• 𝑭𝒓𝒂𝒈𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑴𝒂𝒆𝒓𝒊ø𝒏 𝑪𝒂𝒍'𝒗𝒂𝒓𝒆𝒕𝒉
    (3° ᴀɴᴄɪᴀɴᴏ ᴅᴇʟ ᴏᴠɪʀɪᴏɴ, ᴅᴇɪᴅᴀᴅ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ᴜᴍʙʀᴀʟ)

    La observé desde el velo, cuando el vacío intentó reclamarla. Sentí cómo el tejido de su alma comenzaba a desgarrarse, atraído hacia el abismo donde no existe ni tiempo ni nombre. El fuego dentro de ella despertó por instinto, ardiendo sin dirección, pidiendo un ancla.

    Fue entonces cuando la llamé. Pronuncié su nombre con la voz que solo los selladores conocemos.

    “𝘝𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦.”

    Y así fue.
    El vacío rugió, reconociendo mi intervención, y casi me arrastró con ella. Aun así, la empujé hacia la frontera, lo suficiente para que la fuerza de aquel ser, quien sin saberlo se convirtió en su ancla, la tomara y la devolviera a la vida.

    La vi abrir los ojos entre el humo, respirando con dificultad, el cabello enredado y la piel herida… pero viva.
    Inquebrantable. Fuerte. Más de lo que cualquier ser del Ovirion podría comprender.

    Porque ella no lucha solo contra el mundo que la rechaza, sino contra el fuego que amenaza con consumirla desde dentro. Esa es su verdadera guerra.

    Aquí, en el Ovirion, las cosas empeoran.
    Los ancianos murmuran mi nombre, lo pronuncian con esa mezcla de sospecha y desprecio que precede al juicio. Han notado los desajustes, las grietas en el tejido del velo, las huellas que dejo al cruzarlo para verla.

    Si descubren que fui yo, Maeriøn Cal’vareth, quien la salvó del vacío, mi esencia será disuelta entre las sombras. La muerte no me asusta, pero el silencio eterno sí… porque en él, no podré volver a pronunciar su nombre.

    Aun así, la observo.
    No como un guardián, sino como quien recuerda la chispa que encendió esperanza en los ojos de un dios moribundo.

    Ella es el fuego que el cielo olvidó.
    𝑭𝒓𝒂𝒈𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑴𝒂𝒆𝒓𝒊ø𝒏 𝑪𝒂𝒍'𝒗𝒂𝒓𝒆𝒕𝒉 (3° ᴀɴᴄɪᴀɴᴏ ᴅᴇʟ ᴏᴠɪʀɪᴏɴ, ᴅᴇɪᴅᴀᴅ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ᴜᴍʙʀᴀʟ) La observé desde el velo, cuando el vacío intentó reclamarla. Sentí cómo el tejido de su alma comenzaba a desgarrarse, atraído hacia el abismo donde no existe ni tiempo ni nombre. El fuego dentro de ella despertó por instinto, ardiendo sin dirección, pidiendo un ancla. Fue entonces cuando la llamé. Pronuncié su nombre con la voz que solo los selladores conocemos. “𝘝𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦.” Y así fue. El vacío rugió, reconociendo mi intervención, y casi me arrastró con ella. Aun así, la empujé hacia la frontera, lo suficiente para que la fuerza de aquel ser, quien sin saberlo se convirtió en su ancla, la tomara y la devolviera a la vida. La vi abrir los ojos entre el humo, respirando con dificultad, el cabello enredado y la piel herida… pero viva. Inquebrantable. Fuerte. Más de lo que cualquier ser del Ovirion podría comprender. Porque ella no lucha solo contra el mundo que la rechaza, sino contra el fuego que amenaza con consumirla desde dentro. Esa es su verdadera guerra. Aquí, en el Ovirion, las cosas empeoran. Los ancianos murmuran mi nombre, lo pronuncian con esa mezcla de sospecha y desprecio que precede al juicio. Han notado los desajustes, las grietas en el tejido del velo, las huellas que dejo al cruzarlo para verla. Si descubren que fui yo, Maeriøn Cal’vareth, quien la salvó del vacío, mi esencia será disuelta entre las sombras. La muerte no me asusta, pero el silencio eterno sí… porque en él, no podré volver a pronunciar su nombre. Aun así, la observo. No como un guardián, sino como quien recuerda la chispa que encendió esperanza en los ojos de un dios moribundo. Ella es el fuego que el cielo olvidó.
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  • La llegada a un nuevo mundo
    Fandom Oc
    Categoría Slice of Life
    La noche respiraba en silencio. Las sombras parecían plegarse a cada paso de la pelirroja, como si reconocieran en ella a la dueña legítima de la oscuridad.
    La luna colgaba alta, plateando el contorno de los edificios abandonados y el polvo que danzaba con el viento. Aquel era un mundo ajeno, otra dimensión de las tantas que había cruzado, y aun así el mismo sentimiento de vacío la acompañaba como una vieja herida que nunca cerraba.

    Tiana avanzó entre los escombros con paso felino, la chamarra de cuero abierta ondeando apenas por la brisa nocturna. Su mirada jade se detuvo en la distancia, donde un resplandor rojizo marcaba el lugar del portal.
    “Al fin… después de tanto tiempo.”
    El eco de sus pensamientos fue tan frío como su sonrisa.

    Dos figuras custodiaban el arco rúnico, susurros apagados que no lograban escapar del rugido sordo del poder contenido en aquel sello. Tiana se detuvo a unos metros, observando. Una parte de ella, la que aún recordaba la compasión, dudó. La otra la más fuerte, la que había sobrevivido a la traición y al exilio ardía por desatar el fuego.

    –Supongo que no esperaban visitas –murmuró, la voz baja, ronca, impregnada de burla.

    Uno de los guardias giró bruscamente al escucharla. El otro retrocedió apenas un paso, percibiendo la energía que la envolvía. Humo oscuro comenzó a brotar de entre los labios de Tiana, ascendiendo en espirales lentas hacia el cielo.

    –Denme una razón –sus ojos brillaron con un destello carmesí– para no convertir este lugar en un recuerdo carbonizado.

    El aire se volvió denso cómo esperando la confrontación inminente , más en cambio los guardias dieron la espalda al portal reconociendo a la pelirroja , aburrida simplemente ingreso en aquel espiral de magia.

    -Donde carajos estoy ahora ?-
    La noche respiraba en silencio. Las sombras parecían plegarse a cada paso de la pelirroja, como si reconocieran en ella a la dueña legítima de la oscuridad. La luna colgaba alta, plateando el contorno de los edificios abandonados y el polvo que danzaba con el viento. Aquel era un mundo ajeno, otra dimensión de las tantas que había cruzado, y aun así el mismo sentimiento de vacío la acompañaba como una vieja herida que nunca cerraba. Tiana avanzó entre los escombros con paso felino, la chamarra de cuero abierta ondeando apenas por la brisa nocturna. Su mirada jade se detuvo en la distancia, donde un resplandor rojizo marcaba el lugar del portal. “Al fin… después de tanto tiempo.” El eco de sus pensamientos fue tan frío como su sonrisa. Dos figuras custodiaban el arco rúnico, susurros apagados que no lograban escapar del rugido sordo del poder contenido en aquel sello. Tiana se detuvo a unos metros, observando. Una parte de ella, la que aún recordaba la compasión, dudó. La otra la más fuerte, la que había sobrevivido a la traición y al exilio ardía por desatar el fuego. –Supongo que no esperaban visitas –murmuró, la voz baja, ronca, impregnada de burla. Uno de los guardias giró bruscamente al escucharla. El otro retrocedió apenas un paso, percibiendo la energía que la envolvía. Humo oscuro comenzó a brotar de entre los labios de Tiana, ascendiendo en espirales lentas hacia el cielo. –Denme una razón –sus ojos brillaron con un destello carmesí– para no convertir este lugar en un recuerdo carbonizado. El aire se volvió denso cómo esperando la confrontación inminente , más en cambio los guardias dieron la espalda al portal reconociendo a la pelirroja , aburrida simplemente ingreso en aquel espiral de magia. -Donde carajos estoy ahora ?-
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    Grupal
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    Cualquier línea
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  • Nerissa Ravencroft

    +Luego de un dia que habia considerado productivo, visitando lugares, conociendo personas se encontraba dando un recorrido por la calle. Casi andando sin rumbo su mente sumergida en memorias. Y algunas preguntas que asomaban de vez en cuando+

