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    //Despues de unos dias inactivo aqui,hare una nueva escena para Hank,y esta vez si sera el cambio definitivo
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    Off: Voy a robarles un minuto para invitarles a apreciar el talento humorístico y la agilidad narrativa del gran roleplayer detrás de Leland Miller. Me faltan manos para aplaudirle y pulmones para reír.

    Un placer compartir escena con esta persona.
    Off: Voy a robarles un minuto para invitarles a apreciar el talento humorístico y la agilidad narrativa del gran roleplayer detrás de [lelandmiller1]. Me faltan manos para aplaudirle y pulmones para reír. Un placer compartir escena con esta persona.
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  • โ™ง Una Boticaria en la Corte โ™ง

    El palacio resplandece con farolillos dorados y sedas rojas ondeando en los pasillos. Esta noche es especial: un banquete imperial en honor a una victoria militar. La élite de la corte se ha reunido en el gran salón, donde la música y el murmullo de conversaciones llenan el aire.

    Entre la multitud, una joven destaca, pero no por su estatus, sino por su evidente incomodidad. Maomao, con su cabello adornado con flores y un refinado kimono rojo con detalles dorados, está lejos de sentirse cómoda. Sus manos, acostumbradas a manipular hierbas y venenos, se sienten torpes envueltas en mangas de seda.

    Hognian que la había arreglado la observa con una sonrisa divertida.

    Hongniang: ใ€Šriendo suavementeใ€‹ "Maomao, luces maravillosa esta noche. Deberías arreglarte así más seguido."

    Maomao: ใ€Šfrunce el ceño y toca sus labios con el dedo, en un gesto de resignaciónใ€‹"No te acostumbres. Esto es solo por hoy."



    El gran salón resplandecía con luces doradas y aromas embriagadores. La música flotaba en el aire, acompañada de risas y murmullos de nobles que brindaban con elegancia ensayada. Maomao observaba la escena desde su rincón, con una copa en la mano que aún dudaba en beber.

    Las mujeres en la sala eran como flores en un jarrón de porcelana: hermosas, perfectamente arregladas, pero sin voz ni propósito más allá de adornar el festín. Las concubinas reían con dulzura, con los rostros maquillados y los gestos calculados, esforzándose por atraer una mirada, una pizca de atención que pudiera asegurar su posición en la corte.

    Era absurdo. Estas fiestas eran un espectáculo de poder, pero no de quien vestía las ropas más opulentas ni de quien bailaba con más gracia. El verdadero poder estaba en quienes dictaban las reglas, en los hombres que alzaban sus copas y decidían el destino de esas mismas mujeres con una sola palabra.

    Sumergida en sus pensamientos no se dió cuenta de que una silueta se le acercaba por la espalda....
    โ™ง Una Boticaria en la Corte โ™ง El palacio resplandece con farolillos dorados y sedas rojas ondeando en los pasillos. Esta noche es especial: un banquete imperial en honor a una victoria militar. La élite de la corte se ha reunido en el gran salón, donde la música y el murmullo de conversaciones llenan el aire. Entre la multitud, una joven destaca, pero no por su estatus, sino por su evidente incomodidad. Maomao, con su cabello adornado con flores y un refinado kimono rojo con detalles dorados, está lejos de sentirse cómoda. Sus manos, acostumbradas a manipular hierbas y venenos, se sienten torpes envueltas en mangas de seda. Hognian que la había arreglado la observa con una sonrisa divertida. Hongniang: ใ€Šriendo suavementeใ€‹ "Maomao, luces maravillosa esta noche. Deberías arreglarte así más seguido." Maomao: ใ€Šfrunce el ceño y toca sus labios con el dedo, en un gesto de resignaciónใ€‹"No te acostumbres. Esto es solo por hoy." El gran salón resplandecía con luces doradas y aromas embriagadores. La música flotaba en el aire, acompañada de risas y murmullos de nobles que brindaban con elegancia ensayada. Maomao observaba la escena desde su rincón, con una copa en la mano que aún dudaba en beber. Las mujeres en la sala eran como flores en un jarrón de porcelana: hermosas, perfectamente arregladas, pero sin voz ni propósito más allá de adornar el festín. Las concubinas reían con dulzura, con los rostros maquillados y los gestos calculados, esforzándose por atraer una mirada, una pizca de atención que pudiera asegurar su posición en la corte. Era absurdo. Estas fiestas eran un espectáculo de poder, pero no de quien vestía las ropas más opulentas ni de quien bailaba con más gracia. El verdadero poder estaba en quienes dictaban las reglas, en los hombres que alzaban sus copas y decidían el destino de esas mismas mujeres con una sola palabra. Sumergida en sus pensamientos no se dió cuenta de que una silueta se le acercaba por la espalda....
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  • Otro crimen, otro cuerpo tirado en el suelo, otro misterio.

    No daban con pistas, ni una simple huella, nada. Solo un cadáver en un callejón, con el rostro desfigurado de tantas pueñaladas y, por lo que podían decir los peritos, golpes con algún otro arma, tal vez algo similar a una palanca. Los huesos del rostro estaban destrozados. La fuerza necesaria para dejarlo casi molido era increíble y, para algunos, aterradora.

    —Debe ser el Destripador... es el único que no deja rastro. Aunque esto es algo nuevo, parece... ¿enojado? —comentó uno de los peritos al tomarle fotografía al cadáver.

    Aaron estaba en silencio, observando, sus manos en los bolsillos de su pantalón. Tenía la mandíbula ligeramente tensa.

    —No dejó carta, esto es solo un juego. —resondió el detective, quien, pro alguna razón, estaba confundido. No sabía qué pensar al respecto, su mente estaba en blanco.

    ¿๊–แตพé ษ‡sฬท ล‚ø ๊—แตพษ‡ ลงษ‡ ษ‡nฬทøษ‰aฬท, ศบaฬทษønฬท?

    Pudo escuchar la voz en su cabeza, Jack. Con un tono en burla.

