• °❀⋆.ೃ࿔*:・ #FunFact 𓇼 ⋆.˚

    *ੈ✩‧₊˚El guardarropas de Sugar Doll para uso diario es oversize porque se compone íntegramente por prendas de segunda mano que consiguió en ferias y ventas de garaje por muy poco dinero*ੈ✩‧₊˚
    °❀⋆.ೃ࿔*:・ 🎡🎪🎠 #FunFact ❕🎆🎢 𓇼 ⋆.˚ *ੈ✩‧₊˚👕El guardarropas de Sugar Doll para uso diario es oversize porque se compone íntegramente por prendas de segunda mano que consiguió en ferias y ventas de garaje por muy poco dinero👕*ੈ✩‧₊˚
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  • "-Muchas veces mi mente me juega en contra, en el momento que menos espero aparece un pensamiento intrusivo molesto o mí imaginación me hace dar arcadas de la nada o actuar extraño.. lo peor es cuando veo esas figuras, figuras extrañas que me observan desde cada rincón. Las escucho hablar cosas como 'ese hombre es tan patético', 'no deberías poder hacer esto?', 'lo estás haciendo mal" se que no son reales pero molestan muchísimo-"

    Kori termina de escribir en su diario y suspira cansado, se levanta y se arrastra hacia la cama para dormir. La pelea con yaken había destruido parte de su casa y había quedado algo agotado.
    "-Muchas veces mi mente me juega en contra, en el momento que menos espero aparece un pensamiento intrusivo molesto o mí imaginación me hace dar arcadas de la nada o actuar extraño.. lo peor es cuando veo esas figuras, figuras extrañas que me observan desde cada rincón. Las escucho hablar cosas como 'ese hombre es tan patético', 'no deberías poder hacer esto?', 'lo estás haciendo mal" se que no son reales pero molestan muchísimo-" Kori termina de escribir en su diario y suspira cansado, se levanta y se arrastra hacia la cama para dormir. La pelea con yaken había destruido parte de su casa y había quedado algo agotado.
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  • Presentaciones, Presentaciones....
    Mi nombre es Nyx, soy una bruja "moderna" mi especialización es variada, pero mi actual afición es recolectar libros...grimorios y diarios de otros seres mágicos.

    Sí, lo sé suena como robar, pero no es robar.
    Presentaciones, Presentaciones.... Mi nombre es Nyx, soy una bruja "moderna" mi especialización es variada, pero mi actual afición es recolectar libros...grimorios y diarios de otros seres mágicos. Sí, lo sé suena como robar, pero no es robar.
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  • — ² —
    Fandom Disney, Tarzán
    Categoría Aventura
    Jane no había dejado de pensar en él. En esos ojos que parecían leerla mejor que cualquier palabra, de una forma primitiva, en la fuerza brutal con la que la había cargado en sus brazos, en cómo habían logrado comunicarse con simples gestos.

    Y luego estaba el diario.

    Lo había escondido en el interior de un baúl, bajo sus vestidos y ropajes de viaje, lejos de la vista de su padre y de cualquier otra persona. Temía sus preguntas, pero más temía que descubrieran lo que ella apenas había empezado a entender. Había pasado las últimas noches bajo la luz de una lámpara tenue, hojeando esas páginas desgastadas mientras luchaba contra los insectos atraídos por la luz. La caligrafía era firme, inglesa, con un trazo elegante pero a la vez rápido. En la primera página, apenas legible, había un nombre reducido a iniciales: J.C.

    Cada vez que las leía, algo en su pecho se agitaba. ¿Quién había sido aquel hombre? ¿Un explorador? ¿Un marinero perdido? ¿Un colono? No lo sabía aún, pero las entradas hablaban de la jungla, descripciones de criaturas, tormentas... Pero muchos de los pasajes se encontraban medio borrados, o emborronados al completo por la humedad y el paso del tiempo. Y no había nada más horrible y a la vez emocionante para alguien con el alma exploradora como la que Jane tenía que algo así cayera en sus manos, pero que tuvieran que rascar y rascar hasta el fondo para encontrarle un sentido.

    Pero tras las noches en vela tratando de entender tanto el descubrimiento de Tarzán como el del diario y su relación entre ellos, llegaban los días, y así era cono se encontraba en el tercer día desde su encuentro con Tarzán; un día que amaneció húmedo, con un cielo cubierto de unas fantasmagóricas nubes que prometían lluvias. Jane salió de la tienda ajustándose el sombrero mientras su padre, siempre entusiasta, ya daba instrucciones a los exploradores para preparar todo el instrumental. Lord Pembroke, un hombre pegado a una enorme barriga y con voz demasiado nasal para el gusto de cualquiera, hablaba de las magníficas fotografías que esperaba capturar de los chimpancés en su hábitat natural. Jane sonrió con cortesía, aunque por dentro sentía un nudo. El entusiasmo de los nobles era casi ridículo; para ellos la selva era un escenario de cacería y espectáculo, no un lugar vivo que podía devorarlos en cualquier instante, y a su vez un sitio maravilloso, lleno de historia y de un sinfín de vida. A cada paso que daban, ella pensaba en Tarzán, en cómo se movería él entre esas ramas con la misma ligereza con la que ellos apenas lograban caminar entre raíces y fango.

