• Supongo que no tiene de malo un capricho de vez en cuando~. Salud~.
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  • — I need a pretty baby..~

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  • —4:29 AM, el estaba durmiendo tranquilo en su casa cuando el telefono empezo a sonar insistentemente, con la paciencia agotada y con mucho sueño se levanto de la cama—

    —¡voy a matar a quien carajo deje los mensajes!
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    Ryu aullando a la luna roja tras la aparición de Veythra empuñada por Lili 🩷

    Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin
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  • ¡Hao! , seberias saber que yo soy un rey y unico .... un emperador del la historia.
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    La noche en que nació la Espada de Elune

    El Yokai apenas respira.
    Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
    Akane tensa su poder.

    Y yo…

    Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.

    No es un pensamiento.
    No es una voz.
    Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.

    Veythra:
    —Corta el viento.
    Corta el hilo.
    Su lamento… es tu filo.

    Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
    Y entonces aparece:

    **La katana.

    Veythra.
    La Espada de Elune.**

    Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
    El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.

    Mi visión cambia.

    El templo, Akane, el Yokai…
    Todo se disuelve.
    Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
    miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.

    Uno brilla más que los demás.
    Un hilo rojizo y tenso.
    Y va directo al Yokai.

    Tomo aire.
    Torpe, inexperta.
    Pero guiada por algo que no soy yo.

    **Deslizo a Veythra.

    Corto.**

    El sonido no es un corte.
    Es una implosión.
    Un estallido invertido que devora todo ruido.
    El mundo queda en silencio absoluto un instante.

    La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.

    Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
    ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
    El Yokai queda anclado.
    Expuesto.

    Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.

    Y entonces…

    **El cielo se rompe.

    Un dragón desciende.**

    Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.

    Sus alas eclipsan la luna roja.
    Su rugido hace vibrar la llanura entera.

    Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…

    **Shein Williams Ishtar.

    Nuestro ancestro.**

    Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.

    En un solo movimiento, elegante y mortal,
    rebana la cabeza del Yokai.

    La máscara cae.
    El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
    El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.

    —Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
    Este Yokai era escurridizo incluso para mí.


    ---

    La loba que escucha la luna

    En la Tierra, muy lejos de nosotras,
    Ryu observa la luna llena teñida de sangre.

    La brisa le eriza el pelaje.
    La pupila se le dilata.
    Y aúlla.

    No sólo por la luna.
    No sólo por mí.

    Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.


    ---

    El arma huérfana

    Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
    Fría.
    Hambrienta.

    Shein se la tiende a Akane.

    Ella la observa…
    y retira la mano.

    —No.
    Esta cosa… no debe ser mía.

    La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
    Sin dueño.
    Sin nombre.

    Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
    La abrazo y el templo suspira aliviado.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La noche en que nació la Espada de Elune El Yokai apenas respira. Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren. Akane tensa su poder. Y yo… Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí. No es un pensamiento. No es una voz. Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos. Veythra: —Corta el viento. Corta el hilo. Su lamento… es tu filo. Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene. Y entonces aparece: **La katana. Veythra. La Espada de Elune.** Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana. El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo. Mi visión cambia. El templo, Akane, el Yokai… Todo se disuelve. Y ante mí se abre un universo hecho de hilos: miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas. Uno brilla más que los demás. Un hilo rojizo y tenso. Y va directo al Yokai. Tomo aire. Torpe, inexperta. Pero guiada por algo que no soy yo. **Deslizo a Veythra. Corto.** El sonido no es un corte. Es una implosión. Un estallido invertido que devora todo ruido. El mundo queda en silencio absoluto un instante. La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel. Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura. ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura. El Yokai queda anclado. Expuesto. Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino. Y entonces… **El cielo se rompe. Un dragón desciende.** Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar. Sus alas eclipsan la luna roja. Su rugido hace vibrar la llanura entera. Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos… **Shein Williams Ishtar. Nuestro ancestro.** Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano. En un solo movimiento, elegante y mortal, rebana la cabeza del Yokai. La máscara cae. El cuerpo se disuelve en cenizas negras. El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein. —Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo— Este Yokai era escurridizo incluso para mí. --- La loba que escucha la luna En la Tierra, muy lejos de nosotras, Ryu observa la luna llena teñida de sangre. La brisa le eriza el pelaje. La pupila se le dilata. Y aúlla. No sólo por la luna. No sólo por mí. Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa. --- El arma huérfana Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra. Fría. Hambrienta. Shein se la tiende a Akane. Ella la observa… y retira la mano. —No. Esta cosa… no debe ser mía. La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar. Sin dueño. Sin nombre. Yuna despierta, débil, confusa, pero viva. La abrazo y el templo suspira aliviado.
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    La noche en que nació la Espada de Elune

    El Yokai apenas respira.
    Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
    Akane tensa su poder.

    Y yo…

    Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.

    No es un pensamiento.
    No es una voz.
    Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.

    Veythra:
    —Corta el viento.
    Corta el hilo.
    Su lamento… es tu filo.

    Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
    Y entonces aparece:

    **La katana.

    Veythra.
    La Espada de Elune.**

    Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
    El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.

