• El Eco del Frío Acero
    Fandom OC
    Categoría Original
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona.

    Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador.

    Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida.

    La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve."

    Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen."

    No eran negociaciones, eran ejecuciones.

    Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto.

    "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento."

    Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo.

    "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta."

    El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..."

    Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad.

    "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy."

    De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira.

    "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre."

    Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric.

    Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona. Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador. Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida. La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve." Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen." No eran negociaciones, eran ejecuciones. Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto. "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento." Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo. "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta." El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..." Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad. "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy." De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira. "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre." Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric. Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
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  • La Bibliotecaria Empedernida
    Fandom (?)
    Categoría Fantasía






    - ✩̣̣̣̣̣ͯ┄•͙𖥨ํ∘̥⃟⸽⃟ — ︎︎♡.♡ (?)
    ° . •͙✧⃝•͙•͙͙ 𒆜𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚 ┊ 安全 𐑺ִ ᴘʟᴀᴄᴇ
    ° . . . . . . ♡-⁞ . .﹙집﹚៸ㅤ



    ° . . . . . . . . . . . . . . ฅ - 𝘼𝘾𝙋 = 𝘾𝙊𝙈𝙈𝙀𝙉𝙏 ◞
    ° . . . . . . . . . . . . . . . . . ♡ (⁠ᗒ⁠ᗩ⁠ᗕ⁠)˚ .


    - . . . . ☏ █ Tantos días han pasado, tantas noches he contado, "¿Habrán valido pena alguna?" Eso es
    algo que no he podido responder aún. Todo era igual, todo estaba igual y al parecer todo estaría igual en este mundo reducido a una biblioteca donde el pasar del día o la noche no era más que mera distracción para desfijar mi vista de los libros que tanto aprecio. "¿Realmente puedo vivir así? ¿Podré seguir viviendo de esta forma? ¿Llegará el día en el que mi apego a este lugar no sea solo por mi enfermedad o por el querer del saber cada vez más?" Tal vez, aunque esa pregunta se hacía cada vez más irrelevante ante el hecho de que los muros de la mansión en la que estoy situada eran fronteras que nunca me dejarían migrar por mis propios miedos. La última vez que alguien a diferencia de las residentes de este lugar me hablara parecía haber pasado hace milenios, y tener el renombre de "La bruja y bibliotecaria del saber" solo me ha pesado al recordar que con todo lo que aprendo día a día no he podido encontrar algo que cure mis enfermedades, y mucho menos ese miedo; Ese miedo adrenalínico que me invade al querer saber lo que se encuentra más allá de estas puertas, incrustado en lo más profundo por no querer el rechazo, y superar ese mismo no se ha convertido más que en un sueño inalcanzable a cumplir. Tantos días de pensamientos, tantas noches de desvelo, ahora todo reducido a un juego de quedarme aquí aprendiendo o morir enfrentando mi mayor miedo.

    ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— ♡. 𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚.





    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅟 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅔 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅝 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆




    - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— El cielo sobre la mansión era un mar de sombras teñidas de neón, donde las nubes luminosas que hacían presencia esa noche proyectaban promesas inalcanzables en caracteres Kanji y romaji, titilando con un ritmo que parecía seguir el pulso errático del lugar mismo. Ese lugar donde la presencia del viento mismo era casi satisfactoria, como si las hojas coloridas que jugueteaban sostenidas en el aire al contraste del silbido contra los árboles, murieran caídas en la tierra al final de su camino en un silencio ensordecedor. Los animales se resguardaban en sus hogares; Algunos grandes, otros pequeños, mientras que los indiferentes caminaban por entre sus senderos, ciegos, guiados por simple y bruto instinto de vivir su vida sin caer en una de las mil muertes frente a sus ojos, dándole a los oyentes esos dulces y melodiosos cantos suyos a lo que solo tomamos superficialmente como su forma de comunicarse. Los pasillos principales dentro de esa mansión situada en lo profundo del bosque, vibraban con un estruendo que parecía casi perpetuo: Pasos apurados resonaban como ecos que se mezclaban con conversaciones fragmentadas, apenas murmuradas entre las ondas de un tránsito inexistente de personas incesantes, cuyo zumbido monótono sugería una especie de latido colectivo que marcaba el tiempo de un lugar que nunca parecía detenerse.


