblaban la pared, llenas de tarros de cristal de todos los tamaños y colores y llenos de todo lo que uno pudiera desear.
    Llevaba en la mano izquierda un pequeño tarro lleno de polvo de serpiente arbórea africana, como primera elección cuando una voz que detrás suyo hace que su corazón se salte dos latidos.

    — “𝐵𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠, ¿𝑝𝑢𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒?”

    Aquella voz hace que Orión en un solo segundo, se gire y su mano deje caer el pequeño bote que se estrella contra el suelo, haciéndose pedazos, del mismo modo que lo hace su mundo.
    Era ella, estaba frente a él, observándolo, esperando una respuesta a su pregunta, con una sonrisa amable, una preciosa sonrisa. Aquello no podia ser real… ¿estaba soñando? No… el peso de los paquetes que cargaba bajo su brazo izquierdo era muy real.

    — No puede ser… No eres…. — Su voz no es más que un susurro ininteligible, al menos hasta que inspira hondo, tratando de tragar un repentino nudo en la garganta, recomponerse y averiguar que está pasando. Claramente ella le miraba con amabilidad, pero sin ningún tipo de reconocimiento en sus ojos… —… si, es… es posible que sí. Busco hacerle un regalo a una buena amiga, una especie de lote indispensable para pociones… ¿crees que me puedes echar una mano? Soy… soy Orión, por cierto, y… perdona, perdona por este desastre.

    Estaba fuera de lugar, nadie se presentaba a la dependienta de una tienda, así sin más, pero tenía que probar suerte, necesitaba ver si su nombre despertaba algo en ella, aunque fuera una chispa.
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: જ⁀➴ [JailOfwoxd] Sentía el peso en sus brazos. El peso de un cuerpo inerte. Había tenido esa pesadilla muchas veces. Pero hacía tiempo que no regresaba a él… ahora había vuelto, no era la misma, se entremezclaba con otros recuerdos, aquellos que realmente ahora si le perseguían. Su cuerpo había reaccionado por memoria muscular, por instinto. No era la primera vez que vivía aquello, no era la primera vez que perdía a la mujer de su vida… Orión había extendido los brazos, se había preparado para recibir el cuerpo de Nora, para sostenerlo, acunarlo, acompañarla, hacerle saber que no estaba sola… Pero la bruja era pura energía, y en eso se había convertido. No tenía un cuerpo sobre el que llorar, no quedaba un lugar al que ir a drenar su dolor… tan solo quedaban promesas rotas. Las de un futuro, las de felicidad, amor y esperanza. El auror despierta de golpe, en el sofá de su casa. No había vuelto a pisar las habitaciones desde que todo había ocurrido, y tampoco es que importara mucho viendo la poca cantidad de tiempo que conseguía dormir. Promesas rotas… todas. Tan solo una quedaba intacta. No esperaba poder mantener su palabra, aquel último juramento que había salido de sus labios. Pero aquella vez… aquella vez tenía amigos. Se había apoyado en Jessica, Cameron, y Violet. Ellos le habían ayudado, si no a superar su dolor, algo que no esperaba poder conseguir jamás, si a tratar de vivir con el. Fuera de aquellas horas temidas en las que la oscuridad le devolvía sus fantasmas, y de cara a la galería, Orión era un mago y un hombre casi renacido. Los informes de Jessica, y la pareja Keane/Barrow acerca de todo cuanto había pasado, habían limpiado su imagen hasta tal punto que sin llegar a saber bien como, lo habían ascendido, a ni más ni menos que, Jefe del Departamento de Aurores. Aquello no dejaba de sorprenderle, pero entre luchar contra el síndrome del impostor, gestionar un departamento entero, y reuniones interdepartamentales e interministeriales, tenía su mente y su día entero lo suficientemente ocupado como para no pensar. 𝗨𝗻 𝗮𝗻̃𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀 >>Los días pasaban sin que nada los detuviera, y antes de que nadie se pudiera dar cuenta, había pasado un año desde aquel terrible día en el que él había perdido su mundo por salvar el mundo entero. Violet había sido un gran apoyo para el auror, todos sus nuevos amigos, pero la Slytherin en concreto, desde el momento en el que le había abrazado en aquel sótano, parecía que se había empeñado en evitar que se hundiera, y por Merlín si lo había conseguido. Aquel día no sabía por qué, ya que no era un día especial, no era diferente al resto, se sentía ligeramente optimista, y había acudido al callejón Diagon con intención de enviar un detalle a Violet y su familia. Un juego nuevo de plumas y tinteros para Cameron, una pequeña quaffle de peluche para Minerva, y para Violet… un set variado de ingredientes para pociones. Aquello era lo último en su lista, y sin muchas ganas de caminar y buscar por más tiendas, entra en la primera botica que aparece a su paso. La sutil y aguda campanita vibra cuando abre la puerta y después de nuevo al cerrarse. Él murmura un saludo a la nada, ya que no veía a nadie tras el mostrador, y centra su atención en las estanterías que poblaban la pared, llenas de tarros de cristal de todos los tamaños y colores y llenos de todo lo que uno pudiera desear. Llevaba en la mano izquierda un pequeño tarro lleno de polvo de serpiente arbórea africana, como primera elección cuando una voz que detrás suyo hace que su corazón se salte dos latidos. — “𝐵𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠, ¿𝑝𝑢𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒?” Aquella voz hace que Orión en un solo segundo, se gire y su mano deje caer el pequeño bote que se estrella contra el suelo, haciéndose pedazos, del mismo modo que lo hace su mundo. Era ella, estaba frente a él, observándolo, esperando una respuesta a su pregunta, con una sonrisa amable, una preciosa sonrisa. Aquello no podia ser real… ¿estaba soñando? No… el peso de los paquetes que cargaba bajo su brazo izquierdo era muy real. — No puede ser… No eres…. — Su voz no es más que un susurro ininteligible, al menos hasta que inspira hondo, tratando de tragar un repentino nudo en la garganta, recomponerse y averiguar que está pasando. Claramente ella le miraba con amabilidad, pero sin ningún tipo de reconocimiento en sus ojos… —… si, es… es posible que sí. Busco hacerle un regalo a una buena amiga, una especie de lote indispensable para pociones… ¿crees que me puedes echar una mano? Soy… soy Orión, por cierto, y… perdona, perdona por este desastre. Estaba fuera de lugar, nadie se presentaba a la dependienta de una tienda, así sin más, pero tenía que probar suerte, necesitaba ver si su nombre despertaba algo en ella, aunque fuera una chispa.
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  • —Tras lo acontecido en los últimos dias y la reunión con Asuntos Internos, Tessaro envía un mensaje de texto a Sean Wesson y Lauren Smith para informarles de la nueva situación :

