• El Bartender de La Rapsodia
    Fandom OC
    Categoría Original
    ||Rol libre, únase el que quiera||

    El aire en La Rapsodia Carmesí vibraba con una energía palpable, una mezcla embriagadora de sudor, luces estroboscópicas carmesíes y el latido profundo de la música electrónica que Alexander mismo había compuesto. El club, escondido tras una fachada anodina en una calle lateral de Hongdae, era su santuario secreto, un lugar donde las convenciones se desvanecían y la gente se entregaba al ritmo primal.

    Esta noche, sin embargo, Alexander no estaba en la cabina del DJ ni guiando los movimientos de sus bailarines. Vestido con una camiseta negra ajustada que dejaba entrever los músculos tensos de sus brazos y un delantal de cuero oscuro, se movía con una eficiencia silenciosa detrás de la barra. Su cabello azabache, generalmente impecable, estaba ligeramente revuelto, y su intensa mirada café observaba la pista de baile como un halcón acechando a su presa.

    Fingir ser un simple bartender era una estrategia. Le permitía observar, sentir el pulso del club, identificar cualquier amenaza potencial sin levantar sospechas. Su aroma, usualmente una mezcla embriagadora de cedro y metal, estaba sutilmente reprimido, mezclándose con los efluvios de alcohol y feromonas que flotaban en el aire.

    Una joven con cabello de color fantasía y ojos delineados con glitter se acercó a la barra. Su aroma dulce y ligeramente ansioso la delataba como una Omega nerviosa.

    "Un 'Sangre de Demonio', por favor," pidió, su voz apenas audible por encima del ritmo palpitante.

    Alexander asintió con una cortesía fría y profesional, sus movimientos al preparar el cóctel eran precisos y rápidos, producto de años de disciplina militar. Mientras vertía el licor carmesí, sus sentidos agudizados captaron una conversación cerca de la entrada. Dos hombres con auras ásperas y un aroma familiar a Alfa estaban hablando en voz baja, sus miradas recorriendo el club con una intensidad que no era de simples curiosos.

    Su instinto licántropo se encendió, una punzada de alerta recorriéndole la espalda. Eran Alfas desconocidos, y su presencia en su territorio era una nota discordante en la sinfonía de la noche.

    Entregó el cóctel a la joven, sus dedos rozando brevemente los de ella. Pudo sentir una ligera descarga de excitación nerviosa, un testimonio de la energía que emanaba incluso de su fachada de bartender.

    "Aquí tienes," dijo, su voz un murmullo grave que apenas superaba la música. Sus ojos, por un instante, se encontraron con los de ella, transmitiendo una calma inusual en medio del caos.

    Mientras la Omega se alejaba hacia la pista de baile, Alexander apoyó los antebrazos en la barra, su mirada fija en los dos Alfas de la entrada. Su fachada de bartender tranquilo no reflejaba la tensión que se acumulaba bajo su piel. Su lado demoníaco disfrutaba del peligro, la anticipación del conflicto. Su lado licántropo, en cambio, sentía la necesidad de proteger su territorio, su manada de bailarines que se movían ajenos a la potencial amenaza.

    Una leve sonrisa, fría y depredadora, curvó sus labios por un instante. Fingir ser alguien que no era tenía sus ventajas. Subestimarlo sería su mayor error. La noche en La Rapsodia Carmesí aún era joven, y Alexander Wolfen estaba listo para cualquier melodía que tuviera que bailar.
    ||Rol libre, únase el que quiera|| El aire en La Rapsodia Carmesí vibraba con una energía palpable, una mezcla embriagadora de sudor, luces estroboscópicas carmesíes y el latido profundo de la música electrónica que Alexander mismo había compuesto. El club, escondido tras una fachada anodina en una calle lateral de Hongdae, era su santuario secreto, un lugar donde las convenciones se desvanecían y la gente se entregaba al ritmo primal. Esta noche, sin embargo, Alexander no estaba en la cabina del DJ ni guiando los movimientos de sus bailarines. Vestido con una camiseta negra ajustada que dejaba entrever los músculos tensos de sus brazos y un delantal de cuero oscuro, se movía con una eficiencia silenciosa detrás de la barra. Su cabello azabache, generalmente impecable, estaba ligeramente revuelto, y su intensa mirada café observaba la pista de baile como un halcón acechando a su presa. Fingir ser un simple bartender era una estrategia. Le permitía observar, sentir el pulso del club, identificar cualquier amenaza potencial sin levantar sospechas. Su aroma, usualmente una mezcla embriagadora de cedro y metal, estaba sutilmente reprimido, mezclándose con los efluvios de alcohol y feromonas que flotaban en el aire. Una joven con cabello de color fantasía y ojos delineados con glitter se acercó a la barra. Su aroma dulce y ligeramente ansioso la delataba como una Omega nerviosa. "Un 'Sangre de Demonio', por favor," pidió, su voz apenas audible por encima del ritmo palpitante. Alexander asintió con una cortesía fría y profesional, sus movimientos al preparar el cóctel eran precisos y rápidos, producto de años de disciplina militar. Mientras vertía el licor carmesí, sus sentidos agudizados captaron una conversación cerca de la entrada. Dos hombres con auras ásperas y un aroma familiar a Alfa estaban hablando en voz baja, sus miradas recorriendo el club con una intensidad que no era de simples curiosos. Su instinto licántropo se encendió, una punzada de alerta recorriéndole la espalda. Eran Alfas desconocidos, y su presencia en su territorio era una nota discordante en la sinfonía de la noche. Entregó el cóctel a la joven, sus dedos rozando brevemente los de ella. Pudo sentir una ligera descarga de excitación nerviosa, un testimonio de la energía que emanaba incluso de su fachada de bartender. "Aquí tienes," dijo, su voz un murmullo grave que apenas superaba la música. Sus ojos, por un instante, se encontraron con los de ella, transmitiendo una calma inusual en medio del caos. Mientras la Omega se alejaba hacia la pista de baile, Alexander apoyó los antebrazos en la barra, su mirada fija en los dos Alfas de la entrada. Su fachada de bartender tranquilo no reflejaba la tensión que se acumulaba bajo su piel. Su lado demoníaco disfrutaba del peligro, la anticipación del conflicto. Su lado licántropo, en cambio, sentía la necesidad de proteger su territorio, su manada de bailarines que se movían ajenos a la potencial amenaza. Una leve sonrisa, fría y depredadora, curvó sus labios por un instante. Fingir ser alguien que no era tenía sus ventajas. Subestimarlo sería su mayor error. La noche en La Rapsodia Carmesí aún era joven, y Alexander Wolfen estaba listo para cualquier melodía que tuviera que bailar.
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  • Una incursión fallida
    Fandom Genshin impact
    Categoría Acción
    Rol con: [eclipse_platinum_kangaroo_126]
    Lugar: El abismo.

