• Cuando recibió la noticia de una nueva secta siendo vista en las catacumbas, poco o nada hizo al respecto, en definitiva iban a ser solo novatos jugando con fuerzas que no conocían, después de todo ese "algo" que estaba siendo desarrollado en las catacumbas no podía ser de gran nivel, cualquier aventurero de grado 2 ó 3 podía matarlo y llevarse una bolsa de oro o si tenia suerte platinos.

    ¿Haría algo? No bajo el uniforme, claro está.
    Aceptó el rango de "Director" de Seguridad Mágica porque no tuvo opción, él es un asesino, perdonado por el Rey, pero al fin y al cabo, un asesino que se había justificado en usar las fuerzas oscuras para salvar el reino.
    Si esa era o no la verdad... el secreto solo lo tenía él y el Rey.

    En la oscuridad, sin velas o los grandes candelabros de la biblioteca encendidos, Cedric modificaba a su gusto lo que parecía ser una zona de la ciudad, o al menos la escultura en miniatura, pensando con detenimiento algo que lo tenía desde hace unos días con cierta duda.

    ¿Es digno de socializar con usuarios de magia blanca?
    Él, que extrajo la sangre de los cadáveres de sus aliados para invocar un demonio.

    Él que dio la carne de los heroes para que las creaturas tuvieran cuerpos que habitar y soldados con los cuales atacar al enemigo.

    Él, que incluso entrego su propio cuerpo para ser la marioneta de Kostchtchie. Lo mejor era seguir con su trabajo como Director hasta que el Rey muera.

    ¿y lo demás? Solo el tiempo lo dirá.
    Cuando recibió la noticia de una nueva secta siendo vista en las catacumbas, poco o nada hizo al respecto, en definitiva iban a ser solo novatos jugando con fuerzas que no conocían, después de todo ese "algo" que estaba siendo desarrollado en las catacumbas no podía ser de gran nivel, cualquier aventurero de grado 2 ó 3 podía matarlo y llevarse una bolsa de oro o si tenia suerte platinos. ¿Haría algo? No bajo el uniforme, claro está. Aceptó el rango de "Director" de Seguridad Mágica porque no tuvo opción, él es un asesino, perdonado por el Rey, pero al fin y al cabo, un asesino que se había justificado en usar las fuerzas oscuras para salvar el reino. Si esa era o no la verdad... el secreto solo lo tenía él y el Rey. En la oscuridad, sin velas o los grandes candelabros de la biblioteca encendidos, Cedric modificaba a su gusto lo que parecía ser una zona de la ciudad, o al menos la escultura en miniatura, pensando con detenimiento algo que lo tenía desde hace unos días con cierta duda. ¿Es digno de socializar con usuarios de magia blanca? Él, que extrajo la sangre de los cadáveres de sus aliados para invocar un demonio. Él que dio la carne de los heroes para que las creaturas tuvieran cuerpos que habitar y soldados con los cuales atacar al enemigo. Él, que incluso entrego su propio cuerpo para ser la marioneta de Kostchtchie. Lo mejor era seguir con su trabajo como Director hasta que el Rey muera. ¿y lo demás? Solo el tiempo lo dirá.
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  • Can we stay here...?
    Fandom The Legend of Zelda
    Categoría Fantasía
    || Rol priv. con Link ||

    Tres de la tarde. El océano brillaba rebosante de vida, meciéndose tranquilo como si fuera encantado por la dulce melodía proveniente del reino a unos metros de altura. Suerte que las nubes habían decidido ser perezosas y no trabajar ese día, porque todo el plan de Sidón dependía específicamente de que el sol ahuyentara por una horas el frío del invierno.

    —Muy bien, casi seis horas son más que suficientes para gozar —dijo para sí mismo, apoyado en un balcón del palacio con una sonrisa enérgica.

    Habían pasado un par de días desde la última vez que vio a Link para su competencia. Desde entonces, sus visitas con el rubio eran un poco más cortas, siempre ajetreado, pero gozando en sobremanera cada una de ellas. Por otro lado, desde antier no había podido sentarse a charlar cómodamente con el mayor (aún era extraño pensarlo), pues se había decidido a adelantar cuantos deberes pudiese. Los registros, planes para el futuro, escuchar las peticiones y demás detalles. Si lo habían visto salir el palacio tres veces en cuarenta y ocho horas había sido demasiado. Se volvió todo un tiburón de biblioteca.

    Todo era por una buena causa. Después de todo, recordaba que las vacaciones de Link estaban prontas a terminar y deseaba poder tener un día entero de charla fluida. Sin estar corriendo por salir de reuniones, o sin tener que apresurar las charlas por el temor al reloj. Quería poder enserio tener un encuentro tranquilo, divertido y lejos del ojo público. Especialmente eso último sospechaba era lo que más necesitaba el pobre héroe, que lo veía cada vez más relajado entre menos le decían héroe y más le decían solo Link.

