• "Caminando con los Muertos" (Extra)

    Noche de luna nueva, la segunda desde el final del invierno, el bosque bajo la guardia del brujo se encuentra bañado en la más profunda oscuridad. La luna le ha dado la espalda al sol, esta noche, estas tierras le pertenecen a ella y a la primavera infantil, a sus hijas, incluso a las que ya no están cuyo eco resuena aún en los oídos de aquellos que les deseen escuchar... y en el destino de aquellos que se ganaron su rencor.

    El brujo está presente porque se lo permiten, porque se le necesita y porque habrá de servir. En su piel desnuda van marcados los símbolos de su familia, de los guerreros que abren caminos y los guardianes del hogar, de la energía que engendra y el cazador que provee, del fuego que no quema, que protege y abriga, que arde y compra con su vida la supervivencia de los suyos.

    Bajo sus pies, un circulo de invocación se dibuja en el fango maloliente. Ni siquiera los insectos se atreven a acercarse, las líneas profundas irradian la sensación de la muerte prematura.

    La luna de esta noche le susurra palabras de libertad a los oídos de las criaturas no muertas, pero tampoco vivas, les invita a recorrer una vez más las tierras, como bruma espectral. Es ese momento, esa brecha entre el nacimiento y el fallecimiento que una vez dio paso a la muerte de la niña y al nacimiento del demonio, lo que también abre las puertas a los fantasmas de las mujeres de su familia, brujas generosas que aceptaron acudir al llamado de su hijo, primo, sobrino, nieto...

    El brujo se arrodilla en el centro del círculo y agacha la cabeza. Frente a él hay un cuerpo, una joven maldita, un vientre herido por la desnaturalización, infértil; ella está cansada y desea abandonar, desea terminar su ciclo fuera de la vista de una sociedad de moral ficticia que está lejos de comprenderle, ella yace arrodillada frente a él, nerviosa y abrumada, pero también decidida y en paz consigo misma.

    — Tranquila, te prometo que no sentirás nada. Ellas conocen tu dolor y no permitirán que se repita —le susurra el brujo, con voz cálida y protectora.

    Los huesos malditos están hundidos en la ciénaga, ellas y él están en la orilla.
    En el agua estancada la encontró, al agua estancada le regresó.

    El pantano no siente rencor hacia la muerte, al contrario, le da la bienvenida en un abrazo cariñoso que cuida y atesora cada fibra, cada pedacito de carne cadavérica. Y donde hay muerte y putrefacción, también se acomoda el demonio y el pecado. Ni siquiera ellos son rechazados por el pantano.

    Cuando el brujo cierra los ojos y extiende los brazos a sus lados, como entregándose a las mujeres suyas, el ritual da comienzo. De sus manos brotan llamas que avanzan hacia sus hombros y más allá.

    — Ante el ojo vacío de la Madre Primera le ofrezco la semilla que cayó en tierra dañada, el alma quebrada, el fuego que purifica. Recibe a esta, tu hija mutilada, acúnala en tus brazos como la madre debió tener y no como la que le negó el fruto, y le daré a su alma la oportunidad de cobrar todas sus deudas.

    La joven, atenta a cada palabra que sale de la boca del brujo, sonríe, y los fantasmas de las mujeres alrededor también le sonríen justo antes de empezar a cantar en una lengua antigua y pagana.

    Las llamas se extienden a través del cuerpo del brujo, tocan el suelo lodoso y conectan con la joven. Ella grita de espanto al ver sus piernas desnudas ardiendo, pero pronto se da cuenta de que no siente dolor alguno, sólo el éxtasis de la mujer libre de cadenas. Su cuerpo se consume en las llamas entre risas de histeria, sus brazos se alzan al cielo y hacia la luna invisible.

    La hija regresa junto a su verdadera madre.

    El fuego no se apaga, baila alrededor del brujo cuando este se pone de pie y camina, pasando por encima de los restos ardientes de la joven, para acercarse a la ciénaga. Ni siquiera se apaga mientras, en medio del fervor de las mujeres fantasmas, sus piernas se hunden en el agua estancada.