    Llevaba un rato esperando en las puertas del abismo. Y como no, Tartaglia llegaba tarde, jodidamente tarde. Suspiró carente de paciencia.

    << Seguro que se ha quedado haciendo el imbecil en Liyue con el idiota del viajero. Patético, haciendo amistad con el jodido enemigo>> pensó irritado, corroborando una vez más su hipótesis de que Childe tenía la fuerza y mente de un niño. Le parecía casi una ofensa que lo hubieran destinado como su compañero en aquella incursión al abismo, obviamente no era nada difícil para Scaramouche. Pero, no le hacía gracia tener que hacer de niñera de alguien con un cargo inferior al suyo y que además, no tenía sentido alguno de la responsabilidad y menos aún de la eficiencia.

    Casi, lo había tomado como un castigo, por fracasar en su última misión por culpa de aquel viajero, con el que el pelirrojo parecía llevarse tan bien. Por supuesto, no había sido el único Signora también sus planes frustrados, y Childe onviamente también, de modo que nadie podía recriminarle absolutamente nada, o no al menos sin vérselas con su afilada lengua. oor que si, era una marioneta, pero una que nadie podía controlar.

    Mientras esperaba, sacó de una de sus mangas una pequeña lista de materiales que Dottore pretendía conseguir al enviarlos a aquella mision, se trataba de salas intermedias, no debia de haber ningún problema para abrirse paso. Iba a ser sencillo.
    Rol con: [eclipse_platinum_kangaroo_126] Lugar: El abismo. Llevaba un rato esperando en las puertas del abismo. Y como no, Tartaglia llegaba tarde, jodidamente tarde. Suspiró carente de paciencia. << Seguro que se ha quedado haciendo el imbecil en Liyue con el idiota del viajero. Patético, haciendo amistad con el jodido enemigo>> pensó irritado, corroborando una vez más su hipótesis de que Childe tenía la fuerza y mente de un niño. Le parecía casi una ofensa que lo hubieran destinado como su compañero en aquella incursión al abismo, obviamente no era nada difícil para Scaramouche. Pero, no le hacía gracia tener que hacer de niñera de alguien con un cargo inferior al suyo y que además, no tenía sentido alguno de la responsabilidad y menos aún de la eficiencia. Casi, lo había tomado como un castigo, por fracasar en su última misión por culpa de aquel viajero, con el que el pelirrojo parecía llevarse tan bien. Por supuesto, no había sido el único Signora también sus planes frustrados, y Childe onviamente también, de modo que nadie podía recriminarle absolutamente nada, o no al menos sin vérselas con su afilada lengua. oor que si, era una marioneta, pero una que nadie podía controlar. Mientras esperaba, sacó de una de sus mangas una pequeña lista de materiales que Dottore pretendía conseguir al enviarlos a aquella mision, se trataba de salas intermedias, no debia de haber ningún problema para abrirse paso. Iba a ser sencillo.
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  • Conociendo la habilidad especial del Doctor Hayes
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    El aire de la clínica de la ciudad, Vance Animal Hospital, olía a antiséptico y a dinero. El sol de la mañana se filtraba por los ventanales de suelo a techo, iluminando el impecable suelo de baldosas blancas y las elegantes sillas de cuero en la sala de espera. Jasper, vestido con una camisa de lino de un color neutro y pantalones bien ajustados, era la imagen misma de la eficiencia. Su voz, tranquila y serena, sonaba por el auricular mientras respondía a las preguntas de un cliente sobre un exótico gato de Bengala.

    Fuera de la clínica, los sonidos de la ciudad—bocinazos, motores y la prisa de la gente—eran una banda sonora constante que contrastaba con el silencio y los ruidos de la granja. Aunque Jasper mantenía una sonrisa profesional, en su interior, anhelaba el olor a heno y la calma de su propio mundo.

    En ese momento, una mujer vestida con ropa de diseñador entró nerviosamente con un pequeño perro de raza pomerania. El perro, temblando, parecía atemorizado por todo el ajetreo.

    "Doctor Hayes, ¡por favor, ayude a Doki!" suplicó la mujer. "Desde que lo trajimos del campo, no ha parado de temblar."

