#DuoRol
La joven de blanca cabellera se encontraba en su pequeño piso de alquiler, un espacio modesto de apenas 25 metros cuadrados. El reloj marcaba las 8:00a.m., la luz del sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con un resplandor dorado y cálido. Era un sábado, su día libre en el café, y había decidido aprovecharlo para ir a su práctica de ballet y sumergirse en la danza, su única constante en un mundo de caos.
Con movimientos suaves y gráciles se levanto de su cama, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies descalzos. Se acercó a la pequeña cocina, encendió la cafetera y comenzó a preparar su bolso. Metió sus zapatillas de ballet, una toalla suave, protectores y tiritas para los pies, calentadores, y otras cosas necesarias para su práctica. Aún vestía su pijama, una camiseta rosada holgada que contrastaba con su identidad como asesina y unos pantalones cortos. No tenía prisa por cambiarse; disfrutaba de la tranquilidad de la mañana.
Mientras organizaba sus cosas, su mente divagó hacia 𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 , su nuevo amigo.
—Hmmm, ¿qué estará haciendo Dorian esta mañana? —se preguntó a sí misma, en voz baja mientras lucia pensativa, y una sonrisa juguetona se asomaba en sus labios.
La curiosidad y una ligera emoción se mezclaron en su pecho, como una melodía suave que resonaba en su interior. Miró su celular sobre la mesa al lado de su cama, sintiéndose tentada a llamarlo.
Finalmente, se dejó caer sobre la cama, el colchón cediendo bajo su peso con un suspiro. Agarró su celular y marcó el número de Dorian. El tono de llamada sonó una, dos, tres veces, cada tono aumentando su anticipación, antes de que él contestara.
—¿Dorian?, es Illyiv… ¿Qué estás haciendo? ¿No te gustaría acompañarme en un rato a mis prácticas de ballet? —preguntó con entusiasmo e ilusión—. ¿Por favooor, por favooor? Vamooos... —dijo con un toque de súplica en su voz, mientras hacia un gesto de puchero que él no era capaz de ver.
Mientras esperaba la respuesta de Dorian, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios y un brillo de profunda emoción e ilusión iluminaba su mirada. La idea de, no solo volver a ver al peliblanco, si no también que él la acompañara a su práctica de ballet, le resultaba extrañamente emocionante; como si al invitarlo a su mundo, estuviera abriendo una puerta a una parte de sí misma que no siempre mostraba.
El sol continuaba su ascenso, llenando la habitación con una luz que parecía reflejar la esperanza y la posibilidad de un nuevo día. Illyiv, con el celular en la mano y el corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y emoción, se preparaba para lo que podría ser una mañana diferente a cualquier otra.
La joven de blanca cabellera se encontraba en su pequeño piso de alquiler, un espacio modesto de apenas 25 metros cuadrados. El reloj marcaba las 8:00a.m., la luz del sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con un resplandor dorado y cálido. Era un sábado, su día libre en el café, y había decidido aprovecharlo para ir a su práctica de ballet y sumergirse en la danza, su única constante en un mundo de caos.
Con movimientos suaves y gráciles se levanto de su cama, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies descalzos. Se acercó a la pequeña cocina, encendió la cafetera y comenzó a preparar su bolso. Metió sus zapatillas de ballet, una toalla suave, protectores y tiritas para los pies, calentadores, y otras cosas necesarias para su práctica. Aún vestía su pijama, una camiseta rosada holgada que contrastaba con su identidad como asesina y unos pantalones cortos. No tenía prisa por cambiarse; disfrutaba de la tranquilidad de la mañana.
Mientras organizaba sus cosas, su mente divagó hacia 𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 , su nuevo amigo.
—Hmmm, ¿qué estará haciendo Dorian esta mañana? —se preguntó a sí misma, en voz baja mientras lucia pensativa, y una sonrisa juguetona se asomaba en sus labios.
La curiosidad y una ligera emoción se mezclaron en su pecho, como una melodía suave que resonaba en su interior. Miró su celular sobre la mesa al lado de su cama, sintiéndose tentada a llamarlo.
