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    | Hay que tener cuidado con lo que se sube, estuve a punto de subir una imagen, de una pelirrosa en una biblioteca, pero luego vi que estaba sudando, después vi que tenía un charco debajo de sus piernas. Turbio, de no fijarme bien subo eso. x-x
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  • #Immortal_Mercenary

    La noche se había cernido sobre el imponente edificio, y las luces en la oficina de su protegida, en lo alto de aquella estructura, alumbraban con insistencia cada parte de la misma. Hasta el momento, no había nada que interrumpiese un día relativamente rutinario, en donde aquel hombre se comportaba como la sombra misma de quien fingía ser una inversionista, ahora mismo sentada en su escritorio blanco, haciéndose cargo de tareas diversas por medio de su computadora y unos cuantos documentos físicos.

    Él, por su parte, se hallaba a pocos centímetros de uno de los ventanales a su alrededor, contemplando desde su lugar las hermosas vistas que se le presentaban cada vez que tenía la oportunidad de subir hasta aquella habitación tan espaciosa. Sin embargo, muy pronto su mirada tranquila se vio levemente distorsionada por el extraño sonido que sus oídos habrían alcanzado a oír en la lejanía.

    Un sonido que le hizo levantar la mirada, uno que reconocía, proveniente de un helicóptero. Una máquina que, por cierto, alcanzó a ver acercándose desde el ventanal, y que al principio creyó que podría tratarse de uno de los altos mandos de Italia, a quienes ya estaba acostumbrado a recibir de la misma forma. Pero el presente horario no acompañaba, no era lógico una visita a esas horas de la noche.

    Fue entonces cuando entendió, y en su rostro se vio rápidamente reflejada la sorpresa y la fatalidad. Aquel no era un helicóptero del gobierno ni de alguna organización conocida por él, sino, todo lo contrario.

    — ¡Elisabetta, abajo! —

    Fue lo único que alcanzó a decir, al mismo tiempo en que se volteaba y saltaba directamente hacia el escritorio de aquella mujer, antes de que el techo sobre sus cabezas fuese, en gran parte, derribado por lo que entendía como una explosión. Una que pocos segundos después dejaría ver la entrada a por medio de sogas de unos extraños individuos armados, que parecían terroristas más que otra cosa.

    El árabe habría llegado satisfactoriamente hasta delante del escritorio de la líder mafiosa, sobre el cual afortunadamente no habrían caído pedazos del techo sobre ellos, ni mucho menos sobre ella, a quien debía proteger. No obstante, a causa de la explosión sus ropas habrían quedado rasgadas, y se habría llevado de regalo unas cuantas heridas superficiales, así como, por lo que pudo ver a simple vista, la fémina también.

    Rápidamente se habría puesto de pie para encarar directamente a quienes habrían usurpado el edificio, quienes expectantes se dirigían a él, mas sin poder verlos en su totalidad debido a extrañas máscaras que traían consigo.

    — Un hermoso espectáculo… me recuerdan a mi cuando era más joven. —

    Se le escapó de repente, como si a pesar de la espantosa situación en su cabeza todavía existiese lugar para bromas, aunque, muy probablemente no lo era. A esas alturas le sorprendía que no hubiesen reaccionado o continuado con el ataque, y por alguna razón nadie más que él habría dicho una sola palabra.

    Sin embargo, se notaba que cada uno de ellos estaban organizados, de manera tal que incluso un par se retiraron de la habitación, para poco después comenzar a oírse disparos provenientes de los pasillos y escaleras. Era obvio, nadie que estuviese en los pisos inferiores subirían, no lo permitirían.

    Podía escuchar a algún que otro enmascarado más arriba de lo que quedó del techo, pero estaba seguro que no había más. El helicóptero, de hecho, se había ido, entendiendo que todo aquello se estaba tratando de una emboscada para capturar o en el peor de los casos asesinar a la Farfalla dela Morte. Y en su evidente confianza grupal, no habrían ocasionado otra explosión con la cual probablemente habrían acabado con todo.

    — Si buscan a la dama.. van a tener que pasar por enc-… —

    Y de repente, se oyó un disparo. Una única bala que habría salido disparada directamente desde una de las armas pertenecientes a aquellos enmascarados. Una que atinó directamente a la frente del árabe, una que lo hizo retroceder un paso, mas no alcanzó a tirarlo al suelo. Evidentemente lo habían dejado hablar demasiado.