    —Volveré mañana —informó a su consejero—. Saldré con el héroe y luego iré a revisar el mar, quiero asegurarme de que todo siga en orden.

    El terreno de la guerra se había vuelto su excusa favorita esos días. Había prohibición de visitar la zona y el único guardia con permiso de ir era el propio rey. Nadie sospechaba de sus noches oculto, porque todos pensaban que estaba velando por el bien de su reino.

    Maldito mentiroso.

    Salió del palacio, con un poco menos de ornamentos de lo usual, queriendo llamar la menor atención posible para ir a la playa. Había mandado una nota al héroe de cabellos dorados para citarlo, pidiéndole que no trajera sus abrigos porque quería mostrarle algo.

    Como siempre, Sidón había llegado antes de la hora señalada, esperando con gusto en el agua templada. Hasta que escuchó un par de pasos, asomó solo los ojos cual tiburón en cacería, mismos ojos que se iluminaron con júbilo al reconocer al héroe.

    —¡Viniste! —¿por qué no lo haría? Terminó de ponerse de pie. El agua le llegaba a la mitad de los muslos— ¿Cómo has estado?
    || Rol priv. con Link || Tres de la tarde. El océano brillaba rebosante de vida, meciéndose tranquilo como si fuera encantado por la dulce melodía proveniente del reino a unos metros de altura. Suerte que las nubes habían decidido ser perezosas y no trabajar ese día, porque todo el plan de Sidón dependía específicamente de que el sol ahuyentara por una horas el frío del invierno. —Muy bien, casi seis horas son más que suficientes para gozar —dijo para sí mismo, apoyado en un balcón del palacio con una sonrisa enérgica. Habían pasado un par de días desde la última vez que vio a Link para su competencia. Desde entonces, sus visitas con el rubio eran un poco más cortas, siempre ajetreado, pero gozando en sobremanera cada una de ellas. Por otro lado, desde antier no había podido sentarse a charlar cómodamente con el mayor (aún era extraño pensarlo), pues se había decidido a adelantar cuantos deberes pudiese. Los registros, planes para el futuro, escuchar las peticiones y demás detalles. Si lo habían visto salir el palacio tres veces en cuarenta y ocho horas había sido demasiado. Se volvió todo un tiburón de biblioteca. Todo era por una buena causa. Después de todo, recordaba que las vacaciones de Link estaban prontas a terminar y deseaba poder tener un día entero de charla fluida. Sin estar corriendo por salir de reuniones, o sin tener que apresurar las charlas por el temor al reloj. Quería poder enserio tener un encuentro tranquilo, divertido y lejos del ojo público. Especialmente eso último sospechaba era lo que más necesitaba el pobre héroe, que lo veía cada vez más relajado entre menos le decían héroe y más le decían solo Link. —Volveré mañana —informó a su consejero—. Saldré con el héroe y luego iré a revisar el mar, quiero asegurarme de que todo siga en orden. El terreno de la guerra se había vuelto su excusa favorita esos días. Había prohibición de visitar la zona y el único guardia con permiso de ir era el propio rey. Nadie sospechaba de sus noches oculto, porque todos pensaban que estaba velando por el bien de su reino. Maldito mentiroso. Salió del palacio, con un poco menos de ornamentos de lo usual, queriendo llamar la menor atención posible para ir a la playa. Había mandado una nota al héroe de cabellos dorados para citarlo, pidiéndole que no trajera sus abrigos porque quería mostrarle algo. Como siempre, Sidón había llegado antes de la hora señalada, esperando con gusto en el agua templada. Hasta que escuchó un par de pasos, asomó solo los ojos cual tiburón en cacería, mismos ojos que se iluminaron con júbilo al reconocer al héroe. —¡Viniste! —¿por qué no lo haría? Terminó de ponerse de pie. El agua le llegaba a la mitad de los muslos— ¿Cómo has estado?
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  • *Leyendo*

    Me encontré en la biblioteca una colección muy interesante... "Clásicos de la literatura", con todas aquellas historias que todo el mundo conoce: Nosferatu, El Prometeo Moderno, y El gato negro, como ese de ahí...