    El brujo recuerda, como si hubiera sido ayer, aquella vez que tuvo a Side entre sus brazos temblando de placer, cada vez que esa voz susurrante le llamó "monstruo", los labios dulces que acariciando los suyos.

    Ella, el eco de un ciclo interrumpido, pero que jamás debió ser detenido, es la dueña de los huesos que yacen bajo el agua estancada adonde también van a parar las lágrimas del brujo tras caer de sus mejillas.

    El fuego no se apaga, tampoco ilumina demasiado, la oscuridad es sobrecogedora, excepto por la pequeña chispa que brota de los restos de la joven quemada. Las fantasmas la llaman, le señalan el camino: "sigue el fuego", le dicen, "sigue el fuego". Y así lo hace, dejándose llevar por el rastro que dejó el brujo, "sigue el fuego", la pequeña semilla avanza, "sigue el fuego", hay cientos de criaturas de la noche negra y el submundo que querrían devorarla, "sigue el fuego y estarás a salvo", porque las fantasmas la protegen.

    Tolek se agacha para tocar los huesos y contagiarle sus llamas, el agua le llega hasta los hombros, la pequeña alma levita, se desliza confiando en el fuego, ese que siempre acompañó a las brujas, y se apropia de los huesos marchitos.

    El fango del fondo reconoce la nueva vida, resuena con esta, responde a la guía de las fantasmas y a las intenciones del brujo, quien también comienza a recitar un conjuro con el que cubre a los huesos por raíces en un abrazo protector, raíces que pronto se convierten en un grueso tallo palpitante que crece, poco a poco, hacia la superficie, mientras otros más pequeños se transforman en hojas gigantes, aunque no verdes sino negras como las sombras, sombras que ni la luz del fuego del brujo pueden doblegar, sombras de esencia demoníaca.

    Un loto color del ébano se alza por encima de la superficie, cerrado y ardiendo en llamas, palpita con la nueva vida que guarda en su interior.

    El brujo lo contempla, su ceño se frunce con el peso de la extrañeza: el loto está cerrado, ¿Tendrá que esperar?

    Esperará. Las llamas arderán cuanto haga falta, alimentarán a las raíces oscuras cuanto haga falta, consumirán lo que haga falta.