    ♡▐ [. . .]


    - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— En contraste, las estrechas callejuelas dentro de la biblioteca, la misma escondida en algún lugar de la mansión, parecían ser mundos encapsulados como si las lámparas de papel colgantes, delicadas y desgastadas, contuvieran un microcosmos que apenas podía sostener su resplandor tenue. Ese brillo insuficiente que alcanzaba apenas a acariciar las fachadas de madera de los estantes que, despojados por el tiempo, parecían susurrar historias olvidadas en cada grieta llena de información contenida en hojas de papel. Desde libros interminables, estantes de nunca acabar que desafiaban la lógica de los espacios, y secciones ocultamente improvisadas tras cortinas de noren, emanaban aromas profundos que llenaban el aire con una sinfonía caótica de lo viejo pero cuidado, y lo nuevo pero olvidado, completaban una mezcla que convivía con el olor aromático y persistente de castañas confitadas y laurel que llenaba cada rincón del impresionante y fantástico lugar.


    ♡▐ [. . .]


    - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— La figura de una chica aparecía de por entre los estantes repletos de libros vestida con una pijama, con una naturalidad y calma que parecía ser casi apreciable; La misma mantenía en su paso una cualidad frágil pero constante, resonando sus pasos en el solitario lugar. Su mirada inquisitiva pero distante, rozaba de vez en cuando las minas de información a sus lares con un interés que nunca llegaba a consumarse, como si sus ojos morados miraran todo y nada al mismo tiempo tras sus gafas de montura fina. Los colores, los aromas, el lugar en sí parecía perder intensidad a medida que la chica de largo y lácio pelo morado se acercaba a una gran puerta que daba entrada y salida a todo aquél dentro y fuera de la biblioteca. Se detuvo a metros de la susodicha, y en solo un instante la misma se llenó de pensamientos antes de simplemente dar media vuelta para apartarse mientras abría un libro en su diestra. En su mente solo le quedaba seguir con su rutina de nunca acabar hasta que algo diferente cambiara su vida en un abrir y cerrar de ojos.