    Mientras que sus dientes se presionaban y sus puños se cerraban con fuerza, la sangre comenzaba a chorrear por aquel agujero que ahora mismo tenía en la cabeza. Los individuos en frente suya se miraron por un momento, con una extraña sorpresa por debajo de sus máscaras. Después de eso, las consecuencias no tardaron en llegar.

    Una lluvia de balas provenientes de revólveres y armas más grandes cayó sobre el pelinegro, de manera tal que su cuerpo no lograba ni siquiera caer al suelo por las ráfagas que sin piedad buscaban acabar con él. Y en un punto, ante la nula posibilidad de que volviese a levantarse después de eso, el fuego cesó.

    El cuerpo de aquel hombre se desplomó sobre el suelo, cubierto de sangre, irreconocible, desfigurado, ultrajado. ¿Cuándo fue la última vez que algo así había pasado? Cuándo fue la última vez que su cuerpo sufrió tales heridas, que no reaccionó a tiempo, que se dejó superar. Aparentemente, hace mucho.

    Obviamente, con el moreno fuera de lugar los atacantes se habrían apresurado a capturar a la dueña del edificio, entre dos de ellos, como si buscasen de cualquier forma que no reaccionara ni presentara obstáculos ni resistencia. Por otro lado, en alguna de las figuras internas propias de la mente del árabe, parecían resurgir viejas emociones, viejos deseos, un amplio y profundo espectro por el cual alguien como Khaleb se volvió tan temido en el bajo mundo, pero que sin embargo nadie logró ver.

    De repente, una risa suave y discreta se presentó en el entorno, una que con el pasar de los segundos se volvía cada vez más grave, más aterradora, o por lo menos inquietante. Los enmascarados detuvieron sus acciones, sus andanzas, y desviaron su atención a la dirección de donde provenía aquella risa: El cuerpo ensangrentado y totalmente agujereado del árabe que, por más fantasioso que sonase, a duras penas parecía estar levantándose.

    — Aue.. haya.. hull hatha gul chayaub. —

    Inesperadamente su idioma natal tomaría su voz, una que se presentó como un susurro al principio. Ronca, distorsionada, como si cada palabra le costara un esfuerzo considerable, pero cargada con un desprecio tan denso que casi se podía sentir.

    Prontamente, aquella figura se incorporó por completo, aun goteando, pero con las heridas cerrándose a una velocidad grotesca, expulsando constantemente restos de balas a causa de los órganos y piel regenerados. Su risa era ahora un eco constante, un bajo gutural. Sus ojos cargados de ira y demencia se fijaron prontamente en los enmascarados, quien atónitos lo observaban sin entender nada, pero tampoco con tiempo para preguntas. Era una mirada que no los ve como hombres, sino como obstáculos, como presas.

    Un temblor inquietante recorrió el cuerpo del árabe instantes antes de que una vez más, sus adversarios comenzaran a disparar, con la diferencia de que esta vez, ese hombre habría abandonado momentáneamente el plano terrenal conocido, dejando atrás su control, para abrir paso a lo que se esconde en lo más profundo de su quebrada mente.

    El sonido de balas tan constantes, así como el de los gatillos no se detuvo en ningún momento. Esta vez, de hecho, aparecieron gritos, propios de quienes en un principio se decidieron a asesinarlo y capturar a su protegida, a matar a todo aquello que se cruzase en su camino, en su presunto objetivo.

    — Daema neves al-ashkhas. daema... al-daafa.. min arsalham.. —

    Aquel hombre, quien en un principio parecía haber muerto, ahora mismo se veía no solamente como nuevo, sino también rodeado por un aura y un instinto asesino que no rozaba, conectaba directamente con lo maniático, con lo psicótico, con la locura. Todas estas características podían verse en sus movimientos, en cómo tomaba entre sus manos las extremidades de sus oponentes y se las arrancaba, en cómo atravesaba sus cuerpos con sus dedos como si de garras contra papel se tratase, en cómo provocaba que cruzasen sus propios fuegos. Todo, con una perturbadora sonrisa en su rostro, y unos ojos consumidos por la misma oscuridad que cubre el cielo durante la noche.