    #ElBrujoCojo §iძ𝑬
    "Caminando con los Muertos" (Extra) Noche de luna nueva, la segunda desde el final del invierno, el bosque bajo la guardia del brujo se encuentra bañado en la más profunda oscuridad. La luna le ha dado la espalda al sol, esta noche, estas tierras le pertenecen a ella y a la primavera infantil, a sus hijas, incluso a las que ya no están cuyo eco resuena aún en los oídos de aquellos que les deseen escuchar... y en el destino de aquellos que se ganaron su rencor. El brujo está presente porque se lo permiten, porque se le necesita y porque habrá de servir. En su piel desnuda van marcados los símbolos de su familia, de los guerreros que abren caminos y los guardianes del hogar, de la energía que engendra y el cazador que provee, del fuego que no quema, que protege y abriga, que arde y compra con su vida la supervivencia de los suyos. Bajo sus pies, un circulo de invocación se dibuja en el fango maloliente. Ni siquiera los insectos se atreven a acercarse, las líneas profundas irradian la sensación de la muerte prematura. La luna de esta noche le susurra palabras de libertad a los oídos de las criaturas no muertas, pero tampoco vivas, les invita a recorrer una vez más las tierras, como bruma espectral. Es ese momento, esa brecha entre el nacimiento y el fallecimiento que una vez dio paso a la muerte de la niña y al nacimiento del demonio, lo que también abre las puertas a los fantasmas de las mujeres de su familia, brujas generosas que aceptaron acudir al llamado de su hijo, primo, sobrino, nieto... El brujo se arrodilla en el centro del círculo y agacha la cabeza. Frente a él hay un cuerpo, una joven maldita, un vientre herido por la desnaturalización, infértil; ella está cansada y desea abandonar, desea terminar su ciclo fuera de la vista de una sociedad de moral ficticia que está lejos de comprenderle, ella yace arrodillada frente a él, nerviosa y abrumada, pero también decidida y en paz consigo misma. — Tranquila, te prometo que no sentirás nada. Ellas conocen tu dolor y no permitirán que se repita —le susurra el brujo, con voz cálida y protectora. Los huesos malditos están hundidos en la ciénaga, ellas y él están en la orilla. En el agua estancada la encontró, al agua estancada le regresó. El pantano no siente rencor hacia la muerte, al contrario, le da la bienvenida en un abrazo cariñoso que cuida y atesora cada fibra, cada pedacito de carne cadavérica. Y donde hay muerte y putrefacción, también se acomoda el demonio y el pecado. Ni siquiera ellos son rechazados por el pantano. Cuando el brujo cierra los ojos y extiende los brazos a sus lados, como entregándose a las mujeres suyas, el ritual da comienzo. De sus manos brotan llamas que avanzan hacia sus hombros y más allá. — Ante el ojo vacío de la Madre Primera le ofrezco la semilla que cayó en tierra dañada, el alma quebrada, el fuego que purifica. Recibe a esta, tu hija mutilada, acúnala en tus brazos como la madre debió tener y no como la que le negó el fruto, y le daré a su alma la oportunidad de cobrar todas sus deudas. La joven, atenta a cada palabra que sale de la boca del brujo, sonríe, y los fantasmas de las mujeres alrededor también le sonríen justo antes de empezar a cantar en una lengua antigua y pagana. Las llamas se extienden a través del cuerpo del brujo, tocan el suelo lodoso y conectan con la joven. Ella grita de espanto al ver sus piernas desnudas ardiendo, pero pronto se da cuenta de que no siente dolor alguno, sólo el éxtasis de la mujer libre de cadenas. Su cuerpo se consume en las llamas entre risas de histeria, sus brazos se alzan al cielo y hacia la luna invisible. La hija regresa junto a su verdadera madre. El fuego no se apaga, baila alrededor del brujo cuando este se pone de pie y camina, pasando por encima de los restos ardientes de la joven, para acercarse a la ciénaga. Ni siquiera se apaga mientras, en medio del fervor de las mujeres fantasmas, sus piernas se hunden en el agua estancada. El brujo recuerda, como si hubiera sido ayer, aquella vez que tuvo a Side entre sus brazos temblando de placer, cada vez que esa voz susurrante le llamó "monstruo", los labios dulces que acariciando los suyos. Ella, el eco de un ciclo interrumpido, pero que jamás debió ser detenido, es la dueña de los huesos que yacen bajo el agua estancada adonde también van a parar las lágrimas del brujo tras caer de sus mejillas. El fuego no se apaga, tampoco ilumina demasiado, la oscuridad es sobrecogedora, excepto por la pequeña chispa que brota de los restos de la joven quemada. Las fantasmas la llaman, le señalan el camino: "sigue el fuego", le dicen, "sigue el fuego". Y así lo hace, dejándose llevar por el rastro que dejó el brujo, "sigue el fuego", la pequeña semilla avanza, "sigue el fuego", hay cientos de criaturas de la noche negra y el submundo que querrían devorarla, "sigue el fuego y estarás a salvo", porque las fantasmas la protegen. Tolek se agacha para tocar los huesos y contagiarle sus llamas, el agua le llega hasta los hombros, la pequeña alma levita, se desliza confiando en el fuego, ese que siempre acompañó a las brujas, y se apropia de los huesos marchitos. El fango del fondo reconoce la nueva vida, resuena con esta, responde a la guía de las fantasmas y a las intenciones del brujo, quien también comienza a recitar un conjuro con el que cubre a los huesos por raíces en un abrazo protector, raíces que pronto se convierten en un grueso tallo palpitante que crece, poco a poco, hacia la superficie, mientras otros más pequeños se transforman en hojas gigantes, aunque no verdes sino negras como las sombras, sombras que ni la luz del fuego del brujo pueden doblegar, sombras de esencia demoníaca. Un loto color del ébano se alza por encima de la superficie, cerrado y ardiendo en llamas, palpita con la nueva vida que guarda en su interior. El brujo lo contempla, su ceño se frunce con el peso de la extrañeza: el loto está cerrado, ¿Tendrá que esperar? Esperará. Las llamas arderán cuanto haga falta, alimentarán a las raíces oscuras cuanto haga falta, consumirán lo que haga falta. #ElBrujoCojo [SideBlackHole]
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  • —Haaaa... Por fin —suspiró de alivio cuando por fin pudo encontrar tabaco en el hotel después de casi una hora de búsqueda. En uno de los cajones del bar, por suerte también había un encendedor. —Tan lujoso el hotel y tan horrible marca... por favor, que no sea este cigarrillo de quinta el último que fume...
    —Haaaa... Por fin —suspiró de alivio cuando por fin pudo encontrar tabaco en el hotel después de casi una hora de búsqueda. En uno de los cajones del bar, por suerte también había un encendedor. —Tan lujoso el hotel y tan horrible marca... por favor, que no sea este cigarrillo de quinta el último que fume...
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  • — La libertad tiene adicciones imborrables y aún con todo en contra, me siento tan vivo entre páginas de un libro que no he escrito.—
    — La libertad tiene adicciones imborrables y aún con todo en contra, me siento tan vivo entre páginas de un libro que no he escrito.—
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  • ㅤ— ㅤ☆ ㅤ(@bobbyindeyo) / X / | post |