    : Hammond ha sido destituido provisionalmente como Jefe de Equipo
    : Adivinad quien es el nuevo jefe
    : Os veo mañana a las nueve.
    : Descansad.
    —Tras lo acontecido en los últimos dias y la reunión con Asuntos Internos, Tessaro envía un mensaje de texto a [WESS0N] y [F0RENSIC.CRIMINOL0GIST] para informarles de la nueva situación : 📱 💬: Hammond ha sido destituido provisionalmente como Jefe de Equipo 📱 💬: Adivinad quien es el nuevo jefe 📱 💬: Os veo mañana a las nueve. 📱 💬: Descansad.
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  • La Bibliotecaria Empedernida
    Fandom (?)
    Categoría Fantasía






    - ✩̣̣̣̣̣ͯ┄•͙𖥨ํ∘̥⃟⸽⃟ — ︎︎♡.♡ (?)
    ° . •͙✧⃝•͙•͙͙ 𒆜𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚 ┊ 安全 𐑺ִ ᴘʟᴀᴄᴇ
    ° . . . . . . ♡-⁞ . .﹙집﹚៸ㅤ



    ° . . . . . . . . . . . . . . ฅ - 𝘼𝘾𝙋 = 𝘾𝙊𝙈𝙈𝙀𝙉𝙏 ◞
    ° . . . . . . . . . . . . . . . . . ♡ (⁠ᗒ⁠ᗩ⁠ᗕ⁠)˚ .