    +No podia quejarse de la ciudad. era un sitio interesante hasta ahora donde ya se habia cruzado con diferentes ´´personas´´. cada una con historia para contar y mas de una le habian causado una sensacion de familiaridad. Tenia una idea clara de porque era eso. Alzando la vista al cielo podia ver una media luna lo que le traia una pequeña sonrisa a los labios preguntandose si las personas que eran importantes para ella estaban viendo esa misma luna en algun otro lugar+

    [meteor_crimson_shark_351] +Luego de un dia que habia considerado productivo, visitando lugares, conociendo personas se encontraba dando un recorrido por la calle. Casi andando sin rumbo su mente sumergida en memorias. Y algunas preguntas que asomaban de vez en cuando+ +No podia quejarse de la ciudad. era un sitio interesante hasta ahora donde ya se habia cruzado con diferentes ´´personas´´. cada una con historia para contar y mas de una le habian causado una sensacion de familiaridad. Tenia una idea clara de porque era eso. Alzando la vista al cielo podia ver una media luna lo que le traia una pequeña sonrisa a los labios preguntandose si las personas que eran importantes para ella estaban viendo esa misma luna en algun otro lugar+
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  • —Se dispone a caminar hasta llegar al poblado cercano para así disfrutar un momento de un lugar concurrido, al caminar un buen rato se sentaría sobre una carreta mirando el lugar a descansar

    Hay que ser sinceros... Hacer turismo cansa... Más cuando a penas estás conociendo el lugar por primera vez hmmm...
    —Se dispone a caminar hasta llegar al poblado cercano para así disfrutar un momento de un lugar concurrido, al caminar un buen rato se sentaría sobre una carreta mirando el lugar a descansar Hay que ser sinceros... Hacer turismo cansa... Más cuando a penas estás conociendo el lugar por primera vez hmmm...
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  • metal sonic conociendo a su hermanita, se deja poner la corona de flores. parece disfrutar la compañía de sage y viceversa.
    "-me empiezo a sentir bonita...-"
    metal sonic conociendo a su hermanita, se deja poner la corona de flores. parece disfrutar la compañía de sage y viceversa. "-me empiezo a sentir bonita...-"
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  • —Hola cómo están está tarde les contaré la historia de Cinthia espero y disfruten del relato —

    hace cinco años, cuando tenía 20, vivía con mi madre, mis tías y mi abuela en una antigua casa de campo a las afueras del pueblo. Desde que tengo memoria, ellas se habían dedicado a la brujería, algo que, aunque no compartía, había aceptado como parte de mi vida. No obstante, esa noche en particular fue diferente, pues nunca antes había presenciado uno de sus rituales.

    Era una noche oscura y lúgubre, en la que apenas se distinguía la luz de la luna entre las nubes. Había un aire pesado y denso que me rodeaba, como si presintiera que algo extraño estaba a punto de suceder. Mi familia decidió realizar un ritual para alejar las malas vibras de nuestra casa, y aunque no era mi costumbre, decidí unirme a ellas.

    Nos dirigimos hacia una cueva ubicada cerca de nuestra casa, un lugar que siempre me había parecido tenebroso y del cual había evitado acercarme. Sin embargo, esta vez me encontraba caminando hacia allí, acompañada por el sonido de nuestras pisadas en la hojarasca y el murmullo de las ramas moviéndose por el viento.

    Al llegar a la entrada de la cueva, mis tías encendieron velas, mientras mi abuela sostenía en sus manos unos libros antiguos y polvorientos cuyo contenido desconocía. La luz de las velas proyectaba sombras fantasmagóricas en las paredes de la cueva, lo que acentuaba mi creciente sensación de inquietud.

    Mis tías comenzaron a preparar el ritual, disponiendo todo lo necesario en el suelo. Entre los elementos que utilizarían, había una botella con sangre de cabra y un mechón de cabello del cual no sabía su procedencia. La simple visión de esos objetos aumentaba mi temor, pero decidí mantener la compostura y seguir adelante.

    A medida que el ritual avanzaba, mis tías y mi abuela recitaban palabras en un idioma que no reconocía, y yo me mantenía en silencio, observando cada movimiento con cautela. No podía evitar sentir que algo no estaba bien, que aquel ritual tenía un propósito más oscuro del que me habían contado.

    No obstante, me encontraba allí, en medio de la oscuridad, junto a mi familia, sintiendo cómo una energía inquietante se apoderaba de la cueva. En mi mente, una mezcla de miedo y curiosidad me impulsaba a quedarme y descubrir qué sucedería a continuación, sin saber que aquella noche sería solo el comienzo de una serie de aterradores acontecimientos que cambiarían mi vida para siempre.

    En ese momento, casi al finalizar el ritual, mi abuela mencionó el nombre de mi novio, Jorge. Sentí cómo mi corazón se detenía por un instante y mi sangre se helaba en las venas. A pesar de mi miedo, la ira comenzó a apoderarse de mí. No podía creer que mi familia estuviera haciendo algo en contra de la persona a la que amaba.

    Enfurecida, me abalancé sobre el altar improvisado y arrojé al suelo las velas y la sangre que estaba en un florero. La oscuridad invadió la cueva mientras las llamas se apagaban, y el eco de mis acciones retumbaba en las paredes de piedra.

    Mis tías y mi abuela me miraron sorprendidas, mientras mi madre intentaba justificar sus acciones, diciéndome que Jorge no me convenía, que no tenía trabajo y era poco agraciado, y que yo merecía a alguien mejor. En ese momento, mi enojo alcanzó su punto máximo y, sin poder contenerme, les grité que no se metieran en mi vida.

    La cueva parecía vibrar con la intensidad de mis palabras, como si las propias paredes pudieran sentir mi ira y mi dolor. Mi madre y mis tías bajaron la mirada, mientras mi abuela me observaba con una expresión indescifrable en su rostro arrugado.

    La ira se disipó lentamente, dejando tras de sí un profundo sentimiento de tristeza y traición. Me di cuenta de que, en su afán por protegerme y guiarme, mi familia había cruzado un límite que no debieron traspasar. A pesar del amor que sentía por ellas, sabía que ya no podría confiar en ellas de la misma manera.

    En silencio, recogí las velas apagadas y salí de la cueva, dejando atrás a mi familia y el ritual inconcluso. La noche había recuperado su oscuridad y frío, pero mi corazón ardiendo de furia e indignación me mantenía caliente mientras me alejaba de aquel lugar.

    No sabía qué me depararía el futuro después de esa traición, pero estaba decidida a enfrentar cualquier desafío por mi cuenta, sin dejarme influenciar por las creencias y deseos de mi familia. Lo que no imaginaba era que aquella noche de traición y furia sería solo el inicio de una serie de eventos escalofriantes que pondrían a prueba mi valentía y cambiarían mi vida para siempre.

    Apenas llegué a casa, tomé una maleta y comencé a llenarla con mi ropa y pertenencias más importantes, decidida a irme a casa de Jorge, quien vivía a poca distancia. No quería pasar ni un segundo más en ese lugar donde mi familia había intentado manipular mi vida sin mí consentimiento.

    Estaba a punto de salir por la puerta cuando las brujas de mi familia aparecieron frente a mí. Una de mis tías me miró con seriedad y me dijo que entendía mi enojo, pero que lo que había hecho estaba muy mal. Me explicó que dejar un ritual inconcluso podría traer graves consecuencias, ya que estaba jugando con fuerzas que no debían ser tomadas a la ligera. Hizo alusión a que el diablo no toleraba ese tipo de juegos.

    A pesar de sus palabras, no podía dejar de sentir coraje hacia ellas. Les respondí con firmeza que no me importaban las consecuencias y que me iba de esa casa para que no me molestaran más. Les pedí que dejaran en paz a Jorge y que no intentaran interferir en nuestra relación de nuevo.

    Mis tías y mi madre parecieron sorprendidas por mi determinación, pero mi abuela me observó con una expresión preocupada en su rostro. A pesar de su reacción, me mantuve firme en mi decisión y salí de la casa, sintiendo un peso en mi pecho que me oprimía.

    Llegué a casa de Jorge y le conté lo sucedido, buscando consuelo y apoyo en él. Él me abrazó con fuerza, prometiéndome que estaríamos juntos y enfrentaríamos cualquier cosa que se nos presentara. Aunque sus palabras me reconfortaron, no pude evitar sentir un temor creciente en mi interior, como si el abismo de lo desconocido se abriera ante mí.