    Yo explicando por qué creo en el concepto del 𝘧𝘳𝘦𝘦 𝘶𝘴𝘦 cuando mi único argumento es I'd wake up with a blowjob.
    ㅤ— ㅤ☆ ㅤ(@bobbyindeyo) / X / | post | Yo explicando por qué creo en el concepto del 𝘧𝘳𝘦𝘦 𝘶𝘴𝘦 cuando mi único argumento es I'd wake up with a blowjob.
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  • **"Sombras sobre el agua"**

    La noche había caído, y el bosque entero parecía contener la respiración. Bajo el manto de estrellas, entre ramas susurrantes, el lago brillaba como un espejo de obsidiana, roto apenas por los reflejos de la luna.

    Caelard dejó caer la gabardina blanca sobre una roca cercana. Sus botas crujieron sobre el suelo húmedo al acercarse a la orilla. La camisa negra, ceñida al torso, cayó poco después, revelando cicatrices que contaban historias que nadie había escuchado por completo. Respiró hondo; el aroma del agua y la tierra mojada llenaba el aire.

    Entró sin prisa, dejando que el frío del lago le envolviera la piel como un guante helado. El primer contacto fue punzante, una aguja de hielo atravesando cada fibra de su ser. Pero no retrocedió. Jamás lo hacía.

    El agua subió hasta su pecho, sus hombros. Cerró los ojos. Su cabello rojizo, normalmente lacio y ordenado, flotó desordenadamente alrededor de su rostro. Bajo la superficie, el murmullo del mundo exterior desaparecía: no había vampiros, no había batallas, no había recuerdos.

    Solo Caelard… y el latido solitario de su corazón.

    Pasó una mano por su rostro, lavando el polvo del camino y las marcas de la última pelea. Cada gota que caía llevaba un peso invisible, como si el agua pudiera limpiar no sólo su cuerpo, sino también las viejas culpas que arrastraba.

    Cuando emergió del agua hasta la cintura y alzó la vista, la luna lo observaba —fría, distante— pero también eterna. Como él.

    Una leve sonrisa, casi imperceptible, cruzó su rostro.