    ¿Qué lo enojaba? Nada, ¿por qué haría esa clase de pregunta?

    ษŽø nฬทø ฤงษ‡ sฬทษจฤ‘ø, ล‚ø sฬทaฬทฦ€ษ‡sฬท... ษ†sฬทø fแตพษ‡ ลงøฤ‘ø øฦ€ษaฬท ลงแตพษaฬท.

    Sintió un escalofrío recorrer su espalda, tuvo que voltearse y, justo a la salida del callejón había una figura. Una sombra que no estaba del todo definida, pero sabía que se trataba de él. Era imponente, y era como si en cualquier momento fuera a abalanzarse sobre él.

    —No... No fui yo. —respondió el castaño, tratando de mantenerse en pie, pero sentía que el cuerpo le temblaba, las manos sudaban, su garganta estaba extremadamente seca.

    ¿Nø? ¿ษ†sฬทลงásฬท ศผømฬทแตฝล‚ษ‡ลงaฬทmฬทษ‡nฬทลงษ‡ sฬทษ‡วฅแตพษø ฤ‘ษ‡ ษ‡sฬทø? Vแตพษ‡ล‚vษ‡ aฬท ษ‡ศผฤงaฬทษ แตพnฬท vษจsฬทลงaฬทฦถø.

    Con duda, el detective volvió a voltear. La escena en el callejón ya no estaba. En cambio, se encontró en la estación de policía, con todos mirándolo. Sin embargo, lo veían extraño, parecían aterrados, disgustados, perplejos. ¿Qué ocurría?

    Bajó la vista, él mismo estaba cubierto en sangre, sus manos sudorosas ahora ligeramente pegajosas por la sangre que se estaba secando.

    —No, yo... ¿Qué es esto? Yo no he sido. ¡No he sido yo! —se volteó, la figura aún estaba detrás de él—. ¡Fuiste tu! ¡Todo es por tu culpa! ¡Eres un maldito monstruo!

    ¿ษŽø, แตพnฬท mฬทønฬทsฬทลงษแตพø? ¿ลฆษ‡ ฤงaฬทsฬท vษจsฬทลงø ษ‡nฬท ษ‡ล‚ ษ‡sฬทแตฝษ‡ษ‰ø, ฤ‘ษ‡ลงษ‡ศผลงษจvษ‡? ษ†ษษ‡sฬท ษ‡xaฬทศผลงaฬทmฬทษ‡nฬทลงษ‡ ษจวฅแตพaฬทล‚ ๊—แตพษ‡ ษø. โฑฃษ‡ษø ล‚ø ษ‡nฬทลงษจษ‡nฬทฤ‘ø, ลงษจษ‡nฬทษ‡sฬท ๊—แตพษ‡ ฤ‘ษ‡sฬทศผaฬทษวฅaฬทษ ษ‡sฬทษ‡ ษ‡nฬทøษ‰ø, ษ‡nฬทลงษจษ‡nฬทฤ‘ø ๊—แตพษ‡ ล‚ø ๊—แตพษจษ‡ษaฬทsฬท nฬทษ‡วฅaฬทษ... โฑฃษ‡ษø แตฝษษ‡sฬทลงaฬท aฬทลงษ‡nฬทศผษจónฬท.

    Y todo volvió a cambiar, ahora estaba frente a un espejo, su rostro borroso, pero aún veía sangre en el resto de su cuerpo. Entonces, los gritos comenzaron, gritos de las víctimas a las que les arrebató la vida. Y luego, una risa, la del Destripador, regocijandose en el sufrimiento ajeno.

    Aaron sintió que el corazón iba a salirse por su boca, quería vomitar, quería abrirse el estómago, quería arrancarse la piel. Demasiadas cosas a la vez que lo hicieron gritar, llevando las manos a su rostro. Clavó uñas y dedos en la piel, en la carne y en los huesos para así tirar, destrozando todo. El dolor era inmenso, y con ellos llegaba un increíble sentimiento de culpa.

    Sømฬทøsฬท ษจวฅแตพaฬทล‚ษ‡sฬท, ศบaฬทษønฬท. ลฆแตพ ษ‡ษษ‡sฬท ษø. ษŽø sฬทøษ ลงแตพ.

    —¡NO ES CIERTO! ¡NO! —despertó con aquel grito, sentándose en su cama. Estaba completamente sudado, su corazón latiendo demasiado rápido y apenas logrando respirar bien.

    Llevó las manos a su rostro, tocándolo reiteradas veces, luego miró alrededor. Había sido una maldita pesadilla. Hacía mucho que no se sentía de esa forma. Todavía estaba con nauseas horribles, pero, por ahora... podía dar una pausa al saber que todo fue obra de su cabeza.

    Se giró para ver el reloj en su mesa de noche: 2 a.m.