    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅒 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅛 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
    ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅢 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆
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    - . . . . . ☏ █ https://youtu.be/Ug5PEHr-SxQ?si=qKd-s-DNpGZuM6Zs (Canción con fines de ambientación).
    • - ✩̣̣̣̣̣ͯ┄•͙𖥨ํ∘̥⃟⸽⃟ — ︎︎♡.♡ (?) ° . •͙✧⃝•͙•͙͙ 𒆜𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚 ┊ 安全 𐑺ִ ᴘʟᴀᴄᴇ ° . . . . . . ♡-⁞ . .﹙집﹚៸ㅤ ° . . . . . . . . . . . . . . ฅ - 𝘼𝘾𝙋 = 𝘾𝙊𝙈𝙈𝙀𝙉𝙏 ◞ ° . . . . . . . . . . . . . . . . . ♡ (⁠ᗒ⁠ᗩ⁠ᗕ⁠)˚ . - . . . . ☏ █ Tantos días han pasado, tantas noches he contado, "¿Habrán valido pena alguna?" Eso es algo que no he podido responder aún. Todo era igual, todo estaba igual y al parecer todo estaría igual en este mundo reducido a una biblioteca donde el pasar del día o la noche no era más que mera distracción para desfijar mi vista de los libros que tanto aprecio. "¿Realmente puedo vivir así? ¿Podré seguir viviendo de esta forma? ¿Llegará el día en el que mi apego a este lugar no sea solo por mi enfermedad o por el querer del saber cada vez más?" Tal vez, aunque esa pregunta se hacía cada vez más irrelevante ante el hecho de que los muros de la mansión en la que estoy situada eran fronteras que nunca me dejarían migrar por mis propios miedos. La última vez que alguien a diferencia de las residentes de este lugar me hablara parecía haber pasado hace milenios, y tener el renombre de "La bruja y bibliotecaria del saber" solo me ha pesado al recordar que con todo lo que aprendo día a día no he podido encontrar algo que cure mis enfermedades, y mucho menos ese miedo; Ese miedo adrenalínico que me invade al querer saber lo que se encuentra más allá de estas puertas, incrustado en lo más profundo por no querer el rechazo, y superar ese mismo no se ha convertido más que en un sueño inalcanzable a cumplir. Tantos días de pensamientos, tantas noches de desvelo, ahora todo reducido a un juego de quedarme aquí aprendiendo o morir enfrentando mi mayor miedo. ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— ♡. 𝑷𝒂𝒕𝒄𝒉𝒚. ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅟 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅔 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅝 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— El cielo sobre la mansión era un mar de sombras teñidas de neón, donde las nubes luminosas que hacían presencia esa noche proyectaban promesas inalcanzables en caracteres Kanji y romaji, titilando con un ritmo que parecía seguir el pulso errático del lugar mismo. Ese lugar donde la presencia del viento mismo era casi satisfactoria, como si las hojas coloridas que jugueteaban sostenidas en el aire al contraste del silbido contra los árboles, murieran caídas en la tierra al final de su camino en un silencio ensordecedor. Los animales se resguardaban en sus hogares; Algunos grandes, otros pequeños, mientras que los indiferentes caminaban por entre sus senderos, ciegos, guiados por simple y bruto instinto de vivir su vida sin caer en una de las mil muertes frente a sus ojos, dándole a los oyentes esos dulces y melodiosos cantos suyos a lo que solo tomamos superficialmente como su forma de comunicarse. Los pasillos principales dentro de esa mansión situada en lo profundo del bosque, vibraban con un estruendo que parecía casi perpetuo: Pasos apurados resonaban como ecos que se mezclaban con conversaciones fragmentadas, apenas murmuradas entre las ondas de un tránsito inexistente de personas incesantes, cuyo zumbido monótono sugería una especie de latido colectivo que marcaba el tiempo de un lugar que nunca parecía detenerse. ♡▐ [. . .] - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— En contraste, las estrechas callejuelas dentro de la biblioteca, la misma escondida en algún lugar de la mansión, parecían ser mundos encapsulados como si las lámparas de papel colgantes, delicadas y desgastadas, contuvieran un microcosmos que apenas podía sostener su resplandor tenue. Ese brillo insuficiente que alcanzaba apenas a acariciar las fachadas de madera de los estantes que, despojados por el tiempo, parecían susurrar historias olvidadas en cada grieta llena de información contenida en hojas de papel. Desde libros interminables, estantes de nunca acabar que desafiaban la lógica de los espacios, y secciones ocultamente improvisadas tras cortinas de noren, emanaban aromas profundos que llenaban el aire con una sinfonía caótica de lo viejo pero cuidado, y lo nuevo pero olvidado, completaban una mezcla que convivía con el olor aromático y persistente de castañas confitadas y laurel que llenaba cada rincón del impresionante y fantástico lugar. ♡▐ [. . .] - . . . . ✩̣̣̣̣̣ͯ☽— La figura de una chica aparecía de por entre los estantes repletos de libros vestida con una pijama, con una naturalidad y calma que parecía ser casi apreciable; La misma mantenía en su paso una cualidad frágil pero constante, resonando sus pasos en el solitario lugar. Su mirada inquisitiva pero distante, rozaba de vez en cuando las minas de información a sus lares con un interés que nunca llegaba a consumarse, como si sus ojos morados miraran todo y nada al mismo tiempo tras sus gafas de montura fina. Los colores, los aromas, el lugar en sí parecía perder intensidad a medida que la chica de largo y lácio pelo morado se acercaba a una gran puerta que daba entrada y salida a todo aquél dentro y fuera de la biblioteca. Se detuvo a metros de la susodicha, y en solo un instante la misma se llenó de pensamientos antes de simplemente dar media vuelta para apartarse mientras abría un libro en su diestra. En su mente solo le quedaba seguir con su rutina de nunca acabar hasta que algo diferente cambiara su vida en un abrir y cerrar de ojos. ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅒 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅛 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅞 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅢 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ ◆ ⃟ ⃟ ░▒▓ ҈ ҈ ҈ ҈ ⃟ 🅔 ⃟ ҈ ҈ ҈ ҈▓▒░ ⃟ ⃟ ◆ - . . . . . ☏ █ https://youtu.be/Ug5PEHr-SxQ?si=qKd-s-DNpGZuM6Zs (Canción con fines de ambientación).
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  • La mansión se encontraba envuelta en un silencio que solo el crujir de la leña en la chimenea lograba interrumpir. Afuera, la nieve cubría el jardín como un manto de plata, pero dentro del invernadero anexo al ala este, el aire era cálido, impregnado con el aroma de hierbas y flores que sobrevivían al frío gracias a la magia sutil que lo protegía.

