• El reloj del metro marcaba las 2:41 a.m. El andén estaba vacío, salvo por un vagabundo dormido y una máquina de golosinas que parpadeaba como si agonizara.

    Ebony apareció desde las escaleras, envuelta en un abrigo demasiado grande que claramente no le pertenecía. Caminó sin apuro, deslizándose hasta el borde del andén con los brazos cruzados y la mirada puesta en los rieles oscuros.

    La noche estaba fría. Helada.

    No se esperaba tren alguno hasta el amanecer. No esperaba nada, en realidad.

    Ebony se agachó y, con un gesto casual, dejó caer una canica plateada entre los rieles. La pequeña esfera rebotó una vez, luego otra... y desapareció en silencio.

    Un segundo después, el suelo tembló anticipando la llegada de un tren en apariencia normal, pero ajeno a la realidad.

    #EbonyRP
    El reloj del metro marcaba las 2:41 a.m. El andén estaba vacío, salvo por un vagabundo dormido y una máquina de golosinas que parpadeaba como si agonizara. Ebony apareció desde las escaleras, envuelta en un abrigo demasiado grande que claramente no le pertenecía. Caminó sin apuro, deslizándose hasta el borde del andén con los brazos cruzados y la mirada puesta en los rieles oscuros. La noche estaba fría. Helada. No se esperaba tren alguno hasta el amanecer. No esperaba nada, en realidad. Ebony se agachó y, con un gesto casual, dejó caer una canica plateada entre los rieles. La pequeña esfera rebotó una vez, luego otra... y desapareció en silencio. Un segundo después, el suelo tembló anticipando la llegada de un tren en apariencia normal, pero ajeno a la realidad. #EbonyRP
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  • Las tres de la mañana, y ni una boutique abierta.

    Ebony caminaba con esa gracia felina tan característica. Desnuda bajo un abrigo robado, con el cuello alzado y el vaho de la ciudad rozándole las mejillas. Buscó durante horas, pero Nueva York dormía, y su paciencia ya no era tan elegante como su andar.

    Se detuvo frente a una casa antigua, protegida por las sombras de una farola rota. Perfecta.

    Saltó la reja sin esfuerzo. Nadie la vio. Nadie la escuchó. Era el tipo de presencia que sólo se nota cuando está demasiado cerca.

    Entró sin pedir permiso. La cerradura cedió con un chasquido casi imperceptible, casi como si la invitara.

    Por dentro, olía a polvo, a viejo, al paso del tiempo.

    Subió las escaleras despacio, con una mano, un dedo rozando el pasamanos, y la otra desabrochando el abrigo.

    Una puerta entornada. El reflejo de un vestidor lleno de promesas. Seda, terciopelo, encaje.

    — Alguien tenía buen gusto… —musitó mientras dejaba caer el abrigo al suelo tal y como la envoltura de un dulce, ahora completamente innecesario.

    Y así, desnuda, entró en la habitación.

    #EbonyRP
    Las tres de la mañana, y ni una boutique abierta. Ebony caminaba con esa gracia felina tan característica. Desnuda bajo un abrigo robado, con el cuello alzado y el vaho de la ciudad rozándole las mejillas. Buscó durante horas, pero Nueva York dormía, y su paciencia ya no era tan elegante como su andar. Se detuvo frente a una casa antigua, protegida por las sombras de una farola rota. Perfecta. Saltó la reja sin esfuerzo. Nadie la vio. Nadie la escuchó. Era el tipo de presencia que sólo se nota cuando está demasiado cerca. Entró sin pedir permiso. La cerradura cedió con un chasquido casi imperceptible, casi como si la invitara. Por dentro, olía a polvo, a viejo, al paso del tiempo. Subió las escaleras despacio, con una mano, un dedo rozando el pasamanos, y la otra desabrochando el abrigo. Una puerta entornada. El reflejo de un vestidor lleno de promesas. Seda, terciopelo, encaje. — Alguien tenía buen gusto… —musitó mientras dejaba caer el abrigo al suelo tal y como la envoltura de un dulce, ahora completamente innecesario. Y así, desnuda, entró en la habitación. #EbonyRP
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  • Las tres de la mañana, y ni una boutique abierta.

    Ebony caminaba con esa gracia felina tan característica. Desnuda bajo un abrigo robado, con el cuello alzado y el vaho de la ciudad rozándole las mejillas. Buscó durante horas, pero Nueva York dormía, y su paciencia ya no era tan elegante como su andar.

    Se detuvo frente a una casa antigua, protegida por las sombras de una farola rota. Perfecta.

    Saltó la reja sin esfuerzo. Nadie la vio. Nadie la escuchó. Era el tipo de presencia que sólo se nota cuando está demasiado cerca.

    Entró sin pedir permiso. La cerradura cedió con un chasquido casi imperceptible, casi como si la invitara.

    Por dentro, olía a polvo, a viejo, al paso del tiempo.

    Subió las escaleras despacio, con una mano, un dedo rozando el pasamanos, y la otra desabrochando el abrigo.

    Una puerta entornada. El reflejo de un vestidor lleno de promesas. Seda, terciopelo, encaje.

    — Alguien tenía buen gusto… —musitó mientras dejaba caer el abrigo al suelo tal y como la envoltura de un dulce, ahora completamente innecesario.

    Y así, desnuda, entró en la habitación.

    #EbonyRP
    Las tres de la mañana, y ni una boutique abierta. Ebony caminaba con esa gracia felina tan característica. Desnuda bajo un abrigo robado, con el cuello alzado y el vaho de la ciudad rozándole las mejillas. Buscó durante horas, pero Nueva York dormía, y su paciencia ya no era tan elegante como su andar. Se detuvo frente a una casa antigua, protegida por las sombras de una farola rota. Perfecta. Saltó la reja sin esfuerzo. Nadie la vio. Nadie la escuchó. Era el tipo de presencia que sólo se nota cuando está demasiado cerca. Entró sin pedir permiso. La cerradura cedió con un chasquido casi imperceptible, casi como si la invitara. Por dentro, olía a polvo, a viejo, al paso del tiempo. Subió las escaleras despacio, con una mano, un dedo rozando el pasamanos, y la otra desabrochando el abrigo. Una puerta entornada. El reflejo de un vestidor lleno de promesas. Seda, terciopelo, encaje. — Alguien tenía buen gusto… —musitó mientras dejaba caer el abrigo al suelo tal y como la envoltura de un dulce, ahora completamente innecesario. Y así, desnuda, entró en la habitación. #EbonyRP
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  • La lluvia caía fina, agujas de cristal sobre tejados oxidados.

    Ebony no parecía notarlo.

    En lo alto de un alero descompuesto, su silueta felina se recortaba contra el cielo plomizo: un gato negro de pelaje espeso, siguiendo su camino con los ojos azules fijos en las personas que huían de la inclemencia clima.

    #EbonyRP
    La lluvia caía fina, agujas de cristal sobre tejados oxidados. Ebony no parecía notarlo. En lo alto de un alero descompuesto, su silueta felina se recortaba contra el cielo plomizo: un gato negro de pelaje espeso, siguiendo su camino con los ojos azules fijos en las personas que huían de la inclemencia clima. #EbonyRP
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