    Serían unas largas horas hasta las 6.
    Otro crimen, otro cuerpo tirado en el suelo, otro misterio. No daban con pistas, ni una simple huella, nada. Solo un cadáver en un callejón, con el rostro desfigurado de tantas pueñaladas y, por lo que podían decir los peritos, golpes con algún otro arma, tal vez algo similar a una palanca. Los huesos del rostro estaban destrozados. La fuerza necesaria para dejarlo casi molido era increíble y, para algunos, aterradora. —Debe ser el Destripador... es el único que no deja rastro. Aunque esto es algo nuevo, parece... ¿enojado? —comentó uno de los peritos al tomarle fotografía al cadáver. Aaron estaba en silencio, observando, sus manos en los bolsillos de su pantalón. Tenía la mandíbula ligeramente tensa. —No dejó carta, esto es solo un juego. —resondió el detective, quien, pro alguna razón, estaba confundido. No sabía qué pensar al respecto, su mente estaba en blanco. ¿๊–แตพé ษ‡sฬท ล‚ø ๊—แตพษ‡ ลงษ‡ ษ‡nฬทøษ‰aฬท, ศบaฬทษønฬท? Pudo escuchar la voz en su cabeza, Jack. Con un tono en burla. ¿Qué lo enojaba? Nada, ¿por qué haría esa clase de pregunta? ษŽø nฬทø ฤงษ‡ sฬทษจฤ‘ø, ล‚ø sฬทaฬทฦ€ษ‡sฬท... ษ†sฬทø fแตพษ‡ ลงøฤ‘ø øฦ€ษaฬท ลงแตพษaฬท. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, tuvo que voltearse y, justo a la salida del callejón había una figura. Una sombra que no estaba del todo definida, pero sabía que se trataba de él. Era imponente, y era como si en cualquier momento fuera a abalanzarse sobre él. —No... No fui yo. —respondió el castaño, tratando de mantenerse en pie, pero sentía que el cuerpo le temblaba, las manos sudaban, su garganta estaba extremadamente seca. ¿Nø? ¿ษ†sฬทลงásฬท ศผømฬทแตฝล‚ษ‡ลงaฬทmฬทษ‡nฬทลงษ‡ sฬทษ‡วฅแตพษø ฤ‘ษ‡ ษ‡sฬทø? Vแตพษ‡ล‚vษ‡ aฬท ษ‡ศผฤงaฬทษ แตพnฬท vษจsฬทลงaฬทฦถø. Con duda, el detective volvió a voltear. La escena en el callejón ya no estaba. En cambio, se encontró en la estación de policía, con todos mirándolo. Sin embargo, lo veían extraño, parecían aterrados, disgustados, perplejos. ¿Qué ocurría? Bajó la vista, él mismo estaba cubierto en sangre, sus manos sudorosas ahora ligeramente pegajosas por la sangre que se estaba secando. —No, yo... ¿Qué es esto? Yo no he sido. ¡No he sido yo! —se volteó, la figura aún estaba detrás de él—. ¡Fuiste tu! ¡Todo es por tu culpa! ¡Eres un maldito monstruo! ¿ษŽø, แตพnฬท mฬทønฬทsฬทลงษแตพø? ¿ลฆษ‡ ฤงaฬทsฬท vษจsฬทลงø ษ‡nฬท ษ‡ล‚ ษ‡sฬทแตฝษ‡ษ‰ø, ฤ‘ษ‡ลงษ‡ศผลงษจvษ‡? ษ†ษษ‡sฬท ษ‡xaฬทศผลงaฬทmฬทษ‡nฬทลงษ‡ ษจวฅแตพaฬทล‚ ๊—แตพษ‡ ษø. โฑฃษ‡ษø ล‚ø ษ‡nฬทลงษจษ‡nฬทฤ‘ø, ลงษจษ‡nฬทษ‡sฬท ๊—แตพษ‡ ฤ‘ษ‡sฬทศผaฬทษวฅaฬทษ ษ‡sฬทษ‡ ษ‡nฬทøษ‰ø, ษ‡nฬทลงษจษ‡nฬทฤ‘ø ๊—แตพษ‡ ล‚ø ๊—แตพษจษ‡ษaฬทsฬท nฬทษ‡วฅaฬทษ... โฑฃษ‡ษø แตฝษษ‡sฬทลงaฬท aฬทลงษ‡nฬทศผษจónฬท. Y todo volvió a cambiar, ahora estaba frente a un espejo, su rostro borroso, pero aún veía sangre en el resto de su cuerpo. Entonces, los gritos comenzaron, gritos de las víctimas a las que les arrebató la vida. Y luego, una risa, la del Destripador, regocijandose en el sufrimiento ajeno. Aaron sintió que el corazón iba a salirse por su boca, quería vomitar, quería abrirse el estómago, quería arrancarse la piel. Demasiadas cosas a la vez que lo hicieron gritar, llevando las manos a su rostro. Clavó uñas y dedos en la piel, en la carne y en los huesos para así tirar, destrozando todo. El dolor era inmenso, y con ellos llegaba un increíble sentimiento de culpa. Sømฬทøsฬท ษจวฅแตพaฬทล‚ษ‡sฬท, ศบaฬทษønฬท. ลฆแตพ ษ‡ษษ‡sฬท ษø. ษŽø sฬทøษ ลงแตพ. —¡NO ES CIERTO! ¡NO! —despertó con aquel grito, sentándose en su cama. Estaba completamente sudado, su corazón latiendo demasiado rápido y apenas logrando respirar bien. Llevó las manos a su rostro, tocándolo reiteradas veces, luego miró alrededor. Había sido una maldita pesadilla. Hacía mucho que no se sentía de esa forma. Todavía estaba con nauseas horribles, pero, por ahora... podía dar una pausa al saber que todo fue obra de su cabeza. Se giró para ver el reloj en su mesa de noche: 2 a.m. Serían unas largas horas hasta las 6.
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  • “Estás destinado a vivir en sombras”

    “Eres un engendro de la oscuridad.”

    “Eres un ๐—บ๐—ผ๐—ป๐˜€๐˜๐—ฟ๐˜‚๐—ผ.”

    Entonces sí, técnicamente la mayoría de esos insultos son verdad, no hay mentira en sus palabras ¿Qué puedo hacer? Por supuesto que los ignoro al igual que ese repugnante sabor de boca que siento después y el incómodo nudo en mi garganta. Caminar por las calles a veces es agotador por eso, cuando reconocen quién eres de alguna manera y se alejan. Pasar frente la florería y ver como las flores se marchitan, ver a los perros y cualquier animal vivo alejarse, poder escuchar el llanto de los niños que pasan a mi lado.

    ¡Quiero aclarar! No es algo que haga a propósito, quizás soy demasiado ambiente en este mundo ... Muy posiblemente también es el aura a muerte que poseo...

    Nah, no saben soportar.

    A veces siento que me tratan como si fuera ese jefe secreto que nadie quiere enfrentar después del nivel 50 y odian, o como un villano que no hace nada realmente malo porque es malo siendo malo y se viste gracioso, pero sigue siendo un villano. Eso me molesta porque creo que me visto mejor que eso.

    Pero...