    Por supuesto, en una situación como esa, sacada propiamente de una película de terror, la captura de la aquella mujer habría pasado completamente a segundo plano, o incluso, a uno ya extinto, superado por el deseo natural de sobrevivir, pero que poco acompañaría a quienes decidieron enfrentarse a él.

    Eᥣιsᥲbᥱttᥲ Dι Vιᥒᥴᥱᥒzo
    #Immortal_Mercenary La noche se había cernido sobre el imponente edificio, y las luces en la oficina de su protegida, en lo alto de aquella estructura, alumbraban con insistencia cada parte de la misma. Hasta el momento, no había nada que interrumpiese un día relativamente rutinario, en donde aquel hombre se comportaba como la sombra misma de quien fingía ser una inversionista, ahora mismo sentada en su escritorio blanco, haciéndose cargo de tareas diversas por medio de su computadora y unos cuantos documentos físicos. Él, por su parte, se hallaba a pocos centímetros de uno de los ventanales a su alrededor, contemplando desde su lugar las hermosas vistas que se le presentaban cada vez que tenía la oportunidad de subir hasta aquella habitación tan espaciosa. Sin embargo, muy pronto su mirada tranquila se vio levemente distorsionada por el extraño sonido que sus oídos habrían alcanzado a oír en la lejanía. Un sonido que le hizo levantar la mirada, uno que reconocía, proveniente de un helicóptero. Una máquina que, por cierto, alcanzó a ver acercándose desde el ventanal, y que al principio creyó que podría tratarse de uno de los altos mandos de Italia, a quienes ya estaba acostumbrado a recibir de la misma forma. Pero el presente horario no acompañaba, no era lógico una visita a esas horas de la noche. Fue entonces cuando entendió, y en su rostro se vio rápidamente reflejada la sorpresa y la fatalidad. Aquel no era un helicóptero del gobierno ni de alguna organización conocida por él, sino, todo lo contrario. — ¡Elisabetta, abajo! — Fue lo único que alcanzó a decir, al mismo tiempo en que se volteaba y saltaba directamente hacia el escritorio de aquella mujer, antes de que el techo sobre sus cabezas fuese, en gran parte, derribado por lo que entendía como una explosión. Una que pocos segundos después dejaría ver la entrada a por medio de sogas de unos extraños individuos armados, que parecían terroristas más que otra cosa. El árabe habría llegado satisfactoriamente hasta delante del escritorio de la líder mafiosa, sobre el cual afortunadamente no habrían caído pedazos del techo sobre ellos, ni mucho menos sobre ella, a quien debía proteger. No obstante, a causa de la explosión sus ropas habrían quedado rasgadas, y se habría llevado de regalo unas cuantas heridas superficiales, así como, por lo que pudo ver a simple vista, la fémina también. Rápidamente se habría puesto de pie para encarar directamente a quienes habrían usurpado el edificio, quienes expectantes se dirigían a él, mas sin poder verlos en su totalidad debido a extrañas máscaras que traían consigo. — Un hermoso espectáculo… me recuerdan a mi cuando era más joven. — Se le escapó de repente, como si a pesar de la espantosa situación en su cabeza todavía existiese lugar para bromas, aunque, muy probablemente no lo era. A esas alturas le sorprendía que no hubiesen reaccionado o continuado con el ataque, y por alguna razón nadie más que él habría dicho una sola palabra. Sin embargo, se notaba que cada uno de ellos estaban organizados, de manera tal que incluso un par se retiraron de la habitación, para poco después comenzar a oírse disparos provenientes de los pasillos y escaleras. Era obvio, nadie que estuviese en los pisos inferiores subirían, no lo permitirían. Podía escuchar a algún que otro enmascarado más arriba de lo que quedó del techo, pero estaba seguro que no había más. El helicóptero, de hecho, se había ido, entendiendo que todo aquello se estaba tratando de una emboscada para capturar o en el peor de los casos asesinar a la Farfalla dela Morte. Y en su evidente confianza grupal, no habrían ocasionado otra explosión con la cual probablemente habrían acabado con todo. — Si buscan a la dama.. van a tener que pasar por enc-… — Y de repente, se oyó un disparo. Una única bala que habría salido disparada directamente desde una de las armas pertenecientes a aquellos enmascarados. Una que atinó directamente a la frente del árabe, una que lo hizo retroceder un paso, mas no alcanzó a tirarlo al suelo. Evidentemente lo habían dejado hablar demasiado. Mientras que sus dientes se presionaban y sus puños se cerraban con