    *Mira al gato que interrumpe su lectura.*

    Aunque no me gustan mucho los vampiros, pero... Es interesante igual.
    *Leyendo* Me encontré en la biblioteca una colección muy interesante... "Clásicos de la literatura", con todas aquellas historias que todo el mundo conoce: Nosferatu, El Prometeo Moderno, y El gato negro, como ese de ahí... *Mira al gato que interrumpe su lectura.* Aunque no me gustan mucho los vampiros, pero... Es interesante igual.
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  • — Si tú y yo fuéramos pareja... tendrías toda la eternidad para arrepentirte...
    — Si tú y yo fuéramos amigos... juntos podríamos desentrañar los secretos de la existencia y las razones detrás de todas las cosas...
    — Si me necesitas... lamentablemente, no podría ayudarte...
    — Si tú fueras un globo y yo una rosa...
    — Si tú y yo intimamos... detendría el tiempo para que ese único momento fuera eterno...
    — Si tú te enamoras de mí... intentaré curar tu corazón con todo el cariño y toda la atención que se merece... si tú me lo permites...
    — Si tú y yo fuéramos familiares... jamás te sentirías solo...
    — Si tú y sólo tú murieras en mis brazos... guardaría tu vida, tus recuerdos y tus sentimientos en el sitio más valioso de mi biblioteca donde pudiera recordarte para siempre... Aunque, lo más seguro sea que rompa todas las leyes de la existencia para salvarte.
    — Si tú y yo fuéramos pareja... tendrías toda la eternidad para arrepentirte... — Si tú y yo fuéramos amigos... juntos podríamos desentrañar los secretos de la existencia y las razones detrás de todas las cosas... — Si me necesitas... lamentablemente, no podría ayudarte... — Si tú fueras un globo y yo una rosa... — Si tú y yo intimamos... detendría el tiempo para que ese único momento fuera eterno... — Si tú te enamoras de mí... intentaré curar tu corazón con todo el cariño y toda la atención que se merece... si tú me lo permites... — Si tú y yo fuéramos familiares... jamás te sentirías solo... — Si tú y sólo tú murieras en mis brazos... guardaría tu vida, tus recuerdos y tus sentimientos en el sitio más valioso de mi biblioteca donde pudiera recordarte para siempre... Aunque, lo más seguro sea que rompa todas las leyes de la existencia para salvarte.
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  • Cho estaba sentada en el rincón más tranquilo de la biblioteca de la escuela, como siempre lo hacía cuando necesitaba escapar del bullicio. Entre las páginas de la revista de entretenimiento, se encontró con un artículo sobre las últimas "aventuras" de Sagitario, el eterno viajero, siempre buscando nuevos horizontes y contando historias de su última escapada. Cho dejó escapar una ligera sonrisa, claramente divertida por la imagen que muchos tenían de él.

    Dejó la revista a un lado y, tomando un sorbo de su bebida, murmuró para sí misma:

    — ¡Ay, Sagitario! Siempre con esa actitud de 'yo sé todo porque me leí un libro y viajé a tres lugares'. Pero, corazón, ¿cuándo vas a aprender que no basta con correr por el mundo si sigues huyendo de tus problemas? Primero resuelve tu caos, y luego nos cuentas de tus 'grandes aventuras'. —

    La verdad es que a veces Cho prefería quedarse con las palabras y pensamientos que no siempre decía en voz alta. A los demás les gustaba hablar de lo que veían, pero Cho sabía que había más en las personas de lo que mostraban al mundo.
    Cho estaba sentada en el rincón más tranquilo de la biblioteca de la escuela, como siempre lo hacía cuando necesitaba escapar del bullicio. Entre las páginas de la revista de entretenimiento, se encontró con un artículo sobre las últimas "aventuras" de Sagitario, el eterno viajero, siempre buscando nuevos horizontes y contando historias de su última escapada. Cho dejó escapar una ligera sonrisa, claramente divertida por la imagen que muchos tenían de él. Dejó la revista a un lado y, tomando un sorbo de su bebida, murmuró para sí misma: — ¡Ay, Sagitario! Siempre con esa actitud de 'yo sé todo porque me leí un libro y viajé a tres lugares'. Pero, corazón, ¿cuándo vas a aprender que no basta con correr por el mundo si sigues huyendo de tus problemas? Primero resuelve tu caos, y luego nos cuentas de tus 'grandes aventuras'. — La verdad es que a veces Cho prefería quedarse con las palabras y pensamientos que no siempre decía en voz alta. A los demás les gustaba hablar de lo que veían, pero Cho sabía que había más en las personas de lo que mostraban al mundo.
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  • ¿𝑌 𝑠𝑖 𝑛𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑜𝑝𝑐𝑖𝑜́𝑛?...
    Fandom Supernatural / The vampires diaries
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤㅤㅤ"...¿𝑌 𝑠𝑖 𝑒𝓈 𝓃𝓊𝑒𝓈𝓉𝓇𝑜 𝒹𝑒𝓈𝓉𝒾𝓃𝑜?."
    ㅤㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐕
    ㅤㅤㅤㅤㅤ˹ Hope Mikaelson


    ㅤㅤㅤㅤ¿Sus palabras eran, cuanto menos solemnes? Por supuesto, pero nadie prometía cosas fáciles de llevar a cabo, ¿Qué merito tenía una promesa sencilla de realizar? Ninguno. Dean tenía muchos talentos, y uno de ellos era ser fiel a su palabra y cumplirla. Sobre todo si esta consistía en proteger y cuidar de su familia, de aquellos que le importaban.
    Sin embargo, también se ve completamente capacitado para aceptar aquella promesa que le pide Hope, la misma que ya había aceptado momentos atrás en la biblioteca.
    La de no hacer ninguna estupidez, la de no lanzarse el solo contra el mundo y confiar en su familia.