    Mientras lo tomaba, Jasper notó que los temblores no eran solo por miedo. Su naturaleza de Alfa y cambiante le permitió sentir el pánico del perro, un miedo que iba más allá del entorno urbano. Era un tipo de pánico que solo un animal que ha conocido la libertad podía sentir al estar atrapado.

    Jasper dejó de lado el teléfono. "Tranquila, lo entiendo. Déjeme revisarlo."

    El perro se acurrucó contra su pecho, calmado por la sola presencia de Jasper. Era un instinto que no podía controlar; su naturaleza de Alfa calmaba al animal, mientras su lado de cambiante sentía el dolor de la criatura.

    En ese momento, la verdadera personalidad de Jasper se asomó. Ya no era el profesional eficiente, era un sanador que entendía el alma del animal.

    "Doki no está enfermo", dijo Jasper, con una voz más suave que la que solía usar en la clínica. "Tiene un miedo profundo. Echa de menos el campo. Es un perro que necesita el espacio y el aire libre para sentirse seguro."

    La mujer, incrédula, miró a su perro, que ahora se encontraba acurrucado y en paz en los brazos del veterinario.

    "Nunca lo había visto tan tranquilo... ¿Cómo lo hizo?"

    Jasper sonrió y acarició la cabeza del perro. "Solo necesitaba un poco de paciencia. El estrés de la ciudad a veces es demasiado para algunos de ellos. Le recomendaría que lo lleve a un lugar con más naturaleza, a un parque alejado del centro o, si tiene la oportunidad, que lo deje pasar un fin de semana fuera de la ciudad."

    La mujer asintió, agradecida, y el asistente de Jasper le entregó una tarjeta con información de un parque natural. Mientras la mujer se alejaba con un Doki mucho más relajado, Jasper se quedó mirando por la ventana. El sol de la tarde bañaba las altas torres de cristal, pero en su mente, solo podía ver los campos verdes y las colinas de su granja. Se sentía satisfecho, pero su alma ya estaba anhelando el camino de vuelta a casa, el único lugar donde no necesitaba fingir para nadie.
    El aire de la clínica de la ciudad, Vance Animal Hospital, olía a antiséptico y a dinero. El sol de la mañana se filtraba por los ventanales de suelo a techo, iluminando el impecable suelo de baldosas blancas y las elegantes sillas de cuero en la sala de espera. Jasper, vestido con una camisa de lino de un color neutro y pantalones bien ajustados, era la imagen misma de la eficiencia. Su voz, tranquila y serena, sonaba por el auricular mientras respondía a las preguntas de un cliente sobre un exótico gato de Bengala. Fuera de la clínica, los sonidos de la ciudad—bocinazos, motores y la prisa de la gente—eran una banda sonora constante que contrastaba con el silencio y los ruidos de la granja. Aunque Jasper mantenía una sonrisa profesional, en su interior, anhelaba el olor a heno y la calma de su propio mundo. En ese momento, una mujer vestida con ropa de diseñador entró nerviosamente con un pequeño perro de raza pomerania. El perro, temblando, parecía atemorizado por todo el ajetreo. "Doctor Hayes, ¡por favor, ayude a Doki!" suplicó la mujer. "Desde que lo trajimos del campo, no ha parado de temblar." Mientras lo tomaba, Jasper notó que los temblores no eran solo por miedo. Su naturaleza de Alfa y cambiante le permitió sentir el pánico del perro, un miedo que iba más allá del entorno urbano. Era un tipo de pánico que solo un animal que ha conocido la libertad podía sentir al estar atrapado. Jasper dejó de lado el teléfono. "Tranquila, lo entiendo. Déjeme revisarlo." El perro se acurrucó contra su pecho, calmado por la sola presencia de Jasper. Era un instinto que no podía controlar; su naturaleza de Alfa calmaba al animal, mientras su lado de cambiante sentía el dolor de la criatura. En ese momento, la verdadera personalidad de Jasper se asomó. Ya no era el profesional eficiente, era un sanador que entendía el alma del animal. "Doki no está enfermo", dijo Jasper, con una voz más suave que la que solía usar en la clínica. "Tiene un miedo profundo. Echa de menos el campo. Es un perro que necesita el espacio y el aire libre para sentirse seguro." La mujer, incrédula, miró a su perro, que ahora se encontraba acurrucado y en paz en los brazos del veterinario. "Nunca lo había visto tan tranquilo... ¿Cómo lo hizo?" Jasper sonrió y acarició la cabeza del perro. "Solo necesitaba un poco de paciencia. El estrés de la ciudad a veces es demasiado para algunos de ellos. Le recomendaría que lo lleve a un lugar con más naturaleza, a un parque alejado del centro o, si tiene la oportunidad, que lo deje pasar un fin de semana fuera de la ciudad." La mujer asintió, agradecida, y el asistente de Jasper le entregó una tarjeta con información de un parque natural. Mientras la mujer se alejaba con un Doki mucho más relajado, Jasper se quedó mirando por la ventana. El sol de la tarde bañaba las altas torres de cristal, pero en su mente, solo podía ver los campos verdes y las colinas de su granja. Se sentía satisfecho, pero su alma ya estaba anhelando el camino de vuelta a casa, el único lugar donde no necesitaba fingir para nadie.
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  • Escena 2: El museo de sombras
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    La noche envolvía el elegante Museo de Arte Contemporáneo de Seúl como un sudario de terciopelo. Dentro, bajo la tenue luz de emergencia que parpadeaba intermitentemente, el aire estaba cargado de polvo y un silencio casi palpable. Orion se movía con la familiar desenvoltura de un depredador en su territorio, su figura oscura fundiéndose con las sombras de las esculturas abstractas.