    Todo desaparece cuando llego al escenario. Cuando sacas tus frustraciones con un micrófono y un público aullando de emoción. Gritan por tí, para tí y no contra tí. Adorando tu presencia por una vez.

    Una forma saludable y más legal de sacar lo que sientes, en mi humilde opinión.

    Definitivamente no me arrepiento de entrar en un bar en medio de la noche —por razones que me niego a recordar— emborracharme y cantar Mr Loverman a un grupo de otros borrachos desconocidos.
    “Estás destinado a vivir en sombras” “Eres un engendro de la oscuridad.” “Eres un ๐—บ๐—ผ๐—ป๐˜€๐˜๐—ฟ๐˜‚๐—ผ.” Entonces sí, técnicamente la mayoría de esos insultos son verdad, no hay mentira en sus palabras ¿Qué puedo hacer? Por supuesto que los ignoro al igual que ese repugnante sabor de boca que siento después y el incómodo nudo en mi garganta. Caminar por las calles a veces es agotador por eso, cuando reconocen quién eres de alguna manera y se alejan. Pasar frente la florería y ver como las flores se marchitan, ver a los perros y cualquier animal vivo alejarse, poder escuchar el llanto de los niños que pasan a mi lado. ¡Quiero aclarar! No es algo que haga a propósito, quizás soy demasiado ambiente en este mundo ... Muy posiblemente también es el aura a muerte que poseo... Nah, no saben soportar. A veces siento que me tratan como si fuera ese jefe secreto que nadie quiere enfrentar después del nivel 50 y odian, o como un villano que no hace nada realmente malo porque es malo siendo malo y se viste gracioso, pero sigue siendo un villano. Eso me molesta porque creo que me visto mejor que eso. Pero... Todo desaparece cuando llego al escenario. Cuando sacas tus frustraciones con un micrófono y un público aullando de emoción. Gritan por tí, para tí y no contra tí. Adorando tu presencia por una vez. Una forma saludable y más legal de sacar lo que sientes, en mi humilde opinión. Definitivamente no me arrepiento de entrar en un bar en medio de la noche —por razones que me niego a recordar— emborracharme y cantar Mr Loverman a un grupo de otros borrachos desconocidos.
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  • En el pequeño estudio que Sei Muramasa alquilaba en Shibuya, los lienzos se apilaban en un rincón como testigos mudos de su tormento.


    [ https://youtu.be/Yg4HWaLHUls?si=hgAqxWv2YTopqe6O ]

    Cada uno era un grito de ira, una explosión de sangre y dolor plasmada con pinceladas violentas. Aunque su técnica era admirable, Sei no podía evitar sentir un vacío opresivo cada vez que daba un paso atrás para observar su trabajo. Todo lo que pintaba parecía una extensión de sus propios traumas, una repetición infinita de los horrores que había vivido.

    El bloqueo artístico había comenzado meses atrás, cuando intentó pintar algo diferente: un campo de flores que había visto en un libro viejo de botánica. Sin embargo, a medida que las flores tomaban forma, su mente traicionera le mostraba imágenes de su infancia, de Hiro arrancándole pétalos a una rosa mientras le susurraba amenazas.

    Antes de darse cuenta, había destrozado el lienzo con una espátula, convirtiéndolo en un caos de rojos y negros. Desde entonces, cada intento de crear algo bello terminaba de la misma manera. Incluso cuando intentaba pintar algo tan simple como un amanecer, sus manos, como poseídas, transformaban los tonos cálidos en escenarios de destrucción. Sangre goteando de un cielo carmesí, cuerpos deformados emergiendo de las sombras.

    โ”€"¿Por qué no puedo escapar de esto?" โ”€
    pensaba, frustrado, golpeando su mesa de trabajo, o peor aún, volviendo a su necesidad de herirse hasta ver sangre pada calmar su nerviosismo.

    Esa noche, Sei decidió intentar algo diferente. Encendió un cigarro de cierta planta prohibida en Japón con un toque de aceite de cierto uso tambien prohibido, una recomendación que había obtenido de un viejo amigo que tambien padecia de demonios incontrolables.
    Con una taza de café negro y el ruido de la lluvia golpeando la ventana, se obligó a relajar su mente. Frente a un lienzo nuevo, blanco como una página en blanco, tomó el pincel con determinación.



    [ https://youtube.com/watch?v=_KMUKz4LKX0&si=22bw2sV1aKu43-sa ]

    โ”€โ”€ Solo colores claros.โ”€ Empezó con amarillo, un tono suave que le recordaba la calma del amanecer. Añadió un blanco marfil, representando las sabanas blancas de su cama que su mamá le ponia todos los dias.
    Pero cuando su mano intentó añadir rojo, un calor abrasador recorrió su cuerpo. La imagen de Hiro, con su sonrisa cruel, apareció en su mente como una cicatriz imborrable.

    Su respiración se agitó. Los trazos se volvieron erráticos. Sin darse cuenta, el color se oscureció hasta volverse un negro opresivo, todo se manchó con manchas rojas como heridas abiertas, y el amarillo casi desapareció por completo. El lienzo frente a él se transformó en algo que podia ver aun con los ojos cerrados luchando por escapar de un abismo. Sei se sentó frente a su obra exhausto.

