• Pesadilla de Eliana

    La habitación estaba a oscuras, salvo por la luz tenue de la pantalla del celular. Un mensaje brillaba entre las gotas de agua que no debía estar ahí: “I miss you”. Las letras parecían sangrar en cada parpadeo, repitiéndose una y otra vez en su mente como un eco que no la dejaba respirar. El nombre del remitente se borraba y reaparecía, deformándose hasta convertirse en la figura de su padre, alejándose entre sombras.

    Eliana intentaba escribir una respuesta, pero sus dedos temblaban y el teclado se deshacía como ceniza. La pantalla se quebró en mil pedazos, reflejando sus propios ojos apagados, vacíos.

    De pronto, el sonido metálico la envolvió. Cadenas pesadas emergían del suelo, serpenteando como serpientes oxidadas. Se enredaban en su cuello, en sus muñecas, en su pecho. Cada eslabón llevaba grabado un recuerdo: la sonrisa de Sain cubierta de sombras, la silueta de su madre llorando, el rostro severo de su padre dándole la espalda.

    Ella gritaba, pero la voz no salía. Solo un humo negro escapaba de sus labios.

    La Diosa de la Vida estaba atrapada en cadenas que no podía romper. Su poder se descontrolaba en destellos verdes, pero lejos de sanar, marchitaba todo lo que tocaba: sus manos convertían las flores en polvo, su respiración quemaba el aire, su corazón latía con un veneno que no reconocía.

    El dolor se mezclaba con un placer extraño. Pastillas caían del cielo como lluvia, estallando en luces que la cegaban. Eliana las tragaba sin pensar, buscando silencio, buscando olvidar. Pero en vez de calmarla, la arrastraban más profundo al abismo, donde los susurros de su hermano la acusaban, y la figura de su padre se alejaba para siempre.

    Las cadenas se tensaron hasta quebrar sus huesos, y en el último instante, Eliana alcanzó a ver su propio reflejo en la oscuridad: no era la diosa de la vida… era una sombra rota, consumida por los excesos, incapaz de salvarse siquiera a sí misma.

    Y cuando abrió los ojos, empapada en sudor, las marcas de las cadenas seguían rojas en su piel.


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    🌑 Pesadilla de Eliana 🌑 La habitación estaba a oscuras, salvo por la luz tenue de la pantalla del celular. Un mensaje brillaba entre las gotas de agua que no debía estar ahí: “I miss you”. Las letras parecían sangrar en cada parpadeo, repitiéndose una y otra vez en su mente como un eco que no la dejaba respirar. El nombre del remitente se borraba y reaparecía, deformándose hasta convertirse en la figura de su padre, alejándose entre sombras. Eliana intentaba escribir una respuesta, pero sus dedos temblaban y el teclado se deshacía como ceniza. La pantalla se quebró en mil pedazos, reflejando sus propios ojos apagados, vacíos. De pronto, el sonido metálico la envolvió. Cadenas pesadas emergían del suelo, serpenteando como serpientes oxidadas. Se enredaban en su cuello, en sus muñecas, en su pecho. Cada eslabón llevaba grabado un recuerdo: la sonrisa de Sain cubierta de sombras, la silueta de su madre llorando, el rostro severo de su padre dándole la espalda. Ella gritaba, pero la voz no salía. Solo un humo negro escapaba de sus labios. La Diosa de la Vida estaba atrapada en cadenas que no podía romper. Su poder se descontrolaba en destellos verdes, pero lejos de sanar, marchitaba todo lo que tocaba: sus manos convertían las flores en polvo, su respiración quemaba el aire, su corazón latía con un veneno que no reconocía. El dolor se mezclaba con un placer extraño. Pastillas caían del cielo como lluvia, estallando en luces que la cegaban. Eliana las tragaba sin pensar, buscando silencio, buscando olvidar. Pero en vez de calmarla, la arrastraban más profundo al abismo, donde los susurros de su hermano la acusaban, y la figura de su padre se alejaba para siempre. Las cadenas se tensaron hasta quebrar sus huesos, y en el último instante, Eliana alcanzó a ver su propio reflejo en la oscuridad: no era la diosa de la vida… era una sombra rota, consumida por los excesos, incapaz de salvarse siquiera a sí misma. Y cuando abrió los ojos, empapada en sudor, las marcas de las cadenas seguían rojas en su piel. ---
    Me entristece
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  • - hace tiempo atras uno de los nueve reinos, mas Niflheim la tierra fria y herdara antes de llegar a helhiem el reino de Hel, alli vivia la diosa entre tierras frias y solitrias , la hija de Dios de la luna y la diosa de la nieve,mientras caminaba por alli.-

    Solo es un lugar muy solitario , pocos habitan esta tierras
    - hace tiempo atras uno de los nueve reinos, mas Niflheim la tierra fria y herdara antes de llegar a helhiem el reino de Hel, alli vivia la diosa entre tierras frias y solitrias , la hija de Dios de la luna y la diosa de la nieve,mientras caminaba por alli.- Solo es un lugar muy solitario , pocos habitan esta tierras
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  • 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈𝐈 – “𝐃𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐨𝐬”

    La discoteca más exclusiva de Nueva York estaba hecha para ella. No para la alta sociedad, no para los artistas, no para los millonarios aburridos. No: para Deianira Zhorkeas. Su entrada al lugar fue una escena coreografiada por el destino; flashes, miradas, un vestido plateado que parecía derretirse sobre su piel, y una seguridad arrogante que convertía la pista en su pasarela privada.

