¿Te sientes estancado/a?¿No te sientes realizado con tu personaje? ¡Tenemos la solución! Buscó integrantes para la familia Bridgerton. De momento buscamos a Benedict Bridgerton, Sophie Beckett te está esperando con los brazos abiertos y no te faltará entretenimiento ni diversión.
¡Lo mejor de todo es que no hay normas!
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Vuelvo por las calles con la mente hecha un torbellino.
Ryu… Akane… la Luna… Selin…
Y el corazón, ese traidor, dando pasos distintos a los míos.
Cuando llego al edificio, subo los peldaños casi sin respirar.
Solo quiero entrar, recuperar la nota antes de que la vea.
No puedo darle esperanzas si esta noche debo entregarme al sueño,
a Selin,
a la Luna rota.
Me cuelo por la ventana como antes, ligera, acostumbrada.
Pero la nota ya no está.
Y entonces…
Esa presencia detrás de mí, suave como un murmullo,
filosa como un colmillo.
—No sabemos llamar a la puerta, cachorrita? —
Su voz me recorre la columna como un escalofrío dulce-amargo.
Me giro sobresaltada y me río, nerviosa, con la piel erizada.
—Ryu…! — suspiro.
Me acerco a ella.
Siempre me acerco demasiado sin querer, o queriendo.
Con Ryu nunca sé.
—Pensaba que te pasarías más tarde… —dice, reclinándose contra la mesa.
El brazo apoyado, la mano sosteniendo la cara,
la sonrisa ladeada que deja ver esos colmillitos que me pueden.
Esa manera suya de mirarme…
No es atención.
No es escucha.
Es estudio.
Es inspección.
Es algo que no sé descifrar sin quedarme temblando por dentro.
—No podré… —le explico— Por eso vengo ahora.
Le cuento la perturbación lunar, el temblor en el cielo,
el susurro de Akane,
la necesidad de dormir esta noche para buscar a Selin.
Ryu no dice nada al principio.
Solo me mira.
Me mira como si en lugar de palabras buscara grietas.
Se levanta despacio.
Se acerca aún más despacio.
—Volverás pronto… ¿verdad? —pregunta, bajito.
Como si la duda le picara el alma.
La afirmación se me escapa como si fuese más promesa que verdad.
—Volveré. Lo prometo.
Y entonces viene el abrazo.
Ese abrazo que no tendría por qué durar tanto…
pero dura.
Y duele.
Porque sostiene algo que ninguna de las dos dice.
La estrecho fuerte, demasiado fuerte, como si pudiera pedirle perdón por adelantado.
Y aun así, el abrazo termina.
Siempre termina antes de lo que me pide el pecho.
Cuando me separo, siento el hueco de su calor vaciándome.
Salgo del apartamento con el eco de su olor,
de su piel,
de su silencio.
Y mientras camino, pienso:
¿Qué estoy haciendo?
¿A quién engaño?
¿Por qué mi alma sigue partiéndose entre dos lunas?
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
El apartamento de Ryu — La nota que ya no está
Vuelvo por las calles con la mente hecha un torbellino.
Ryu… Akane… la Luna… Selin…
Y el corazón, ese traidor, dando pasos distintos a los míos.
Cuando llego al edificio, subo los peldaños casi sin respirar.
Solo quiero entrar, recuperar la nota antes de que la vea.
No puedo darle esperanzas si esta noche debo entregarme al sueño,
a Selin,
a la Luna rota.
Me cuelo por la ventana como antes, ligera, acostumbrada.
Pero la nota ya no está.
Y entonces…
Esa presencia detrás de mí, suave como un murmullo,
filosa como un colmillo.
—No sabemos llamar a la puerta, cachorrita? —
Su voz me recorre la columna como un escalofrío dulce-amargo.
Me giro sobresaltada y me río, nerviosa, con la piel erizada.
—Ryu…! — suspiro.
Me acerco a ella.
Siempre me acerco demasiado sin querer, o queriendo.
Con Ryu nunca sé.
—Pensaba que te pasarías más tarde… —dice, reclinándose contra la mesa.
El brazo apoyado, la mano sosteniendo la cara,
la sonrisa ladeada que deja ver esos colmillitos que me pueden.
Esa manera suya de mirarme…
No es atención.
No es escucha.
Es estudio.
Es inspección.
Es algo que no sé descifrar sin quedarme temblando por dentro.
—No podré… —le explico— Por eso vengo ahora.
Le cuento la perturbación lunar, el temblor en el cielo,
el susurro de Akane,
la necesidad de dormir esta noche para buscar a Selin.
Ryu no dice nada al principio.
Solo me mira.
