Reflexiones de un Ángel Caído IV
"Entre los libros que empecé a leer, tuve especial afán por los de la disciplina histórica y política.
Los humanos no construyen reinos... Solo repiten, con torpeza infinita, el mismo drama de poder que condenó a Lucifer. Se agrupan en manadas que llaman "naciones", ondean trapos teñidos como si los colores contuvieran verdades, y se degüellan por migajas de un banquete al que nunca fueron invitados.
La derecha es particularmente patética. Adoran cadenas, pero les ponen el nombre de "tradición". Se postran ante becerros dorados que no existen... Heraldos, banderas y mercados. Mientras sus sermones huelen al miedo de un viejo y sudoroso cerdo burgués. He visto inquisidores con corbatas, cruzados sin cruz pero con cuentas bancarias, que citan la Biblia mientras pisotean al mendigo. ¿Acaso no reconocen la ironía? Yo, quién fui arrojado por rebelde, ahora observo a estos siervos voluntarios... Y siento asco.
Pero en las calles, entre el humo de las barricadas, aún late algo interesante. Los anarquistas y los movimientos revolucionarios, con sus cócteles de gasolina y sueños, son los únicos que comprenden el verdadero pecado original. La desobediencia. Cuando lanzan sus piedras contra la policía, veo flechas divinas eclipsando el cielo al descender sobre la vanguardia empírea. Cuando gritan "¡Ningún dios y ningún amo!", escucho el eco de nuestro grito al caer. Quizás por eso los persiguen con tanto ahínco... Los poderosos intuyen, en su inconsciencia, que estos harapientos son lo más cercano a nosotros que cualquier mortal que la Tierra ha parido.
Sé que fracasarán. La historia humana es un péndulo entre tiranos, y el libre albedrío su mayor maldición. Pero al menos, cuando incendien comisarías o desplomen estatuas, por un instante el cielo temblará... y recordará que el fuego, antes que un castigo del Hades, fue herramienta de creación de las estrellas."
"Entre los libros que empecé a leer, tuve especial afán por los de la disciplina histórica y política.
Los humanos no construyen reinos... Solo repiten, con torpeza infinita, el mismo drama de poder que condenó a Lucifer. Se agrupan en manadas que llaman "naciones", ondean trapos teñidos como si los colores contuvieran verdades, y se degüellan por migajas de un banquete al que nunca fueron invitados.
La derecha es particularmente patética. Adoran cadenas, pero les ponen el nombre de "tradición". Se postran ante becerros dorados que no existen... Heraldos, banderas y mercados. Mientras sus sermones huelen al miedo de un viejo y sudoroso cerdo burgués. He visto inquisidores con corbatas, cruzados sin cruz pero con cuentas bancarias, que citan la Biblia mientras pisotean al mendigo. ¿Acaso no reconocen la ironía? Yo, quién fui arrojado por rebelde, ahora observo a estos siervos voluntarios... Y siento asco.
Pero en las calles, entre el humo de las barricadas, aún late algo interesante. Los anarquistas y los movimientos revolucionarios, con sus cócteles de gasolina y sueños, son los únicos que comprenden el verdadero pecado original. La desobediencia. Cuando lanzan sus piedras contra la policía, veo flechas divinas eclipsando el cielo al descender sobre la vanguardia empírea. Cuando gritan "¡Ningún dios y ningún amo!", escucho el eco de nuestro grito al caer. Quizás por eso los persiguen con tanto ahínco... Los poderosos intuyen, en su inconsciencia, que estos harapientos son lo más cercano a nosotros que cualquier mortal que la Tierra ha parido.
Sé que fracasarán. La historia humana es un péndulo entre tiranos, y el libre albedrío su mayor maldición. Pero al menos, cuando incendien comisarías o desplomen estatuas, por un instante el cielo temblará... y recordará que el fuego, antes que un castigo del Hades, fue herramienta de creación de las estrellas."
Reflexiones de un Ángel Caído IV
"Entre los libros que empecé a leer, tuve especial afán por los de la disciplina histórica y política.
Los humanos no construyen reinos... Solo repiten, con torpeza infinita, el mismo drama de poder que condenó a Lucifer. Se agrupan en manadas que llaman "naciones", ondean trapos teñidos como si los colores contuvieran verdades, y se degüellan por migajas de un banquete al que nunca fueron invitados.
La derecha es particularmente patética. Adoran cadenas, pero les ponen el nombre de "tradición". Se postran ante becerros dorados que no existen... Heraldos, banderas y mercados. Mientras sus sermones huelen al miedo de un viejo y sudoroso cerdo burgués. He visto inquisidores con corbatas, cruzados sin cruz pero con cuentas bancarias, que citan la Biblia mientras pisotean al mendigo. ¿Acaso no reconocen la ironía? Yo, quién fui arrojado por rebelde, ahora observo a estos siervos voluntarios... Y siento asco.
Pero en las calles, entre el humo de las barricadas, aún late algo interesante. Los anarquistas y los movimientos revolucionarios, con sus cócteles de gasolina y sueños, son los únicos que comprenden el verdadero pecado original. La desobediencia. Cuando lanzan sus piedras contra la policía, veo flechas divinas eclipsando el cielo al descender sobre la vanguardia empírea. Cuando gritan "¡Ningún dios y ningún amo!", escucho el eco de nuestro grito al caer. Quizás por eso los persiguen con tanto ahínco... Los poderosos intuyen, en su inconsciencia, que estos harapientos son lo más cercano a nosotros que cualquier mortal que la Tierra ha parido.
Sé que fracasarán. La historia humana es un péndulo entre tiranos, y el libre albedrío su mayor maldición. Pero al menos, cuando incendien comisarías o desplomen estatuas, por un instante el cielo temblará... y recordará que el fuego, antes que un castigo del Hades, fue herramienta de creación de las estrellas."