    Y aunque le costara más, esa también la llevaría a cabo. Sobre todo si como premio iban unas tortitas de regalo.

    — Te prometo que no voy a hacer ninguna estupidez, aunque tu criterio de estupidez y el mío no sean el mismo…

    Las palabras del cazador quedan silenciadas por aquel último beso que Hope le regala antes de salir de la cama, bajo la atenta mirada de Dean, el cual sonríe admirando las curvas femeninas y recreándose en su trasero sin ningún tipo de remordimiento.
    La sigue con la mirada aún en la cama, cruzándose de brazos mientras la joven busca su ropa interior, la tentación de robarle aquella prenda, cerrar la puerta del cuarto y vivir allí, ambos completamente desnudos pasa de forma fugaz por la mente del cazador, lejos de Miguel, lejos de todos los problemas que les esperaban fuera de aquel cuarto y fuera de aquel bunker, allí estaban seguros, podría hacerlo….

    Aquel pensamiento fugaz se disuelve con la misma rapidez con la que había nacido. Pero dejando la reconfortante sensación de que realmente allí estaban seguros. Al menos tenían un lugar donde poder sentirse resguardados, donde nada malo podría alcanzarles, ni a él, ni a su familia, ni si quiera a Hope.

    Para cuando él sale de la cama con una suave sonrisa en sus labios, Hope había encontrado su ropa interior y le había robado la camiseta de modo que él se hace con sus pantalones de pijama, sus pantalones de pijama favoritos, aquellos que llevaban dibujados decenas de perritos calientes, y cuando escucha el comentario de la tribrida, no puede sino hacer una pésima postura de modelaje.

    — ¿Raro? Raro seria que no lo hicieras, es el mejor pijama del mundo, cielo… ¿Qué? Ahora no puedes echarte atrás, me has prometido unas tortitas… ¡no! Las mejores tortitas que he probado, así que no espero nada men…

    Cuando escucha su nombre el cazador se vuelve hacia Hope, y su sonrisa, esa que aún llevaba en sus labios y que por segundos había parecido imperecedera se congela y se resquebraja como el hielo al recibir un golpe seco en cuanto ve a la Mikaelson apoyada contra la silla un segundo antes de desvanecerse y desplomarse contra el suelo.

    Los reflejos del cazador se activan rápido, a pesar de sentir como si su corazón y sus tripas se hubieran helado de un momento para el siguiente, y en un movimiento rápido y fluido se lanza hacia la tribrida, arrodillándose en el camino y llegando justo a poder sujetar la cabeza femenina con su mano derecha y evitar el golpe contra el suelo.
    Los ojos oliva de Dean revisaban el rostro sin expresión de Hope.
    Su corazón y sus pulmones habían frenado de golpe su actividad.
    Su mano zurda, aquella que no sostenía la cabeza de Hope, volaba por el cuerpo de esta hasta que se centra en el interior de su muñeca tratando de buscar sus signos vitales.

    Dean Winchester se había quedado por completo paralizado. ¿Qué coño estaba ocurriendo? Estaban en casa, era un lugar seguro, aquello no podia estar pasando, tenía que ser una pesadilla, tenía que ser eso…

    No sabe cuántos segundos necesita su cuerpo para reaccionar, no sabe cuántos segundos necesitan sus pulmones para llenarse de aire y sus cuerdas vocales para poder recuperar su voz, pero por fin un grito grave, profundo, y cargado de angustia sale de su pecho.

    — ¡SAM! ¡SAMMY!

    ⤹ La puerta de madera de su cuarto se abre de golpe, unos instantes más tarde, dejando pasar a Sam, con Castiel y Jack flanqueándole a ambos lados, y descubriendo una escena algo extraña a la vez que preocupante para los tres recién llegados.
    Los ojos del más alto del mismo tono de verde que los de su hermano mayor, se abren casi hasta el límite antes de arrodillarse justo al otro lado de Hope, y es que Dean no se había atrevido ni si quiera a moverla.

    — ¿Qué ha ocurrido?

    — ¡No tengo ni idea SAM! ¡Se ha desmayado de la nada! ¿Puede quedarle algún rastro del hechizo del aquelarre?

    Justo después de aquella pregunta, Castiel entra en el reducido campo de visión en ese momento de Dean, agachándose justo al lado de la cabeza de Hope.