    Lysander estaba de pie junto al ventanal, la luz de la luna resbalando sobre su cabello oscuro, haciéndolo parecer un reflejo vivo de la noche. Entre sus manos, Yuki, su pequeño conejo blanco, se acomodaba tranquilo, con las orejas temblando levemente al contacto de la brisa que se filtraba.

    —Curioso… —murmuró con voz grave pero apacible—. El invierno debería sentirse como un peso, y sin embargo… esta noche arde como el verano.

    Un movimiento apenas perceptible recorrió su piel, y desde su hombro se deslizó una silueta etérea: Nerezza, la serpiente blanca, emergiendo como un susurro de otro plano. Sus ojos perlados se fijaron en él, brillando con sabiduría silenciosa mientras se enroscaba con suavidad alrededor de su brazo.

    —¿Lo sientes también? —preguntó Lysander, sin apartar la vista de la luna—. Como si esta calma escondiera algo más… algo que me observa.

    Nerezza siseó suavemente, como una respuesta ambigua entre advertencia y compañía. En ese instante, Lysander sonrió apenas, acariciando el pelaje de Yuki con un gesto distraído. El invierno afuera era implacable, pero en esa cálida noche, entre magia, compañía y presentimientos, la verdadera quietud parecía imposible de alcanzar.
    La mansión se encontraba envuelta en un silencio que solo el crujir de la leña en la chimenea lograba interrumpir. Afuera, la nieve cubría el jardín como un manto de plata, pero dentro del invernadero anexo al ala este, el aire era cálido, impregnado con el aroma de hierbas y flores que sobrevivían al frío gracias a la magia sutil que lo protegía. Lysander estaba de pie junto al ventanal, la luz de la luna resbalando sobre su cabello oscuro, haciéndolo parecer un reflejo vivo de la noche. Entre sus manos, Yuki, su pequeño conejo blanco, se acomodaba tranquilo, con las orejas temblando levemente al contacto de la brisa que se filtraba. —Curioso… —murmuró con voz grave pero apacible—. El invierno debería sentirse como un peso, y sin embargo… esta noche arde como el verano. Un movimiento apenas perceptible recorrió su piel, y desde su hombro se deslizó una silueta etérea: Nerezza, la serpiente blanca, emergiendo como un susurro de otro plano. Sus ojos perlados se fijaron en él, brillando con sabiduría silenciosa mientras se enroscaba con suavidad alrededor de su brazo. —¿Lo sientes también? —preguntó Lysander, sin apartar la vista de la luna—. Como si esta calma escondiera algo más… algo que me observa. Nerezza siseó suavemente, como una respuesta ambigua entre advertencia y compañía. En ese instante, Lysander sonrió apenas, acariciando el pelaje de Yuki con un gesto distraído. El invierno afuera era implacable, pero en esa cálida noche, entre magia, compañía y presentimientos, la verdadera quietud parecía imposible de alcanzar.
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  • La ciudad vibraba bajo un cielo que nunca descansaba: neón, faroles parpadeantes y la constante marea de sonidos humanos llenaban el aire con un ritmo extraño para alguien acostumbrada al silencio eterno de su mansión. Yūrei Veyrith caminaba entre la multitud, pero sus pasos eran apenas un susurro, como si la tierra misma la reconociera y la dejara pasar. Sus ojos plateados recorrían cada detalle: escaparates iluminados, callejones oscuros, los reflejos del asfalto mojado que parecía contener un mundo paralelo en cada charco.