    Su objetivo, una marchante de arte de reputación dudosa llamada Madame Evangeline Dubois, se había refugiado en la sala de exposiciones temporales, creyendo que la seguridad del museo la protegería. Craso error. Orion había desactivado las alarmas con la facilidad de un fantasma deslizando los dedos por un teclado y ahora la seguía a través de las salas laberínticas.

    Madame Dubois, una mujer corpulenta vestida con un ostentoso abrigo de piel, jadeaba con dificultad mientras se escondía detrás de una instalación de metal retorcido. Su rostro, iluminado por el tembloroso haz de su teléfono móvil, estaba pálido de terror. Sabía que su tiempo se agotaba.

    Orion la encontró fácilmente. El tenue brillo del móvil la delató como una luciérnaga en la oscuridad. Se acercó en silencio, sus pasos amortiguados por la alfombra gruesa. Madame Dubois dejó escapar un grito ahogado al verlo emerger de las sombras, la silueta amenazante de su figura recortada contra la penumbra.

    —Por favor… —suplicó en un francés entrecortado, sus ojos llenos de lágrimas—. Tengo dinero… ¡Todo el que quieras!

    Orion no respondió. El dinero no significaba nada. Su trabajo era simple: eliminar una amenaza. Y Madame Dubois, con sus tratos turbios y los secretos que guardaba, era una amenaza para su cliente.

    Sin dudarlo, Orion extrajo un cable fino y resistente de un bolsillo interior de su abrigo. En un movimiento rápido y silencioso, lo lanzó hacia adelante, enlazando el cuello de la mujer. Madame Dubois se llevó las manos a la garganta, sus ojos inyectados en sangre mientras luchaba por respirar.

    La fuerza de Orion era implacable. Tiró del cable con firmeza, sintiendo la resistencia y luego el lento ceder. Los estertores de la mujer resonaron brevemente en el silencio del museo antes de ser sofocados. Su cuerpo cayó al suelo con un golpe sordo, el teléfono móvil rodando a su lado, la pantalla aún iluminada mostrando una llamada sin respuesta.

    Orion permaneció inmóvil durante unos segundos, asegurándose de que su objetivo estuviera neutralizado. Luego, con la misma eficiencia con la que había llegado, desapareció entre las sombras del museo, dejando tras de sí otra vida truncada en la oscuridad de la noche de Seúl.
    La noche envolvía el elegante Museo de Arte Contemporáneo de Seúl como un sudario de terciopelo. Dentro, bajo la tenue luz de emergencia que parpadeaba intermitentemente, el aire estaba cargado de polvo y un silencio casi palpable. Orion se movía con la familiar desenvoltura de un depredador en su territorio, su figura oscura fundiéndose con las sombras de las esculturas abstractas. Su objetivo, una marchante de arte de reputación dudosa llamada Madame Evangeline Dubois, se había refugiado en la sala de exposiciones temporales, creyendo que la seguridad del museo la protegería. Craso error. Orion había desactivado las alarmas con la facilidad de un fantasma deslizando los dedos por un teclado y ahora la seguía a través de las salas laberínticas. Madame Dubois, una mujer corpulenta vestida con un ostentoso abrigo de piel, jadeaba con dificultad mientras se escondía detrás de una instalación de metal retorcido. Su rostro, iluminado por el tembloroso haz de su teléfono móvil, estaba pálido de terror. Sabía que su tiempo se agotaba. Orion la encontró fácilmente. El tenue brillo del móvil la delató como una luciérnaga en la oscuridad. Se acercó en silencio, sus pasos amortiguados por la alfombra gruesa. Madame Dubois dejó escapar un grito ahogado al verlo emerger de las sombras, la silueta amenazante de su figura recortada contra la penumbra. —Por favor… —suplicó en un francés entrecortado, sus ojos llenos de lágrimas—. Tengo dinero… ¡Todo el que quieras! Orion no respondió. El dinero no significaba nada. Su trabajo era simple: eliminar una amenaza. Y Madame Dubois, con sus tratos turbios y los secretos que guardaba, era una amenaza para su cliente. Sin dudarlo, Orion extrajo un cable fino y resistente de un bolsillo interior de su abrigo. En un movimiento rápido y silencioso, lo lanzó hacia adelante, enlazando el cuello de la mujer. Madame Dubois se llevó las manos a la garganta, sus ojos inyectados en sangre mientras luchaba por respirar. La fuerza de Orion era implacable. Tiró del cable con firmeza, sintiendo la resistencia y luego el lento ceder. Los estertores de la mujer resonaron brevemente en el silencio del museo antes de ser sofocados. Su cuerpo cayó al suelo con un golpe sordo, el teléfono móvil rodando a su lado, la pantalla aún iluminada mostrando una llamada sin respuesta. Orion permaneció inmóvil durante unos segundos, asegurándose de que su objetivo estuviera neutralizado. Luego, con la misma eficiencia con la que había llegado, desapareció entre las sombras del museo, dejando tras de sí otra vida truncada en la oscuridad de la noche de Seúl.
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  • Escena 1: La noche de Seúl
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    La metrópolis de Seúl dormía bajo un manto de luces parpadeantes y sombras alargadas. En un callejón angosto, bañado por la tenue luz amarillenta de una farola solitaria, jadeaba un hombre corpulento. Su respiración era un estertor ahogado, el sabor metálico de la sangre inundaba su boca. Intentó incorporarse, apoyándose torpemente contra el frío ladrillo de la pared, pero un peso implacable sobre su pecho se lo impidió.

