Ayla Klein

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Lo recuerdo de manera vívida. Ese momento en que las noticias en la tele, en cada comunicador, en cada holograma, anunció con desesperación la desestabilización del mundo. Justo antes de quedar completamente incomunicados, a ciegas.

Mi hermano y yo siempre pensamos que algún día iba a ocurrir, una invasión. Pero nunca creímos que sería tan aterrador. Éramos niños, por supuesto que no íbamos a imaginar nada malo. Estuvimos muy equivocados.

Una inmensa nave se hizo presente, de la nada, sobre el cielo. Era tan grande que oscureció todo, el sol desapareció. Y desde ahí cayeron criaturas, los extraterrestres, los demonios.

Gritos, explosiones, gruñidos, y mucho más se escuchó afuera mientras que mi familia se resguardó dentro de casa. De nada sirvió, cabe decir, y aunque mi hermano y yo logramos sobrevivir porque nos ocultamos en el sótano a tiempo, no ocurrió lo mismo con nuestros padres.

Estuvimos encerrados ahí abajo por mucho tiempo. Estábamos aterrados de salir y que una de esas cosas nos viera. Solo lo hicimos cuando el hambre era tal que podríamos comernos nuestra propia carne.

Todo estaba destruido, ya ni siquiera había un solo sonido. La nave desapareció también, pero el ambiente era ta oscuro y lúgubre como cuando la vimos en el cielo.

El panorama de toda la sangre, los cuerpos, las vísceras por doquier, era una vista que ningún niño debería presenciar nunca. Recuerdo que mis padres tenían sus rostros petrificados en expresiones de puro de terror, con los ojos casi desorbitados y sus bocas más abiertas de lo que los músculos faciales permitían.

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Un día llegó una nave, no sé cómo, pero nos encontraron. Militares que nos hicieron ir con ellos, dijeron que íbamos a estar a salvo y en buenas manos. Era la primera vez después de muchas semanas que veíamos a adultos con vida. Los seguimos sin pensarlo demasiado.

De esa manera llegamos al Domo. Una cúpula gigante que camuflaba la pequeña ciudad que había dentro para evitar que los demonios encontraran a los sobrevivientes. Una invención de Darien Asker, quien dio todo para que los que quedamos estuviéramos protegidos.

Llegamos a los laboratorios donde el mismísimo Asker nos dio la bienvenida y, con una sonrisa que parecía mostrar que nunca hubo ningún apocalipsis, nos guío hasta un gran comedor donde vimos otros niños. Todos huérfanos.

Nos dieron comida, nos ofrecieron duchas calientes y ropa cómoda. Allí mismo nos quedamos y, luego de unos días, Asker finalmente hizo un anuncio en la hora del almuerzo.

—Buen provecho, niños. Interrumpo un momento su comida para darles una pequeña noticia... Me complace hacerles saber que formarán parte de un proyecto. Ustedes serán el futuro de la humanidad, nos ayudarán a salir adelante, ¿qué me dicen? —éramos ilusos en ese entonces, creyendo que seríamos como superhéroes. Muchos aceptamos de inmediato sin saber que, para ser el futuro, deberíamos someternos a pruebas muy dolorosas.

Ahí mismo ví, entre varios de los demás niños, a una en particular que se mantuvo en silencio y con una mirada de desconfianza. A juzgar por su expresión no le gustó para nada esa idea, algo que no comprendí al principio.

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Las pruebas comenzaron ese mismo día, primero con inyecciones que, según los doctores, "nos harían más fuertes".

A mí nunca me gustaron las agujas, así que fue una pelea para que pudieran sentarme.

—Ale, no seas llorón. —escuché a Elijah, mi hermano, hablar con una sonrisa. Él se lo pasaba en grande.

Estaba a punto de responderle cuando, de nuevo, vi a la niña, también siendo forzada para que pudieran darle la inyección, pero ella... ella era más salvaje y parecía que jamás iba a dar su brazo a torcer.