    — ¡Cass! ¿Qué le ocurre? Dime que puede curarla…

    El ángel ante la pregunta de Dean, coloca dos dedos, el índice y el corazón, de la mano diestra, sobre la frente impoluta de la tribrida.
    Los momentos que Castiel tarda en volver a moverse, se vuelven eternos para Dean, el cual poco a poco se va tensando cada vez más.

    — ¿¡Y!? ¿¡Que le pasa!? Esta vez si puedes curarla, ¿¡Verdad!?

    — No…

    — ¡Como que no! ¿No puedes o no quieres? ¿Qué mierda de poderes tienes entonces Cass? No eres más que un bebe con gabardina.

    — Dean….

    Sam pone su diestra sobre el hombro de su hermano, tratando de calmarlo y hacerle ver algo que Dean ya sabía, que Castiel no se merecía aquellas palabras, que no se merecía que lo tratara así de mal, pero en aquellos momentos él no podia pensar en sus modales o en disculparse con su mejor amigo, lo haría, sí. Pero no hasta que todo se hubiera solucionado.

    — Ella no está, Dean….

    — ¿Cómo que no está? ¿Está muerta? No puede estar muerta, no puede…

    — No, no está… su alma no está… Su cuerpo aún vive, pero sin su alma se ira apagando poco a poco…

    — Su alma… ¿Y dónde coño está su alma?
    ㅤㅤㅤㅤㅤ"...¿𝑌 𝑠𝑖 𝑒𝓈 𝓃𝓊𝑒𝓈𝓉𝓇𝑜 𝒹𝑒𝓈𝓉𝒾𝓃𝑜?." ㅤㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐕 ㅤㅤㅤㅤㅤ˹ [thetribrid] ㅤㅤㅤㅤ¿Sus palabras eran, cuanto menos solemnes? Por supuesto, pero nadie prometía cosas fáciles de llevar a cabo, ¿Qué merito tenía una promesa sencilla de realizar? Ninguno. Dean tenía muchos talentos, y uno de ellos era ser fiel a su palabra y cumplirla. Sobre todo si esta consistía en proteger y cuidar de su familia, de aquellos que le importaban. Sin embargo, también se ve completamente capacitado para aceptar aquella promesa que le pide Hope, la misma que ya había aceptado momentos atrás en la biblioteca. La de no hacer ninguna estupidez, la de no lanzarse el solo contra el mundo y confiar en su familia. Y aunque le costara más, esa también la llevaría a cabo. Sobre todo si como premio iban unas tortitas de regalo. — Te prometo que no voy a hacer ninguna estupidez, aunque tu criterio de estupidez y el mío no sean el mismo… Las palabras del cazador quedan silenciadas por aquel último beso que Hope le regala antes de salir de la cama, bajo la atenta mirada de Dean, el cual sonríe admirando las curvas femeninas y recreándose en su trasero sin ningún tipo de remordimiento. La sigue con la mirada aún en la cama, cruzándose de brazos mientras la joven busca su ropa interior, la tentación de robarle aquella prenda, cerrar la puerta del cuarto y vivir allí, ambos completamente desnudos pasa de forma fugaz por la mente del cazador, lejos de Miguel, lejos de todos los problemas que les esperaban fuera de aquel cuarto y fuera de aquel bunker, allí estaban seguros, podría hacerlo…. Aquel pensamiento fugaz se disuelve con la misma rapidez con la que había nacido. Pero dejando la reconfortante sensación de que realmente allí estaban seguros. Al menos tenían un lugar donde poder sentirse resguardados, donde nada malo podría alcanzarles, ni a él, ni a su familia, ni si quiera a Hope. Para cuando él sale de la cama con una suave sonrisa en sus labios, Hope había encontrado su ropa interior y le había robado la camiseta de modo que él se hace con sus pantalones de pijama, sus pantalones de pijama favoritos, aquellos que llevaban dibujados decenas de perritos calientes, y cuando escucha el comentario de la tribrida, no puede sino hacer una pésima postura de modelaje. — ¿Raro? Raro seria que no lo hicieras, es el mejor pijama del mundo, cielo… ¿Qué? Ahora no puedes echarte atrás, me has prometido unas tortitas… ¡no! Las mejores tortitas que he probado, así que no espero nada men… Cuando escucha su nombre el cazador se vuelve hacia Hope, y su sonrisa, esa que aún llevaba en sus labios y que por segundos había parecido imperecedera se congela y se resquebraja como el hielo al recibir un golpe seco en cuanto ve a la Mikaelson apoyada contra la silla un segundo antes de desvanecerse y desplomarse contra el suelo. Los reflejos del cazador se activan rápido, a pesar de sentir como si su corazón y sus tripas se hubieran helado de un momento para el siguiente, y en un movimiento rápido y fluido se lanza hacia la tribrida, arrodillándose en el camino y llegando justo a poder sujetar la cabeza femenina con su mano derecha y evitar el golpe contra el suelo. Los ojos oliva de Dean revisaban el rostro sin expresión de Hope. Su corazón y sus pulmones habían frenado de golpe su actividad. Su mano zurda, aquella que no sostenía la cabeza de Hope, volaba por el cuerpo de esta hasta que se centra en el interior de su muñeca tratando de buscar sus signos vitales. Dean Winchester se había quedado por completo paralizado. ¿Qué coño estaba ocurriendo? Estaban en casa, era un lugar seguro, aquello no podia estar pasando, tenía que ser una pesadilla, tenía que ser eso… No sabe cuántos segundos necesita su cuerpo para reaccionar, no sabe cuántos segundos necesitan sus pulmones para llenarse de aire y sus cuerdas vocales para poder recuperar su voz, pero por fin un grito grave, profundo, y cargado de angustia sale de su pecho. — ¡SAM! ¡SAMMY! ⤹ La puerta de madera de su cuarto se abre de golpe, unos instantes más tarde, dejando pasar a Sam, con Castiel y Jack flanqueándole a ambos lados, y descubriendo una escena algo extraña a la vez que preocupante para los tres recién llegados. Los ojos del más alto del mismo tono de verde que los de su hermano mayor, se abren casi hasta el límite antes de arrodillarse justo al otro lado de Hope, y es que Dean no se había atrevido ni si quiera a moverla. — ¿Qué ha ocurrido? — ¡No tengo ni idea SAM! ¡Se ha desmayado de la nada! ¿Puede quedarle algún rastro del hechizo del aquelarre? Justo después de aquella pregunta, Castiel entra en el reducido campo de visión en ese momento de Dean, agachándose justo al lado de la cabeza de Hope. — ¡Cass! ¿Qué le ocurre? Dime que puede curarla… El ángel ante la pregunta de Dean, coloca dos dedos, el índice y el corazón, de la mano diestra, sobre la frente impoluta de la tribrida. Los momentos que Castiel tarda en volver a moverse, se vuelven eternos para Dean, el cual poco a poco se va tensando cada vez más. — ¿¡Y!? ¿¡Que le pasa!? Esta vez si puedes curarla, ¿¡Verdad!? — No… — ¡Como que no! ¿No puedes o no quieres? ¿Qué mierda de poderes tienes entonces Cass? No eres más que un bebe con gabardina. — Dean…. Sam pone su diestra sobre el hombro de su hermano, tratando de calmarlo y hacerle ver algo que Dean ya sabía, que Castiel no se merecía aquellas palabras, que no se merecía que lo tratara así de mal, pero en aquellos momentos él no podia pensar en sus modales o en disculparse con su mejor amigo, lo haría, sí. Pero no hasta que todo se hubiera solucionado. — Ella no está, Dean…. — ¿Cómo que no está? ¿Está muerta? No puede estar muerta, no puede… — No, no está… su alma no está… Su cuerpo aún vive, pero sin su alma se ira apagando poco a poco… — Su alma… ¿Y dónde coño está su alma?
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  • ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐹L𝐴S𝐻B𝐴C𝐾
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ16 de enero de 2013