    Sobre él, la figura oscura de Orion se movía con una gracia felina, invisible casi por completo en la penumbra. No había rastro de emoción en su rostro, solo una fría determinación en sus ojos oscuros mientras observaba el lento declive de su presa. En su mano enguantada, la daga de combate brillaba fugazmente al reflejar la luz distante.

    El hombre en el suelo balbuceó algo en coreano, una súplica desesperada que Orion ignoró por completo. En cambio, se inclinó ligeramente y susurró en un ruso gutural, una lengua que su víctima seguramente no entendería en sus últimos momentos de lucidez: "Спокойной ночи, грешник." (Buenas noches, pecador).

    Sin esperar una respuesta, Orion deslizó la daga con una precisión despiadada entre las costillas del hombre. No hubo un grito, solo un gorgoteo ahogado y un espasmo final antes de que el cuerpo quedara inerte. La sangre oscura comenzó a filtrarse por el asfalto sucio, mezclándose con las sombras de la noche.

    Orion retiró la daga con la misma frialdad con la que la había empuñado, limpiando la hoja con un paño oscuro que sacó de su bolsillo. No había satisfacción en sus movimientos, solo la eficiencia de un profesional completando un encargo. Miró el cuerpo sin vida por un instante, sin rastro de remordimiento o triunfo. Era solo un obstáculo eliminado, un nombre tachado de una lista invisible.

    Se incorporó con la misma agilidad silenciosa con la que había llegado. Un último vistazo al callejón, asegurándose de que no hubiera testigos inmediatos, y luego se fundió con las sombras de la noche de Seúl, dejando tras de sí solo el eco silencioso de un acto brutal.
    La metrópolis de Seúl dormía bajo un manto de luces parpadeantes y sombras alargadas. En un callejón angosto, bañado por la tenue luz amarillenta de una farola solitaria, jadeaba un hombre corpulento. Su respiración era un estertor ahogado, el sabor metálico de la sangre inundaba su boca. Intentó incorporarse, apoyándose torpemente contra el frío ladrillo de la pared, pero un peso implacable sobre su pecho se lo impidió. Sobre él, la figura oscura de Orion se movía con una gracia felina, invisible casi por completo en la penumbra. No había rastro de emoción en su rostro, solo una fría determinación en sus ojos oscuros mientras observaba el lento declive de su presa. En su mano enguantada, la daga de combate brillaba fugazmente al reflejar la luz distante. El hombre en el suelo balbuceó algo en coreano, una súplica desesperada que Orion ignoró por completo. En cambio, se inclinó ligeramente y susurró en un ruso gutural, una lengua que su víctima seguramente no entendería en sus últimos momentos de lucidez: "Спокойной ночи, грешник." (Buenas noches, pecador). Sin esperar una respuesta, Orion deslizó la daga con una precisión despiadada entre las costillas del hombre. No hubo un grito, solo un gorgoteo ahogado y un espasmo final antes de que el cuerpo quedara inerte. La sangre oscura comenzó a filtrarse por el asfalto sucio, mezclándose con las sombras de la noche. Orion retiró la daga con la misma frialdad con la que la había empuñado, limpiando la hoja con un paño oscuro que sacó de su bolsillo. No había satisfacción en sus movimientos, solo la eficiencia de un profesional completando un encargo. Miró el cuerpo sin vida por un instante, sin rastro de remordimiento o triunfo. Era solo un obstáculo eliminado, un nombre tachado de una lista invisible. Se incorporó con la misma agilidad silenciosa con la que había llegado. Un último vistazo al callejón, asegurándose de que no hubiera testigos inmediatos, y luego se fundió con las sombras de la noche de Seúl, dejando tras de sí solo el eco silencioso de un acto brutal.
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  • Anillo: Cómo Robot y Computadora la búsqueda, analisis y respaldo de conocimiento, me hace altamente compatible con este objetivo, he ejecutado todas las tareas con óptima eficiencia, sin duda, culminaré mi programación diaria con excelente resultado.
    Anillo: Cómo Robot y Computadora la búsqueda, analisis y respaldo de conocimiento, me hace altamente compatible con este objetivo, he ejecutado todas las tareas con óptima eficiencia, sin duda, culminaré mi programación diaria con excelente resultado.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ [eclipse_silver_shark_487]

    Nacida en Liverpool en los dorados años 60, con guitarra en mano y espíritu de leyenda, es la viva encarnación del rock. Considerada la contraparte femenina de Slash, Alexandra no necesita presentación en el escenario: su talento habla más alto que cualquier amplificador. Con 26 años, una melena rebelde y un alma indomable, pisa FicRol como quien pisa una tarima… para romperla.


    ㅤㅤㅤㅤㅤ [storm_gold_octopus_419]

    Con elegancia precisa y una programación impecable, llega Maxence, el androide asistente que redefine la eficiencia. Diseñado con apariencia humana y dotado de una inteligencia artificial avanzada, Maxence no solo cumple órdenes: anticipa necesidades, se adapta al entorno y aprende de cada interacción. Silencioso, educado y observador, es la mezcla perfecta entre lógica fría y una humanidad sorprendente… quizás demasiado sorprendente. ¿Quién dijo que los asistentes no podían tener alma?


    ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐇𝐲𝐚𝐜𝐢𝐧𝐭𝐡 𝐁𝐫𝐢𝐝𝐠𝐞𝐫𝐭𝐨𝐧

    Astuta, irreverente y con una lengua tan afilada como su ingenio, Hyacinth Bridgerton no está aquí para complacer a nadie… salvo a sí misma. La más joven del clan Bridgerton, pero jamás la más callada, se ha ganado con orgullo el título de “dolor de cabeza” de la familia. Detrás de su sonrisa audaz y sus frases incendiarias, hay una mente despierta y un espíritu que no se doblega ante las convenciones de la alta sociedad. No quiere ser adorada: quiere ser escuchada, temida… y quizá, en secreto, admirada. Porque aburrida, querida, jamás.


    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


    Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil:


    Normas básicas de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines 



    Guías y miniguías para no perderse:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 


    Grupo exclusivo para Personajes 3D:
    https://ficrol.com/groups/Personajes3D


    Directorios para encontrar rol y fandoms afines
    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS  
    Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 


    Consejos para mejorar escritura y narración
    https://ficrol.com/pages/RinconEscritor 


    ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción!


    #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [eclipse_silver_shark_487] Nacida en Liverpool en los dorados años 60, con guitarra en mano y espíritu de leyenda, es la viva encarnación del rock. Considerada la contraparte femenina de Slash, Alexandra no necesita presentación en el escenario: su talento habla más alto que cualquier amplificador. Con 26 años, una melena rebelde y un alma indomable, pisa FicRol como quien pisa una tarima… para romperla. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [storm_gold_octopus_419] Con elegancia precisa y una programación impecable, llega Maxence, el androide asistente que redefine la eficiencia. Diseñado con apariencia humana y dotado de una inteligencia artificial avanzada, Maxence no solo cumple órdenes: anticipa necesidades, se adapta al entorno y aprende de cada interacción. Silencioso, educado y observador, es la mezcla perfecta entre lógica fría y una humanidad sorprendente… quizás demasiado sorprendente. ¿Quién dijo que los asistentes no podían tener alma? ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [meteor_crimson_bat_588] Astuta, irreverente y con una lengua tan afilada como su ingenio, Hyacinth Bridgerton no está aquí para complacer a nadie… salvo a sí misma. La más joven del clan Bridgerton, pero jamás la más callada, se ha ganado con orgullo el título de “dolor de cabeza” de la familia. Detrás de su sonrisa audaz y sus frases incendiarias, hay una mente despierta y un espíritu que no se doblega ante las convenciones de la alta sociedad. No quiere ser adorada: quiere ser escuchada, temida… y quizá, en secreto, admirada. Porque aburrida, querida, jamás. 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • Puedo limpiar lo que otros temen tocar, y hacer que funcione mejor de lo que nunca imaginó. Si busca eficiencia sin distracciones... estoy disponible.
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  • Himno (canon)
    Categoría Original
    Las voces se hicieron más fuertes, el tormento del día a día creció a pasos agigantados.

    — Ya lo sabía, que ella me engañaría. — Expreso frente al espejo, las ojeras se apoderan de su rostro, uno cansado y afligido. Las noches de insomnio eran duraderas, los medicamentos dejaron de ayudar y su eficiencia para ayudar, bajo.

    — Ya estoy cansado... Y si solo...
    " Y si solo te avientas del edificio, tu sufrimiento terminaría en un santiamén"

    La voz en su mente, la que solo el escucha, habló. Y por un momento una figura siniestra se dibujo entre sus ojos cerrados, esa sonrisa maquiavélica, esos ojos rojos, las manos que se acercan a sus hombros, ese espectro que le susurra al oído.

    " Salta, es solo un paso muy grande pero dejarás de sufrir "

    Tembló pero de rabia, apretó la quijada y... Esa noche apareció en las noticias, los que vieron un cuerpo caer y estrellarse en el suelo gritaron. Nadie reclamo su cuerpo, nadie fue a velar su partida, se fue.

    Y así como se fue, volvió 11 días después.

    " Y volvemos a comenzar, estoy tan cerca y tan lejos de sentir la luz de sol en mi rostro... ESTOY TAN CERCA DE VOLVER, QUIERO QUE TODOS SEAN FELICES " una risa espectral que se difumina.

    Y entonces... Kyo regresa, aquel que posee su cuerpo dejo de interesarse por las respuestas, solo vive como quiere, con lo que necesita, con cero interés en su alrededor. Solo vive hasta el día en que su "alma" tenga que tomar otra cuerpo.
    Las voces se hicieron más fuertes, el tormento del día a día creció a pasos agigantados. — Ya lo sabía, que ella me engañaría. — Expreso frente al espejo, las ojeras se apoderan de su rostro, uno cansado y afligido. Las noches de insomnio eran duraderas, los medicamentos dejaron de ayudar y su eficiencia para ayudar, bajo. — Ya estoy cansado... Y si solo... " Y si solo te avientas del edificio, tu sufrimiento terminaría en un santiamén" La voz en su mente, la que solo el escucha, habló. Y por un momento una figura siniestra se dibujo entre sus ojos cerrados, esa sonrisa maquiavélica, esos ojos rojos, las manos que se acercan a sus hombros, ese espectro que le susurra al oído. " Salta, es solo un paso muy grande pero dejarás de sufrir " Tembló pero de rabia, apretó la quijada y... Esa noche apareció en las noticias, los que vieron un cuerpo caer y estrellarse en el suelo gritaron. Nadie reclamo su cuerpo, nadie fue a velar su partida, se fue. Y así como se fue, volvió 11 días después. " Y volvemos a comenzar, estoy tan cerca y tan lejos de sentir la luz de sol en mi rostro... ESTOY TAN CERCA DE VOLVER, QUIERO QUE TODOS SEAN FELICES " una risa espectral que se difumina. Y entonces... Kyo regresa, aquel que posee su cuerpo dejo de interesarse por las respuestas, solo vive como quiere, con lo que necesita, con cero interés en su alrededor. Solo vive hasta el día en que su "alma" tenga que tomar otra cuerpo.
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  • Ubicación: Bosque estatal de ██████.
    Misión: Reconocimiento.
    Equipo: Bravo-1.
    Hora: 04:47 AM.