    La advertencia de mi tía sobre las consecuencias de dejar un ritual inconcluso retumbaba en mi mente, pero me negaba a darle importancia. No quería que el miedo gobernara mi vida y mis decisiones, pero lo que no sabía era que esa noche había desatado fuerzas oscuras que no tardarían en manifestarse.

    Las primeras semanas en casa de Jorge transcurrieron sin incidentes. Nos sentíamos felices y seguros juntos, y yo comenzaba a olvidar los eventos aterradores que habían llevado a mi huida de la casa de mi familia. Sin embargo, esa tranquilidad no duró mucho.

    Una noche, mientras estábamos acostados en la cama, comenzamos a escuchar un extraño sonido, como si algo estuviera arañando las paredes. Nos miramos con inquietud, pero no le dimos mayor importancia, atribuyéndolo a algún animal nocturno o al viento.

    Otra noche, Jorge metió la mano debajo de la cama para buscar algo que había dejado caer y sintió que algo lamió su mano. Retiró la mano rápidamente, describiendo una lengua fría, rasposa y asquerosa. Ambos nos quedamos estupefactos y asustados, pero no encontramos ninguna explicación lógica para lo sucedido.

    El miedo comenzó a apoderarse de nosotros cuando, en otra ocasión, mientras dormíamos, fuimos despertados por ruidos en la habitación. Al abrir los ojos, vimos algo que parecía sacado de nuestras peores pesadillas: dos de los peluches de Jorge parecían haber cobrado vida y se burlaban de nosotros, señalándonos y riéndose con malicia.

    El terror nos invadió por completo, y comenzamos a cuestionarnos si lo que estaba sucediendo tenía alguna conexión con el ritual inconcluso que había interrumpido semanas atrás. La advertencia de mi tía resonaba en mi mente, y no pude evitar sentir que, en mi desesperación por proteger a Jorge, había desatado fuerzas oscuras y peligrosas que ahora nos acechaban.

    Sabía que debía enfrentar el problema y buscar una solución antes de que las cosas empeoraran, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Había dejado atrás a mi familia y sus conocimientos sobre brujería, y ahora me encontraba atrapada en una situación que amenazaba con destruir la vida que había construido junto a Jorge.

    Con cada nueva manifestación de esas fuerzas oscuras, la tensión y el miedo se apoderaban cada vez más de nuestras vidas. La incertidumbre y la angustia nos atormentaban día y noche, y sabíamos que debíamos encontrar una manera de detener ese tormento antes de que fuera demasiado tarde.

    La situación empeoró considerablemente. Un día, mientras Jorge se bañaba, escuché un grito desgarrador que provenía del baño. Corrí hacia allí y lo encontré temblando de miedo. Me contó que el agua de la ducha había salido hirviendo de repente, la luz del baño se había apagado y, además, había escuchado a alguien pronunciar su nombre en repetidas ocasiones.

    Al escuchar su relato, mi corazón latía a mil por hora y el miedo recorrió todo mi ser. Lo abracé con fuerza y le dije que todo estaría bien, pero en mi interior sabía que estaba equivocada. Aquella misma noche, uno de los peores presagios se manifestó: una de las cruces que Jorge tenía en su cuarto, ya que era católico, se cayó y se partió en pedazos sin razón aparente.

    Para colmo, Jorge comenzó a sentirse muy mal. Le dio fiebre, tos y su piel se tornó pálida. Su estado empeoró rápidamente e incluso empezó a vomitar cabellos, algo que me dejó horrorizada y sin saber qué hacer. No podía negar más la realidad: las fuerzas oscuras desatadas por el ritual inconcluso estaban afectando a Jorge, y era mi culpa.

    Desesperada y sintiendo que no tenía otra opción, decidí enfrentar mi miedo y regresar a la casa de mi familia para pedirles ayuda. A pesar de todo lo que había ocurrido, sabía que ellas eran las únicas que podrían enfrentar y detener las fuerzas que ahora amenazaban nuestras vidas.

    Con el corazón en un puño y la determinación de proteger a Jorge, me dispuse a enfrentar a mi familia y a las sombras del pasado que ahora se cernían sobre nosotros. No tenía idea de lo que encontraría al regresar a aquella casa ni de si podríamos detener el mal que nos acechaba, pero estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para salvar a Jorge y recuperar nuestras vidas.

    Regresé a la casa de mi familia con el corazón lleno de temor y resentimiento. A pesar de que no quería estar allí, sabía que era la única opción que tenía para proteger a Jorge y poner fin a la pesadilla que estábamos viviendo.

    Mis tías, mi madre y mi abuela estaban felices de verme de vuelta, pero yo no podía olvidar lo que habían intentado hacerle a Jorge. Aun así, les conté todo lo que nos había sucedido en los últimos días, esperando que pudieran ayudarnos a detener las fuerzas oscuras que nos atormentaban.

    Para mi sorpresa, no parecieron sorprendidas por lo que les conté. Con seriedad, prometieron ayudarnos y aseguraron que todo mejoraría. Incluso afirmaron que dejarían de interferir en mi relación con Jorge, reconociendo que habían cruzado un límite que no debieron traspasar.

    A pesar de sus palabras, no podía evitar sentir cierta desconfianza. Sin embargo, sabía que no tenía otra opción que confiar en ellas y en su conocimiento sobre brujería para enfrentar las fuerzas malignas que habíamos desatado.

    Mis tías, mi madre y mi abuela comenzaron a preparar un ritual de purificación y protección, con el objetivo de limpiar nuestra energía y alejar las entidades oscuras que nos acechaban. Me pidieron que participara en el ritual y les confiara mis miedos y preocupaciones, algo que hice con cierta reticencia, pero también con la esperanza de que podría salvar a Jorge y a mí de la oscuridad que nos envolvía.

    Con temor y resignación, volví a la cueva en la que había interrumpido el ritual anterior. Mi madre me explicó que, para solucionar el problema que yo misma había creado, tendría que realizar un sacrificio de sangre. Me entregaron una gallina, que debía sacrificar para obtener un poco de su sangre y así completar el ritual.

    A pesar de sentirme horrorizada ante la idea, sabía que no tenía otra opción si quería salvar a Jorge y a mí de la oscuridad que nos acechaba. Con manos temblorosas, sacrifiqué a la gallina y recogí su sangre en un recipiente.

    Luego, mis tías, mi madre y mi abuela comenzaron a recitar palabras en un idioma que no entendía. Me pidieron que las repitiera, aunque no sabía qué significaban. Mientras lo hacía, mi abuela me limpiaba con hierbas y mis tías me escupían alcohol para purificar mi cuerpo y mi espíritu.

    El ritual se volvió cada vez más intenso, y las energías en la cueva parecían vibrar a nuestro alrededor. Podía sentir que algo estaba cambiando, aunque no sabía si era para bien o para mal. En mi corazón, solo deseaba que todo terminara y que Jorge y yo pudiéramos recuperar nuestras vidas.

    Cuando finalmente el ritual llegó a su fin, mis tías, mi madre y mi abuela parecían satisfechas y aliviadas. Me aseguraron que las fuerzas oscuras que habíamos desatado estarían ahora bajo control y que no tendríamos que preocuparnos más por ellas.

    Aunque quería creer en sus palabras, una parte de mí seguía temiendo que el mal que habíamos desencadenado fuera demasiado poderoso como para ser contenido. Sin embargo, por el bien de Jorge y el mío, decidí confiar en mi familia y esperar que, de alguna manera, las cosas volvieran a la normalidad.

    Al regresar a casa, comencé a sentir una paz que no había experimentado desde que iniciaron los horribles sucesos. Decidí perdonar a mi familia, quienes se mostraron muy felices y aseguraron que solo querían lo mejor para mí. Sin embargo, había un terrible secreto que ocultaban y que no descubriría hasta más tarde.

    Mi confianza en ellas comenzó a crecer, ya que los eventos sobrenaturales habían cesado y todo parecía haber vuelto a la normalidad. Cuando le pregunté a Jorge cómo se sentía, me dijo que se encontraba mucho mejor y que no había experimentado nada extraño en los últimos días. Ambos nos sentíamos aliviados y agradecidos por la aparente calma.

    Aproveché la oportunidad para disculparme con Jorge por todos los aterradores acontecimientos que había vivido a causa de mi culpa y la de mi familia. Para mi alivio, él lo entendió y me perdonó, demostrando una vez más el amor profundo que sentía por mí.