    Mientras observaba la pintura, algo dentro de él cambió. Tal vez no podía escapar de su oscuridad, pero podía usarla. Transformarla. No para glorificarla, sino para entenderla. Sei decidió dejar ese cuadro intacto, sin destruirlo como los anteriores. Era el espejo de su alma. Y aunque odiaba lo que veía, sabía que enfrentarlo era su única forma de sobrevivir.
    En el pequeño estudio que Sei Muramasa alquilaba en Shibuya, los lienzos se apilaban en un rincón como testigos mudos de su tormento. [ https://youtu.be/Yg4HWaLHUls?si=hgAqxWv2YTopqe6O ] Cada uno era un grito de ira, una explosión de sangre y dolor plasmada con pinceladas violentas. Aunque su técnica era admirable, Sei no podía evitar sentir un vacío opresivo cada vez que daba un paso atrás para observar su trabajo. Todo lo que pintaba parecía una extensión de sus propios traumas, una repetición infinita de los horrores que había vivido. El bloqueo artístico había comenzado meses atrás, cuando intentó pintar algo diferente: un campo de flores que había visto en un libro viejo de botánica. Sin embargo, a medida que las flores tomaban forma, su mente traicionera le mostraba imágenes de su infancia, de Hiro arrancándole pétalos a una rosa mientras le susurraba amenazas. Antes de darse cuenta, había destrozado el lienzo con una espátula, convirtiéndolo en un caos de rojos y negros. Desde entonces, cada intento de crear algo bello terminaba de la misma manera. Incluso cuando intentaba pintar algo tan simple como un amanecer, sus manos, como poseídas, transformaban los tonos cálidos en escenarios de destrucción. Sangre goteando de un cielo carmesí, cuerpos deformados emergiendo de las sombras. โ”€"¿Por qué no puedo escapar de esto?" โ”€ pensaba, frustrado, golpeando su mesa de trabajo, o peor aún, volviendo a su necesidad de herirse hasta ver sangre pada calmar su nerviosismo. Esa noche, Sei decidió intentar algo diferente. Encendió un cigarro de cierta planta prohibida en Japón con un toque de aceite de cierto uso tambien prohibido, una recomendación que había obtenido de un viejo amigo que tambien padecia de demonios incontrolables. Con una taza de café negro y el ruido de la lluvia golpeando la ventana, se obligó a relajar su mente. Frente a un lienzo nuevo, blanco como una página en blanco, tomó el pincel con determinación. [ https://youtube.com/watch?v=_KMUKz4LKX0&si=22bw2sV1aKu43-sa ] โ”€โ”€ Solo colores claros.โ”€ Empezó con amarillo, un tono suave que le recordaba la calma del amanecer. Añadió un blanco marfil, representando las sabanas blancas de su cama que su mamá le ponia todos los dias. Pero cuando su mano intentó añadir rojo, un calor abrasador recorrió su cuerpo. La imagen de Hiro, con su sonrisa cruel, apareció en su mente como una cicatriz imborrable. Su respiración se agitó. Los trazos se volvieron erráticos. Sin darse cuenta, el color se oscureció hasta volverse un negro opresivo, todo se manchó con manchas rojas como heridas abiertas, y el amarillo casi desapareció por completo. El lienzo frente a él se transformó en algo que podia ver aun con los ojos cerrados luchando por escapar de un abismo. Sei se sentó frente a su obra exhausto. Mientras observaba la pintura, algo dentro de él cambió. Tal vez no podía escapar de su oscuridad, pero podía usarla. Transformarla. No para glorificarla, sino para entenderla. Sei decidió dejar ese cuadro intacto, sin destruirlo como los anteriores. Era el espejo de su alma. Y aunque odiaba lo que veía, sabía que enfrentarlo era su única forma de sobrevivir.
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  • ใ€‹¿Por qué no dices abiertamente que eres un escritor?ใ€Š

    Una pregunta que suele recibir el mayor.

    ใ€‹ Sin duda te tratarían mejor si supieran que no eres solo un "profesor retirado"ใ€Š

    โ”€ Ese es el detalle. Si la gente supiera lo que escribo, no podria pasar desapercibido. No podria disfrutar de mi dia a dia.

    Hay una paz reconfortante en que solo mi manager sepa mi identidad.
    Y que el resto no sepa que yo escribí el libro que ahora les tiene peor que adictos; es una alegría, casi euforia ver sus rostros cambiar de la felicidad al enojo, o verlos llorar a mi antojo por no darles su final ideal.
    Es peculiar ser un hombre tan cerrado, pero que a la vez en sus libros crea escenarios pasionales que deja a mas de una deseando por esos personajes en la vida real.

    Claro que veo los comentarios, en donde teorizan que soy una mujer, otros donde creen que soy una IA y otros donde aseguran que soy un gay que desea ser mujer. Creen imposible que un hombre pueda escribir de mujeres dominantes, sensibles pero severas.
    Les parece increíble crear mujeres complejas y hombres burdos y materialistas... Despues de todo.. trabajar con Miyazaki san, sí me ayudó. โ”€โ”€
    ใ€‹¿Por qué no dices abiertamente que eres un escritor?ใ€Š Una pregunta que suele recibir el mayor. ใ€‹ Sin duda te tratarían mejor si supieran que no eres solo un "profesor retirado"ใ€Š โ”€ Ese es el detalle. Si la gente supiera lo que escribo, no podria pasar desapercibido. No podria disfrutar de mi dia a dia. Hay una paz reconfortante en que solo mi manager sepa mi identidad. Y que el resto no sepa que yo escribí el libro que ahora les tiene peor que adictos; es una alegría, casi euforia ver sus rostros cambiar de la felicidad al enojo, o verlos llorar a mi antojo por no darles su final ideal. Es peculiar ser un hombre tan cerrado, pero que a la vez en sus libros crea escenarios pasionales que deja a mas de una deseando por esos personajes en la vida real. Claro que veo los comentarios, en donde teorizan que soy una mujer, otros donde creen que soy una IA y otros donde aseguran que soy un gay que desea ser mujer. Creen imposible que un hombre pueda escribir de mujeres dominantes, sensibles pero severas. Les parece increíble crear mujeres complejas y hombres burdos y materialistas... Despues de todo.. trabajar con Miyazaki san, sí me ayudó. โ”€โ”€
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    La noche había caído sobre el mundo humano, envolviendo todo en un manto de calma y misterio. El aire fresco llevaba consigo el susurro de las hojas, y la luz de la luna se filtraba a través de las copas de los árboles, pintando el suelo con tonos plateados. Este era el escenario perfecto para lo que tenía en mente.

    Con mi cetro en mano, me adentré un poco más en el bosque, buscando un claro lo suficientemente amplio. La gema en la punta del cetro brillaba tenuemente, como si sintiera la energía que corría por mis venas.