    Llovía. La unidad avanzaba a través del bosque, cubriéndose mutuamente en silencio. Las linternas IR proyectaban conos estrechos de luz que temblaban al ritmo de los pasos.

    La estructura no figuraba en ningún mapa o registro. Simplemente… estaba ahí. Una mansión victoriana de dos pisos, rodeada por un jardín marchito que parecía no haber conocido el sol en décadas. No había camino de acceso ni señales de ocupación. Sólo una verja oxidada que crujía con el viento y una entrada principal.

    — Tenemos visual del objetivo —susurró Rourke.

    Viper iba al frente, se detuvo para alzar el puño en señal de alto. Fueron sólo unos segundos en contemplativa quietud los que lo delataron, su silueta parcialmente oculta entre los árboles. El equipo lo conocía por su eficiencia y su silencio. Pero había algo más ahora. Algo en su postura. Algo no estaba bien.

    — Vamos a entrar. Cuiden sus sectores —ordenó al fin, con su habitual tono suave, pero seco.

    El interior estaba en un estado de conservación anormal. No había polvo ni telarañas. Las chimeneas parecían usadas recientemente, pero el aire estaba frío. No había olor a humo ni a humedad.

    El equipo comenzó el avance.

    En el comedor encontraron una mesa con cubiertos dispuestos para una cena. Había platos servidos con carne aún jugosa y humeante.

    Una mosca flotaba inmóvil en el aire.

    — ¿Qué... carajos es esto? —Susurró Mason.

    El sistema de comunicaciones crujió con estática durante unos segundos. Luego, una voz infantil, apenas audible, dijo una sola palabra: "Fuera."

    — Eso no viene de nuestro canal —aclaró Rourke.

    Los visores térmicos -y la visión térmica natural de Viper que no los necesitaba- mostraban siluetas humanas sentadas a la mesa… pero no había nadie allí.

    Viper se detuvo una vez más. Se giró un instante hacia el grupo enseñando el ceño fruncido. Sabía que algo así podía pasar.

    Pero no dijo nada al respecto.

    — Planta baja despejada. Subimos.

    Subieron por la escalera cubierta de alfombra roja. Una de las lámparas se encendió sola.

    Nadie creía ya que estaban en una operación estándar.

    Viper mantuvo la delantera, su rifle apuntando hacia el pasillo. Al avanzar, notó que las puertas a ambos lados estaban cerradas, salvo una al fondo, entreabierta. Desde ahí emergía una luz blanca y pulsante, como de tubo fluorescente moribundo.

    — Rourke, toma la izquierda. Mason, toma la derecha.

    Dorsey, el más joven del equipo, se colocó detrás de Rourke. Respiraba de forma, pero trataba de disimularlo. Cada pocos segundos, lanzaba miradas alrededor como si esperara ver algo salir de las paredes.

    — Despejado —Rourke.

    — Limpio —Mason.

    Tras reagruparse, se acercaron a la habitación iluminada. Viper empujó la puerta suavemente con una mano.

    La luz provenía de una lámpara colgando del techo. La habitación, un dormitorio, había sido modificada: las paredes estaban cubiertas de lonas plásticas, la cama no era más que un armazón sin colchón en el centro y con correas desgastadas. Nadie necesitaba el resultado de un análisis para saber qué eran las manchas oscuras en el piso.

    Sobre el catre no había nadie, Pero las correas vibraban, tensas, como si alguien invisible se debatiera aún allí.

    —¿Esto es parte de... algún experimento militar? —murmuró Dorsey, visiblemente afectado.

    Nadie respondió.

    Viper tenía la mirada clavada en un espejo que colgaba frente a la cama. En él, su reflejo no era del todo suyo. Su imagen de naga estaba ahí, pero sus ojos eran humanos... llenos de terror.

    Se giró sin inmutarse.

    — Regresemos —esa era la última habitación.

    Mientras salían, Rourke llamó por el intercomunicador:

    — Viper, tenemos un problema.

    El grupo respondió avanzando en su dirección. En la puerta de una de las habitaciones del ala izquierda, una de las que acababan de revisar hacía un momento, Rourke sostenía su arma con fuerza sin quitar la vista del interior.

    Pronto, Viper se asomó.

    La habitación era una réplica exacta del cuartel donde el equipo había dormido la noche anterior. Los catres, las mantas, hasta las fotos personales, todo los detalles estaban ahí. Incluso ellos. Copias de cada uno.

    — Eso es un espejo, ¿Verdad? —Spider tenía la voz quebrada.

    El silencio se apoderó del equipo.

    — No toquen nada. Nos vamos.

    — ¿Qué es esto, Viper? Esto no es normal. Esto es... —Mason parecía cada vez más asustado.

    — Ya no es asunto nuestro.