fuerza, la sangre comenzaba a chorrear por aquel agujero que ahora mismo tenía en la cabeza. Los individuos en frente suya se miraron por un momento, con una extraña sorpresa por debajo de sus máscaras. Después de eso, las consecuencias no tardaron en llegar. Una lluvia de balas provenientes de revólveres y armas más grandes cayó sobre el pelinegro, de manera tal que su cuerpo no lograba ni siquiera caer al suelo por las ráfagas que sin piedad buscaban acabar con él. Y en un punto, ante la nula posibilidad de que volviese a levantarse después de eso, el fuego cesó. El cuerpo de aquel hombre se desplomó sobre el suelo, cubierto de sangre, irreconocible, desfigurado, ultrajado. ¿Cuándo fue la última vez que algo así había pasado? Cuándo fue la última vez que su cuerpo sufrió tales heridas, que no reaccionó a tiempo, que se dejó superar. Aparentemente, hace mucho. Obviamente, con el moreno fuera de lugar los atacantes se habrían apresurado a capturar a la dueña del edificio, entre dos de ellos, como si buscasen de cualquier forma que no reaccionara ni presentara obstáculos ni resistencia. Por otro lado, en alguna de las figuras internas propias de la mente del árabe, parecían resurgir viejas emociones, viejos deseos, un amplio y profundo espectro por el cual alguien como Khaleb se volvió tan temido en el bajo mundo, pero que sin embargo nadie logró ver. De repente, una risa suave y discreta se presentó en el entorno, una que con el pasar de los segundos se volvía cada vez más grave, más aterradora, o por lo menos inquietante. Los enmascarados detuvieron sus acciones, sus andanzas, y desviaron su atención a la dirección de donde provenía aquella risa: El cuerpo ensangrentado y totalmente agujereado del árabe que, por más fantasioso que sonase, a duras penas parecía estar levantándose. — Aue.. haya.. hull hatha gul chayaub. — Inesperadamente su idioma natal tomaría su voz, una que se presentó como un susurro al principio. Ronca, distorsionada, como si cada palabra le costara un esfuerzo considerable, pero cargada con un desprecio tan denso que casi se podía sentir. Prontamente, aquella figura se incorporó por completo, aun goteando, pero con las heridas cerrándose a una velocidad grotesca, expulsando constantemente restos de balas a causa de los órganos y piel regenerados. Su risa era ahora un eco constante, un bajo gutural. Sus ojos cargados de ira y demencia se fijaron prontamente en los enmascarados, quien atónitos lo observaban sin entender nada, pero tampoco con tiempo para preguntas. Era una mirada que no los ve como hombres, sino como obstáculos, como presas. Un temblor inquietante recorrió el cuerpo del árabe instantes antes de que una vez más, sus adversarios comenzaran a disparar, con la diferencia de que esta vez, ese hombre habría abandonado momentáneamente el plano terrenal conocido, dejando atrás su control, para abrir paso a lo que se esconde en lo más profundo de su quebrada mente. El sonido de balas tan constantes, así como el de los gatillos no se detuvo en ningún momento. Esta vez, de hecho, aparecieron gritos, propios de quienes en un principio se decidieron a asesinarlo y capturar a su protegida, a matar a todo aquello que se cruzase en su camino, en su presunto objetivo. — Daema neves al-ashkhas. daema... al-daafa.. min arsalham.. — Aquel hombre, quien en un principio parecía haber muerto, ahora mismo se veía no solamente como nuevo, sino también rodeado por un aura y un instinto asesino que no rozaba, conectaba directamente con lo maniático, con lo psicótico, con la locura. Todas estas características podían verse en sus movimientos, en cómo tomaba entre sus manos las extremidades de sus oponentes y se las arrancaba, en cómo atravesaba sus cuerpos con sus dedos como si de garras contra papel se tratase, en cómo provocaba que cruzasen sus propios fuegos. Todo, con una perturbadora sonrisa en su rostro, y unos ojos consumidos por la misma oscuridad que cubre el cielo durante la noche. Por supuesto, en una situación como esa, sacada propiamente de una película de terror, la captura de la aquella mujer habría pasado completamente a segundo plano, o incluso, a uno ya extinto, superado por el deseo natural de sobrevivir, pero que poco acompañaría a quienes decidieron enfrentarse a él. [ElisabettaDV1]
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  • *Después de tanto trabajar, Ming Yue finalmente tuvo algunos avances, tomo nota y se preparo para ir a la sede de premonición divina.

