¡Finalmente había llegado el mes de las fiestas navideñas y de fin de año! Si bien las maldiciones y sus otros deberes no hacían distinción si se trataba de alguna fecha importante o día feriado, al menos ese día su carga de trabajo no era tanta. Estaba seguro de que Ijichi podía lidiar con algo de eso por su cuenta, sin necesidad de su intervención… Cuando regresaran debería recompensarlo con algún premio.
Pero por ahora, el hechicero más poderoso del mundo disfrutaría de su breve libertad en el distrito comercial junto a sus alumnos y Nanami.
Como era habitual al ser la persona con más dinero de todos ellos, había decidido invitarlos a comprar lo que quisieran y cargarlo todo a su cuenta. Nanami, más que por la ventaja de no gastar, había decidido ir como chaperón por no confiar del todo en su responsabilidad con los jóvenes que estaban a su cargo. Lo cual le ofendía bastante; nunca les pasaba nada a esos chicos si él estaba a cargo… Bueno, quizá un par de rasguños, pero nada grave… Eh… ¡como sea!
El usuario del Infinito, de cualquier manera, estaba emocionado, así que con una sonrisa inauguró el día de compras.
—¡Pueden ir a donde gusten! Cuando sea momento de pagar no olviden mandarme mensaje, estaré en la tienda de golosinas tradicionales con Megumi—comentó con una sonrisa radiante y, sin dar oportunidad a quejarse, jaló a su pareja con prisa; no quería llegar y encontrarse con una fila enorme.
—Prometo llevarte por unos libros después.—
El caos del distrito los envolvió enseguida, y Gojo, como si no tuviera preocupación alguna, avanzó ligero, disfrutando cada segundo de aquella libertad efímera.
¡Finalmente había llegado el mes de las fiestas navideñas y de fin de año! Si bien las maldiciones y sus otros deberes no hacían distinción si se trataba de alguna fecha importante o día feriado, al menos ese día su carga de trabajo no era tanta. Estaba seguro de que Ijichi podía lidiar con algo de eso por su cuenta, sin necesidad de su intervención… Cuando regresaran debería recompensarlo con algún premio.
Pero por ahora, el hechicero más poderoso del mundo disfrutaría de su breve libertad en el distrito comercial junto a sus alumnos y Nanami.
Como era habitual al ser la persona con más dinero de todos ellos, había decidido invitarlos a comprar lo que quisieran y cargarlo todo a su cuenta. Nanami, más que por la ventaja de no gastar, había decidido ir como chaperón por no confiar del todo en su responsabilidad con los jóvenes que estaban a su cargo. Lo cual le ofendía bastante; nunca les pasaba nada a esos chicos si él estaba a cargo… Bueno, quizá un par de rasguños, pero nada grave… Eh… ¡como sea!
El usuario del Infinito, de cualquier manera, estaba emocionado, así que con una sonrisa inauguró el día de compras.
—¡Pueden ir a donde gusten! Cuando sea momento de pagar no olviden mandarme mensaje, estaré en la tienda de golosinas tradicionales con Megumi—comentó con una sonrisa radiante y, sin dar oportunidad a quejarse, jaló a su pareja con prisa; no quería llegar y encontrarse con una fila enorme.
—Prometo llevarte por unos libros después.—
El caos del distrito los envolvió enseguida, y Gojo, como si no tuviera preocupación alguna, avanzó ligero, disfrutando cada segundo de aquella libertad efímera.