    No puedo evitar sonreír. Practicar en este mundo es diferente, más desafiante, al no sentir la magia de mi mundo tan presente, pero también más emocionante, me hace esforzarme mas y adaptarme.
    La noche había caído sobre el mundo humano, envolviendo todo en un manto de calma y misterio. El aire fresco llevaba consigo el susurro de las hojas, y la luz de la luna se filtraba a través de las copas de los árboles, pintando el suelo con tonos plateados. Este era el escenario perfecto para lo que tenía en mente. Con mi cetro en mano, me adentré un poco más en el bosque, buscando un claro lo suficientemente amplio. La gema en la punta del cetro brillaba tenuemente, como si sintiera la energía que corría por mis venas. No puedo evitar sonreír. Practicar en este mundo es diferente, más desafiante, al no sentir la magia de mi mundo tan presente, pero también más emocionante, me hace esforzarme mas y adaptarme.
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  • Ya llevaba demasiadas noches sin dormir, su cuerpo se movía en piloto automático, apenas escuchaba cuando alguien le hablaba cada vez que iba fuera de casa.

    Los casos se acumulaban, y no cualquiera, los suyos (o, quizás, los de Jack). No dejar evidencia era agotador para el momento en que lo llamaban para ayudar en las escenas del crimen. Él era quien tenía ojo afilado, claro que iban a llamarlo si no encontraban nada.

    Aaron no podía simplemente decir que era él, no quería ir a la cárcel, después de todos los asesinatos cometidos jamás iba a salir. No solo eso, Jack no iba a callarse si no continuaba con el trabajo. Incluso ahora, estaba diciéndole que volviera a tomar el cuchillo y a cortar gargantas.

    Masajeó su sien, cerrando los ojos, a la vez que con la otra mano sostenía una carta. La carta que él escribió con uno de los primeros asesinatos. Una réplica casi exacta de aquella que se burló de los policías hace años, solo con leves modificaciones, pero la letra era la misma.