    Ella desea más que nada mostrar sus avances al general, al abrir la puerta, su hermoso rostro albino y sus ojos ahora cambian a azul, se fijaron en el hombre del fondo.

    Quien se ve que estaba al parecer revisado papeles. *

    Menos mal que también traje algo de te.

    *Comentó con una sonrisa y al momento se acercó al varón para darle los avances y el té *
    *Después de tanto trabajar, Ming Yue finalmente tuvo algunos avances, tomo nota y se preparo para ir a la sede de premonición divina. Ella desea más que nada mostrar sus avances al general, al abrir la puerta, su hermoso rostro albino y sus ojos ahora cambian a azul, se fijaron en el hombre del fondo. Quien se ve que estaba al parecer revisado papeles. * Menos mal que también traje algo de te. *Comentó con una sonrisa y al momento se acercó al varón para darle los avances y el té *
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  • Pierdes tu tiempo
    ¿Porque piensas o crees que me fijaría en ti?
    Mi corazón esta ocupado.
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  • Toda mi vida me dijeron "Aprende a ser una dama, ningún hombre se fijará en tí."
    A ellos les respondo,
    " Bien, yo quiero que se fijen las mujeres en mi. "
    Toda mi vida me dijeron "Aprende a ser una dama, ningún hombre se fijará en tí." A ellos les respondo, " Bien, yo quiero que se fijen las mujeres en mi. "
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  • 𝕃𝕒 𝕞𝕚𝕤𝕚ó𝕟 𝕔𝕠𝕟𝕥𝕚𝕟ú𝕒.


    El camino a casa estuvo silencioso por parte de Niko, solamente hablando para dar indicaciones a dónde debería girar Lucan. Después de eso solo miraba por la ventanilla. Siemrpe creyó que la noche era tranquila y se podía disfrutar mejor que el día, ahora ya no estaba tan seguro. Eso le causaba un ligero fastidio.

    Unas cuadras antes de llegar a casa comenzó a sentirse incómodo de repente aunque no hubo razón para ello. Se movió un poco mientras frunció el ceño y pasó una mano por su cuello para tranquilizarse. Parte de esa sensación se sentía ajena, no supo con qué palabras describirlo.

    Trató de ignorarlo una vez vio su edificio, acercándose un poco más a la puerta.

    -Aquí es. -esperó a que el coche se detuviera para abrir la puerta, pero no se bajó. ¿Debería decirles que lo acompañaran o mejor se quedaran en el coche? Lo pensó más de la cuenta antes de negar un poco con la cabeza. -Ya vuelvo.

    Bajó y cerró la puerta con cuidado, yendo directo a la entrada del edificio mientras sacó las llaves de su mochila. Entró rápido y fue hasta su piso por las escaleras, el ascensor hace rato dejó de funcionar y si lo hacía podía quedarse atascado, no pretendía quedarse atrapado ahí.

    Una vez en el apartamento pensó bien en qué llevarse. Su mochila no estaba llena así que podía colocar allí las cosas. Empezó con algo de ropa, doblándola de manera que cupiera lo más posible en el interior de la mochila. Después se encargó de otras cosas como su cepillo de dientes, el cargador de su teléfono, algunas ligas para el cabello... eso sería todo. Serían unos días nada más.

    Cerró la mochila y la cargó de nuevo a sus hombros, apagando las luces que fue prendiendo a su paso y asegurándose que todo estuviera en orden antes de salir y cerrar con llave, regresando hacia el exterior, directo al vehículo.

    ———

    Por otro lado, mientras Starling se hizo paso entre la multitud terminó dando al área de los baños. Si se pensaba de manera objetiva, quizás hubo alguna prlea ahí, podría suceder, en especial en el estado en que se encontraban las personas ahí. Sin embargo, no se podía descartar nada en ese momento, debían ser minuciosos.