    *"Mañana vendrán más monstruos,"* pensó. *"Mañana cargaré la espada de nuevo."*

    Pero esta noche, en este momento robado a la oscuridad, **era sólo un hijo de la noche buscando su redención bajo las estrellas.**
    **"Sombras sobre el agua"** La noche había caído, y el bosque entero parecía contener la respiración. Bajo el manto de estrellas, entre ramas susurrantes, el lago brillaba como un espejo de obsidiana, roto apenas por los reflejos de la luna. Caelard dejó caer la gabardina blanca sobre una roca cercana. Sus botas crujieron sobre el suelo húmedo al acercarse a la orilla. La camisa negra, ceñida al torso, cayó poco después, revelando cicatrices que contaban historias que nadie había escuchado por completo. Respiró hondo; el aroma del agua y la tierra mojada llenaba el aire. Entró sin prisa, dejando que el frío del lago le envolviera la piel como un guante helado. El primer contacto fue punzante, una aguja de hielo atravesando cada fibra de su ser. Pero no retrocedió. Jamás lo hacía. El agua subió hasta su pecho, sus hombros. Cerró los ojos. Su cabello rojizo, normalmente lacio y ordenado, flotó desordenadamente alrededor de su rostro. Bajo la superficie, el murmullo del mundo exterior desaparecía: no había vampiros, no había batallas, no había recuerdos. Solo Caelard… y el latido solitario de su corazón. Pasó una mano por su rostro, lavando el polvo del camino y las marcas de la última pelea. Cada gota que caía llevaba un peso invisible, como si el agua pudiera limpiar no sólo su cuerpo, sino también las viejas culpas que arrastraba. Cuando emergió del agua hasta la cintura y alzó la vista, la luna lo observaba —fría, distante— pero también eterna. Como él. Una leve sonrisa, casi imperceptible, cruzó su rostro. *"Mañana vendrán más monstruos,"* pensó. *"Mañana cargaré la espada de nuevo."* Pero esta noche, en este momento robado a la oscuridad, **era sólo un hijo de la noche buscando su redención bajo las estrellas.**
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  • La noche cae como mi filo: silenciosa, inevitable… y para algunos, final.
    La noche cae como mi filo: silenciosa, inevitable… y para algunos, final.
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  • L'autre côté de la médialle
    Categoría Slice of Life
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones.

    -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba el fastidio.

    -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería.

    Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo.

    Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz.

    -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo.

    -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta.

    -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar.

    -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse.

    -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice.

    -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina.

    -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files.

    -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo.

    -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar.

    "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba.

    Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible.

    Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino.

    El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar.

    -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión.

    -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas.

    -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música.

    -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga.

    - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club.

    Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas.

    -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos.

    https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones. -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba el fastidio. -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería. Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo. Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz. -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo. -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta. -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar. -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse. -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice. -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina. -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files. -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo. -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar. "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba. Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible. Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino. El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar. -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión. -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas. -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música. -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga. - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club. Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas. -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos. https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
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    Jamás había visto *Blame!* con esos ojos...
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  • La neblina era espesa, pero Zahra flotaba con ligereza entre los fragmentos oníricos, como una brisa sin cuerpo ni forma. Aquella noche había elegido un sueño cualquiera, el de un joven que dormía con el ceño fruncido, la sábana a medio cuerpo y una lágrima apenas seca en la mejilla. Zahra se deslizó en su mente con la familiaridad de quien ya lo había hecho mil veces.

    El escenario se formó a su alrededor: un parque gris, árboles secos, niños sin rostros corriendo entre las hojas muertas. El joven estaba allí, de pie, con una carta en la mano. En el sueño no hablaba, pero sus emociones eran vívidas como fuego: culpa, ternura, pérdida.

    Zahra lo observaba con la atención de una coleccionista de momentos humanos. ¿Qué lo había hecho así? ¿Dónde nació su bondad? ¿En qué rincón se escondía la sombra que a veces asomaba en su mirada?

    Con un leve gesto, casi imperceptible, Zahra agitó el ambiente. El niño frente a él se transformó en una figura adulta, alguien que él había amado y herido. El sueño tembló, el joven gritó. Zahra sonrió con un dejo de fascinación. ¿Y si hoy despierta con culpa? ¿O con fuerza para enmendar lo perdido? Le encantaba ver cómo un simple sueño podía decidir el rumbo de un día entero, de una vida entera.

    Pero entonces, algo cambió.


    ɱ૦ՐƿҺ૯υς
    La neblina era espesa, pero Zahra flotaba con ligereza entre los fragmentos oníricos, como una brisa sin cuerpo ni forma. Aquella noche había elegido un sueño cualquiera, el de un joven que dormía con el ceño fruncido, la sábana a medio cuerpo y una lágrima apenas seca en la mejilla. Zahra se deslizó en su mente con la familiaridad de quien ya lo había hecho mil veces. El escenario se formó a su alrededor: un parque gris, árboles secos, niños sin rostros corriendo entre las hojas muertas. El joven estaba allí, de pie, con una carta en la mano. En el sueño no hablaba, pero sus emociones eran vívidas como fuego: culpa, ternura, pérdida. Zahra lo observaba con la atención de una coleccionista de momentos humanos. ¿Qué lo había hecho así? ¿Dónde nació su bondad? ¿En qué rincón se escondía la sombra que a veces asomaba en su mirada? Con un leve gesto, casi imperceptible, Zahra agitó el ambiente. El niño frente a él se transformó en una figura adulta, alguien que él había amado y herido. El sueño tembló, el joven gritó. Zahra sonrió con un dejo de fascinación. ¿Y si hoy despierta con culpa? ¿O con fuerza para enmendar lo perdido? Le encantaba ver cómo un simple sueño podía decidir el rumbo de un día entero, de una vida entera. Pero entonces, algo cambió. [Sweets_dreams]
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  • -- 12:30 --