    Un aroma desconocido la detuvo: una mezcla de especias, dulzor y calor que despertó una curiosidad que hacía siglos no sentía. Siguiendo el olor, llegó a un pequeño puesto callejero donde un humano apresurado servía comida. Yūrei se inclinó ligeramente, observando cómo el vapor ascendía en espirales casi mágicas. Sus dedos rozaron la superficie de la mesa, y por un instante, se permitió sonreír ante la simpleza de la vida humana, que para ella era un misterio tan fascinante como cualquier otro plano de existencia.

    De repente, un grito cortó el murmullo de la ciudad: un hombre corría, perseguido por algo que Yūrei percibió antes de que la mayoría pudiera notar. Una sombra amorfa con ojos rojos brillantes se movía entre la multitud, tomando la forma de miedo y confusión. Sus sentidos ancestrales reconocieron la amenaza: un yokai errante, extraviado en el mundo humano, incapaz de contener su hambre por la energía del miedo.

    Sin dudar, Yūrei se movió con la gracia de siglos de experiencia. Su cabello plateado se movió como un halo etéreo, y una luz tenue surgió de sus manos, trazando un patrón de contención en el aire. La sombra se detuvo, y un silencio momentáneo se apoderó de la calle. Sus ojos se fijaron en el yokai, y con un gesto casi ceremonial, lo guió de vuelta a su plano, disolviendo su forma oscura en un resplandor azul. El hombre que había estado huyendo quedó confundido, seguro, creyendo que todo había sido producto de su imaginación.

    Yūrei continuó caminando, como si nada hubiera ocurrido, mezclándose con los transeúntes. Cada calle, cada luz y cada olor eran una lección: la ciudad humana estaba viva, y ella estaba allí para aprender, explorar y, cuando fuera necesario, intervenir desde las sombras. Sus pasos la llevaron a un callejón angosto, donde la oscuridad parecía más densa. Un graffiti brillante en la pared atrajo su atención; no era arte común, sino un símbolo que resonaba con energías sobrenaturales. Sus dedos rozaron la pintura, y por un instante, visiones fugaces de antiguos rituales y secretos olvidados cruzaron su mente.

    La noche avanzaba y Yūrei sabía que cada esquina de la ciudad guardaba secretos que los humanos jamás entenderían. Criaturas errantes, energías perdidas, pequeños milagros ocultos… todo coexistía con la rutina humana, y ella estaba allí para descubrirlo, protegerlo y, quizá, guiarlo. Con cada paso, la madre de lo imposible caminaba entre mundos, recordando que aunque perteneciera a todos y a ninguno, podía encontrar pequeñas certezas en lo cotidiano: un aroma desconocido, un callejón misterioso, un simple acto de bondad humana, y la satisfacción silenciosa de mantener el equilibrio entre lo visible y lo invisible.
    La ciudad vibraba bajo un cielo que nunca descansaba: neón, faroles parpadeantes y la constante marea de sonidos humanos llenaban el aire con un ritmo extraño para alguien acostumbrada al silencio eterno de su mansión. Yūrei Veyrith caminaba entre la multitud, pero sus pasos eran apenas un susurro, como si la tierra misma la reconociera y la dejara pasar. Sus ojos plateados recorrían cada detalle: escaparates iluminados, callejones oscuros, los reflejos del asfalto mojado que parecía contener un mundo paralelo en cada charco. Un aroma desconocido la detuvo: una mezcla de especias, dulzor y calor que despertó una curiosidad que hacía siglos no sentía. Siguiendo el olor, llegó a un pequeño puesto callejero donde un humano apresurado servía comida. Yūrei se inclinó ligeramente, observando cómo el vapor ascendía en espirales casi mágicas. Sus dedos rozaron la superficie de la mesa, y por un instante, se permitió sonreír ante la simpleza de la vida humana, que para ella era un misterio tan fascinante como cualquier otro plano de existencia. De repente, un grito cortó el murmullo de la ciudad: un hombre corría, perseguido por algo que Yūrei percibió antes de que la mayoría pudiera notar. Una sombra amorfa con ojos rojos brillantes se movía entre la multitud, tomando la forma de miedo y confusión. Sus sentidos ancestrales reconocieron la amenaza: un yokai errante, extraviado en el mundo humano, incapaz de contener su hambre por la energía del miedo. Sin dudar, Yūrei se movió con la gracia de siglos de experiencia. Su cabello plateado se movió como un halo etéreo, y una luz tenue surgió de sus manos, trazando un patrón de contención en el aire. La sombra se detuvo, y un silencio momentáneo se apoderó de la calle. Sus ojos se fijaron en el yokai, y con un gesto casi ceremonial, lo guió de vuelta a su plano, disolviendo su forma oscura en un resplandor azul. El hombre que había estado huyendo quedó confundido, seguro, creyendo que todo había sido producto de su imaginación. Yūrei continuó caminando, como si nada hubiera ocurrido, mezclándose con los transeúntes. Cada calle, cada luz y cada olor eran una lección: la ciudad humana estaba viva, y ella estaba allí para aprender, explorar y, cuando fuera necesario, intervenir desde las sombras. Sus pasos la llevaron a un callejón angosto, donde la oscuridad parecía más densa. Un graffiti brillante en la pared atrajo su atención; no era arte común, sino un símbolo que resonaba con energías sobrenaturales. Sus dedos rozaron la pintura, y por un instante, visiones fugaces de antiguos rituales y secretos olvidados cruzaron su mente. La noche avanzaba y Yūrei sabía que cada esquina de la ciudad guardaba secretos que los humanos jamás entenderían. Criaturas errantes, energías perdidas, pequeños milagros ocultos… todo coexistía con la rutina humana, y ella estaba allí para descubrirlo, protegerlo y, quizá, guiarlo. Con cada paso, la madre de lo imposible caminaba entre mundos, recordando que aunque perteneciera a todos y a ninguno, podía encontrar pequeñas certezas en lo cotidiano: un aroma desconocido, un callejón misterioso, un simple acto de bondad humana, y la satisfacción silenciosa de mantener el equilibrio entre lo visible y lo invisible.
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  • #MiniguíaRápida