    Por un tiempo, parecía que todo iba bien y que las cosas estaban volviendo a la normalidad. Pero en el fondo, no podía quitarme la sensación de que algo no estaba del todo bien y que el mal que habíamos desencadenado seguía al acecho, esperando el momento adecuado para volver a manifestarse. A pesar de mi inquietud, traté de ignorar esos pensamientos y disfrutar de la paz y la tranquilidad que había en nuestra vida. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo antes de que el terrible secreto de mi familia saliera a la luz y cambiara todo para siempre.

    Mi temor y desesperación crecieron a medida que la normalidad aparente comenzó a desmoronarse. Una madrugada, mientras dormía, escuché un golpe en mi ventana. Al principio, creí que se trataba de algo sobrenatural, pero luego escuché la voz de Jorge llamándome. Abrí la ventana y lo vi empapado en sudor, con el rostro pálido y llorando desconsoladamente. Lo hice entrar a escondidas en mi casa para que me explicara qué había sucedido.

    Una vez dentro, Jorge me contó que su abuelo había fallecido hacía apenas una hora. Habían escuchado un grito de terror, y cuando corrieron a verlo, ya no respondía. Sus palabras hicieron que mi corazón se llenara de angustia, no solo por el miedo a lo desconocido, sino también por la tristeza de perder a alguien que había sido muy amable conmigo durante el tiempo de mi relación con Jorge. Su abuelo siempre había mostrado afecto y comprensión hacia mí, y no pude evitar sentir un profundo pesar por su pérdida.

    Lo que dijo a continuación fue aún más aterrador. Al salir a pedir ayuda, había visto a una de mis tías espiándolo en plena oscuridad, vestida de negro.

    El pánico se apoderó de mí al comprender que, de alguna manera, mi familia todavía estaba involucrada en todo esto. A pesar de sus promesas de ayudarnos y de no interferir en nuestra relación, habían seguido manipulando nuestras vidas y causando sufrimiento.

    No sabía qué hacer ni en quién confiar. Mi mundo se había vuelto oscuro y aterrador, y sentía que estaba siendo arrastrada hacia un abismo del que no había escapatoria. Decidí que no podía seguir permitiendo que mi familia destruyera nuestras vidas y que debía enfrentarme a ellas y descubrir la verdad detrás de sus acciones y el oscuro secreto que ocultaban.

    En lugar de enfrentar a toda mi familia de una vez, decidí comenzar por hablar con mi tía en privado. Desperté a mi tía con cuidado para no hacer mucho ruido y le pedí que fuera a mi habitación para que me diera una explicación.

    Una vez en mi habitación, mi tía me reveló que el último ritual que habían realizado en realidad no había sido para protegerme a mí y a Jorge, sino para asegurarse de que yo estuviera bien, pero a costa del sufrimiento de mi novio. Ellas no querían que estuviéramos juntos y habían tomado medidas extremas para separarnos.

    Mi tía me confesó que entendía cómo me sentía, pero que no podía hacer nada al respecto. Me contó que, hace muchos años, mi abuela tampoco había permitido que ella estuviera con el amor de su vida. Mi tía se vio obligada a abandonar a su novio para evitar que mi abuela enterrara un muñeco vudú en el panteón, lo que habría resultado en la muerte de su amado. Prefería sacrificar su relación antes que poner en peligro la vida del hombre que amaba.

    La revelación de mi tía me dejó conmocionada y angustiada. No solo había descubierto que mi familia había estado manipulando nuestras vidas y causando sufrimiento a Jorge, sino que también aprendí que este tipo de intervenciones y sacrificios se habían repetido en el pasado. Me pregunté cuántas veces habían hecho esto antes y cuántas vidas habían sido afectadas por sus acciones.