    - . . . . ☏ █ Tantos días han pasado, tantas noches he contado, "¿Habrán valido pena alguna?" Eso es
    algo que no he podido responder aún. Todo era igual, todo estaba igual y al parecer todo estaría igual en este mundo reducido a una biblioteca donde el pasar del día o la noche no era más que mera distracción para desfijar mi vista de los libros que tanto aprecio. "¿Realmente puedo vivir así? ¿Podré seguir viviendo de esta forma? ¿Llegará el día en el que mi apego a este lugar no sea solo por mi enfermedad o por el querer del saber cada vez más?" Tal vez, aunque esa pregunta se hacía cada vez más irrelevante ante el hecho de que los muros de la mansión en la que estoy situada eran fronteras que nunca me dejarían migrar por mis propios miedos. La última vez que alguien a diferencia de las residentes de este lugar me hablara parecía haber pasado hace milenios, y tener el renombre de "La bruja y bibliotecaria del saber" solo me ha pesado al recordar que con todo lo que aprendo día a día no he podido encontrar algo que cure mis enfermedades, y mucho menos ese miedo; Ese miedo adrenalínico que me invade al querer saber lo que se encuentra más allá de estas puertas, incrustado en lo más profundo por no querer el rechazo, y superar ese mismo no se ha convertido más que en un sueño inalcanzable a cumplir. Tantos días de pensamientos, tantas noches de desvelo, ahora todo reducido a un juego de quedarme aquí aprendiendo o morir enfrentando mi mayor miedo.

    ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— ♡. 𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚.





    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅟 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅔 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅝 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆




    - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— El cielo sobre la mansión era un mar de sombras teñidas de neón, donde las nubes luminosas que hacían presencia esa noche proyectaban promesas inalcanzables en caracteres Kanji y romaji, titilando con un ritmo que parecía seguir el pulso errático del lugar mismo. Ese lugar donde la presencia del viento mismo era casi satisfactoria, como si las hojas coloridas que jugueteaban sostenidas en el aire al contraste del silbido contra los árboles, murieran caídas en la tierra al final de su camino en un silencio ensordecedor. Los animales se resguardaban en sus hogares; Algunos grandes, otros pequeños, mientras que los indiferentes caminaban por entre sus senderos, ciegos, guiados por simple y bruto instinto de vivir su vida sin caer en una de las mil muertes frente a sus ojos, dándole a los oyentes esos dulces y melodiosos cantos suyos a lo que solo tomamos superficialmente como su forma de comunicarse. Los pasillos principales dentro de esa mansión situada en lo profundo del bosque, vibraban con un estruendo que parecía casi perpetuo: Pasos apurados resonaban como ecos que se mezclaban con conversaciones fragmentadas, apenas murmuradas entre las ondas de un tránsito inexistente de personas incesantes, cuyo zumbido monótono sugería una especie de latido colectivo que marcaba el tiempo de un lugar que nunca parecía detenerse.


    ♡▐ [. . .]


    - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— En contraste, las estrechas callejuelas dentro de la biblioteca, la misma escondida en algún lugar de la mansión, parecían ser mundos encapsulados como si las lámparas de papel colgantes, delicadas y desgastadas, contuvieran un microcosmos que apenas podía sostener su resplandor tenue. Ese brillo insuficiente que alcanzaba apenas a acariciar las fachadas de madera de los estantes que, despojados por el tiempo, parecían susurrar historias olvidadas en cada grieta llena de información contenida en hojas de papel. Desde libros interminables, estantes de nunca acabar que desafiaban la lógica de los espacios, y secciones ocultamente improvisadas tras cortinas de noren, emanaban aromas profundos que llenaban el aire con una sinfonía caótica de lo viejo pero cuidado, y lo nuevo pero olvidado, completaban una mezcla que convivía con el olor aromático y persistente de castañas confitadas y laurel que llenaba cada rincón del impresionante y fantástico lugar.


    ♡▐ [. . .]


    - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— La figura de una chica aparecía de por entre los estantes repletos de libros vestida con una pijama, con una naturalidad y calma que parecía ser casi apreciable; La misma mantenía en su paso una cualidad frágil pero constante, resonando sus pasos en el solitario lugar. Su mirada inquisitiva pero distante, rozaba de vez en cuando las minas de información a sus lares con un interés que nunca llegaba a consumarse, como si sus ojos morados miraran todo y nada al mismo tiempo tras sus gafas de montura fina. Los colores, los aromas, el lugar en sí parecía perder intensidad a medida que la chica de largo y lácio pelo morado se acercaba a una gran puerta que daba entrada y salida a todo aquél dentro y fuera de la biblioteca. Se detuvo a metros de la susodicha, y en solo un instante la misma se llenó de pensamientos antes de simplemente dar media vuelta para apartarse mientras abría un libro en su diestra. En su mente solo le quedaba seguir con su rutina de nunca acabar hasta que algo diferente cambiara su vida en un abrir y cerrar de ojos.