    En especial cuando se dio cuenta que el aroma venía del baño de mujeres. Quedó parado frente a la puerta y tragó. No podía pasar, sería extraño y quizás iban a sacarlo a gritos de haber alguien ahí dentro. Claro que, cuando vio a 𝔇𝔞𝔫𝔱𝔢 𝔑𝔢𝔯𝔦 acercarse, tuvo que tragarse la vergüenza porque estuvo seguro que el pelinegro no iba a querer perder el tiempo. Más aún cuando la el olor de sangre era más intenso.

    Extendió una mano hacia la puerta y la empujó con cuidado hacia el interior sel baño para echar un vistazo. Afortunadamente no había mujeres allí, así que se adentró, inspeccionando todo con la mirada antes de fijarse en los cubículos. Fue empujando las puertas que estaban a medio cerrar, la mayoría no reveló nada salvo los excusados, algunos hechos un desastre que el policía no quiso ver demasiado. Entonces, el ante último dio vistazo a una joven, sentada en el excusado, su ropa a medio hacer, cuerpo hacia atrás, cabeza apoyada contra la pared y mirada perdida, apagada.

    Frunció el ceño, no por ese estado, si no porque había una mordida en el cuello que se veía extremadamente descuidada, como si en vez de morderla le arrancaron un pedazo primero. Ni hablar de la sangre que caía. No era suficiente para armar un charco, pero sí como para manchar parte del cuerpo.

    Bueno, fue algo rápido hacer tal descubrimiento. El problema, ¿qué ocurrió y quién fue?

    -Esto se ve reciente... no creo que quien lo haya hecho haya ido muy lejos. -miró a Dante, si se trataba de un renegado él sabría mejor el actuar de estos.
    𝕃𝕒 𝕞𝕚𝕤𝕚ó𝕟 𝕔𝕠𝕟𝕥𝕚𝕟ú𝕒. El camino a casa estuvo silencioso por parte de Niko, solamente hablando para dar indicaciones a dónde debería girar Lucan. Después de eso solo miraba por la ventanilla. Siemrpe creyó que la noche era tranquila y se podía disfrutar mejor que el día, ahora ya no estaba tan seguro. Eso le causaba un ligero fastidio. Unas cuadras antes de llegar a casa comenzó a sentirse incómodo de repente aunque no hubo razón para ello. Se movió un poco mientras frunció el ceño y pasó una mano por su cuello para tranquilizarse. Parte de esa sensación se sentía ajena, no supo con qué palabras describirlo. Trató de ignorarlo una vez vio su edificio, acercándose un poco más a la puerta. -Aquí es. -esperó a que el coche se detuviera para abrir la puerta, pero no se bajó. ¿Debería decirles que lo acompañaran o mejor se quedaran en el coche? Lo pensó más de la cuenta antes de negar un poco con la cabeza. -Ya vuelvo. Bajó y cerró la puerta con cuidado, yendo directo a la entrada del edificio mientras sacó las llaves de su mochila. Entró rápido y fue hasta su piso por las escaleras, el ascensor hace rato dejó de funcionar y si lo hacía podía quedarse atascado, no pretendía quedarse atrapado ahí. Una vez en el apartamento pensó bien en qué llevarse. Su mochila no estaba llena así que podía colocar allí las cosas. Empezó con algo de ropa, doblándola de manera que cupiera lo más posible en el interior de la mochila. Después se encargó de otras cosas como su cepillo de dientes, el cargador de su teléfono, algunas ligas para el cabello... eso sería todo. Serían unos días nada más. Cerró la mochila y la cargó de nuevo a sus hombros, apagando las luces que fue prendiendo a su paso y asegurándose que todo estuviera en orden antes de salir y cerrar con llave, regresando hacia el exterior, directo al vehículo. ——— Por otro lado, mientras Starling se hizo paso entre la multitud terminó dando al área de los baños. Si se pensaba de manera objetiva, quizás hubo alguna prlea ahí, podría suceder, en especial en el estado en que se encontraban las personas ahí. Sin embargo, no se podía descartar nada en ese momento, debían ser minuciosos. En especial cuando se dio cuenta que el aroma venía del baño de mujeres. Quedó parado frente a la puerta y tragó. No podía pasar, sería extraño y quizás iban a sacarlo a gritos de haber alguien ahí dentro. Claro que, cuando vio a [danteneri123] acercarse, tuvo que tragarse la vergüenza porque estuvo seguro que el pelinegro no iba a querer perder el tiempo. Más aún cuando la el olor de sangre era más intenso. Extendió una mano hacia la puerta y la empujó con cuidado hacia el interior sel baño para echar un vistazo. Afortunadamente no había mujeres allí, así que se adentró, inspeccionando todo con la mirada antes de fijarse en los cubículos. Fue empujando las puertas que estaban a medio cerrar, la mayoría no reveló nada salvo los excusados, algunos hechos un desastre que el policía no quiso ver demasiado. Entonces, el ante último dio vistazo a una joven, sentada en el excusado, su ropa a medio hacer, cuerpo hacia atrás, cabeza apoyada contra la pared y mirada perdida, apagada. Frunció el ceño, no por ese estado, si no porque había una mordida en el cuello que se veía extremadamente descuidada, como si en vez de morderla le arrancaron un pedazo primero. Ni hablar de la sangre que caía. No era suficiente para armar un charco, pero sí como para manchar parte del cuerpo. Bueno, fue algo rápido hacer tal descubrimiento. El problema, ¿qué ocurrió y quién fue? -Esto se ve reciente... no creo que quien lo haya hecho haya ido muy lejos. -miró a Dante, si se trataba de un renegado él sabría mejor el actuar de estos.
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  • Aunque te pienso y te extraño no te pienso buscar ángel caído mi error fue pensar que te fijarias en una híbrida como yo
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Y de nuevo este es mi mood, cuando me sienta asi fijare esta publicacion porque obvio no me desahogare con lo que me pasa, para ello tengo una amiga [Fourththroneguardian71] (Perdon amiga por usarte TT)
    Y de nuevo este es mi mood, cuando me sienta asi fijare esta publicacion porque obvio no me desahogare con lo que me pasa, para ello tengo una amiga [Fourththroneguardian71] (Perdon amiga por usarte TT)
    Y... por otro lado... si no quieren leer esto pasenlo porque desahogare mis ganas... Deseo tanto matar a alguien con mis propias manos, quitarle el corazon, quemarlo, hacerlo pedacitos con mi espada, y darselo a los demonios para que desaparezca, deseo tanto eso, porque en este momento mi cabeza esta echando humo
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  • "Descanso Pendiente".