    ||—En comentarios está la continuación disculpen las molestias —
    —Hola cómo están está tarde les contaré la historia de Cinthia espero y disfruten del relato — hace cinco años, cuando tenía 20, vivía con mi madre, mis tías y mi abuela en una antigua casa de campo a las afueras del pueblo. Desde que tengo memoria, ellas se habían dedicado a la brujería, algo que, aunque no compartía, había aceptado como parte de mi vida. No obstante, esa noche en particular fue diferente, pues nunca antes había presenciado uno de sus rituales. Era una noche oscura y lúgubre, en la que apenas se distinguía la luz de la luna entre las nubes. Había un aire pesado y denso que me rodeaba, como si presintiera que algo extraño estaba a punto de suceder. Mi familia decidió realizar un ritual para alejar las malas vibras de nuestra casa, y aunque no era mi costumbre, decidí unirme a ellas. Nos dirigimos hacia una cueva ubicada cerca de nuestra casa, un lugar que siempre me había parecido tenebroso y del cual había evitado acercarme. Sin embargo, esta vez me encontraba caminando hacia allí, acompañada por el sonido de nuestras pisadas en la hojarasca y el murmullo de las ramas moviéndose por el viento. Al llegar a la entrada de la cueva, mis tías encendieron velas, mientras mi abuela sostenía en sus manos unos libros antiguos y polvorientos cuyo contenido desconocía. La luz de las velas proyectaba sombras fantasmagóricas en las paredes de la cueva, lo que acentuaba mi creciente sensación de inquietud. Mis tías comenzaron a preparar el ritual, disponiendo todo lo necesario en el suelo. Entre los elementos que utilizarían, había una botella con sangre de cabra y un mechón de cabello del cual no sabía su procedencia. La simple visión de esos objetos aumentaba mi temor, pero decidí mantener la compostura y seguir adelante. A medida que el ritual avanzaba, mis tías y mi abuela recitaban palabras en un idioma que no reconocía, y yo me mantenía en silencio, observando cada movimiento con cautela. No podía evitar sentir que algo no estaba bien, que aquel ritual tenía un propósito más oscuro del que me habían contado. No obstante, me encontraba allí, en medio de la oscuridad, junto a mi familia, sintiendo cómo una energía inquietante se apoderaba de la cueva. En mi mente, una mezcla de miedo y curiosidad me impulsaba a quedarme y descubrir qué sucedería a continuación, sin saber que aquella noche sería solo el comienzo de una serie de aterradores acontecimientos que cambiarían mi vida para siempre. En ese momento, casi al finalizar el ritual, mi abuela mencionó el nombre de mi novio, Jorge. Sentí cómo mi corazón se detenía por un instante y mi sangre se helaba en las venas. A pesar de mi miedo, la ira comenzó a apoderarse de mí. No podía creer que mi familia estuviera haciendo algo en contra de la persona a la que amaba. Enfurecida, me abalancé sobre el altar improvisado y arrojé al suelo las velas y la sangre que estaba en un florero. La oscuridad invadió la cueva mientras las llamas se apagaban, y el eco de mis acciones retumbaba en las paredes de piedra. Mis tías y mi abuela me miraron sorprendidas, mientras mi madre intentaba justificar sus acciones, diciéndome que Jorge no me convenía, que no tenía trabajo y era poco agraciado, y que yo merecía a alguien mejor. En ese momento, mi enojo alcanzó su punto máximo y, sin poder contenerme, les grité que no se metieran en mi vida. La cueva parecía vibrar con la intensidad de mis palabras, como si las propias paredes pudieran sentir mi ira y mi dolor. Mi madre y mis tías bajaron la mirada, mientras mi abuela me observaba con una expresión indescifrable en su rostro arrugado. La ira se disipó lentamente, dejando tras de sí un profundo sentimiento de tristeza y traición. Me di cuenta de que, en su afán por protegerme y guiarme, mi familia había cruzado un límite que no debieron traspasar. A pesar del amor que sentía por ellas, sabía que ya no podría confiar en ellas de la misma manera. En silencio, recogí las velas apagadas y salí de la cueva, dejando atrás a mi familia y el ritual inconcluso. La noche había recuperado su oscuridad y frío, pero mi corazón ardiendo de furia e indignación me mantenía caliente mientras me alejaba de aquel lugar. No sabía qué me depararía el futuro después de esa traición, pero estaba decidida a enfrentar cualquier desafío por mi cuenta, sin dejarme influenciar por las creencias y deseos de mi familia. Lo que no imaginaba era que aquella noche de traición y furia sería solo el inicio de una serie de eventos escalofriantes que pondrían a prueba mi valentía y cambiarían mi vida para siempre. Apenas llegué a casa, tomé una maleta y comencé a llenarla con mi ropa y pertenencias más importantes, decidida a irme a casa de Jorge, quien vivía a poca distancia. No quería pasar ni un segundo más en ese lugar donde mi familia había intentado manipular mi vida sin mí consentimiento. Estaba a punto de salir por la puerta cuando las brujas de mi familia aparecieron frente a mí. Una de mis tías me miró con seriedad y me dijo que entendía mi enojo, pero que lo que había hecho estaba muy mal. Me explicó que dejar un ritual inconcluso podría traer graves consecuencias, ya que estaba jugando con fuerzas que no debían ser tomadas a la ligera. Hizo alusión a que el diablo no toleraba ese tipo de juegos. A pesar de sus palabras, no podía dejar de sentir coraje hacia ellas. Les respondí con firmeza que no me importaban las consecuencias y que me iba de esa casa para que no me molestaran más. Les pedí que dejaran en paz a Jorge y que no intentaran interferir en nuestra relación de nuevo. Mis tías y mi madre parecieron sorprendidas por mi determinación, pero mi abuela me observó con una expresión preocupada en su rostro. A pesar de su reacción, me mantuve firme en mi decisión y salí de la casa, sintiendo un peso en mi pecho que me oprimía. Llegué a casa de Jorge y le conté lo sucedido, buscando consuelo y apoyo en él. Él me abrazó con fuerza, prometiéndome que estaríamos juntos y enfrentaríamos cualquier cosa que se nos presentara. Aunque sus palabras me reconfortaron, no pude evitar sentir un temor creciente en mi interior, como si el abismo de lo desconocido se abriera ante mí. La advertencia de mi tía sobre las consecuencias de dejar un ritual inconcluso retumbaba en mi mente, pero me negaba a darle importancia. No quería que el miedo gobernara mi vida y mis decisiones, pero lo que no sabía era que esa noche había desatado fuerzas oscuras que no tardarían en manifestarse. Las primeras semanas en casa de Jorge transcurrieron sin incidentes. Nos sentíamos felices y seguros juntos, y yo comenzaba a olvidar los eventos aterradores que habían llevado a mi huida de la casa de mi familia. Sin embargo, esa tranquilidad no duró mucho. Una noche, mientras estábamos acostados en la cama, comenzamos a escuchar un extraño sonido, como si algo estuviera arañando las paredes. Nos miramos con inquietud, pero no le dimos mayor importancia, atribuyéndolo a algún animal nocturno o al viento. Otra noche, Jorge metió la mano debajo de la cama para buscar algo que había dejado caer y sintió que algo lamió su mano. Retiró la mano rápidamente, describiendo una lengua fría, rasposa y asquerosa. Ambos nos quedamos estupefactos y asustados, pero no encontramos ninguna explicación lógica para lo sucedido. El miedo comenzó a apoderarse de nosotros cuando, en otra ocasión, mientras dormíamos, fuimos despertados por ruidos en la habitación. Al abrir los ojos, vimos algo que parecía sacado de nuestras peores pesadillas: dos de los peluches de Jorge parecían haber cobrado vida y se burlaban de nosotros, señalándonos y riéndose con malicia. El terror nos invadió por completo, y comenzamos a cuestionarnos si lo que estaba sucediendo tenía alguna conexión con el ritual inconcluso que había interrumpido semanas atrás. La advertencia de mi tía resonaba en mi mente, y no pude evitar sentir que, en mi desesperación por proteger a Jorge, había desatado fuerzas oscuras y peligrosas que ahora nos acechaban. Sabía que debía enfrentar el problema y buscar una solución antes de que las cosas empeoraran, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Había dejado atrás a mi familia y sus conocimientos sobre brujería, y ahora me encontraba atrapada en una situación que amenazaba con destruir la vida que había construido junto a Jorge. Con cada nueva manifestación de esas fuerzas oscuras, la tensión y el miedo se apoderaban cada vez más de nuestras vidas. La incertidumbre y la angustia nos atormentaban día y noche, y sabíamos que debíamos encontrar una manera de detener ese tormento antes de que fuera demasiado tarde. La situación empeoró considerablemente. Un día, mientras Jorge se bañaba, escuché un grito desgarrador que provenía del baño. Corrí hacia allí y lo encontré temblando de miedo. Me contó que el agua de la ducha había salido hirviendo de repente, la luz del baño se había apagado y, además, había escuchado a alguien pronunciar su nombre en repetidas ocasiones. Al escuchar su relato, mi corazón latía a mil por hora y el miedo recorrió todo mi ser. Lo abracé con fuerza y le dije que todo estaría bien, pero en mi interior sabía que estaba equivocada. Aquella misma noche, uno de los peores presagios se manifestó: una de las cruces que Jorge tenía en su cuarto, ya que era católico, se cayó y se partió en pedazos sin razón aparente. Para colmo, Jorge comenzó a sentirse muy mal. Le dio fiebre, tos y su piel se tornó pálida. Su estado empeoró rápidamente e incluso empezó a vomitar cabellos, algo que me dejó horrorizada y sin saber qué hacer. No podía negar más la realidad: las fuerzas oscuras desatadas por el ritual inconcluso estaban afectando a Jorge, y era mi culpa. Desesperada y sintiendo que no tenía otra opción, decidí enfrentar mi miedo y regresar a la casa de mi familia para pedirles ayuda. A pesar de todo lo que había ocurrido, sabía que ellas eran las únicas que podrían enfrentar y detener las fuerzas que ahora amenazaban nuestras vidas. Con el corazón en un puño y la determinación de proteger a Jorge, me dispuse a enfrentar a mi familia y a las sombras del pasado que ahora se cernían sobre nosotros. No tenía idea de lo que encontraría al regresar a aquella casa ni de si podríamos detener el mal que nos acechaba, pero estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para salvar a Jorge y recuperar nuestras vidas. Regresé a la casa de mi familia con el corazón lleno de temor y resentimiento. A pesar de que no quería estar allí, sabía que era la única opción que tenía para proteger a Jorge y poner fin a la pesadilla que estábamos viviendo. Mis tías, mi madre y mi abuela estaban felices de verme de vuelta, pero yo no podía olvidar lo que habían intentado hacerle a Jorge. Aun así, les conté todo lo que nos había sucedido en los últimos días, esperando que pudieran ayudarnos a detener las fuerzas oscuras que nos atormentaban. Para mi sorpresa, no parecieron sorprendidas por lo que les conté. Con seriedad, prometieron ayudarnos y aseguraron que todo mejoraría. Incluso afirmaron que dejarían de interferir en mi relación con Jorge, reconociendo que habían cruzado un límite que no debieron traspasar. A pesar de sus palabras, no podía evitar sentir cierta desconfianza. Sin embargo, sabía que no tenía otra opción que confiar en ellas y en su conocimiento sobre brujería para enfrentar las fuerzas malignas que habíamos desatado. Mis tías, mi madre y mi abuela comenzaron a preparar un ritual de purificación y protección, con el objetivo de limpiar nuestra energía y alejar las entidades oscuras que nos acechaban. Me pidieron que participara en el ritual y les confiara mis miedos y preocupaciones, algo que hice con cierta reticencia, pero también con la esperanza de que podría salvar a Jorge y a mí de la oscuridad que nos envolvía. Con temor y resignación, volví a la cueva en la que había interrumpido el ritual anterior. Mi madre me explicó que, para solucionar el problema que yo misma había creado, tendría que realizar un sacrificio de sangre. Me entregaron una gallina, que debía sacrificar para obtener un poco de su sangre y así completar el ritual. A pesar de sentirme horrorizada ante la idea, sabía que no tenía otra opción si quería salvar a Jorge y a mí de la oscuridad que nos acechaba. Con manos temblorosas, sacrifiqué a la gallina y recogí su sangre en un recipiente. Luego, mis tías, mi madre y mi abuela comenzaron a recitar palabras en un idioma que no entendía. Me pidieron que las repitiera, aunque no sabía qué significaban. Mientras lo hacía, mi abuela me limpiaba con hierbas y mis tías me escupían alcohol para purificar mi cuerpo y mi espíritu. El ritual se volvió cada vez más intenso, y las energías en la cueva parecían vibrar a nuestro alrededor. Podía sentir que algo estaba cambiando, aunque no sabía si era para bien o para mal. En mi corazón, solo deseaba que todo terminara y que Jorge y yo pudiéramos recuperar nuestras vidas. Cuando finalmente el ritual llegó a su fin, mis tías, mi madre y mi abuela parecían satisfechas y aliviadas. Me aseguraron que las fuerzas oscuras que habíamos desatado estarían ahora bajo control y que no tendríamos que preocuparnos más por ellas. Aunque quería creer en sus palabras, una parte de mí seguía temiendo que el mal que habíamos desencadenado fuera demasiado poderoso como para ser contenido. Sin embargo, por el bien de Jorge y el mío, decidí confiar en mi familia y esperar que, de alguna manera, las cosas volvieran a la normalidad. Al regresar a casa, comencé a sentir una paz que no había experimentado desde que iniciaron los horribles sucesos. Decidí perdonar a mi familia, quienes se mostraron muy felices y aseguraron que solo querían lo mejor para mí. Sin embargo, había un terrible secreto que ocultaban y que no descubriría hasta más tarde. Mi confianza en ellas comenzó a crecer, ya que los eventos sobrenaturales habían cesado y todo parecía haber vuelto a la normalidad. Cuando le pregunté a Jorge cómo se sentía, me dijo que se encontraba mucho mejor y que no había experimentado nada extraño en los últimos días. Ambos nos sentíamos aliviados y agradecidos por la aparente calma. Aproveché la oportunidad para disculparme con Jorge por todos los aterradores acontecimientos que había vivido a causa de mi culpa y la de mi familia. Para mi alivio, él lo entendió y me perdonó, demostrando una vez más el amor profundo que sentía por mí. Por un tiempo, parecía que todo iba bien y que las cosas estaban volviendo a la normalidad. Pero en el fondo, no podía quitarme la sensación de que algo no estaba del todo bien y que el mal que habíamos desencadenado seguía al acecho, esperando el momento adecuado para volver a manifestarse. A pesar de mi inquietud, traté de ignorar esos pensamientos y disfrutar de la paz y la tranquilidad que había en nuestra vida. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo antes de que el terrible secreto de mi familia saliera a la luz y cambiara todo para siempre. Mi temor y desesperación crecieron a medida que la normalidad aparente comenzó a desmoronarse. Una madrugada, mientras dormía, escuché un golpe en mi ventana. Al principio, creí que se trataba de algo sobrenatural, pero luego escuché la voz de Jorge llamándome. Abrí la ventana y lo vi empapado en sudor, con el rostro pálido y llorando desconsoladamente. Lo hice entrar a escondidas en mi casa para que me explicara qué había sucedido. Una vez dentro, Jorge me contó que su abuelo había fallecido hacía apenas una hora. Habían escuchado un grito de terror, y cuando corrieron a verlo, ya no respondía. Sus palabras hicieron que mi corazón se llenara de angustia, no solo por el miedo a lo desconocido, sino también por la tristeza de perder a alguien que había sido muy amable conmigo durante el tiempo de mi relación con Jorge. Su abuelo siempre había mostrado afecto y comprensión hacia mí, y no pude evitar sentir un profundo pesar por su pérdida. Lo que dijo a continuación fue aún más aterrador. Al salir a pedir ayuda, había visto a una de mis tías espiándolo en plena oscuridad, vestida de negro. El pánico se apoderó de mí al comprender que, de alguna manera, mi familia todavía estaba involucrada en todo esto. A pesar de sus promesas de ayudarnos y de no interferir en nuestra relación, habían seguido manipulando nuestras vidas y causando sufrimiento. No sabía qué hacer ni en quién confiar. Mi mundo se había vuelto oscuro y aterrador, y sentía que estaba siendo arrastrada hacia un abismo del que no había escapatoria. Decidí que no podía seguir permitiendo que mi familia destruyera nuestras vidas y que debía enfrentarme a ellas y descubrir la verdad detrás de sus acciones y el oscuro secreto que ocultaban. En lugar de enfrentar a toda mi familia de una vez, decidí comenzar por hablar con mi tía en privado. Desperté a mi tía con cuidado para no hacer mucho ruido y le pedí que fuera a mi habitación para que me diera una explicación. Una vez en mi habitación, mi tía me reveló que el último ritual que habían realizado en realidad no había sido para protegerme a mí y a Jorge, sino para asegurarse de que yo estuviera bien, pero a costa del sufrimiento de mi novio. Ellas no querían que estuviéramos juntos y habían tomado medidas extremas para separarnos. Mi tía me confesó que entendía cómo me sentía, pero que no podía hacer nada al respecto. Me contó que, hace muchos años, mi abuela tampoco había permitido que ella estuviera con el amor de su vida. Mi tía se vio obligada a abandonar a su novio para evitar que mi abuela enterrara un muñeco vudú en el panteón, lo que habría resultado en la muerte de su amado. Prefería sacrificar su relación antes que poner en peligro la vida del hombre que amaba. La revelación de mi tía me dejó conmocionada y angustiada. No solo había descubierto que mi familia había estado manipulando nuestras vidas y causando sufrimiento a Jorge, sino que también aprendí que este tipo de intervenciones y sacrificios se habían repetido en el pasado. Me pregunté cuántas veces habían hecho esto antes y cuántas vidas habían sido afectadas por sus acciones. ||—En comentarios está la continuación disculpen las molestias —
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  • 🐾 El Día de las Bestias Eternas
    Fandom Mitologica
    Categoría Original
    El Inframundo despierta con un murmullo antiguo.
    Desde los abismos más hondos del Erebo hasta las riberas del Leteo, una vibración recorre las sombras: un llamado que ni los vivos ni los muertos pueden ignorar.
    Hoy no hay lamentos. Hoy no hay castigos.
    Hoy, incluso en la oscuridad más profunda, se celebra la existencia de lo salvaje.
    Es el Día de los Animales, y los reinos del más allá se preparan para honrar a quienes han custodiado las fronteras de la eternidad.