Propuesta de rol

Géneros: Lemon, Fantasia, Aventura, Slice of life y Romance (Complementario)

Kaito es un chico del último curso de secundario, 6to año, se trata de un introvertido joven de 18 años con un hermoso cabello rojo, ojos verdes, rasgos faciales infantiles, un cuerpo delgado y de altura baja al promedio (1,58 metros).
Kaito tiene una familia bastante estable con unos padres que lo quieren y otros familiares que le tienen un afecto similar como sus primos, sus tíos y la única familiar vieja que queda (su abuela). A pesar de tener bastante confianza con su familia, la historia en la escuela es bastante distinta. Desde pequeño había sido muchas veces marginado por sus compañeros (especialmente en los deportes), y como era de esperar de un niño, relacionarse con otras niñas era algo impensado. También muchas veces había sido objeto de burlas y maltratos físicos por bullys, pues su cabello rojo y su baja estatura hicieron de él un blanco bastante fácil. Entre los apodos típicos que recibía Kaito se encontraban el clásico “tómate”, “Zanahoria”, “Enano”, “Duende rojo”, entre otros. Debido a este maltrato, Kaito en su adolescencia desarrolló no solo un complejo hacia su altura, también se volvió alguien bastante reservado y se encerró en un “caparazón”, como una manera de distraerse recurría a videojuegos, mangas y más en la adolescencia disfrutaba también del erotismo a solas. Lo que principalmente le gustaba eran las mujeres demoníacas, precisamente las sucubos.
Todo parecía normal en su día, como siempre asistió a la academia desde el turno mañana hasta terminar a las 12:50. Kaito durante muchos momentos de las clases (cuando ya sentía que era muy pesada) comenzaba a divagar varios temas, algunos perversos, otros más relacionados a lo que haría en el futuro y otros más triviales cómo qué leería o también qué podría jugar en su computadora. Tras terminar las clases el día se desarrolló normalmente, teniendo charlas breves con sus padres, disfrutando del almuerzo y luego aprovechando la tarde para leer un poco de manga mientras estaba acostado. En medio de su lectura se había quedado dormido producto de su cansancio, en ese momento su destino fue sellado. Un círculo con una estrella en el interior del mismo se había formado debajo del cuerpo de Kaito y fue borrado completamente de la faz de la tierra. Mientras mantenían a Kaito inducido en un sueño bastante profundo, la encargada de secuestrarlo procedió a borrar las memorias de Kaito de todos aquellos que tenían un conocimiento sobre él, también de borrar los documentos que en el mundo humano afirmaban de su existencia, aprovechando la capacidad de los demonios para ser invisible al ojo humano si lo deseaban.
En el segundo círculo del infierno se encuentra la escuela demoníaca Honeylust la cual es la encargada de educar a las sucubos jóvenes. Principalmente busca enseñar sobre la anatomía y biología (tanto humana como demoníaca) con especial atención al sistema reproductivo, las bases sobre la magia de los sucubos, seducción y técnicas sexuales. Los fines de esta escuela son enseñar a las sucubos las bases para sobrevivir una vez alcancen la madurez sexual, pues en el segundo círculo hay una fuerte competencia por obtener poder e influencia, también el otro fin es atenuar la competencia entre sucubos y formar cierto compañerismo. La competencia y el egoísmo por el poder es tanta que varias sucubos comenzaron a realizar prácticas como la esclavización a su propia especie, otros llegaron aun más lejos.
Kaito había sido secuestrado por la profesora de la academia. Las principales razones de su secuestro se debía a fines educativos para sus alumnas, también porque los sueños y fluidos masculinos son un buen alimento para las sucubos, la última razón se debe al alto líbido de Kaito. Es en este escenario que Kaito se despierta bruscamente de su sueño húmedo, por magia de la profesora, en el comienzo de la clase. Se encontraba sobre una superficie de piedra tan grande como una cama tamaño king, atado con sus extremidades bien extendidas y su cuerpo completamente desnudo frente a un gran número de chicas demoníacas.

PD: Preferiblemente busco a alguien que utilice más de un personaje (no tienen que usar todos en un mismo escenario) y sea organizado a la hora de rolear, es decir, que el rol no sea pura improvisación.