    El sonido del reloj de pared marcaba un ritmo monótono en la habitación de Carmina. Cada tic-tac parecía burlarse de su agotamiento, recordándole que la vida seguía, aunque su cuerpo solo pidiera descanso. Estaba acostada boca arriba en su cama, los pies aún colgando del borde, demasiado cansada para hacer el esfuerzo de acomodarse bien.

    La temporada alta en la tienda había sido brutal. Clientes entrando y saliendo sin descanso, estanterías que apenas tenía tiempo de reabastecer antes de que volvieran a quedar vacías, noches en las que caía rendida en la cama sin siquiera cambiarse de ropa. Lucia le decía que debía tomarse las cosas con más calma, que no todo tenía que hacerlo ella sola, pero Carmina solo respondía con una sonrisa cansada y un "Tranquila, nonna, puedo con esto."

    Ahora, tumbada en su habitación, sentía que ya no podía con nada.

    Giró la cabeza hacia la puerta, escuchando los sonidos familiares de su abuela en la cocina. Seguramente estaba preparando algo caliente, como siempre hacía cuando veía a Carmina agotada. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Su nonna siempre sabía cómo cuidarla, incluso cuando ella misma olvidaba hacerlo.

    Sus ojos recorrieron el techo, y luego se fijaron en su maleta empolvada en un rincón. ¿Hace cuánto que no la usaba? Mucho. Demasiado.

    —Necesito vacaciones —murmuró para sí misma.

    Tal vez un viaje corto, un par de días lejos de la tienda, lejos de las preocupaciones. Un pueblito costero, un lugar donde el único ruido fuera el de las olas y no el de la caja registradora.

    Su cuerpo protestó cuando intentó moverse, así que se rindió y cerró los ojos. Mañana lo pensaría con más calma. Mañana hablaría con Lucia. Mañana… mañana haría algo al respecto.