    En el gran salón de obsidiana, donde los muros laten como un corazón dormido, las antorchas se encienden una a una con fuego azul.
    Las criaturas del Inframundo se congregan: lobos de humo, aves de ceniza, serpientes de fuego líquido y caballos hechos de polvo y viento.
    Todas aguardan en silencio.
    El trono vacío brilla con reflejos de piedra viva.
    Y en el centro del salón, Cerbero emerge de las sombras.

    El guardián de las Puertas del Hades camina con paso firme, las tres cabezas en perfecta armonía, los ojos ardiendo como soles en la penumbra.
    A su alrededor, las almas se inclinan, reconociendo en él no solo al protector, sino al símbolo eterno de la lealtad y la fuerza.

    Desde lo alto, Perséfone, Reina del Inframundo, desciende envuelta en un resplandor tenue.
    En sus manos sostiene una corona forjada con hierro de estrella caída, adornada con tres gemas:
    una roja por la furia,
    una negra por la noche,
    y una blanca por la lealtad.

    A su lado, una presencia luminosa se acerca: Albina, la cabra blanca del Inframundo.
    Su pelaje brilla como la luna sobre la piedra, y donde sus pezuñas tocan el suelo, florecen pequeñas flores grises, las únicas que crecen en aquel reino sin sol.
    Las criaturas se apartan en respeto; la conocen como mensajera de paz y consejera de las almas olvidadas.

    Perséfone levanta la corona y, con voz que es decreto y bendición, pronuncia:

    “Hoy, el Inframundo celebra el Día de las Bestias Eternas.
    Hoy, las criaturas que sirven, vigilan y aman son honradas.
    Cerbero, guardián del Umbral, tu lealtad ha sido tu trono.
    Desde este instante, no serás solo guardián… serás Rey de las Bestias Eternas.
    Y tú, Albina, serás su guía, su conciencia, su equilibrio.”

    Cuando la corona toca las tres frentes de Cerbero, una ola de fuego blanco recorre el salón.
    El suelo vibra, los ríos cambian su curso, y las almas aúllan con júbilo.
    Las tres cabezas del nuevo rey alzan su mirada en silencio: no hay palabras, solo un rugido interno que el universo siente.

    Albina da un paso adelante.
    De su presencia emana calma, y una flor nace en medio del fuego: la primera flor del Inframundo.
    La Reina sonríe, y con ese gesto, el orden del reino cambia para siempre.
    El trono ya no pertenece al miedo, sino al equilibrio.

    Entonces, las puertas del salón se abren.
    Una marea de luz y sombras invade el aire.
    Comienza el Desfile de los Fieles.

    Por los corredores de piedra líquida, las criaturas del Inframundo marchan en honor a sus nuevos soberanos.
    Los Lobos del Leteo avanzan primero, con pelaje translúcido y ojos de agua.
    Sus pasos resuenan como tambores lejanos.
    Sobre ellos vuelan los Cuervos de Estigia, cuyas plumas de humo caen lentamente como ceniza brillante.
    Las Serpientes del Erebo reptan entre las columnas, formando símbolos sagrados que parpadean con fuego antes de desvanecerse.
    Y desde las llanuras de Tártaro llegan los Caballos de Ceniza, trotando en el aire, dejando huellas de luz efímera.