Finalmente, se dejó caer sobre la cama, el colchón cediendo bajo su peso con un suspiro. Agarró su celular y marcó el número de Dorian. El tono de llamada sonó una, dos, tres veces, cada tono aumentando su anticipación, antes de que él contestara.
—¿Dorian?, es Illyiv… ¿Qué estás haciendo? ¿No te gustaría acompañarme en un rato a mis prácticas de ballet? —preguntó con entusiasmo e ilusión—. ¿Por favooor, por favooor? Vamooos... —dijo con un toque de súplica en su voz, mientras hacia un gesto de puchero que él no era capaz de ver.
Mientras esperaba la respuesta de Dorian, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios y un brillo de profunda emoción e ilusión iluminaba su mirada. La idea de, no solo volver a ver al peliblanco, si no también que él la acompañara a su práctica de ballet, le resultaba extrañamente emocionante; como si al invitarlo a su mundo, estuviera abriendo una puerta a una parte de sí misma que no siempre mostraba.
El sol continuaba su ascenso, llenando la habitación con una luz que parecía reflejar la esperanza y la posibilidad de un nuevo día. Illyiv, con el celular en la mano y el corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y emoción, se preparaba para lo que podría ser una mañana diferente a cualquier otra.
#DuoRol
La joven de blanca cabellera se encontraba en su pequeño piso de alquiler, un espacio modesto de apenas 25 metros cuadrados. El reloj marcaba las 8:00a.m., la luz del sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con un resplandor dorado y cálido. Era un sábado, su día libre en el café, y había decidido aprovecharlo para ir a su práctica de ballet y sumergirse en la danza, su única constante en un mundo de caos.
Con movimientos suaves y gráciles se levanto de su cama, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies descalzos. Se acercó a la pequeña cocina, encendió la cafetera y comenzó a preparar su bolso. Metió sus zapatillas de ballet, una toalla suave, protectores y tiritas para los pies, calentadores, y otras cosas necesarias para su práctica. Aún vestía su pijama, una camiseta rosada holgada que contrastaba con su identidad como asesina y unos pantalones cortos. No tenía prisa por cambiarse; disfrutaba de la tranquilidad de la mañana.
Mientras organizaba sus cosas, su mente divagó hacia [P4ranox] , su nuevo amigo.
—Hmmm, ¿qué estará haciendo Dorian esta mañana? —se preguntó a sí misma, en voz baja mientras lucia pensativa, y una sonrisa juguetona se asomaba en sus labios.
La curiosidad y una ligera emoción se mezclaron en su pecho, como una melodía suave que resonaba en su interior. Miró su celular sobre la mesa al lado de su cama, sintiéndose tentada a llamarlo.
Finalmente, se dejó caer sobre la cama, el colchón cediendo bajo su peso con un suspiro. Agarró su celular y marcó el número de Dorian. El tono de llamada sonó una, dos, tres veces, cada tono aumentando su anticipación, antes de que él contestara.
—¿Dorian?, es Illyiv… ¿Qué estás haciendo? ¿No te gustaría acompañarme en un rato a mis prácticas de ballet? —preguntó con entusiasmo e ilusión—. ¿Por favooor, por favooor? Vamooos... —dijo con un toque de súplica en su voz, mientras hacia un gesto de puchero que él no era capaz de ver.
Mientras esperaba la respuesta de Dorian, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios y un brillo de profunda emoción e ilusión iluminaba su mirada. La idea de, no solo volver a ver al peliblanco, si no también que él la acompañara a su práctica de ballet, le resultaba extrañamente emocionante; como si al invitarlo a su mundo, estuviera abriendo una puerta a una parte de sí misma que no siempre mostraba.
El sol continuaba su ascenso, llenando la habitación con una luz que parecía reflejar la esperanza y la posibilidad de un nuevo día. Illyiv, con el celular en la mano y el corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y emoción, se preparaba para lo que podría ser una mañana diferente a cualquier otra.
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