Me mira como si en lugar de palabras buscara grietas.
Se levanta despacio.
Se acerca aún más despacio.
—Volverás pronto… ¿verdad? —pregunta, bajito.
Como si la duda le picara el alma.
La afirmación se me escapa como si fuese más promesa que verdad.
—Volveré. Lo prometo.
Y entonces viene el abrazo.
Ese abrazo que no tendría por qué durar tanto…
pero dura.
Y duele.
Porque sostiene algo que ninguna de las dos dice.
La estrecho fuerte, demasiado fuerte, como si pudiera pedirle perdón por adelantado.
Y aun así, el abrazo termina.
Siempre termina antes de lo que me pide el pecho.
Cuando me separo, siento el hueco de su calor vaciándome.
Salgo del apartamento con el eco de su olor,
de su piel,
de su silencio.
Y mientras camino, pienso:
¿Qué estoy haciendo?
¿A quién engaño?
¿Por qué mi alma sigue partiéndose entre dos lunas?
Vuelvo por las calles con la mente hecha un torbellino.
Ryu… Akane… la Luna… Selin…
Y el corazón, ese traidor, dando pasos distintos a los míos.
Cuando llego al edificio, subo los peldaños casi sin respirar.
Solo quiero entrar, recuperar la nota antes de que la vea.
No puedo darle esperanzas si esta noche debo entregarme al sueño,
a Selin,
a la Luna rota.
Me cuelo por la ventana como antes, ligera, acostumbrada.
Pero la nota ya no está.
Y entonces…
Esa presencia detrás de mí, suave como un murmullo,
filosa como un colmillo.
—No sabemos llamar a la puerta, cachorrita? —
Su voz me recorre la columna como un escalofrío dulce-amargo.
Me giro sobresaltada y me río, nerviosa, con la piel erizada.
—Ryu…! — suspiro.
Me acerco a ella.
Siempre me acerco demasiado sin querer, o queriendo.
Con Ryu nunca sé.
—Pensaba que te pasarías más tarde… —dice, reclinándose contra la mesa.
El brazo apoyado, la mano sosteniendo la cara,
la sonrisa ladeada que deja ver esos colmillitos que me pueden.
Esa manera suya de mirarme…
No es atención.
No es escucha.
Es estudio.
Es inspección.
Es algo que no sé descifrar sin quedarme temblando por dentro.
—No podré… —le explico— Por eso vengo ahora.
Le cuento la perturbación lunar, el temblor en el cielo,
el susurro de Akane,
la necesidad de dormir esta noche para buscar a Selin.
Ryu no dice nada al principio.
Solo me mira.
Me mira como si en lugar de palabras buscara grietas.
Se levanta despacio.
Se acerca aún más despacio.
—Volverás pronto… ¿verdad? —pregunta, bajito.
Como si la duda le picara el alma.
La afirmación se me escapa como si fuese más promesa que verdad.
—Volveré. Lo prometo.
Y entonces viene el abrazo.
Ese abrazo que no tendría por qué durar tanto…
pero dura.
Y duele.
Porque sostiene algo que ninguna de las dos dice.
La estrecho fuerte, demasiado fuerte, como si pudiera pedirle perdón por adelantado.
Y aun así, el abrazo termina.
Siempre termina antes de lo que me pide el pecho.
Cuando me separo, siento el hueco de su calor vaciándome.
Salgo del apartamento con el eco de su olor,
de su piel,
de su silencio.
Y mientras camino, pienso:
¿Qué estoy haciendo?
¿A quién engaño?
¿Por qué mi alma sigue partiéndose entre dos lunas?
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Vuelvo por las calles con la mente hecha un torbellino.
Ryu… Akane… la Luna… Selin…
Y el corazón, ese traidor, dando pasos distintos a los míos.
Cuando llego al edificio, subo los peldaños casi sin respirar.
Solo quiero entrar, recuperar la nota antes de que la vea.
No puedo darle esperanzas si esta noche debo entregarme al sueño,
a Selin,
a la Luna rota.
Me cuelo por la ventana como antes, ligera, acostumbrada.
Pero la nota ya no está.
Y entonces…
Esa presencia detrás de mí, suave como un murmullo,
filosa como un colmillo.
—No sabemos llamar a la puerta, cachorrita? —
Su voz me recorre la columna como un escalofrío dulce-amargo.
Me giro sobresaltada y me río, nerviosa, con la piel erizada.
—Ryu…! — suspiro.
Me acerco a ella.
Siempre me acerco demasiado sin querer, o queriendo.
Con Ryu nunca sé.
—Pensaba que te pasarías más tarde… —dice, reclinándose contra la mesa.