    Las copas se alzaron en su honor. La gente susurraba su nombre como si fuese un conjuro. Y Deianira, con la pupila dilatada y la sonrisa de alguien que ya había probado demasiado de todo, absorbía cada segundo como un aplauso eterno.

    —Brindemos por mí —dijo, elevando una copa de vodka cristalino, con ese tono de broma que no era broma en absoluto.

    El DJ cambió la música solo porque ella había llegado, mezclando su voz en un “welcome queen” improvisado que hizo que el lugar estallara. Pero entre la euforia y los destellos, alguien la observaba desde el bar: un hombre trajeado, con mirada calculadora. No era fan. No era uno de esos que la deseaban como un trofeo. Era un competidor, un inversor de la industria cosmética que había querido comprar parte de Detroyer of Men y al que ella había rechazado con crueldad.

    Él levantó su vaso hacia ella con una media sonrisa. Ella, altiva, respondió con un movimiento de cejas, como quien pisa una hormiga invisible. Pero el gesto la perturbó más de lo que admitió.

    La noche siguió en espiral. Risas, drogas en el baño, besos robados a un desconocido que no recordaría en la mañana. Todo un espectáculo de excesos que ella sabía manejar como nadie. Pero en un rincón de su mente, esa mirada fría seguía clavada, como una advertencia: su imperio no era intocable.

    Deianira salió del club cuando amanecía, rodeada de un séquito de almas perdidas que la seguían como devotos de una diosa del caos. Subió a su coche con la carcajada todavía en los labios, pero al mirarse en el espejo retrovisor, se detuvo. El maquillaje estaba intacto, sí… pero había un cansancio extraño en sus ojos celestes.

    La diosa parecía humana por un instante.

    Sacó una bolsita plateada del bolso y la dejó sobre sus rodillas.

    —Aún no, cariño —susurró, como si hablara con ella. Y con un gesto brusco, la guardó de nuevo.

    El coche arrancó. Afuera, Nueva York despertaba. Y Deianira, entre humo y cristal, se convencía de que aún tenía el control.

    Aunque la grieta ya empezaba a abrirse.
    𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈𝐈 – “𝐃𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐨𝐬” La discoteca más exclusiva de Nueva York estaba hecha para ella. No para la alta sociedad, no para los artistas, no para los millonarios aburridos. No: para Deianira Zhorkeas. Su entrada al lugar fue una escena coreografiada por el destino; flashes, miradas, un vestido plateado que parecía derretirse sobre su piel, y una seguridad arrogante que convertía la pista en su pasarela privada. Las copas se alzaron en su honor. La gente susurraba su nombre como si fuese un conjuro. Y Deianira, con la pupila dilatada y la sonrisa de alguien que ya había probado demasiado de todo, absorbía cada segundo como un aplauso eterno. —Brindemos por mí —dijo, elevando una copa de vodka cristalino, con ese tono de broma que no era broma en absoluto. El DJ cambió la música solo porque ella había llegado, mezclando su voz en un “welcome queen” improvisado que hizo que el lugar estallara. Pero entre la euforia y los destellos, alguien la observaba desde el bar: un hombre trajeado, con mirada calculadora. No era fan. No era uno de esos que la deseaban como un trofeo. Era un competidor, un inversor de la industria cosmética que había querido comprar parte de Detroyer of Men y al que ella había rechazado con crueldad. Él levantó su vaso hacia ella con una media sonrisa. Ella, altiva, respondió con un movimiento de cejas, como quien pisa una hormiga invisible. Pero el gesto la perturbó más de lo que admitió. La noche siguió en espiral. Risas, drogas en el baño, besos robados a un desconocido que no recordaría en la mañana. Todo un espectáculo de excesos que ella sabía manejar como nadie. Pero en un rincón de su mente, esa mirada fría seguía clavada, como una advertencia: su imperio no era intocable. Deianira salió del club cuando amanecía, rodeada de un séquito de almas perdidas que la seguían como devotos de una diosa del caos. Subió a su coche con la carcajada todavía en los labios, pero al mirarse en el espejo retrovisor, se detuvo. El maquillaje estaba intacto, sí… pero había un cansancio extraño en sus ojos celestes. La diosa parecía humana por un instante. Sacó una bolsita plateada del bolso y la dejó sobre sus rodillas. —Aún no, cariño —susurró, como si hablara con ella. Y con un gesto brusco, la guardó de nuevo. El coche arrancó. Afuera, Nueva York despertaba. Y Deianira, entre humo y cristal, se convencía de que aún tenía el control. Aunque la grieta ya empezaba a abrirse.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    //Estos son los personajes más amados de este grandiosa series.
    //Estos son los personajes más amados de este grandiosa series.
    Estos son los personajes más amados de mi universo según los votos de los ficrolers y yo saque el segundo lugar. Muchas gracias de nuevo a los que votaron por mí en la encuesta anterior.
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  • En el vasto mundo de la vigilia, Morfeo, como cada noche, caminaba en solitario. Vestido con un manto oscuro como la misma obsidiana, sin adornos.