    Pero por ahora, solo quería quedarse ahí, en silencio, disfrutando del único lujo que podía permitirse esta noche: un respiro.
    "Descanso Pendiente". El sonido del reloj de pared marcaba un ritmo monótono en la habitación de Carmina. Cada tic-tac parecía burlarse de su agotamiento, recordándole que la vida seguía, aunque su cuerpo solo pidiera descanso. Estaba acostada boca arriba en su cama, los pies aún colgando del borde, demasiado cansada para hacer el esfuerzo de acomodarse bien. La temporada alta en la tienda había sido brutal. Clientes entrando y saliendo sin descanso, estanterías que apenas tenía tiempo de reabastecer antes de que volvieran a quedar vacías, noches en las que caía rendida en la cama sin siquiera cambiarse de ropa. Lucia le decía que debía tomarse las cosas con más calma, que no todo tenía que hacerlo ella sola, pero Carmina solo respondía con una sonrisa cansada y un "Tranquila, nonna, puedo con esto." Ahora, tumbada en su habitación, sentía que ya no podía con nada. Giró la cabeza hacia la puerta, escuchando los sonidos familiares de su abuela en la cocina. Seguramente estaba preparando algo caliente, como siempre hacía cuando veía a Carmina agotada. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Su nonna siempre sabía cómo cuidarla, incluso cuando ella misma olvidaba hacerlo. Sus ojos recorrieron el techo, y luego se fijaron en su maleta empolvada en un rincón. ¿Hace cuánto que no la usaba? Mucho. Demasiado. —Necesito vacaciones —murmuró para sí misma. Tal vez un viaje corto, un par de días lejos de la tienda, lejos de las preocupaciones. Un pueblito costero, un lugar donde el único ruido fuera el de las olas y no el de la caja registradora. Su cuerpo protestó cuando intentó moverse, así que se rindió y cerró los ojos. Mañana lo pensaría con más calma. Mañana hablaría con Lucia. Mañana… mañana haría algo al respecto. Pero por ahora, solo quería quedarse ahí, en silencio, disfrutando del único lujo que podía permitirse esta noche: un respiro.
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  • Tener un poco de tiempo para si mismo no es un problema, solo unos minutos, solo unas horas y cada amigo cercano desaparece de la vista, como la neblina junto al río al amanecer, como la espuma luego de un tiempo, muy lentamente, su vitalidad desciende hasta solo quedar un tenue recuerdo de su vida, bien o mal vivida, es un suspiro de lo que nunca se puede experimentar en la carne de un inmortal. Aceptarlo fue fácil, una o dos décadas bastan para entender que los rasgos distintivos y habilidades misteriosas son sinónimo de larga vida  '¡Que gran regalo! Uno que brindan los cielos' pero la realidad es mas cruel y dolorosa de la que los celestiales quisieran siquiera proveer '¡Demonio de las profundidades!' Las palabras correctas para describir a un brujo, mitad de algo, mitad del demonio, mayor o menor no quita ser descendencia de un ser de entre las dimensiones. Vaya soledad, es pesada, triste, sin fin, ojalá termine pronto, ojalá no termine nunca... que perdido puede encontrarse uno con tantas personas vivas alrededor para aferrarse y perderse, fijarse a la tierra, observando el tiempo pasar.
    Tener un poco de tiempo para si mismo no es un problema, solo unos minutos, solo unas horas y cada amigo cercano desaparece de la vista, como la neblina junto al río al amanecer, como la espuma luego de un tiempo, muy lentamente, su vitalidad desciende hasta solo quedar un tenue recuerdo de su vida, bien o mal vivida, es un suspiro de lo que nunca se puede experimentar en la carne de un inmortal. Aceptarlo fue fácil, una o dos décadas bastan para entender que los rasgos distintivos y habilidades misteriosas son sinónimo de larga vida  '¡Que gran regalo! Uno que brindan los cielos' pero la realidad es mas cruel y dolorosa de la que los celestiales quisieran siquiera proveer '¡Demonio de las profundidades!' Las palabras correctas para describir a un brujo, mitad de algo, mitad del demonio, mayor o menor no quita ser descendencia de un ser de entre las dimensiones. Vaya soledad, es pesada, triste, sin fin, ojalá termine pronto, ojalá no termine nunca... que perdido puede encontrarse uno con tantas personas vivas alrededor para aferrarse y perderse, fijarse a la tierra, observando el tiempo pasar.
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