    Seis puertas se abren. ¡Todos los equipos sobreviven!

    El pequeño y travieso engaño de su anterior predicamento queda al descubierto: La ventana que mostraba una ventisca y un plano nevado, era meramente un video. Los cuartos eran enormes congeladores.

    Al salir todos, las puertas de sus prisiones se sellan tras ellos, y se encuentran en lo que parece el lobby principal de un lujoso hotel 5 estrellas. La temperatura es de unos muy cómodos 23°C.

    Las ventanas y puertas siguen selladas con barrotes de titanio, pero fuera de eso, parece un hotel de lujo como cualquier otro.

    -- 𝗜𝗡𝗧𝗘𝗥𝗠𝗘𝗗𝗜𝗢 --
    ¡Felicitaciones a todos por sobrevivir! Pónganse cómodos, disfruten de su estadía y esperen nuestro siguiente evento. Hay habitaciones para cada uno de ustedes con cambios de ropa, comida y demás artículos necesarios.

    Aprovechen para descansar y quizás... ahogar algunas frustraciones.

    Y sólo por diversión, los resultados del anterior evento:

    Los equipos A, C, D y E salieron resolviendo sus acertijos. Sin embargo...

    Los equipos B y F decidieron jalar la palanca, pese a las consecuencias... ¿Cómo tomarán esto el resto de los participantes?

    Ingrid Rosemond Armand Melendi Hiro Hope Ralph Witta Faust Xin Yi Daniel Fernández Shiori Novella Lillet Blan N–612 Cecilia Immergreen Yu Xuan ❛ 𝐀𝐩𝐡𝐫𝐨 ❜ Sapphire Kawashima Doc Ysoria Kan J • K
    -- 12:30 -- Seis puertas se abren. ¡Todos los equipos sobreviven! El pequeño y travieso engaño de su anterior predicamento queda al descubierto: La ventana que mostraba una ventisca y un plano nevado, era meramente un video. Los cuartos eran enormes congeladores. Al salir todos, las puertas de sus prisiones se sellan tras ellos, y se encuentran en lo que parece el lobby principal de un lujoso hotel 5 estrellas. La temperatura es de unos muy cómodos 23°C. Las ventanas y puertas siguen selladas con barrotes de titanio, pero fuera de eso, parece un hotel de lujo como cualquier otro. -- 𝗜𝗡𝗧𝗘𝗥𝗠𝗘𝗗𝗜𝗢 -- ¡Felicitaciones a todos por sobrevivir! Pónganse cómodos, disfruten de su estadía y esperen nuestro siguiente evento. Hay habitaciones para cada uno de ustedes con cambios de ropa, comida y demás artículos necesarios. Aprovechen para descansar y quizás... ahogar algunas frustraciones. Y sólo por diversión, los resultados del anterior evento: Los equipos A, C, D y E salieron resolviendo sus acertijos. Sin embargo... Los equipos B y F decidieron jalar la palanca, pese a las consecuencias... ¿Cómo tomarán esto el resto de los participantes? [rain_curtain] [the_detective] [fusion_purple_goat_907] [Just_add_water] [galaxy_orange_whale_212] [architecti_audi_nos] [xin_yi] [blaze_aqua_squirrel_523] [specter_copper_horse_768] [lill3tblan] [N.612] [ember_amethyst_octopus_437] [yu_xuan] [AfroTheSmilingOne] [Sapphire] [Doctor_911] [tidal_peach_turtle_127] [The_writer]
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