    Era su costumbre recorrer senderos en silencio, fuera de la urbe, observando las constelaciones que se dibujaban en los cielos.

    Ese día, sin embargo, algo distinto perturbó la quietud. Entre la neblina nocturna apareció una luz dorada, vibrante, como si cada paso hiciera sonar un invisible coro de trompetas.

    Morfeo se detuvo.
    Nunca había visto tal resplandor en el dominio del hombre.

    La figura se reveló lentamente: alas extendidas, ojos firmes como el horizonte, una sonrisa que parecía segura de todo triunfo. Era Nike, la diosa de la victoria.

    Con un dejo de desconcierto en su voz, le preguntó: 

     —¿Qué haces tú aquí, hija del Olimpo? —

    Nike
    En el vasto mundo de la vigilia, Morfeo, como cada noche, caminaba en solitario. Vestido con un manto oscuro como la misma obsidiana, sin adornos. Era su costumbre recorrer senderos en silencio, fuera de la urbe, observando las constelaciones que se dibujaban en los cielos. Ese día, sin embargo, algo distinto perturbó la quietud. Entre la neblina nocturna apareció una luz dorada, vibrante, como si cada paso hiciera sonar un invisible coro de trompetas. Morfeo se detuvo. Nunca había visto tal resplandor en el dominio del hombre. La figura se reveló lentamente: alas extendidas, ojos firmes como el horizonte, una sonrisa que parecía segura de todo triunfo. Era Nike, la diosa de la victoria. Con un dejo de desconcierto en su voz, le preguntó:   —¿Qué haces tú aquí, hija del Olimpo? — [victory_goddess_0]
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  • ⏱- ¿Será que Kotoko regrese... Así como lo hice yo..?

    [Se había aparecido en medio de una ciudad desconocida para el]

    ⏱- Ella también es una diosa... Entiendo si no vuelve... O si no me quiere volver a ver... Después de todo no le di la atención que pedia
    ⏱- ¿Será que Kotoko regrese... Así como lo hice yo..? [Se había aparecido en medio de una ciudad desconocida para el] ⏱- Ella también es una diosa... Entiendo si no vuelve... O si no me quiere volver a ver... Después de todo no le di la atención que pedia
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  • Apuesto que así se nota , mis encatos mejor y más lindas que cualquier diosa no?

    - solo estaba bromeando un poco , mientras estaba si transformado -
    Apuesto que así se nota , mis encatos mejor y más lindas que cualquier diosa no? - solo estaba bromeando un poco , mientras estaba si transformado -
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  • Aveces me siento como si callera mas , mas frio y oscuro mar sus progundirades de la diosa ran.
    Aveces me siento como si callera mas , mas frio y oscuro mar sus progundirades de la diosa ran.
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  • - aquella voz de la diosa era como el viento un simpre viento de invierno alegando de todo los miedos , la paz de la noche .-

    https://youtu.be/cLfO7I1lj_A?si=_X2OHBqs2bAG7sgF
    - aquella voz de la diosa era como el viento un simpre viento de invierno alegando de todo los miedos , la paz de la noche .- https://youtu.be/cLfO7I1lj_A?si=_X2OHBqs2bAG7sgF
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  • -Loki , el dios del engaño caminaba por los pasillos de Asgard mientras tenia la manos en los bolsillos muy tranquilo ,cuando ollo que unos de aquello dioses secundario hablo.-

    Dios secundario:
    Alguien robo el tesoro de Odin

    Diosa secunaria :
    ¿Estara muert@? , si gran padre odin lo sepa

    - el sonrio un poco y supiro, penso.-

    Quien a sido tan estupido, para robarle a Señor Odin?
    -Loki , el dios del engaño caminaba por los pasillos de Asgard mientras tenia la manos en los bolsillos muy tranquilo ,cuando ollo que unos de aquello dioses secundario hablo.- Dios secundario: Alguien robo el tesoro de Odin Diosa secunaria : ¿Estara muert@? , si gran padre odin lo sepa - el sonrio un poco y supiro, penso.- Quien a sido tan estupido, para robarle a Señor Odin?
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