    —Jane, hija, ¿lista? —la voz de su padre la devolvió al presente. Él la observaba con ternura, aunque en su mirada había un atisbo de preocupación. No había pasado desapercibido que su hija estaba más pensativa que de costumbre.

    —Sí, padre. —forzó una sonrisa, aferrando sus cuadernos de campo contra el pecho como si fueran un escudo, los mismos que esperaba llenar de anotaciones y bocetos si lograban encontrar la comunidad de chimpancés que días atrás habían visto por esa zona. Y mientras el grupo se adentraba finalmente en la espesura de la jungla, entre charlas triviales y risas huecas, Jane no podía evitar un pensamiento insistente: ¿y si Tarzán los estaba observando en ese mismo instante, escondido en lo alto de un árbol? O peor aún, ¿y si alguien lo descubría a él?
    Jane no había dejado de pensar en él. En esos ojos que parecían leerla mejor que cualquier palabra, de una forma primitiva, en la fuerza brutal con la que la había cargado en sus brazos, en cómo habían logrado comunicarse con simples gestos. Y luego estaba el diario. Lo había escondido en el interior de un baúl, bajo sus vestidos y ropajes de viaje, lejos de la vista de su padre y de cualquier otra persona. Temía sus preguntas, pero más temía que descubrieran lo que ella apenas había empezado a entender. Había pasado las últimas noches bajo la luz de una lámpara tenue, hojeando esas páginas desgastadas mientras luchaba contra los insectos atraídos por la luz. La caligrafía era firme, inglesa, con un trazo elegante pero a la vez rápido. En la primera página, apenas legible, había un nombre reducido a iniciales: J.C. Cada vez que las leía, algo en su pecho se agitaba. ¿Quién había sido aquel hombre? ¿Un explorador? ¿Un marinero perdido? ¿Un colono? No lo sabía aún, pero las entradas hablaban de la jungla, descripciones de criaturas, tormentas... Pero muchos de los pasajes se encontraban medio borrados, o emborronados al completo por la humedad y el paso del tiempo. Y no había nada más horrible y a la vez emocionante para alguien con el alma exploradora como la que Jane tenía que algo así cayera en sus manos, pero que tuvieran que rascar y rascar hasta el fondo para encontrarle un sentido. Pero tras las noches en vela tratando de entender tanto el descubrimiento de Tarzán como el del diario y su relación entre ellos, llegaban los días, y así era cono se encontraba en el tercer día desde su encuentro con Tarzán; un día que amaneció húmedo, con un cielo cubierto de unas fantasmagóricas nubes que prometían lluvias. Jane salió de la tienda ajustándose el sombrero mientras su padre, siempre entusiasta, ya daba instrucciones a los exploradores para preparar todo el instrumental. Lord Pembroke, un hombre pegado a una enorme barriga y con voz demasiado nasal para el gusto de cualquiera, hablaba de las magníficas fotografías que esperaba capturar de los chimpancés en su hábitat natural. Jane sonrió con cortesía, aunque por dentro sentía un nudo. El entusiasmo de los nobles era casi ridículo; para ellos la selva era un escenario de cacería y espectáculo, no un lugar vivo que podía devorarlos en cualquier instante, y a su vez un sitio maravilloso, lleno de historia y de un sinfín de vida. A cada paso que daban, ella pensaba en Tarzán, en cómo se movería él entre esas ramas con la misma ligereza con la que ellos apenas lograban caminar entre raíces y fango. —Jane, hija, ¿lista? —la voz de su padre la devolvió al presente. Él la observaba con ternura, aunque en su mirada había un atisbo de preocupación. No había pasado desapercibido que su hija estaba más pensativa que de costumbre. —Sí, padre. —forzó una sonrisa, aferrando sus cuadernos de campo contra el pecho como si fueran un escudo, los mismos que esperaba llenar de anotaciones y bocetos si lograban encontrar la comunidad de chimpancés que días atrás habían visto por esa zona. Y mientras el grupo se adentraba finalmente en la espesura de la jungla, entre charlas triviales y risas huecas, Jane no podía evitar un pensamiento insistente: ¿y si Tarzán los estaba observando en ese mismo instante, escondido en lo alto de un árbol? O peor aún, ¿y si alguien lo descubría a él?
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  • 𝑺𝒕𝒆𝒇𝒂𝒏 𝑺𝒂𝒍𝒗𝒂𝒕𝒐𝒓𝒆

    Querido diario….