    El Impala rugió suavemente al detenerse frente a una colina desprovista de mayor atractivo. Dean y Sam intercambiaron una mirada incrédula mientras observaban la entrada, que apenas era visible: un viejo portón de metal oxidado empotrado en la roca. El aire olía a tierra húmeda y a misterio.

    —¿Es esto? —preguntó Dean, con una ceja levantada y el sarcasmo aflorando en su tono.

    Sam bajó del auto con un libro antiguo en la mano, el cual había estado revisando durante todo el camino. Comparó la descripción del texto con el paisaje ante ellos.

    —Es aquí —confirmó, aunque su voz también cargaba un leve dejo de duda.

    Dean resopló y caminó hacia la puerta, dando un par de golpes con el dorso de la mano.

    —Bueno, si es un club secreto, lo disimulan bastante bien.

    Sam suspiró y sacó una llave pesada que habían encontrado junto con las instrucciones. Al introducirla, el mecanismo rechinó, pero tras un giro forzado, la puerta cedió con un sonido profundo y resonante.

    —Lo que sea que encontremos aquí, ha estado cerrado mucho tiempo —murmuró Sam.

    Los hermanos entraron con cautela, las linternas de sus celulares iluminando las paredes cubiertas de telarañas y polvo. El pasillo descendente era estrecho, pero al cabo de unos metros, se abrió a un espacio mucho más amplio. Una luz parpadeante, activada por el movimiento, reveló una estancia impresionante.

    —¡Vaya! —Dean exclamó, sus ojos recorriendo el lugar. Había estanterías repletas de libros antiguos, mesas con mapas desplegados y vitrinas llenas de artefactos que parecían de otro mundo.

    —Es increíble —dijo Sam, sin poder ocultar su asombro. Pasó los dedos por el lomo de un libro, dejando una marca limpia en el polvo acumulado.