    Mi visión cambia.

    El templo, Akane, el Yokai…
    Todo se disuelve.
    Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
    miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.

    Uno brilla más que los demás.
    Un hilo rojizo y tenso.
    Y va directo al Yokai.

    Tomo aire.
    Torpe, inexperta.
    Pero guiada por algo que no soy yo.

    **Deslizo a Veythra.

    Corto.**

    El sonido no es un corte.
    Es una implosión.
    Un estallido invertido que devora todo ruido.
    El mundo queda en silencio absoluto un instante.

    La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.

    Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
    ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
    El Yokai queda anclado.
    Expuesto.

    Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.

    Y entonces…

    **El cielo se rompe.

    Un dragón desciende.**

    Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.

    Sus alas eclipsan la luna roja.
    Su rugido hace vibrar la llanura entera.

    Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…

    **Shein Williams Ishtar.

    Nuestro ancestro.**

    Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.

    En un solo movimiento, elegante y mortal,
    rebana la cabeza del Yokai.

    La máscara cae.
    El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
    El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.

    —Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
    Este Yokai era escurridizo incluso para mí.


    ---

    La loba que escucha la luna

    En la Tierra, muy lejos de nosotras,
    Ryu observa la luna llena teñida de sangre.

    La brisa le eriza el pelaje.
    La pupila se le dilata.
    Y aúlla.

    No sólo por la luna.
    No sólo por mí.

    Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.


    ---

    El arma huérfana

    Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
    Fría.
    Hambrienta.

    Shein se la tiende a Akane.

    Ella la observa…
    y retira la mano.

    —No.
    Esta cosa… no debe ser mía.

    La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
    Sin dueño.
    Sin nombre.

    Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
    La abrazo y el templo suspira aliviado.
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    La noche en que nació la Espada de Elune

    El Yokai apenas respira.
    Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
    Akane tensa su poder.

    Y yo…

    Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.

    No es un pensamiento.
    No es una voz.
    Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.

    Veythra:
    —Corta el viento.
    Corta el hilo.
    Su lamento… es tu filo.

    Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
    Y entonces aparece:

    **La katana.

    Veythra.
    La Espada de Elune.**

    Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
    El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.

    Mi visión cambia.

    El templo, Akane, el Yokai…
    Todo se disuelve.
    Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
    miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.

    Uno brilla más que los demás.
    Un hilo rojizo y tenso.
    Y va directo al Yokai.

    Tomo aire.
    Torpe, inexperta.
    Pero guiada por algo que no soy yo.

    **Deslizo a Veythra.

    Corto.**

    El sonido no es un corte.
    Es una implosión.
    Un estallido invertido que devora todo ruido.
    El mundo queda en silencio absoluto un instante.

    La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.

    Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
    ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
    El Yokai queda anclado.
    Expuesto.

    Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.

    Y entonces…

    **El cielo se rompe.

    Un dragón desciende.**

    Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.

    Sus alas eclipsan la luna roja.
    Su rugido hace vibrar la llanura entera.

    Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…

    **Shein Williams Ishtar.

    Nuestro ancestro.**

    Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.

    En un solo movimiento, elegante y mortal,
    rebana la cabeza del Yokai.

    La máscara cae.
    El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
    El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.

    —Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
    Este Yokai era escurridizo incluso para mí.


    ---

    La loba que escucha la luna

    En la Tierra, muy lejos de nosotras,
    Ryu observa la luna llena teñida de sangre.

    La brisa le eriza el pelaje.
    La pupila se le dilata.
    Y aúlla.

    No sólo por la luna.
    No sólo por mí.

    Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.


    ---

    El arma huérfana

    Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
    Fría.
    Hambrienta.

    Shein se la tiende a Akane.

    Ella la observa…
    y retira la mano.

    —No.
    Esta cosa… no debe ser mía.

    La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
    Sin dueño.
    Sin nombre.

    Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
    La abrazo y el templo suspira aliviado.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La noche en que nació la Espada de Elune El Yokai apenas respira. Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren. Akane tensa su poder. Y yo… Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí. No es un pensamiento. No es una voz. Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos. Veythra: —Corta el viento. Corta el hilo. Su lamento… es tu filo. Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene. Y entonces aparece: **La katana. Veythra. La Espada de Elune.** Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana. El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo. Mi visión cambia. El templo, Akane, el Yokai… Todo se disuelve. Y ante mí se abre un universo hecho de hilos: miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas. Uno brilla más que los demás. Un hilo rojizo y tenso. Y va directo al Yokai. Tomo aire. Torpe, inexperta. Pero guiada por algo que no soy yo. **Deslizo a Veythra. Corto.** El sonido no es un corte. Es una implosión. Un estallido invertido que devora todo ruido. El mundo queda en silencio absoluto un instante. La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel. Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura. ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura. El Yokai queda anclado. Expuesto. Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino. Y entonces… **El cielo se rompe. Un dragón desciende.** Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar. Sus alas eclipsan la luna roja. Su rugido hace vibrar la llanura entera. Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos… **Shein Williams Ishtar. Nuestro ancestro.** Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano. En un solo movimiento, elegante y mortal, rebana la cabeza del Yokai. La máscara cae. El cuerpo se disuelve en cenizas negras. El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein. —Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo— Este Yokai era escurridizo incluso para mí. --- La loba que escucha la luna En la Tierra, muy lejos de nosotras, Ryu observa la luna llena teñida de sangre. La brisa le eriza el pelaje. La pupila se le dilata. Y aúlla. No sólo por la luna. No sólo por mí. Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa. --- El arma huérfana Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra. Fría. Hambrienta. Shein se la tiende a Akane. Ella la observa… y retira la mano. —No. Esta cosa… no debe ser mía. La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar. Sin dueño. Sin nombre. Yuna despierta, débil, confusa, pero viva. La abrazo y el templo suspira aliviado.
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  • El departamento estaba en silencio, apenas iluminado por la lámpara del rincón. Sobre el sillón, el chico permanecía recostado, con el celular entre las manos, repasando las mismas ideas que venía masticando desde hacía días. Su franco estaban llegando a su fin, y a decir verdad… no habían sido gran cosa.