    𝑺𝒕𝒆𝒇𝒂𝒏 𝑺𝒂𝒍𝒗𝒂𝒕𝒐𝒓𝒆 Querido diario….
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  • ⠀⠀La noche se había adueñado de la ciudad, pero las luces de la iglesia de San Miguel brillaban iluminando la calle en penumbra. Kazuha se detuvo frente a la verja. Era una espectadora silenciosa en un culto ajeno.

    ⠀⠀Desde el interior, llegaba el murmullo de una oración colectiva, un sonido que le erizó la piel. No por devoción, sino por una molesta familiaridad.

    "𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦 𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰𝘴..."

    ⠀⠀Una sonrisa torcida se dibujó en sus labios. ¿En los cielos? Ella provenía de un linaje que se decía ser descendiente de una entidad que habitaba en los sueños. Aeloria, Guardiana de los Sueños. Una leyenda tan antigua y difusa como el propio concepto de Dios para estos humanos.

    "𝘚𝘢𝘯𝘵𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘢 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦..."

    ⠀⠀Ellos tenían su libro sagrado, su Biblia, con reglas escritas en piedra y mandamientos entregados en una montaña. Los Aelorianos tenían un Código de Ética. Un reglamento seco, frío, escrito por un Consejo de Ancianos temerosos que decidieron que el miedo era una buena base para la moral. "No usar el poder para ventaja personal. No alterar el equilibrio mágico en el mundo" Tsk, ¿quién decidió qué era el "equilibrio"? ¿Un puñado de viejos asustados que añoraban los días en que eran venerados como dioses menores?

    "𝘋𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘺 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘯 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘪𝘢..."

    ⠀⠀Ellos pedían pan. Sus clientes pedían amor, poder, venganza. ¿Era tan distinto? Ambos suplicaban a una fuerza superior para llenar un vacío. La única diferencia era el intermediario. Ellos tenían sacerdotes que prometían una recompensa después de la muerte. Y ella era como una sacerdotisa que cobraba antes de conceder el milagro, y advertía que el cielo podía caerte encima en cualquier momento.

    «Aeloria no nos dió este poder para que lo usaramos, sino para que lo entendieramos". La frase, una de las tantas que le habían repetido hasta el cansancio en su juventud. ¿Entenderlo? ¿Entender el caos? Era como intentar entender un huracán metiéndose en el ojo de la tormenta. ¡Absurdo!. El poder era para usarse. Para sentirlo arder en las venas, para moldear la realidad a voluntad. ¿Acaso no era eso entenderlo verdaderamente? Abrazar su naturaleza depredadora, en lugar de intentar domarla con reglas hipócritas.

    ⠀⠀Un Código de Ética escrito por un puñado de viejos cobardes era su biblia. Y ella era como la serpiente del Edén, prefería ofrecer la manzana del conocimiento prohibido, aunque a cambio de un precio que respnaría en los ecos del alma.

    ⠀⠀Una mariposa roja se materializó y se posó en un barrotes justo frente a su rostro.

    —¿Lo ves? —murmuró, y su voz se perdió en el canto de los feligreces— ellos rezan a un dios que no contesta. Y nosotros... somos los dioses que contestamos. Por eso nos temen más que a su propio dios silente, hmph.

    ⠀⠀Giró sobre sus talones y se alejó de la luz de la iglesia. No había respuestas para ella en ese lugar, solo el eco reconfortante de su propia herejía. Ella era una creyente más fiel que todos ellos. Porque creía en el poder mismo. Y no en las reglas que los hombres, humanos o Aelorianos, inventaban para sentirse menos aterrados de la oscuridad que llevaban dentro.