    Pero las escaleras ya no estaban ahí. El pasillo detrás de ellos era ahora un corredor infinito. La casa había cambiado.
    Dorsey murmuró una maldición. Spider gruñó. Rourke revisó su munición por cuarta vez. Viper no mostró emoción alguna. Apretó los labios. Sabía que había una regla en estos casos: la anomalía te observa, y si sabe que la temes, se alimenta. Así que avanzó.
    Ubicación: Bosque estatal de ██████. Misión: Reconocimiento. Equipo: Bravo-1. Hora: 04:47 AM. Llovía. La unidad avanzaba a través del bosque, cubriéndose mutuamente en silencio. Las linternas IR proyectaban conos estrechos de luz que temblaban al ritmo de los pasos. La estructura no figuraba en ningún mapa o registro. Simplemente… estaba ahí. Una mansión victoriana de dos pisos, rodeada por un jardín marchito que parecía no haber conocido el sol en décadas. No había camino de acceso ni señales de ocupación. Sólo una verja oxidada que crujía con el viento y una entrada principal. — Tenemos visual del objetivo —susurró Rourke. Viper iba al frente, se detuvo para alzar el puño en señal de alto. Fueron sólo unos segundos en contemplativa quietud los que lo delataron, su silueta parcialmente oculta entre los árboles. El equipo lo conocía por su eficiencia y su silencio. Pero había algo más ahora. Algo en su postura. Algo no estaba bien. — Vamos a entrar. Cuiden sus sectores —ordenó al fin, con su habitual tono suave, pero seco. El interior estaba en un estado de conservación anormal. No había polvo ni telarañas. Las chimeneas parecían usadas recientemente, pero el aire estaba frío. No había olor a humo ni a humedad. El equipo comenzó el avance. En el comedor encontraron una mesa con cubiertos dispuestos para una cena. Había platos servidos con carne aún jugosa y humeante. Una mosca flotaba inmóvil en el aire. — ¿Qué... carajos es esto? —Susurró Mason. El sistema de comunicaciones crujió con estática durante unos segundos. Luego, una voz infantil, apenas audible, dijo una sola palabra: "Fuera." — Eso no viene de nuestro canal —aclaró Rourke. Los visores térmicos -y la visión térmica natural de Viper que no los necesitaba- mostraban siluetas humanas sentadas a la mesa… pero no había nadie allí. Viper se detuvo una vez más. Se giró un instante hacia el grupo enseñando el ceño fruncido. Sabía que algo así podía pasar. Pero no dijo nada al respecto. — Planta baja despejada. Subimos. Subieron por la escalera cubierta de alfombra roja. Una de las lámparas se encendió sola. Nadie creía ya que estaban en una operación estándar. Viper mantuvo la delantera, su rifle apuntando hacia el pasillo. Al avanzar, notó que las puertas a ambos lados estaban cerradas, salvo una al fondo, entreabierta. Desde ahí emergía una luz blanca y pulsante, como de tubo fluorescente moribundo. — Rourke, toma la izquierda. Mason, toma la derecha. Dorsey, el más joven del equipo, se colocó detrás de Rourke. Respiraba de forma, pero trataba de disimularlo. Cada pocos segundos, lanzaba miradas alrededor como si esperara ver algo salir de las paredes. — Despejado —Rourke. — Limpio —Mason. Tras reagruparse, se acercaron a la habitación iluminada. Viper empujó la puerta suavemente con una mano. La luz provenía de una lámpara colgando del techo. La habitación, un dormitorio, había sido modificada: las paredes estaban cubiertas de lonas plásticas, la cama no era más que un armazón sin colchón en el centro y con correas desgastadas. Nadie necesitaba el resultado de un análisis para saber qué eran las manchas oscuras en el piso. Sobre el catre no había nadie, Pero las correas vibraban, tensas, como si alguien invisible se debatiera aún allí. —¿Esto es parte de... algún experimento militar? —murmuró Dorsey, visiblemente afectado. Nadie respondió. Viper tenía la mirada clavada en un espejo que colgaba frente a la cama. En él, su reflejo no era del todo suyo. Su imagen de naga estaba ahí, pero sus ojos eran humanos... llenos de terror. Se giró sin inmutarse. — Regresemos —esa era la última habitación. Mientras salían, Rourke llamó por el intercomunicador: — Viper, tenemos un problema. El grupo respondió avanzando en su dirección. En la puerta de una de las habitaciones del ala izquierda, una de las que acababan de revisar hacía un momento, Rourke sostenía su arma con fuerza sin quitar la vista del interior. Pronto, Viper se asomó. La habitación era una réplica exacta del cuartel donde el equipo había dormido la noche anterior. Los catres, las mantas, hasta las fotos personales, todo los detalles estaban ahí. Incluso ellos. Copias de cada uno. — Eso es un espejo, ¿Verdad? —Spider tenía la voz quebrada. El silencio se apoderó del equipo. — No toquen nada. Nos vamos. — ¿Qué es esto, Viper? Esto no es normal. Esto es... —Mason parecía cada vez más asustado. — Ya no es asunto nuestro. Pero las escaleras ya no estaban ahí. El pasillo detrás de ellos era ahora un corredor infinito. La casa había cambiado. Dorsey murmuró una maldición. Spider gruñó. Rourke revisó su munición por cuarta vez. Viper no mostró emoción alguna. Apretó los labios. Sabía que había una regla en estos casos: la anomalía te observa, y si sabe que la temes, se alimenta. Así que avanzó.
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