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    Ya llevaba demasiadas noches sin dormir, su cuerpo se movía en piloto automático, apenas escuchaba cuando alguien le hablaba cada vez que iba fuera de casa. Los casos se acumulaban, y no cualquiera, los suyos (o, quizás, los de Jack). No dejar evidencia era agotador para el momento en que lo llamaban para ayudar en las escenas del crimen. Él era quien tenía ojo afilado, claro que iban a llamarlo si no encontraban nada. Aaron no podía simplemente decir que era él, no quería ir a la cárcel, después de todos los asesinatos cometidos jamás iba a salir. No solo eso, Jack no iba a callarse si no continuaba con el trabajo. Incluso ahora, estaba diciéndole que volviera a tomar el cuchillo y a cortar gargantas. Masajeó su sien, cerrando los ojos, a la vez que con la otra mano sostenía una carta. La carta que él escribió con uno de los primeros asesinatos. Una réplica casi exacta de aquella que se burló de los policías hace años, solo con leves modificaciones, pero la letra era la misma. «๐‘ธ๐’–๐’†๐’“๐’Š๐’…๐’ ๐‘ฑ๐’†๐’‡๐’†, ๐‘ช๐’๐’๐’”๐’•๐’‚๐’๐’•๐’†๐’Ž๐’†๐’๐’•๐’† ๐’๐’Š๐’ˆ๐’ ๐’’๐’–๐’† ๐’๐’‚ ๐’‘๐’๐’๐’Š๐’„í๐’‚ ๐’Ž๐’† ๐’‚๐’•๐’“๐’‚๐’‘๐’‚๐’“á, ๐’‘๐’†๐’“๐’ ๐’๐’ ๐’Ž๐’† ๐’†๐’„๐’‰๐’‚๐’“á๐’ ๐’Ž๐’‚๐’๐’ ๐’•๐’๐’…๐’‚๐’—í๐’‚. ๐‘ด๐’† ๐’‰๐’† ๐’“๐’†í๐’…๐’ ๐’„๐’–๐’‚๐’๐’…๐’ ๐’‘๐’‚๐’“๐’†๐’„๐’†๐’ ๐’•๐’‚๐’ ๐’๐’Š๐’”๐’•๐’๐’” ๐’š ๐’…๐’Š๐’„๐’†๐’ ๐’’๐’–๐’† ๐’†๐’”๐’•á๐’ ๐’•๐’“๐’‚๐’” ๐’๐’‚ ๐’‘๐’Š๐’”๐’•๐’‚ ๐’„๐’๐’“๐’“๐’†๐’„๐’•๐’‚. ¿๐‘น๐’†๐’„๐’–๐’†๐’“๐’…๐’‚๐’ ๐’†๐’”๐’† ๐’„๐’‰๐’Š๐’”๐’•๐’† ๐’”๐’๐’ƒ๐’“๐’† “๐‘ด๐’‚๐’๐’…๐’Š๐’ ๐’…๐’† ๐‘ช๐’–๐’†๐’“๐’”? ๐‘จú๐’ ๐’Ž๐’† ๐’‘๐’‚๐’“๐’•๐’ ๐’…๐’† ๐’“๐’Š๐’”๐’‚. ๐‘จ๐’‰๐’๐’“๐’‚ ๐’๐’…๐’Š๐’ ๐’‚ ๐’„๐’‚๐’…๐’‚ ๐’–๐’๐’ ๐’…๐’† ๐’–๐’”๐’•๐’†๐’…๐’†๐’” ๐’š ๐’๐’ ๐’…๐’†๐’‹๐’‚๐’“é ๐’…๐’† ๐’…๐’†๐’”๐’•๐’“๐’Š๐’‘๐’‚๐’“๐’๐’๐’” ๐’‰๐’‚๐’”๐’•๐’‚ ๐’’๐’–๐’† ๐’Ž๐’† ๐’‰๐’‚๐’“๐’•๐’†. ๐‘ฌ๐’ ú๐’๐’•๐’Š๐’Ž๐’ ๐’‡๐’–๐’† ๐’–๐’ ๐’•๐’“๐’‚๐’ƒ๐’‚๐’‹๐’ ๐’ˆ๐’“๐’‚๐’๐’…๐’Š๐’๐’”๐’. ๐‘ต๐’ ๐’๐’† ๐’…๐’Š ๐’•๐’Š๐’†๐’Ž๐’‘๐’ ๐’‚ ๐’๐’‚ ๐’”๐’†ñ๐’๐’“๐’Š๐’•๐’‚ ๐’๐’Š ๐’…๐’† ๐’„๐’‰๐’Š๐’๐’๐’‚๐’“. ¿๐‘ชó๐’Ž๐’ ๐’Ž๐’† ๐’‚๐’•๐’“๐’‚๐’‘๐’‚๐’“á๐’ ๐’‚๐’‰๐’๐’“๐’‚? ๐‘ด๐’† ๐’†๐’๐’„๐’‚๐’๐’•๐’‚ ๐’Ž๐’Š ๐’•๐’“๐’‚๐’ƒ๐’‚๐’‹๐’ ๐’š ๐’’๐’–๐’Š๐’†๐’“๐’ ๐’†๐’Ž๐’‘๐’†๐’›๐’‚๐’“ ๐’…๐’† ๐’๐’–๐’†๐’—๐’ ๐’”๐’Š ๐’•๐’†๐’๐’ˆ๐’ ๐’๐’‚ ๐’๐’‘๐’๐’“๐’•๐’–๐’๐’Š๐’…๐’‚๐’…. ๐‘ท๐’“๐’๐’๐’•๐’ ๐’๐’Š๐’“á๐’ ๐’‰๐’‚๐’ƒ๐’๐’‚๐’“ ๐’…๐’† ๐’Ží ๐’–๐’๐’‚ ๐’—๐’†๐’› ๐’Žá๐’”, ๐’š ๐’…๐’† ๐’Ž๐’Š๐’” ๐’…๐’Š๐’—๐’†๐’“๐’•๐’Š๐’…๐’๐’” ๐’‹๐’–๐’†๐’ˆ๐’–๐’†๐’„๐’Š๐’•๐’๐’”. ๐‘ฎ๐’–๐’‚๐’“๐’…é ๐’‚๐’๐’ˆ๐’ ๐’…๐’† ๐’๐’‚ ๐’”๐’–๐’”๐’•๐’‚๐’๐’„๐’Š๐’‚ ๐’“๐’๐’‹๐’‚ ๐’†๐’ ๐’–๐’๐’‚ ๐’ƒ๐’๐’•๐’†๐’๐’๐’‚ ๐’…๐’† ๐’„๐’†๐’“๐’—๐’†๐’›๐’‚ ๐’…๐’† ๐’‹๐’†๐’๐’ˆ๐’Š๐’ƒ๐’“๐’† ๐’‘๐’‚๐’“๐’‚ ๐’†๐’”๐’„๐’“๐’Š๐’ƒ๐’Š๐’“, ๐’†๐’”๐’•๐’‚ ๐’—๐’†๐’› ๐’„๐’–๐’Š๐’…๐’‚๐’๐’…๐’ ๐’’๐’–๐’† ๐’๐’ ๐’”๐’† ๐’†๐’”๐’‘๐’†๐’”๐’†. ๐‘ฏ๐’‚ ๐’”๐’†๐’“๐’—๐’Š๐’…๐’ ๐’…๐’† ๐’Ž๐’‚๐’“๐’‚๐’—๐’Š๐’๐’๐’‚, ๐’‰๐’‚, ๐’‰๐’‚. ๐‘ฌ๐’ ๐’†๐’ ๐’‘๐’“ó๐’™๐’Š๐’Ž๐’ ๐’•๐’“๐’‚๐’ƒ๐’‚๐’‹๐’ ๐’๐’† ๐’„๐’๐’“๐’•๐’‚๐’“é ๐’๐’‚๐’” ๐’๐’“๐’†๐’‹๐’‚๐’” ๐’‚ ๐’‚๐’๐’ˆ๐’–๐’Š๐’†๐’ ๐’Žá๐’”, ๐’๐’†๐’” ๐’”๐’‚๐’„๐’‚๐’“é ๐’๐’๐’” ๐’๐’‹๐’๐’” ๐’š ๐’๐’‚๐’” ๐’†๐’๐’—๐’Š๐’‚๐’“é ๐’‚ ๐’๐’‚ ๐’‘๐’๐’๐’Š๐’„í๐’‚ ๐’‘๐’‚๐’“๐’‚ ๐’…๐’Š๐’—๐’†๐’“๐’•๐’Š๐’“๐’Ž๐’†. ๐‘ฎ๐’–๐’‚๐’“๐’…๐’†๐’ ๐’†๐’”๐’•๐’‚ ๐’„๐’‚๐’“๐’•๐’‚ ๐’†๐’ ๐’”๐’†๐’„๐’“๐’†๐’•๐’ ๐’‰๐’‚๐’”๐’•๐’‚ ๐’’๐’–๐’† ๐’‰๐’‚๐’š๐’‚ ๐’‰๐’†๐’„๐’‰๐’ ๐’–๐’ ๐’‘๐’๐’„๐’ ๐’Žá๐’” ๐’…๐’† ๐’•๐’“๐’‚๐’ƒ๐’‚๐’‹๐’ ๐’š ๐’…๐’†๐’”๐’‘๐’–é๐’” ๐’‘๐’–๐’ƒ๐’í๐’’๐’–๐’†๐’๐’‚ ๐’”๐’Š๐’ ๐’“๐’๐’…๐’†๐’๐’”. ๐‘ด๐’Š ๐’„๐’–๐’„๐’‰๐’Š๐’๐’๐’ ๐’†๐’” ๐’•๐’‚๐’ ๐’ƒ๐’๐’๐’Š๐’•๐’ ๐’š ๐’‚๐’‡๐’Š๐’๐’‚๐’…๐’ ๐’’๐’–๐’† ๐’’๐’–๐’Š๐’”๐’Š๐’†๐’“๐’‚ ๐’‘๐’๐’๐’†๐’“๐’Ž๐’† ๐’‚ ๐’•๐’“๐’‚๐’ƒ๐’‚๐’‹๐’‚๐’“ ๐’‚๐’‰๐’๐’“๐’‚ ๐’Ž๐’Š๐’”๐’Ž๐’ ๐’”๐’Š ๐’•๐’†๐’๐’ˆ๐’ ๐’๐’‚ ๐’๐’„๐’‚๐’”๐’Šó๐’. ๐‘ฉ๐’–๐’†๐’๐’‚ ๐’”๐’–๐’†๐’“๐’•๐’†. ๐‘บ๐’Š๐’๐’„๐’†๐’“๐’‚๐’Ž๐’†๐’๐’•๐’† ๐’”๐’–๐’š๐’, ๐‘ฑ๐’‚๐’„๐’Œ ๐’†๐’ ๐‘ซ๐’†๐’”๐’•๐’“๐’Š๐’‘๐’‚๐’…๐’๐’“.»
    Me encocora
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  • La habitación de Robin estaba bañada por la luz tenue de las estrellas que se filtraba por la ventana. Era un lugar sencillo, pero cómodo, un refugio en medio de su vida nómada entre viajes espaciales y escenarios llenos de multitudes. Sin embargo, aquella noche, la tranquilidad de su entorno no lograba calmar el remolino de pensamientos que la mantenía despierta.