    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅒 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅛 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅢 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅔 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆





    - . . . . . ☏ █ https://youtu.be/Ug5PEHr-SxQ?si=qKd-s-DNpGZuM6Zs (Canción con fines de ambientación).
    • - ✩̣̣̣̣̣ͯ┄•͙𖥨ํ∘̥⃟⸽⃟ — ︎︎♡.♡ (?) ° . •͙✧⃝•͙•͙͙ 𒆜𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚 ┊ 安全 𐑺ִ ᴘʟᴀᴄᴇ ° . . . . . . ♡-⁞ . .﹙집﹚៸ㅤ ° . . . . . . . . . . . . . . ฅ - 𝘼𝘾𝙋 = 𝘾𝙊𝙈𝙈𝙀𝙉𝙏 ◞ ° . . . . . . . . . . . . . . . . . ♡ (⁠ᗒ⁠ᗩ⁠ᗕ⁠)˚ . - . . . . ☏ █ Tantos días han pasado, tantas noches he contado, "¿Habrán valido pena alguna?" Eso es algo que no he podido responder aún. Todo era igual, todo estaba igual y al parecer todo estaría igual en este mundo reducido a una biblioteca donde el pasar del día o la noche no era más que mera distracción para desfijar mi vista de los libros que tanto aprecio. "¿Realmente puedo vivir así? ¿Podré seguir viviendo de esta forma? ¿Llegará el día en el que mi apego a este lugar no sea solo por mi enfermedad o por el querer del saber cada vez más?" Tal vez, aunque esa pregunta se hacía cada vez más irrelevante ante el hecho de que los muros de la mansión en la que estoy situada eran fronteras que nunca me dejarían migrar por mis propios miedos. La última vez que alguien a diferencia de las residentes de este lugar me hablara parecía haber pasado hace milenios, y tener el renombre de "La bruja y bibliotecaria del saber" solo me ha pesado al recordar que con todo lo que aprendo día a día no he podido encontrar algo que cure mis enfermedades, y mucho menos ese miedo; Ese miedo adrenalínico que me invade al querer saber lo que se encuentra más allá de estas puertas, incrustado en lo más profundo por no querer el rechazo, y superar ese mismo no se ha convertido más que en un sueño inalcanzable a cumplir. Tantos días de pensamientos, tantas noches de desvelo, ahora todo reducido a un juego de quedarme aquí aprendiendo o morir enfrentando mi mayor miedo. ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— ♡. 𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚. ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅟 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅔 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅝 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— El cielo sobre la mansión era un mar de sombras teñidas de neón, donde las nubes luminosas que hacían presencia esa noche proyectaban promesas inalcanzables en caracteres Kanji y romaji, titilando con un ritmo que parecía seguir el pulso errático del lugar mismo. Ese lugar donde la presencia del viento mismo era casi satisfactoria, como si las hojas coloridas que jugueteaban sostenidas en el aire al contraste del silbido contra los árboles, murieran caídas en la tierra al final de su camino en un silencio ensordecedor. Los animales se resguardaban en sus hogares; Algunos grandes, otros pequeños, mientras que los indiferentes caminaban por entre sus senderos, ciegos, guiados por simple y bruto instinto de vivir su vida sin caer en una de las mil muertes frente a sus ojos, dándole a los oyentes esos dulces y melodiosos cantos suyos a lo que solo tomamos superficialmente como su forma de comunicarse. Los pasillos principales dentro de esa mansión situada en lo profundo del bosque, vibraban con un estruendo que parecía casi perpetuo: Pasos apurados resonaban como ecos que se mezclaban con conversaciones fragmentadas, apenas murmuradas entre las ondas de un tránsito inexistente de personas incesantes, cuyo zumbido monótono sugería una especie de latido colectivo que marcaba el tiempo de un lugar que nunca parecía detenerse. ♡▐ [. . .] - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— En contraste, las estrechas callejuelas dentro de la biblioteca, la misma escondida en algún lugar de la mansión, parecían ser mundos encapsulados como si las lámparas de papel colgantes, delicadas y desgastadas, contuvieran un microcosmos que apenas podía sostener su resplandor tenue. Ese brillo insuficiente que alcanzaba apenas a acariciar las fachadas de madera de los estantes que, despojados por el tiempo, parecían susurrar historias olvidadas en cada grieta llena de información contenida en hojas de papel. Desde libros interminables, estantes de nunca acabar que desafiaban la lógica de los espacios, y secciones ocultamente improvisadas tras cortinas de noren, emanaban aromas profundos que llenaban el aire con una sinfonía caótica de lo viejo pero cuidado, y lo nuevo pero olvidado, completaban una mezcla que convivía con el olor aromático y persistente de castañas confitadas y laurel que llenaba cada rincón del impresionante y fantástico lugar. ♡▐ [. . .] - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— La figura de una chica aparecía de por entre los estantes repletos de libros vestida con una pijama, con una naturalidad y calma que parecía ser casi apreciable; La misma mantenía en su paso una cualidad frágil pero constante, resonando sus pasos en el solitario lugar. Su mirada inquisitiva pero distante, rozaba de vez en cuando las minas de información a sus lares con un interés que nunca llegaba a consumarse, como si sus ojos morados miraran todo y nada al mismo tiempo tras sus gafas de montura fina. Los colores, los aromas, el lugar en sí parecía perder intensidad a medida que la chica de largo y lácio pelo morado se acercaba a una gran puerta que daba entrada y salida a todo aquél dentro y fuera de la biblioteca. Se detuvo a metros de la susodicha, y en solo un instante la misma se llenó de pensamientos antes de simplemente dar media vuelta para apartarse mientras abría un libro en su diestra. En su mente solo le quedaba seguir con su rutina de nunca acabar hasta que algo diferente cambiara su vida en un abrir y cerrar de ojos. ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅒 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅛 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅢 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅔 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ - . . . . . ☏ █ https://youtu.be/Ug5PEHr-SxQ?si=qKd-s-DNpGZuM6Zs (Canción con fines de ambientación).
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  • Siempre escucho lo mismo: "morir por honor, morir por deber, morir por la causa".