    No viajó.
    No salió demasiado.
    No llamó a su madre.

    Había pasado la mayor parte del tiempo así, como ahora: tirado en el sillón, dejando que el tiempo se escurriera sin hacer ruido.

    Suspiró, pasando el pulgar por la pantalla.

    —Es ridículo… —murmuró, medio riéndose de sí mismo.

    Su “idea” llevaba semanas dando vueltas. Una tontería, realmente. Solo quería ver si había alguien ahí afuera que quisiera salir con él, tomar un café, caminar un rato, lo que fuera. No buscaba un amor épico, solo… algo. Una conexión, aunque fuese pequeña.

    Pero publicar eso en redes siempre le había dado cierta vergüenza. ¿Y si nadie respondía? ¿Y si respondían por lástima? ¿Y si se veía desesperado?

    Su celular vibró con una notificación cualquiera, pero el sobresalto lo empujó a tomar una decisión.
    —Basta. Lo voy a hacer.

    Abrió la cámara frontal. El reflejo le devolvió una cara relajada, con una leve sonrisa tímida. Acomodó el brazo contra el sofá, respiró hondo y apretó el botón.

    *Click.*

    Una foto simple, natural, sin poses. Solo él descansando en su sala, con el gesto tranquilo que rara vez mostraba en público.

    La miró por un buen rato. Dudó. Siguió dudando.
    Y entonces, con un impulso casi valiente, casi temerario, escribió:

    > “Si alguien quiere salir a tomar algo esta semana… estoy disponible. Capaz es hora de hacer algo más que mirar series .”

    Volvió a dudar cinco segundos más.
    Luego presionó “Publicar”.

    Se quedó mirando la pantalla, el corazón un poco acelerado, la sonrisa creciendo sin permiso.

    Por primera vez en mucho tiempo, sintió que realmente había hecho *algo*.
    El departamento estaba en silencio, apenas iluminado por la lámpara del rincón. Sobre el sillón, el chico permanecía recostado, con el celular entre las manos, repasando las mismas ideas que venía masticando desde hacía días. Su franco estaban llegando a su fin, y a decir verdad… no habían sido gran cosa. No viajó. No salió demasiado. No llamó a su madre. Había pasado la mayor parte del tiempo así, como ahora: tirado en el sillón, dejando que el tiempo se escurriera sin hacer ruido. Suspiró, pasando el pulgar por la pantalla. —Es ridículo… —murmuró, medio riéndose de sí mismo. Su “idea” llevaba semanas dando vueltas. Una tontería, realmente. Solo quería ver si había alguien ahí afuera que quisiera salir con él, tomar un café, caminar un rato, lo que fuera. No buscaba un amor épico, solo… algo. Una conexión, aunque fuese pequeña. Pero publicar eso en redes siempre le había dado cierta vergüenza. ¿Y si nadie respondía? ¿Y si respondían por lástima? ¿Y si se veía desesperado? Su celular vibró con una notificación cualquiera, pero el sobresalto lo empujó a tomar una decisión. —Basta. Lo voy a hacer. Abrió la cámara frontal. El reflejo le devolvió una cara relajada, con una leve sonrisa tímida. Acomodó el brazo contra el sofá, respiró hondo y apretó el botón. *Click.* Una foto simple, natural, sin poses. Solo él descansando en su sala, con el gesto tranquilo que rara vez mostraba en público. La miró por un buen rato. Dudó. Siguió dudando. Y entonces, con un impulso casi valiente, casi temerario, escribió: > “Si alguien quiere salir a tomar algo esta semana… estoy disponible. Capaz es hora de hacer algo más que mirar series 😂.” Volvió a dudar cinco segundos más. Luego presionó “Publicar”. Se quedó mirando la pantalla, el corazón un poco acelerado, la sonrisa creciendo sin permiso. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que realmente había hecho *algo*.
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  • Ese maldito! , dejaciado .....
    Ese maldito! , dejaciado .....
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  • Mejor así ¿ No creen ? Porque me pasaría luciendo cosas así siempre
    Mejor así ¿ No creen ? Porque me pasaría luciendo cosas así siempre
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