El viento de la tarde se colaba por la ventana abierta de la mansión, moviendo las cortinas con suavidad.
Riven estaba sentado en el alféizar, las piernas cruzadas, mientras pasaba las páginas de un libro antiguo sobre mitología coreana.
Un aleteo familiar resonó detrás de él. Noctis, su cuervo negro, descendió con elegancia, posándose sobre su hombro.
—Llegas justo a tiempo, Noctis —susurró Riven, rozando con suavidad las plumas del ave—. Este capítulo habla de los espíritus guardianes. Te recordará a ti, ¿no?
El cuervo inclinó la cabeza, como si entendiera cada palabra.
Riven sonrió, acariciando el lomo del ave.
—Gracias por estar siempre a mi lado… aunque seas el único que me entiende de verdad.
Noctis graznó suavemente, y Riven rió bajo, un sonido cálido que pocas veces mostraba. Por un instante, la mansión dejó de sentirse tan grande y solitaria.
Riven estaba sentado en el alféizar, las piernas cruzadas, mientras pasaba las páginas de un libro antiguo sobre mitología coreana.
Un aleteo familiar resonó detrás de él. Noctis, su cuervo negro, descendió con elegancia, posándose sobre su hombro.
—Llegas justo a tiempo, Noctis —susurró Riven, rozando con suavidad las plumas del ave—. Este capítulo habla de los espíritus guardianes. Te recordará a ti, ¿no?
El cuervo inclinó la cabeza, como si entendiera cada palabra.
Riven sonrió, acariciando el lomo del ave.
—Gracias por estar siempre a mi lado… aunque seas el único que me entiende de verdad.
Noctis graznó suavemente, y Riven rió bajo, un sonido cálido que pocas veces mostraba. Por un instante, la mansión dejó de sentirse tan grande y solitaria.
El viento de la tarde se colaba por la ventana abierta de la mansión, moviendo las cortinas con suavidad.
Riven estaba sentado en el alféizar, las piernas cruzadas, mientras pasaba las páginas de un libro antiguo sobre mitología coreana.
Un aleteo familiar resonó detrás de él. Noctis, su cuervo negro, descendió con elegancia, posándose sobre su hombro.
—Llegas justo a tiempo, Noctis —susurró Riven, rozando con suavidad las plumas del ave—. Este capítulo habla de los espíritus guardianes. Te recordará a ti, ¿no?
El cuervo inclinó la cabeza, como si entendiera cada palabra.
Riven sonrió, acariciando el lomo del ave.
—Gracias por estar siempre a mi lado… aunque seas el único que me entiende de verdad.
Noctis graznó suavemente, y Riven rió bajo, un sonido cálido que pocas veces mostraba. Por un instante, la mansión dejó de sentirse tan grande y solitaria.
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