    ¿Y qué queda después? Una pila de cuerpos que nadie recordará, salvo como un número en un informe.

    No me malinterpreten: sé que en este oficio la muerte es compañera de viaje. Desde el primer día nos mentalizan para aceptarla, para abrazarla casi como si fuera un premio.

    Pero yo lo vi en carne viva. Vi a mis compañeros caer uno por uno. Vi sus nombres olvidarse en la prisa de la batalla. Y vi cómo el mundo siguió girando sin ellos.

    Morir no es difícil. Lo difícil es seguir vivo, cargar con la memoria de los caídos, y hacer que su sacrificio no haya sido una broma cruel.

    La gente confunde valentía con estupidez. Prefieren la gloria efímera de una tumba a la incomodidad de vivir con cicatrices.

    Pues yo no. No vine aquí a convertirme en cenizas honorables. Vine aquí a cazar demonios… y a seguir respirando cuando el sol amanezca.

    Y si alguien cree que eso me hace menos honorable… que lo piense mientras yo aún estoy de pie y ellos no.
    Siempre escucho lo mismo: "morir por honor, morir por deber, morir por la causa". ¿Y qué queda después? Una pila de cuerpos que nadie recordará, salvo como un número en un informe. No me malinterpreten: sé que en este oficio la muerte es compañera de viaje. Desde el primer día nos mentalizan para aceptarla, para abrazarla casi como si fuera un premio. Pero yo lo vi en carne viva. Vi a mis compañeros caer uno por uno. Vi sus nombres olvidarse en la prisa de la batalla. Y vi cómo el mundo siguió girando sin ellos. Morir no es difícil. Lo difícil es seguir vivo, cargar con la memoria de los caídos, y hacer que su sacrificio no haya sido una broma cruel. La gente confunde valentía con estupidez. Prefieren la gloria efímera de una tumba a la incomodidad de vivir con cicatrices. Pues yo no. No vine aquí a convertirme en cenizas honorables. Vine aquí a cazar demonios… y a seguir respirando cuando el sol amanezca. Y si alguien cree que eso me hace menos honorable… que lo piense mientras yo aún estoy de pie y ellos no.
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