    Se sentó en la cama, abrazando sus rodillas, y dejó escapar un largo suspiro. En el silencio, su mente volvió a aquel día, el caos que lo cambió todo. El recuerdo seguía fresco: gritos, el eco de explosiones, y la sensación de que el aire se hacía cada vez más pesado. Entonces, en medio de la desesperación, apareció él.

    Songster.

    Había llegado como un espectro entre las sombras, eliminando amenazas con una precisión aterradora. Lo último que Robin recordó antes de desmayarse fue sentir cómo unos brazos fuertes la sujetaban y la sacaban de aquel infierno. Desde entonces, él había estado a su lado, protegiéndola sin descanso.

    Robin apartó la mirada de la ventana y la dirigió hacia la puerta cerrada. Sabía que Songster estaba ahí, del otro lado, tan vigilante como siempre. No llevaban mucho tiempo juntos, pero su presencia ya se había convertido en una constante, algo que inconscientemente buscaba en los momentos de calma y peligro por igual.

    Había algo en él que la desconcertaba. Su carácter reservado y distante era tan distinto al de ella, siempre efusiva y sociable. Pero, a pesar de las diferencias, Robin había comenzado a notar lo mucho que dependía de esa figura silenciosa. Y no era solo por la seguridad que él le proporcionaba; había algo más. Algo que crecía con cada gesto contenido, con cada mirada que él le dirigía cuando creía que ella no se daba cuenta.

    Robin se dejó caer hacia atrás, hundiendo la cabeza en las almohadas. Cerró los ojos y habló en un susurro, casi para sí misma:

    —Gracias por estar aquí… siempre.

    El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Al contrario, era una respuesta que, de algún modo, ella esperaba. Sin embargo, el leve sonido de un movimiento al otro lado de la puerta llegó a sus oídos. Apenas perceptible, pero suficiente para que Robin supiera que él la había escuchado.

    Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras abrazaba la manta con más fuerza. No necesitaba palabras. En el mutismo de Songster había algo reconfortante, algo que hablaba más fuerte que cualquier respuesta.

    Aquella noche, Robin se permitió sentirse verdaderamente a salvo.
    La habitación de Robin estaba bañada por la luz tenue de las estrellas que se filtraba por la ventana. Era un lugar sencillo, pero cómodo, un refugio en medio de su vida nómada entre viajes espaciales y escenarios llenos de multitudes. Sin embargo, aquella noche, la tranquilidad de su entorno no lograba calmar el remolino de pensamientos que la mantenía despierta. Se sentó en la cama, abrazando sus rodillas, y dejó escapar un largo suspiro. En el silencio, su mente volvió a aquel día, el caos que lo cambió todo. El recuerdo seguía fresco: gritos, el eco de explosiones, y la sensación de que el aire se hacía cada vez más pesado. Entonces, en medio de la desesperación, apareció él. Songster. Había llegado como un espectro entre las sombras, eliminando amenazas con una precisión aterradora. Lo último que Robin recordó antes de desmayarse fue sentir cómo unos brazos fuertes la sujetaban y la sacaban de aquel infierno. Desde entonces, él había estado a su lado, protegiéndola sin descanso. Robin apartó la mirada de la ventana y la dirigió hacia la puerta cerrada. Sabía que Songster estaba ahí, del otro lado, tan vigilante como siempre. No llevaban mucho tiempo juntos, pero su presencia ya se había convertido en una constante, algo que inconscientemente buscaba en los momentos de calma y peligro por igual. Había algo en él que la desconcertaba. Su carácter reservado y distante era tan distinto al de ella, siempre efusiva y sociable. Pero, a pesar de las diferencias, Robin había comenzado a notar lo mucho que dependía de esa figura silenciosa. Y no era solo por la seguridad que él le proporcionaba; había algo más. Algo que crecía con cada gesto contenido, con cada mirada que él le dirigía cuando creía que ella no se daba cuenta. Robin se dejó caer hacia atrás, hundiendo la cabeza en las almohadas. Cerró los ojos y habló en un susurro, casi para sí misma: —Gracias por estar aquí… siempre. El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Al contrario, era una respuesta que, de algún modo, ella esperaba. Sin embargo, el leve sonido de un movimiento al otro lado de la puerta llegó a sus oídos. Apenas perceptible, pero suficiente para que Robin supiera que él la había escuchado. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras abrazaba la manta con más fuerza. No necesitaba palabras. En el mutismo de Songster había algo reconfortante, algo que hablaba más fuerte que cualquier respuesta. Aquella noche, Robin se permitió sentirse verdaderamente a salvo.
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