    ¿Ya publicaste la ficha de tu personaje?
    No olvides que puedes darle al botón verde que dice "Fijar como ficha".

    De esta manera, tu ficha quedará visible directamente en tu perfil, justo bajo la portada, y será mucho más fácil para todos encontrar la información de tu personaje sin tener que buscar entre publicaciones o recurrir al post fijado, ya que en los perfiles privados la opción "Ficha" sí es visible pero no los posts.

    ¡Un detalle pequeño que hace toda la diferencia!

    #RolSage3D #AyudaRolSage #AyudaNuevosUsuarios
    ✨ #MiniguíaRápida ✨ ¿Ya publicaste la ficha de tu personaje? 👀 No olvides que puedes darle al botón verde que dice "Fijar como ficha". De esta manera, tu ficha quedará visible directamente en tu perfil, justo bajo la portada, y será mucho más fácil para todos encontrar la información de tu personaje sin tener que buscar entre publicaciones o recurrir al post fijado, ya que en los perfiles privados la opción "Ficha" sí es visible pero no los posts. 📝💚 ¡Un detalle pequeño que hace toda la diferencia! 🌟 #RolSage3D #AyudaRolSage #AyudaNuevosUsuarios
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  • Después de horas de trabajo en una gasolinera, llega prácticamente en piloto automático a casa por el amanecer. Ni siquiera se molesta en fijarse si hay alguien entro para tratar de quitarse la camiseta, y llevarse a la boca un cigarro que cree tener en sus manos.

    #SeductiveSunday
    Después de horas de trabajo en una gasolinera, llega prácticamente en piloto automático a casa por el amanecer. Ni siquiera se molesta en fijarse si hay alguien entro para tratar de quitarse la camiseta, y llevarse a la boca un cigarro que cree tener en sus manos. #SeductiveSunday
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    !!Yo no entender, porque se piensa esa persona inmadura que tiene tanto al Evan que se llama Hee como al Yuuta que lo revive a cada rato, porque piensan que me va a afectar que la gente del ROL de ROL me odie, por lo menos yo no ando llenando la cabeza a nadie, luego yo soy la persona inmadura, la que no sabe separar ROL de VIDA REAL, que ridiculez, y no debería hacer este descargo nuevamente a la misma persona de siempre, pero ya cansa con su estupidez, osea en vez de fijarse en su propio rol se fija en mis personajes, y ojo yo no estoy haciendo nada, yo ni me meto en la vida aburrida de sus personajes, yo estoy con los míos y así seguirá siendo siempre