    Dean caminó hacia una consola de madera con botones e interruptores.

    —Esto parece salido de una película de espías de los 50.

    —No sólo es un escondite —comentó Sam, su voz llena de reverencia—. Es una base de operaciones. Un cuartel general. Los Hombres de Letras usaban esto para registrar todo su conocimiento, planificar sus movimientos...

    —...y almacenar sus juguetes —añadió Dean, al abrir una vitrina que contenía armas antiguas y objetos cuya utilidad no podía adivinar.

    Mientras exploraban, la magnitud del descubrimiento comenzó a asentarse en ambos. Para Dean, el lugar representaba algo entre un refugio y un legado; para Sam, era un sueño hecho realidad, un tesoro de conocimiento oculto.

    —Este lugar... —Sam se detuvo, buscando las palabras—. No es solo historia. Es nuestra herencia.

    Dean se cruzó de brazos y miró a su hermano con una sonrisa leve.

    —Bueno, parece que vamos a quedarnos un tiempo.

    Y con eso, los Winchester sellaron el inicio de una nueva etapa, una donde el pasado y el presente convergían en un lugar que pronto llamarían hogar.

    Una de las salas más llamativas del búnker era la biblioteca principal. Ocupaba un amplio espacio central y estaba rodeada por estanterías que se elevaban hasta el techo abovedado. Cada pared estaba cargada de volúmenes encuadernados en cuero, y una escalera móvil permitía acceder a los estantes más altos. En el centro, varias mesas robustas de madera estaban dispuestas con lámparas de lectura de estilo vintage, emitiendo una luz cálida y acogedora.

    Sobre una de las mesas descansaban varios mapas antiguos y cuadernos con anotaciones manuscritas, aparentemente dejados por los últimos ocupantes del lugar. Una gran lámpara colgante adornaba el techo, lanzando destellos dorados que acentuaban la majestuosidad de la sala. En una esquina, un pequeño globo terráqueo antiguo giraba silenciosamente con un toque, como si esperara que alguien desentrañara los secretos marcados en sus líneas.

    La atmósfera de la biblioteca era a la vez solemne e inspiradora, un recordatorio del vasto conocimiento acumulado por los Hombres de Letras a lo largo de generaciones.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐹L𝐴S𝐻B𝐴C𝐾 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ16 de enero de 2013 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ El Impala rugió suavemente al detenerse frente a una colina desprovista de mayor atractivo. Dean y Sam intercambiaron una mirada incrédula mientras observaban la entrada, que apenas era visible: un viejo portón de metal oxidado empotrado en la roca. El aire olía a tierra húmeda y a misterio. —¿Es esto? —preguntó Dean, con una ceja levantada y el sarcasmo aflorando en su tono. Sam bajó del auto con un libro antiguo en la mano, el cual había estado revisando durante todo el camino. Comparó la descripción del texto con el paisaje ante ellos. —Es aquí —confirmó, aunque su voz también cargaba un leve dejo de duda. Dean resopló y caminó hacia la puerta, dando un par de golpes con el dorso de la mano. —Bueno, si es un club secreto, lo disimulan bastante bien. Sam suspiró y sacó una llave pesada que habían encontrado junto con las instrucciones. Al introducirla, el mecanismo rechinó, pero tras un giro forzado, la puerta cedió con un sonido profundo y resonante. —Lo que sea que encontremos aquí, ha estado cerrado mucho tiempo —murmuró Sam. Los hermanos entraron con cautela, las linternas de sus celulares iluminando las paredes cubiertas de telarañas y polvo. El pasillo descendente era estrecho, pero al cabo de unos metros, se abrió a un espacio mucho más amplio. Una luz parpadeante, activada por el movimiento, reveló una estancia impresionante. —¡Vaya! —Dean exclamó, sus ojos recorriendo el lugar. Había estanterías repletas de libros antiguos, mesas con mapas desplegados y vitrinas llenas de artefactos que parecían de otro mundo. —Es increíble —dijo Sam, sin poder ocultar su asombro. Pasó los dedos por el lomo de un libro, dejando una marca limpia en el polvo acumulado. Dean caminó hacia una consola de madera con botones e interruptores. —Esto parece salido de una película de espías de los 50. —No sólo es un escondite —comentó Sam, su voz llena de reverencia—. Es una base de operaciones. Un cuartel general. Los Hombres de Letras usaban esto para registrar todo su conocimiento, planificar sus movimientos... —...y almacenar sus juguetes —añadió Dean, al abrir una vitrina que contenía armas antiguas y objetos cuya utilidad no podía adivinar. Mientras exploraban, la magnitud del descubrimiento comenzó a asentarse en ambos. Para Dean, el lugar representaba algo entre un refugio y un legado; para Sam, era un sueño hecho realidad, un tesoro de conocimiento oculto. —Este lugar... —Sam se detuvo, buscando las palabras—. No es solo historia. Es nuestra herencia. Dean se cruzó de brazos y miró a su hermano con una sonrisa leve. —Bueno, parece que vamos a quedarnos un tiempo. Y con eso, los Winchester sellaron el inicio de una nueva etapa, una donde el pasado y el presente convergían en un lugar que pronto llamarían hogar. Una de las salas más llamativas del búnker era la biblioteca principal. Ocupaba un amplio espacio central y estaba rodeada por estanterías que se elevaban hasta el techo abovedado. Cada pared estaba cargada de volúmenes encuadernados en cuero, y una escalera móvil permitía acceder a los estantes más altos. En el centro, varias mesas robustas de madera estaban dispuestas con lámparas de lectura de estilo vintage, emitiendo una luz cálida y acogedora. Sobre una de las mesas descansaban varios mapas antiguos y cuadernos con anotaciones manuscritas, aparentemente dejados por los últimos ocupantes del lugar. Una gran lámpara colgante adornaba el techo, lanzando destellos dorados que acentuaban la majestuosidad de la sala. En una esquina, un pequeño globo terráqueo antiguo giraba silenciosamente con un toque, como si esperara que alguien desentrañara los secretos marcados en sus líneas. La atmósfera de la biblioteca era a la vez solemne e inspiradora, un recordatorio del vasto conocimiento acumulado por los Hombres de Letras a lo largo de generaciones. #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • Se la pasó desde temprano en la biblioteca, leyendo uno tras otro libro sobre fauna mítica, magia y demás que pudiera ayudarlo a saber que le sucedía a su mascota.
    Habían pasado muchas cosas en tan pocos días, pero cada vez estaba menos convencido de que hubiera sido buena idea dejarlo consumir aquellas cenizas, suspirando con una gran jaqueca.