    ⠀⠀El eco de un "Amén" colectivo la persiguió calle abajo. Ella no necesitaba amén. Tenía el sonido de las mariposas rojas aleteando siempre cerca de ella.
    ⠀⠀La noche se había adueñado de la ciudad, pero las luces de la iglesia de San Miguel brillaban iluminando la calle en penumbra. Kazuha se detuvo frente a la verja. Era una espectadora silenciosa en un culto ajeno. ⠀⠀Desde el interior, llegaba el murmullo de una oración colectiva, un sonido que le erizó la piel. No por devoción, sino por una molesta familiaridad. "𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦 𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰𝘴..." ⠀⠀Una sonrisa torcida se dibujó en sus labios. ¿En los cielos? Ella provenía de un linaje que se decía ser descendiente de una entidad que habitaba en los sueños. Aeloria, Guardiana de los Sueños. Una leyenda tan antigua y difusa como el propio concepto de Dios para estos humanos. "𝘚𝘢𝘯𝘵𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘢 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦..." ⠀⠀Ellos tenían su libro sagrado, su Biblia, con reglas escritas en piedra y mandamientos entregados en una montaña. Los Aelorianos tenían un Código de Ética. Un reglamento seco, frío, escrito por un Consejo de Ancianos temerosos que decidieron que el miedo era una buena base para la moral. "No usar el poder para ventaja personal. No alterar el equilibrio mágico en el mundo" Tsk, ¿quién decidió qué era el "equilibrio"? ¿Un puñado de viejos asustados que añoraban los días en que eran venerados como dioses menores? "𝘋𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘺 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘯 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘪𝘢..." ⠀⠀Ellos pedían pan. Sus clientes pedían amor, poder, venganza. ¿Era tan distinto? Ambos suplicaban a una fuerza superior para llenar un vacío. La única diferencia era el intermediario. Ellos tenían sacerdotes que prometían una recompensa después de la muerte. Y ella era como una sacerdotisa que cobraba antes de conceder el milagro, y advertía que el cielo podía caerte encima en cualquier momento. «Aeloria no nos dió este poder para que lo usaramos, sino para que lo entendieramos". La frase, una de las tantas que le habían repetido hasta el cansancio en su juventud. ¿Entenderlo? ¿Entender el caos? Era como intentar entender un huracán metiéndose en el ojo de la tormenta. ¡Absurdo!. El poder era para usarse. Para sentirlo arder en las venas, para moldear la realidad a voluntad. ¿Acaso no era eso entenderlo verdaderamente? Abrazar su naturaleza depredadora, en lugar de intentar domarla con reglas hipócritas. ⠀⠀Un Código de Ética escrito por un puñado de viejos cobardes era su biblia. Y ella era como la serpiente del Edén, prefería ofrecer la manzana del conocimiento prohibido, aunque a cambio de un precio que respnaría en los ecos del alma. ⠀⠀Una mariposa roja se materializó y se posó en un barrotes justo frente a su rostro. —¿Lo ves? —murmuró, y su voz se perdió en el canto de los feligreces— ellos rezan a un dios que no contesta. Y nosotros... somos los dioses que contestamos. Por eso nos temen más que a su propio dios silente, hmph. ⠀⠀Giró sobre sus talones y se alejó de la luz de la iglesia. No había respuestas para ella en ese lugar, solo el eco reconfortante de su propia herejía. Ella era una creyente más fiel que todos ellos. Porque creía en el poder mismo. Y no en las reglas que los hombres, humanos o Aelorianos, inventaban para sentirse menos aterrados de la oscuridad que llevaban dentro. ⠀⠀El eco de un "Amén" colectivo la persiguió calle abajo. Ella no necesitaba amén. Tenía el sonido de las mariposas rojas aleteando siempre cerca de ella.
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  • 『 Querido Diario Psicópata:

    He concluido que ir al psicólogo no me parece una muy buena idea. Aunque al inicio acepté el pedir ayuda, desde entonces estaba algo renuente a ello. Debo ser honesto con esto, y es que tengo mucho miedo que el psicólogo me ayude a eliminar todas esas voces de mi cabeza...

    Sólo imaginate, todas esas voces desaparecer... ¿y luego, con quien voy a hablar? 』
    『 Querido Diario Psicópata: He concluido que ir al psicólogo no me parece una muy buena idea. Aunque al inicio acepté el pedir ayuda, desde entonces estaba algo renuente a ello. Debo ser honesto con esto, y es que tengo mucho miedo que el psicólogo me ayude a eliminar todas esas voces de mi cabeza... Sólo imaginate, todas esas voces desaparecer... ¿y luego, con quien voy a hablar? 』
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  • 『 Querido Diario Psicópata:

    Hoy amanecí a toda madre, torturando almas, humillando a los santos de mi sobrin@, socabando a mis espectros... hasta que alguien me sugirió volverme un ser de luz.

    Nah! No hay presupuesto para ese gasto de energía, además de que ma luz hoy en día esmuy costosa, y me caga el sol... 』
    『 Querido Diario Psicópata: Hoy amanecí a toda madre, torturando almas, humillando a los santos de mi sobrin@, socabando a mis espectros... hasta que alguien me sugirió volverme un ser de luz. Nah! No hay presupuesto para ese gasto de energía, además de que ma luz hoy en día esmuy costosa, y me caga el sol... 』
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  • Con un gesto lento, desliza la zurda sobre la superficie de un mueble hasta encontrar su diario de tapas oscuras. Lo acercó hacia él y, al abrirlo, el crujido leve de sus hojas lo recibe con sus memorias plasmadas en tinta negra. Tomó la pluma antigua, la sostuvo un instante entre sus dedos al aire … Y  comenzó a escribir, dejando que la tinta comience a trazar en la página...

    "El círculo de la ventana deja pasar una claridad distante, como un recuerdo que ya no me pertenece. 

    Me siento rodeado de libros que guardan voces antiguas, mientras la nostalgia me recuerda que incluso los sueños se marchitan con el tiempo. Hay ausencias que se convierten en sombra, y en ellas descubro que lo más doloroso no es olvidar… sino recordar con tanta nitidez lo que o quién... ya no está."