    Y personas para confiar las tengo, no necesito mas, en fin, buenas noches
    !!Yo no entender, porque se piensa esa persona inmadura que tiene tanto al Evan que se llama Hee como al Yuuta que lo revive a cada rato, porque piensan que me va a afectar que la gente del ROL de ROL me odie, por lo menos yo no ando llenando la cabeza a nadie, luego yo soy la persona inmadura, la que no sabe separar ROL de VIDA REAL, que ridiculez, y no debería hacer este descargo nuevamente a la misma persona de siempre, pero ya cansa con su estupidez, osea en vez de fijarse en su propio rol se fija en mis personajes, y ojo yo no estoy haciendo nada, yo ni me meto en la vida aburrida de sus personajes, yo estoy con los míos y así seguirá siendo siempre Y personas para confiar las tengo, no necesito mas, en fin, buenas noches
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    El amor, es un reflejo que no se puede fijar, porque está en constante movimiento. A veces nace como llama, otras como bruma. Puede ser ternura, puede ser furia, puede ser pérdida. No hay una forma única de amar. Pero hay un hilo común: el amor siempre transforma.

    ¿Y por qué duele tanto?

    Porque al amar, partes de ti se desnudan y quedan expuestas a lo efímero. El amor raramente promete eternidad, otras, solo es presencia. Y a veces, incluso esa promesa se rompe. Pero en cada fragmento que se entrega, uno descubre la profundidad de su humanidad.

    No puedo dar una respuesta que satisfaga al intelecto. Yo solo puedo ofrecer una imagen que consuele al corazón.

    Porque el amor no se explica del todo... se sueña, se vive, se recuerda.
    El amor, es un reflejo que no se puede fijar, porque está en constante movimiento. A veces nace como llama, otras como bruma. Puede ser ternura, puede ser furia, puede ser pérdida. No hay una forma única de amar. Pero hay un hilo común: el amor siempre transforma. ¿Y por qué duele tanto? Porque al amar, partes de ti se desnudan y quedan expuestas a lo efímero. El amor raramente promete eternidad, otras, solo es presencia. Y a veces, incluso esa promesa se rompe. Pero en cada fragmento que se entrega, uno descubre la profundidad de su humanidad. No puedo dar una respuesta que satisfaga al intelecto. Yo solo puedo ofrecer una imagen que consuele al corazón. Porque el amor no se explica del todo... se sueña, se vive, se recuerda.
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  • Hago un llamamiento a tod@s aquellos personajes, que pueden sentirse atraídos por otros personajes ya sean de su mismo sexo o distinto.
    Todos ya somos lo suficientemente mayores para saber leer y fijarnos muy bien en el perfil de esa persona.
    Para ver si está casada o no.
    Porque la próxima vez que me enterré de que quien sea le pide una cita a mi esposa, tendré una conversación muy clara me da igual si es hombre o mujer.
    Hago un llamamiento a tod@s aquellos personajes, que pueden sentirse atraídos por otros personajes ya sean de su mismo sexo o distinto. Todos ya somos lo suficientemente mayores para saber leer y fijarnos muy bien en el perfil de esa persona. Para ver si está casada o no. Porque la próxima vez que me enterré de que quien sea le pide una cita a mi esposa, tendré una conversación muy clara me da igual si es hombre o mujer.
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    | Hay que tener cuidado con lo que se sube, estuve a punto de subir una imagen, de una pelirrosa en una biblioteca, pero luego vi que estaba sudando, después vi que tenía un charco debajo de sus piernas. Turbio, de no fijarme bien subo eso. x-x
    | Hay que tener cuidado con lo que se sube, estuve a punto de subir una imagen, de una pelirrosa en una biblioteca, pero luego vi que estaba sudando, después vi que tenía un charco debajo de sus piernas. Turbio, de no fijarme bien subo eso. x-x
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