    Cerbero avanza entre ellos, majestuoso, silencioso.
    Sus cabezas giran lentamente, observando a cada una de las criaturas con atención.
    No impone dominio, sino presencia.
    A su lado, Albina camina despacio, irradiando serenidad.
    Una pequeña alma —una liebre hecha de humo— se acerca temerosa.
    Albina la mira con ternura y, al tocarla con su frente, la transforma en un destello que asciende hasta las estrellas del techo abismal.

    El desfile se extiende durante horas eternas.
    Sobre ellos, el cielo del Inframundo se cubre de luces verdes y violetas: auroras imposibles que ondulan como espíritus danzantes.
    Cada chispa que cae es el eco de un alma animal que regresa por un instante para rendir homenaje.

    Cuando la procesión llega al círculo central, Albina se detiene.
    Su luz se expande como un manto que cubre a Cerbero, a las criaturas, a todo el reino.
    Por un breve momento, el Inframundo entero respira al unísono.
    No hay condena. No hay dolor.
    Solo respeto.
    Solo comunión.

    El fuego se atenúa, las criaturas se disuelven lentamente en el aire, dejando tras de sí rastros de luz.
    El silencio regresa, pero es un silencio distinto: un silencio lleno de vida.
    En el centro, Cerbero permanece inmóvil, imponente.
    Albina se recuesta a su lado, sus ojos reflejando el resplandor de las llamas que no consumen.

    Desde su trono, Perséfone observa en silencio, y una leve sonrisa cruza su rostro.
    El Inframundo ha cambiado.
    Bajo su tierra y bajo su ley, ahora reina la fuerza, pero también la compasión.

    Y así, mientras las últimas brasas del desfile flotan en el aire, los abismos entienden su nueva verdad:
    que incluso en la oscuridad más profunda, los animales tienen un reino, un rey y una guardiana.
    Y que, cada año, en el Día de las Bestias Eternas, el Inframundo entero recordará que la lealtad es la forma más pura del alma.
    El Inframundo despierta con un murmullo antiguo. Desde los abismos más hondos del Erebo hasta las riberas del Leteo, una vibración recorre las sombras: un llamado que ni los vivos ni los muertos pueden ignorar. Hoy no hay lamentos. Hoy no hay castigos. Hoy, incluso en la oscuridad más profunda, se celebra la existencia de lo salvaje. Es el Día de los Animales, y los reinos del más allá se preparan para honrar a quienes han custodiado las fronteras de la eternidad. En el gran salón de obsidiana, donde los muros laten como un corazón dormido, las antorchas se encienden una a una con fuego azul. Las criaturas del Inframundo se congregan: lobos de humo, aves de ceniza, serpientes de fuego líquido y caballos hechos de polvo y viento. Todas aguardan en silencio. El trono vacío brilla con reflejos de piedra viva. Y en el centro del salón, Cerbero emerge de las sombras. El guardián de las Puertas del Hades camina con paso firme, las tres cabezas en perfecta armonía, los ojos ardiendo como soles en la penumbra. A su alrededor, las almas se inclinan, reconociendo en él no solo al protector, sino al símbolo eterno de la lealtad y la fuerza. Desde lo alto, Perséfone, Reina del Inframundo, desciende envuelta en un resplandor tenue. En sus manos sostiene una corona forjada con hierro de estrella caída, adornada con tres gemas: una roja por la furia, una negra por la noche, y una blanca por la lealtad. A su lado, una presencia luminosa se acerca: Albina, la cabra blanca del Inframundo. Su pelaje brilla como la luna sobre la piedra, y donde sus pezuñas tocan el suelo, florecen pequeñas flores grises, las únicas que crecen en aquel reino sin sol. Las criaturas se apartan en respeto; la conocen como mensajera de paz y consejera de las almas olvidadas. Perséfone levanta la corona y, con voz que es decreto y bendición, pronuncia: “Hoy, el Inframundo celebra el Día de las Bestias Eternas. Hoy, las criaturas que sirven, vigilan y aman son honradas. Cerbero, guardián del Umbral, tu lealtad ha sido tu trono. Desde este instante, no serás solo guardián… serás Rey de las Bestias Eternas. Y tú, Albina, serás su guía, su conciencia, su equilibrio.” Cuando la corona toca las tres frentes de Cerbero, una ola de fuego blanco recorre el salón. El suelo vibra, los ríos cambian su curso, y las almas aúllan con júbilo. Las tres cabezas del nuevo rey alzan su mirada en silencio: no hay palabras, solo un rugido interno que el universo siente. Albina da un paso adelante. De su presencia emana calma, y una flor nace en medio del fuego: la primera flor del Inframundo. La Reina sonríe, y con ese gesto, el orden del reino cambia para siempre. El trono ya no pertenece al miedo, sino al equilibrio. Entonces, las puertas del salón se abren. Una marea de luz y sombras invade el aire. Comienza el Desfile de los Fieles. Por los corredores de piedra líquida, las criaturas del Inframundo marchan en honor a sus nuevos soberanos. Los Lobos del Leteo avanzan primero, con pelaje translúcido y ojos de agua. Sus pasos resuenan como tambores lejanos. Sobre ellos vuelan los Cuervos de Estigia, cuyas plumas de humo caen lentamente como ceniza brillante. Las Serpientes del Erebo reptan entre las columnas, formando símbolos sagrados que parpadean con fuego antes de desvanecerse. Y desde las llanuras de Tártaro llegan los Caballos de Ceniza, trotando en el aire, dejando huellas de luz efímera. Cerbero avanza entre ellos, majestuoso, silencioso. Sus cabezas giran lentamente, observando a cada una de las criaturas con atención. No impone dominio, sino presencia. A su lado, Albina camina despacio, irradiando serenidad. Una pequeña alma —una liebre hecha de humo— se acerca temerosa. Albina la mira con ternura y, al tocarla con su frente, la transforma en un destello que asciende hasta las estrellas del techo abismal. El desfile se extiende durante horas eternas. Sobre ellos, el cielo del Inframundo se cubre de luces verdes y violetas: auroras imposibles que ondulan como espíritus danzantes. Cada chispa que cae es el eco de un alma animal que regresa por un instante para rendir homenaje. Cuando la procesión llega al círculo central, Albina se detiene. Su luz se expande como un manto que cubre a Cerbero, a las criaturas, a todo el reino. Por un breve momento, el Inframundo entero respira al unísono. No hay condena. No hay dolor. Solo respeto. Solo comunión. El fuego se atenúa, las criaturas se disuelven lentamente en el aire, dejando tras de sí rastros de luz. El silencio regresa, pero es un silencio distinto: un silencio lleno de vida. En el centro, Cerbero permanece inmóvil, imponente. Albina se recuesta a su lado, sus ojos reflejando el resplandor de las llamas que no consumen. Desde su trono, Perséfone observa en silencio, y una leve sonrisa cruza su rostro. El Inframundo ha cambiado. Bajo su tierra y bajo su ley, ahora reina la fuerza, pero también la compasión. Y así, mientras las últimas brasas del desfile flotan en el aire, los abismos entienden su nueva verdad: que incluso en la oscuridad más profunda, los animales tienen un reino, un rey y una guardiana. Y que, cada año, en el Día de las Bestias Eternas, el Inframundo entero recordará que la lealtad es la forma más pura del alma.
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    𖥻 ۫ ִ ͡ ࣪ 𑇛 𝒥𝐼-𝐻𝒴𝒰𝒩'𝒮 𝒜𝑅𝒞𝐻𝐼𝒱𝐸.ᐟ

    Ficha Complementaria – Familia Kim
    Padre: 김상우 (Kim Sang-woo)
    Edad: 60 años
    Profesión: Empresario del sector textil y fundador de una reconocida casa de diseño en Busan.
    Personalidad: Perfeccionista, disciplinado y exigente, aunque en los últimos años se ha vuelto más flexible y afectuoso.
    Relación con Ji-hyun: Al principio fue cauto respecto a su carrera artística, preocupado por la estabilidad y la opinión pública. Con el tiempo aprendió a admirar su constancia y pasión. Hoy lo respeta profundamente, reconociendo en él la fusión ideal entre talento y ética de trabajo.
    Otros datos: Amante de la historia del arte y la arquitectura europea; siempre viste con elegancia impecable.