    Finalizó, cerró el diario y lo dejó caer sobre sus piernas.
    Con un gesto lento, desliza la zurda sobre la superficie de un mueble hasta encontrar su diario de tapas oscuras. Lo acercó hacia él y, al abrirlo, el crujido leve de sus hojas lo recibe con sus memorias plasmadas en tinta negra. Tomó la pluma antigua, la sostuvo un instante entre sus dedos al aire … Y  comenzó a escribir, dejando que la tinta comience a trazar en la página... "El círculo de la ventana deja pasar una claridad distante, como un recuerdo que ya no me pertenece.  Me siento rodeado de libros que guardan voces antiguas, mientras la nostalgia me recuerda que incluso los sueños se marchitan con el tiempo. Hay ausencias que se convierten en sombra, y en ellas descubro que lo más doloroso no es olvidar… sino recordar con tanta nitidez lo que o quién... ya no está." Finalizó, cerró el diario y lo dejó caer sobre sus piernas.
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  • Querido diario

    Hoy ha sido un día interesante. Denji poco a poco comienza a aprender física, aunque más que porque yo se la enseñe, lo hace gracias a casi darse de bruces contra el suelo cuando nuestras compañeras ---. Siempre que ve a --- de frente, no puede evitar verla tanto de frente como de espaldas. Es un buen chico, aunque lo de estudiar no va mucho con él.