El brazo apoyado, la mano sosteniendo la cara,
la sonrisa ladeada que deja ver esos colmillitos que me pueden.
Esa manera suya de mirarme…
No es atención.
No es escucha.
Es estudio.
Es inspección.
Es algo que no sé descifrar sin quedarme temblando por dentro.
—No podré… —le explico— Por eso vengo ahora.
Le cuento la perturbación lunar, el temblor en el cielo,
el susurro de Akane,
la necesidad de dormir esta noche para buscar a Selin.
Ryu no dice nada al principio.
Solo me mira.
Me mira como si en lugar de palabras buscara grietas.
Se levanta despacio.
Se acerca aún más despacio.
—Volverás pronto… ¿verdad? —pregunta, bajito.
Como si la duda le picara el alma.
La afirmación se me escapa como si fuese más promesa que verdad.
—Volveré. Lo prometo.
Y entonces viene el abrazo.
Ese abrazo que no tendría por qué durar tanto…
pero dura.
Y duele.
Porque sostiene algo que ninguna de las dos dice.
La estrecho fuerte, demasiado fuerte, como si pudiera pedirle perdón por adelantado.
Y aun así, el abrazo termina.
Siempre termina antes de lo que me pide el pecho.
Cuando me separo, siento el hueco de su calor vaciándome.
Salgo del apartamento con el eco de su olor,
de su piel,
de su silencio.
Y mientras camino, pienso:
¿Qué estoy haciendo?
¿A quién engaño?
¿Por qué mi alma sigue partiéndose entre dos lunas?
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
El apartamento de Ryu — La nota que ya no está
Vuelvo por las calles con la mente hecha un torbellino.
Ryu… Akane… la Luna… Selin…
Y el corazón, ese traidor, dando pasos distintos a los míos.
Cuando llego al edificio, subo los peldaños casi sin respirar.
Solo quiero entrar, recuperar la nota antes de que la vea.
No puedo darle esperanzas si esta noche debo entregarme al sueño,
a Selin,
a la Luna rota.
Me cuelo por la ventana como antes, ligera, acostumbrada.
Pero la nota ya no está.
Y entonces…
Esa presencia detrás de mí, suave como un murmullo,
filosa como un colmillo.
—No sabemos llamar a la puerta, cachorrita? —
Su voz me recorre la columna como un escalofrío dulce-amargo.
Me giro sobresaltada y me río, nerviosa, con la piel erizada.
—Ryu…! — suspiro.
Me acerco a ella.
Siempre me acerco demasiado sin querer, o queriendo.
Con Ryu nunca sé.
—Pensaba que te pasarías más tarde… —dice, reclinándose contra la mesa.
El brazo apoyado, la mano sosteniendo la cara,
la sonrisa ladeada que deja ver esos colmillitos que me pueden.
Esa manera suya de mirarme…
No es atención.
No es escucha.
Es estudio.
Es inspección.
Es algo que no sé descifrar sin quedarme temblando por dentro.
—No podré… —le explico— Por eso vengo ahora.
Le cuento la perturbación lunar, el temblor en el cielo,
el susurro de Akane,
la necesidad de dormir esta noche para buscar a Selin.
Ryu no dice nada al principio.
Solo me mira.
Me mira como si en lugar de palabras buscara grietas.
Se levanta despacio.
Se acerca aún más despacio.
—Volverás pronto… ¿verdad? —pregunta, bajito.
Como si la duda le picara el alma.
La afirmación se me escapa como si fuese más promesa que verdad.
—Volveré. Lo prometo.
Y entonces viene el abrazo.
Ese abrazo que no tendría por qué durar tanto…
pero dura.
Y duele.
Porque sostiene algo que ninguna de las dos dice.
La estrecho fuerte, demasiado fuerte, como si pudiera pedirle perdón por adelantado.
Y aun así, el abrazo termina.
Siempre termina antes de lo que me pide el pecho.
Cuando me separo, siento el hueco de su calor vaciándome.
Salgo del apartamento con el eco de su olor,
de su piel,
de su silencio.
Y mientras camino, pienso:
¿Qué estoy haciendo?
¿A quién engaño?
¿Por qué mi alma sigue partiéndose entre dos lunas?
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
La perturbación lunar
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
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La perturbación lunar
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
¿Te sientes estancado/a?¿No te sientes realizado con tu personaje? ¡Tenemos la solución! Buscó integrantes para la familia Bridgerton. De momento buscamos a Benedict Bridgerton, Sophie Beckett te está esperando con los brazos abiertos y no te faltará entretenimiento ni diversión.
¡Lo mejor de todo es que no hay normas!
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