    Madre: 김은희 (Kim Eun-hee, de soltera Choi)
    Edad: 58 años
    Profesión: Diseñadora de moda especializada en alta costura femenina, reconocida por su estilo refinado y minimalista.
    Personalidad: Elegante, cálida, paciente y creativa. Es la figura más emocional y conciliadora dentro de la familia.
    Relación con Ji-hyun: Fue su mayor apoyo desde los inicios de su carrera. Diseñó varios de sus primeros atuendos para sesiones fotográficas y eventos, alentándolo siempre a expresarse con autenticidad.
    Otros datos: Le apasionan la pintura y el bordado artesanal; es considerada la “musa” de la familia.

    Hermana gemela: 김지아 (Kim Ji-ah)
    Edad: 33 años
    Profesión: Fotógrafa de moda.
    Personalidad: Extrovertida, creativa y alegre; representa el lado más espontáneo del clan.
    Relación con Ji-hyun: Tiene con él una conexión especial e intuitiva. Fue la primera en percibir su cercanía con Ha-rin y lo apoya incondicionalmente. Adora que sus hijos consideren a Ha-rin como un tío más.
    Otros datos: Suele bromear diciendo que Ji-hyun heredó el carisma porque nació segundos después que ella.

    Hermana menor: 김지수 (Kim Ji-soo)
    Edad: 29 años
    Profesión: Editora en una revista cultural y de lifestyle.
    Personalidad: Analítica, observadora y con un humor sarcástico.
    Relación con Ji-hyun: Es su confidente y consejera más racional. Aunque es más reservada, se muestra protectora frente a cualquier crítica pública hacia él o Ha-rin.
    Otros datos: Disfruta de los doramas y colecciona recortes de artículos sobre su hermano, aunque lo niega cuando él la descubre.

    김지현 (Kim Ji-hyun)
    Edad: 33 años
    Profesión: Actor, cantante, modelo y bailarín.
    Rol dentro de la familia: Figura protectora y referente artístico. Es muy unido a sus hermanas y especialmente cariñoso con sus sobrinos.
    Relación general: A pesar de la diferencia generacional, mantiene con sus padres un vínculo de respeto y apoyo mutuo. En su hogar es considerado el equilibrio entre la disciplina de su padre y la sensibilidad de su madre.

    Síntesis familiar
    La familia Kim se distingue por su elegancia, creatividad y unión. Cada miembro aporta una energía distinta —la visión de Sang-woo, la calidez de Eun-hee, la alegría de Ji-ah, la inteligencia de Ji-soo y la determinación de Ji-hyun— creando un entorno armonioso donde el arte, el cariño y la autenticidad son parte esencial del día a día. Con el tiempo, también han acogido a Ha-rin como un miembro más del clan, viéndolo no solo como pareja de Ji-hyun, sino como parte del equilibrio emocional y humano que complementa su familia.

    (En edición)
    𖥻🌸 ۫ ִ ͡ ࣪ 𑇛 𝒥𝐼-𝐻𝒴𝒰𝒩'𝒮 𝒜𝑅𝒞𝐻𝐼𝒱𝐸.ᐟ 📖 Ficha Complementaria – Familia Kim 👔 Padre: 김상우 (Kim Sang-woo) Edad: 60 años Profesión: Empresario del sector textil y fundador de una reconocida casa de diseño en Busan. Personalidad: Perfeccionista, disciplinado y exigente, aunque en los últimos años se ha vuelto más flexible y afectuoso. Relación con Ji-hyun: Al principio fue cauto respecto a su carrera artística, preocupado por la estabilidad y la opinión pública. Con el tiempo aprendió a admirar su constancia y pasión. Hoy lo respeta profundamente, reconociendo en él la fusión ideal entre talento y ética de trabajo. Otros datos: Amante de la historia del arte y la arquitectura europea; siempre viste con elegancia impecable. 👩 Madre: 김은희 (Kim Eun-hee, de soltera Choi) Edad: 58 años Profesión: Diseñadora de moda especializada en alta costura femenina, reconocida por su estilo refinado y minimalista. Personalidad: Elegante, cálida, paciente y creativa. Es la figura más emocional y conciliadora dentro de la familia. Relación con Ji-hyun: Fue su mayor apoyo desde los inicios de su carrera. Diseñó varios de sus primeros atuendos para sesiones fotográficas y eventos, alentándolo siempre a expresarse con autenticidad. Otros datos: Le apasionan la pintura y el bordado artesanal; es considerada la “musa” de la familia. 👩 Hermana gemela: 김지아 (Kim Ji-ah) Edad: 33 años Profesión: Fotógrafa de moda. Personalidad: Extrovertida, creativa y alegre; representa el lado más espontáneo del clan. Relación con Ji-hyun: Tiene con él una conexión especial e intuitiva. Fue la primera en percibir su cercanía con Ha-rin y lo apoya incondicionalmente. Adora que sus hijos consideren a Ha-rin como un tío más. Otros datos: Suele bromear diciendo que Ji-hyun heredó el carisma porque nació segundos después que ella. 👩 Hermana menor: 김지수 (Kim Ji-soo) Edad: 29 años Profesión: Editora en una revista cultural y de lifestyle. Personalidad: Analítica, observadora y con un humor sarcástico. Relación con Ji-hyun: Es su confidente y consejera más racional. Aunque es más reservada, se muestra protectora frente a cualquier crítica pública hacia él o Ha-rin. Otros datos: Disfruta de los doramas y colecciona recortes de artículos sobre su hermano, aunque lo niega cuando él la descubre. 👨 김지현 (Kim Ji-hyun) Edad: 33 años Profesión: Actor, cantante, modelo y bailarín. Rol dentro de la familia: Figura protectora y referente artístico. Es muy unido a sus hermanas y especialmente cariñoso con sus sobrinos. Relación general: A pesar de la diferencia generacional, mantiene con sus padres un vínculo de respeto y apoyo mutuo. En su hogar es considerado el equilibrio entre la disciplina de su padre y la sensibilidad de su madre. 🏡 Síntesis familiar La familia Kim se distingue por su elegancia, creatividad y unión. Cada miembro aporta una energía distinta —la visión de Sang-woo, la calidez de Eun-hee, la alegría de Ji-ah, la inteligencia de Ji-soo y la determinación de Ji-hyun— creando un entorno armonioso donde el arte, el cariño y la autenticidad son parte esencial del día a día. Con el tiempo, también han acogido a Ha-rin como un miembro más del clan, viéndolo no solo como pareja de Ji-hyun, sino como parte del equilibrio emocional y humano que complementa su familia. (En edición)
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  • Horizonte
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Original
    Lady Abernathy AU Rosamund Gunningworth


    Impido a la sirvienta que entre en mi habitación para ayudarme a cambiarme, pedí que me subieran el desayuno a la habitación.
    Los Rockesby pronto van a hacernos una visita, a lo cual no estaba enterrada.
    Es cierto que esta Villa hace mucho tiempo que no es mi hogar, incluso cuando era joven y nuestros padres seguían con vida.
    Nunca pude llegar a sentir que es mi hogar, lo que más soportó es no enterrarme de lo que sucede a mi alrededor.
    Además me di cuenta enseguida de que mi cuñada y mi hija no paraban de cruzarse miradas.
    Ellas pensaban que nadie las había visto, conociendo a mi cuñada sabía que las veía y lo hacía a propósito.

    Mientras desayuno a la vez calificó mi correspondencia, no tengo tanta como antes pero siempre me ha gustado tener mis cosas bien organizadas.
    Lady Abernathy AU [Th_Gunningworth] Impido a la sirvienta que entre en mi habitación para ayudarme a cambiarme, pedí que me subieran el desayuno a la habitación. Los Rockesby pronto van a hacernos una visita, a lo cual no estaba enterrada. Es cierto que esta Villa hace mucho tiempo que no es mi hogar, incluso cuando era joven y nuestros padres seguían con vida. Nunca pude llegar a sentir que es mi hogar, lo que más soportó es no enterrarme de lo que sucede a mi alrededor. Además me di cuenta enseguida de que mi cuñada y mi hija no paraban de cruzarse miradas. Ellas pensaban que nadie las había visto, conociendo a mi cuñada sabía que las veía y lo hacía a propósito. Mientras desayuno a la vez calificó mi correspondencia, no tengo tanta como antes pero siempre me ha gustado tener mis cosas bien organizadas.
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