    Al salir de clase, he comenzado a conocer a más gente. Unos, odian los demonios. Otros, son fieles seguidores. Y si hubiese tres tipos de personas en el mundo, estaría también yo, a quien le dan completa y absolutamente igual los demonios. Solamente, demonio de la cognición, pacté ç̷̧̘͚̬̲͎͙̫̯̜̺̠̮̬͎͔͈̱̣͈̱̜̌̏ő̵̢̧̨͎̗̰̟̰͍͕͔̲̮͕̫̗͚̬̹͇͉̲̈́̃̃̏̃̂̌̑͂̀̔̚͠n̶̮̼̺͖̯̯̲̆̿̓̆͐̐̍̃̒̈́̾t̴̨̡̨̛̙̗̦̱͖̞̮͋̽͊͋̓̓́̓̀͑̊̓̉͛͌̆͊͒̕͘͝͝i̷̡̢̛̟̣̣͙̯̩̺̮̟̣͚̜̙̦̺̹͇͓̞͋̓̔̈͌̎̿͗̅͝g̸̢̯͓͎͙̬̯͔̺͖̻̲̹̰͚̫͂͗̋̓̀̔̌̇͆̊̑̈́͆͛̐̔͌͆̕̚͠o̶͈̰̓̑̓͂̿̅̕̚ ̵̡͍͓̝̼̻̲̙̫̫̺͈̥̱̺͇̜̰͚͉͖̫̭̉͑͊̆̒̈́̌̌͌̃̀̃̋͛͗̿̈́͠͝p̷̫͎͈̯̙̲̻͚̲͙̳̯̺̺͚̌̈́̓̍̑́̎̀̃̿̀͘a̶̜̦͓̹͙̦̪̥̱̩͔̤͈̒͜͠r̷̦͓̤͇̞̭͇̤̥̥̬̬̮͚͑̈́͐͂͋̄̒̆͑̄͝ͅa̵̢̧̠̱̪̠͕̙̖̞̮̯̝͉̭̲̖͉̝̹̠̗̦̒̌̔̉͗̇̔͗͂̈́̀̊͆̈́̽͘̕͘͝͝͝ ̸̢̡͓̖͓͔̜̠̼̖̩͎͍͚̒̎͆͒̇̈́͋̈́͘͜͜͝q̴̣̲̾́̆͊̓͑͂͊͑̄̐́̍͛̔́̃̿͆͠ụ̸̡͍̲͔̖̦̬̺̐͊̽̋̍̍͛̅͐̊̓̏͒̈́̓̿̉͗̍̂̓͊͜͝é̶͈̖͔̪̭̰̉́̏̾̆̽̋̋́̍͂́̐͆́͛͋̕͝ ̶̨̛͈̯̩̭̫̉̌̔́͆̃̾̾̌̑̈́́̋̍̂͑͑̚͘͝N̴͍̮̼͚̞̱͕̺̱͕͚̯̮̪̬̲̈́̀̓̈́̉͑͒͂̏̈̀͊̕O̵͇͙̓̒̀̈́̀̎́́̎̈́͌͋̂͂̓̔̑̑̉̾̕̚ ̵̡̡̹̺̞̰̪̰͍̳̣̖̖͔̘̖̪̯͛͒̓̂͗̇̂̈̅́͒̀̚̕͝͠I̵̡͓̪͓͂͑͒͐͌̐͐̿̋̈́̉̋̊̃͂͠Ņ̵̙̮̫̪͍̩͉̲̭̤̩̠͓̟͇͖̩̩͋̎̀͜V̶̡̡͎͎̭̗̳̪̺͇͔͎̺̬͖̙̝̗͚͈̞̹̆̐͑̒̀̂Ą̸̢̨̢̨͈͕͈̻̤̲͍̱͎̫̫͖̣̣̠̦̣́̒͂͒̀̐̋̈́̅̅͒̔͆̀͗̓͘̚͜D̷̝̝͎̮͕̓̌͆̂̉̽̍̊̒̚A̴̢͉̖̦̰͕̼̝̰͍̲̭̠̳̬̭̪͈̯̬̲͉͒́ͅŞ̶̢̥͓̠̠̜̞͍̣͕̞̍͋͑̒̌̚̚ͅ ̸̨̙̠̗͔̺̫͔͇͎̖̲̼̰͈́m̷̨̢͕̝̫͓͎̺̗͈̠̻̲͖̯̜͎̥͇̀̓̂͝I̶̧̢͓͚̤̫͙̦̯̳̯͋̎̍̅̓͛̂̆͘͝͝͝ ̵̢̢̡̣͍̫̦̮̯͚̹̘͍͎̞̹͈͖̞̗̼͂̆̉̋̈́̾̂̆̐̏͑̐m̷̧͈̗̣̣̜̩̯͔͂̌̉̇͋̀̈̏͛̌̚͠E̷̫̥͇͍͙̣̟̹̦̥̦͖̥̦̩͔͕͑ń̵̛͓́͆̊̐̐́̈́͆̆̊̀̃̾̎͌̅̀̽͘͝͝ͅT̵̡͍͓͉̱͈̱̓̇̓̅̈́́̽̀̋̈̈̕̕̕͠ę̴͔̖̩̱͖͙̠̮̯̰́̅̆͋͂͗͛̓̊́̆̑̓͗̿̎̑͂̚ ̴̧̛̫̺̣̣͈̻̱̝̗͙͎̘̤̺̞̱͚̘̯̈́͐̇͑̅̓̈̾̆̊̿̌̕͜͜ÿ̷̧̧̛͎̯̮̺̣̣̮̥͓̻̪̦͍͉͈́̈͛̀̃̈̓̉̾̆͘͜͠ͅ ̷̨̧̺̦̱͈̹̦̮̦̥̻̞̣̦̻̑̽̊̇͊͘Ỷ̶̢̧̛̬͉̰͙͇͉̫̐͑͌͌̈́̀̇̐̉̓̒͘͘͜͠͝͠͝ͅö̸̧̧̨̮͈̩͈̻̭̲̽́̓̂͗̂̈́ ̴͚̹̣̥̥̦͐͒̒̀̀͌͂̉̽́͘͘P̸̺̺͚̪̼̼̱̩̳̬͇̎͝ǫ̵̛͖̣͉̭̤̞̬̟̱̣͆̇͂͜d̶̡̜̯͙̱̖̫͔̮̮̜̼̓̅̌͑̃̔͌̄̍̚͝Ḛ̸̖͖̜͙̖̞͉͈͊̎̾̔͒͐̈́͌͗̈́͗̓̿͂̂͐̈̋̋̓̓͜͠͠r̷͈̙͉̗͍͓̤̦͚̤͓͓̥͐͌̋̂̅̆̔͌̄͌̚͘͝ͅͅV̵̨̟̦̭͔̣̻̐͗̈́̾̂͒̾̏̏͂̾̾̀̋̊̓̄̚ȉ̸̧̞̳͍͚̝̘̘͓̖̲̅̃͑͐̿̓̋͠V̵̫͓̭̤̞͌̋̆̂̉̀͆̐̿̏̀͌̾̀̍͜͝͝i̶̡̳͍̲͈̤̎̑̽̊̽͋͌̏̉̎̑͊͆̑̿̈́̇̕p̴͖̞̰͙̞͕̥͒̆̓̅̉̔̈̎̈́́̎̾́́͆̃͛̑̕͝͠͝͠Ą̶̢̛͓͎̭̜͙̫͈͎͉͎̰̱̦̺̰̬͕̬͈̪̈́̏͂̈́̊̓̃̈̍̆́̇̀̽̕͝r̸̨̠̺̟̞͓͚̥̻͍̣̼̳̭͎̠̻͗̂͝ą̴̨͖̰̭͇͚̱͉̲͉̪͎͚̯̖̭͊̈̃̈́̔̄͗̑̋̾̔̈́̔̚̕ͅŞ̸̧̡̗̼̱͎̘͍̬̮͙̺͋͐̓̈́̓̏͊͋͛͛͛́͐͜i̵̢͍̟̽͛̅͗̏̋̑̈́̉̿̐͆̽̅̄͘̕͝͠e̷̢̞̺̮̘͕͔̗̠̝͍̍̄͊͂̆̈̂̌͒̈́̐͑̀̍̃̑̔̂͜͝͝ḿ̶̫̳͖̖͔̘͙̮̌͗̔̑̈̌̀́̊̅̐̓̎̀̈́̓͘̚̚͠P̶̧̧̺͕̥̥͈̮̹͕̬̩̱͕͉̱͊͒̽́́̏͂̌͘͝ŗ̷̨̙̝̪̰̼̼͍̥̺̟̩͕̣̘̰̥̫́̇͒͐́̋̀̽̐̃͆̈́̐͛̾̔̀̿̚̕͜͜͝͝ę̴̻͔͈̠̞̳̱̱̙͙̘̘̙̻̜͌̒͑͑
    Querido diario Hoy ha sido un día interesante. Denji poco a poco comienza a aprender física, aunque más que porque yo se la enseñe, lo hace gracias a casi darse de bruces contra el suelo cuando nuestras compañeras ---. Siempre que ve a --- de frente, no puede evitar verla tanto de frente como de espaldas. Es un buen chico, aunque lo de estudiar no va mucho con él. Al salir de clase, he comenzado a conocer a más gente. Unos, odian los demonios. Otros, son fieles seguidores. Y si hubiese tres tipos de personas en el mundo, estaría también yo, a quien le dan completa y absolutamente igual los demonios. Solamente, demonio de la cognición, pacté ç̷̧̘͚̬̲͎͙̫̯̜̺̠̮̬͎͔͈̱̣͈̱̜̌̏ő̵̢̧̨͎̗̰̟̰͍͕͔̲̮͕̫̗͚̬̹͇͉̲̈́̃̃̏̃̂̌̑͂̀̔̚͠n̶̮̼̺͖̯̯̲̆̿̓̆͐̐̍̃̒̈́̾t̴̨̡̨̛̙̗̦̱͖̞̮͋̽͊͋̓̓́̓̀͑̊̓̉͛͌̆͊͒̕͘͝͝i̷̡̢̛̟̣̣͙̯̩̺̮̟̣͚̜̙̦̺̹͇͓̞͋̓̔̈͌̎̿͗̅͝g̸̢̯͓͎͙̬̯͔̺͖̻̲̹̰͚̫͂͗̋̓̀̔̌̇͆̊̑̈́͆͛̐̔͌͆̕̚͠o̶͈̰̓̑̓͂̿̅̕̚ ̵̡͍͓̝̼̻̲̙̫̫̺͈̥̱̺͇̜̰͚͉͖̫̭̉͑͊̆̒̈́̌̌͌̃̀̃̋͛͗̿̈́͠͝p̷̫͎͈̯̙̲̻͚̲͙̳̯̺̺͚̌̈́̓̍̑́̎̀̃̿̀͘a̶̜̦͓̹͙̦̪̥̱̩͔̤͈̒͜͠r̷̦͓̤͇̞̭͇̤̥̥̬̬̮͚͑̈́͐͂͋̄̒̆͑̄͝ͅa̵̢̧̠̱̪̠͕̙̖̞̮̯̝͉̭̲̖͉̝̹̠̗̦̒̌̔̉͗̇̔͗͂̈́̀̊͆̈́̽͘̕͘͝͝͝ ̸̢̡͓̖͓͔̜̠̼̖̩͎͍͚̒̎͆͒̇̈́͋̈́͘͜͜͝q̴̣̲̾́̆͊̓͑͂͊͑̄̐́̍͛̔́̃̿͆͠ụ̸̡͍̲͔̖̦̬̺̐͊̽̋̍̍͛̅͐̊̓̏͒̈́̓̿̉͗̍̂̓͊͜͝é̶͈̖͔̪̭̰̉́̏̾̆̽̋̋́̍͂́̐͆́͛͋̕͝ ̶̨̛͈̯̩̭̫̉̌̔́͆̃̾̾̌̑̈́́̋̍̂͑͑̚͘͝N̴͍̮̼͚̞̱͕̺̱͕͚̯̮̪̬̲̈́̀̓̈́̉͑͒͂̏̈̀͊̕O̵͇͙̓̒̀̈́̀̎́́̎̈́͌͋̂͂̓̔̑̑̉̾̕̚ ̵̡̡̹̺̞̰̪̰͍̳̣̖̖͔̘̖̪̯͛͒̓̂͗̇̂̈̅́͒̀̚̕͝͠I̵̡͓̪͓͂͑͒͐͌̐͐̿̋̈́̉̋̊̃͂͠Ņ̵̙̮̫̪͍̩͉̲̭̤̩̠͓̟͇͖̩̩͋̎̀͜V̶̡̡͎͎̭̗̳̪̺͇͔͎̺̬͖̙̝̗͚͈̞̹̆̐͑̒̀̂Ą̸̢̨̢̨͈͕͈̻̤̲͍̱͎̫̫͖̣̣̠̦̣́̒͂͒̀̐̋̈́̅̅͒̔͆̀͗̓͘̚͜D̷̝̝͎̮͕̓̌͆̂̉̽̍̊̒̚A̴̢͉̖̦̰͕̼̝̰͍̲̭̠̳̬̭̪͈̯̬̲͉͒́ͅŞ̶̢̥͓̠̠̜̞͍̣͕̞̍͋͑̒̌̚̚ͅ ̸̨̙̠̗͔̺̫͔͇͎̖̲̼̰͈́m̷̨̢͕̝̫͓͎̺̗͈̠̻̲͖̯̜͎̥͇̀̓̂͝I̶̧̢͓͚̤̫͙̦̯̳̯͋̎̍̅̓͛̂̆͘͝͝͝ ̵̢̢̡̣͍̫̦̮̯͚̹̘͍͎̞̹͈͖̞̗̼͂̆̉̋̈́̾̂̆̐̏͑̐m̷̧͈̗̣̣̜̩̯͔͂̌̉̇͋̀̈̏͛̌̚͠E̷̫̥͇͍͙̣̟̹̦̥̦͖̥̦̩͔͕͑ń̵̛͓́͆̊̐̐́̈́͆̆̊̀̃̾̎͌̅̀̽͘͝͝ͅT̵̡͍͓͉̱͈̱̓̇̓̅̈́́̽̀̋̈̈̕̕̕͠ę̴͔̖̩̱͖͙̠̮̯̰́̅̆͋͂͗͛̓̊́̆̑̓͗̿̎̑͂̚ ̴̧̛̫̺̣̣͈̻̱̝̗͙͎̘̤̺̞̱͚̘̯̈́͐̇͑̅̓̈̾̆̊̿̌̕͜͜ÿ̷̧̧̛͎̯̮̺̣̣̮̥͓̻̪̦͍͉͈́̈͛̀̃̈̓̉̾̆͘͜͠ͅ ̷̨̧̺̦̱͈̹̦̮̦̥̻̞̣̦̻̑̽̊̇͊͘Ỷ̶̢̧̛̬͉̰͙͇͉̫̐͑͌͌̈́̀̇̐̉̓̒͘͘͜͠͝͠͝ͅö̸̧̧̨̮͈̩͈̻̭̲̽́̓̂͗̂̈́ ̴͚̹̣̥̥̦͐͒̒̀̀͌͂̉̽́͘͘P̸̺̺͚̪̼̼̱̩̳̬͇̎͝ǫ̵̛͖̣͉̭̤̞̬̟̱̣͆̇͂͜d̶̡̜̯͙̱̖̫͔̮̮̜̼̓̅̌͑̃̔͌̄̍̚͝Ḛ̸̖͖̜͙̖̞͉͈͊̎̾̔͒͐̈́͌͗̈́͗̓̿͂̂͐̈̋̋̓̓͜͠͠r̷͈̙͉̗͍͓̤̦͚̤͓͓̥͐͌̋̂̅̆̔͌̄͌̚͘͝ͅͅV̵̨̟̦̭͔̣̻̐͗̈́̾̂͒̾̏̏͂̾̾̀̋̊̓̄̚ȉ̸̧̞̳͍͚̝̘̘͓̖̲̅̃͑͐̿̓̋͠V̵̫͓̭̤̞͌̋̆̂̉̀͆̐̿̏̀͌̾̀̍͜͝͝i̶̡̳͍̲͈̤̎̑̽̊̽͋͌̏̉̎̑͊͆̑̿̈́̇̕p̴͖̞̰͙̞͕̥͒̆̓̅̉̔̈̎̈́́̎̾́́͆̃͛̑̕͝͠͝͠Ą̶̢̛͓͎̭̜͙̫͈͎͉͎̰̱̦̺̰̬͕̬͈̪̈́̏͂̈́̊̓̃̈̍̆́̇̀̽̕͝r̸̨̠̺̟̞͓͚̥̻͍̣̼̳̭͎̠̻͗̂͝ą̴̨͖̰̭͇͚̱͉̲͉̪͎͚̯̖̭͊̈̃̈́̔̄͗̑̋̾̔̈́̔̚̕ͅŞ̸̧̡̗̼̱͎̘͍̬̮͙̺͋͐̓̈́̓̏͊͋͛͛͛́͐͜i̵̢͍̟̽͛̅͗̏̋̑̈́̉̿̐͆̽̅̄͘̕͝͠e̷̢̞̺̮̘͕͔̗̠̝͍̍̄͊͂̆̈̂̌͒̈́̐͑̀̍̃̑̔̂͜͝͝ḿ̶̫̳͖̖͔̘͙̮̌͗̔̑̈̌̀́̊̅̐̓̎̀̈́̓͘̚̚͠P̶̧̧̺͕̥̥͈̮̹͕̬̩̱͕͉̱͊͒̽́́̏͂̌͘͝ŗ̷̨̙̝̪̰̼̼͍̥̺̟̩͕̣̘̰̥̫́̇͒͐́̋̀̽̐̃͆̈́̐͛̾̔̀̿̚̕͜͜͝͝ę̴̻͔͈̠̞̳̱̱̙͙̘̘̙̻̜͌̒͑͑
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