    —Maldita sea... Debe haber algo.
    No conocía de absolutamente nada a Alduin, ni siquiera sé si aquí hay registro alguno de él pero... mi Slyther ya no es él mismo, necesito saber que hacer...

    Se quitó las gafas, tomando un respiro.
    Con el estrés a tope y las constantes peleas entre su mascota y su esposo, menos tenía cabeza para concentrarse.
    Se la pasó desde temprano en la biblioteca, leyendo uno tras otro libro sobre fauna mítica, magia y demás que pudiera ayudarlo a saber que le sucedía a su mascota. Habían pasado muchas cosas en tan pocos días, pero cada vez estaba menos convencido de que hubiera sido buena idea dejarlo consumir aquellas cenizas, suspirando con una gran jaqueca. —Maldita sea... Debe haber algo. No conocía de absolutamente nada a Alduin, ni siquiera sé si aquí hay registro alguno de él pero... mi Slyther ya no es él mismo, necesito saber que hacer... Se quitó las gafas, tomando un respiro. Con el estrés a tope y las constantes peleas entre su mascota y su esposo, menos tenía cabeza para concentrarse.
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  • Domingo... Y por eso es un día excelente para trabajar duro
    Así que fuí a la biblioteca otra vez a seguir trabajando en ese maravilloso libro que encontré anoche...
    Lindo día para todos
    Domingo... Y por eso es un día excelente para trabajar duro 😁 Así que fuí a la biblioteca otra vez a seguir trabajando en ese maravilloso libro que encontré anoche... 🤩👍👌😁 Lindo día para todos
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  • Bajo la luz tenue de Mondstadt, Lisa hojeaba un libro antiguo en la biblioteca. Cada página desprendía un aroma a hierbas y magia. Un susurro interrumpió su concentración: el viento, portador de secretos.

    Con un movimiento perezoso, levantó la mano, invocando un destello eléctrico que iluminó las sombras.

    —¿De nuevo, pequeñas criaturas? —murmuró, viendo a los Hilichurls que rondaban afuera.

    Un suave chasquido de dedos y un relámpago espantó a los intrusos sin esfuerzo.

    —Tanta energía desperdiciada.

    Sonrió, cerrando el libro. El peligro había sido mínimo, pero cualquier excusa para usar su magia siempre era bienvenida.

    Bajo la luz tenue de Mondstadt, Lisa hojeaba un libro antiguo en la biblioteca. Cada página desprendía un aroma a hierbas y magia. Un susurro interrumpió su concentración: el viento, portador de secretos. Con un movimiento perezoso, levantó la mano, invocando un destello eléctrico que iluminó las sombras. —¿De nuevo, pequeñas criaturas? —murmuró, viendo a los Hilichurls que rondaban afuera. Un suave chasquido de dedos y un relámpago espantó a los intrusos sin esfuerzo. —Tanta energía desperdiciada. Sonrió, cerrando el libro. El peligro había sido mínimo, pero cualquier excusa para usar su magia siempre era bienvenida.
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